• Jeff se dejó caer en el destartalado sofá de una casa abandonada, la luz parpadeante de la televisión iluminando la habitación. Era Halloween, la noche perfecta para una "noche de películas". A su lado, unos cuerpos de sus recientes víctimas descansaban, aún calientes. Para él, no había mejor manera de relajarse que viendo clásicos de terror.

    Las imágenes en la pantalla mostraban a los icónicos asesinos: Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers. Jeff se burló, hundiéndose en el sofá y afilando su cuchillo.

    —¿Esto es lo que a la gente le da miedo? ¡Qué patéticos! —exclamó, justo cuando los personajes comenzaron a emerger de la pantalla.

    Freddy intentó intimidarlo, pero Jeff solo se rió.

    —¿No tienes mejores trucos que eso? —dijo—. Y tú, Jason, ¿esos pasos lentos realmente asustan a alguien? ¡Vamos!

    Después de eliminar a los tres, se enderezó, limpiándose la sangre de las manos.

    —JA, ¡novatos! —rió—. Esto no es una película. Soy un verdadero asesino.

    Al abrir la puerta trasera, reveló una pirámide de cuerpos amontonados, el resultado de una fiesta que había ido demasiado lejos.

    —¡Esto es lo que significa ser un auténtico monstruo!

    #Inkfest DIA 20
    Jeff se dejó caer en el destartalado sofá de una casa abandonada, la luz parpadeante de la televisión iluminando la habitación. Era Halloween, la noche perfecta para una "noche de películas". A su lado, unos cuerpos de sus recientes víctimas descansaban, aún calientes. Para él, no había mejor manera de relajarse que viendo clásicos de terror. Las imágenes en la pantalla mostraban a los icónicos asesinos: Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers. Jeff se burló, hundiéndose en el sofá y afilando su cuchillo. —¿Esto es lo que a la gente le da miedo? ¡Qué patéticos! —exclamó, justo cuando los personajes comenzaron a emerger de la pantalla. Freddy intentó intimidarlo, pero Jeff solo se rió. —¿No tienes mejores trucos que eso? —dijo—. Y tú, Jason, ¿esos pasos lentos realmente asustan a alguien? ¡Vamos! Después de eliminar a los tres, se enderezó, limpiándose la sangre de las manos. —JA, ¡novatos! —rió—. Esto no es una película. Soy un verdadero asesino. Al abrir la puerta trasera, reveló una pirámide de cuerpos amontonados, el resultado de una fiesta que había ido demasiado lejos. —¡Esto es lo que significa ser un auténtico monstruo! #Inkfest DIA 20
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // que es inkfest :)
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    El día comenzó como cualquier otro para Jeff The Killer, con el mismo deseo insaciable de caos y destrucción. Caminaba por un lúgubre y distorsionado escenario donde las sombras parecían estar vivas. Mientras avanzaba, vio figuras familiares a lo lejos. Poco a poco, las reconoció. Eran todas sus víctimas, las personas que había asesinado, cada una con su característica sonrisa tallada, grotesca y sangrienta, imitando la suya.

    —Vaya, vaya —murmuró con una sonrisa torcida—. Mis pequeños souvenirs.

    La grotesca imagen de sus víctimas lo llenaba de una oscura satisfacción. Cada una de ellas estaba ahí, inmóvil, observándolo con ojos vacíos. Sus rostros deformados reflejaban la obra maestra que Jeff había creado en sus últimos momentos de vida. Caminó entre ellas, inspeccionándolas como si se tratara de trofeos. El frío aire de la pesadilla le rozaba la piel, pero Jeff estaba en su elemento. Para él, aquello no era más que un espectáculo personal.

    De repente, las risas en su cabeza comenzaron a desvanecerse, y un silencio incómodo se apoderó del lugar. Entre las víctimas, emergieron dos figuras que no esperaba ver. El aire se volvió helado, y por primera vez en mucho tiempo, el corazón de Jeff dio un vuelco.

    Eran sus padres.

    Allí estaban, de pie entre las almas de sus víctimas, con la misma sonrisa grotesca tallada en sus rostros. La sangre seca cubría sus mejillas, pero sus ojos eran diferentes. Aún mostraban el brillo de quien alguna vez fue humano, pero ahora llenos de una tristeza profunda. Esa tristeza que Jeff reconocía, y que lo golpeó como una cuchillada en el pecho.

    —Hijo mío... —la voz de su madre sonó débil, rota por el dolor, mientras su padre añadía con un eco fantasmal—. ¿Por qué lo hiciste?

