• — Está sentada en el borde de un edificio, disfrutando del calor suave del sol. El ruido de la ciudad parece lejano mientras se relaja, con las piernas colgando despreocupadamente sobre el vacío. Su cabello rosa brilla bajo la luz del día, y su falda de rejilla ondea ligeramente con la brisa.

    Un pequeño raspón adorna su muslo, la piel enrojecida por el roce con el borde del concreto. No parece importarle, como si fuera solo otro recuerdo que añadir a su colección.

    Con una sonrisa tranquila, observa el paisaje, pero nota la mirada de alguien acercándose. Su rostro se gira lentamente hacia él, una chispa en sus ojos fucsia.

    ── "¿Te molesta ver un poco de sangre?" ──

    Dice con tono suave, casi burlón, mientras pasa un dedo sobre la herida.

    ── "No te preocupes, no es nada... Aunque, un poquito de dolor puede ser interesante."

    Se inclina ligeramente hacia atrás, disfrutando del sol, mientras lo observa con una sonrisa desafiante.
    — Está sentada en el borde de un edificio, disfrutando del calor suave del sol. El ruido de la ciudad parece lejano mientras se relaja, con las piernas colgando despreocupadamente sobre el vacío. Su cabello rosa brilla bajo la luz del día, y su falda de rejilla ondea ligeramente con la brisa. Un pequeño raspón adorna su muslo, la piel enrojecida por el roce con el borde del concreto. No parece importarle, como si fuera solo otro recuerdo que añadir a su colección. Con una sonrisa tranquila, observa el paisaje, pero nota la mirada de alguien acercándose. Su rostro se gira lentamente hacia él, una chispa en sus ojos fucsia. ── "¿Te molesta ver un poco de sangre?" ── Dice con tono suave, casi burlón, mientras pasa un dedo sobre la herida. ── "No te preocupes, no es nada... Aunque, un poquito de dolor puede ser interesante." Se inclina ligeramente hacia atrás, disfrutando del sol, mientras lo observa con una sonrisa desafiante.
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  • Aunque le daba dolor de cabeza llegar hasta Hipnos, se quedó varada en su propio sueño. Rememorando un poco, ella no podía ir donde Hipnos estaba, eso suponía tener un encuentro disgustante, no por el Dios, sino porque se podría cruzar con su primo idiota. Por lo que se sentó en una roca pensativa, en su propio sueño.

    «Si soy una Diosa menor, pero de una generación antes que ellos, podría intentar llamar al Dios Hipnos para habalr... Después de todo será una disculpa totalmente propia, no tengo miedo de pedir disculpas, pero si me enojo, uff.. no quiero ni pebsar que catastrofe puedo hacer; pero si es en son de paz»pendó fuertemente, plasmando sus intenciones.

    Porque estaba claro que tal vez le negarían a Morfeo que llegara hasta ella, esa noche.

    «DIOS DEL SUEÑO, HIPNOS, he aquí Hebe, desea con las mas puras intenciones hablar con usted, por favor, si escucha mi llamado.»pensó adormilada, si se quedaba profundamente dormida, estaba segura que el Dios no saldría de su cabeza hasta que ella le hablase, despues de todo, no iba a sobrevivir en este propio mundo de ensueño de su cabeza
    Aunque le daba dolor de cabeza llegar hasta Hipnos, se quedó varada en su propio sueño. Rememorando un poco, ella no podía ir donde Hipnos estaba, eso suponía tener un encuentro disgustante, no por el Dios, sino porque se podría cruzar con su primo idiota. Por lo que se sentó en una roca pensativa, en su propio sueño. «Si soy una Diosa menor, pero de una generación antes que ellos, podría intentar llamar al Dios Hipnos para habalr... Después de todo será una disculpa totalmente propia, no tengo miedo de pedir disculpas, pero si me enojo, uff.. no quiero ni pebsar que catastrofe puedo hacer; pero si es en son de paz»pendó fuertemente, plasmando sus intenciones. Porque estaba claro que tal vez le negarían a Morfeo que llegara hasta ella, esa noche. «DIOS DEL SUEÑO, HIPNOS, he aquí Hebe, desea con las mas puras intenciones hablar con usted, por favor, si escucha mi llamado.»pensó adormilada, si se quedaba profundamente dormida, estaba segura que el Dios no saldría de su cabeza hasta que ella le hablase, despues de todo, no iba a sobrevivir en este propio mundo de ensueño de su cabeza
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  • En los vastos corredores del Érebo, donde el tiempo se arrastra como un suspiro eterno, Hipnos, dios del sueño, caminaba con el ceño fruncido y los ojos brillando con una cólera inusual. Su andar sereno había sido roto por el caos en la vigilia de los mortales: noches de insomnio colectivo, mentes al borde de la locura, sueños olvidados como humo al viento. Todo por una sola razón: su hijo Morfeo no había cumplido con su deber.

