• #DuoRol

    Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca.

    Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse.

    "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno.

    Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia.

    Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente.

    —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra.

    Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas.

    Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas.

    —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia.

    El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo.

    —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie.

    Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio.

    —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago.

    En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada.

    —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo

    Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica.

    —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono.

    Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró:

    —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír.

    Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)


    #DuoRol Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca. Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse. "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno. Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia. Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente. —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra. Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas. Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas. —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia. El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo. —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie. Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio. —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago. En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a [P4ranox] . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada. —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica. —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono. Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró: —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír. Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)
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  • -Ayer...fue un día difícil , tener un familiar en face terminal no es nada bonito , tener que despedirte y no poder hacer nada....carajo....sigo perdiendo gente importante...al igual que en pandemia ..
    -Ayer...fue un día difícil , tener un familiar en face terminal no es nada bonito , tener que despedirte y no poder hacer nada....carajo....sigo perdiendo gente importante...al igual que en pandemia ..
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  • la noche se alzaba sobre el orfanato, las estrellas titilaban y los ronquidos de los niños desde sus habitaciones rompian el silencio del lugar - Jean Phantomhive, se que no es de tu gusto quedarte fuera de tu casa mucho tiempo, pero para la proxima sesion me gustaria que te quedaras a dormir aqui- hablo con un tono suave mientras le mostraba la habitacion -necesito monitorear tus sueños en esta ocasion, pues trabajaremos a fondo con tu sombra.... se que ser un prodigio, el mas asombroso de tu familia y destacar en todos los ambitos posibles aes algo importante... para ti como para tu familia- suspiro y se sento en la cama mirando al suelo algo triste -pero no lo eres... no me malentiendas, eres impresionante... pero eres un niño, tus preocupaciones deberian ser que haran de desayuno mañana o que jugaras con tus amigos... no cosas como que libro de ciencia leeras mañana, que rama de la medicina estudiaras ahora- movio sus manos bastante nervioso -se que por mucho tiempo pensaste que era la unica forma en la que alguien te mirara, por mucho tiempo tuviste razon... pero ahora mientras te enseño magia, quiero que tambien aprendas a ser un niño okey querido?- se levanto y le dio un beso en la frente antes de sacar una pijama del armario
    la noche se alzaba sobre el orfanato, las estrellas titilaban y los ronquidos de los niños desde sus habitaciones rompian el silencio del lugar - [littl3gr3y], se que no es de tu gusto quedarte fuera de tu casa mucho tiempo, pero para la proxima sesion me gustaria que te quedaras a dormir aqui- hablo con un tono suave mientras le mostraba la habitacion -necesito monitorear tus sueños en esta ocasion, pues trabajaremos a fondo con tu sombra.... se que ser un prodigio, el mas asombroso de tu familia y destacar en todos los ambitos posibles aes algo importante... para ti como para tu familia- suspiro y se sento en la cama mirando al suelo algo triste -pero no lo eres... no me malentiendas, eres impresionante... pero eres un niño, tus preocupaciones deberian ser que haran de desayuno mañana o que jugaras con tus amigos... no cosas como que libro de ciencia leeras mañana, que rama de la medicina estudiaras ahora- movio sus manos bastante nervioso -se que por mucho tiempo pensaste que era la unica forma en la que alguien te mirara, por mucho tiempo tuviste razon... pero ahora mientras te enseño magia, quiero que tambien aprendas a ser un niño okey querido?- se levanto y le dio un beso en la frente antes de sacar una pijama del armario
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 Dean Winchester

    Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil.

    Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono.

    -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo…

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar.

    Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea.

    — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?”

    La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante.

    — Si, si, la acepto…

    Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía.

    "Joder..."

    Volvió a llamar.

    Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella.

    —¿Dean? -preguntó algo dudosa.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo.

    — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero?

    Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas.

    -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona.

    — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE?

    Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído.

    — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte....

    Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña.

    — Vale... si eres Hope, demuéstralo.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle—

    -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados.

    Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla.

    -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real.

    Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse.

    — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí.

    En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas.
    Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa.