    Las palabras, cargadas de un reproche silencioso, resonaron en su mente. Jeff, que siempre se había mostrado indiferente a todo, sintió cómo sus manos comenzaban a temblar. El cuchillo que sostenía firmemente ahora parecía pesado. La sangre en sus manos, antes un símbolo de su poder, ahora solo le recordaba lo que había hecho.

    —Nunca te perdonaremos... —susurraron sus padres al unísono, con voces rotas que se clavaban en su alma.

    Jeff retrocedió instintivamente, sus ojos fijos en esos dos rostros deformados, llenos de una ira tranquila, pero profunda. Apretó los dientes, intentando convencerse de que no era real. Pero en el fondo, sabía que esta pesadilla, esta visión de sus padres, era su mayor temor.

    —No... —murmuró, su voz apenas un susurro—. Esto no es real... ¡NO ES REAL!

    Pero sus padres continuaron avanzando hacia él, con los ojos llenos de dolor y condena. Jeff, por primera vez, sintió el verdadero terror. No el miedo a la muerte, ni a la violencia, sino algo mucho peor: la idea de que jamás sería perdonado por las personas que lo trajeron al mundo.

    —Nunca te perdonaremos, Jeff... —repitieron con voces heladas, mientras el asesino, ahora acorralado por sus propios demonios, sentía cómo su mundo se derrumbaba.

    #Inkfest DIA 19

    午前 Homicidal Liu 大きい ㊄
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  • El día comenzó como cualquier otro para Jeff The Killer, con el mismo deseo insaciable de caos y destrucción. Caminaba por un lúgubre y distorsionado escenario donde las sombras parecían estar vivas. Mientras avanzaba, vio figuras familiares a lo lejos. Poco a poco, las reconoció. Eran todas sus víctimas, las personas que había asesinado, cada una con su característica sonrisa tallada, grotesca y sangrienta, imitando la suya.

    —Vaya, vaya —murmuró con una sonrisa torcida—. Mis pequeños souvenirs.

    La grotesca imagen de sus víctimas lo llenaba de una oscura satisfacción. Cada una de ellas estaba ahí, inmóvil, observándolo con ojos vacíos. Sus rostros deformados reflejaban la obra maestra que Jeff había creado en sus últimos momentos de vida. Caminó entre ellas, inspeccionándolas como si se tratara de trofeos. El frío aire de la pesadilla le rozaba la piel, pero Jeff estaba en su elemento. Para él, aquello no era más que un espectáculo personal.

    De repente, las risas en su cabeza comenzaron a desvanecerse, y un silencio incómodo se apoderó del lugar. Entre las víctimas, emergieron dos figuras que no esperaba ver. El aire se volvió helado, y por primera vez en mucho tiempo, el corazón de Jeff dio un vuelco.

    Eran sus padres.

    Allí estaban, de pie entre las almas de sus víctimas, con la misma sonrisa grotesca tallada en sus rostros. La sangre seca cubría sus mejillas, pero sus ojos eran diferentes. Aún mostraban el brillo de quien alguna vez fue humano, pero ahora llenos de una tristeza profunda. Esa tristeza que Jeff reconocía, y que lo golpeó como una cuchillada en el pecho.

    —Hijo mío... —la voz de su madre sonó débil, rota por el dolor, mientras su padre añadía con un eco fantasmal—. ¿Por qué lo hiciste?

    Las palabras, cargadas de un reproche silencioso, resonaron en su mente. Jeff, que siempre se había mostrado indiferente a todo, sintió cómo sus manos comenzaban a temblar. El cuchillo que sostenía firmemente ahora parecía pesado. La sangre en sus manos, antes un símbolo de su poder, ahora solo le recordaba lo que había hecho.

    —Nunca te perdonaremos... —susurraron sus padres al unísono, con voces rotas que se clavaban en su alma.

    Jeff retrocedió instintivamente, sus ojos fijos en esos dos rostros deformados, llenos de una ira tranquila, pero profunda. Apretó los dientes, intentando convencerse de que no era real. Pero en el fondo, sabía que esta pesadilla, esta visión de sus padres, era su mayor temor.

    —No... —murmuró, su voz apenas un susurro—. Esto no es real... ¡NO ES REAL!

    Pero sus padres continuaron avanzando hacia él, con los ojos llenos de dolor y condena. Jeff, por primera vez, sintió el verdadero terror. No el miedo a la muerte, ni a la violencia, sino algo mucho peor: la idea de que jamás sería perdonado por las personas que lo trajeron al mundo.