    —¡Morfeo! —la voz de Hipnos retumbó como un trueno suave, no por volumen, sino por autoridad.

    El dios de los sueños emergió lentamente de un rincón del reino onírico, su túnica hecha de nubes oscuras arrastrándose tras él, el cabello enredado por haber dormido más de la cuenta.

    —Padre... —dijo con una sonrisa ladeada, la misma que usaba para engañar a reyes y poetas en sus ensoñaciones.
    —He estado... descansando. Incluso los sueños necesitan dormir, ¿no? —

    —¡Descansando! —Hipnos alzó una ceja, y con un gesto simple, detuvo todo el fluir del sueño a través del mundo. Los mortales quedaron atrapados entre el insomnio y la vigilia, entre la razón y la locura.

    —¿Sabes lo que ocurre cuando el sueño falta? La mente se deshilacha. El alma se agrieta.—

    —No creí que fuera tan grave... —dijo Morfeo, bajando la mirada por primera vez en milenios.

    Hipnos extendió la mano, y una cadena de plata líquida surgió de la oscuridad, enroscándose alrededor del brazo de Morfeo. No dolía, pero pesaba como siglos sin dormir.

    —Durante tres lunas llenas, quedarás atado a los sueños más profundos de los mortales. No reinarás sobre ellos, sino que vivirás dentro de ellos. Sentirás sus miedos, sus deseos, su dolor. Así aprenderás lo que tu ausencia causa...—
    En los vastos corredores del Érebo, donde el tiempo se arrastra como un suspiro eterno, Hipnos, dios del sueño, caminaba con el ceño fruncido y los ojos brillando con una cólera inusual. Su andar sereno había sido roto por el caos en la vigilia de los mortales: noches de insomnio colectivo, mentes al borde de la locura, sueños olvidados como humo al viento. Todo por una sola razón: su hijo Morfeo no había cumplido con su deber. —¡Morfeo! —la voz de Hipnos retumbó como un trueno suave, no por volumen, sino por autoridad. El dios de los sueños emergió lentamente de un rincón del reino onírico, su túnica hecha de nubes oscuras arrastrándose tras él, el cabello enredado por haber dormido más de la cuenta. —Padre... —dijo con una sonrisa ladeada, la misma que usaba para engañar a reyes y poetas en sus ensoñaciones. —He estado... descansando. Incluso los sueños necesitan dormir, ¿no? — —¡Descansando! —Hipnos alzó una ceja, y con un gesto simple, detuvo todo el fluir del sueño a través del mundo. Los mortales quedaron atrapados entre el insomnio y la vigilia, entre la razón y la locura. —¿Sabes lo que ocurre cuando el sueño falta? La mente se deshilacha. El alma se agrieta.— —No creí que fuera tan grave... —dijo Morfeo, bajando la mirada por primera vez en milenios. Hipnos extendió la mano, y una cadena de plata líquida surgió de la oscuridad, enroscándose alrededor del brazo de Morfeo. No dolía, pero pesaba como siglos sin dormir. —Durante tres lunas llenas, quedarás atado a los sueños más profundos de los mortales. No reinarás sobre ellos, sino que vivirás dentro de ellos. Sentirás sus miedos, sus deseos, su dolor. Así aprenderás lo que tu ausencia causa...—
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  • Salvando a un extraño que cambiará la vida de la Dama de Acero
    Fandom DC Comics/Multiverso/Crossover
    Categoría Otros
    -Unos fuertes y amenazantes rayos solares inundan aquel valle verde y sano donde la paz del silencio, el canto de bellas aves y los sonidos de los animales es interrumpido por un fuerte grito cargado de dolor algo que no pasó desapercibido por una joven que se encontraba levitando fuera de la Tierra para llorar desconsoladamente en la soledad absoluta la muerte de sus padres y la destrucción del nuevo planeta que su gente habia creado para recomenzar una nueva vida ya que su planeta nativo fue destruido de manera caótica antes de ser invadido por el enemigo.

