"La danza y la muerte son mis dos lenguajes. En el escenario, soy una artista; en la oscuridad, una sombra letal."

Resumen⬇️ (Ver información completa en ficha⬆️):

𝗘𝗱𝗮𝗱: 21 años

𝗣𝗿𝗼𝗳𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻: Asesina a sueldo, en una organización de operaciones especiales. En su vida pública trabaja como mesera en un café. A su vez, también es bailarina de ballet.

𝗘𝘀𝘁𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮: 1.58m

𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱: Fría e inteligente, pero impulsiva, impredecible y de naturaleza caótica. Mentalmente inestable. Tiene una relación simbiótica con la violencia. A menudo su comportamiento infantil contrasta con su tendencia al caos y la violencia.

𝗛𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀: Usa sus armas punzocortantes con una destreza que sugiere que son una extensión natural de su propio cuerpo. Es ágil, rápida y flexible.
  • Género Femenino
  • Raza Humana
  • Fandom OC
  • Asesina a sueldo | Mesera | Bailarina de ballet
  • Soltero(a)
  • Cumpleaños 25 de julio
  • 21 Publicaciones
  • 26 Escenas
  • Se unió en diciembre 2024
  • 58 Visitas perfil
Otra información
  • Tipo de personaje
    2D
  • Longitud narrativa
    Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo
  • Categorías de rol
    Aventura , Ciencia ficción , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Otros
Fijado
Illyiv Drakov | Ficha y Historia
🌙 Datos básicos ⋆ Nombre: Illyiv Drakov  ⋆ Edad: 21 años ⋆ Género: Femenino  ⋆ Profesión: Illyiv es una asesina a sueldo en una organización de operaciones especiales. En su vida pública trabaja como mesera en un café a modo de mantener su fachada como una jóven común. A su vez, también es bailarina de...
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Publicaciones Recientes
  • #DuoRol

    Illyiv abrió los ojos lentamente, sintiendo la cálida luz del sol filtrarse a través de las cortinas. Inmediatamente se dio cuenta de que algo no estaba bien. Esta no era su cama. Esta no era su habitación. Miró hacia el balcón y se encontró con una vista desconocida. Su mente comenzó a procesar la realidad: este no era su apartamento.

    Por un momento se puso nerviosa, tocó su chaqueta, y también a través de su ropa, y se dió cuenta que no llevaba ninguna arma consigo. Se levantó de la cama, descalza, y avanzó con cautela. Le dolía la cabeza, pero intentaba buscar en el lugar cualquier objeto que pudiera servir de arma. Estaba en una habitación desconocida, no traía sus armas, y su instinto asesino y habilidad para improvisar solo pudo encontrar una lámpara de base pesada. Se sentía desubicada, con flashes borrosos del día anterior entremezclándose en su mente. De pronto, se recordó a si misma tomando cócteles, recordó la expresión seria de 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , pagando la cuenta de los cócteles, y luego una imagen de ella descalza en la acera, esperando un taxi junto a él.

    —¿Qué...? —murmuró para sí misma, frotándose las sienes mientras salía de la habitación—. ¿Dorian estaba allí? ¿O lo imaginé?

    Sus pasos la llevaron por el pasillo, mientras sostenía aún la lámpara de mesa, y a medida que avanzaba, el lugar le resultaba más familiar. Entonces recordó: este era el apartamento de Dorian, ella había estado allí antes. Una mezcla de alivio y sorpresa la invadió. Al llegar a la sala, vio a Dorian sentado en el sofá, mirándola con una expresión que no pudo descifrar del todo.

    Illyiv se sintió un poco nerviosa, sabiendo que probablemente se había metido en problemas y Dorian había tenido que ir por ella.

    —Dorian... —dijo, con una voz suave, mientras una sonrisita se dibujaba en ella con una mirada un poco nerviosa.

    Se quedó mirándolo, esperando que dijera algo, sentía un poco de nervios porque probablemente el había tenido que ir a sacarla de problemas, pero a su vez tenia una leve sonrisa, sabiendo que Dorian siempre estaba allí para ella, como un hermano protector. Luego miro su mano, y se dió cuenta que aún sostenía la lámpara de mesa.

