• — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz?

    Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas.

    Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta.

    — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha?

    Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos.

    — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan?

    Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma.

    — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más.

    « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor.

    "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico."

    Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo.

    " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba".

    Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor.

    — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta.

    « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
    — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz? Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas. Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta. — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha? Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos. — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan? Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma. — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más. « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor. "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico." Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo. " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba". Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor. — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta. « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
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  • //Paul en estos momentos:



    P.D:HAGAN LO QUE HAGAN,NUNCA BUSQUEN EL CONTEXTO DE ESTA IMAGEN,YO FUI UN CURIOSO Y CUANDO ENCONTRE EL CONTEXTO DEL MANGA TERMINE LLORANDO POR MEDIA HORA
    //Paul en estos momentos: P.D:HAGAN LO QUE HAGAN,NUNCA BUSQUEN EL CONTEXTO DE ESTA IMAGEN,YO FUI UN CURIOSO Y CUANDO ENCONTRE EL CONTEXTO DEL MANGA TERMINE LLORANDO POR MEDIA HORA
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  • " 𝐎𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐬, 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐞𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐬𝐞 𝐚𝐟𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐢𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐜𝐢𝐜𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐞𝐬. "




    Era un día fresco, los vientos apaciguaron el calor que el sol provocaba, junto con las sombras que los árboles daban por sus frombosas hojas.

    Ryan se encontraba sentado debajo de una árbol, fumando su tercer cigarro mirando exactamente a la nada. Su camisa era un desastre, las mangas remangadas hasta los codos, los primeros botones de su camisa abiertos, dejándolo respirar tranquilo. El blanco era reemplazado por manchas de tierra y algo de sangre que había estado saliendo de su mano a varias gotas de heridas pequeñas. Ocacionado por arrancar una rosa sin importar las espinas y las enredaderas que terminaron por lastimarlo. No era nada, terminarían por desaparecer en poco minutos.

    A solo 30 centímetros de él había un conjunto de piedritas apiladas con plantas encima de estás que crecieron con el tiempo. Un trozo de madera totalmente viejo con letra que no podía distinguir; era la tumba de su primera mascota, Bianca. La cual fue hecha cuando apenas era un "Bambino".Después de su muerte se escabulló en la noche y la enterró con sus propias manos antes de ponerse a rezar por aquel animal.

    Estaba ahí, pero no solo. Podía sentir la presencia de varios hombres vigilando lo de cerca. Pero a este punto le daba igual. Volver nuevamente a la propiedad de su padre en dónde creció, le provocaba grandes náuseas y malestares que venían de lo psicológico. Sentía que se estaba pudriendo en aquel lugar, que se estaba volviendo cada vez más loco.
    Especialmente porque se enteró la razón del porque estaba ahí: El vejete se estaba muriendo y querían que tomará el lugar de jefe de aquella mafia. Y no solo eso, tenían a su cuidadora Camile como rehen.

    — Figlio di puttana... — Volvió a tomar una colada más. La única cosa que lo mantenía quieto y no volviera a intentar a escapar con su amiga era por esa razón. Camile era la mujer más preciada para él, la única que se atrevió a cuidar de sus heridas cuando apenas era un jovencito. Las cuales sus cicatrices eran evidencias de aquellos tratos que había recibido por su padre en aquellos tratamientos para endurecer su mente.

    Pero, para poder tomar el mando, tenía también que casarse, aunque lo más conveniente era estar con alguna mujer de cualquier mafia que sea también de Italia, su padre descartó por completo esto y simplemente llamó a mujeres ricas de otros paises. No le prestó atención, en primera porque no quería tomarse a cargo de una mafia, vio a primera mano como Kiev se moría del estrés con la mafia que manejaban. Estar aquí significaba su encadenamiento a algo que realmente detestaba.

    Sus pensamientos fueron apesiguados cuando sintió algo que jalaba su pantalón desde abajo. Sus ojos ámbar se encontraron con una conejita blanca, la cual terminó encontrandose la otra vez en el jardín. La bautizo como "La reincarnazione di Bianca" lo que básicamente era "La reencarnación de Bianca" en italiano. No tenía tanta creatividad por ahora. Por lo que solo la llamaba como "Bianca 2, la resurrección"

    — Vieni qui, carino. — Palmeo su pierna. La coneja lo miró unos segundos, quedado se totalmente quieta antes de correr hacia él saltando. Se recostó en sus piernas y se mantuvo quieta, descansando. Ryan solo acarició su lomo y las orejas.