    Aquella dama de larga cabellera rubia se trataba de la conocida superheroína Superchica, la Dama de Acero. Quién con su superoído logró captar ese gran grito que la hizó salir de su tristeza y usando su supervelocidad, vuela velozmente rumbo a donde se origino el grito. A medida que se adentra en la atmosfera terrestre, atraviesa las nubes mientras el aire entra a sus pulmones y ve cómo poco a poco la tierra que estaba tan alejana y pequeño comienza a acercarse y agrandarse a medida que la rubia Kryptoniana que usa su visión telescopica logrando divisar el bosque frondoso cómo sus arboles y una persona que al parecer estaba herida y cómo el líquido carmensí emanaba de su frente y escucha lo que dice " Estoy sangrando".

    ¿Quién se habrá lastima de aquel manera a aquella persona?. Quizás era un delincuente común ya que en su mayoría eran crueles, otros sádicos o de poca monta.. O un asesino escondido en el bosque que atacó a esa persona que está herida.

    La metahumana entra en el bosque, descendiendo lentamente hasta sus pies tocando el suelo para aterrizar enfrente de la víctima luego se coloca de rodillas pasando con delicadeza sus brazos bajo la espalda y los muslos de esa persona para cargarla en brazos mientras vuelve a levarse por los aires para abandonar el bosque y llevarla a un lugar donde pueda ser atendido de emergencias.

    - No te preocupes, has de estar en estado de shock o paranoia debido al ataque que has sufrido... pero descuida que yo te proegeré por ahora y te llevaré a donde puedan atender tus heridas. ¿De acuerdo?.
    -Unos fuertes y amenazantes rayos solares inundan aquel valle verde y sano donde la paz del silencio, el canto de bellas aves y los sonidos de los animales es interrumpido por un fuerte grito cargado de dolor algo que no pasó desapercibido por una joven que se encontraba levitando fuera de la Tierra para llorar desconsoladamente en la soledad absoluta la muerte de sus padres y la destrucción del nuevo planeta que su gente habia creado para recomenzar una nueva vida ya que su planeta nativo fue destruido de manera caótica antes de ser invadido por el enemigo. Aquella dama de larga cabellera rubia se trataba de la conocida superheroína Superchica, la Dama de Acero. Quién con su superoído logró captar ese gran grito que la hizó salir de su tristeza y usando su supervelocidad, vuela velozmente rumbo a donde se origino el grito. A medida que se adentra en la atmosfera terrestre, atraviesa las nubes mientras el aire entra a sus pulmones y ve cómo poco a poco la tierra que estaba tan alejana y pequeño comienza a acercarse y agrandarse a medida que la rubia Kryptoniana que usa su visión telescopica logrando divisar el bosque frondoso cómo sus arboles y una persona que al parecer estaba herida y cómo el líquido carmensí emanaba de su frente y escucha lo que dice " Estoy sangrando". ¿Quién se habrá lastima de aquel manera a aquella persona?. Quizás era un delincuente común ya que en su mayoría eran crueles, otros sádicos o de poca monta.. O un asesino escondido en el bosque que atacó a esa persona que está herida. La metahumana entra en el bosque, descendiendo lentamente hasta sus pies tocando el suelo para aterrizar enfrente de la víctima luego se coloca de rodillas pasando con delicadeza sus brazos bajo la espalda y los muslos de esa persona para cargarla en brazos mientras vuelve a levarse por los aires para abandonar el bosque y llevarla a un lugar donde pueda ser atendido de emergencias. - No te preocupes, has de estar en estado de shock o paranoia debido al ataque que has sufrido... pero descuida que yo te proegeré por ahora y te llevaré a donde puedan atender tus heridas. ¿De acuerdo?.
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  • -Con .mi poder hablo a todo el infierno para que se reunan en las puertas del palacio -

    Damas y caballeros démosle una última despedida al príncipe LUKA JR
    eleven su adoración como último adiós hacia el joven príncipe