    —Oh, lo siento... Ahorita la vuelvo a poner en su lugar —dijo sonriendo ampliamente, observando la lámpara.
    #DuoRol Illyiv abrió los ojos lentamente, sintiendo la cálida luz del sol filtrarse a través de las cortinas. Inmediatamente se dio cuenta de que algo no estaba bien. Esta no era su cama. Esta no era su habitación. Miró hacia el balcón y se encontró con una vista desconocida. Su mente comenzó a procesar la realidad: este no era su apartamento. Por un momento se puso nerviosa, tocó su chaqueta, y también a través de su ropa, y se dió cuenta que no llevaba ninguna arma consigo. Se levantó de la cama, descalza, y avanzó con cautela. Le dolía la cabeza, pero intentaba buscar en el lugar cualquier objeto que pudiera servir de arma. Estaba en una habitación desconocida, no traía sus armas, y su instinto asesino y habilidad para improvisar solo pudo encontrar una lámpara de base pesada. Se sentía desubicada, con flashes borrosos del día anterior entremezclándose en su mente. De pronto, se recordó a si misma tomando cócteles, recordó la expresión seria de [P4ranox] , pagando la cuenta de los cócteles, y luego una imagen de ella descalza en la acera, esperando un taxi junto a él. —¿Qué...? —murmuró para sí misma, frotándose las sienes mientras salía de la habitación—. ¿Dorian estaba allí? ¿O lo imaginé? Sus pasos la llevaron por el pasillo, mientras sostenía aún la lámpara de mesa, y a medida que avanzaba, el lugar le resultaba más familiar. Entonces recordó: este era el apartamento de Dorian, ella había estado allí antes. Una mezcla de alivio y sorpresa la invadió. Al llegar a la sala, vio a Dorian sentado en el sofá, mirándola con una expresión que no pudo descifrar del todo. Illyiv se sintió un poco nerviosa, sabiendo que probablemente se había metido en problemas y Dorian había tenido que ir por ella. —Dorian... —dijo, con una voz suave, mientras una sonrisita se dibujaba en ella con una mirada un poco nerviosa. Se quedó mirándolo, esperando que dijera algo, sentía un poco de nervios porque probablemente el había tenido que ir a sacarla de problemas, pero a su vez tenia una leve sonrisa, sabiendo que Dorian siempre estaba allí para ella, como un hermano protector. Luego miro su mano, y se dió cuenta que aún sostenía la lámpara de mesa. —Oh, lo siento... Ahorita la vuelvo a poner en su lugar —dijo sonriendo ampliamente, observando la lámpara.
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  • #DuoRol

    Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca.

    Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse.

    "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno.

    Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia.

    Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente.

    —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra.

    Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas.

    Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas.

    —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia.

    El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo.

    —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie.

    Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio.

    —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago.

    En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada.

    —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo

    Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica.

    —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono.

    Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró:

    —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír.

    Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)


    #DuoRol Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca. Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse. "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno. Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia. Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente. —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra. Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas. Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas. —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia. El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo. —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie. Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio. —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago. En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a [P4ranox] . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada. —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica. —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono. Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró: —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír. Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)
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  • Fragmentos de la vida de Illyiv
    ☆ || Iré subiendo acá todos los monoroles de escenas que hacen parte del pasado de Illyiv y por ende de su historia, para quién le interese leer lo que escribo o simplemente conocer de su pasado.(?) ☆     01- La metamorfosis de la inocencia PT. 1    02- La metamorfosis de la inocencia PT. 2   03- La ira de una infancia rota ...
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  • #MonoRol | El Nacimiento de una asesina | Pt. 1

    PROGRAMA FENRIR, así había sido nombrada la iniciativa secreta de una organización de operaciones especiales, destinada a crear agentes élite a partir de niños huérfanos. La premisa era simple pero audaz: reclutar a niños sin familia y someterlos a un entrenamiento riguroso que los transformara en agentes especiales. El objetivo era desarrollar habilidades físicas extraordinarias, dominio del manejo de armas blancas y de fuego, destrezas en técnicas de infiltración y espionaje, entre otras competencias esenciales para operaciones encubiertas y de alto riesgo.

    El entrenamiento era intenso y cruel, diseñado para quebrar la voluntad de los niños y reconstruirlos como armas letales. A través de ejercicios físicos agotadores, simulacros de combate y pruebas psicológicas extremas, los niños aprendían a soportar el dolor, a desconfiar de los demás y a suprimir emociones. La organización justificaba estos métodos afirmando que eran necesarios para crear los agentes perfectos, pero la verdad era que estaban sacrificando su inocencia y humanidad en nombre de la eficacia.