    —Nunca te perdonaremos, Jeff... —repitieron con voces heladas, mientras el asesino, ahora acorralado por sus propios demonios, sentía cómo su mundo se derrumbaba.

    #Inkfest DIA 19

    午前 Homicidal Liu 大きい ㊄
    El día comenzó como cualquier otro para Jeff The Killer, con el mismo deseo insaciable de caos y destrucción. Caminaba por un lúgubre y distorsionado escenario donde las sombras parecían estar vivas. Mientras avanzaba, vio figuras familiares a lo lejos. Poco a poco, las reconoció. Eran todas sus víctimas, las personas que había asesinado, cada una con su característica sonrisa tallada, grotesca y sangrienta, imitando la suya. —Vaya, vaya —murmuró con una sonrisa torcida—. Mis pequeños souvenirs. La grotesca imagen de sus víctimas lo llenaba de una oscura satisfacción. Cada una de ellas estaba ahí, inmóvil, observándolo con ojos vacíos. Sus rostros deformados reflejaban la obra maestra que Jeff había creado en sus últimos momentos de vida. Caminó entre ellas, inspeccionándolas como si se tratara de trofeos. El frío aire de la pesadilla le rozaba la piel, pero Jeff estaba en su elemento. Para él, aquello no era más que un espectáculo personal. De repente, las risas en su cabeza comenzaron a desvanecerse, y un silencio incómodo se apoderó del lugar. Entre las víctimas, emergieron dos figuras que no esperaba ver. El aire se volvió helado, y por primera vez en mucho tiempo, el corazón de Jeff dio un vuelco. Eran sus padres. Allí estaban, de pie entre las almas de sus víctimas, con la misma sonrisa grotesca tallada en sus rostros. La sangre seca cubría sus mejillas, pero sus ojos eran diferentes. Aún mostraban el brillo de quien alguna vez fue humano, pero ahora llenos de una tristeza profunda. Esa tristeza que Jeff reconocía, y que lo golpeó como una cuchillada en el pecho. —Hijo mío... —la voz de su madre sonó débil, rota por el dolor, mientras su padre añadía con un eco fantasmal—. ¿Por qué lo hiciste? Las palabras, cargadas de un reproche silencioso, resonaron en su mente. Jeff, que siempre se había mostrado indiferente a todo, sintió cómo sus manos comenzaban a temblar. El cuchillo que sostenía firmemente ahora parecía pesado. La sangre en sus manos, antes un símbolo de su poder, ahora solo le recordaba lo que había hecho. —Nunca te perdonaremos... —susurraron sus padres al unísono, con voces rotas que se clavaban en su alma. Jeff retrocedió instintivamente, sus ojos fijos en esos dos rostros deformados, llenos de una ira tranquila, pero profunda. Apretó los dientes, intentando convencerse de que no era real. Pero en el fondo, sabía que esta pesadilla, esta visión de sus padres, era su mayor temor. —No... —murmuró, su voz apenas un susurro—. Esto no es real... ¡NO ES REAL! Pero sus padres continuaron avanzando hacia él, con los ojos llenos de dolor y condena. Jeff, por primera vez, sintió el verdadero terror. No el miedo a la muerte, ni a la violencia, sino algo mucho peor: la idea de que jamás sería perdonado por las personas que lo trajeron al mundo. —Nunca te perdonaremos, Jeff... —repitieron con voces heladas, mientras el asesino, ahora acorralado por sus propios demonios, sentía cómo su mundo se derrumbaba. #Inkfest DIA 19 [Liu.Woods]
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  • Jeff The Killer se coló en la mansión sin esfuerzo, dejando que las enormes puertas rechinaran tras él. El aire estaba cargado de polvo y de una energía sombría que habría asustado a cualquiera, menos a él. Las sombras parecían moverse, los muebles temblaban, y las luces parpadeaban, pero Jeff solo sonrió.

    —Vaya, todo este espectáculo... solo para mí —murmuró, acariciando una mesa flotante.

    Un libro salió volando de la estantería, y una risa fantasmagórica resonó en la distancia, pero Jeff simplemente rodó los ojos.

    —¿Eso es lo mejor que tienen? —dijo, empujando una silla que se acercaba flotando.

    Al llegar a la sala principal, la chimenea cobró vida de repente, llenando la habitación de una luz inquietante. Jeff se detuvo, sonriendo con satisfacción.

    —¿Sabes qué? Me gusta. Me la quedo —dijo, como si fuera dueño del lugar.

    Sabía que no podía simplemente apropiarse de una mansión abandonada, pero le daba igual.