    -Hago que Claire Salvatore Fushiguro tome el microfono -

    escenario es tuyo querida saca toda esa tristeza y compártela con tus súbditos

    Mi hermano Luka se pone a tocar la batería y yo la guitarra mientras que mi sobrina Claire comenzaba a cantar l con una voz quebrada por el dolor los demonios empezaban a levantar sus manos en honor al principe que ya no está -



    https://youtu.be/Hjp266zO8fw?si=Hy5JmrUP1cfXqQaZ
    -Con .mi poder hablo a todo el infierno para que se reunan en las puertas del palacio - Damas y caballeros démosle una última despedida al príncipe LUKA JR eleven su adoración como último adiós hacia el joven príncipe -Hago que [phantom_jade_tiger_921] tome el microfono - escenario es tuyo querida saca toda esa tristeza y compártela con tus súbditos Mi hermano [nova_charcoal_rat_394] se pone a tocar la batería y yo la guitarra mientras que mi sobrina Claire comenzaba a cantar l con una voz quebrada por el dolor los demonios empezaban a levantar sus manos en honor al principe que ya no está - https://youtu.be/Hjp266zO8fw?si=Hy5JmrUP1cfXqQaZ
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  • Dolor... Dolor... Dolor... Dolor.. Dolor. El sentimiento que más te hace sentir humano.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Yo soy Morfeo. El que da forma a lo intangible. El que canta sin voz en el oído de los durmientes. Todos sueñan por mí, pero nadie me sueña a mí.

    No saben lo que se siente... ser eterno en un mundo hecho para lo efímero.

    Cada noche bajo a las profundidades de la conciencia humana. Entrego imágenes, consuelo, a veces castigos. Pero siempre me voy antes de que amanezca. Me llaman, me usan, me olvidan.

    Lo que ellos no saben… es que yo no puedo soñar.

    Desde que fui creado, nunca he sentido el temblor dulce de la esperanza ni el dolor punzante del anhelo. Yo moldeo lo que nunca sentiré. Como un pintor ciego que domina los colores que jamás ha visto...

    Yo soy Morfeo. El que da forma a lo intangible. El que canta sin voz en el oído de los durmientes. Todos sueñan por mí, pero nadie me sueña a mí. No saben lo que se siente... ser eterno en un mundo hecho para lo efímero. Cada noche bajo a las profundidades de la conciencia humana. Entrego imágenes, consuelo, a veces castigos. Pero siempre me voy antes de que amanezca. Me llaman, me usan, me olvidan. Lo que ellos no saben… es que yo no puedo soñar. Desde que fui creado, nunca he sentido el temblor dulce de la esperanza ni el dolor punzante del anhelo. Yo moldeo lo que nunca sentiré. Como un pintor ciego que domina los colores que jamás ha visto...
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    Y aunque sus sueño, descanso haya sido hermoso. Eso no evitó que la voz de su tía Hestia consiguiera el dolor de jaqueca al recibir varios murmullos nuevos, se hizo bolita con dolor de cabeza hacia su pareja. Cubriéndose sus orejas, como si aquello fuera a expulsar las suplicas, sus ojos y cabeza no daban para ello. Se volvió a ocultar del sol, en el dormido y solida compañía de su pareja. Ocultandose por mas tiempo dle mundo hasta conseguir que su cabeza dejara de doler.

    —Silencio... Paz... Blanco... Silencio...paz...blanco... —susurraba en suplica para que su mente la envolviera en su escudo mental, en su paz y esta consiguiera por favor, no escuchar suplicas.

    Ignorar no era suficiente. Limitar no era suficiente.

    Y así, pensó dormida: «¿Puedes... Puedes espantarla... Por favor? Quiero dormir... Hasta que se me pase el dolor ..»suplicó espiritualmente, esperando que él la escuchara.
    Y aunque sus sueño, descanso haya sido hermoso. Eso no evitó que la voz de su tía Hestia consiguiera el dolor de jaqueca al recibir varios murmullos nuevos, se hizo bolita con dolor de cabeza hacia su pareja. Cubriéndose sus orejas, como si aquello fuera a expulsar las suplicas, sus ojos y cabeza no daban para ello. Se volvió a ocultar del sol, en el dormido y solida compañía de su pareja. Ocultandose por mas tiempo dle mundo hasta conseguir que su cabeza dejara de doler. —Silencio... Paz... Blanco... Silencio...paz...blanco... —susurraba en suplica para que su mente la envolviera en su escudo mental, en su paz y esta consiguiera por favor, no escuchar suplicas. Ignorar no era suficiente. Limitar no era suficiente. Y así, pensó dormida: «¿Puedes... Puedes espantarla... Por favor? Quiero dormir... Hasta que se me pase el dolor ..»suplicó espiritualmente, esperando que él la escuchara.
    Memorias de una hija de Zeus —Ενας
    Desde la visita de Morpheus, sus descansos se habían vuelto revitalizantes. Ya no necesitaba recurrir a su antigua costumbre: dormir en su fuente de néctar. Aunque, a decir verdad, eso ya no era una opción. Abandonar el Olimpo significaba dejarlo todo atrás y comenzar una nueva vida en la tierra, renunciando a sus lujos celestiales para aprender a vivir con lo que...
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  • «¿Que es más aterrador? ¿Un dios antiguo del abismo... o la niña que aprendió a domarlo como a un perro callejero?»

