• Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia.

    Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo.

    Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera.

    La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada?

    Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas.

    Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos.

    Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
    Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia. Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo. Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera. La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada? Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas. Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos. Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
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  • — Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia.

    Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar.

    No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar.

    Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad?

    Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan?

    Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.
    — Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia. Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar. No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar. Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad? Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan? Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.
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  • Bien se dice que basta solo una pequeña chispa para conseguir algo grande. Y en Shangqiu, su hogar, la manera más efectiva era regar un buen chisme entre la servidumbre. Los rumores eran el arma más letal de todas, incluso que las espadas de los verdugos o los latigazos para reprender a los criminales. No había nada más doloroso y efectivo, que herir el ego de los demás.

    Ming Wei lo sabía muy bien. Se había criado desde su infancia en el palacio y, como segundo príncipe, estaba familiarizado con las encantadoras jugadas que la Reina Madre solía efectuar en contra de las concubinas de su hijo, el rey, o bien contra sus propios nietos. Era una mujer terrible a la que nunca le temblaba la mano al lanzar una orden, pero que le temblaban las piernas por mantenerse de rodillas suplicando por perdón cuando la descubrían.

    Hacer que el palacio se volviera una locura, durante unos días, no había sido tan difícil cómo pensaba. Tan solo le había tomado más tiempo del debido, un sacrificio por aquí, otro por allá, y su tablero quedaba perfectamente alineado para defenderse ante cualquier ofensiva. ¿Cuál era el único problema? Que para mostrarse inocente y libre de pecado, él mismo debía lidiar con la situación.

    Tres días se habían tardado los ministros en tomar la decisión, porque no se ponían de acuerdo al verse afectados sus intereses personales y porque, también, se dejaba en evidencia aquellos que seguían favoreciendo a la Reina Madre en lugar de al que tomara su puesto como futuro rey de la región. Aún así, le era divertido ver cómo las piezas se movían de a poco para acorralar a su enemigo en el tablero.

    Ah, durante esos tres días había imaginado la cara de enfado que la vieja pondría al ver que terminaba sabiéndose con la suya otra vez. Y, ¿cuál era la mejor recompensa de todas? Poder descansar en paz, al menos, durante otros tres días. Así podía cuidar de Yun, la cachorra de Banwen, quien adoraba tomar largas siestas sobre su regazo cada vez que tenía la oportunidad. De verdad, la próxima vez que fuera a tomar el té con su abuela, tendría que agradecerle por darle una partida tan emocionante.
    Bien se dice que basta solo una pequeña chispa para conseguir algo grande. Y en Shangqiu, su hogar, la manera más efectiva era regar un buen chisme entre la servidumbre. Los rumores eran el arma más letal de todas, incluso que las espadas de los verdugos o los latigazos para reprender a los criminales. No había nada más doloroso y efectivo, que herir el ego de los demás. Ming Wei lo sabía muy bien. Se había criado desde su infancia en el palacio y, como segundo príncipe, estaba familiarizado con las encantadoras jugadas que la Reina Madre solía efectuar en contra de las concubinas de su hijo, el rey, o bien contra sus propios nietos. Era una mujer terrible a la que nunca le temblaba la mano al lanzar una orden, pero que le temblaban las piernas por mantenerse de rodillas suplicando por perdón cuando la descubrían. Hacer que el palacio se volviera una locura, durante unos días, no había sido tan difícil cómo pensaba. Tan solo le había tomado más tiempo del debido, un sacrificio por aquí, otro por allá, y su tablero quedaba perfectamente alineado para defenderse ante cualquier ofensiva. ¿Cuál era el único problema? Que para mostrarse inocente y libre de pecado, él mismo debía lidiar con la situación. Tres días se habían tardado los ministros en tomar la decisión, porque no se ponían de acuerdo al verse afectados sus intereses personales y porque, también, se dejaba en evidencia aquellos que seguían favoreciendo a la Reina Madre en lugar de al que tomara su puesto como futuro rey de la región. Aún así, le era divertido ver cómo las piezas se movían de a poco para acorralar a su enemigo en el tablero. Ah, durante esos tres días había imaginado la cara de enfado que la vieja pondría al ver que terminaba sabiéndose con la suya otra vez. Y, ¿cuál era la mejor recompensa de todas? Poder descansar en paz, al menos, durante otros tres días. Así podía cuidar de Yun, la cachorra de Banwen, quien adoraba tomar largas siestas sobre su regazo cada vez que tenía la oportunidad. De verdad, la próxima vez que fuera a tomar el té con su abuela, tendría que agradecerle por darle una partida tan emocionante.
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  • Un día para recordar

