• Nací en la penumbra donde los sueños se pudren y las promesas se olvidan. No vine a buscar gloria, vine a ser la cicatriz que el mundo no puede borrar. Hablo con silencio y camino con sombras, porque aprendí que el dolor escribe mejor que la tinta. No soy el fin… soy el susurro que lo anuncia.
    Nací en la penumbra donde los sueños se pudren y las promesas se olvidan. No vine a buscar gloria, vine a ser la cicatriz que el mundo no puede borrar. Hablo con silencio y camino con sombras, porque aprendí que el dolor escribe mejor que la tinta. No soy el fin… soy el susurro que lo anuncia.
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  • Ya me han roto tantas veces...que ...cada dia siento menos el dolor....
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  • La lluvia caía suavemente sobre las ruinas mientras Nico Robin avanzaba con paso firme. Bajo sus botas, el barro se mezclaba con siglos de historia olvidada. Las enredaderas cubrían los muros de piedra, pero ella reconocía los patrones. Era un lenguaje antiguo, casi borrado por el tiempo, pero no por su memoria.

    Con una mano sobre la pared húmeda, dejó que florecieran otras a su alrededor. Dedos pacientes copiaron los grabados, registrando cada curva, cada trazo. Su expresión permanecía serena, pero dentro de sí ardía una chispa: la emoción de descubrir, de comprender, de dar voz a los que fueron silenciados.

    Cada símbolo era un susurro del pasado. No buscaba poder ni gloria. Solo verdad. Solo conocimiento.

    Recordó a su madre, al árbol de la sabiduría, al fuego. No por dolor, sino como ancla. Todo lo que era hoy, lo había forjado el pasado. Y en cada ruina que tocaba, tejía un hilo invisible entre aquello que fue y lo que aún podía ser.

    Cuando terminó de transcribir, se detuvo un momento. Observó el cielo gris, cerró los ojos y respiró hondo.

    —Gracias —susurró al viento.
    La lluvia caía suavemente sobre las ruinas mientras Nico Robin avanzaba con paso firme. Bajo sus botas, el barro se mezclaba con siglos de historia olvidada. Las enredaderas cubrían los muros de piedra, pero ella reconocía los patrones. Era un lenguaje antiguo, casi borrado por el tiempo, pero no por su memoria. Con una mano sobre la pared húmeda, dejó que florecieran otras a su alrededor. Dedos pacientes copiaron los grabados, registrando cada curva, cada trazo. Su expresión permanecía serena, pero dentro de sí ardía una chispa: la emoción de descubrir, de comprender, de dar voz a los que fueron silenciados. Cada símbolo era un susurro del pasado. No buscaba poder ni gloria. Solo verdad. Solo conocimiento. Recordó a su madre, al árbol de la sabiduría, al fuego. No por dolor, sino como ancla. Todo lo que era hoy, lo había forjado el pasado. Y en cada ruina que tocaba, tejía un hilo invisible entre aquello que fue y lo que aún podía ser. Cuando terminó de transcribir, se detuvo un momento. Observó el cielo gris, cerró los ojos y respiró hondo. —Gracias —susurró al viento.
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  • —La ignorancia es una bendición... pero yo prefiero la verdad, sin importar lo dolorosa que sea.
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  • -Dios mio que resaca, necesito algo de gachas o una sopa que me ayude-dice con un tremendo dolor de cabeza

    -al menos te tengo a ti michi-chan-

    ----lee haneul
    -Dios mio que resaca, necesito algo de gachas o una sopa que me ayude-dice con un tremendo dolor de cabeza -al menos te tengo a ti michi-chan- ----lee haneul
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  • La espectral joven llegó con pasos suaves hasta el recinto donde se encontraba el oráculo, acompañada de aquella dualidad nata en ella. Seguida por sus sombras, tal como las polillas siguen a la luz. Entro lentamente con una actitud completamente respetuosa, dejando tras de ella las sombras que desaparecieron al entrar en contacto con la gran luz del lugar.

    En sus temblorosas mano llevaba una canasta tejida por ella misma, con una botella del mejor jugo de granada y lo que parecía un queso que la joven hizo con sus propias manos. Se detuvo, respirando como si pidiera permiso al viento para ello, su rostro imperturbable se vio iluminado al retirar el velo oscuro que la cubría. Y con voz serena y aterciopelada comenzó a hablar

    ─ Gran oráculo, te vengo a ver,
    No como dios, sino como hermana que quiere saber.
    Mi hermano Zagreus, guerrero valiente y fuerte,
    Lucha en el Inframundo, con fuego que arde sin muerte.
    Quiero saber si hay una profecía que lo espera,
    Y si puedes guiarme, para que yo pueda
    En su camino ser luz clara y sincera."

