- FICROL
-
- ROLEPLAY
-
-
-
-
- EXPLORAR
-
-
-
-
-



22 - 🇪🇸 - 1'65 - born in 1875
Criminal buscado. Asesino con más de 10 víctimas registradas. Se pone nervioso hablando con mujeres.
Criminal buscado. Asesino con más de 10 víctimas registradas. Se pone nervioso hablando con mujeres.
- Tipo de personaje
2D - Longitud narrativa
Multi-párrafo , Novela - Categorías de rol
Acción , Aventura , Comedia , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Original , Terror
- #DespertarEnLaCasa
No recordaba haber llegado ahí.
Isidro se incorporó con lentitud, como si temiera que entre las sombras del cuarto pudiera ocultarse la Parca misma. Eso era habitual en él, sentir miedo de que su vida acabara nada más comenzara el día. Pero al ver que no se movía ni una rata por los suelos, pudo abandonar la cama vieja y con olor a sangre en la que había dormido. Comprobó entonces, al caminar un poco por el cuarto, que no eran solamente las sábanas las que tenían ese tufo; era toda la habitación. Aquello era un miasma que la invadía, y que no provenía de un foco que no fuera la totalidad del espacio.
Su miedo inicial pasó pronto, reemplazado por curiosidad. El olor a sangre era muy acogedor, al fin y al cabo, y le llevaba a querer investigar. Terminó por acercarse al escritorio, dispuesto a sentarse para escribir algo en su cuaderno, pero vio entonces una nota, y la leyó. En realidad necesitó alumbrarse con una vela y cerillas, que no tardó en encontrar dentro de un cajón del escritorio. Eso le permitió ver (o más bien ignorar, pues se centraba solamente en el papel) que las paredes del cuarto estaban cubiertas de tajos y magulladuras, como si se hubiera desatado una auténtica batalla, y no faltaban tampoco unas manchas que habían pasado ya de carmín puro a marrón oscuro. Por el suelo estaban tirados su capa, sombrero, espada y revolver. Pero nada de eso le importaba tanto ahora. “Estás a salvo aquí.”
—¿Qué fantochada es esta? —murmuró. Entonces vio el bulto de sus cosas tiradas por el suelo, y decidió que era momento de salir a ver dónde estaba. Se envolvió en la capa oscura, se ciñó el sombrero, y enfundó el revolver y la espada en su cinturón. Entonces abrió la puerta con cuidado, y salió. De no ser por la vela que aún llevaba en la mano, hubiera sido fácil pasarlo desapercibido por la oscuridad.#DespertarEnLaCasa No recordaba haber llegado ahí. Isidro se incorporó con lentitud, como si temiera que entre las sombras del cuarto pudiera ocultarse la Parca misma. Eso era habitual en él, sentir miedo de que su vida acabara nada más comenzara el día. Pero al ver que no se movía ni una rata por los suelos, pudo abandonar la cama vieja y con olor a sangre en la que había dormido. Comprobó entonces, al caminar un poco por el cuarto, que no eran solamente las sábanas las que tenían ese tufo; era toda la habitación. Aquello era un miasma que la invadía, y que no provenía de un foco que no fuera la totalidad del espacio. Su miedo inicial pasó pronto, reemplazado por curiosidad. El olor a sangre era muy acogedor, al fin y al cabo, y le llevaba a querer investigar. Terminó por acercarse al escritorio, dispuesto a sentarse para escribir algo en su cuaderno, pero vio entonces una nota, y la leyó. En realidad necesitó alumbrarse con una vela y cerillas, que no tardó en encontrar dentro de un cajón del escritorio. Eso le permitió ver (o más bien ignorar, pues se centraba solamente en el papel) que las paredes del cuarto estaban cubiertas de tajos y magulladuras, como si se hubiera desatado una auténtica batalla, y no faltaban tampoco unas manchas que habían pasado ya de carmín puro a marrón oscuro. Por el suelo estaban tirados su capa, sombrero, espada y revolver. Pero nada de eso le importaba tanto ahora. “Estás a salvo aquí.” —¿Qué fantochada es esta? —murmuró. Entonces vio el bulto de sus cosas tiradas por el suelo, y decidió que era momento de salir a ver dónde estaba. Se envolvió en la capa oscura, se ciñó el sombrero, y enfundó el revolver y la espada en su cinturón. Entonces abrió la puerta con cuidado, y salió. De no ser por la vela que aún llevaba en la mano, hubiera sido fácil pasarlo desapercibido por la oscuridad.¡Inicia sesión para reaccionar, comentar y compartir! - Tenlo en cuenta al responder.#DespertarEnLaCasa
El murmullo no despertase, mas si apareciese en la casa, una habitación perfecta para él...
