• Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ
    Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ
    Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ
    I ɢᴏᴛ ᴛʜᴇ ᴍᴀɢɪᴄ ɪɴ ᴍᴇ

    Tʜᴇsᴇ ᴛʀɪᴄᴋs ᴛʜᴀᴛ I'ʟʟ ᴀᴛᴛᴇᴍᴘᴛ ᴡɪʟʟ ʙʟᴏᴡ ʏᴏᴜʀ ᴍɪɴᴅ
    Pɪᴄᴋ ᴀ ᴠᴇʀsᴇ, ᴀɴʏ ᴠᴇʀsᴇ, I'ʟʟ ʜʏᴘɴᴏᴛɪsᴇ ʏᴏᴜ ᴡɪᴛʜ ᴇᴠᴇʀʏ ʟɪɴᴇ
    I'ʟʟ ɴᴇᴇᴅ ᴀ ᴠᴏʟᴜɴᴛᴇᴇʀ, ʜᴏᴡ ᴀʙᴏᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴇʏᴇs?
    Cᴏᴍᴇ ᴏɴ ᴅᴏᴡɴ ᴛᴏ ᴛʜᴇ ғʀᴏɴᴛ, sɪᴛ ʀɪɢʜᴛ ʜᴇʀᴇ ᴀɴᴅ ᴅᴏɴ'ᴛ ʙᴇ sʜʏ
    I'ʟʟ ʜᴀᴠᴇ ʏᴏᴜ ᴛɪᴍᴇ ᴛʀᴀᴠᴇʟʟɪɴ', ʜᴀᴠᴇ ʏᴏᴜʀ ᴍɪɴᴅ ʙᴀʙʙʟɪɴ'.


                                                       .•♫•♬••♬•♫•.

    Bᴇʜɪɴᴅ Tʜᴇ Sᴄᴇɴᴇs 」

    Ha-Rin se encontraba caracterizado como si fuese un vidente, alguien relacionado a la magia, a las cosas esotéricas. Frente a él tenía una mesa con velas, cartas, una esfera de cristal y varios objetos más que se utilizaban para la adivinación. El ambiente parecía sacado de una época en la que ese tipo de prácticas era habitual y la gente pagaba por obtener respuestas.

    Con una expresión solemne, coloca las manos sobre la bola de cristal por unos segundos, para después recitar palabras sin sentido, al mismo tiempo que mueve los dedos como si estuviese canalizando fuerzas invisibles y, acto seguido, comienza a murmurar:

    —Puedo sentir la energía fluyendo... veo tu futuro, tu destino. —Mientras menciona esto, apenas puede contener una sonrisa, pero el show debe continuar, así que se concentra, y su pequeño juego continúa en silencio, como si estuviese analizando la información que acaba de obtener, aunque, evidentemente, es una táctica para prolongar la expectación.

    Su siguiente acción es girar lentamente las cartas del tarot y analizar una a una con una seriedad fingida, antes de levantar la vista.

    —Aquí está el signo de la buena fortuna, de los nuevos comienzos, de la pasión. Pero espera... también está la carta de la conexión inevitable.

    Al final, se inclina hacia adelante y baja la voz, como si fuese a revelar el secreto más importante de todos:

    —¿Quieres saber la verdad? No importa cuántas cartas lea, cuánta energía invoque, cuántas líneas de la mano estudie, cuántas runas interprete. Sin importar el método, el destino siempre me dice lo mismo: tu fortuna, tu camino, tu persona predestinada... soy yo. —Con una risita suave y satisfecha, claramente encantado con su propio juego, levanta la bola de cristal un poco y la observa, maravillado por la luz misteriosa que refleja, antes de finalmente añadir:

    —En resumen, no importa lo que diga el universo, ni lo que se encuentre escrito en las estrellas, tu suerte siempre acaba en mí.
    「 🎙️📝 」 Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ Mᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ, ᴍᴀɢɪᴄ I ɢᴏᴛ ᴛʜᴇ ᴍᴀɢɪᴄ ɪɴ ᴍᴇ Tʜᴇsᴇ ᴛʀɪᴄᴋs ᴛʜᴀᴛ I'ʟʟ ᴀᴛᴛᴇᴍᴘᴛ ᴡɪʟʟ ʙʟᴏᴡ ʏᴏᴜʀ ᴍɪɴᴅ Pɪᴄᴋ ᴀ ᴠᴇʀsᴇ, ᴀɴʏ ᴠᴇʀsᴇ, I'ʟʟ ʜʏᴘɴᴏᴛɪsᴇ ʏᴏᴜ ᴡɪᴛʜ ᴇᴠᴇʀʏ ʟɪɴᴇ I'ʟʟ ɴᴇᴇᴅ ᴀ ᴠᴏʟᴜɴᴛᴇᴇʀ, ʜᴏᴡ ᴀʙᴏᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴇʏᴇs? Cᴏᴍᴇ ᴏɴ ᴅᴏᴡɴ ᴛᴏ ᴛʜᴇ ғʀᴏɴᴛ, sɪᴛ ʀɪɢʜᴛ ʜᴇʀᴇ ᴀɴᴅ ᴅᴏɴ'ᴛ ʙᴇ sʜʏ I'ʟʟ ʜᴀᴠᴇ ʏᴏᴜ ᴛɪᴍᴇ ᴛʀᴀᴠᴇʟʟɪɴ', ʜᴀᴠᴇ ʏᴏᴜʀ ᴍɪɴᴅ ʙᴀʙʙʟɪɴ'.                                                    .•♫•♬••♬•♫•. 「 🎥 Bᴇʜɪɴᴅ Tʜᴇ Sᴄᴇɴᴇs 」 Ha-Rin se encontraba caracterizado como si fuese un vidente, alguien relacionado a la magia, a las cosas esotéricas. Frente a él tenía una mesa con velas, cartas, una esfera de cristal y varios objetos más que se utilizaban para la adivinación. El ambiente parecía sacado de una época en la que ese tipo de prácticas era habitual y la gente pagaba por obtener respuestas. Con una expresión solemne, coloca las manos sobre la bola de cristal por unos segundos, para después recitar palabras sin sentido, al mismo tiempo que mueve los dedos como si estuviese canalizando fuerzas invisibles y, acto seguido, comienza a murmurar: —Puedo sentir la energía fluyendo... veo tu futuro, tu destino. —Mientras menciona esto, apenas puede contener una sonrisa, pero el show debe continuar, así que se concentra, y su pequeño juego continúa en silencio, como si estuviese analizando la información que acaba de obtener, aunque, evidentemente, es una táctica para prolongar la expectación. Su siguiente acción es girar lentamente las cartas del tarot y analizar una a una con una seriedad fingida, antes de levantar la vista. —Aquí está el signo de la buena fortuna, de los nuevos comienzos, de la pasión. Pero espera... también está la carta de la conexión inevitable. Al final, se inclina hacia adelante y baja la voz, como si fuese a revelar el secreto más importante de todos: —¿Quieres saber la verdad? No importa cuántas cartas lea, cuánta energía invoque, cuántas líneas de la mano estudie, cuántas runas interprete. Sin importar el método, el destino siempre me dice lo mismo: tu fortuna, tu camino, tu persona predestinada... soy yo. —Con una risita suave y satisfecha, claramente encantado con su propio juego, levanta la bola de cristal un poco y la observa, maravillado por la luz misteriosa que refleja, antes de finalmente añadir: —En resumen, no importa lo que diga el universo, ni lo que se encuentre escrito en las estrellas, tu suerte siempre acaba en mí.
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  • 𝑖𝑚𝑙 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑠𝑡𝑜𝑟

    Una historia cálida entre lo cotidiano y lo mágico. El pequeño Nekomata llegó tímido, con sus orejas negras asomando entre la incertidumbre, y poco a poco encontró refugio en mi compañía. Juntos atravesamos el umbral del Castillo Ishtar, donde lo recibieron jardines eternos y pasillos que respiran memoria.

    Allí, entre luces suaves y murmullos de piedra, lo vi sonreír por primera vez. Fue frente a un chuletón vasco servido sobre piedra ardiente, con la sal chisporroteando y el aroma envolviendo la sala. Yo lo miraba feliz mientras él, con ojos brillantes, probaba aquel festín como si descubriera un mundo nuevo.

