• – ¡Que calor!

    La raposa ha estirado su cuerpo haciendo crujir lo huesos de su espalda, el calor del verano la tiene agotada, de hecho lleva todo el día durmiendo a la sombra de un gran árbol.

    ((OOC. Es momento de resucitar la cuenta, creo yo))
    – ¡Que calor! La raposa ha estirado su cuerpo haciendo crujir lo huesos de su espalda, el calor del verano la tiene agotada, de hecho lleva todo el día durmiendo a la sombra de un gran árbol. ((OOC. Es momento de resucitar la cuenta, creo yo))
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  • Nombre: luna reis
    Edad: 20 años
    Ocupación: Tatuadora , artista de collages urbanos y empresaria de tecnologia
    Lugar: Ciudad sin nombre, zona industrial.

    [Escena - Tras el humo]

    La llama del encendedor iluminó por un segundo los contornos afilados de su rostro. luna aspiró con calma, dejando que el humo se mezclara con el aire frío de la madrugada. Apoyada contra la pared de concreto decorada con grafitis, observaba la calle vacía como si esperara algo. O a alguien.

    Tenía los nudillos marcados con tinta negra y cicatrices que hablaban de noches violentas o decisiones apresuradas. Su cabello, un caos de negro y rojo, le caía sobre los ojos como una cortina intencional, ocultando lo que no quería mostrar. En su cuello, el tatuaje de una serpiente parecía moverse con cada inhalación.

    —Llegas tarde otra vez —murmuró sin voltear, sabiendo que él estaba ahí. Siempre lo estaba.

    Detrás de ella, una figura oscura emergió de la neblina de la calle.

    —Tú también sigues fumando —respondió él, con una sonrisa rota.

    luna soltó una risa seca.

    —Y tú aún pretendes que no me importa.

    Giró apenas la cabeza, el brillo de sus gafas reflejando el fuego que aún ardía en la punta del cigarro.

    Era una noche más para perderse, para hacer tratos rotos y dibujar verdades en la piel de otros. Pero luna ya no buscaba redención.

    Solo buscaba sobrevivir.
    Nombre: luna reis Edad: 20 años Ocupación: Tatuadora , artista de collages urbanos y empresaria de tecnologia Lugar: Ciudad sin nombre, zona industrial. [Escena - Tras el humo] La llama del encendedor iluminó por un segundo los contornos afilados de su rostro. luna aspiró con calma, dejando que el humo se mezclara con el aire frío de la madrugada. Apoyada contra la pared de concreto decorada con grafitis, observaba la calle vacía como si esperara algo. O a alguien. Tenía los nudillos marcados con tinta negra y cicatrices que hablaban de noches violentas o decisiones apresuradas. Su cabello, un caos de negro y rojo, le caía sobre los ojos como una cortina intencional, ocultando lo que no quería mostrar. En su cuello, el tatuaje de una serpiente parecía moverse con cada inhalación. —Llegas tarde otra vez —murmuró sin voltear, sabiendo que él estaba ahí. Siempre lo estaba. Detrás de ella, una figura oscura emergió de la neblina de la calle. —Tú también sigues fumando —respondió él, con una sonrisa rota. luna soltó una risa seca. —Y tú aún pretendes que no me importa. Giró apenas la cabeza, el brillo de sus gafas reflejando el fuego que aún ardía en la punta del cigarro. Era una noche más para perderse, para hacer tratos rotos y dibujar verdades en la piel de otros. Pero luna ya no buscaba redención. Solo buscaba sobrevivir.
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  • —Mmmm... Me pregunto si la persona que redactó este oficio lo hizo con los ojos cerrados —murmuró Emi, mientras subrayaba con su pluma roja tres errores ortográficos en el documento que acababa de recibir de otro departamento, supuestamente listo para su entrega—. ¿De verdad nadie revisa estas cosas antes de enviarlas?
    —Mmmm... Me pregunto si la persona que redactó este oficio lo hizo con los ojos cerrados —murmuró Emi, mientras subrayaba con su pluma roja tres errores ortográficos en el documento que acababa de recibir de otro departamento, supuestamente listo para su entrega—. ¿De verdad nadie revisa estas cosas antes de enviarlas?
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  • #ConoceTuPersonaje

    ¿Dónde vive?
    Originalmente en Asgard, aunque actualmente donde sea.