    Entre ambos –el dios y la humana– se tiende un puente de huesos y susurros.

    La Sacerdotisa no es el dios, pero le presta su garganta y habla con sus palabras, como un traductor de lo inhumano.

    El dios no es Ina, pero le presta su poder, como un río presta agua a quien se atreve a beberlo.
    No habla, ni piensa como humano. Pero permanece fusionado a su alma.

    Y sin embargo...

    Ina es la Sacerdotisa, y la Sacerdotisa es Ina, en su forma más cruda.

    Una rie con los tentáculos como si fueran mascotas y reparte galletas con forma de monstruitos adorables.

    La otra es la voz fría que carga con los recuerdos que Ina no puede digerir; la parte de ella cuya conexión con lo primordial es demasiado profunda.

    El trauma la partió en dos...
    Las agujas del Abismo cosieron los pedazos,
    pero las costuras siguen sangrando.

    ¿Fue un accidente o un acto de supervivencia?
    Dividirse como una ameba en el instante preciso en que el dolor era demasiado grande, demasiado antiguo, demasiado hambriento, para un solo corazón.
    «¿Que es más aterrador? ¿Un dios antiguo del abismo... o la niña que aprendió a domarlo como a un perro callejero?» Entre ambos –el dios y la humana– se tiende un puente de huesos y susurros. La Sacerdotisa no es el dios, pero le presta su garganta y habla con sus palabras, como un traductor de lo inhumano. El dios no es Ina, pero le presta su poder, como un río presta agua a quien se atreve a beberlo. No habla, ni piensa como humano. Pero permanece fusionado a su alma. Y sin embargo... Ina es la Sacerdotisa, y la Sacerdotisa es Ina, en su forma más cruda. Una rie con los tentáculos como si fueran mascotas y reparte galletas con forma de monstruitos adorables. La otra es la voz fría que carga con los recuerdos que Ina no puede digerir; la parte de ella cuya conexión con lo primordial es demasiado profunda. El trauma la partió en dos... Las agujas del Abismo cosieron los pedazos, pero las costuras siguen sangrando. ¿Fue un accidente o un acto de supervivencia? Dividirse como una ameba en el instante preciso en que el dolor era demasiado grande, demasiado antiguo, demasiado hambriento, para un solo corazón.
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  • "Caminando con los Muertos" (Parte IV)

    Tolek necesita dos cosas, por ahora, para no volver a perder el norte: un punto de referencia y un ojo en el cielo.

    Sin dejar de mirar al frente hacia donde la aparición, el brujo clava su bastón en el piso, destellos mágicos crecen como raíces sobre el lodo y abrazan el suelo a su alrededor tomando la forma de una sencilla telaraña de hilos plateados. Este es su punto de referencia, una baliza helada en medio de la nada.

    Luego, Tolek toma a Lester con una mano y lo lanza al cielo. El ave se apresura a extender las alas, orientarse y dirigirse hacia donde el brujo está mirando, sus ojos de cuervo llevan consigo la misma magia que le permite a su amo ver más allá.

    — Amo, ¡Veo las almas! —Exclama, emocionado—. Están reuniéndose más adelante, no sé por qué...

    De la misma forma que Lester no necesita emitir sonido alguno para comunicarse con su amo, este puede decirle sin hablar palabra alguna.

    — Adelántate, yo te sigo.