    Illyiv, había pasado el últimos año en el orfanato, desde el incidente en el que atacó a una niña. Desde entonces, los niños seguían murmurando y hablando mal de ella, llamándola "la salvaje". Sin embargo, ahora también le tenían miedo. Ella había encontrado en la violencia una forma de que los niños evitarán molestarla, o al menos de que no fueran capaces de confrontarla.

    Ella seguía practicando ballet en su habitación a solas. Lo que antes era una obligación impuesta por su madre, se había convertido en su vía de escape, un refugio en medio del caos.

    Cada vez que comenzaba a practicar ballet, sentía cómo su mente se liberaba de las cadenas de sus traumas. Los movimientos gráciles y fluidos le permitían encontrar un equilibrio interno, una sensación de paz que solo encontraba en esos momentos de danza. Sin embargo, esa calma era efímera. En cuanto dejaba de bailar, el peso de su realidad volvía a caer sobre ella como una losa.

    De forma recurrente, los niños del orfanato solian emocionarse cada vez que parejas visitaban el lugar, con la esperanza de ser adoptados. Se preparaban con ansias, arreglaban su ropa y se esforzaban por mostrar sus mejores sonrisas. Pero la peliblanca nunca sintió esa emoción. Todo parecía darle un poco igual. Creía que nadie querría adoptarla. Además, la idea de ser llevada a otro lugar desconocido no le resultaba atractiva. Prefería la indiferencia de su situación actual a la incertidumbre de lo desconocido.

    Los padres generalmente debían pasar por extensos procedimientos y protocolos para poder adoptar, por lo cual era bastante común ver a las mismas personas visitando una y otra vez el lugar, antes de concretar la adopción. Sin embargo, esa tarde, un hombre misterioso y de aspecto extraño llegó al orfanato para ver a los niños. No parecía estar siguiendo ningún protocolo y era la primera vez que visitaba aquel lugar, lo que a Illyiv se le hacía sospechoso.

    El hombre, vestido con un traje oscuro y gafas de sol, observaba a los niños con una mirada fría. Su presencia desprendía una sensación de autoridad y peligro. Los niños, que al principio se habían emocionado por la posibilidad de ser adoptados, pronto se sintieron incómodos bajo su mirada escrutadora.

    Illyiv, sentada en un rincón, observaba al hombre con desconfianza. Había algo en él que le recordaba a su padrastro, una frialdad en su mirada que le helaba la sangre. Mientras el hombre caminaba entre los niños, sus ojos se posaron en ella. Tras ver a todos los niños, apuntó con su dedo índice a Illyiv y dijo con voz firme:

    —La quiero a ella.

    La psicóloga del orfanato, consciente del Programa Fenrir, se enteró de que se querían llevar a Illyiv. Aunque al principio había querido ayudar a la niña, sabía que no podía hacer nada al respecto. La organización tenía demasiado poder y cualquier intento de resistencia sería inútil. Illyiv, acudió a la psicóloga pensando que podría evitar que se la llevaran. Durante ese último año, había desarrollado una relación de aparente confianza con la psicóloga del orfanato.

    —¡No quiero irme con él! —exclamó Illyiv, aferrándose a la psicóloga con desesperación.

    La psicóloga, intentando fingir una sonrisa, hizo que la niña la soltara y le dijo con voz temblorosa:

    —Debes irte, Illyiv. Todo estará bien.

    Pero ambas sabían que era una mentira. La psicóloga sabía que estaba mintiendo, pero no tenía otra opción. Las lágrimas llenaron los ojos de Illyiv mientras sentía una mezcla de rabia, tristeza y desesperación. Durante su estadía en el orfanato, había encontrado un pequeño refugio en la psicóloga, ella era la única persona de ese lugar que parecía tratarla con amabilidad y comprensión, pero ahora ese refugio también le era arrebatado.

    La escena de la niña de cabello blanco como la nieve, abandonando el orfanato de la mano áspera de que aquel extraño, resultaba solitaria y lamentable. Illyiv caminaba con la cabeza baja, sus pasos eran lentos y pesados. El hombre la guiaba de la mano, mientras ella miraba hacia atrás, viendo cómo las puertas del orfanato se cerraban detrás de ella como un telón que caía sobre un acto final, dejándola vagando en la incertidumbre, sin entender por qué la vida seguía siendo tan cruel con ella.

