• Hoy juega el mejor adc que emoción qwq *espera leyendo manga porque perdió las llaves del cuarto donde estaba la pc* ;-;
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  • Leer hentai en un manga que no es de eso es... raro ;-;
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  • Mᴇᴅɪᴀ sᴇᴍᴀɴᴀ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴍᴏʀɪʀ

    Sus dedos bailaban suavemente sobre la masa, acariciándola con ternura, mientras se aseguraba de darle la forma de una bolita esponjosa. Los baozi eran los favoritos de su hermano menor, así que quiso prepararlos, para darle un pequeño capricho.

    Con cuidado trataba de no manchar las mangas de su hanfu, pues hace nada lo había lavado y no quería ir nuevamente al río para limpiar la tela.

    —Seguro le gustarán —sonreía contenta.
    Mᴇᴅɪᴀ sᴇᴍᴀɴᴀ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴍᴏʀɪʀ Sus dedos bailaban suavemente sobre la masa, acariciándola con ternura, mientras se aseguraba de darle la forma de una bolita esponjosa. Los baozi eran los favoritos de su hermano menor, así que quiso prepararlos, para darle un pequeño capricho. Con cuidado trataba de no manchar las mangas de su hanfu, pues hace nada lo había lavado y no quería ir nuevamente al río para limpiar la tela. —Seguro le gustarán —sonreía contenta.
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  • Con una vuelta elegante, mecía las mangas de su vestido.

    —A-aquí vamos.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    https://youtube.com/shorts/qE1t04cO5B8?si=DiMBf7Tg-RP6i8fA

    Aunque soy un ángel y debo apoyar la victoria.

    MangaAngemon gano por el todo poderoso poder del guión.
    https://youtube.com/shorts/qE1t04cO5B8?si=DiMBf7Tg-RP6i8fA Aunque soy un ángel y debo apoyar la victoria. MangaAngemon gano por el todo poderoso poder del guión.
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  • #DuoRol

    La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra.

    Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato.

    La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar.

    —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo...

    Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios.

    —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire.

    Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción.

    Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal Ian Moonlight . Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino.

    —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista.

    El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
    #DuoRol La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra. Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato. La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar. —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo... Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios. —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire. Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción. Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal [Ian_Moon]. Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino. —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista. El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
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  • || Deseo saber lo que va a sucede en el manga, aunque estemos ya en la etapa final de la historia. Creo que no soportaría como terminará todo.
    || Deseo saber lo que va a sucede en el manga, aunque estemos ya en la etapa final de la historia. Creo que no soportaría como terminará todo. 😔
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  • Buenos días, casi tardes. Hoy tengo muchas ganas de hacer pastelitos así que a preparar la manga pastelera.

    #SeductiveSunday
    Buenos días, casi tardes. Hoy tengo muchas ganas de hacer pastelitos así que a preparar la manga pastelera. #SeductiveSunday
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  • **En una bodega abandonada en las afueras de la ciudad...**

    Los rusos estaban reunidos, fumando y bebiendo, seguros de que el trabajo ya estaba hecho. Se reían entre ellos, recordando cómo habían dejado a ese viejo inválido en el suelo, sin posibilidad de devolver el golpe.

    Pero entonces, la puerta de la bodega se abrió con un chirrido metálico.

    Takeru entró.

    No llevaba su usual saco. Solo una camisa negra arremangada y sus pantalones de vestir. Sus pasos resonaron en el suelo de concreto. En su rostro, ninguna emoción. No rabia, no odio… solo una certeza fría e inquebrantable.

    —¿Qué carajo…? —Uno de los rusos se puso de pie, sorprendido.

    Takeru no respondió. No necesitaba hacerlo.

    Antes de que pudieran reaccionar, él ya estaba encima del primero. Un derechazo a la mandíbula lo mandó al suelo de inmediato, sin darle tiempo de levantarse.

    El segundo intentó desenfundar un arma, pero la mano de Takeru la atrapó antes de que pudiera apuntar. Un giro rápido, y el crujido del hueso resonó en la bodega. El ruso gritó, cayendo de rodillas.

    —¡Mierda, dispárenle! —gritó otro, pero fue demasiado tarde.

    Takeru ya estaba sobre él. Lo desarmó con un movimiento brutal, hundiendo su puño en su estómago. El hombre se desplomó, vomitando bilis.

    El último, el líder, intentó correr. Pero Takeru lo alcanzó con calma. Lo tomó por el cuello de la chaqueta y lo estrelló contra la pared.

    —¿Pensaste que me iba a quedar quieto después de lo que hicieron? —susurró, su voz baja y cortante como una cuchilla.

    El ruso intentó balbucear algo, pero Takeru no lo dejó. Su puño impactó contra su rostro, una, dos, tres veces. Cada golpe tenía el peso de su humillación, de su dolor, de la advertencia de que nadie lo volvería a tratar como un hombre acabado.