    Hubo un tiempo en que los cumpleaños no significaban nada para Robin. Eran días que pasaban como cualquier otro, sin interrupciones, sin regalos ni felicitaciones. A veces, incluso olvidaba la fecha por completo. No porque no le importara, sino porque no tenía a nadie que se la recordara. En su infancia, cada año era una lucha por sobrevivir, y en su vida como fugitiva, detenerse a celebrar algo tan trivial como el día en que nació le parecía un lujo que no podía permitirse.

    Pero ahora… ahora era diferente.

    Desde que se unió a la tripulación, los cumpleaños se habían convertido en algo imposible de ignorar. Luffy se aseguraba de anunciarlo a gritos desde el amanecer, Chopper insistía en que debía cuidarse aún más ese día, y Franky improvisaba alguna estrafalaria decoración con lo que tuviera a la mano. Sanji preparaba un banquete especial, y Nami encontraba siempre el regalo perfecto. Hasta Zoro, con su habitual desinterés, se tomaba el tiempo de alzar su copa en su honor.

    Era extraño.

    Robin nunca había necesitado celebraciones, y sin embargo, compartir ese día con sus nakamas hacía que, por primera vez en mucho tiempo, se sintiera verdaderamente feliz de haber nacido.
    Un día para recordar Hubo un tiempo en que los cumpleaños no significaban nada para Robin. Eran días que pasaban como cualquier otro, sin interrupciones, sin regalos ni felicitaciones. A veces, incluso olvidaba la fecha por completo. No porque no le importara, sino porque no tenía a nadie que se la recordara. En su infancia, cada año era una lucha por sobrevivir, y en su vida como fugitiva, detenerse a celebrar algo tan trivial como el día en que nació le parecía un lujo que no podía permitirse. Pero ahora… ahora era diferente. Desde que se unió a la tripulación, los cumpleaños se habían convertido en algo imposible de ignorar. Luffy se aseguraba de anunciarlo a gritos desde el amanecer, Chopper insistía en que debía cuidarse aún más ese día, y Franky improvisaba alguna estrafalaria decoración con lo que tuviera a la mano. Sanji preparaba un banquete especial, y Nami encontraba siempre el regalo perfecto. Hasta Zoro, con su habitual desinterés, se tomaba el tiempo de alzar su copa en su honor. Era extraño. Robin nunca había necesitado celebraciones, y sin embargo, compartir ese día con sus nakamas hacía que, por primera vez en mucho tiempo, se sintiera verdaderamente feliz de haber nacido.
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  • *Toda una vida solitaria, habiendo tomado distancia de sus hijos creyendo que era por el bien de estos, mas equivocada no podría haber estado, engañandose a si misma por siglos, ciega en sus propias mentiras, cegada por su orgullo, mas todo había cambiado desde que conoció a su ahora esposo.

    Dios... Aquella mirada llena de calma, llenaba de paz su alma, alegraba su día a día, su amado... Le había hecho entender que no tenia que estar atada a la oscuridad que fielmente había seguido desde su infancia, su amado... era una cálida luz que llenaba su corazon de ternura, y su ojos no habían mas que reflejar ternura cada que ambos se miraban.