    El hombre la llevó hasta un coche negro que esperaba en la entrada. Abrió la puerta trasera y la ayudó a subir. Se sentó en el asiento, abrazando sus rodillas y mirando por la ventana mientras el coche se alejaba. Las luces del orfanato se desvanecían en la distancia, y con ellas, cualquier esperanza de una vida normal.

    El viaje fue silencioso, el hombre no dijo una palabra. Illyiv se sentía atrapada en un torbellino de emociones, sin saber qué le deparaba el futuro. Las calles pasaban como un borrón ante sus ojos, y cada kilómetro que recorrían la alejaba más de lo poco que conocía. Pero una cosa era segura: su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

    El coche llegó finalmente a un edificio gris y sin ventanas. El hombre la guió hacia una entrada oculta y la llevó por un pasillo iluminado con luces fluorescentes. El ambiente era frío y el eco de sus pasos resonaba en las paredes de metal.

    Ella no sabía qué le esperaba, pero lo que si era un hecho, es que la niña que había sido, con sus sueños y su inocencia, se había quedado atrás. En su lugar, una nueva Illyiv, endurecida y moldeada por el dolor y la traición, comenzaba a tomar forma.
    #MonoRol | El Nacimiento de una asesina | Pt. 1 PROGRAMA FENRIR, así había sido nombrada la iniciativa secreta de una organización de operaciones especiales, destinada a crear agentes élite a partir de niños huérfanos. La premisa era simple pero audaz: reclutar a niños sin familia y someterlos a un entrenamiento riguroso que los transformara en agentes especiales. El objetivo era desarrollar habilidades físicas extraordinarias, dominio del manejo de armas blancas y de fuego, destrezas en técnicas de infiltración y espionaje, entre otras competencias esenciales para operaciones encubiertas y de alto riesgo. El entrenamiento era intenso y cruel, diseñado para quebrar la voluntad de los niños y reconstruirlos como armas letales. A través de ejercicios físicos agotadores, simulacros de combate y pruebas psicológicas extremas, los niños aprendían a soportar el dolor, a desconfiar de los demás y a suprimir emociones. La organización justificaba estos métodos afirmando que eran necesarios para crear los agentes perfectos, pero la verdad era que estaban sacrificando su inocencia y humanidad en nombre de la eficacia. Illyiv, había pasado el últimos año en el orfanato, desde el incidente en el que atacó a una niña. Desde entonces, los niños seguían murmurando y hablando mal de ella, llamándola "la salvaje". Sin embargo, ahora también le tenían miedo. Ella había encontrado en la violencia una forma de que los niños evitarán molestarla, o al menos de que no fueran capaces de confrontarla. Ella seguía practicando ballet en su habitación a solas. Lo que antes era una obligación impuesta por su madre, se había convertido en su vía de escape, un refugio en medio del caos. Cada vez que comenzaba a practicar ballet, sentía cómo su mente se liberaba de las cadenas de sus traumas. Los movimientos gráciles y fluidos le permitían encontrar un equilibrio interno, una sensación de paz que solo encontraba en esos momentos de danza. Sin embargo, esa calma era efímera. En cuanto dejaba de bailar, el peso de su realidad volvía a caer sobre ella como una losa. De forma recurrente, los niños del orfanato solian emocionarse cada vez que parejas visitaban el lugar, con la esperanza de ser adoptados. Se preparaban con ansias, arreglaban su ropa y se esforzaban por mostrar sus mejores sonrisas. Pero la peliblanca nunca sintió esa emoción. Todo parecía darle un poco igual. Creía que nadie querría adoptarla. Además, la idea de ser llevada a otro lugar desconocido no le resultaba atractiva. Prefería la indiferencia de su situación actual a la incertidumbre de lo desconocido. Los padres generalmente debían pasar por extensos procedimientos y protocolos para poder adoptar, por lo cual era bastante común ver a las mismas personas visitando una y otra vez el lugar, antes de concretar la adopción. Sin embargo, esa tarde, un hombre misterioso y de aspecto extraño llegó al orfanato para ver a los niños. No parecía estar siguiendo ningún protocolo y era la primera vez que visitaba aquel lugar, lo que a Illyiv se le hacía sospechoso. El hombre, vestido con un traje oscuro y gafas de sol, observaba a los niños con una mirada fría. Su presencia desprendía una sensación de autoridad y peligro. Los niños, que al principio se habían emocionado por la posibilidad de ser adoptados, pronto se sintieron incómodos bajo su mirada escrutadora. Illyiv, sentada en un rincón, observaba al hombre con desconfianza. Había algo en él que le recordaba a su padrastro, una frialdad en su mirada que le helaba la sangre. Mientras el hombre caminaba entre los niños, sus ojos se posaron en ella. Tras ver a todos los niños, apuntó con su dedo índice a Illyiv y dijo con voz firme: —La quiero a ella. La psicóloga del orfanato, consciente del Programa Fenrir, se enteró de que se querían llevar a Illyiv. Aunque al principio había querido ayudar a la niña, sabía que no podía hacer nada al respecto. La organización tenía demasiado poder y cualquier intento de resistencia sería