    ¿A qué se dedica?
    Hace artesanías con los hippies del centro y hace tatuajes.

    ¿Cómo es? (Personalidad)
    La mayor parte del tiempo es calmado y reservado, ocasionalmente (en el Valhalla) suele reir y celebrarr con los heroes y dioses como mera fachada. Mas que nada la angustia de sus visiones y profecías.

    ¿Cómo es? (Apariencia)
    La mayoría del tiempo se muestra como un hombre viejo y tuerto, con un parche en el ojo izquierdo. Gracias a las manzanas de Idun, este recuperó su juventud mostrándose cm como alguien de 28 años. Cabello blanco, ojos amarillos, cuerpo esbelto, ejercitado sin exagerar. Un mechón de cabello cubre su cuenca vacía.

    ¿Cómo se describiría?
    Un hombre de apariencia común, sin el deseo de llamar la atención.

    ¿Cómo lo describirían los demás?
    El mas sabio de los Æsir, un respetable y curtido guerrero que cuyo silencio es el murmullo de grandes batallas y cuya mirada se enfoca en el destino del mundo. Y Miyabi lo describe como alguien lindo y perfecto, muy atractivo.

    ¿Cuáles son sus virtudes?
    Analítico, paciente, comprensivo y noble hacia sus amigos. Su fortaleza radica en la sabiduría de siglos.

    ¿Y sus defectos?
    Suele ser bastante terco y desconfiado muchas veces (los trucos de Loki). Caprichoso ocasionalmente y cuando saben que decir, llega a ser temperamental.

    ¿Quiénes son sus amigos?
    Miyabi, Angyar(Parca), Njord, Nicolas Flamel, Lancelot, Melde Amras, Francis y Merlín (idiota sé que estas leyendo esto).

    ¿Cómo reacciona cuando se enfada?
    No lo oculta, siempre le dara un puñetazo en la cara al ofensor, especialmenteal idiota de Merlín.

    ¿Qué ha perdido?
    A su hijo Baldr.

    ¿Quién conoce sus secretos?
    Su ex esposa Frigg (fue criada por brujas su clarividencia es similar a la de él).

    ¿Tiene algún sueño recurrente?
    Todos los eventos del Ragnarök.

    ¿A quién ama?
    No es secreto que ama a Miyabi.

    ¿Qué le hace reír?
    Cualquier broma que éstrñe pueda gastar a los demas, así como las bromas que puedan gastarle, siempre y cuando sean ingeniosas.

    ¿Y llorar?
    Nadie le ha visto llorar, excepto Miyabi un par de lágrimas.

    ¿Qué historias le gustan?
    Aquellas historas de valor, honor y sacrificio.