    —¿Qué me van a decir? ¿La policía? ¿El gobierno? Ja... Si vienen por mí, los mato. Simple.

    Con una sonrisa oscura, se dejó caer en una silla, encantado con su nueva "propiedad".

    #Inkfest DIA 17
    Jeff The Killer se coló en la mansión sin esfuerzo, dejando que las enormes puertas rechinaran tras él. El aire estaba cargado de polvo y de una energía sombría que habría asustado a cualquiera, menos a él. Las sombras parecían moverse, los muebles temblaban, y las luces parpadeaban, pero Jeff solo sonrió. —Vaya, todo este espectáculo... solo para mí —murmuró, acariciando una mesa flotante. Un libro salió volando de la estantería, y una risa fantasmagórica resonó en la distancia, pero Jeff simplemente rodó los ojos. —¿Eso es lo mejor que tienen? —dijo, empujando una silla que se acercaba flotando. Al llegar a la sala principal, la chimenea cobró vida de repente, llenando la habitación de una luz inquietante. Jeff se detuvo, sonriendo con satisfacción. —¿Sabes qué? Me gusta. Me la quedo —dijo, como si fuera dueño del lugar. Sabía que no podía simplemente apropiarse de una mansión abandonada, pero le daba igual. —¿Qué me van a decir? ¿La policía? ¿El gobierno? Ja... Si vienen por mí, los mato. Simple. Con una sonrisa oscura, se dejó caer en una silla, encantado con su nueva "propiedad". #Inkfest DIA 17
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  • El día 16 del Inkfest trajo un desafío completamente nuevo para Jeff The Killer. Mientras deambulaba por los límites del bosque de Ficrol, un crujido extraño rompió el silencio a su alrededor. Jeff giró la cabeza con un gesto de desdén, esperando encontrarse con algún otro idiota que intentara asustarlo. Pero lo que vio en la penumbra lo dejó intrigado.

    Una figura alta y delgada, con la piel estirada y ojos brillantes, lo observaba desde las sombras. Un **skinwalker**.

    —Oh, genial... ¿otro de estos? —murmuró Jeff, manteniendo su calma habitual, aunque sus ojos brillaban con curiosidad.

    El skinwalker dio un paso adelante, su rostro cambiando lentamente, adoptando diferentes formas humanas en cuestión de segundos, como si intentara decidir cuál era más apropiada para interactuar con él. Jeff se quedó quieto, evaluando sus opciones. Podría destrozarlo y seguir con su día, pero algo en la criatura capturaba su interés.

    —Entonces, ¿qué eres? ¿Vas a intentar matarme o solo estás aquí para pasar el rato? —preguntó Jeff, sarcástico, pero con una sonrisa torcida.

    La criatura no respondió con palabras, sino con un gruñido bajo, pero no hizo ningún movimiento agresivo. De hecho, parecía más curiosa que hostil.

    —Hmm, interesante. Vale, hagamos esto divertido. Te dejo vivo si logras seguirme el ritmo... y quién sabe, tal vez podamos ser "amigos". —Jeff sonrió de forma perturbadora, alzando una ceja, desafiando al skinwalker a mantenerse cerca mientras se adentraba más en el bosque.

    Durante el resto del día, el skinwalker lo siguió, imitando sus gestos y movimientos, siempre a una distancia prudente, como si estudiara a Jeff. Aunque la idea de tener un nuevo "compañero" no era exactamente lo que Jeff había planeado, encontrar a una criatura tan fascinante que no intentaba matarlo (aún) lo divertía.

    —Bien, sigamos jugando, a ver cuánto aguantas, amiguito.