    A lo lejos, vio como uno de los hombres de acercaba, probablemente para decirle que debía alistarse para quien sabe. Simplemente disfruto de aquellos pocos segundos antes de volver a su condena.
    " 𝐎𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐬, 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐞𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐬𝐞 𝐚𝐟𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐢𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐜𝐢𝐜𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐞𝐬. " Era un día fresco, los vientos apaciguaron el calor que el sol provocaba, junto con las sombras que los árboles daban por sus frombosas hojas. Ryan se encontraba sentado debajo de una árbol, fumando su tercer cigarro mirando exactamente a la nada. Su camisa era un desastre, las mangas remangadas hasta los codos, los primeros botones de su camisa abiertos, dejándolo respirar tranquilo. El blanco era reemplazado por manchas de tierra y algo de sangre que había estado saliendo de su mano a varias gotas de heridas pequeñas. Ocacionado por arrancar una rosa sin importar las espinas y las enredaderas que terminaron por lastimarlo. No era nada, terminarían por desaparecer en poco minutos. A solo 30 centímetros de él había un conjunto de piedritas apiladas con plantas encima de estás que crecieron con el tiempo. Un trozo de madera totalmente viejo con letra que no podía distinguir; era la tumba de su primera mascota, Bianca. La cual fue hecha cuando apenas era un "Bambino".Después de su muerte se escabulló en la noche y la enterró con sus propias manos antes de ponerse a rezar por aquel animal. Estaba ahí, pero no solo. Podía sentir la presencia de varios hombres vigilando lo de cerca. Pero a este punto le daba igual. Volver nuevamente a la propiedad de su padre en dónde creció, le provocaba grandes náuseas y malestares que venían de lo psicológico. Sentía que se estaba pudriendo en aquel lugar, que se estaba volviendo cada vez más loco. Especialmente porque se enteró la razón del porque estaba ahí: El vejete se estaba muriendo y querían que tomará el lugar de jefe de aquella mafia. Y no solo eso, tenían a su cuidadora Camile como rehen. — Figlio di puttana... — Volvió a tomar una colada más. La única cosa que lo mantenía quieto y no volviera a intentar a escapar con su amiga era por esa razón. Camile era la mujer más preciada para él, la única que se atrevió a cuidar de sus heridas cuando apenas era un jovencito. Las cuales sus cicatrices eran evidencias de aquellos tratos que había recibido por su padre en aquellos tratamientos para endurecer su mente. Pero, para poder tomar el mando, tenía también que casarse, aunque lo más conveniente era estar con alguna mujer de cualquier mafia que sea también de Italia, su padre descartó por completo esto y simplemente llamó a mujeres ricas de otros paises. No le prestó atención, en primera porque no quería tomarse a cargo de una mafia, vio a primera mano como Kiev se moría del estrés con la mafia que manejaban. Estar aquí significaba su encadenamiento a algo que realmente detestaba. Sus pensamientos fueron apesiguados cuando sintió algo que jalaba su pantalón desde abajo. Sus ojos ámbar se encontraron con una conejita blanca, la cual terminó encontrandose la otra vez en el jardín. La bautizo como "La reincarnazione di Bianca" lo que básicamente era "La reencarnación de Bianca" en italiano. No tenía tanta creatividad por ahora. Por lo que solo la llamaba como "Bianca 2, la resurrección" — Vieni qui, carino. — Palmeo su pierna. La coneja lo miró unos segundos, quedado se totalmente quieta antes de correr hacia él saltando. Se recostó en sus piernas y se mantuvo quieta, descansando. Ryan solo acarició su lomo y las orejas. A lo lejos, vio como uno de los hombres de acercaba, probablemente para decirle que debía alistarse para quien sabe. Simplemente disfruto de aquellos pocos segundos antes de volver a su condena.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Estoy desaparecido por qué estoy en el Manga Barcelona frikeando. Cuando vuelva querré hacer mucho rol!!!
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  • El sonido de las olas golpeando suavemente el casco del Thousand Sunny llenaba el aire mientras Robin descansaba en la cubierta. La tarde era tranquila, el sol proyectaba un cálido resplandor dorado sobre el océano, y el bullicio habitual de sus compañeros piratas parecía haberse desvanecido, al menos por unos momentos. Robin, sentada con un libro abierto en sus manos, no leía realmente. Sus ojos recorrían las líneas de texto, pero su mente estaba atrapada en pensamientos del pasado.