    -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella.

    Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos.
    Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor...

    ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes?

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea.

    -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros...

    Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado.
    Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas.

    — Sam. Nos vamos.

    No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 [BxbyDriv3r] Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil. Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono. -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo… ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar. Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea. — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?” La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante. — Si, si, la acepto… Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía. "Joder..." Volvió a llamar. Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella. —¿Dean? -preguntó algo dudosa. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo. — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero? Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas. -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona. — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE? Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído. — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte.... Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña. — Vale... si eres Hope, demuéstralo. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle— -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados. Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla. -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real. Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse. — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí. En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas. Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa. -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella. Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos. Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor... ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes? ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea. -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros... Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado. Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas. — Sam. Nos vamos. No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
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  • — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz?

    Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas.

    Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta.

    — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha?

    Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos.

    — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan?

    Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma.

    — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más.

    « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor.

    "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico."

    Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo.

    " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba".

    Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor.

    — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta.

    « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
    — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz? Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas. Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta. — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha? Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos. — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan? Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma. — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más. « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor. "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico." Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo. " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba". Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor. — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta. « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
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  • ¿Es verdad eso que dicen?
    Fandom Original
    Categoría Original
    Ryuna Takahari

    La ida del muchacho lo tranquilizó. No sabía lo que le deparaba el futuro lejos de él, pero sí lo que lo deparaba el futuro a su lado: problemas, en resumen. Unos problemas a los que jamás se había enfrentado por su condición de ciudadano acaudalado y legal.

    Ahora que no estaba Takahari, se permitió desempolvar una botella de whisky del armario más un vaso. "¿Qué hubiera pensado de verme borracho?", pensó. Pero el alcohol era más bien un tranquilizante. La sangre era el único licor que lo embriagaba.

    Entonces, fue la llamada que antes esperaba lo que lo tomó desprevenido, justo en el momento en el que deseaba evadirse por un instante. Al ver el contacto, sin embargo, contestó sin pensarlo.

    -----

    Pasar la tarde desaparecida no era problema para ella. Razvan era perfectamente consciente de lo que hacía, y le daba igual. Isidro participaba, y el resto... Bueno, no había resto. Por algo seguían juntos.

    Coño, es que estaban juntos. Cualquiera que los mirara pensaría que eran más que uña y piel. Mascó el chicle de canela con la sensación melancólica que le causaba reconocer esa diferencia entre realidad y ficción - el mundo de carne y hueso no se asemejaba al de fantasía, y ahora que estaba en el almacén abandonado... Pues demonios, podía dar rienda suelta a la fantasía. Se recostó contra un cajón y apoyó la cabeza en la madera. Cerró los ojos en gesto adormilado; deseaba que el sopor la invadiera mientras pensaba en una vida sin problemas y con amor.

    —Este sitio es una puta mierda...

    Las palabras, sorprendentemente, no venían de parte suya. Abrió los ojos y trató de discernir a aquel hombre entre la oscuridad... pero nada, no veía un pijo. —¿Puta mierda? Aquí no pasa la policía, ¿qué te esperabas? —Otra voz, algo reconocible, acompañó a la primera. Ambas eran de hombres más bien mayores, al menos comparándolos consigo misma, teniendo poco más de diecinueve.

    Y entonces llegó a su nariz el aroma a marihuana. Uf, se removió con el deseo de acercarse a ellos, pero inmediatamente se le puso la cara roja de los nervios. Ese miedo a la gente era su perdición...

    —Además, te lo puedo contar todo aquí. Ni mensajes ni polladas de esas... —soltó una corta risa, irritante como el sonido de uñas contra la pizarra—. Me he topado con el mocoso del otro día. El del bar.

    —El que te golpeó.

    —Sí, sí, el que me golpeó. Parece que se ha echado novio.

    Soltó otra risa, que fue incluso más molesta. Como de un niñato matón que se dedicaba a hacer chistes asquerosos contra los raritos de clase. —Pero el caso es que ahora ya sé dónde vive. Le he dejado una sorpresa. ¿Sabes que ya no tiene arma? Además...-

    —¿Qué coño me estás contando? Si he estado contigo todo el día. Te he ayudado a dejar esa pistola en el recibidor sin que nadie te viera. Incluso he llamado a ese niño de papá como si fuera su nuevo botones. Imbécil... Te ha dejado imbécil a golpes.