    La diosa iba no como tormenta, no como fuego abrazador, no como quien exige sino como quien suplica, quien añora respuestas. Levanto la canasta en directo del gran Apolo, mostrando su contenido. No era una deidad, no era oscuridad, no era nada mas que una hermana preocupada, una que añoraba encontrar un forma de ayudar a su querido hermano.

    ─ Pero se que todo tiene un costo, espero que esté pequeño gesto sea suficiente para lo que solicito...

    El dios sol al ver llegar a la joven, alzo las cejas algo sorprendido, su alegría era clara ante como la diosa se presento hablando en rima, honrándole así al ser dios de las artes y la poesía. Pero antes de poder abrir la boca, Apolo ya estaba soltando una profecía para la chica

    ─ Tu hermano no está perdido,
    duerme envuelto en rojo olvido.
    No lo salves por la fuerza,
    dale amor que le refuerza.
    Di su nombre con ternura,
    muéstrale que aún perdura.
    No es fantasma si hay amor:
    es camino, no dolor.

    Vio al dios terminar de hablar, volviendo a la normalidad, agradeciendo su ofrenda dejándola partir, con aun mas dudas. Su hermano el gran guerrero del inframundo en verdad la preocupaba, ella incapaz de dormir, siempre escuchaba los lamentos que Zagreus daba entre sueños. La preocupaba, en verdad quería ayudarle, esta profecía solo dejaba en claro una cosa, tendría que hablar con us hermano sin tapujos ni escudos, solo corazón y sinceridad en cada palabra.
    La espectral joven llegó con pasos suaves hasta el recinto donde se encontraba el oráculo, acompañada de aquella dualidad nata en ella. Seguida por sus sombras, tal como las polillas siguen a la luz. Entro lentamente con una actitud completamente respetuosa, dejando tras de ella las sombras que desaparecieron al entrar en contacto con la gran luz del lugar. En sus temblorosas mano llevaba una canasta tejida por ella misma, con una botella del mejor jugo de granada y lo que parecía un queso que la joven hizo con sus propias manos. Se detuvo, respirando como si pidiera permiso al viento para ello, su rostro imperturbable se vio iluminado al retirar el velo oscuro que la cubría. Y con voz serena y aterciopelada comenzó a hablar ─ Gran oráculo, te vengo a ver, No como dios, sino como hermana que quiere saber. Mi hermano Zagreus, guerrero valiente y fuerte, Lucha en el Inframundo, con fuego que arde sin muerte. Quiero saber si hay una profecía que lo espera, Y si puedes guiarme, para que yo pueda En su camino ser luz clara y sincera." La diosa iba no como tormenta, no como fuego abrazador, no como quien exige sino como quien suplica, quien añora respuestas. Levanto la canasta en directo del gran Apolo, mostrando su contenido. No era una deidad, no era oscuridad, no era nada mas que una hermana preocupada, una que añoraba encontrar un forma de ayudar a su querido hermano. ─ Pero se que todo tiene un costo, espero que esté pequeño gesto sea suficiente para lo que solicito... El dios sol al ver llegar a la joven, alzo las cejas algo sorprendido, su alegría era clara ante como la diosa se presento hablando en rima, honrándole así al ser dios de las artes y la poesía. Pero antes de poder abrir la boca, Apolo ya estaba soltando una profecía para la chica ─ Tu hermano no está perdido, duerme envuelto en rojo olvido. No lo salves por la fuerza, dale amor que le refuerza. Di su nombre con ternura, muéstrale que aún perdura. No es fantasma si hay amor: es camino, no dolor. Vio al dios terminar de hablar, volviendo a la normalidad, agradeciendo su ofrenda dejándola partir, con aun mas dudas. Su hermano el gran guerrero del inframundo en verdad la preocupaba, ella incapaz de dormir, siempre escuchaba los lamentos que Zagreus daba entre sueños. La preocupaba, en verdad quería ayudarle, esta profecía solo dejaba en claro una cosa, tendría que hablar con us hermano sin tapujos ni escudos, solo corazón y sinceridad en cada palabra.
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  • El vampiro se apoya contra la mesa de acero manchada de sangre. Lleva una camisa blanca remangada hasta los codos, ahora teñida de rojo. Su chaleco negro y su corbata desajustada le dan un aire de funeral permanente. Sus ojos, dorados por la sangre recién consumida, brillan con culpa más que con hambre.

    mike el último de los Hijos de la Estrella Rota, observa su mano con asco. La sangre salpica su piel como la evidencia de una promesa rota. Pero no. No es sangre humana. No esta vez.