    #Inkfest DIA 16
    El día 16 del Inkfest trajo un desafío completamente nuevo para Jeff The Killer. Mientras deambulaba por los límites del bosque de Ficrol, un crujido extraño rompió el silencio a su alrededor. Jeff giró la cabeza con un gesto de desdén, esperando encontrarse con algún otro idiota que intentara asustarlo. Pero lo que vio en la penumbra lo dejó intrigado. Una figura alta y delgada, con la piel estirada y ojos brillantes, lo observaba desde las sombras. Un **skinwalker**. —Oh, genial... ¿otro de estos? —murmuró Jeff, manteniendo su calma habitual, aunque sus ojos brillaban con curiosidad. El skinwalker dio un paso adelante, su rostro cambiando lentamente, adoptando diferentes formas humanas en cuestión de segundos, como si intentara decidir cuál era más apropiada para interactuar con él. Jeff se quedó quieto, evaluando sus opciones. Podría destrozarlo y seguir con su día, pero algo en la criatura capturaba su interés. —Entonces, ¿qué eres? ¿Vas a intentar matarme o solo estás aquí para pasar el rato? —preguntó Jeff, sarcástico, pero con una sonrisa torcida. La criatura no respondió con palabras, sino con un gruñido bajo, pero no hizo ningún movimiento agresivo. De hecho, parecía más curiosa que hostil. —Hmm, interesante. Vale, hagamos esto divertido. Te dejo vivo si logras seguirme el ritmo... y quién sabe, tal vez podamos ser "amigos". —Jeff sonrió de forma perturbadora, alzando una ceja, desafiando al skinwalker a mantenerse cerca mientras se adentraba más en el bosque. Durante el resto del día, el skinwalker lo siguió, imitando sus gestos y movimientos, siempre a una distancia prudente, como si estudiara a Jeff. Aunque la idea de tener un nuevo "compañero" no era exactamente lo que Jeff había planeado, encontrar a una criatura tan fascinante que no intentaba matarlo (aún) lo divertía. —Bien, sigamos jugando, a ver cuánto aguantas, amiguito. #Inkfest DIA 16
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  • El día 15 del Inkfest trajo consigo una nueva y desagradable sorpresa para Jeff The Killer. Mientras paseaba por los sombríos callejones de Ficrol, una risa siniestra resonó a su alrededor. Antes de que pudiera reaccionar, una bruja apareció en el aire, flotando sobre su escoba.

    —¿Qué quieres, vieja? —gruñó Jeff, sin perder su típica actitud.

    Pero en lugar de responder, la bruja lanzó un hechizo en su dirección. Un rayo verde chispeante lo alcanzó de lleno, y aunque Jeff intentó sacudírselo como si no fuera nada, pronto notó que algo andaba terriblemente mal.

    Su entorno comenzó a cambiar. Las paredes y los objetos a su alrededor adoptaron formas extrañas, como si estuvieran vivos, y su propio comportamiento empezó a desviarse de lo habitual. Intentaba reírse de lo que estaba pasando, pero en lugar de sus risas perturbadoras, salían carcajadas agudas y chirriantes, completamente fuera de control.

    —¡¿Qué demonios me hiciste, maldita bruja?! —exclamó, mientras notaba que su cuerpo hacía movimientos exagerados, como si fuera un dibujo animado.

    Las cosas no mejoraban. Todo lo que tocaba se descomponía o cambiaba de forma; las luces parpadeaban y los objetos flotaban a su alrededor. A su alrededor, la realidad parecía volverse más caótica y errática.

    —¡Maldita sea, ahora parezco un personaje sacado de un maldito espectáculo de circo! —gritó Jeff, mientras intentaba controlar sus acciones y el extraño caos a su alrededor, sin éxito.

    La maldición había trastornado todo, y hasta que no descubriera cómo librarse de ella, Jeff estaba atrapado en un mundo donde todo lo que conocía parecía haber perdido completamente la lógica.

    #Inkfest dia 15
    El día 15 del Inkfest trajo consigo una nueva y desagradable sorpresa para Jeff The Killer. Mientras paseaba por los sombríos callejones de Ficrol, una risa siniestra resonó a su alrededor. Antes de que pudiera reaccionar, una bruja apareció en el aire, flotando sobre su escoba. —¿Qué quieres, vieja? —gruñó Jeff, sin perder su típica actitud. Pero en lugar de responder, la bruja lanzó un hechizo en su dirección. Un rayo verde chispeante lo alcanzó de lleno, y aunque Jeff intentó sacudírselo como si no fuera nada, pronto notó que algo andaba terriblemente mal. Su entorno comenzó a cambiar. Las paredes y los objetos a su alrededor adoptaron formas extrañas, como si estuvieran vivos, y su propio comportamiento empezó a desviarse de lo habitual. Intentaba reírse de lo que estaba pasando, pero en lugar de sus risas perturbadoras, salían carcajadas agudas y chirriantes, completamente fuera de control. —¡¿Qué demonios me hiciste, maldita bruja?! —exclamó, mientras notaba que su cuerpo hacía movimientos exagerados, como si fuera un dibujo animado. Las cosas no mejoraban. Todo lo que tocaba se descomponía o cambiaba de forma; las luces parpadeaban y los objetos flotaban a su alrededor. A su alrededor, la realidad parecía volverse más caótica y errática. —¡Maldita sea, ahora parezco un personaje sacado de un maldito espectáculo de circo! —gritó Jeff, mientras intentaba controlar sus acciones y el extraño caos a su alrededor, sin éxito. La maldición había trastornado todo, y hasta que no descubriera cómo librarse de ella, Jeff estaba atrapado en un mundo donde todo lo que conocía parecía haber perdido completamente la lógica. #Inkfest dia 15
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  • El día 14 del Inkfest comenzó con Jeff The Killer claramente irritado. Ticcy Toby había estado fastidiándolo sin parar sobre lo poco que leía, insinuando que ni siquiera sabía lo que era una biblioteca. Cansado de sus provocaciones, Jeff finalmente decidió probar su punto.