    Había sido Miss All Sunday, la mano derecha de Crocodile, una figura envuelta en misterio y miedo. Aún podía sentir el peso de la máscara que había llevado durante tanto tiempo: el papel de la mujer inescrutable que siempre tenía un as bajo la manga, que ofrecía una sonrisa mientras urdía traiciones y esquemas. No tenía elección entonces; vivir como una herramienta era la única manera de sobrevivir. Había aprendido a no confiar en nadie, a mantener a todos a distancia y a asumir que cualquier conexión era una amenaza.

    Pero todo eso había cambiado.

    Robin alzó la vista del libro y observó el barco que ahora llamaba hogar. Luffy reía ruidosamente en la proa, probablemente porque Usopp había contado una de sus exageradas historias. Chopper trotaba alrededor, intentando convencer a Sanji de que no necesitaba comer más verduras. Incluso Zoro, que dormía bajo la sombra de las velas, irradiaba una tranquilidad contagiosa. Era una vida que jamás imaginó tener.

    "Robin-chwan, ¿un té?" La voz de Sanji la sacó de sus pensamientos. Él había aparecido con una taza perfectamente preparada, inclinándose como siempre con una mezcla de devoción y dramatismo. Robin sonrió, aceptando la taza. "Gracias, Sanji-kun."

    Esa simple interacción la llenó de calidez. Era tan... normal. No había dobles intenciones, no había cálculos. Solo una pequeña muestra de amabilidad que, en otra época, habría considerado peligrosa o manipuladora.

    Mientras sorbía el té, sus pensamientos volvieron a Arabasta, donde todo comenzó a cambiar. Luffy y los demás habían enfrentado a Crocodile no solo por el país, sino por sus propios ideales de justicia y amistad. Habían sido lo opuesto a todo lo que conocía: desinteresados, honestos y, de alguna manera, increíblemente tercos. Y cuando Luffy le ofreció un lugar en su barco, no lo había entendido. ¿Por qué querrían a alguien como ella, una mujer con una recompensa que la marcaba como peligrosa y una historia llena de sombras?

    Ahora sabía la respuesta. Luffy no veía el pasado como una carga insuperable. Para él, lo único que importaba era quién eras en ese momento y hacia dónde querías ir.

    Robin cerró los ojos, dejando que la brisa marina acariciara su rostro. Había noches en las que las sombras del pasado intentaban alcanzarla, susurros de traiciones pasadas y memorias de soledad. Pero ahora, tenía voces más fuertes que esas sombras: el grito entusiasta de Luffy, la risa escandalosa de Nami, las bromas de Usopp, las disputas de Zoro y Sanji.

