No todos los recuerdos pueden guardarse. Algunos se niegan a permanecer enterrados, y otros… exigen ser contados. Estas son las crónicas de Akane: fragmentos prohibidos que jamás debieron escribirse, pero que persisten, como el eco de algo que no quiere ser olvidado.
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    Parte VII - Donde arde el corazón.

    Akane salió de entre los escombros con el cuerpo temblando y la sangre aún tibia en su abdomen. El cielo estaba cubierto de humo, y la aldea que había sido su refugio ardía como un recuerdo que se niega a morir, Akane caminó entre las llamas, con los ojos nublados por el polvo y el miedo. Pensó lo peor, que todos habían muerto, que estaba sola otra vez.

    Pero entonces escuchó voces, voces familiares, gritos, esfuerzo. Corrió por las calles polvosas, tropezando con madera quemada y piedras sueltas, hasta encontrar a un grupo de aldeanos tratando de apagar el fuego con cubos de agua y mantas húmedas. Sin pensarlo, Akane alzó las manos y canalizó su magia, pequeñas explosiones controladas comenzaron a sofocar las llamas, disipando el oxígeno justo en los puntos críticos, era una técnica que nunca había usado así pero funcionaba.

    La gente la miró con asombro.
    -¡Akane! ¡Estás viva!
    -¡Gracias al cielos!

    Ella no respondió, solo siguió ayudando hasta que el último fuego se apagó. y entonces cayó sentada en el suelo, exhausta, con el vestido manchado de sangre y ceniza.

    Mientras recuperaba el aliento, Akane pensó que su magia no era así de débil antes, y si este mundo tenía tanto maná en el aire… ¿por qué se sentía limitada? La respuesta llegó como un susurro interno: El sello, no solo había sellado su forma licántropa, había sellado su poder.

    Sus amigos se acercaron, la rodearon con alivio.
    Uno de ellos, el cazador de cabello rojizo, le preguntó: ¿Cómo sobreviviste? Pensamos que…

    Akane sonrió con tristeza. -Mi madre es una maga blanca. Tengo algo de su magia. Me ayuda a sanar… aunque es débil. Me salvó, pero tardó mucho.-

    Los demás asintieron, impresionados pero cuando Akane preguntó por el abuelo, las miradas bajaron.
    -No sobrevivió.- Dijo uno de ellos. -Cuando escuchó lo que pasó… su corazón no lo resistió.-

    Akane sintió que el mundo se detenía, quiso culparse pero sus amigos la detuvieron.
    -No fue tu culpa. Él te amaba... Y tú le diste alegría en sus últimos días.

    Dos días después, enterraron a los muertos,
    el aire estaba lleno de ceniza y silencio, la gente habló, la aldea ya no pertenecía al reino de Estris y los señores feudales la habían abandonado, Gardarian no había enviado ayuda y los bandidos volverían.

    Todos decidieron pedir refugio en la ciudad de Gargan. Todos… menos Akane.

    -No iré con ustedes.- Dijo, firme.
    -¡No digas locuras!- Le respondió uno de sus amigos. -¡Ven con nosotros!-
    -No.- Repitió Akane. -Si me voy, el abuelo estará solo. Quiero acompañarlo un poco más.-

    Sus amigos comprendieron, Akane queria guardar luto por el anciano que la adopto como su niega y aunque sabia que era peligroso quedarse, tambien sabían que la chica era capaz, que lo que pasó en la posada fue una sorpresa y que si ese hombre regresaba… esta vez, Akane estaría lista.

    Unos días después, todos partieron, la aldea quedó vacía, solo Akane permanecía.
    Caminaba entre las casas quemadas, reparando lo que podía, no por nostalgia,
    sino por respeto.

    Sabía que si iba con ellos, podría ponerlos en peligro, ese hombre… Ese poder… Volvería.