    Con desgana, se dirigió a una vieja biblioteca en Ficrol, un lugar polvoriento y olvidado por el tiempo. Mientras caminaba entre los estantes, sus ojos se fijaron en un libro peculiar con una portada grabada con un símbolo brillante. "¿Por qué no?", pensó, tomando el libro y abriéndolo sin más.

    En cuanto lo hizo, una ráfaga de viento frío recorrió el lugar, y de las páginas comenzaron a salir criaturas de todo tipo. Hombres armados con espadas, lobos gigantes y hasta un dragón emergieron de las letras impresas, como si cada palabra cobrara vida de repente.

    —¡Ah, genial! ¡Esto no puede estar pasando otra vez! —gruñó Jeff, esquivando a un caballero medieval que le lanzó un golpe con su espada.

    Las criaturas no dejaban de salir, llenando la biblioteca de fantasmas, guerreros y monstruos fantásticos. Todo aquello parecía un desfile de pesadillas salidas de los libros.

    —Definitivamente, esta es la última vez que toco un maldito libro —murmuró, corriendo hacia la salida mientras el caos seguía desatándose a su alrededor.

    #Inkfest DIA 14
    El día 14 del Inkfest comenzó con Jeff The Killer claramente irritado. Ticcy Toby había estado fastidiándolo sin parar sobre lo poco que leía, insinuando que ni siquiera sabía lo que era una biblioteca. Cansado de sus provocaciones, Jeff finalmente decidió probar su punto. Con desgana, se dirigió a una vieja biblioteca en Ficrol, un lugar polvoriento y olvidado por el tiempo. Mientras caminaba entre los estantes, sus ojos se fijaron en un libro peculiar con una portada grabada con un símbolo brillante. "¿Por qué no?", pensó, tomando el libro y abriéndolo sin más. En cuanto lo hizo, una ráfaga de viento frío recorrió el lugar, y de las páginas comenzaron a salir criaturas de todo tipo. Hombres armados con espadas, lobos gigantes y hasta un dragón emergieron de las letras impresas, como si cada palabra cobrara vida de repente. —¡Ah, genial! ¡Esto no puede estar pasando otra vez! —gruñó Jeff, esquivando a un caballero medieval que le lanzó un golpe con su espada. Las criaturas no dejaban de salir, llenando la biblioteca de fantasmas, guerreros y monstruos fantásticos. Todo aquello parecía un desfile de pesadillas salidas de los libros. —Definitivamente, esta es la última vez que toco un maldito libro —murmuró, corriendo hacia la salida mientras el caos seguía desatándose a su alrededor. #Inkfest DIA 14
    0 turnos 0 maullidos 799 vistas
  • El día 13 del Inkfest, Jeff caminaba por las oscuras calles de Ficrol, todavía irritado por los eventos de los días anteriores. Mientras maldecía en voz baja su mala suerte, un misterioso gato negro apareció de la nada y se cruzó en su camino. El animal lo miró con sus ojos brillantes, desafiando al asesino a darle importancia.

    —¿En serio? —bufó Jeff, rodando los ojos—. Lo que me faltaba, un maldito gato negro. Seguro traes más mala suerte.

    Ignorando al felino, continuó su camino. Sin embargo, las cosas no tardaron en ponerse extrañas. Al llegar a casa, la puerta se atascó y, tras forcejear con ella, terminó cayendo al suelo, justo cuando una de sus preciadas cuchillas se le cayó del bolsillo y se rozó peligrosamente su pierna.

    —¡Qué demonios!? —murmuró, levantándose de un salto.

    Luego, el caos siguió: las luces parpadearon, los espejos se rompieron solos, y las decoraciones de Halloween comenzaron a caer sin explicación. Jeff, frustrado, recordó al gato.

    —No puede ser... ¿Ese maldito gato negro hizo esto? —se preguntó, mientras las sombras parecían acercarse más y más.

    El gato seguía rondando, observándolo desde la ventana con una mirada enigmática.