    Y en esos momentos, cuando los recuerdos la acechaban, recordaba algo simple pero poderoso: ya no era Miss All Sunday. Era Nico Robin, la arqueóloga de los Piratas del Sombrero de Paja, y nunca había sentido tanto alivio por ello.
    El sonido de las olas golpeando suavemente el casco del Thousand Sunny llenaba el aire mientras Robin descansaba en la cubierta. La tarde era tranquila, el sol proyectaba un cálido resplandor dorado sobre el océano, y el bullicio habitual de sus compañeros piratas parecía haberse desvanecido, al menos por unos momentos. Robin, sentada con un libro abierto en sus manos, no leía realmente. Sus ojos recorrían las líneas de texto, pero su mente estaba atrapada en pensamientos del pasado. Había sido Miss All Sunday, la mano derecha de Crocodile, una figura envuelta en misterio y miedo. Aún podía sentir el peso de la máscara que había llevado durante tanto tiempo: el papel de la mujer inescrutable que siempre tenía un as bajo la manga, que ofrecía una sonrisa mientras urdía traiciones y esquemas. No tenía elección entonces; vivir como una herramienta era la única manera de sobrevivir. Había aprendido a no confiar en nadie, a mantener a todos a distancia y a asumir que cualquier conexión era una amenaza. Pero todo eso había cambiado. Robin alzó la vista del libro y observó el barco que ahora llamaba hogar. Luffy reía ruidosamente en la proa, probablemente porque Usopp había contado una de sus exageradas historias. Chopper trotaba alrededor, intentando convencer a Sanji de que no necesitaba comer más verduras. Incluso Zoro, que dormía bajo la sombra de las velas, irradiaba una tranquilidad contagiosa. Era una vida que jamás imaginó tener. "Robin-chwan, ¿un té?" La voz de Sanji la sacó de sus pensamientos. Él había aparecido con una taza perfectamente preparada, inclinándose como siempre con una mezcla de devoción y dramatismo. Robin sonrió, aceptando la taza. "Gracias, Sanji-kun." Esa simple interacción la llenó de calidez. Era tan... normal. No había dobles intenciones, no había cálculos. Solo una pequeña muestra de amabilidad que, en otra época, habría considerado peligrosa o manipuladora. Mientras sorbía el té, sus pensamientos volvieron a Arabasta, donde todo comenzó a cambiar. Luffy y los demás habían enfrentado a Crocodile no solo por el país, sino por sus propios ideales de justicia y amistad. Habían sido lo opuesto a todo lo que conocía: desinteresados, honestos y, de alguna manera, increíblemente tercos. Y cuando Luffy le ofreció un lugar en su barco, no lo había entendido. ¿Por qué querrían a alguien como ella, una mujer con una recompensa que la marcaba como peligrosa y una historia llena de sombras? Ahora sabía la respuesta. Luffy no veía el pasado como una carga insuperable. Para él, lo único que importaba era quién eras en ese momento y hacia dónde querías ir. Robin cerró los ojos, dejando que la brisa marina acariciara su rostro. Había noches en las que las sombras del pasado intentaban alcanzarla, susurros de traiciones pasadas y memorias de soledad. Pero ahora, tenía voces más fuertes que esas sombras: el grito entusiasta de Luffy, la risa escandalosa de Nami, las bromas de Usopp, las disputas de Zoro y Sanji. Y en esos momentos, cuando los recuerdos la acechaban, recordaba algo simple pero poderoso: ya no era Miss All Sunday. Era Nico Robin, la arqueóloga de los Piratas del Sombrero de Paja, y nunca había sentido tanto alivio por ello.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    || Pues lo logro, el cabron de Bakugo me termino comprando, en todo lo que viene saliendo desde el final del manga hasta en estos ultimas 60 paginas no hace mas que mejorar. El maldito erizo ese bastardo lo consiguio, me parece un buen personaje y como su acciones hicieron agradar su imagen.
    || Pues lo logro, el cabron de Bakugo me termino comprando, en todo lo que viene saliendo desde el final del manga hasta en estos ultimas 60 paginas no hace mas que mejorar. El maldito erizo ese bastardo lo consiguio, me parece un buen personaje y como su acciones hicieron agradar su imagen.
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  • //ovo)7 Bueno antes de empezar solo queria decir que solo el cambio de edad en Star es valida solo para esta publicacion. Las interacciones que tenga con la gente fuera de esta es con la Star actual. Habiendo dicho eso aquí esta.
    -------------------------------
    ✧──────────────╮
    │Star / 31
    ✧──────────────╯

    -La ciudad estaba bañada por la cálida luz del sol, con un cielo despejado que permitía que una brisa ligera refrescara las calles. Las hojas de los árboles en el parque cercano danzaban suavemente al ritmo del viento. Era un día tranquilo, uno que parecía ideal para relajarse lejos del bullicio y la prisa de otros días.-

    -En un edificio modesto, un departamento en particular se destacaba por su abandono. La capa de polvo sobre el piso y los muebles era evidente, acumulada durante años de desocupación. Las ventanas dejaban pasar tenues rayos de luz, que apenas iluminaban el espacio, dándole un aire de melancolía y olvido. El lugar parecía atrapado en un tiempo pasado, hasta que algo rompió la monotonía.-

    -Un resplandor dorado comenzó a dibujarse en el centro del suelo, formando un pentagrama brillante. La luminosidad se intensificó hasta que una figura femenina emergió del círculo mágico. La mujer, de largos cabellos castaños con un delicado degradado dorado, llevaba una armadura vistosa y poco convencional que realzaba su presencia. En sus brazos, una niña pequeña, de aspecto similar y mirada curiosa, miraba el lugar con fascinación.-

    -Star dio un paso hacia adelante. Su mirada recorrió los muebles polvorientos y los rincones olvidados. Tras unos momentos, habló con calma, rompiendo el silencio del lugar.-

    Star: Bien. Ya llegamos, no es la gran cosa, pero este es el mundo mortal. Precisamente el lugar donde vivía antes.

    -La niña, con los ojos brillantes de emoción, alzó la vista hacia ella y exclamó con una voz dulce y animada-

    ???: Waaah~ Es muy pequeño~~ ¡Pero Casita es más grande!