    Tras una pausa, el otro le respondió. —Ya no recuerdo las cosas bien. Pero de ese bigote... Es inconfundible.

    —Sí, y aunque te lo cargues, no vas a caerle mejor a esos tipos, ni te vas a curar el alzheimer... ¡Eh, devuélvemelo!

    Pero Bruna había escuchado lo suficiente como para entender de qué iba todo aquello, más aún cuando ella misma lo había visto. Acomodó su coleta para echarse la capucha de la sudadera por encima de la cabeza y se colocó la bandana sobre la boca, dando al final la apariencia de una grafitera cualquiera. Si tan solo tuviera las armas... Pero las había dejado las dos en otro sitio más seguro. Igualmente, nada más salir se tropezó con uno de los dos a causa de la oscuridad. El porro que sujetaba cayó al suelo y se apagó, aunque ella aprovechó la situación para cogerlo.

    —¡Mira por dónde vas, hostia!

    —¡G-g-gilipoll...! —antes de espetar al 100% el insulto, se calló; le había salido mal, nuevamente. En su lugar les sacó el dedo corazón, tembloroso, pero lo importante fue quedarse con sus caras. Uno, alto y barbudo (no se hizo corte de pelo). Otro, un poco menos alto y con un poco de sobrepeso. Con poco pelo también. Pero suficiente; echó a correr antes de que se pusieran violentos con ella.

    -----

    La llamada con Isidro fue breve, pero suficiente para hacerlo sentir miedo genuino. Ambos se hicieron a la calle con el viejo Toyota Corolla 1980 gris del chico. Era entrada la noche... ¿cómo podían esperar encontrarlo?

    —Me has dicho que no le deje contestar llamadas, pero ésta es importante...

    Bruna se recostó contra el respaldo del copiloto, cansada. Algo en ella se sentía distinto, y no tenía que ver con el olor a estupefacientes ni sus ojos enrojecidos. O sí. A saber. Isidro encontró el contacto de Takahari y esperó que la llamada fuera contestada. Ansiedad le dio percatarse de la tardanza.

    Y entonces, Bruna hizo la peor pregunta posible en el peor momento para hacerla.

    —¿Es verdad lo que dijeron? ¿Que sois novios?

    ¿Qué?