    Adicional.
    Le gusta vagar por Midgard, entablando platicas con todos, conociéndo sus historias y compartir buena bebida con ellos.
    #ConoceTuPersonaje ¿Dónde vive? Originalmente en Asgard, aunque actualmente donde sea. ¿A qué se dedica? Hace artesanías con los hippies del centro y hace tatuajes. ¿Cómo es? (Personalidad) La mayor parte del tiempo es calmado y reservado, ocasionalmente (en el Valhalla) suele reir y celebrarr con los heroes y dioses como mera fachada. Mas que nada la angustia de sus visiones y profecías. ¿Cómo es? (Apariencia) La mayoría del tiempo se muestra como un hombre viejo y tuerto, con un parche en el ojo izquierdo. Gracias a las manzanas de Idun, este recuperó su juventud mostrándose cm como alguien de 28 años. Cabello blanco, ojos amarillos, cuerpo esbelto, ejercitado sin exagerar. Un mechón de cabello cubre su cuenca vacía. ¿Cómo se describiría? Un hombre de apariencia común, sin el deseo de llamar la atención. ¿Cómo lo describirían los demás? El mas sabio de los Æsir, un respetable y curtido guerrero que cuyo silencio es el murmullo de grandes batallas y cuya mirada se enfoca en el destino del mundo. Y Miyabi lo describe como alguien lindo y perfecto, muy atractivo. ¿Cuáles son sus virtudes? Analítico, paciente, comprensivo y noble hacia sus amigos. Su fortaleza radica en la sabiduría de siglos. ¿Y sus defectos? Suele ser bastante terco y desconfiado muchas veces (los trucos de Loki). Caprichoso ocasionalmente y cuando saben que decir, llega a ser temperamental. ¿Quiénes son sus amigos? Miyabi, Angyar(Parca), Njord, Nicolas Flamel, Lancelot, Melde Amras, Francis y Merlín (idiota sé que estas leyendo esto). ¿Cómo reacciona cuando se enfada? No lo oculta, siempre le dara un puñetazo en la cara al ofensor, especialmenteal idiota de Merlín. ¿Qué ha perdido? A su hijo Baldr. ¿Quién conoce sus secretos? Su ex esposa Frigg (fue criada por brujas su clarividencia es similar a la de él). ¿Tiene algún sueño recurrente? Todos los eventos del Ragnarök. ¿A quién ama? No es secreto que ama a Miyabi. ¿Qué le hace reír? Cualquier broma que éstrñe pueda gastar a los demas, así como las bromas que puedan gastarle, siempre y cuando sean ingeniosas. ¿Y llorar? Nadie le ha visto llorar, excepto Miyabi un par de lágrimas. ¿Qué historias le gustan? Aquellas historas de valor, honor y sacrificio. Adicional. Le gusta vagar por Midgard, entablando platicas con todos, conociéndo sus historias y compartir buena bebida con ellos.
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  • *Bostezo largo*

    - Odio las mañanas… ¿Por qué tengo que levantarme temprano si puedo seguir durmiendo…? Aunque ahora que lo pienso, ¿A qué día estamos?

    *Pareciendo que había estado durmiendo durante siglos*
    *Bostezo largo* - Odio las mañanas… ¿Por qué tengo que levantarme temprano si puedo seguir durmiendo…? Aunque ahora que lo pienso, ¿A qué día estamos? *Pareciendo que había estado durmiendo durante siglos*
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  • *Adam estaba durmiendo por la mañana, cuando unos golpes insistentes en la puerta lo hacen despertar.
    Somnoliento, él se levanta a toda prisa y sale a abrir la puerta.*

    —Mmmm ¿Sí?
    *Adam estaba durmiendo por la mañana, cuando unos golpes insistentes en la puerta lo hacen despertar. Somnoliento, él se levanta a toda prisa y sale a abrir la puerta.* —Mmmm ¿Sí?
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  • La lluvia golpeaba suavemente contra los ventanales del lujoso hotel, pintando siluetas borrosas en los cristales. Afuera, la ciudad parecía susurrar secretos entre gotas, mientras las luces de los autos creaban reflejos temblorosos en el pavimento mojado.

    Dentro del vestíbulo principal, el pequeño vagabundo se encontraba de pie, inmóvil como una estatua, con un esmoquin negro perfectamente ajustado a su figura infantil. El moño de su cuello se le había torcido por la carrera anterior, así que, con una expresión tranquila y dedos ágiles, se lo acomodó frente a un espejo cercano. Sus ojos, más brillantes que nunca, reflejaban una mezcla de emoción y concentración.

    —Je… Mi primer trabajo como cazador profesional. Qué divertido —murmuró para sí, dejando escapar una sonrisa, mientras pensaba en lo emocionado que se había mostrado su maestro al sugerirle este encargo: ser guardaespaldas de un político extranjero en medio de una situación peligrosa.

    **La misión comenzó desde la puerta del hotel.**
    Cuando el cliente bajó, rodeado de asistentes y escoltas tradicionales, el pequeño caminaba a su lado con paso seguro. De pronto, entre la multitud y la lluvia, una figura sospechosa se lanzó hacia el cliente empuñando un arma.

    —¡Hey! ¡Usted! —gritó un guardaespaldas, pero fue el niño quien reaccionó primero.

    Con un giro ágil, el pequeño dio un salto, y con un giro de sus piernas, conectó una patada directa al rostro del agresor. El sujeto cayó al suelo, inconsciente, antes de que pudiera apretar el gatillo.

    —Uno menos —murmuró, sacudiéndose el pantalón con aire despreocupado.