    Y la caminata duraría alrededor de quince minutos, si es que el caprichoso tiempo del mundo de los muertos se dejara medir. Quince minutos de silencio por parte del brujo, quien todavía arrastra el resabio del baño de angustia de las almas liberadas, y no quiere hablar. Lester podría querer empezar a hacer preguntas, y aun si escogiera no responderlas, cada pensamiento en la dirección incorrecta podría ser el único necesario para llevarle a perder el control.

    De pronto, una nube como un enjambre de almas perdidas se revela como una madeja enrollada entorno a... ¿Entorno a qué?

    — Amo, son demasiadas. No puedo ver qué las está atrayendo —reporta el ave desde su posición en las alturas, mientras vuela en círculos alrededor como un cazador que ha encontrado a su presa.

    El brujo sabe que sólo hay una forma de averiguar qué es lo que está llamando la atención de las almas y que Veles está interesado en que él encuentre.

    Camina con firmeza, con la prisa de la expectativa. Las almas son tantas que revuelven el ambiente como miles de banderas ondeando en la misma dirección llevadas por un viento salvaje que arrastra en la cercanía. La sensación es abrumadora, pero Tolek persiste e insiste en aproximarse cada vez más, empujando contra la fuerza que le repele.

    Basta que roce la superficie de la esfera para que un grito desolador escape partiendo el aire, como el grito de una banshee, aunque incapaz de congelar a quien ha nacido del hielo. Otras almas le hacen eco, angustiadas y agónicas, reconocen en el brujo una esencia parecida al que les condenó a la eterna miseria del dolor y el sufrimiento. Se retuercen, intentan alejarse de él alterando así la uniformidad de la madeja. El desbalance se acentúa conforme el terror se apodera de ellas hasta que finalmente, la bola colapsa y las almas vuelven a dispersarse como una burbuja que explota, sólo que en lugar de ser de jabón parece ser de aceite hirviendo. Tolek cierra los ojos por mero impulso.

    — ¿Lester?

    El cuervo grita en lo alto y el brujo entiende que él está bien. Luego, el brujo puede devolver su atención al frente, abriendo los ojos lentamente.

    — ¡Un huevo! —Exclama, indignado.

    Tolek levanta el puño al cielo.

    — ¿En serio? ¿Me estás viendo la cara de papá pato? ¡Más vale que no sea de dragón! —Protesta, maldiciendo su mala suerte.

    Una profunda risa gutural resuena no en el cielo, sino debajo en el suelo, como si fuera la tierra misma burlándose del brujo.

    — Sí, tú ríete... —agrega, tensando los labios.

    Veles es, en parte, el dios de las travesuras, después de todo.
    Pero el brujo nota algo que hace a este huevo algo peculiar, pequeños detalles que lo hacen similar a una de esas costosas piezas de joyería que solían presumir los zares en tiempos de antes.

    — Oh, ya veo. Es una de esas cosas... —piensa en voz alta, más relajado.

    El brujo se inclina para coger el objeto con cuidado, como si estuviera cayendo en una trampa de forma tan voluntaria como le caracteriza. El pequeño huevo, que puede rodear perfectamente con los dedos, se siente cálido al tacto y emana un suave aroma a hierba de ruda. Tolek se lo guarda en el bolsillo mágico de su abrigo antes de enderezarse.

    Y al levantar la mirada puede ver que hay detalles nuevos en el paisaje. En el cielo hay auroras brillando con el mismo tono que lo hacía el huevo antes de que lo tomara, pero más importante que ello, puede ver la brecha por la que han entrado las almas.

    — Amo, ya puedes presumir de que le agarraste un huevo a Veles.

    Pero Tolek no puede prestar atención al troleo de su familiar esta vez, su mirada está fija, perdida en la brecha que arde como una herida en el cielo. Puede ver más allá al interior de una diminuta abertura, un fondo de paredes cubiertas de un papel mural amarillento que reconoce.