    #Inkfest DIA 13
    El día 13 del Inkfest, Jeff caminaba por las oscuras calles de Ficrol, todavía irritado por los eventos de los días anteriores. Mientras maldecía en voz baja su mala suerte, un misterioso gato negro apareció de la nada y se cruzó en su camino. El animal lo miró con sus ojos brillantes, desafiando al asesino a darle importancia. —¿En serio? —bufó Jeff, rodando los ojos—. Lo que me faltaba, un maldito gato negro. Seguro traes más mala suerte. Ignorando al felino, continuó su camino. Sin embargo, las cosas no tardaron en ponerse extrañas. Al llegar a casa, la puerta se atascó y, tras forcejear con ella, terminó cayendo al suelo, justo cuando una de sus preciadas cuchillas se le cayó del bolsillo y se rozó peligrosamente su pierna. —¡Qué demonios!? —murmuró, levantándose de un salto. Luego, el caos siguió: las luces parpadearon, los espejos se rompieron solos, y las decoraciones de Halloween comenzaron a caer sin explicación. Jeff, frustrado, recordó al gato. —No puede ser... ¿Ese maldito gato negro hizo esto? —se preguntó, mientras las sombras parecían acercarse más y más. El gato seguía rondando, observándolo desde la ventana con una mirada enigmática. #Inkfest DIA 13
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  • El duodécimo día del Inkfest, Jeff The Killer decidió que era hora de cambiar las cosas. Hurgó entre los disfraces de una vieja tienda y encontró un traje que le hizo reírse entre dientes: un disfraz de demonio, completo con cuernos afilados y una capa negra. Parecía una elección perfecta para su estilo caótico.

    —Esto va a estar divertido —dijo, deslizándose en el traje sin pensarlo dos veces.

    Sin embargo, algo extraño ocurrió. Apenas terminó de ajustarse la capa, sintió una energía desconocida recorriendo su cuerpo. Corrió hacia un espejo y, para su horror, vio que no solo estaba transformándose... ¡sino que seguía viéndose como Jeff The Hugger! Su cabello estaba más suave, sus ojos más amables y, para colmo, la sonrisa demoníaca que debía tener era más una sonrisa amigable y encantadora.

    —¡¿Otra vez con esto?! —gritó, tocándose el rostro y mirando sus manos que se habían vuelto pequeñas garras inofensivas.

    Jeff estaba furioso. El disfraz, que debía convertirlo en una criatura aterradora, lo había vuelto una versión aún más adorable de Hugger. Sintió cómo el traje comenzaba a controlarlo, obligándolo a comportarse de forma más... amable.

    —¡MALDITO TRAJE! ¡NO VOY A SER MI PUTO PRIMO OTRA VEZ! —gritaba, intentando rasgarse la capa, pero todo lo que lograba era darle un aspecto aún más ridículo.

    A pesar de sus esfuerzos por recuperar su naturaleza asesina, el disfraz lo seguía poseyendo, empujándolo a hacer cosas que él jamás haría, como... ¡sonreírle a los vecinos!

    —¡Esto es una pesadilla! —refunfuñó mientras trataba de mantener su postura intimidante, pero su nueva apariencia y el disfraz lo traicionaban, dejándolo como una versión de pesadilla amigable que, para él, era peor que cualquier monstruo.

    #Inkfest DIA 12
    El duodécimo día del Inkfest, Jeff The Killer decidió que era hora de cambiar las cosas. Hurgó entre los disfraces de una vieja tienda y encontró un traje que le hizo reírse entre dientes: un disfraz de demonio, completo con cuernos afilados y una capa negra. Parecía una elección perfecta para su estilo caótico. —Esto va a estar divertido —dijo, deslizándose en el traje sin pensarlo dos veces. Sin embargo, algo extraño ocurrió. Apenas terminó de ajustarse la capa, sintió una energía desconocida recorriendo su cuerpo. Corrió hacia un espejo y, para su horror, vio que no solo estaba transformándose... ¡sino que seguía viéndose como Jeff The Hugger! Su cabello estaba más suave, sus ojos más amables y, para colmo, la sonrisa demoníaca que debía tener era más una sonrisa amigable y encantadora. —¡¿Otra vez con esto?! —gritó, tocándose el rostro y mirando sus manos que se habían vuelto pequeñas garras inofensivas. Jeff estaba furioso. El disfraz, que debía convertirlo en una criatura aterradora, lo había vuelto una versión aún más adorable de Hugger. Sintió cómo el traje comenzaba a controlarlo, obligándolo a comportarse de forma más... amable. —¡MALDITO TRAJE! ¡NO VOY A SER MI PUTO PRIMO OTRA VEZ! —gritaba, intentando rasgarse la capa, pero todo lo que lograba era darle un aspecto aún más ridículo. A pesar de sus esfuerzos por recuperar su naturaleza asesina, el disfraz lo seguía poseyendo, empujándolo a hacer cosas que él jamás haría, como... ¡sonreírle a los vecinos! —¡Esto es una pesadilla! —refunfuñó mientras trataba de mantener su postura intimidante, pero su nueva apariencia y el disfraz lo traicionaban, dejándolo como una versión de pesadilla amigable que, para él, era peor que cualquier monstruo. #Inkfest DIA 12
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  • || #Inkfest #dia13 Un misterioso gato negro se cruza en tu camino. Desde ese momento, parecen seguirte una serie de eventos desafortunados. ||