Una habitación que no respira...
Pero cada muro palpita.
Piedra húmeda… no por agua.
Grietas como venas.
No hay luz,
sólo el reflejo sordo de lo que alguna vez fue claro.
Una claridad que no alumbra,
pero tampoco deja escapar la sombra.
El centro… sí…
una mesa…
no para comer… ni para descansar…
Sino para sangrar en silencio.
Sobre ella, hojas.
Algunas aún empapadas de duda.
Otras a medio escribir...
Se escriben solas,
o quizás…
Es El murmullo el que las escribe.
No hay manos.
No hay tinta.
Sea pues la sangre del murmullo la que plasme las palabras
Una pluma… olvidada…
quebrada...
Pero aún ahí…
esperando.
Y los libros…
oh… los libros…
sus lomos duelen de tanto contener secretos.
No tienen títulos.
Porque lo que nombramos… escapa.
Y lo que olvidamos… queda.
Si abres uno,
hallaras no la historia de otro,
sino la propia.
pues es obvio quien está escribiendo...
Tú.
Un constructo de la mente del escriba.
Una ilusión hecha para el oyente.
Una habitación hecha para El Murmullo.
Y en la mente, escuchase los susurros...
—...shhh...
...no digas nada… escribe.—
Una nueva historia.
La emoción de escribir me carcome.0 comentarios 0 compartidos - Tenlo en cuenta al responder.Mensaje general 100% off rol que no va para nadie en específico (simple yapping, vamos) - pero no acepto solicitudes de amistad de perfiles que sean OBVIAMENTE hechos para lemon es decir, no tengo la insignia +18, no tengo nada en mi cuenta que pueda indicar que me centro en eso.
Supongo que al final simplemente lanzan solicitud a todos los que estén online, pero ya he tenido alguna experiencia rara con gente así. También dudo mucho que uno de esos perfiles vea este post. Esto es una queja al vacío. :")Mensaje general 100% off rol que no va para nadie en específico (simple yapping, vamos) - pero no acepto solicitudes de amistad de perfiles que sean OBVIAMENTE hechos para lemon 😭 es decir, no tengo la insignia +18, no tengo nada en mi cuenta que pueda indicar que me centro en eso. Supongo que al final simplemente lanzan solicitud a todos los que estén online, pero ya he tenido alguna experiencia rara con gente así. También dudo mucho que uno de esos perfiles vea este post. Esto es una queja al vacío. :") - ¿Y después de una emergencia médica...?[eclipse_violet_frog_172]
Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario.
—No tiene porqué estar perdido…
Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada.
—Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado?
Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima.
—No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene.
—Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él.
Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a…
Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora…
Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento.
-----
—Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal...
—Sí, ya sé que es epiléptica.
Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías.
—Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que…
Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas…
Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.
[eclipse_violet_frog_172] Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario. —No tiene porqué estar perdido… Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada. —Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado? Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima. —No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene. —Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él. Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a… Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora… Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento. ----- —Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal... —Sí, ya sé que es epiléptica. Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías. —Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que… Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas… Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.TipoIndividualLíneasCualquier líneaEstadoDisponible - De buena mañanaEl rayo de sol que iluminaba su cara parecía una bendición. Para ella, y para quien la viera. Esa precisa mañana se animó, por una vez, a aclararse bien. Debía admitir que le dolía abandonar aquel sitio sabiendo que no volverían a encontrar una pastilla de jabón en, posiblemente, semanas. Quizás meses. ¿Cuánto tiempo...
