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"La danza y la muerte son mis dos lenguajes. En el escenario, soy una artista; en la oscuridad, una sombra letal."
Resumen (Ver información completa en ficha⬆️):
Edad: 21 años
Profesión: Illyiv es una asesina a sueldo. En su vida pública trabaja como mesera en un café a modo de mantener su fachada como una jóven común. A su vez, también es bailarina de ballet.
Estatura: 1.58m
Personalidad: Fría e inteligente, pero impulsiva, impredecible y de naturaleza caótica. Mentalmente inestable. Tiene una relación simbiótica con la violencia.
Resumen (Ver información completa en ficha⬆️):
Edad: 21 años
Profesión: Illyiv es una asesina a sueldo. En su vida pública trabaja como mesera en un café a modo de mantener su fachada como una jóven común. A su vez, también es bailarina de ballet.
Estatura: 1.58m
Personalidad: Fría e inteligente, pero impulsiva, impredecible y de naturaleza caótica. Mentalmente inestable. Tiene una relación simbiótica con la violencia.
- Tipo de personaje
2D - Longitud narrativa
Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo - Categorías de rol
Aventura , Ciencia ficción , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Otros
Fijado
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- El café comenzaba a llenarse de vida esa mañana. Las risas y las conversaciones llenaban el aire. Mientras atendía a los clientes, mi mirada se desvió hacia un grupo de chicas jóvenes, probablemente de mi edad. Estaban sentadas en una mesa cerca de la ventana, reían y charlaban con naturalidad y espontaneidad. Hablaban de sus días en la universidad, de chicos, de planes para el fin de semana. Sus sonrisas eran dulces y genuinas, sus gestos despreocupados.
Las observé detenidamente, analizando cada movimiento, cada expresión. De forma bastante seguida solía evaluar el comportamiento y actitudes de las chicas de mi edad, intentaba imitar su comportamiento, parecer una chica normal como ellas. Pero para mí, era una tarea monumental. Intentar comportarme como ellas resultaba más difícil que ejecutar un Grand Jeté en tournant perfecto o que coordinar de forma excepcional el uso simultáneo de una espada y una daga en medio de un combate.
—Aquí tienes tu café —dije con una forzada sonrisa que intentaba ser genuina, mientras colocaba la taza frente a una de las chicas—. ¿Algo más que pueda traerles?
—No, gracias —respondió una de ellas, devolviéndome la sonrisa.
Me alejé de la mesa, tratando de mantener la fachada. Pero en mi mente, la comparación era inevitable.
—¿Cómo lo hacen? —murmuré para mí misma mientras limpiaba una mesa vacía.
La respuesta no era sencilla. Para ellas, la vida era una serie de momentos simples y felices. Para mí, cada día era una actuación, un intento desesperado por encajar en un mundo que no comprendía. La violencia y el caos eran mi realidad, y tratar de ocultarlos bajo una máscara de normalidad era un desafío constante.
Mientras continuaba con mi trabajo, seguí observando a las chicas, intentando aprender de ellas. Pero sabía que, por mucho que lo intentara, siempre habría una parte de mí que no encajaría. Y eso, quizás, era lo más difícil de aceptar.El café comenzaba a llenarse de vida esa mañana. Las risas y las conversaciones llenaban el aire. Mientras atendía a los clientes, mi mirada se desvió hacia un grupo de chicas jóvenes, probablemente de mi edad. Estaban sentadas en una mesa cerca de la ventana, reían y charlaban con naturalidad y espontaneidad. Hablaban de sus días en la universidad, de chicos, de planes para el fin de semana. Sus sonrisas eran dulces y genuinas, sus gestos despreocupados. Las observé detenidamente, analizando cada movimiento, cada expresión. De forma bastante seguida solía evaluar el comportamiento y actitudes de las chicas de mi edad, intentaba imitar su comportamiento, parecer una chica normal como ellas. Pero para mí, era una tarea monumental. Intentar comportarme como ellas resultaba más difícil que ejecutar un Grand Jeté en tournant perfecto o que coordinar de forma excepcional el uso simultáneo de una espada y una daga en medio de un combate. —Aquí tienes tu café —dije con una forzada sonrisa que intentaba ser genuina, mientras colocaba la taza frente a una de las chicas—. ¿Algo más que pueda traerles? —No, gracias —respondió una de ellas, devolviéndome la sonrisa. Me alejé de la mesa, tratando de mantener la fachada. Pero en mi mente, la comparación era inevitable. —¿Cómo lo hacen? —murmuré para mí misma mientras limpiaba una mesa vacía. La respuesta no era sencilla. Para ellas, la vida era una serie de momentos simples y felices. Para mí, cada día era una actuación, un intento desesperado por encajar en un mundo que no comprendía. La violencia y el caos eran mi realidad, y tratar de ocultarlos bajo una máscara de normalidad era un desafío constante. Mientras continuaba con mi trabajo, seguí observando a las chicas, intentando aprender de ellas. Pero sabía que, por mucho que lo intentara, siempre habría una parte de mí que no encajaría. Y eso, quizás, era lo más difícil de aceptar. -
- Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse.
Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica.
—Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes?
La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes.
Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido.
Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas.
Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida.
Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil.
—Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox?
Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse. Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @[P4ranox] , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica. —Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes? La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes. Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido. Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas. Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida. Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil. —Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox? - La noche había sido larga y sangrienta. El eco de mis pasos resonaba en las calles desiertas mientras regresaba a mi pequeño piso. La ciudad aún duerme, recuperándose de la euforia de la noche anterior. Los restos de la celebración de Año Nuevo están por todas partes: serpentinas, confeti y botellas vacías adornan las aceras. Pero para mí, la noche no fue de festejos. La misión había sido un éxito, pero la adrenalina aún corría por mis venas, mezclándose con el cansancio. Abrí la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido. El silencio del apartamento me recibió como un viejo amigo.