    Pero esta vez, Akane no sería una víctima, sería la guardiana, la loba que había despertado, la llama que no se extingue.
    Parte VII - Donde arde el corazón. Akane salió de entre los escombros con el cuerpo temblando y la sangre aún tibia en su abdomen. El cielo estaba cubierto de humo, y la aldea que había sido su refugio ardía como un recuerdo que se niega a morir, Akane caminó entre las llamas, con los ojos nublados por el polvo y el miedo. Pensó lo peor, que todos habían muerto, que estaba sola otra vez. Pero entonces escuchó voces, voces familiares, gritos, esfuerzo. Corrió por las calles polvosas, tropezando con madera quemada y piedras sueltas, hasta encontrar a un grupo de aldeanos tratando de apagar el fuego con cubos de agua y mantas húmedas. Sin pensarlo, Akane alzó las manos y canalizó su magia, pequeñas explosiones controladas comenzaron a sofocar las llamas, disipando el oxígeno justo en los puntos críticos, era una técnica que nunca había usado así pero funcionaba. La gente la miró con asombro. -¡Akane! ¡Estás viva! -¡Gracias al cielos! Ella no respondió, solo siguió ayudando hasta que el último fuego se apagó. y entonces cayó sentada en el suelo, exhausta, con el vestido manchado de sangre y ceniza. Mientras recuperaba el aliento, Akane pensó que su magia no era así de débil antes, y si este mundo tenía tanto maná en el aire… ¿por qué se sentía limitada? La respuesta llegó como un susurro interno: El sello, no solo había sellado su forma licántropa, había sellado su poder. Sus amigos se acercaron, la rodearon con alivio. Uno de ellos, el cazador de cabello rojizo, le preguntó: ¿Cómo sobreviviste? Pensamos que… Akane sonrió con tristeza. -Mi madre es una maga blanca. Tengo algo de su magia. Me ayuda a sanar… aunque es débil. Me salvó, pero tardó mucho.- Los demás asintieron, impresionados pero cuando Akane preguntó por el abuelo, las miradas bajaron. -No sobrevivió.- Dijo uno de ellos. -Cuando escuchó lo que pasó… su corazón no lo resistió.- Akane sintió que el mundo se detenía, quiso culparse pero sus amigos la detuvieron. -No fue tu culpa. Él te amaba... Y tú le diste alegría en sus últimos días. Dos días después, enterraron a los muertos, el aire estaba lleno de ceniza y silencio, la gente habló, la aldea ya no pertenecía al reino de Estris y los señores feudales la habían abandonado, Gardarian no había enviado ayuda y los bandidos volverían. Todos decidieron pedir refugio en la ciudad de Gargan. Todos… menos Akane. -No iré con ustedes.- Dijo, firme. -¡No digas locuras!- Le respondió uno de sus amigos. -¡Ven con nosotros!- -No.- Repitió Akane. -Si me voy, el abuelo estará solo. Quiero acompañarlo un poco más.- Sus amigos comprendieron, Akane queria guardar luto por el anciano que la adopto como su niega y aunque sabia que era peligroso quedarse, tambien sabían que la chica era capaz, que lo que pasó en la posada fue una sorpresa y que si ese hombre regresaba… esta vez, Akane estaría lista. Unos días después, todos partieron, la aldea quedó vacía, solo Akane permanecía. Caminaba entre las casas quemadas, reparando lo que podía, no por nostalgia, sino por respeto. Sabía que si iba con ellos, podría ponerlos en peligro, ese hombre… Ese poder… Volvería. Pero esta vez, Akane no sería una víctima, sería la guardiana, la loba que había despertado, la llama que no se extingue.
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    Parte VI - Bajo los escombros.

    Un año había pasado desde que Akane llegó a ese mundo. Un año de cacerías compartidas, de risas en la posada, de tardes tranquilas entre campos dorados. Un año en el que, por primera vez, Akane sintió que pertenecía.

    El jefe de la aldea a quien ahora llamaba “abuelo” sin pensarlo la había acogido como a una hija. Y ella, poco a poco, había dejado atrás el peso del apellido Ishtar, el eco de Queen, el legado que nunca quiso. Aquí no era heredera, ni arma, ni símbolo, era solo Akane y eso bastaba.