    Parece que el Sr. Pochinko ha hecho un amigo.
    [caramel.com] Una historia cálida entre lo cotidiano y lo mágico. El pequeño Nekomata llegó tímido, con sus orejas negras asomando entre la incertidumbre, y poco a poco encontró refugio en mi compañía. Juntos atravesamos el umbral del Castillo Ishtar, donde lo recibieron jardines eternos y pasillos que respiran memoria. Allí, entre luces suaves y murmullos de piedra, lo vi sonreír por primera vez. Fue frente a un chuletón vasco servido sobre piedra ardiente, con la sal chisporroteando y el aroma envolviendo la sala. Yo lo miraba feliz mientras él, con ojos brillantes, probaba aquel festín como si descubriera un mundo nuevo. Parece que el Sr. Pochinko ha hecho un amigo.
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  • ||• Tarde en el Centro Comercial||•
    Categoría Contemporáneo
    Theadorine Lombard
    Un sonoro aplauso general retumbó en las cuatro paredes del estudio marcando el final de la jornada cuando el reloj dió las siete de la tarde. Peter, el director de la obra que estaban ensayando y Spinozza, quien era el dueño del centro también se sumaron al júbilo mientras el grupo remataba con una reverencia.- Vale, chicos,¡ Ha valido! Nos vemos mañana para repasar, no os durmáis en los laureles,que todavía queda por pulir.- De nuevo júbilo, vítores, incluso pareció que el agriado humor de Spinozza por un momento quedarse a un lado.
    El buen humor se mantuvo mientras bajaban como torbellinos a la planta baja, a la máquina de café y aperitivos ,como ya era tradición después de cada clase.
    Ángel una vez más se adelantó ,y antes de que la muchacha pudiera siquiera meter la moneda en la ranura, el chico ya había sacado un café para ella y después otro para él, guiñándole un ojo de forma cómplice mientras se lo ofrecía.- ¿Qué os apetece hacer ahora?- Era viernes, última hora. Con el fin de semana a la vuelta de la esquina , tenían todo el tiempo del mundo a su disposición. Mientras formulaba la pregunta que a todos se les pasaba por la cabeza, Ethan, miembro del equipo, daba un sorbo a su refresco.

    - ¿Un cine?- Propuso Sarah, quien había tenido la suerte de conseguir el papel principal , haciendo buena cuenta de su botella de agua. Ann, la encargada de sonido, que se acababa de incorporar tras recoger los cables, a su diestra, negó con un mohín.- No hay nada interesante todavía. Y paso de la película cursi de turno, la verdad.- Respondió Sarah con un bufido de fastidio.
    - ¿ Y el Centro Comercial que acaban de abrir?- Propuso Ángel.
    - Podemos echar un vistazo, y vamos viendo,¿No? Además , creo que hay un sitio nuevo de recreativos . Yo quiero probar.- Convino Rosie. Tras unos segundos de debate, el grupo se puso de acuerdo.

    Dicho y hecho. Entre risas, se despidieron del conserje y no tardaron en llegar.
    Fueron recibidos por un amasijo de luces, aromas diversos y el retumbar constante del ir y venir de la gente.-¿ Visteis la cara de sorpresa de Peter cuando llegó el momento de "¿ Recuerdas quién soy?"?- Fue bromeando Ángel a su lado ,impostando la voz varios tonos más aguda mientras el grupo dejaba atrás la zona electrónica y menaje para atajar hasta la zona dedicada a ocio, donde se encontraban los recreativos, cargados con bolsos y mochilas.
    - Un segundo, que creo que tengo que ir un momento al baño,¡ No tardo! - Comentó Rosie una vez estuvieron cerca de los aseos. Sarah fue con ella.