Me dejé caer en la cama, sin siquiera quitarme la ropa. Mis pensamientos eran un torbellino de imágenes y sensaciones. La cara de mi objetivo, la frialdad del acero en mis manos, la sangre... Siempre la sangre. Cerré los ojos por un momento, intentando encontrar un poco de paz antes de enfrentar el nuevo día, mientras una sonrisa de medio lado comenzaba a aparecer en mi rostro, pero rápidamente la contuve.
El reloj marcaba las seis de la mañana cuando me obligué a levantarme. Tenía que prepararme para mi turno en el café. Me dirigí al baño y me miré en el espejo. La chica que me devolvía la mirada tenía los ojos cansados, pero había un destello de determinación en ellos. Lavé la sangre seca de mis manos y rostro, intentando borrar las huellas de mi misión.
—Buenos días, pequeña Illyiv —me dije a mí misma con voz suave y una sonrisa irónica frente al espejo—. Otro día, otra máscara que ponerse. Vamos, no tenemos todo el día...
Me vestí rápidamente, eligiendo el uniforme de mesera perteneciente al café para el que trabajaba. Mientras intentaba ordenar un poco mi cabello, noté un pequeño corte en mi mejilla. Lo cubrí con un poco de maquillaje, asegurándome de que no quedara rastro de la noche anterior.
—Un día más, solo un día más... —me dije a mí misma en voz baja, tratando de infundirme ánimo. Tomé mi bolso y salí del apartamento, cerrando la puerta detrás de mí.
El camino al café era corto, pero cada paso se sentía pesado. Mientras caminaba, mis pensamientos se mezclaban con los recuerdos de la noche anterior.
Al llegar al café, saludé a mis compañeros con una sonrisa forzada.
—Buenos días —dije, tratando de sonar alegre.
Uno de mis compañeros me miró con curiosidad.
—¿Estás bien, Illyiv? Pareces un poco cansada...
—Oh, solo una noche difícil —respondí con un tono ligero, intentando actuar con naturalidad pero sin esforzarme demasiado, al final sabía que mis compañeros me consideraban bastante rara—. Nada que un buen café no pueda arreglar.
Me dirigí hacia el área de comensales lista para comenzar mi turno, dejando atrás los pensamientos oscuros. Aquí, en el café, tenía que ser la Illyiv que todos conocían. Pero en el fondo, sabía que la sombra de la noche anterior siempre estaría conmigo.
La noche había sido larga y sangrienta. El eco de mis pasos resonaba en las calles desiertas mientras regresaba a mi pequeño piso. La ciudad aún duerme, recuperándose de la euforia de la noche anterior. Los restos de la celebración de Año Nuevo están por todas partes: serpentinas, confeti y botellas vacías adornan las aceras. Pero para mí, la noche no fue de festejos. La misión había sido un éxito, pero la adrenalina aún corría por mis venas, mezclándose con el cansancio. Abrí la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido. El silencio del apartamento me recibió como un viejo amigo. Me dejé caer en la cama, sin siquiera quitarme la ropa. Mis pensamientos eran un torbellino de imágenes y sensaciones. La cara de mi objetivo, la frialdad del acero en mis manos, la sangre... Siempre la sangre. Cerré los ojos por un momento, intentando encontrar un poco de paz antes de enfrentar el nuevo día, mientras una sonrisa de medio lado comenzaba a aparecer en mi rostro, pero rápidamente la contuve. El reloj marcaba las seis de la mañana cuando me obligué a levantarme. Tenía que prepararme para mi turno en el café. Me dirigí al baño y me miré en el espejo. La chica que me devolvía la mirada tenía los ojos cansados, pero había un destello de determinación en ellos. Lavé la sangre seca de mis manos y rostro, intentando borrar las huellas de mi misión. —Buenos días, pequeña Illyiv —me dije a mí misma con voz suave y una sonrisa irónica frente al espejo—. Otro día, otra máscara que ponerse. Vamos, no tenemos todo el día... Me vestí rápidamente, eligiendo el uniforme de mesera perteneciente al café para el que trabajaba. Mientras intentaba ordenar un poco mi cabello, noté un pequeño corte en mi mejilla. Lo cubrí con un poco de maquillaje, asegurándome de que no quedara rastro de la noche anterior. —Un día más, solo un día más... —me dije a mí misma en voz baja, tratando de infundirme ánimo. Tomé mi bolso y salí del apartamento, cerrando la puerta detrás de mí. El camino al café era corto, pero cada paso se sentía pesado. Mientras caminaba, mis pensamientos se mezclaban con los recuerdos de la noche anterior. Al llegar al café, saludé a mis compañeros con una sonrisa forzada. —Buenos días —dije, tratando de sonar alegre. Uno de mis compañeros me miró con curiosidad. —¿Estás bien, Illyiv? Pareces un poco cansada... —Oh, solo una noche difícil —respondí con un tono ligero, intentando actuar con naturalidad pero sin esforzarme demasiado, al final sabía que mis compañeros me consideraban bastante rara—. Nada que un buen café no pueda arreglar. Me dirigí hacia el área de comensales lista para comenzar mi turno, dejando atrás los pensamientos oscuros. Aquí, en el café, tenía que ser la Illyiv que todos conocían. Pero en el fondo, sabía que la sombra de la noche anterior siempre estaría conmigo. - Illyiv Drakov | Ficha de personajeDatos básicos Nombre: Illyiv Drakov Edad: 21 años Género: Femenino Profesión: Illyiv es una asesina a sueldo. En su vida pública trabaja como mesera en un café a modo de mantener su fachada como una jóven común. A su vez, también es bailarina de ballet. Características físicas Illyiv es una...
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