    Una tarde, mientras ayudaba a una señora con leña, esta le comentó que su hijo, un aventurero en la ciudad volvería pronto. “Me encantaría que lo conocieras,” dijo con una sonrisa. Akane sonrió también, por primera vez, pensó que no sería mala idea.

    Esa noche, la posada estaba llena de cazadores.
    Akane se sentó con sus compañeros, compartiendo pan, carne, y planes para la próxima misión. No notó al grupo de forasteros que entró, era normal que viajeros pasaran por la aldea rumbo a la ciudad pero entonces lo sintió.

    Un poder violento, hambriento, como una herida abierta en el aire.

    Akane volteó, un hombre la miraba fijamente.
    Su presencia era como un cuchillo en la atmósfera, ella intentó ignorarlo,
    Pero entonces él murmuró: Increíble que incluso las bestias se sienten a la mesa con los humanos, cuando su lugar es el bosque, con las demás bestias.

    Las palabras fueron como un disparo al pasado,
    Akane recordó al hombre que intentó sellarla, el que la arrojó a este mundo, el que la llamó monstruo.

    Se levantó, iba a responder pero no tuvo tiempo.

    La espada entró en su estómago como una traición. El dolor fue punzante, absoluto.
    Las chicas que atendían gritaron, los cazadores, sus amigos se levantaron pero antes de que pudieran moverse, una ráfaga de magia oscura golpeó el pecho de Akane, lanzándola contra las mesas... Madera rota, sillas volando, sangre en el suelo.

    Akane intentó sanar pero no pudo.
    La herida estaba envuelta en magia oscura, haciendo que su regeneración no funcionaba.
    El sello de su forma lobo no respondía y el mundo se volvió negro.

    Horas después, Akane despertó, el dolor seguía ahí, pero la herida había comenzado a cerrarse;
    No del todo pero lo suficiente para moverse.

    Se arrastró entre los escombros, la posada estaba destruida, el aire olía a humo y sangre.
    Y cuando salió al exterior, lo vio:

    La aldea ardía, los campos que había recorrido,
    el hogar que había aprendido a amar. Todo estaba en llamas.

    Akane se quedó quieta, el viento soplaba cenizas sobre su piel y en ese momento, supo que el pasado no la había soltado.
    Que el mundo que la había acogido estaba pagando por lo que ella era, o por lo que alguien creía que era.
    Parte VI - Bajo los escombros. Un año había pasado desde que Akane llegó a ese mundo. Un año de cacerías compartidas, de risas en la posada, de tardes tranquilas entre campos dorados. Un año en el que, por primera vez, Akane sintió que pertenecía. El jefe de la aldea a quien ahora llamaba “abuelo” sin pensarlo la había acogido como a una hija. Y ella, poco a poco, había dejado atrás el peso del apellido Ishtar, el eco de Queen, el legado que nunca quiso. Aquí no era heredera, ni arma, ni símbolo, era solo Akane y eso bastaba. Una tarde, mientras ayudaba a una señora con leña, esta le comentó que su hijo, un aventurero en la ciudad volvería pronto. “Me encantaría que lo conocieras,” dijo con una sonrisa. Akane sonrió también, por primera vez, pensó que no sería mala idea. Esa noche, la posada estaba llena de cazadores. Akane se sentó con sus compañeros, compartiendo pan, carne, y planes para la próxima misión. No notó al grupo de forasteros que entró, era normal que viajeros pasaran por la aldea rumbo a la ciudad pero entonces lo sintió. Un poder violento, hambriento, como una herida abierta en el aire. Akane volteó, un hombre la miraba fijamente. Su presencia era como un cuchillo en la atmósfera, ella intentó ignorarlo, Pero entonces él murmuró: Increíble que incluso las bestias se sienten a la mesa con los humanos, cuando su lugar es el bosque, con las demás bestias. Las palabras fueron como un disparo al pasado, Akane recordó al hombre que intentó sellarla, el que la arrojó a este mundo, el que la llamó monstruo. Se levantó, iba a responder pero no tuvo tiempo. La espada entró en su estómago como una traición. El dolor fue punzante, absoluto. Las chicas que atendían gritaron, los cazadores, sus amigos se levantaron pero antes de que pudieran moverse, una ráfaga de magia oscura golpeó el pecho de Akane, lanzándola contra las mesas... Madera rota, sillas volando, sangre en el suelo. Akane intentó sanar pero no pudo. La herida estaba envuelta en magia oscura, haciendo que su regeneración no funcionaba. El sello de su forma lobo no respondía y el mundo se volvió negro. Horas después, Akane despertó, el dolor seguía ahí, pero la herida había comenzado a cerrarse; No del todo pero lo suficiente para moverse. Se arrastró entre los escombros, la posada estaba destruida, el aire olía a humo y sangre. Y cuando salió al exterior, lo vio: La aldea ardía, los campos que había recorrido, el hogar que había aprendido a amar. Todo estaba en llamas. Akane se quedó quieta, el viento soplaba cenizas sobre su piel y en ese momento, supo que el pasado no la había soltado. Que el mundo que la había acogido estaba pagando por lo que ella era, o por lo que alguien creía que era.
    Me entristece
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    Parte V - Tres meses bajo un cielo extraño.

