• Daniel caminaba con la cabeza baja, la carta en su mano temblaba como una hoja al viento. El Consejo lo había llamado a juicio, y aunque no conocía todos los detalles, sabía que todo se debía a lo que había pasado con Adriana. Lo habían visto besándola fuera de la aldea, y ahora, su vida parecía desmoronarse.

    Al llegar a la puerta de su hermana, golpeó suavemente. Su voz, apenas un susurro, traicionaba el dolor y el miedo que sentía.

    —Lexi... ¿Puedo hablar contigo?

    La puerta se abrió, y Daniel levantó la mirada solo lo justo para mostrar la carta. Su rostro reflejaba agotamiento y confusión.

    —Me han llamado a juicio... por lo de Adriana. Nos vieron juntos, y ahora... —su voz se quebró, y apretó el papel entre sus manos—. No sé qué hacer, Lexi... Quieren que me aleje de ella... Quieren que la deje porque no es una Hija de la Luna.

    El peso de sus palabras lo hizo tambalearse, como si apenas pudiera mantenerse de pie. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no se permitió llorar.

    —No puedo hacerlo —dijo con firmeza, aunque su voz temblaba—. No puedo dejarla... La amo. Es la única persona con quien quiero estar el resto de mi vida. No puedo imaginar un futuro sin ella. Pero... ¿qué opciones tengo? Ellos no lo entienden... no entienden lo que siento por ella.

    Miró a su hermana, buscando en sus ojos una solución, un rayo de esperanza.

    —Me están pidiendo algo imposible. No puedo dejar a la persona que amo... Pero no sé cómo enfrentar esto.

    Apretó los puños, luchando por mantener la compostura.

    —No tengo el control total de mi magia... y a esta edad, debería dominarla completamente. Me siento un fracaso y lo soy para ellos, y ahora me están juzgando por amar a quien no debo. ¿Qué voy a hacer? Siento que lo estoy perdiendo todo.

    Las lágrimas empezaron a correr silenciosas por su rostro.

    —No quiero perderla... No puedo perderla.

    Alexa Selene
    Daniel caminaba con la cabeza baja, la carta en su mano temblaba como una hoja al viento. El Consejo lo había llamado a juicio, y aunque no conocía todos los detalles, sabía que todo se debía a lo que había pasado con Adriana. Lo habían visto besándola fuera de la aldea, y ahora, su vida parecía desmoronarse. Al llegar a la puerta de su hermana, golpeó suavemente. Su voz, apenas un susurro, traicionaba el dolor y el miedo que sentía. —Lexi... ¿Puedo hablar contigo? La puerta se abrió, y Daniel levantó la mirada solo lo justo para mostrar la carta. Su rostro reflejaba agotamiento y confusión. —Me han llamado a juicio... por lo de Adriana. Nos vieron juntos, y ahora... —su voz se quebró, y apretó el papel entre sus manos—. No sé qué hacer, Lexi... Quieren que me aleje de ella... Quieren que la deje porque no es una Hija de la Luna. El peso de sus palabras lo hizo tambalearse, como si apenas pudiera mantenerse de pie. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no se permitió llorar. —No puedo hacerlo —dijo con firmeza, aunque su voz temblaba—. No puedo dejarla... La amo. Es la única persona con quien quiero estar el resto de mi vida. No puedo imaginar un futuro sin ella. Pero... ¿qué opciones tengo? Ellos no lo entienden... no entienden lo que siento por ella. Miró a su hermana, buscando en sus ojos una solución, un rayo de esperanza. —Me están pidiendo algo imposible. No puedo dejar a la persona que amo... Pero no sé cómo enfrentar esto. Apretó los puños, luchando por mantener la compostura. —No tengo el control total de mi magia... y a esta edad, debería dominarla completamente. Me siento un fracaso y lo soy para ellos, y ahora me están juzgando por amar a quien no debo. ¿Qué voy a hacer? Siento que lo estoy perdiendo todo. Las lágrimas empezaron a correr silenciosas por su rostro. —No quiero perderla... No puedo perderla. [Alexbl]
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  • —Ha descubierto, con el paso de aquellas semanas, que su modo de encontrar paz cada noche era entre los brazos de ese hombre que habia entrado en su vida de aquella forma abrupta e inesperada. Dormir entre los brazos de Dean Winchester se habia convertido en un bálsamo capaz de llevarse, por unas horas, cada mal recuerdo. Cada pesar, cada momento de dolor. Porque a su lado era, simplemente, feliz—


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Ha descubierto, con el paso de aquellas semanas, que su modo de encontrar paz cada noche era entre los brazos de ese hombre que habia entrado en su vida de aquella forma abrupta e inesperada. Dormir entre los brazos de [BxbyDriv3r] se habia convertido en un bálsamo capaz de llevarse, por unas horas, cada mal recuerdo. Cada pesar, cada momento de dolor. Porque a su lado era, simplemente, feliz— #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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    "La confianza que nace cuando alguien roto te entrega sus pedazos es un lazo invisible, tejido con dolor, pero también con la esperanza de que, en tus manos, su historia encontrará refugio y la promesa de que no caminará solo en su oscuridad."