    Bruna no mencionó ese detalle al principio. La pregunta lo descolocó tanto que se mantuvo en espera él también. Su cerebro estaba tan en espera como la llamada que Takahari le debía de contestar.
    [eclipse_violet_frog_172] La ida del muchacho lo tranquilizó. No sabía lo que le deparaba el futuro lejos de él, pero sí lo que lo deparaba el futuro a su lado: problemas, en resumen. Unos problemas a los que jamás se había enfrentado por su condición de ciudadano acaudalado y legal. Ahora que no estaba Takahari, se permitió desempolvar una botella de whisky del armario más un vaso. "¿Qué hubiera pensado de verme borracho?", pensó. Pero el alcohol era más bien un tranquilizante. La sangre era el único licor que lo embriagaba. Entonces, fue la llamada que antes esperaba lo que lo tomó desprevenido, justo en el momento en el que deseaba evadirse por un instante. Al ver el contacto, sin embargo, contestó sin pensarlo. ----- Pasar la tarde desaparecida no era problema para ella. Razvan era perfectamente consciente de lo que hacía, y le daba igual. Isidro participaba, y el resto... Bueno, no había resto. Por algo seguían juntos. Coño, es que estaban juntos. Cualquiera que los mirara pensaría que eran más que uña y piel. Mascó el chicle de canela con la sensación melancólica que le causaba reconocer esa diferencia entre realidad y ficción - el mundo de carne y hueso no se asemejaba al de fantasía, y ahora que estaba en el almacén abandonado... Pues demonios, podía dar rienda suelta a la fantasía. Se recostó contra un cajón y apoyó la cabeza en la madera. Cerró los ojos en gesto adormilado; deseaba que el sopor la invadiera mientras pensaba en una vida sin problemas y con amor. —Este sitio es una puta mierda... Las palabras, sorprendentemente, no venían de parte suya. Abrió los ojos y trató de discernir a aquel hombre entre la oscuridad... pero nada, no veía un pijo. —¿Puta mierda? Aquí no pasa la policía, ¿qué te esperabas? —Otra voz, algo reconocible, acompañó a la primera. Ambas eran de hombres más bien mayores, al menos comparándolos consigo misma, teniendo poco más de diecinueve. Y entonces llegó a su nariz el aroma a marihuana. Uf, se removió con el deseo de acercarse a ellos, pero inmediatamente se le puso la cara roja de los nervios. Ese miedo a la gente era su perdición... —Además, te lo puedo contar todo aquí. Ni mensajes ni polladas de esas... —soltó una corta risa, irritante como el sonido de uñas contra la pizarra—. Me he topado con el mocoso del otro día. El del bar. —El que te golpeó. —Sí, sí, el que me golpeó. Parece que se ha echado novio. Soltó otra risa, que fue incluso más molesta. Como de un niñato matón que se dedicaba a hacer chistes asquerosos contra los raritos de clase. —Pero el caso es que ahora ya sé dónde vive. Le he dejado una sorpresa. ¿Sabes que ya no tiene arma? Además...- —¿Qué coño me estás contando? Si he estado contigo todo el día. Te he ayudado a dejar esa pistola en el recibidor sin que nadie te viera. Incluso he llamado a ese niño de papá como si fuera su nuevo botones. Imbécil... Te ha dejado imbécil a golpes. Tras una pausa, el otro le respondió. —Ya no recuerdo las cosas bien. Pero de ese bigote... Es inconfundible. —Sí, y aunque te lo cargues, no vas a caerle mejor a esos tipos, ni te vas a curar el alzheimer... ¡Eh, devuélvemelo! Pero Bruna había escuchado lo suficiente como para entender de qué iba todo aquello, más aún cuando ella misma lo había visto. Acomodó su coleta para echarse la capucha de la sudadera por encima de la cabeza y se colocó la bandana sobre la boca, dando al final la apariencia de una grafitera cualquiera. Si tan solo tuviera las armas... Pero las había dejado las dos en otro sitio más seguro. Igualmente, nada más salir se tropezó con uno de los dos a causa de la oscuridad. El porro que sujetaba cayó al suelo y se apagó, aunque ella aprovechó la situación para cogerlo. —¡Mira por dónde vas, hostia! —¡G-g-gilipoll...! —antes de espetar al 100% el insulto, se calló; le había salido mal, nuevamente. En su lugar les sacó el dedo corazón, tembloroso, pero lo importante fue quedarse con sus caras. Uno, alto y barbudo (no se hizo corte de pelo). Otro, un poco menos alto y con un poco de sobrepeso. Con poco pelo también. Pero suficiente; echó a correr antes de que se pusieran violentos con ella. ----- La llamada con Isidro fue breve, pero suficiente para hacerlo sentir miedo genuino. Ambos se hicieron a la calle con el viejo Toyota Corolla 1980 gris del chico. Era entrada la noche... ¿cómo podían esperar encontrarlo? —Me has dicho que no le deje contestar llamadas, pero ésta es importante... Bruna se recostó contra el respaldo del copiloto, cansada. Algo en ella se sentía distinto, y no tenía que ver con el olor a estupefacientes ni sus ojos enrojecidos. O sí. A saber. Isidro encontró el contacto de Takahari y esperó que la llamada fuera contestada. Ansiedad le dio percatarse de la tardanza. Y entonces, Bruna hizo la peor pregunta posible en el peor momento para hacerla. —¿Es verdad lo que dijeron? ¿Que sois novios? ¿Qué? Bruna no mencionó ese detalle al principio. La pregunta lo descolocó tanto que se mantuvo en espera él también. Su cerebro estaba tan en espera como la llamada que Takahari le debía de contestar.
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  • Verlos caminar juntos, a ojos ajenos, era un auténtico espectáculo.

