El demonio se encontraba realizando una de las actividades más triviales que un humano podía hacer en este mundo: hacer las compras.

Se acercó a una góndola y tomó una lata de conserva. Las alubias prehidratadas eran una buena opción para llevar, sobre todo cuando Sebastián no tenía tiempo de preparar la legumbre desde cero y necesitaba cocinar algo rápido para su joven dama.

Bueno, en realidad, si usaba sus "habilidades ocultas" no había nada que Sebastián no pudiera hacer...

Sí, incluso hidratar unas legumbres (?)

Pero eso le quitaría la gracia, y, francamente, le gustaba jugar al mayordomo.

Por eso, colocó la lata de alubias en su carrito. Lo empujó hacia delante sin mirar y, de pronto, chocó contra algo en el suelo. Sebastián bajó la mirada: se trataba de una bolsa de compras, repleta de artículos de pastelería.

Arqueó una ceja.

¿Quién había dejado esto en medio del camino?

Se inclinó y la levantó, sin estar del todo seguro de qué hacer con ella.

Bueno, lo más lógico sería llevársela a la dependienta de la tienda y dejar que ella se encargara del asunto.