- Un año sin ti[eclipse_violet_frog_172]
“¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido?”
Las búsquedas de google no arrojaban el resultado que hubiera querido, así que probó con los de bing. Siguió con los de duckduckgo, y luego con los de ecosia. Luego utilizó otra vez google, pero usando operadores de búsqueda (¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido? after:2018 +“consejos” -“antidepresivos” -“acudir a un especialista”). Nuevamente, los resultados no le daban la satisfacción que le hubiera gustado. Entonces sintió que una mano “amiga” le tomaba del hombro. —¡Iso~! No puedes escaquearte de tu trabajo así, ¿cierto?
—¡Lo… lo siento!
—Es broma… ¿Te encuentras bien?
—Ajá… —¿Lo había visto buscando esas cosas? Esperaba que no fuera el caso. —Hacía unas búsquedas para un cliente, sólo eso.
Notó que fruncía el ceño, como si quisiera decir algo más y no se viera capaz. Algo mucho más directo de lo que estaba a punto de decir.
—¿Y no te parece hablar directamente con nuestros clientes? Necesito que vaya un representante de Apolión, y somos cuatro. Tú, yo, Ryan y Rashid. Digo, puede ir uno de los tres Rs, pero estoy pensando que te interesaría salir del cubículo.
Oh, sí, lo había visto, y era una indirecta muy directa. Algunas de las páginas de autoayuda que había encontrado sugerían tomar un poco de sol, y además, la intención era lo que contaba, así que se limitó a encogerse de hombros. —Puedo hacerlo.
—¡Claro, chico! Si tú tienes una facilidad para hablarles… —le dio unas palmaditas en la espalda —. Va, alegra esa cara. Cerramos en unos minutos. Y mañana te presentarás en el restaurante indio ese que hay cerca del aeropuerto, el Al-Fateh, a las doce del mediodía. ¿Vale? Muy bien. —No le dejaba tiempo de reacción antes de mover su silla hacia atrás y, de manera muy invasiva, cerrar todas las pestañas de google. —Uy, ¿no tenías una cita esta semana? Espero no arruinártela. Estarás unas horas.
—¿Cita…? —lo miró confuso. ¿Espiaba sus conversaciones privadas? Pero incluso entonces… —No, no, y tampoco tengo nada mañana.
Unas palmadas más. —¡No digas eso, que lo que tú eres es un Don Juan! Va, que mañana quiero que te presentes de gala también. Los clientes son como las mujeres: hay que… —se mordió la lengua al recordar que Isidro era feminista —¡...Hay que tratarlos con todo el respeto y decoro del mundo! Y por eso vas a ir bien vestidito. ¡Va, que ya te puedes ir!
-----
Al llegar al restaurante (bien vestido con el traje que el dinero constante le permitía comprarse, como si aquello se tratara de impresionar a una chica), no pudo evitar preguntarse algo. “Un momento, Al-Fateh es un nombre árabe, no indio”. Pero daba absolutamente igual. Incluso después de haberlo pensado al recibir las primeras indicaciones, Isidro había aprendido a agachar la cabeza y no decir nada. Le interesaba no molestar a Razvan - estabilidad laboral ante todo, le había dicho su amiga, y ahora interiorizaba sus palabras.
Igualmente, los clientes debían estar por ahí, ¿no? Y ahora temía que no fueran a tomarse a un representante de diecinueve años en serio. Razvan era joven, como el resto de fundadores (a los que ahora parecía haberse unido él de forma semi-permanente), pero al menos ellos eran la mente pensante de la compañía. Bueno, unos más que otros…
A él sí que le faltaba mente pensante para ciertas cosas; en su espera, abrió una petaca de whisky y se la llevó a los labios, bebiendo aquel delicioso néctar. Tras pasar unos largos segundos, se limpió los labios con el dorso de la muñeca.
Ya no era suficiente. Nada lo era, pero ante todo, el alcohol se quedaba corto tras un año sin pelear borracho. O ebrio. “¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido…?”