    -Sin esperar mucho, la pequeña le hizo un gesto para que la bajara. Una vez en el suelo, comenzó a recorrer el departamento con pasos ligeros, explorando cada rincón con curiosidad infantil, arrastrando sus largas mangas por el suelo. Mientras tanto, Star se dirigió hacia su antigua habitación, sus pasos resonando suavemente en el piso polvoriento.-

    -Al entrar, sus ojos se fijaron en la cama perfectamente ordenada. Encima de esta descansaba un peluche de tigre, que parecía haber quedado intacto pese al tiempo. Star lo miró con seriedad, sus pensamientos girando en torno a algo que no verbalizó. Sin embargo, un jadeo suave interrumpió su contemplación.-

    -Al girarse, vio a la pequeña en el balcón, subida sobre una silla. Sus ojos estaban fijos en el parque que se extendía frente al edificio, y su rostro reflejaba pura emoción. La niña volteó hacia Star y le hizo una pregunta con entusiasmo en su tono.-

    ???: Mami, ¿podemos ir al parque?

    -Star la observó en silencio por un momento, considerando la petición. Finalmente, asintió con una leve sonrisa.-

    Star: Claro, Estela. Ven, vayamos a pasear un poco.

    Estela: ¡Yippie!

    -Con rapidez, la niña bajó de la silla y corrió hacia Star, alzando su manito para que esta se la tomara. Al tomarla, Star la guió fuera del departamento-

    -El parque era un lugar lleno de vida. Los niños reían y jugaban en los columpios y toboganes, mientras los adultos descansaban en el cesped, bajo o un arbol, o una banca, algunos leyendo o disfrutando de la tranquilidad.-

    -Bajo un gran árbol frondoso, Star descansaba sentada en la sombra, observando a Estela. La pequeña correteaba entre las máquinas de juego, su risa resonando alegremente. Star la seguía con la mirada, disfrutando de la calma del momento. Sin embargo, unos minutos después, Estela corrió hacia ella con la respiración agitada y el rostro encendido de emoción.-

    Estela: ¡Mami! ¡Mami!

    -La niña agitó suavemente el brazo de Star, quien reaccionó sorprendida. Con ternura, acomodó a Estela en sus brazos, y la pequeña apuntó con un gesto hacia un punto en la distancia.-

    Estela: Mami, dice que te conoce.

    -Star alzó la mirada con curiosidad hacia la dirección que señalaba Estela, observando a la figura que se encontraba frente a ellas.-
    //ovo)7 Bueno antes de empezar solo queria decir que solo el cambio de edad en Star es valida solo para esta publicacion. Las interacciones que tenga con la gente fuera de esta es con la Star actual. Habiendo dicho eso aquí esta. ------------------------------- ✧──────────────╮ │Star / 31 ✧──────────────╯ -La ciudad estaba bañada por la cálida luz del sol, con un cielo despejado que permitía que una brisa ligera refrescara las calles. Las hojas de los árboles en el parque cercano danzaban suavemente al ritmo del viento. Era un día tranquilo, uno que parecía ideal para relajarse lejos del bullicio y la prisa de otros días.- -En un edificio modesto, un departamento en particular se destacaba por su abandono. La capa de polvo sobre el piso y los muebles era evidente, acumulada durante años de desocupación. Las ventanas dejaban pasar tenues rayos de luz, que apenas iluminaban el espacio, dándole un aire de melancolía y olvido. El lugar parecía atrapado en un tiempo pasado, hasta que algo rompió la monotonía.- -Un resplandor dorado comenzó a dibujarse en el centro del suelo, formando un pentagrama brillante. La luminosidad se intensificó hasta que una figura femenina emergió del círculo mágico. La mujer, de largos cabellos castaños con un delicado degradado dorado, llevaba una armadura vistosa y poco convencional que realzaba su presencia. En sus brazos, una niña pequeña, de aspecto similar y mirada curiosa, miraba el lugar con fascinación.- -Star dio un paso hacia adelante. Su mirada recorrió los muebles polvorientos y los rincones olvidados. Tras unos momentos, habló con calma, rompiendo el silencio del lugar.- Star: Bien. Ya llegamos, no es la gran cosa, pero este es el mundo mortal. Precisamente el lugar donde vivía antes. -La niña, con los ojos brillantes de emoción, alzó la vista hacia ella y exclamó con una voz dulce y animada- ???: Waaah~ Es muy pequeño~~ ¡Pero Casita es más grande! -Sin esperar mucho, la pequeña le hizo un gesto para que la bajara. Una vez en el suelo, comenzó a recorrer el departamento con pasos ligeros, explorando cada rincón con curiosidad infantil, arrastrando sus largas mangas por el suelo. Mientras tanto, Star se dirigió hacia su antigua habitación, sus pasos resonando suavemente en el piso polvoriento.- -Al entrar, sus ojos se fijaron en la cama perfectamente ordenada. Encima de esta descansaba un peluche de tigre, que parecía haber quedado intacto pese al tiempo. Star lo miró con seriedad, sus pensamientos girando en torno a algo que no verbalizó. Sin embargo, un jadeo suave interrumpió su contemplación.- -Al girarse, vio a la pequeña en el balcón, subida sobre una silla. Sus ojos estaban fijos en el parque que se extendía frente al edificio, y su rostro reflejaba pura emoción. La niña volteó hacia Star y le hizo una pregunta con entusiasmo en su tono.- ???: Mami, ¿podemos ir al parque? -Star la observó en silencio por un momento, considerando la petición. Finalmente, asintió con una leve sonrisa.- Star: Claro, Estela. Ven, vayamos a pasear un poco. Estela: ¡Yippie! -Con rapidez, la niña bajó de la silla y corrió hacia Star, alzando su manito para que esta se la tomara. Al tomarla, Star la guió fuera del departamento- -El parque era un lugar lleno de vida. Los niños reían y jugaban en los columpios y toboganes, mientras los adultos descansaban en el cesped, bajo o un arbol, o una banca, algunos leyendo o disfrutando de la tranquilidad.- -Bajo un gran árbol frondoso, Star descansaba sentada en la sombra, observando a Estela. La pequeña correteaba entre las máquinas de juego, su risa resonando alegremente. Star la seguía con la mirada, disfrutando de la calma del momento. Sin embargo, unos minutos después, Estela corrió hacia ella con la respiración agitada y el rostro encendido de emoción.- Estela: ¡Mami! ¡Mami! -La niña agitó suavemente el brazo de Star, quien reaccionó sorprendida. Con ternura, acomodó a Estela en sus brazos, y la pequeña apuntó con un gesto hacia un punto en la distancia.- Estela: Mami, dice que te conoce. -Star alzó la mirada con curiosidad hacia la dirección que señalaba Estela, observando a la figura que se encontraba frente a ellas.-
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  • Entre flores
    Fandom Kuroshitsuji/Black Butler OC y otros
    Categoría Otros
    Pétalos multicolores bailaban por el aire, inundando el ambiente con su aroma dulce y floral.