    —¡Un gato!

    De las pocas cosas que le encantaban al chico, eran los gatos. Aquel era de pelaje azabache, un poco esponjado y mucho más dócil de lo que pensaba. Se dejó acariciar un par de veces antes de continuar su misterioso camino, dejando al chico seguir vagando con pereza.

    A los pocos metros, se tropezó y cayó directamente de cara al lodo. Se limpió las gafas, masculló un par de cosas y siguió adelante. No pasaron ni cinco metros cuando la suela del tenis se le rompió, dejándolo sin un zapato. Bueno, igual ya eran viejos, pero no dejaba de ser molesto.

    —Esto ya comienza a irritarme —gruñó para sí mismo, teniendo que seguir el camino con un solo zapato. Bueno, tocaría robar uno después.

    Como si hubiera invocado su desgracia con ese pensamiento, el karma instantáneo hizo que un búho le cayera de la nada, queriendo picotearlo y haciéndolo lanzar golpes al aire. Cuando Toby logró alejar a la alimaña esa, su cartera había desaparecido totalmente. Entre la frustración, lanzó el hacha que llevaba en el cinturón al piso, y como si la vida quisiera escupirle otra vez, el hacha rebotó y le dio con el mango de madera en el meñique del pie.

    —Ja! En tu cara, eso no puede lastimarme —al menos podía regodearse en eso. Por desgracia, el daño fue emocional, pues el mango del hacha se había dañado por el impacto ¡era su favorita!— Tal vez si no me muevo no me pase nada…

    Lo malo es que estaba en medio de la calle en la noche, pronto le comenzaría a dar hambre y… se aburría mucho estando quieto. ¿Por qué la vida de pronto decidió odiarlo?

    || que no se diga que no lo intento(?)||
    || #Inkfest #dia13 Un misterioso gato negro se cruza en tu camino. Desde ese momento, parecen seguirte una serie de eventos desafortunados. || —¡Un gato! De las pocas cosas que le encantaban al chico, eran los gatos. Aquel era de pelaje azabache, un poco esponjado y mucho más dócil de lo que pensaba. Se dejó acariciar un par de veces antes de continuar su misterioso camino, dejando al chico seguir vagando con pereza. A los pocos metros, se tropezó y cayó directamente de cara al lodo. Se limpió las gafas, masculló un par de cosas y siguió adelante. No pasaron ni cinco metros cuando la suela del tenis se le rompió, dejándolo sin un zapato. Bueno, igual ya eran viejos, pero no dejaba de ser molesto. —Esto ya comienza a irritarme —gruñó para sí mismo, teniendo que seguir el camino con un solo zapato. Bueno, tocaría robar uno después. Como si hubiera invocado su desgracia con ese pensamiento, el karma instantáneo hizo que un búho le cayera de la nada, queriendo picotearlo y haciéndolo lanzar golpes al aire. Cuando Toby logró alejar a la alimaña esa, su cartera había desaparecido totalmente. Entre la frustración, lanzó el hacha que llevaba en el cinturón al piso, y como si la vida quisiera escupirle otra vez, el hacha rebotó y le dio con el mango de madera en el meñique del pie. —Ja! En tu cara, eso no puede lastimarme —al menos podía regodearse en eso. Por desgracia, el daño fue emocional, pues el mango del hacha se había dañado por el impacto ¡era su favorita!— Tal vez si no me muevo no me pase nada… Lo malo es que estaba en medio de la calle en la noche, pronto le comenzaría a dar hambre y… se aburría mucho estando quieto. ¿Por qué la vida de pronto decidió odiarlo? || que no se diga que no lo intento(?)||
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