[eclipse_violet_frog_172] “¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido?” Las búsquedas de google no arrojaban el resultado que hubiera querido, así que probó con los de bing. Siguió con los de duckduckgo, y luego con los de ecosia. Luego utilizó otra vez google, pero usando operadores de búsqueda (¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido? after:2018 +“consejos” -“antidepresivos” -“acudir a un especialista”). Nuevamente, los resultados no le daban la satisfacción que le hubiera gustado. Entonces sintió que una mano “amiga” le tomaba del hombro. —¡Iso~! No puedes escaquearte de tu trabajo así, ¿cierto? —¡Lo… lo siento! —Es broma… ¿Te encuentras bien? —Ajá… —¿Lo había visto buscando esas cosas? Esperaba que no fuera el caso. —Hacía unas búsquedas para un cliente, sólo eso. Notó que fruncía el ceño, como si quisiera decir algo más y no se viera capaz. Algo mucho más directo de lo que estaba a punto de decir. —¿Y no te parece hablar directamente con nuestros clientes? Necesito que vaya un representante de Apolión, y somos cuatro. Tú, yo, Ryan y Rashid. Digo, puede ir uno de los tres Rs, pero estoy pensando que te interesaría salir del cubículo. Oh, sí, lo había visto, y era una indirecta muy directa. Algunas de las páginas de autoayuda que había encontrado sugerían tomar un poco de sol, y además, la intención era lo que contaba, así que se limitó a encogerse de hombros. —Puedo hacerlo. —¡Claro, chico! Si tú tienes una facilidad para hablarles… —le dio unas palmaditas en la espalda —. Va, alegra esa cara. Cerramos en unos minutos. Y mañana te presentarás en el restaurante indio ese que hay cerca del aeropuerto, el Al-Fateh, a las doce del mediodía. ¿Vale? Muy bien. —No le dejaba tiempo de reacción antes de mover su silla hacia atrás y, de manera muy invasiva, cerrar todas las pestañas de google. —Uy, ¿no tenías una cita esta semana? Espero no arruinártela. Estarás unas horas. —¿Cita…? —lo miró confuso. ¿Espiaba sus conversaciones privadas? Pero incluso entonces… —No, no, y tampoco tengo nada mañana. Unas palmadas más. —¡No digas eso, que lo que tú eres es un Don Juan! Va, que mañana quiero que te presentes de gala también. Los clientes son como las mujeres: hay que… —se mordió la lengua al recordar que Isidro era feminista —¡...Hay que tratarlos con todo el respeto y decoro del mundo! Y por eso vas a ir bien vestidito. ¡Va, que ya te puedes ir! ----- Al llegar al restaurante (bien vestido con el traje que el dinero constante le permitía comprarse, como si aquello se tratara de impresionar a una chica), no pudo evitar preguntarse algo. “Un momento, Al-Fateh es un nombre árabe, no indio”. Pero daba absolutamente igual. Incluso después de haberlo pensado al recibir las primeras indicaciones, Isidro había aprendido a agachar la cabeza y no decir nada. Le interesaba no molestar a Razvan - estabilidad laboral ante todo, le había dicho su amiga, y ahora interiorizaba sus palabras. Igualmente, los clientes debían estar por ahí, ¿no? Y ahora temía que no fueran a tomarse a un representante de diecinueve años en serio. Razvan era joven, como el resto de fundadores (a los que ahora parecía haberse unido él de forma semi-permanente), pero al menos ellos eran la mente pensante de la compañía. Bueno, unos más que otros… A él sí que le faltaba mente pensante para ciertas cosas; en su espera, abrió una petaca de whisky y se la llevó a los labios, bebiendo aquel delicioso néctar. Tras pasar unos largos segundos, se limpió los labios con el dorso de la muñeca. Ya no era suficiente. Nada lo era, pero ante todo, el alcohol se quedaba corto tras un año sin pelear borracho. O ebrio. “¿Qué haces cuando sientes que la vida pierde sentido…?”TipoIndividualLíneasCualquier líneaEstadoDisponible
Ver más…
© 2025 FicRol