    El día estaba fresco, y Junior caminaba a paso calmo entre las flores del jardín.

    Miró hacia el cielo despejado; el sol bañaba su figura, calentando suavemente su rostro.

    Bajo el hermoso paisaje, el joven Phantomhive se sumió en sus reflexiones con una expresión serena.
    “Ya era hora de que saliera a tomar aire fresco”, pensó.

    Y es que había pasado días enteros encerrado en su habitación, inmerso en la observación de una muestra de tejido de un animal fosilizado, descubierto en las tierras lejanas de América del Sur.
    Junior había pasado tanto tiempo inclinado hacia el microscopio óptico en la penumbra, que tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la brillante luz del día.

    Pero su encierro tenía una buena razón: el Museo Nacional de Londres esperaba su artículo al respecto, y no le habían brindado mucho tiempo.
    Junior se comunicaba con ellos bajo el seudónimo del profesor Eaglestein, un académico paleontológico de la Universidad de Cambridge. Tenía varios seudónimos bajo la manga, y debía usarlos para que lo tomaran en serio. Si revelaba su verdadera edad, lamentablemente, los adultos lo ignorarían por completo. Además, su situación única como Phantomhive le impedía revelarse al público, por lo que, de alguna forma, esta era la única manera que tenía para desplegar su intelecto.

    De repente, suspiró.

    Ser un genio tenía muchos beneficios, pero ahora solo podía pensar en una gran desventaja: la soledad.