    El solsticio de invierno estaba cada vez más cerca, se podía notar por como las mañanas cariciaban con su frío aliento. Ese día, nada más los primeros rayos del sol acariciaron la tierra, Kazuo tomó a 𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆 y la llevó consigo a la ciudad que yacía bajo el pié del monte Inari; Su hogar.

    Era un magnífico día para un paseo, y como no, para mirar algunas tiendas. Debían elegir la ropa adecuada para presentarse en el mundo de los espíritus, frente a las deidades para hablar con su diosa madre. Iba a ser un acontecimiento muy importante, así que la presencia era algo muy importante.

    La pareja no pasaba desapercibida. Para Kazuo era algo habitual llamar la atención. Pero aquel día la expectación era más aún si cabía ser posible. La melena carmesí, y las perfectas facciones de Elizabeth, dejaban escapar más de un suspiro de anhelo entre los viandantes.
    Kazuo no podía estar más complacido. Llevarla del brazo e ir presumiendo de su compañía, le hacía inflar el pecho como un pavo dichoso.

    Se podría decir que aquel día era la primera vez que se dejaban ver en público como una auténtica pareja. Una total declaración de intenciones, para quién los había visto a ambos por separados y hubiesen tenido la más mínima idea de intentar algo amoroso con ellos.
    Verlos caminar juntos, a ojos ajenos, era un auténtico espectáculo. El solsticio de invierno estaba cada vez más cerca, se podía notar por como las mañanas cariciaban con su frío aliento. Ese día, nada más los primeros rayos del sol acariciaron la tierra, Kazuo tomó a [Liz_bloodFlame] y la llevó consigo a la ciudad que yacía bajo el pié del monte Inari; Su hogar. Era un magnífico día para un paseo, y como no, para mirar algunas tiendas. Debían elegir la ropa adecuada para presentarse en el mundo de los espíritus, frente a las deidades para hablar con su diosa madre. Iba a ser un acontecimiento muy importante, así que la presencia era algo muy importante. La pareja no pasaba desapercibida. Para Kazuo era algo habitual llamar la atención. Pero aquel día la expectación era más aún si cabía ser posible. La melena carmesí, y las perfectas facciones de Elizabeth, dejaban escapar más de un suspiro de anhelo entre los viandantes. Kazuo no podía estar más complacido. Llevarla del brazo e ir presumiendo de su compañía, le hacía inflar el pecho como un pavo dichoso. Se podría decir que aquel día era la primera vez que se dejaban ver en público como una auténtica pareja. Una total declaración de intenciones, para quién los había visto a ambos por separados y hubiesen tenido la más mínima idea de intentar algo amoroso con ellos.
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  • —¿...Qué? Nadie me ayuda, así que a veces tengo que... -hic- ... probar las pociones conmigo misma. La seguridad de mis clientes es lo más... -hic- ...importante. A veces. Cuando puedo.
    —¿...Qué? Nadie me ayuda, así que a veces tengo que... -hic- ... probar las pociones conmigo misma. La seguridad de mis clientes es lo más... -hic- ...importante. A veces. Cuando puedo.
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  • – Otro día más.

    Se levantó demasiado tarde, pero toma café en pleno mediodía, sin importar el calor del momento.

    – Seguro no me perdí de nada importante.

    Aunque hablaba solo, sabía que era monitoreado y a ellos les daba los mensajes.
    – Otro día más. Se levantó demasiado tarde, pero toma café en pleno mediodía, sin importar el calor del momento. – Seguro no me perdí de nada importante. Aunque hablaba solo, sabía que era monitoreado y a ellos les daba los mensajes.
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  • — Un buen traje y una corbata bien ajustada son escenciales, la primera impresión es la mas importante. Todo está en los detalles, ¿no crees mon amour?
    — Un buen traje y una corbata bien ajustada son escenciales, la primera impresión es la mas importante. Todo está en los detalles, ¿no crees mon amour?
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