    Bien Ilargia era aun la representante del espíritu de la discordia, mas no sentía ya el impulso de crear destruccióncomo antes, sus cadenas al pasado por fin se habían roto*

    Jack...
    *Toda una vida solitaria, habiendo tomado distancia de sus hijos creyendo que era por el bien de estos, mas equivocada no podría haber estado, engañandose a si misma por siglos, ciega en sus propias mentiras, cegada por su orgullo, mas todo había cambiado desde que conoció a su ahora esposo. Dios... Aquella mirada llena de calma, llenaba de paz su alma, alegraba su día a día, su amado... Le había hecho entender que no tenia que estar atada a la oscuridad que fielmente había seguido desde su infancia, su amado... era una cálida luz que llenaba su corazon de ternura, y su ojos no habían mas que reflejar ternura cada que ambos se miraban. Bien Ilargia era aun la representante del espíritu de la discordia, mas no sentía ya el impulso de crear destruccióncomo antes, sus cadenas al pasado por fin se habían roto* Jack...
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  • Curiosamente seguir el instinto de Chroma, ha dado resultado, el cuerpo de Warframe comienza a recobrarse al exponerse en contacto con el fuego directo, dentro de un horno improvisado con barro.

    Mientras cierra los ojos el tenno intentando evocar sus recuerdos de su infancia, su vida en la luna del invierno eterno, noches largas y una vida ajena a la que ha visto durante su adultez, el frío fue parte de su infancia, junto conas complicaciones implicadas, una sensación incómoda para su Warframe draconiano pero para Hayden, es un alivio y las noches con fogatas intensas ayudaban a vivir aún más en comunidad con los kubrows y otros miembro de la comunidad.

    — Solo son recuerdos generales pero porque no... Tengo nada particularmenfe mío, casi nada antes del Zariman.

    Observa a Chroma, el fuego no parece dañar el cuerpo de Chroma, parece estar incorporándose al cuerpo de él.

    — Sin Ordis, esta es tu forma de regenerarte, eh?
    Curiosamente seguir el instinto de Chroma, ha dado resultado, el cuerpo de Warframe comienza a recobrarse al exponerse en contacto con el fuego directo, dentro de un horno improvisado con barro. Mientras cierra los ojos el tenno intentando evocar sus recuerdos de su infancia, su vida en la luna del invierno eterno, noches largas y una vida ajena a la que ha visto durante su adultez, el frío fue parte de su infancia, junto conas complicaciones implicadas, una sensación incómoda para su Warframe draconiano pero para Hayden, es un alivio y las noches con fogatas intensas ayudaban a vivir aún más en comunidad con los kubrows y otros miembro de la comunidad. — Solo son recuerdos generales pero porque no... Tengo nada particularmenfe mío, casi nada antes del Zariman. Observa a Chroma, el fuego no parece dañar el cuerpo de Chroma, parece estar incorporándose al cuerpo de él. — Sin Ordis, esta es tu forma de regenerarte, eh?
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  • 30 a 300 líneas por Semana
    Fandom
    El príncipe cruel
    Búsqueda de
    Personaje
    Estado
    Disponible
    ¡Aclaración!: La imagen pertenece a @frostbite.studios
    NO será un personaje 2D, pero la ilustración ayudará a la elección de su face character. Y relacionado con el número de líneas, no hay un máximo.

    A continuación, escribiré un resumen sobre Cardan. Así no será necesario la lectura de los libros. Y obviamente, cualquier cambio (razonable) será aceptado.

    ------
    Información General
    Nombre completo: Cardan Greenbriar
    Raza: Feérico (Hada)
    Ocupación: Rey de Elfhame
    Residencia: El Palacio Real
    ------

    Cardan Greenbriar es el príncipe de Elfhame. Su vida está marcada por el poder, la intriga, y las traiciones, características propias del mundo feérico en el que vive.

    Es hijo del Alto Rey de Elfhame. Desde pequeño, su vida estuvo marcada por la violencia, los abusos y los juegos de poder. Lo educaron hasta convertirlo en una persona cruel y despiadada. A lo largo de su infancia, Cardan fue víctima de las manipulaciones de sus padres y del maltrato de su hermano, Dain, quien también buscaba llegar al trono.

    Su relación con Jude: se convierte en uno de los principales antagonistas de Jude Duarte, la humana que a pesar de no tener magia, busca su lugar en la Corte de Elfhame. Desde el inicio, Cardan es extremadamente cruel con ella, humillándola y haciéndola sentir inferior debido a su condición humana. Sin embargo, Jude, a pesar de sus abusos y, por razones de supervivencia y ambición, se ve obligada a formar una relación tensa con él.