    **Horas después, en un restaurante de lujo,** donde el cliente cenaba con su familia, un grupo de matones armados intentó ingresar por la puerta trasera. El pequeño, que ya los había detectado desde la calle por sus pasos y actitudes nerviosas, los interceptó antes de que cruzaran la cocina.

    —No es buen momento para entrar sin reservar —dijo el pequeño mientras giraba sobre sí mismo, usando un barrido rápido para derribar a uno y desarmar a los otros dos con movimientos secos, casi juguetones. Lo más sorprendente fue que ni una gota de salsa se derramó del plato que sostenía en la otra mano.

    **Más tarde, durante una subasta privada,** el pequeño se mantuvo de pie en una esquina, con los brazos cruzados y la mirada fija como la de un halcón. Su aura, perfectamente controlada, cubría el perímetro. No decía ni una palabra, pero los cazadores de tesoros, mercenarios y ladrones que pensaban robar algo... al sentir esa presión, simplemente se retiraban con un sudor frío recorriéndoles la espalda.

    **Y por último,** cuando un asesino profesional trató de atacar desde las sombras, siguiendo a la comitiva hasta un edificio abandonado, fue él pequeño quien lo esperaba en la oscuridad. El pequeño ya había rastreado su nen y deducido su intención.

    —No es muy educado emboscar a la gente mientras duermen —dijo el niño desde las sombras. El asesino apenas tuvo tiempo de ver el brillo del aura envolviendo el puño del niño antes de recibir un golpe directo al pecho que lo lanzó contra la pared.

    El cliente nunca se enteró de ese último incidente. Sólo recordó al “niño de los ojos brillantes” que siempre parecía estar un paso adelante de todos, protegiéndolo sin fallar.

    Al regresar al hotel esa noche, aún empapado por la lluvia, El pequeño miró su reflejo en un charco.
    —Ser un cazador es… ¡súper divertido! —dijo con entusiasmo, ajustándose de nuevo el moño, orgulloso y sonriente, listo para el siguiente trabajo.
    La lluvia golpeaba suavemente contra los ventanales del lujoso hotel, pintando siluetas borrosas en los cristales. Afuera, la ciudad parecía susurrar secretos entre gotas, mientras las luces de los autos creaban reflejos temblorosos en el pavimento mojado. Dentro del vestíbulo principal, el pequeño vagabundo se encontraba de pie, inmóvil como una estatua, con un esmoquin negro perfectamente ajustado a su figura infantil. El moño de su cuello se le había torcido por la carrera anterior, así que, con una expresión tranquila y dedos ágiles, se lo acomodó frente a un espejo cercano. Sus ojos, más brillantes que nunca, reflejaban una mezcla de emoción y concentración. —Je… Mi primer trabajo como cazador profesional. Qué divertido —murmuró para sí, dejando escapar una sonrisa, mientras pensaba en lo emocionado que se había mostrado su maestro al sugerirle este encargo: ser guardaespaldas de un político extranjero en medio de una situación peligrosa. **La misión comenzó desde la puerta del hotel.** Cuando el cliente bajó, rodeado de asistentes y escoltas tradicionales, el pequeño caminaba a su lado con paso seguro. De pronto, entre la multitud y la lluvia, una figura sospechosa se lanzó hacia el cliente empuñando un arma. —¡Hey! ¡Usted! —gritó un guardaespaldas, pero fue el niño quien reaccionó primero. Con un giro ágil, el pequeño dio un salto, y con un giro de sus piernas, conectó una patada directa al rostro del agresor. El sujeto cayó al suelo, inconsciente, antes de que pudiera apretar el gatillo. —Uno menos —murmuró, sacudiéndose el pantalón con aire despreocupado. **Horas después, en un restaurante de lujo,** donde el cliente cenaba con su familia, un grupo de matones armados intentó ingresar por la puerta trasera. El pequeño, que ya los había detectado desde la calle por sus pasos y actitudes nerviosas, los interceptó antes de que cruzaran la cocina. —No es buen momento para entrar sin reservar —dijo el pequeño mientras giraba sobre sí mismo, usando un barrido rápido para derribar a uno y desarmar a los otros dos con movimientos secos, casi juguetones. Lo más sorprendente fue que ni una gota de salsa se derramó del plato que sostenía en la otra mano. **Más tarde, durante una subasta privada,** el pequeño se mantuvo de pie en una esquina, con los brazos cruzados y la mirada fija como la de un halcón. Su aura, perfectamente controlada, cubría el perímetro. No decía ni una palabra, pero los cazadores de tesoros, mercenarios y ladrones que pensaban robar algo... al sentir esa presión, simplemente se retiraban con un sudor frío recorriéndoles la espalda. **Y por último,** cuando un asesino profesional trató de atacar desde las sombras, siguiendo a la comitiva hasta un edificio abandonado, fue él pequeño quien lo esperaba en la oscuridad. El pequeño ya había rastreado su nen y deducido su intención. —No es muy educado emboscar a la gente mientras duermen —dijo el niño desde las sombras. El asesino apenas tuvo tiempo de ver el brillo del aura envolviendo el puño del niño antes de recibir un golpe directo al pecho que lo lanzó contra la pared. El cliente nunca se enteró de ese último incidente. Sólo recordó al “niño de los ojos brillantes” que siempre parecía estar un paso adelante de todos, protegiéndolo sin fallar. Al regresar al hotel esa noche, aún empapado por la lluvia, El pequeño miró su reflejo en un charco. —Ser un cazador es… ¡súper divertido! —dijo con entusiasmo, ajustándose de nuevo el moño, orgulloso y sonriente, listo para el siguiente trabajo.
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  • Akane frente al espejo
    (2 días después del conflicto)