    Cuando lo soltó, el ruso cayó al suelo, jadeando, su cara irreconocible.

    Takeru miró a los hombres en el suelo, retorciéndose en dolor. No los mató. No lo necesitaba. Su mensaje estaba claro.

    Se acomodó la camisa y salió de la bodega sin mirar atrás.
    **En una bodega abandonada en las afueras de la ciudad...** Los rusos estaban reunidos, fumando y bebiendo, seguros de que el trabajo ya estaba hecho. Se reían entre ellos, recordando cómo habían dejado a ese viejo inválido en el suelo, sin posibilidad de devolver el golpe. Pero entonces, la puerta de la bodega se abrió con un chirrido metálico. Takeru entró. No llevaba su usual saco. Solo una camisa negra arremangada y sus pantalones de vestir. Sus pasos resonaron en el suelo de concreto. En su rostro, ninguna emoción. No rabia, no odio… solo una certeza fría e inquebrantable. —¿Qué carajo…? —Uno de los rusos se puso de pie, sorprendido. Takeru no respondió. No necesitaba hacerlo. Antes de que pudieran reaccionar, él ya estaba encima del primero. Un derechazo a la mandíbula lo mandó al suelo de inmediato, sin darle tiempo de levantarse. El segundo intentó desenfundar un arma, pero la mano de Takeru la atrapó antes de que pudiera apuntar. Un giro rápido, y el crujido del hueso resonó en la bodega. El ruso gritó, cayendo de rodillas. —¡Mierda, dispárenle! —gritó otro, pero fue demasiado tarde. Takeru ya estaba sobre él. Lo desarmó con un movimiento brutal, hundiendo su puño en su estómago. El hombre se desplomó, vomitando bilis. El último, el líder, intentó correr. Pero Takeru lo alcanzó con calma. Lo tomó por el cuello de la chaqueta y lo estrelló contra la pared. —¿Pensaste que me iba a quedar quieto después de lo que hicieron? —susurró, su voz baja y cortante como una cuchilla. El ruso intentó balbucear algo, pero Takeru no lo dejó. Su puño impactó contra su rostro, una, dos, tres veces. Cada golpe tenía el peso de su humillación, de su dolor, de la advertencia de que nadie lo volvería a tratar como un hombre acabado. Cuando lo soltó, el ruso cayó al suelo, jadeando, su cara irreconocible. Takeru miró a los hombres en el suelo, retorciéndose en dolor. No los mató. No lo necesitaba. Su mensaje estaba claro. Se acomodó la camisa y salió de la bodega sin mirar atrás.
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  • Las llamas bailaban en la estufa, iluminando la cocina con un resplandor ámbar. El aire estaba denso, cargado con el aroma de la carne dorándose y el hierro caliente. Sanji, de pie frente a la mesa de trabajo, exhaló lentamente, sintiendo el peso de la fatiga acumulándose en sus músculos. Su camisa azul, remangada hasta los codos, se pegaba a su piel, húmeda por el calor sofocante. Cada movimiento suyo era preciso, el filo del cuchillo deslizándose sobre la carne con una cadencia medida. No era solo cocina era un arte. Un arte que dominaba con la misma pasión con la que respiraba.

    Pero esta noche, había algo más en el aire. Algo más allá del simple acto de alimentar a la tripulación.
    La hoja brilló bajo la luz cuando la dejó a un lado, apoyando sus antebrazos sobre la mesa que habian quedado manchados por la manipulavion de la carne, con la respiración aún controlada, pero pesada. Pasó la lengua por sus labios secos, notando el leve sabor a sal y tabaco, cerrando sus ojos un instante.
    Las llamas bailaban en la estufa, iluminando la cocina con un resplandor ámbar. El aire estaba denso, cargado con el aroma de la carne dorándose y el hierro caliente. Sanji, de pie frente a la mesa de trabajo, exhaló lentamente, sintiendo el peso de la fatiga acumulándose en sus músculos. Su camisa azul, remangada hasta los codos, se pegaba a su piel, húmeda por el calor sofocante. Cada movimiento suyo era preciso, el filo del cuchillo deslizándose sobre la carne con una cadencia medida. No era solo cocina era un arte. Un arte que dominaba con la misma pasión con la que respiraba. Pero esta noche, había algo más en el aire. Algo más allá del simple acto de alimentar a la tripulación. La hoja brilló bajo la luz cuando la dejó a un lado, apoyando sus antebrazos sobre la mesa que habian quedado manchados por la manipulavion de la carne, con la respiración aún controlada, pero pesada. Pasó la lengua por sus labios secos, notando el leve sabor a sal y tabaco, cerrando sus ojos un instante.
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