    —“No eran inocentes… No más. Estaban infectados, perdidos. No quedaba mente que salvar en esas bestias.” —murmura, más para sí que para justificarlo ante los espectros que aún lo siguen en su conciencia.

    Los lobos... eran una vez guardianes del Equilibrio. Hasta que la enfermedad de la Luna Rota los corrompió. Su carne se pudre aún con vida. Su alma, retorcida. Y aunque nadie más se atreve a enfrentarlos, él los caza. Uno a uno. Porque en su sangre todavía hay poder... y pureza.

    Se pasa la mano ensangrentada por el rostro, dejando un rastro oscuro en su mejilla. No siente orgullo. Sólo cansancio.

    “Podría ser más fácil... solo una vez. Probar la sangre humana de nuevo. Una pequeña desviación.”

    Pero cada noche, recuerda. A ella. La última mortal que confió en él. Su voz, antes de morir en sus brazos:

    —“Prométeme que no te convertirás en lo que te hicieron.”

    Y él lo juró. Ante la luna, ante el dolor, ante la eternidad.

    Así que allí está. Solo. Rodeado de acero, sangre y silencio. El carnicero de lo corrupto. El médico del fin del mundo. Un monstruo que eligió no serlo.

    —“Mañana... habrá otro. Siempre hay otro. Pero no serán humanos. Jamás otra vez.”

    Y con el sonido de su gabardina arrastrando, desaparece entre las sombras del laboratorio, como un fantasma con propósito.
    El vampiro se apoya contra la mesa de acero manchada de sangre. Lleva una camisa blanca remangada hasta los codos, ahora teñida de rojo. Su chaleco negro y su corbata desajustada le dan un aire de funeral permanente. Sus ojos, dorados por la sangre recién consumida, brillan con culpa más que con hambre. mike el último de los Hijos de la Estrella Rota, observa su mano con asco. La sangre salpica su piel como la evidencia de una promesa rota. Pero no. No es sangre humana. No esta vez. —“No eran inocentes… No más. Estaban infectados, perdidos. No quedaba mente que salvar en esas bestias.” —murmura, más para sí que para justificarlo ante los espectros que aún lo siguen en su conciencia. Los lobos... eran una vez guardianes del Equilibrio. Hasta que la enfermedad de la Luna Rota los corrompió. Su carne se pudre aún con vida. Su alma, retorcida. Y aunque nadie más se atreve a enfrentarlos, él los caza. Uno a uno. Porque en su sangre todavía hay poder... y pureza. Se pasa la mano ensangrentada por el rostro, dejando un rastro oscuro en su mejilla. No siente orgullo. Sólo cansancio. “Podría ser más fácil... solo una vez. Probar la sangre humana de nuevo. Una pequeña desviación.” Pero cada noche, recuerda. A ella. La última mortal que confió en él. Su voz, antes de morir en sus brazos: —“Prométeme que no te convertirás en lo que te hicieron.” Y él lo juró. Ante la luna, ante el dolor, ante la eternidad. Así que allí está. Solo. Rodeado de acero, sangre y silencio. El carnicero de lo corrupto. El médico del fin del mundo. Un monstruo que eligió no serlo. —“Mañana... habrá otro. Siempre hay otro. Pero no serán humanos. Jamás otra vez.” Y con el sonido de su gabardina arrastrando, desaparece entre las sombras del laboratorio, como un fantasma con propósito.
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  • Ya no puedo con esta farza, ni tampoco mi amigo, nuestros corazones tienen dueño y todo lo que hacemos es fingir por seguridad.
    Este terrible dolor que me invade,
    Me dicen que todas y cada una de mis cartas han llegado a ti.
    Que tu asistente las entrega directamente en tu mano.
    ¿Pero por qué no las lees?
    ¿Por que no respondes?
    ¿De verdad no te intereso?
    Mi corazón está roto en un punto donde no creo que pueda sanar.
    Te lo ruego, solo responde una sola carta.