    Tiró de la cadena, poco a poco el sonido de ésta se fue apagando cuando salió y reparó en la chica que se encontraba frente al espejo, mientras Sarah se demoraba algo más.
    Le dedicó una sonrisa amable al tiempo que se lavaba las manos ,para después retocarse el peinado.- Anda,¡ Me encanta tu camiseta!- Comentó de forma genuina, tratando de romper el hielo.- Te queda bien,¿ De dónde es?
    [solar_magenta_fox_463] Un sonoro aplauso general retumbó en las cuatro paredes del estudio marcando el final de la jornada cuando el reloj dió las siete de la tarde. Peter, el director de la obra que estaban ensayando y Spinozza, quien era el dueño del centro también se sumaron al júbilo mientras el grupo remataba con una reverencia.- Vale, chicos,¡ Ha valido! Nos vemos mañana para repasar, no os durmáis en los laureles,que todavía queda por pulir.- De nuevo júbilo, vítores, incluso pareció que el agriado humor de Spinozza por un momento quedarse a un lado. El buen humor se mantuvo mientras bajaban como torbellinos a la planta baja, a la máquina de café y aperitivos ,como ya era tradición después de cada clase. Ángel una vez más se adelantó ,y antes de que la muchacha pudiera siquiera meter la moneda en la ranura, el chico ya había sacado un café para ella y después otro para él, guiñándole un ojo de forma cómplice mientras se lo ofrecía.- ¿Qué os apetece hacer ahora?- Era viernes, última hora. Con el fin de semana a la vuelta de la esquina , tenían todo el tiempo del mundo a su disposición. Mientras formulaba la pregunta que a todos se les pasaba por la cabeza, Ethan, miembro del equipo, daba un sorbo a su refresco. - ¿Un cine?- Propuso Sarah, quien había tenido la suerte de conseguir el papel principal , haciendo buena cuenta de su botella de agua. Ann, la encargada de sonido, que se acababa de incorporar tras recoger los cables, a su diestra, negó con un mohín.- No hay nada interesante todavía. Y paso de la película cursi de turno, la verdad.- Respondió Sarah con un bufido de fastidio. - ¿ Y el Centro Comercial que acaban de abrir?- Propuso Ángel. - Podemos echar un vistazo, y vamos viendo,¿No? Además , creo que hay un sitio nuevo de recreativos . Yo quiero probar.- Convino Rosie. Tras unos segundos de debate, el grupo se puso de acuerdo. Dicho y hecho. Entre risas, se despidieron del conserje y no tardaron en llegar. Fueron recibidos por un amasijo de luces, aromas diversos y el retumbar constante del ir y venir de la gente.-¿ Visteis la cara de sorpresa de Peter cuando llegó el momento de "¿ Recuerdas quién soy?"?- Fue bromeando Ángel a su lado ,impostando la voz varios tonos más aguda mientras el grupo dejaba atrás la zona electrónica y menaje para atajar hasta la zona dedicada a ocio, donde se encontraban los recreativos, cargados con bolsos y mochilas. - Un segundo, que creo que tengo que ir un momento al baño,¡ No tardo! - Comentó Rosie una vez estuvieron cerca de los aseos. Sarah fue con ella. Tiró de la cadena, poco a poco el sonido de ésta se fue apagando cuando salió y reparó en la chica que se encontraba frente al espejo, mientras Sarah se demoraba algo más. Le dedicó una sonrisa amable al tiempo que se lavaba las manos ,para después retocarse el peinado.- Anda,¡ Me encanta tu camiseta!- Comentó de forma genuina, tratando de romper el hielo.- Te queda bien,¿ De dónde es?
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  • °Estaba durmiendo en su camioneta mas le alusan con una linterna°

    hu? y ahora...que...quien me necesita?..
    °Estaba durmiendo en su camioneta mas le alusan con una linterna° hu? y ahora...que...quien me necesita?..
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  • *Alza la mirada con solemnidad, sus labios dibujan un murmullo que suena a poesía oscura:*

    “Sirvo con manos de seda, pero mi sombra lleva acero. Soy doncella y verdugo, lirio y tormenta, aquella que limpia la estancia… y arrasa con los cuerpos.”
    *Alza la mirada con solemnidad, sus labios dibujan un murmullo que suena a poesía oscura:* “Sirvo con manos de seda, pero mi sombra lleva acero. Soy doncella y verdugo, lirio y tormenta, aquella que limpia la estancia… y arrasa con los cuerpos.”
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  • El silencio reinaba en el teatro vacío, las largas filas de butacas abandonadas como ecos de un pasado de esplendor. Las luces apenas iluminaban el escenario, como una barrera entre el mundo real y aquel que pertenecía a los muertos. El aire estaba cargado de la nostalgia de una gloria pasada, pero no había ni una chispa de vida en el vasto espacio, solo la quietud eterna de la decadencia.

    Allí, en el centro del escenario, la silueta de Lyra vislumbraba entre las sombras, su figura era esbelta y sus movimientos suaves como la seda, se mantenía en un silencio profundo, observando la oscuridad que la rodeaba. Su piel pálida reflejaba lo poco de luz que quedaba, como si su propia existencia estuviera atrapada en un sueño eterno.

    En el fondo, casi imperceptible al principio, sonó una melodía.

    https://www.youtube.com/watch?v=qeMFqkcPYcg&list=RDqeMFqkcPYcg&start_radio=1

    “Sweet dreams” un contraste bastante interesante dado al sitio donde se encontraba , su ritmo desafiante chocando con la serenidad y quietud del lugar. La canción, con su toque provocador y misterioso, parecía entrar en conflicto con la serenidad del teatro, pero de alguna manera, encajaba a la perfección. Lyra, sin poder evitarlo, sintió cómo la música invadía su cuerpo, una oleada de energía que la empujó a moverse. Solo una persona sabía lo que aquello provocaba en ella...