    Su situación como hijo ilegítimo del conde Phantomhive le cerraba las puertas a la posibilidad de mostrarse tal como era. Aunque Junior estaba tentado a culpar a sus circunstancias por su incapacidad para hacer amigos, en el fondo sabía que… probablemente, incluso sin ese obstáculo, no sería tan diferente.
    Pétalos multicolores bailaban por el aire, inundando el ambiente con su aroma dulce y floral. El día estaba fresco, y Junior caminaba a paso calmo entre las flores del jardín. Miró hacia el cielo despejado; el sol bañaba su figura, calentando suavemente su rostro. Bajo el hermoso paisaje, el joven Phantomhive se sumió en sus reflexiones con una expresión serena. “Ya era hora de que saliera a tomar aire fresco”, pensó. Y es que había pasado días enteros encerrado en su habitación, inmerso en la observación de una muestra de tejido de un animal fosilizado, descubierto en las tierras lejanas de América del Sur. Junior había pasado tanto tiempo inclinado hacia el microscopio óptico en la penumbra, que tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la brillante luz del día. Pero su encierro tenía una buena razón: el Museo Nacional de Londres esperaba su artículo al respecto, y no le habían brindado mucho tiempo. Junior se comunicaba con ellos bajo el seudónimo del profesor Eaglestein, un académico paleontológico de la Universidad de Cambridge. Tenía varios seudónimos bajo la manga, y debía usarlos para que lo tomaran en serio. Si revelaba su verdadera edad, lamentablemente, los adultos lo ignorarían por completo. Además, su situación única como Phantomhive le impedía revelarse al público, por lo que, de alguna forma, esta era la única manera que tenía para desplegar su intelecto. De repente, suspiró. Ser un genio tenía muchos beneficios, pero ahora solo podía pensar en una gran desventaja: la soledad. Su situación como hijo ilegítimo del conde Phantomhive le cerraba las puertas a la posibilidad de mostrarse tal como era. Aunque Junior estaba tentado a culpar a sus circunstancias por su incapacidad para hacer amigos, en el fondo sabía que… probablemente, incluso sin ese obstáculo, no sería tan diferente.
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    Cualquier línea
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  • 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈

    𝑷𝒓𝒆𝒇𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒂. . .


    𝑃𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎... 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑠. 𝑆𝑖 𝑛𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑠𝑒. 𝑇𝑒 𝑑𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑢́ 𝑝𝑜𝑟 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑖𝑠𝑡𝑒...

    El anillo de camino con su dueño.

    Su corazón desconectado una vez más.

    No sentía nada... como si de pronto algo en su interior hubiera hecho "click" y... adiós dolor, adiós recuerdo, no más lágrimas.

    Los sentimientos podían ser un arma de doble filo y una ventaja al enemigo. Se permitió sentir pero de formas crueles como sólo su vida podía enseñarle... Le demostró una vez más que estaba mejor sola.

    𝑌𝑎 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑜𝑡𝑜𝑠.
    𝐸𝑙 𝑡𝑒𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑐𝑢𝑟𝑜́...
    𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑛𝑐ℎ𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑜...

    Se sacó el atuendo que había destinado especialmente para un evento al que asistiría con Ryan, su compañero.
    Por obvias razones no lo harían, ella no estaba para disfrutar, aún podía sentir el aturdimiento, el dolor, su respiración pesada y un picor en los ojos con el que lucharía porque no iba a derramar ni un céntimo de lágrima.

    Ryan estaba al tanto de lo sucedido y nada contento pero sabía que no actuaría por el ardid del momento, se abocaría a permanecer con ella como su sombra.
    No era la primera vez que algo la hería y desde que Kiev los hizo compañeros se unieron de tal forma que sólo ellos se entendían en su dolor, en su locura, en sus pesadillas y traumas.

    Se apoyaban.
    Cuidaban sus espaldas.
    Caían juntos en picada.
    Un equipo.

    Estaba en ropa interior, lista para ponerse su pijama que consistía en un pantalón a cuadros negros y rojos que iba a juego con una playera negra de mangas cortas; muy varonil pero cómoda y funcional. Los conjuntos de colores chillones eran para otras ocasiones.

    Dejó las prendas sobre la cama, luego las tomó y se colocó de a una con cuidado.
    Estaba por acomodar la playera cuando un ruido en la ventana la puso en alerta.
    No era Ryan por dos motivos:

    1. Esa no era la señal que ellos tenían.
    2. ¿La ventana? Él derribaría la puerta.

    Sus yemas alcanzaron a rozar su arma pero el sujeto de la ventana fue más rápido; terminó de invadir su habitación y la lanzó contra el suelo. Con el impulso de un cuerpo corpulento el golpe se escuchó bastante fuerte; aún así la joven se repuso tan rápido como pudo y le asestó un par de golpes que lo hicieron tambalear. Pudo haber hecho más pero ingresaron dos pares más de hombres.

    Entre ellos estaban Killian y otro ser infernal que podría reconocer a kilómetros.
    Se habían aliado.
    Estaba jodida.

    —Mierda...

