—Tengo tanto qué hacer...
La cocina de la mansión era un hervidero de actividad, literalmente; todos los fogones estaban encendidos, ocupados con grandes ollas cocinando diversidad de alimentos. Los hornos asaban alguna carne o tubérculo, otros horneaban el postre, y los bizcochos para armar el pastel de cumpleaños.
Por otra parte, el mayordomo de la casa picaba verduras sin parar, colocándolas en un recipiente más grande que su cabeza sin interrumpir el proceso ni por la torpeza del trío de idiotas.
— . . .
Y aún faltaba más comida por preparar.
No era para menos, sabiendo que tenían como invitado a una persona que comía lo equivalente a diez personas.
La cocina de la mansión era un hervidero de actividad, literalmente; todos los fogones estaban encendidos, ocupados con grandes ollas cocinando diversidad de alimentos. Los hornos asaban alguna carne o tubérculo, otros horneaban el postre, y los bizcochos para armar el pastel de cumpleaños.
Por otra parte, el mayordomo de la casa picaba verduras sin parar, colocándolas en un recipiente más grande que su cabeza sin interrumpir el proceso ni por la torpeza del trío de idiotas.
— . . .
Y aún faltaba más comida por preparar.
No era para menos, sabiendo que tenían como invitado a una persona que comía lo equivalente a diez personas.
—Tengo tanto qué hacer...
La cocina de la mansión era un hervidero de actividad, literalmente; todos los fogones estaban encendidos, ocupados con grandes ollas cocinando diversidad de alimentos. Los hornos asaban alguna carne o tubérculo, otros horneaban el postre, y los bizcochos para armar el pastel de cumpleaños.
Por otra parte, el mayordomo de la casa picaba verduras sin parar, colocándolas en un recipiente más grande que su cabeza sin interrumpir el proceso ni por la torpeza del trío de idiotas.
— . . .
Y aún faltaba más comida por preparar.
No era para menos, sabiendo que tenían como invitado a una persona que comía lo equivalente a diez personas.