    Su primer movimiento fue sutil, como una sombra que se desliza por el suelo, pero pronto sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de la canción. El sonido de los bajos pulsando a través del aire llenó el vacío del teatro, haciendo que las paredes parecieran vibrar con una energía que solo Lyra podía entender. La vampiresa comenzó a caminar, pero no de una forma común. Cada paso era una danza, un giro que desafiaba la gravedad, como si el escenario fuera suyo para siempre. Sus manos, delgadas y llenas de gracia, se elevaron suavemente, como si estuviera tocando los ecos del pasado en el aire.

    La oscuridad que la rodeaba comenzó a fundirse con ella, su figura etérea proyectada sobre las paredes del teatro, mientras sus movimientos se volvían más seductores, más atrevidos. A pesar de la naturaleza gótica de su ser, la energía de la música era tan vibrante, tan llena de vida, que parecía contrarrestar su condena eterna. Lyra no solo era una sombra en la noche, ella era una manifestación de lo prohibido, de lo que te podía dañar desde adentro.

    Sus ojos, de un rojo brillante como rubíes, brillaban en la penumbra mientras sus labios se curvaban en una sonrisa, un reflejo de su alma atormentada. La canción resonaba en su ser, sus movimientos se volvían cada vez más provocativos, como si el escenario fuera su pista de baile y ella la reina indiscutible de ese espacio olvidado.

    A medida que la melodía se intensificaba, Lyra se dejó llevar por el ritmo, un baile en el que el tiempo parecía detenerse. La historia de su vida, de su condena, se entrelazaba con la música, como si cada acorde fuera una parte de su alma rota. Pero no había tristeza en su danza, solo había un ardiente deseo de sentirse viva, de sentir esa chispa de rebelión en la piel, a pesar de la eternidad que la atrapaba.

    Su figura, elegante y llena de gracia, se movía entre las sombras del teatro, un contraste entre la luz tenue del escenario y la oscuridad que parecía alimentarla. El teatro, aunque vacío, parecía cobrar vida, como si su presencia de desbordara las paredes y desafiara el vacío. La canción continuaba, susurrando en el aire, y ella bailaba, como un alma libre atrapada en el cuerpo de un monstruo.

    ♧ Sweet dreams are made of this - murmuró en la oscuridad, su voz cálida, pero cargada de intención - Who am I to disagree?...-
    El silencio reinaba en el teatro vacío, las largas filas de butacas abandonadas como ecos de un pasado de esplendor. Las luces apenas iluminaban el escenario, como una barrera entre el mundo real y aquel que pertenecía a los muertos. El aire estaba cargado de la nostalgia de una gloria pasada, pero no había ni una chispa de vida en el vasto espacio, solo la quietud eterna de la decadencia. Allí, en el centro del escenario, la silueta de Lyra vislumbraba entre las sombras, su figura era esbelta y sus movimientos suaves como la seda, se mantenía en un silencio profundo, observando la oscuridad que la rodeaba. Su piel pálida reflejaba lo poco de luz que quedaba, como si su propia existencia estuviera atrapada en un sueño eterno. En el fondo, casi imperceptible al principio, sonó una melodía. https://www.youtube.com/watch?v=qeMFqkcPYcg&list=RDqeMFqkcPYcg&start_radio=1 “Sweet dreams” un contraste bastante interesante dado al sitio donde se encontraba , su ritmo desafiante chocando con la serenidad y quietud del lugar. La canción, con su toque provocador y misterioso, parecía entrar en conflicto con la serenidad del teatro, pero de alguna manera, encajaba a la perfección. Lyra, sin poder evitarlo, sintió cómo la música invadía su cuerpo, una oleada de energía que la empujó a moverse. Solo una persona sabía lo que aquello provocaba en ella... Su primer movimiento fue sutil, como una sombra que se desliza por el suelo, pero pronto sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de la canción. El sonido de los bajos pulsando a través del aire llenó el vacío del teatro, haciendo que las paredes parecieran vibrar con una energía que solo Lyra podía entender. La vampiresa comenzó a caminar, pero no de una forma común. Cada paso era una danza, un giro que desafiaba la gravedad, como si el escenario fuera suyo para siempre. Sus manos, delgadas y llenas de gracia, se elevaron suavemente, como si estuviera tocando los ecos del pasado en el aire. La oscuridad que la rodeaba comenzó a fundirse con ella, su figura etérea proyectada sobre las paredes del teatro, mientras sus movimientos se volvían más seductores, más atrevidos. A pesar de la naturaleza gótica de su ser, la energía de la música era tan vibrante, tan llena de vida, que parecía contrarrestar su condena eterna. Lyra no solo era una sombra en la noche, ella era una manifestación de lo prohibido, de lo que te podía dañar desde adentro. Sus ojos, de un rojo brillante como rubíes, brillaban en la penumbra mientras sus labios se curvaban en una sonrisa, un reflejo de su alma atormentada. La canción resonaba en su ser, sus movimientos se volvían cada vez más provocativos, como si el escenario fuera su pista de baile y ella la reina indiscutible de ese espacio olvidado. A medida que la melodía se intensificaba, Lyra se dejó llevar por el ritmo, un baile en el que el tiempo parecía detenerse. La historia de su vida, de su condena, se entrelazaba con la música, como si cada acorde fuera una parte de su alma rota. Pero no había tristeza en su danza, solo había un ardiente deseo de sentirse viva, de sentir esa chispa de rebelión en la piel, a pesar de la eternidad que la atrapaba. Su figura, elegante y llena de gracia, se movía entre las sombras del teatro, un contraste entre la luz tenue del escenario y la oscuridad que parecía alimentarla. El teatro, aunque vacío, parecía cobrar vida, como si su presencia de desbordara las paredes y desafiara el vacío. La canción continuaba, susurrando en el aire, y ella bailaba, como un alma libre atrapada en el cuerpo de un monstruo. ♧ Sweet dreams are made of this - murmuró en la oscuridad, su voz cálida, pero cargada de intención - Who am I to disagree?...-
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  • La Lágrima del Primer Olvido
    Fandom OC
    Categoría Aventura
    Gin Katsuragi