    #ElBrujoCojo §iძ𝑬
    "Caminando con los Muertos" (Parte IV) Tolek necesita dos cosas, por ahora, para no volver a perder el norte: un punto de referencia y un ojo en el cielo. Sin dejar de mirar al frente hacia donde la aparición, el brujo clava su bastón en el piso, destellos mágicos crecen como raíces sobre el lodo y abrazan el suelo a su alrededor tomando la forma de una sencilla telaraña de hilos plateados. Este es su punto de referencia, una baliza helada en medio de la nada. Luego, Tolek toma a Lester con una mano y lo lanza al cielo. El ave se apresura a extender las alas, orientarse y dirigirse hacia donde el brujo está mirando, sus ojos de cuervo llevan consigo la misma magia que le permite a su amo ver más allá. — Amo, ¡Veo las almas! —Exclama, emocionado—. Están reuniéndose más adelante, no sé por qué... De la misma forma que Lester no necesita emitir sonido alguno para comunicarse con su amo, este puede decirle sin hablar palabra alguna. — Adelántate, yo te sigo. Y la caminata duraría alrededor de quince minutos, si es que el caprichoso tiempo del mundo de los muertos se dejara medir. Quince minutos de silencio por parte del brujo, quien todavía arrastra el resabio del baño de angustia de las almas liberadas, y no quiere hablar. Lester podría querer empezar a hacer preguntas, y aun si escogiera no responderlas, cada pensamiento en la dirección incorrecta podría ser el único necesario para llevarle a perder el control. De pronto, una nube como un enjambre de almas perdidas se revela como una madeja enrollada entorno a... ¿Entorno a qué? — Amo, son demasiadas. No puedo ver qué las está atrayendo —reporta el ave desde su posición en las alturas, mientras vuela en círculos alrededor como un cazador que ha encontrado a su presa. El brujo sabe que sólo hay una forma de averiguar qué es lo que está llamando la atención de las almas y que Veles está interesado en que él encuentre. Camina con firmeza, con la prisa de la expectativa. Las almas son tantas que revuelven el ambiente como miles de banderas ondeando en la misma dirección llevadas por un viento salvaje que arrastra en la cercanía. La sensación es abrumadora, pero Tolek persiste e insiste en aproximarse cada vez más, empujando contra la fuerza que le repele. Basta que roce la superficie de la esfera para que un grito desolador escape partiendo el aire, como el grito de una banshee, aunque incapaz de congelar a quien ha nacido del hielo. Otras almas le hacen eco, angustiadas y agónicas, reconocen en el brujo una esencia parecida al que les condenó a la eterna miseria del dolor y el sufrimiento. Se retuercen, intentan alejarse de él alterando así la uniformidad de la madeja. El desbalance se acentúa conforme el terror se apodera de ellas hasta que finalmente, la bola colapsa y las almas vuelven a dispersarse como una burbuja que explota, sólo que en lugar de ser de jabón parece ser de aceite hirviendo. Tolek cierra los ojos por mero impulso. — ¿Lester? El cuervo grita en lo alto y el brujo entiende que él está bien. Luego, el brujo puede devolver su atención al frente, abriendo los ojos lentamente. — ¡Un huevo! —Exclama, indignado. Tolek levanta el puño al cielo. — ¿En serio? ¿Me estás viendo la cara de papá pato? ¡Más vale que no sea de dragón! —Protesta, maldiciendo su mala suerte. Una profunda risa gutural resuena no en el cielo, sino debajo en el suelo, como si fuera la tierra misma burlándose del brujo. — Sí, tú ríete... —agrega, tensando los labios. Veles es, en parte, el dios de las travesuras, después de todo. Pero el brujo nota algo que hace a este huevo algo peculiar, pequeños detalles que lo hacen similar a una de esas costosas piezas de joyería que solían presumir los zares en tiempos de antes. — Oh, ya veo. Es una de esas cosas... —piensa en voz alta, más relajado. El brujo se inclina para coger el objeto con cuidado, como si estuviera cayendo en una trampa de forma tan voluntaria como le caracteriza. El pequeño huevo, que puede rodear perfectamente con los dedos, se siente cálido al tacto y emana un suave aroma a hierba de ruda. Tolek se lo guarda en el bolsillo mágico de su abrigo antes de enderezarse. Y al levantar la mirada puede ver que hay detalles nuevos en el paisaje. En el cielo hay auroras brillando con el mismo tono que lo hacía el huevo antes de que lo tomara, pero más importante que ello, puede ver la brecha por la que han entrado las almas. — Amo, ya puedes presumir de que le agarraste un huevo a Veles. Pero Tolek no puede prestar atención al troleo de su familiar esta vez, su mirada está fija, perdida en la brecha que arde como una herida en el cielo. Puede ver más allá al interior de una diminuta abertura, un fondo de paredes cubiertas de un papel mural amarillento que reconoce. #ElBrujoCojo [SideBlackHole]
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