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ SOLDIER BOY


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    "La confianza que nace cuando alguien roto te entrega sus pedazos es un lazo invisible, tejido con dolor, pero también con la esperanza de que, en tus manos, su historia encontrará refugio y la promesa de que no caminará solo en su oscuridad." ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [D0NTUSEDRUGS] ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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    Una noche, iba a muy alta velocidad en el camino.
    Pasando bajo un puente, mi motocicleta comenzó a ladearse por la parte de atrás. En lugar de frenar, tuve que mantener el equilibrio ladeando el manubrio.
    1........
    2.........
    3..............
    Tuve suerte de que no pasaran tantos carros a alta velocidad saliendo del puente, recupere el equilibrio y me fui a la orilla por la zona donde pasaban los autobuses.
    Fue una noche larga.
    Recuerdo la paciencia para mantener el control, recuerdo la tranquilidad atacando al miedo de que un auto viniera hacia mi.
    Recuerdo la debilidad de mis manos esa noche después de sujetar fuertemente los cuernos.
    Recuerdo mi felicidad por esa sensación... Feliz por aferrarme a la vida sin miedo al dolor.
    Una noche, iba a muy alta velocidad en el camino. Pasando bajo un puente, mi motocicleta comenzó a ladearse por la parte de atrás. En lugar de frenar, tuve que mantener el equilibrio ladeando el manubrio. 1........ 2......... 3.............. Tuve suerte de que no pasaran tantos carros a alta velocidad saliendo del puente, recupere el equilibrio y me fui a la orilla por la zona donde pasaban los autobuses. Fue una noche larga. Recuerdo la paciencia para mantener el control, recuerdo la tranquilidad atacando al miedo de que un auto viniera hacia mi. Recuerdo la debilidad de mis manos esa noche después de sujetar fuertemente los cuernos. Recuerdo mi felicidad por esa sensación... Feliz por aferrarme a la vida sin miedo al dolor.
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  • —A penas se estaba recuperando del dolor producido por lo que descubrió. Sin embargo tenía que admitir que en parte Maximiliaan Williams tenía razón.

    Quizá debía calmarse y hablar con Husk . Quizá no valía la pena tirarlo todo por la borda por un pasado que no so quiera estaba del todo claro. A fin de cuentas fueron tiempos difíciles en los que vinieron. Teniendo en cuenta que incluso hubo varias guerras. Quizá, había una explicación. —

    #HazbinHotel #2D #Comunidad2D
    —A penas se estaba recuperando del dolor producido por lo que descubrió. Sin embargo tenía que admitir que en parte [Maxi8] tenía razón. Quizá debía calmarse y hablar con [barcat75]. Quizá no valía la pena tirarlo todo por la borda por un pasado que no so quiera estaba del todo claro. A fin de cuentas fueron tiempos difíciles en los que vinieron. Teniendo en cuenta que incluso hubo varias guerras. Quizá, había una explicación. — #HazbinHotel #2D #Comunidad2D
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  • —Toy chiquito, no puedo...

    No sabe que está pasando pero todo se descontroló de repente y ahora tiene una "orgía" en su alcoba.
    Eso va a terminar en muerte, destripamiento y chillidos de dolor.

    —Ayuda...
    —Toy chiquito, no puedo... No sabe que está pasando pero todo se descontroló de repente y ahora tiene una "orgía" en su alcoba. Eso va a terminar en muerte, destripamiento y chillidos de dolor. —Ayuda...
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  • Se había llevado esos aparatos, audífonos, a los oídos. La música que sonaba por ellos le ayudaba a callar los espíritus gritones y las risas burlonas... Tenía que compartirlo. Que la música aplacaba sus voces, y no requería una pizca de su magia... Además, sus palabras eran mágicas, tanto que evocaban recuerdos sin dolor.
    Se había llevado esos aparatos, audífonos, a los oídos. La música que sonaba por ellos le ayudaba a callar los espíritus gritones y las risas burlonas... Tenía que compartirlo. Que la música aplacaba sus voces, y no requería una pizca de su magia... Además, sus palabras eran mágicas, tanto que evocaban recuerdos sin dolor.
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  • -Se soba ambas sienes, tratando de aliviar el dolor de cabeza que cada vez empeora un poco más. Mira a la salida, pensando que quizás debería ir a la cocina por un poco de hielo, pero aún no termina, tiene muchas cosas que resolver y que estuvo ignorando durante su ausencia. Si no lo termina hoy, lo más seguro es que termine posponiéndolo por otros dos meses y las cosas terminarán aún peor. -
    -Se soba ambas sienes, tratando de aliviar el dolor de cabeza que cada vez empeora un poco más. Mira a la salida, pensando que quizás debería ir a la cocina por un poco de hielo, pero aún no termina, tiene muchas cosas que resolver y que estuvo ignorando durante su ausencia. Si no lo termina hoy, lo más seguro es que termine posponiéndolo por otros dos meses y las cosas terminarán aún peor. -
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  • La única forma "prudente" que se le ocurrió para controlar el celo, había sido dormir durante todo el día, aunque le servía para mantenerlo en aparente paz, poco a poco su cuerpo iba resintiendo cada instante, comenzando a subir la temperatura de todo su ser en una pequeña fiebre que sólo sería la punta del iceberg.

    Se removía algo incomodo, apretando los ojos y tratando de volver a acomodarse para seguir durmiendo, aunque junto a la fiebre, llegó un leve dolor de cabeza que igual iría en aumento.
    La única forma "prudente" que se le ocurrió para controlar el celo, había sido dormir durante todo el día, aunque le servía para mantenerlo en aparente paz, poco a poco su cuerpo iba resintiendo cada instante, comenzando a subir la temperatura de todo su ser en una pequeña fiebre que sólo sería la punta del iceberg. Se removía algo incomodo, apretando los ojos y tratando de volver a acomodarse para seguir durmiendo, aunque junto a la fiebre, llegó un leve dolor de cabeza que igual iría en aumento.
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