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「 𝒫𝑜𝓉𝑒𝓃𝓉𝒾𝒶 ℛ𝑒𝑔𝑒𝓇𝑒 」
Primogénito del conde Ciel Phantomhive y del conde Charles Grey.
Primogénito del conde Ciel Phantomhive y del conde Charles Grey.
Padre
Charles Grey
- Tipo de personaje
2D - Longitud narrativa
Una línea , Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo - Categorías de rol
Acción , Anime & Mangas , Aventura , Ciencia ficción , Comedia , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Otros , Terror
Fijado
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- II. En algún momento del tiempo.| Este tema le queda muy bien de fondo, de hecho, la escuchaba mientras escribía. La ost de Umineko es excelente inspirador.| https://www.youtube.com/watch?v=i9VloZ_UdWk Dos adultos y un niño se hallaban sentados en los sillones del salón, distanciados entre sí, sus rostros sombríos. El mayordomo se había retirado hace poco, dejando el...
- El aguilucho sale de las sombras siendo un águila.El aguilucho sale de las sombras siendo un águila.
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- II. Trama mágica: Posibilidades.En el bosque circundante, no tan profundo, se hallaba un gran roble donde Junior acostumbraba a pasar la tarde. Este era su lugar favorito, y en sus primeros años solía escabullirse, dado que su padre no le daba permiso para salir. Ahora, a sus trece años, podía confiársele que no se iría más lejos y que volvería a casa limpio y a tiempo...
- Mala influenciaEl joven Phantomhive se acercó al androide con porte elegante y tranquilo.
—Señor Hiro —comenzó.
—¿Podría acompañarme?
Sin darle más explicaciones, se dio la vuelta y continuó caminando. Dando por hecho que sería seguido.
El niño se dirigió hacia uno de los tantos salones que había en la mansión. Al ser esta una edificación tan grande, era normal encontrarse muchas de estas habitaciones formando parte, en general, de habitaciones para invitados.
Cuando entro, Junior se dirigió hacia una de los ventanales, destrabándola y abriéndola de par en par. El viento ingresó, despeinando un poco su cabello y sus ropajes cuidadosamente colocados.
Pero, Junior no parecía preocupado, en realidad, portaba una extraña sonrisa en sus labios.
—Usted es mi protector —habló desde que, lo llamó a seguirlo en primer lugar. —Me seguiría a donde sea que fuese, ¿verdad?El joven Phantomhive se acercó al androide con porte elegante y tranquilo. —Señor Hiro —comenzó. —¿Podría acompañarme? Sin darle más explicaciones, se dio la vuelta y continuó caminando. Dando por hecho que sería seguido. El niño se dirigió hacia uno de los tantos salones que había en la mansión. Al ser esta una edificación tan grande, era normal encontrarse muchas de estas habitaciones formando parte, en general, de habitaciones para invitados. Cuando entro, Junior se dirigió hacia una de los ventanales, destrabándola y abriéndola de par en par. El viento ingresó, despeinando un poco su cabello y sus ropajes cuidadosamente colocados. Pero, Junior no parecía preocupado, en realidad, portaba una extraña sonrisa en sus labios. —Usted es mi protector —habló desde que, lo llamó a seguirlo en primer lugar. —Me seguiría a donde sea que fuese, ¿verdad?TipoIndividualLíneasCualquier líneaEstadoDisponible - V. ¿Fuera del tablero?Las ruedas levantaban algo de polvo, y el motor del coche resonaba en el tranquilo camino.
A través de la ventana podía verse una monótona extensión de tierra y césped; solo a lo lejos se alzaban árboles de un pequeño bosque circundante, de donde algunos petirrojos intrépidos surgían, curiosos ante el ruidoso vehículo.
—¿Llegaremos pronto?
Jean mostraba cierta ansiedad, como si deseara darse la vuelta y regresar. Su chofer, el confiable Finnian, asintió. Y justo en ese momento ambos pudieron ver cómo asomaba una gran mansión, respondiendo así la inquietud del joven Phantomhive, quien solo dejó escapar un suspiro.
A estas alturas, volver atrás era impensable: ya habían alcanzado su destino.
Y es que su dilema tenía nombre y apellido: Heinrich Rosenberg.