    El eco del corazón de Umbra aún latía en sus manos. Miyabi se arrodilló en medio de un claro que parecia no existir en ningún mapa, un lugar lleno de árboles cuya corteza temblaba con la respiración del tiempo pero que reflejaba su antigua aldea tal y como la recordaba.

    Acababa de dejar atrás el abismo, el lugar donde había arrancado el primer ingrediente para la Llama del Juicio.

    Pero el mundo que la recibia ahora no era el suyo. La hierba era más alta de lo que recordaba, el cielo más limpio, y el aire tan inocente que le provocaba paz. No había ruinas ni cicatrices ni la aldea destruída que recordaba; tampoco rastros de la guerra que habia empezado el clan del fenix negro.
    Se levantó lentamente, con el ceño fruncido —¿Dónde estoy...? —murmuró hasta sentir una presencia lejana y temblorosa, como un susurro que nacía del mismo suelo. Algo que no era ni alma ni materia: La Lágrima del Primer Olvido estaba cerca. Era un cristal puro, nacido del olvido absoluto de un ser que había renunciado a su nombre, a su forma y a su propósito, y que aún así, seguía caminando y la única forma de obtenerla era cambiando lugares con aquel ser.

    Miyabi se estremeció.. El corazón de Umbra en sus manos palpitó de nuevo, y por un instante, sus memorias parpadearon. Vió el rostro de Gin, su prometido, antes de que el abismo se los tragara. ¿Estaba él aquí también? ¿En este mundo? ¿Había sido arrastrado por la grieta que el corazón había abierto?

    —Gin... —susurró. Y el viento pareció conocer ese nombre. Pero ella ya no estaba segura de recordarlo.

    El tiempo había comenzado a deshilacharse y Miyabi estaba caminando hacia el lugar donde los recuerdos mueren.
    [Katsuragi01] El eco del corazón de Umbra aún latía en sus manos. Miyabi se arrodilló en medio de un claro que parecia no existir en ningún mapa, un lugar lleno de árboles cuya corteza temblaba con la respiración del tiempo pero que reflejaba su antigua aldea tal y como la recordaba. Acababa de dejar atrás el abismo, el lugar donde había arrancado el primer ingrediente para la Llama del Juicio. Pero el mundo que la recibia ahora no era el suyo. La hierba era más alta de lo que recordaba, el cielo más limpio, y el aire tan inocente que le provocaba paz. No había ruinas ni cicatrices ni la aldea destruída que recordaba; tampoco rastros de la guerra que habia empezado el clan del fenix negro. Se levantó lentamente, con el ceño fruncido —¿Dónde estoy...? —murmuró hasta sentir una presencia lejana y temblorosa, como un susurro que nacía del mismo suelo. Algo que no era ni alma ni materia: La Lágrima del Primer Olvido estaba cerca. Era un cristal puro, nacido del olvido absoluto de un ser que había renunciado a su nombre, a su forma y a su propósito, y que aún así, seguía caminando y la única forma de obtenerla era cambiando lugares con aquel ser. Miyabi se estremeció.. El corazón de Umbra en sus manos palpitó de nuevo, y por un instante, sus memorias parpadearon. Vió el rostro de Gin, su prometido, antes de que el abismo se los tragara. ¿Estaba él aquí también? ¿En este mundo? ¿Había sido arrastrado por la grieta que el corazón había abierto? —Gin... —susurró. Y el viento pareció conocer ese nombre. Pero ella ya no estaba segura de recordarlo. El tiempo había comenzado a deshilacharse y Miyabi estaba caminando hacia el lugar donde los recuerdos mueren.
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  • 𝐀𝐔: 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨

    El silencio de la noche apenas se veía interrumpido por el crujir de la hojarasca húmeda bajo las botas de Heinrich. El vampiro avanzaba despacio, con las manos entrelazadas tras la espalda, como si aquel paseo fuera parte de un ritual privado. La luna bañaba su cabello rojizo con un resplandor pálido, y el contraste con sus ojos rojos lo hacía parecer una criatura extraída de una pintura prohibida.

    El aire estaba cargado con el aroma de la tierra y la savia, mezclado con el lejano murmullo de algún arroyo oculto entre los árboles. No había prisa en sus pasos; después de siglos, Heinrich había aprendido a saborear los momentos de calma… aunque sabía bien que, en cualquier instante, la quietud podía romperse.

    Se detuvo en un claro, alzó la cabeza y dejó escapar un leve suspiro, cerrando los ojos como si intentara escuchar algo más allá de los sonidos naturales.

    —Me gustaría verle de nuevo...le hecho de menos

    Kazuo
    𝐀𝐔: 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨 El silencio de la noche apenas se veía interrumpido por el crujir de la hojarasca húmeda bajo las botas de Heinrich. El vampiro avanzaba despacio, con las manos entrelazadas tras la espalda, como si aquel paseo fuera parte de un ritual privado. La luna bañaba su cabello rojizo con un resplandor pálido, y el contraste con sus ojos rojos lo hacía parecer una criatura extraída de una pintura prohibida. El aire estaba cargado con el aroma de la tierra y la savia, mezclado con el lejano murmullo de algún arroyo oculto entre los árboles. No había prisa en sus pasos; después de siglos, Heinrich había aprendido a saborear los momentos de calma… aunque sabía bien que, en cualquier instante, la quietud podía romperse. Se detuvo en un claro, alzó la cabeza y dejó escapar un leve suspiro, cerrando los ojos como si intentara escuchar algo más allá de los sonidos naturales. —Me gustaría verle de nuevo...le hecho de menos [8KazuoAihara8]
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  • La noche en Seúl estaba bañada en un silencio pesado, interrumpido solo por el murmullo distante del tráfico y el resplandor neón que se filtraba tímidamente a través de los ventanales. En lo alto de un penthouse cuya vista dominaba la ciudad, Lián Xuefeng dormía. O al menos lo intentaba. Su cuerpo descansaba en sábanas de seda negra, pero su mente se debatía en los pasillos de un pasado que no había muerto con los siglos.

    Primero vinieron las llamas. El sueño lo arrastró al palacio ardiente, a los corredores de jade convertidos en ruinas. El humo se alzaba como demonios danzantes, y entre ellos, el rostro de ella: la sacerdotisa de mirada serena que había jurado protegerlo. Sus labios se movían, pero las palabras nunca llegaban; solo un grito ahogado antes de ser engullida por las llamas. Lián extendía la mano, pero sus dedos rozaban solo el vacío, una ausencia que ardía más que el fuego mismo.

    Luego, el hierro. El altar frío, la traición de su hermano menor clavada más hondo que las cuchillas. Sentía aún el ardor metálico en su pecho, el desgarrar de su carne, la sangre que manaba como un río oscuro. Los cánticos de los traidores lo rodeaban, celebrando su caída. Y en ese instante, justo antes de morir, el rugido interior: no humano, no terrenal. Algo dentro de él se alzó con furia, reclamando eternidad. El eco de aquel despertar aún lo perseguía.

    Lián jadeó, abriendo los ojos de golpe. La habitación estaba intacta: los ventanales de cristal, el mobiliario minimalista, la calma aséptica del presente. Y sin embargo, él seguía encadenado a la imagen de la sacerdotisa muriendo entre llamas. Su pecho subía y bajaba con violencia, como si aún llevara dentro el filo de aquellas cuchillas.