inútil. Illyiv, acudió a la psicóloga pensando que podría evitar que se la llevaran. Durante ese último año, había desarrollado una relación de aparente confianza con la psicóloga del orfanato. —¡No quiero irme con él! —exclamó Illyiv, aferrándose a la psicóloga con desesperación. La psicóloga, intentando fingir una sonrisa, hizo que la niña la soltara y le dijo con voz temblorosa: —Debes irte, Illyiv. Todo estará bien. Pero ambas sabían que era una mentira. La psicóloga sabía que estaba mintiendo, pero no tenía otra opción. Las lágrimas llenaron los ojos de Illyiv mientras sentía una mezcla de rabia, tristeza y desesperación. Durante su estadía en el orfanato, había encontrado un pequeño refugio en la psicóloga, ella era la única persona de ese lugar que parecía tratarla con amabilidad y comprensión, pero ahora ese refugio también le era arrebatado. La escena de la niña de cabello blanco como la nieve, abandonando el orfanato de la mano áspera de que aquel extraño, resultaba solitaria y lamentable. Illyiv caminaba con la cabeza baja, sus pasos eran lentos y pesados. El hombre la guiaba de la mano, mientras ella miraba hacia atrás, viendo cómo las puertas del orfanato se cerraban detrás de ella como un telón que caía sobre un acto final, dejándola vagando en la incertidumbre, sin entender por qué la vida seguía siendo tan cruel con ella. El hombre la llevó hasta un coche negro que esperaba en la entrada. Abrió la puerta trasera y la ayudó a subir. Se sentó en el asiento, abrazando sus rodillas y mirando por la ventana mientras el coche se alejaba. Las luces del orfanato se desvanecían en la distancia, y con ellas, cualquier esperanza de una vida normal. El viaje fue silencioso, el hombre no dijo una palabra. Illyiv se sentía atrapada en un torbellino de emociones, sin saber qué le deparaba el futuro. Las calles pasaban como un borrón ante sus ojos, y cada kilómetro que recorrían la alejaba más de lo poco que conocía. Pero una cosa era segura: su vida estaba a punto de cambiar para siempre. El coche llegó finalmente a un edificio gris y sin ventanas. El hombre la guió hacia una entrada oculta y la llevó por un pasillo iluminado con luces fluorescentes. El ambiente era frío y el eco de sus pasos resonaba en las paredes de metal. Ella no sabía qué le esperaba, pero lo que si era un hecho, es que la niña que había sido, con sus sueños y su inocencia, se había quedado atrás. En su lugar, una nueva Illyiv, endurecida y moldeada por el dolor y la traición, comenzaba a tomar forma.
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  • #MonoRol | La ira de una infancia rota

    Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar."

    El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida.

    En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve.

    Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban.

    —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo?

    Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas.

    Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona.

    —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo.

    —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento.

    Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv.

    —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas.

    Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso.

    —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia.

    La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca.

    —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella.

    Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada.

    Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas.

    La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida.

    —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza.

    Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada.

    Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
    #MonoRol | La ira de una infancia rota Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar." El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida. En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve. Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban. —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo? Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas. Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona. —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo. —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento. Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv. —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas. Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso. —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca. —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella. Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada. Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas. La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida. —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza. Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada. Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
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