Huesos. Blancos. Pequeños. Frágiles.
Relegados al amparo de un bolsillo mágico, dormitando como semillas de mal antiguo.
Y, aún muertos, vibran.
Una pulsación tenue, apenas un susurro en la tela encantada delata la carga energética que preservan: no simple magia, sino esencia demoníaca… latente, primitiva, debilitada por el fin, pero jamás extinta.
Embebidos en corrupción, envueltos en silencio, los huesos respiran poder.
No el que fue.
No el que es.
El que vendrá.
Prometedores. Como la chispa que antecede a la creación.
Huesos. Blancos. Pequeños. Frágiles.
Relegados al amparo de un bolsillo mágico, dormitando como semillas de mal antiguo.
Y, aún muertos, vibran.
Una pulsación tenue, apenas un susurro en la tela encantada delata la carga energética que preservan: no simple magia, sino esencia demoníaca… latente, primitiva, debilitada por el fin, pero jamás extinta.
Embebidos en corrupción, envueltos en silencio, los huesos respiran poder.
No el que fue.
No el que es.
El que vendrá.
Prometedores. Como la chispa que antecede a la creación.