    Tres lunas habían pasado desde que Akane llegó a la aldea.
    El tiempo aquí no era igual al de la Tierra: cada día parecía más largo, más pesado, como si el aire mismo estuviera tejido de maná antiguo.

    El jefe de la aldea la había acogido en su casa. No por compasión, sino por memoria: Akane tenía un parecido inquietante con su hija muerta, y en ese reflejo él encontraba consuelo. Akane nunca preguntó, pero cada vez que veía la tristeza en sus ojos, sentía que cargaba con un destino que no era suyo.

    El sello de su forma licántropa seguía intacto. Más aún, se había endurecido. El maná de este mundo era tan abundante que fortalecía todo lo que tocaba, incluso la prisión que ella misma había creado. Cuanto más fuerte se volvía, más lejos estaba de la loba que dormía en su interior.

    Pero no todo era pérdida. Su magia había cambiado. La primera vez que usó ilusión para crear la diadema con cuernos falsos, descubrió que la ilusión se volvió sólida, real, por unas horas. En este mundo, sus hechizos tenían cuerpo, peso, duración. Era como si la magia quisiera recordarle que aún podía ser creadora, no solo destructora.

    Akane practicó cada día. Aprendió a moldear fuego, primero como una chispa, luego como una esfera incandescente que podía lanzar con precisión. No era el poder brutal de su forma lobo, pero era útil. Con ese fuego ayudaba en las cacerías de la aldea, espantando bestias y protegiendo a los cazadores.

    Los aldeanos empezaron a verla con otros ojos. Ya no era la extraña de los cuernos falsos. Era Akane, la maga del fuego. La que encendía la noche sin quemarla. La que sonreía, aunque sus ojos aún guardaban tormentas.