¿Qué debía hacer Jean con él?
Por alguna razón, le resultaba difícil articular la respuesta evidente. Si se tratase de otra persona, la resolución de Jean habría sido inmediata: solo un medio para un fin.
El señor Heinrich no era un peón especialmente valioso, pero todos los peones tenían su utilidad, y ganarse su favor podría ser beneficioso dado su evidente carisma. Sin embargo, su habitual cinismo parecía tambalearse ante él, generando un inesperado sentimiento de culpa. Tal vez porque, en el fondo, se sentía en deuda por la ayuda que le brindó en el pasado, o porque el encanto de Heinrich había logrado alcanzarlo, haciéndolo sentir incómodo al usar a alguien tan bondadoso y crédulo.
Fuera cual fuese la causa, este dilema estaba comenzando a ser una distracción.
Jean se propuso visitarlo, cumplir con su "promesa" y esperar que eso fuese suficiente para disipar aquel incómodo remordimiento hacia el señor Heinrich. Y si no resultaba, entonces tendría que olvidarse de tenerlo como un peón; pero, Jean se negaba a admitir la derrota, incluso en algo así, por lo que, se hallaba en un punto muerto.
Pronto, el vehículo se estacionó cerca de la imponente entrada de la mansión. Cuando Finnian le abrió la puerta, Jean cerró los ojos un instante, y al abrirlos, la expresión conflictuada había desaparecido. Solo quedaba un joven de semblante tranquilo, casi abierto, con una sutil sonrisa en los labios: la imagen misma de la cortesía.
Portaba un bastón de madera oscura lacada y una levita a juego, en un conjunto elegantemente sobrio.
Las ruedas levantaban algo de polvo, y el motor del coche resonaba en el tranquilo camino. A través de la ventana podía verse una monótona extensión de tierra y césped; solo a lo lejos se alzaban árboles de un pequeño bosque circundante, de donde algunos petirrojos intrépidos surgían, curiosos ante el ruidoso vehículo. —¿Llegaremos pronto? Jean mostraba cierta ansiedad, como si deseara darse la vuelta y regresar. Su chofer, el confiable Finnian, asintió. Y justo en ese momento ambos pudieron ver cómo asomaba una gran mansión, respondiendo así la inquietud del joven Phantomhive, quien solo dejó escapar un suspiro. A estas alturas, volver atrás era impensable: ya habían alcanzado su destino. Y es que su dilema tenía nombre y apellido: Heinrich Rosenberg. ¿Qué debía hacer Jean con él? Por alguna razón, le resultaba difícil articular la respuesta evidente. Si se tratase de otra persona, la resolución de Jean habría sido inmediata: solo un medio para un fin. El señor Heinrich no era un peón especialmente valioso, pero todos los peones tenían su utilidad, y ganarse su favor podría ser beneficioso dado su evidente carisma. Sin embargo, su habitual cinismo parecía tambalearse ante él, generando un inesperado sentimiento de culpa. Tal vez porque, en el fondo, se sentía en deuda por la ayuda que le brindó en el pasado, o porque el encanto de Heinrich había logrado alcanzarlo, haciéndolo sentir incómodo al usar a alguien tan bondadoso y crédulo. Fuera cual fuese la causa, este dilema estaba comenzando a ser una distracción. Jean se propuso visitarlo, cumplir con su "promesa" y esperar que eso fuese suficiente para disipar aquel incómodo remordimiento hacia el señor Heinrich. Y si no resultaba, entonces tendría que olvidarse de tenerlo como un peón; pero, Jean se negaba a admitir la derrota, incluso en algo así, por lo que, se hallaba en un punto muerto. Pronto, el vehículo se estacionó cerca de la imponente entrada de la mansión. Cuando Finnian le abrió la puerta, Jean cerró los ojos un instante, y al abrirlos, la expresión conflictuada había desaparecido. Solo quedaba un joven de semblante tranquilo, casi abierto, con una sutil sonrisa en los labios: la imagen misma de la cortesía. Portaba un bastón de madera oscura lacada y una levita a juego, en un conjunto elegantemente sobrio.TipoIndividualLíneasCualquier líneaEstadoDisponible
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