    Se incorporó lentamente, dejando que la seda resbalara por su piel pálida. Una mano fue a su rostro, cubriéndose los ojos como si pudiera borrar el recuerdo. Pero no había escapatoria. No había amanecer que pudiera disipar esa pesadilla, porque no era un sueño: era memoria.

    Caminó hasta el ventanal, observando la ciudad que brillaba como un mar de estrellas caídas. Seúl, vibrante, viva, indiferente a su tragedia. Sus dedos rozaron el cristal, fríos como el mármol, y en su mente un pensamiento lo atravesó con fuerza:
    "¿Cuántos siglos más debo cargar con este peso? ¿Soy un hombre, un monstruo, o algo que ni siquiera los dioses quisieron nombrar?"

    Un dejo de melancolía se mezcló en su mirada oscura, pero también una chispa de ira latente, de deseo de recuperar lo perdido o destruir lo que se interpusiera. La ciudad no lo sabía, pero bajo su calma nocturna caminaba un emperador olvidado, marcado por el fuego y condenado a nunca despertar del todo de sus propias pesadillas.
    La noche en Seúl estaba bañada en un silencio pesado, interrumpido solo por el murmullo distante del tráfico y el resplandor neón que se filtraba tímidamente a través de los ventanales. En lo alto de un penthouse cuya vista dominaba la ciudad, Lián Xuefeng dormía. O al menos lo intentaba. Su cuerpo descansaba en sábanas de seda negra, pero su mente se debatía en los pasillos de un pasado que no había muerto con los siglos. Primero vinieron las llamas. El sueño lo arrastró al palacio ardiente, a los corredores de jade convertidos en ruinas. El humo se alzaba como demonios danzantes, y entre ellos, el rostro de ella: la sacerdotisa de mirada serena que había jurado protegerlo. Sus labios se movían, pero las palabras nunca llegaban; solo un grito ahogado antes de ser engullida por las llamas. Lián extendía la mano, pero sus dedos rozaban solo el vacío, una ausencia que ardía más que el fuego mismo. Luego, el hierro. El altar frío, la traición de su hermano menor clavada más hondo que las cuchillas. Sentía aún el ardor metálico en su pecho, el desgarrar de su carne, la sangre que manaba como un río oscuro. Los cánticos de los traidores lo rodeaban, celebrando su caída. Y en ese instante, justo antes de morir, el rugido interior: no humano, no terrenal. Algo dentro de él se alzó con furia, reclamando eternidad. El eco de aquel despertar aún lo perseguía. Lián jadeó, abriendo los ojos de golpe. La habitación estaba intacta: los ventanales de cristal, el mobiliario minimalista, la calma aséptica del presente. Y sin embargo, él seguía encadenado a la imagen de la sacerdotisa muriendo entre llamas. Su pecho subía y bajaba con violencia, como si aún llevara dentro el filo de aquellas cuchillas. Se incorporó lentamente, dejando que la seda resbalara por su piel pálida. Una mano fue a su rostro, cubriéndose los ojos como si pudiera borrar el recuerdo. Pero no había escapatoria. No había amanecer que pudiera disipar esa pesadilla, porque no era un sueño: era memoria. Caminó hasta el ventanal, observando la ciudad que brillaba como un mar de estrellas caídas. Seúl, vibrante, viva, indiferente a su tragedia. Sus dedos rozaron el cristal, fríos como el mármol, y en su mente un pensamiento lo atravesó con fuerza: "¿Cuántos siglos más debo cargar con este peso? ¿Soy un hombre, un monstruo, o algo que ni siquiera los dioses quisieron nombrar?" Un dejo de melancolía se mezcló en su mirada oscura, pero también una chispa de ira latente, de deseo de recuperar lo perdido o destruir lo que se interpusiera. La ciudad no lo sabía, pero bajo su calma nocturna caminaba un emperador olvidado, marcado por el fuego y condenado a nunca despertar del todo de sus propias pesadillas.
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  • - Con un dolor de cabeza enorme y tus compañeros no ayudan(?)-

    Cállateee!!
    O te callo de por vida .

    - dice la mujer del otro lado del pasillo al escuchar los murmuros de los enfermeros-
    - Con un dolor de cabeza enorme y tus compañeros no ayudan(?)- Cállateee!! O te callo de por vida . - dice la mujer del otro lado del pasillo al escuchar los murmuros de los enfermeros-
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