-AU-



En los pasillos de la escuela se podía ver a un estudiante de la casa verde llevando a cuestas a un estudiante mucho más joven de la casa azul. Este parecía herido, pero no tanto como para necesitar ser cargado de esa manera por el estudiante de Green Lion.

—¿No es ese el niño prodigio?

—¡Sí, sí lo es! ¡Y lo está llevando Charles Grey!

—¡Qué adorable!

—¿¡Adorable!? ¡Qué injusto! Yo también quiero un primo que me ayude en todo.

—Ya cállate, eres un envidioso.

Y los murmullos de los estudiantes de Sapphire Owl continuaban, entre expresiones de envidia, ternura o indiferencia.

Sin embargo, los dos protagonistas hacían oídos sordos; acostumbrados a los cuchicheos, habían desarrollado la capacidad de escuchar solo lo importante.

—No me lastimé los pies. Puedo caminar por mi cuenta.

—¿Qué pasa? —dijo su primo en tono burlón—. ¿Te avergüenza?

—No exactamente.

—Es decir que sí.

—Te daré la razón para que te calles.

—Eres un idiota.

Junior se quedó en silencio. El insulto de su primo lo tomó por sorpresa, aunque solía molestarlo un poco, no era común que le hablara de esa manera.

—Para ser alguien criado en una familia adinerada tienes una boca muy sucia —le respondió con aparente disgusto; nunca era seguro con Junior, bien podría estar fingiendo para molestar a su primo, o en este caso, evadir el tema en cuestión.

Grey chasqueó la lengua.

—Solo un idiota haría lo que haces tú. Y dices tener un intelecto superior...

Junior podría haberse encogido los hombros, pero en su posición era incapaz de mostrar indiferencia de esa forma, así que lo expresó con palabras.

—Debía establecer mi dominio sobre ellos mediante fuerza bruta.

Luego apoyó la cabeza en la espalda de su primo, acomodándose mientras lo llevaba a la enfermería; esta era una conversación que tarde o temprano debía darse, que podía o no, ser extensa, pero conociéndolo, él comprendería rápidamente sus motivos. 

En cambio, Grey resopló.

—Sé lo que estás pensando —dijo rápidamente Junior, cerrando los ojos para evitar las miradas de sus compañeros. No quería desperdiciar espacio en su memoria viendo esas caras.

—Tú eres mi familia, eres parte de mi manada, no necesito establecer dominio sobre ti.

Entonces, su primo comenzó a reírse sin contenerse.

—Aunque lo intentaras, no podrías, pequeñito.

Junior decidió quedarse callado, aunque pensaba lo contrario.

—Tienes un gran intelecto, pero en cuanto a fuerza, nunca podrás superarme.

—Sí… —tuvo que ceder. —Es posible.

Grey volvió a reírse. Era lo más cercano a un "tienes razón" que obtendría de Junior.

“Pero”, pensó el niño, “el dominio no incluye solo la fuerza”.