    Y aunque el sello seguía siendo una cárcel, Akane caminaba cada día con más firmeza.
    Porque en este mundo de maná y silencio, había encontrado algo parecido a la paz.
    No completa, no eterna, pero suficiente para seguir adelante.
    Parte V - Tres meses bajo un cielo extraño. Tres lunas habían pasado desde que Akane llegó a la aldea. El tiempo aquí no era igual al de la Tierra: cada día parecía más largo, más pesado, como si el aire mismo estuviera tejido de maná antiguo. El jefe de la aldea la había acogido en su casa. No por compasión, sino por memoria: Akane tenía un parecido inquietante con su hija muerta, y en ese reflejo él encontraba consuelo. Akane nunca preguntó, pero cada vez que veía la tristeza en sus ojos, sentía que cargaba con un destino que no era suyo. El sello de su forma licántropa seguía intacto. Más aún, se había endurecido. El maná de este mundo era tan abundante que fortalecía todo lo que tocaba, incluso la prisión que ella misma había creado. Cuanto más fuerte se volvía, más lejos estaba de la loba que dormía en su interior. Pero no todo era pérdida. Su magia había cambiado. La primera vez que usó ilusión para crear la diadema con cuernos falsos, descubrió que la ilusión se volvió sólida, real, por unas horas. En este mundo, sus hechizos tenían cuerpo, peso, duración. Era como si la magia quisiera recordarle que aún podía ser creadora, no solo destructora. Akane practicó cada día. Aprendió a moldear fuego, primero como una chispa, luego como una esfera incandescente que podía lanzar con precisión. No era el poder brutal de su forma lobo, pero era útil. Con ese fuego ayudaba en las cacerías de la aldea, espantando bestias y protegiendo a los cazadores. Los aldeanos empezaron a verla con otros ojos. Ya no era la extraña de los cuernos falsos. Era Akane, la maga del fuego. La que encendía la noche sin quemarla. La que sonreía, aunque sus ojos aún guardaban tormentas. Y aunque el sello seguía siendo una cárcel, Akane caminaba cada día con más firmeza. Porque en este mundo de maná y silencio, había encontrado algo parecido a la paz. No completa, no eterna, pero suficiente para seguir adelante.
    Me encocora
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    Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X9)

    Soy un desastre, ¿Qué puedo hacer?
    Siempre termino con una "X" después.

    Dibuje mi sombra en acción,
    desafiando al mundo con mi ilusión.
    Siento que algo va a comenzar,
    no estoy nerviosa, pero va a explotar.

    Corro sin rumbo, sin pensar
    y mi voz se vuelve un ruido mas.
    Palabras que salen sin razón,
    ¿Serán mi mascara o mi confesión?

    Hasta el fondo del fondo, quiero que veas
    que incluso ahí, algo brilla aunque no lo creas.

    ¿Cuál será, cual será, cual va mejor?
    Ese no encaja, este no soy yo.
    ¿Cuál será, cual será, cual va mejor?
    Todo me cambia, ya no se quien soy.

    ¿Cuál será, cual será, cual va mejor?
    Entre elegir y ser elección.
    ¿Cuál será, cual será, cual va mejor?
    En la duda también hay emoción.

    Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X4)

    Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X2 Susurrando)
    Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X9) Soy un desastre, ¿Qué puedo hacer? Siempre termino con una "X" después. Dibuje mi sombra en acción, desafiando al mundo con mi ilusión. Siento que algo va a comenzar, no estoy nerviosa, pero va a explotar. Corro sin rumbo, sin pensar y mi voz se vuelve un ruido mas. Palabras que salen sin razón, ¿Serán mi mascara o mi confesión? Hasta el fondo del fondo, quiero que veas que incluso ahí, algo brilla aunque no lo creas. ¿Cuál será, cual será, cual va mejor? Ese no encaja, este no soy yo. ¿Cuál será, cual será, cual va mejor? Todo me cambia, ya no se quien soy. ¿Cuál será, cual será, cual va mejor? Entre elegir y ser elección. ¿Cuál será, cual será, cual va mejor? En la duda también hay emoción. Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X4) Coquetea, coquetea, a la derecha y a la izquierda (X2 Susurrando)
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    Un mundo diferente - Partes 3 y 4

    Deben dar click a las imágenes para poder leer las partes del relato.
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    Nuevo Relato: Un Mundo Diferente. - Parte 1 y 2

    1 - Ilusión de paz
    2- Linaje Elunai.

    Como es costumbre, para leerlos deben darle click a las imágenes, en los comentarios de esta encontraran las dos historias.
    Nuevo Relato: Un Mundo Diferente. - Parte 1 y 2 1 - Ilusión de paz 2- Linaje Elunai. Como es costumbre, para leerlos deben darle click a las imágenes, en los comentarios de esta encontraran las dos historias.
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