    Después de todo, Cardan no es solo un príncipe cruel y arrogante. A lo largo de las intrigas de la Corte, se va revelando su vulnerabilidad y sus inseguridades, especialmente en relación con su familia, su madre y las expectativas que tienen sobre él. Su evolución es marcada por su creciente interacción con Jude, ya que, aunque comienza siendo su opresor, empieza a desarrollarse una compleja relación de respeto, amor y poder mutuo.

    Cardan se ve obligado a tomar el trono de Elfhame tras la muerte de su hermano, Dain, y después de una serie de traiciones. Sin embargo, su reinado está lejos de ser seguro. Cardan, aunque ahora es rey, se enfrenta a constantes amenazas, tanto internas como externas, mientras lucha por mantener el control de su reino. A lo largo de este proceso, su relación con Jude se vuelve más cercana y complicada, comenzando a transformarse en algo más allá de la animosidad.

    Cardan es un personaje que busca demostrar que es más que un "rey malvado". Mientras se enfrenta a las realidades de gobernar y a los desafíos de su relación con Jude. Su desarrollo lo lleva a descubrir que, aunque puede ser despiadado y controlado por su destino, también tiene la capacidad de cambiar y ser más que un simple peón en la Corte de las Hadas.

    Se enfrenta a su destino y toma decisiones cruciales para el futuro de Elfhame, Jude y su propia vida. Al final, toma el control de su vida y del reino de una manera que refleja su verdadera naturaleza, capaz de hacer sacrificios y luchar por lo que realmente importa.
    ¡Aclaración!: La imagen pertenece a @frostbite.studios NO será un personaje 2D, pero la ilustración ayudará a la elección de su face character. Y relacionado con el número de líneas, no hay un máximo. A continuación, escribiré un resumen sobre Cardan. Así no será necesario la lectura de los libros. Y obviamente, cualquier cambio (razonable) será aceptado. ------ Información General Nombre completo: Cardan Greenbriar Raza: Feérico (Hada) Ocupación: Rey de Elfhame Residencia: El Palacio Real ------ Cardan Greenbriar es el príncipe de Elfhame. Su vida está marcada por el poder, la intriga, y las traiciones, características propias del mundo feérico en el que vive. Es hijo del Alto Rey de Elfhame. Desde pequeño, su vida estuvo marcada por la violencia, los abusos y los juegos de poder. Lo educaron hasta convertirlo en una persona cruel y despiadada. A lo largo de su infancia, Cardan fue víctima de las manipulaciones de sus padres y del maltrato de su hermano, Dain, quien también buscaba llegar al trono. Su relación con Jude: se convierte en uno de los principales antagonistas de Jude Duarte, la humana que a pesar de no tener magia, busca su lugar en la Corte de Elfhame. Desde el inicio, Cardan es extremadamente cruel con ella, humillándola y haciéndola sentir inferior debido a su condición humana. Sin embargo, Jude, a pesar de sus abusos y, por razones de supervivencia y ambición, se ve obligada a formar una relación tensa con él. Después de todo, Cardan no es solo un príncipe cruel y arrogante. A lo largo de las intrigas de la Corte, se va revelando su vulnerabilidad y sus inseguridades, especialmente en relación con su familia, su madre y las expectativas que tienen sobre él. Su evolución es marcada por su creciente interacción con Jude, ya que, aunque comienza siendo su opresor, empieza a desarrollarse una compleja relación de respeto, amor y poder mutuo. Cardan se ve obligado a tomar el trono de Elfhame tras la muerte de su hermano, Dain, y después de una serie de traiciones. Sin embargo, su reinado está lejos de ser seguro. Cardan, aunque ahora es rey, se enfrenta a constantes amenazas, tanto internas como externas, mientras lucha por mantener el control de su reino. A lo largo de este proceso, su relación con Jude se vuelve más cercana y complicada, comenzando a transformarse en algo más allá de la animosidad. Cardan es un personaje que busca demostrar que es más que un "rey malvado". Mientras se enfrenta a las realidades de gobernar y a los desafíos de su relación con Jude. Su desarrollo lo lleva a descubrir que, aunque puede ser despiadado y controlado por su destino, también tiene la capacidad de cambiar y ser más que un simple peón en la Corte de las Hadas. Se enfrenta a su destino y toma decisiones cruciales para el futuro de Elfhame, Jude y su propia vida. Al final, toma el control de su vida y del reino de una manera que refleja su verdadera naturaleza, capaz de hacer sacrificios y luchar por lo que realmente importa.
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  • Primer paso, el mundo.
    Categoría Aventura
    Después del incendio de la casa de su infancia, Minerva, había estado ausente, perdida de sí misma, hasta que decidió marcharse y alejarse de lo que quedaba del hogar en el que había crecido, aunque eso significara dejar atrás mucha historia, historia que en aquellos momentos no deseaba recordar.