    Ojos demoníacos y sonrisa afilada.
    Killian estaba disfrutando del momento, su cacería había dado fin.
    Sin salida y por terquedad trató de dar pelea un instante.
    Lo hizo.
    Después un golpe en el sitio correcto y la noquearon.
    Cayó de cara al suelo y ahí se quedó hasta que entre sueños escuchó a Ryan gritando y tratando de entrar.
    Quería decirle que se fuera, que se salvara del infierno que vendría pero no podía, estaba atrapada en las sombras.

    El rubio ingresó y casi podía sentir como el socio de su verdugo saboreaba el instante.
    Segundo noqueo.
    Ahora ambos, atrapados en sus respectivas sombras, serían llevados a lo que sería el evento del año.

    𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒, 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑧 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑜... 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜, 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜.
    𝑃𝑢𝑒𝑠 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑛𝑑𝑜... 𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜...

    Esa canción aún resonaba en su mente como soundtrack de inicio a su momento infernal.





    𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈 𝑷𝒓𝒆𝒇𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒂. . . 𝑃𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎... 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑠. 𝑆𝑖 𝑛𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑠𝑒. 𝑇𝑒 𝑑𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑢́ 𝑝𝑜𝑟 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑖𝑠𝑡𝑒... El anillo de camino con su dueño. Su corazón desconectado una vez más. No sentía nada... como si de pronto algo en su interior hubiera hecho "click" y... adiós dolor, adiós recuerdo, no más lágrimas. Los sentimientos podían ser un arma de doble filo y una ventaja al enemigo. Se permitió sentir pero de formas crueles como sólo su vida podía enseñarle... Le demostró una vez más que estaba mejor sola. 𝑌𝑎 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑜𝑡𝑜𝑠. 𝐸𝑙 𝑡𝑒𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑐𝑢𝑟𝑜́... 𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑛𝑐ℎ𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑜... Se sacó el atuendo que había destinado especialmente para un evento al que asistiría con Ryan, su compañero. Por obvias razones no lo harían, ella no estaba para disfrutar, aún podía sentir el aturdimiento, el dolor, su respiración pesada y un picor en los ojos con el que lucharía porque no iba a derramar ni un céntimo de lágrima. Ryan estaba al tanto de lo sucedido y nada contento pero sabía que no actuaría por el ardid del momento, se abocaría a permanecer con ella como su sombra. No era la primera vez que algo la hería y desde que Kiev los hizo compañeros se unieron de tal forma que sólo ellos se entendían en su dolor, en su locura, en sus pesadillas y traumas. Se apoyaban. Cuidaban sus espaldas. Caían juntos en picada. Un equipo. Estaba en ropa interior, lista para ponerse su pijama que consistía en un pantalón a cuadros negros y rojos que iba a juego con una playera negra de mangas cortas; muy varonil pero cómoda y funcional. Los conjuntos de colores chillones eran para otras ocasiones. Dejó las prendas sobre la cama, luego las tomó y se colocó de a una con cuidado. Estaba por acomodar la playera cuando un ruido en la ventana la puso en alerta. No era Ryan por dos motivos: 1. Esa no era la señal que ellos tenían. 2. ¿La ventana? Él derribaría la puerta. Sus yemas alcanzaron a rozar su arma pero el sujeto de la ventana fue más rápido; terminó de invadir su habitación y la lanzó contra el suelo. Con el impulso de un cuerpo corpulento el golpe se escuchó bastante fuerte; aún así la joven se repuso tan rápido como pudo y le asestó un par de golpes que lo hicieron tambalear. Pudo haber hecho más pero ingresaron dos pares más de hombres. Entre ellos estaban Killian y otro ser infernal que podría reconocer a kilómetros. Se habían aliado. Estaba jodida. —Mierda... Ojos demoníacos y sonrisa afilada. Killian estaba disfrutando del momento, su cacería había dado fin. Sin salida y por terquedad trató de dar pelea un instante. Lo hizo. Después un golpe en el sitio correcto y la noquearon. Cayó de cara al suelo y ahí se quedó hasta que entre sueños escuchó a Ryan gritando y tratando de entrar. Quería decirle que se fuera, que se salvara del infierno que vendría pero no podía, estaba atrapada en las sombras. El rubio ingresó y casi podía sentir como el socio de su verdugo saboreaba el instante. Segundo noqueo. Ahora ambos, atrapados en sus respectivas sombras, serían llevados a lo que sería el evento del año. 𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒, 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑧 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑜... 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜, 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑃𝑢𝑒𝑠 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑛𝑑𝑜... 𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜... Esa canción aún resonaba en su mente como soundtrack de inicio a su momento infernal.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    adoro este tipo de frames o secciones en los mangas, asi todos shiquitos y bonitos
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