    Ya no puedo con esta farza, ni tampoco mi amigo, nuestros corazones tienen dueño y todo lo que hacemos es fingir por seguridad. Este terrible dolor que me invade, Me dicen que todas y cada una de mis cartas han llegado a ti. Que tu asistente las entrega directamente en tu mano. ¿Pero por qué no las lees? ¿Por que no respondes? ¿De verdad no te intereso? Mi corazón está roto en un punto donde no creo que pueda sanar. Te lo ruego, solo responde una sola carta.
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  • — Saca un par de telarañas, dando señales de vida aún. El Capitán América ha vuelto, y con él, nuestros dolores de cabeza. —
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  • -la hibrida había caminado por mucho tiempo, era de noche y apenas unas luces iluminaban el bosque, la vista desviada y su mente divagando por cada sitio, hizo tropesarse con una piedra. Su mente dio un vuelco de realidad, estaba callendo por una colina y no podía parar, los gritos de asombro y dolor resonaron por el lugar, solo se pudo escuchar el cuerpo caer con fuerza después de un salpicado intenso.

    Su cuerpo fué envuelto por las aguas del río, pero no sé podía mover, no sabía cómo escapar, cada movimiento de desesperación la hundían más, su mente insistía en tratar de salvar su cuerpo, pero la sorpresa del impacto solo le izo tragar agua. El fin se acercaba pero esto sería todo?... Se sintió extraño, nunca había sentido tal ahogamiento...-

    Nunca alguien pensaría que el agua podría quemar tú cuerpo, pero qué es peor? Agua o fuego?, el agua puede apagar el fuego, pero unas gotas no servirán de nada, el agua parece inofensiva pero eso no te salvará, es un placer para sanar, pero también necesitas respirar, cómo podrías creer que tus problemas terminarían en el fondo de tus recuerdos? Tal vez lo hayas olvidado pero aún siguen ahí, parece inofensiva pero te está quemando por dentro, algún día tenía que volver a pasar, tienes que volver a respirar!

    No es culpa del agua... Tampoco tuya, fué culpa del azar del destino, la piedra era solo el comienzo que desataría el problema, pero aún así conoces el agua, es parte de tú consuelo, a pesar que te queme ahora, nunca olvides que solo te abraza y te envuelve cuando te lastimas, tal vez pienses que quiere lastimarte pero algunas veces hay que dejarse envolver por ella.

    Así es la vida... Pero pronto verás... Que el dolor solo es un momento... Luego volverás, sanarás y serás más fuerte que antes...

    -La corriente la arrastró hasta la orilla inmediatamente como si tuviera voluntad propia, el dolor terminó, es hora de pensar y remediar el ahora, siendo la verdadera parte de ti mismo-
    -la hibrida había caminado por mucho tiempo, era de noche y apenas unas luces iluminaban el bosque, la vista desviada y su mente divagando por cada sitio, hizo tropesarse con una piedra. Su mente dio un vuelco de realidad, estaba callendo por una colina y no podía parar, los gritos de asombro y dolor resonaron por el lugar, solo se pudo escuchar el cuerpo caer con fuerza después de un salpicado intenso. Su cuerpo fué envuelto por las aguas del río, pero no sé podía mover, no sabía cómo escapar, cada movimiento de desesperación la hundían más, su mente insistía en tratar de salvar su cuerpo, pero la sorpresa del impacto solo le izo tragar agua. El fin se acercaba pero esto sería todo?... Se sintió extraño, nunca había sentido tal ahogamiento...- Nunca alguien pensaría que el agua podría quemar tú cuerpo, pero qué es peor? Agua o fuego?, el agua puede apagar el fuego, pero unas gotas no servirán de nada, el agua parece inofensiva pero eso no te salvará, es un placer para sanar, pero también necesitas respirar, cómo podrías creer que tus problemas terminarían en el fondo de tus recuerdos? Tal vez lo hayas olvidado pero aún siguen ahí, parece inofensiva pero te está quemando por dentro, algún día tenía que volver a pasar, tienes que volver a respirar! No es culpa del agua... Tampoco tuya, fué culpa del azar del destino, la piedra era solo el comienzo que desataría el problema, pero aún así conoces el agua, es parte de tú consuelo, a pesar que te queme ahora, nunca olvides que solo te abraza y te envuelve cuando te lastimas, tal vez pienses que quiere lastimarte pero algunas veces hay que dejarse envolver por ella. Así es la vida... Pero pronto verás... Que el dolor solo es un momento... Luego volverás, sanarás y serás más fuerte que antes... -La corriente la arrastró hasta la orilla inmediatamente como si tuviera voluntad propia, el dolor terminó, es hora de pensar y remediar el ahora, siendo la verdadera parte de ti mismo-
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