    La noche era densa, pero Akane no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, el ardor en su pecho se intensificaba, como si su propio poder estuviera rebelándose, descontrolado dentro de un recipiente dañado.

    Se acercó al espejo y lo que vio casi no lo reconoció. La mitad de su cabello ahora era plateado. No un cambio gradual, sino una línea clara, como una cicatriz de magia pura que partía su identidad en dos. Y debajo de sus ojos, dos sombras oscuras, no solo de cansancio, sino de algo que la estaba drenando lentamente.

    "Esa mujer me hirió peor de lo que esperaba..." murmuró sin voz, sintiendo una punzada de algo que no era odio, pero tampoco perdón.

    "Mi torrente... ¿se quebró?"

    Sintió un estremecimiento, no por frío, sino por una ausencia: la conexión con algo más grande, ese flujo espiritual que siempre había sentido recorrerla, era ahora errático, quebrado como un río que ha cambiado de cauce.

    Tal vez “esa mujer” no buscaba matarla. Tal vez buscaba algo más profundo. Un castigo. Una advertencia. O una ruptura irreversible.

    El reflejo en el espejo parpadeó. Akane retrocedió un paso, sintiendo que la habitación se volvía más estrecha, sofocante. El mundo a su alrededor se oscureció. De pronto ya no estaba en su casa.

    Estaba de pie otra vez sobre el campo de batalla, envuelta en sombras deformes. Todo era familiar… pero torcido. El cielo estaba teñido de rojo oscuro. La figura delante de ella, esa mujer, no tenía rostro al principio. Solo una silueta alargada, con los ojos encendidos como brasas contenidas.

    La voz llegó distorsionada, como si viniera desde el fondo de un pozo: "Eres una híbrida."

    Pero no sonaba como una acusación, ni siquiera como una advertencia. Sonaba como una sentencia, una condena.

    "No abrazas tu legado… la sangre de los Ishtar fluye por ti como un veneno inútil..."

    La Akane de la visión intentó moverse, gritar, reaccionar… pero no pudo. Sus pies estaban clavados al suelo, su cuerpo se deshacía en hilos de energía blanca y plateada que se desvanecían en el aire.

    "No fue así," pensó con desesperación. "No lo dijo con ese odio. ¿O sí?"

    La silueta de su hermana se acercó, y por un instante, su rostro se definió. Tenía lágrimas en los ojos… o quizás era sangre.

    "Si no te doblegas, te romperás."

    Y entonces su mano atravesó su costado como una espada una vez más, pero esta vez Akane sintió cómo algo dentro de ella estallaba, como un cristal que se parte sin remedio.

    Volvió en sí, jadeando, de rodillas frente al espejo. El pecho ardía como un horno sellado.