    Cogió lo poco que había sobrevivido a las llamas y se marchó con lo puesto, empezando a andar sin destino fijo, hacía donde la llevarán sus pies.

    Y el destino o como quieran llamarlo, la había hecho llegar a un pueblo del norte de Alaska, que tenía pinta de ser tranquilo, quizás allí pudiera hacer algo, ya que siempre había sido buena con las manos, ya fuera en la agricultura, botánica o simplemente ayudando, pero iría con calma, lo que menos deseaba era que se entrometieran en su vida, por lo que empezaría yendo a desayunar a la cafetería que le había llamado la atención al llegar.

    Entró, al local, como si una nueva turista se tratara, buscando algún asiento libre mientras se quitaba las gafas y se las colocaba sobre la cabeza, para luego quitarse la chaqueta, dejando ver los tatuajes que adornaban la piel de sus brazos mientras se sentaba a qué la atendieran.

    Quizás así escucharía sobre alguien que necesitara que le echaran una mano y poder ganarse algo de dinero.
    Después del incendio de la casa de su infancia, Minerva, había estado ausente, perdida de sí misma, hasta que decidió marcharse y alejarse de lo que quedaba del hogar en el que había crecido, aunque eso significara dejar atrás mucha historia, historia que en aquellos momentos no deseaba recordar. Cogió lo poco que había sobrevivido a las llamas y se marchó con lo puesto, empezando a andar sin destino fijo, hacía donde la llevarán sus pies. Y el destino o como quieran llamarlo, la había hecho llegar a un pueblo del norte de Alaska, que tenía pinta de ser tranquilo, quizás allí pudiera hacer algo, ya que siempre había sido buena con las manos, ya fuera en la agricultura, botánica o simplemente ayudando, pero iría con calma, lo que menos deseaba era que se entrometieran en su vida, por lo que empezaría yendo a desayunar a la cafetería que le había llamado la atención al llegar. Entró, al local, como si una nueva turista se tratara, buscando algún asiento libre mientras se quitaba las gafas y se las colocaba sobre la cabeza, para luego quitarse la chaqueta, dejando ver los tatuajes que adornaban la piel de sus brazos mientras se sentaba a qué la atendieran. Quizás así escucharía sobre alguien que necesitara que le echaran una mano y poder ganarse algo de dinero.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    ||Que coraje... Tengo una imagen malditamente hermosa de la infancia de Neuvillette pero no la puedo subir por políticas que ficrol.||
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  • #MonoRol | La ira de una infancia rota

    Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar."

    El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida.

    En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve.

    Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban.

    —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo?

    Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas.

    Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona.

    —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo.

    —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento.

    Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv.

    —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas.

    Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso.

    —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia.

    La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca.

    —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella.

    Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada.

    Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas.

    La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida.

    —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza.

    Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada.

    Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
    #MonoRol | La ira de una infancia rota Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar." El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida. En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve. Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban. —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo? Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas. Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona. —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo. —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento. Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv. —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas. Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso. —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca. —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella. Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada. Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas. La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida. —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza. Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada. Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
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