    "¿Fue mi mente... o fue ella quien deseó romperme de verdad?". La pregunta quedó suspendida, como ceniza en el aire.
    Akane frente al espejo (2 días después del conflicto) La noche era densa, pero Akane no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, el ardor en su pecho se intensificaba, como si su propio poder estuviera rebelándose, descontrolado dentro de un recipiente dañado. Se acercó al espejo y lo que vio casi no lo reconoció. La mitad de su cabello ahora era plateado. No un cambio gradual, sino una línea clara, como una cicatriz de magia pura que partía su identidad en dos. Y debajo de sus ojos, dos sombras oscuras, no solo de cansancio, sino de algo que la estaba drenando lentamente. "Esa mujer me hirió peor de lo que esperaba..." murmuró sin voz, sintiendo una punzada de algo que no era odio, pero tampoco perdón. "Mi torrente... ¿se quebró?" Sintió un estremecimiento, no por frío, sino por una ausencia: la conexión con algo más grande, ese flujo espiritual que siempre había sentido recorrerla, era ahora errático, quebrado como un río que ha cambiado de cauce. Tal vez “esa mujer” no buscaba matarla. Tal vez buscaba algo más profundo. Un castigo. Una advertencia. O una ruptura irreversible. El reflejo en el espejo parpadeó. Akane retrocedió un paso, sintiendo que la habitación se volvía más estrecha, sofocante. El mundo a su alrededor se oscureció. De pronto ya no estaba en su casa. Estaba de pie otra vez sobre el campo de batalla, envuelta en sombras deformes. Todo era familiar… pero torcido. El cielo estaba teñido de rojo oscuro. La figura delante de ella, esa mujer, no tenía rostro al principio. Solo una silueta alargada, con los ojos encendidos como brasas contenidas. La voz llegó distorsionada, como si viniera desde el fondo de un pozo: "Eres una híbrida." Pero no sonaba como una acusación, ni siquiera como una advertencia. Sonaba como una sentencia, una condena. "No abrazas tu legado… la sangre de los Ishtar fluye por ti como un veneno inútil..." La Akane de la visión intentó moverse, gritar, reaccionar… pero no pudo. Sus pies estaban clavados al suelo, su cuerpo se deshacía en hilos de energía blanca y plateada que se desvanecían en el aire. "No fue así," pensó con desesperación. "No lo dijo con ese odio. ¿O sí?" La silueta de su hermana se acercó, y por un instante, su rostro se definió. Tenía lágrimas en los ojos… o quizás era sangre. "Si no te doblegas, te romperás." Y entonces su mano atravesó su costado como una espada una vez más, pero esta vez Akane sintió cómo algo dentro de ella estallaba, como un cristal que se parte sin remedio. Volvió en sí, jadeando, de rodillas frente al espejo. El pecho ardía como un horno sellado. "¿Fue mi mente... o fue ella quien deseó romperme de verdad?". La pregunta quedó suspendida, como ceniza en el aire.
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  • La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno.

    —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba.

    Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar:

    —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!!

    El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio.

    El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**.

    El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo.

    —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto.

    —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho.

    El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza.

    —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido.

    Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo.

    —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos?

    El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos.

    —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**.

    Kyu parpadeó.

    —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente.

    El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo.

    —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros.

    Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír.

    Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
    La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno. —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba. Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar: —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!! El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio. El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**. El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo. —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto. —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho. El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza. —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido. Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo. —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos? El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos. —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**. Kyu parpadeó. —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente. El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo. —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros. Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír. Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Cuentan los abuelos que, mucho antes de que los volcanes durmieran, cuando el cielo aún sangraba estrellas nuevas y los ríos cantaban nombres olvidados, existía un dios que no podía ser contenido en forma alguna. No era sol ni luna. No era viento ni lluvia. Era todos ellos y ninguno...
    Cuentan los abuelos que, mucho antes de que los volcanes durmieran, cuando el cielo aún sangraba estrellas nuevas y los ríos cantaban nombres olvidados, existía un dios que no podía ser contenido en forma alguna. No era sol ni luna. No era viento ni lluvia. Era todos ellos y ninguno...
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