Reencarnación de: Thanatos (Θάνατοσ)
  • Género Masculino
  • Raza Semi-Dios
  • Fandom Dioses Griegos
  • Recolector de almas
  • Cumpleaños 31 de octubre
  • 40 Publicaciones
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  • Se unió en mayo 2024
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  • El trato de medianoche

    La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso.
    Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire.

    —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno.
    Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos.

    Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas.
    —Yo no concedo deseos… los cobro.

    El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo.
    Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición

    |Feliz Halloween para todos|
    🎃El trato de medianoche🎃 La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso. Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire. —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno. Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos. Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas. —Yo no concedo deseos… los cobro. El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo. Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición |Feliz Halloween para todos|
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Bajo la nieve y el silencio de la noche, se abrazaron como si el tiempo nunca hubiera pasado. Él la envolvía con su abrigo, como lo hacía desde hacía tantos inviernos, y ella se acurrucaba en su pecho, sonriendo con los ojos cerrados, respirando el mismo amor que un día los llevó al altar.
    Tres hijos dormían en casa, fruto de esa historia que empezó con miradas tímidas y promesas de “para siempre” que, sin darse cuenta, habían cumplido.
    Ya no eran los mismos de antes: había días llenos de cansancio y mil responsabilidades… pero también una paz que solo da el amor maduro, ese que sobrevive a los días grises, a las discusiones y a los silencios.
    Entre la nieve cayendo, se miraron una vez más —con la ternura de quien lo ha dado todo y aún quiere seguir dando— y entendieron que, aunque el mundo cambie, ellos siempre serán hogar el uno del otro.
    Bajo la nieve y el silencio de la noche, se abrazaron como si el tiempo nunca hubiera pasado. Él la envolvía con su abrigo, como lo hacía desde hacía tantos inviernos, y ella se acurrucaba en su pecho, sonriendo con los ojos cerrados, respirando el mismo amor que un día los llevó al altar. Tres hijos dormían en casa, fruto de esa historia que empezó con miradas tímidas y promesas de “para siempre” que, sin darse cuenta, habían cumplido. Ya no eran los mismos de antes: había días llenos de cansancio y mil responsabilidades… pero también una paz que solo da el amor maduro, ese que sobrevive a los días grises, a las discusiones y a los silencios. Entre la nieve cayendo, se miraron una vez más —con la ternura de quien lo ha dado todo y aún quiere seguir dando— y entendieron que, aunque el mundo cambie, ellos siempre serán hogar el uno del otro.
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  • El Dios del Inframundo se alzaba entre las sombras, su mirada tan serena como insondable.
    Cada paso suyo hacía temblar el velo que separaba la vida de la muerte. Sonreía, no con crueldad, sino con la calma de quien conoce todos los finales.

    —¿Vienes por temor… o porque ya no temes a nada?—

    murmuró, extendiendo su mano envuelta en una luz dorada que contrastaba con la oscuridad que lo rodeaba.
    El Dios del Inframundo se alzaba entre las sombras, su mirada tan serena como insondable. Cada paso suyo hacía temblar el velo que separaba la vida de la muerte. Sonreía, no con crueldad, sino con la calma de quien conoce todos los finales. —¿Vienes por temor… o porque ya no temes a nada?— murmuró, extendiendo su mano envuelta en una luz dorada que contrastaba con la oscuridad que lo rodeaba.
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  • Las risas de los niños llenaban la casa, rebotando por los pasillos como campanas alegres.
    —¡Los vamos a encontrar! —gritó una vocecita entre risas.

    Ella se tapó la boca para no reír, mientras él la abrazaba desde atrás dentro del closet. La ropa colgante los envolvía como un refugio secreto, y el olor a madera vieja se mezclaba con el perfume de ella.

    —Shh… —murmuró él con una sonrisa traviesa, poniendo un dedo sobre sus labios—. Si nos descubren, perderemos otra vez.

    Ella se mordió el labio, intentando contener la risa, mientras el corazón le latía rápido por la cercanía. En ese instante, entre risas contenidas y miradas cómplices, el juego dejó de ser solo de los niños.
    Porque aunque la puerta del closet los escondía del mundo, el amor entre ellos seguía brillando como siempre: cálido, sencillo… y lleno de esa ternura que solo se encuentra en un hogar feliz.

    Melínoe Fleur
    Las risas de los niños llenaban la casa, rebotando por los pasillos como campanas alegres. —¡Los vamos a encontrar! —gritó una vocecita entre risas. Ella se tapó la boca para no reír, mientras él la abrazaba desde atrás dentro del closet. La ropa colgante los envolvía como un refugio secreto, y el olor a madera vieja se mezclaba con el perfume de ella. —Shh… —murmuró él con una sonrisa traviesa, poniendo un dedo sobre sus labios—. Si nos descubren, perderemos otra vez. Ella se mordió el labio, intentando contener la risa, mientras el corazón le latía rápido por la cercanía. En ese instante, entre risas contenidas y miradas cómplices, el juego dejó de ser solo de los niños. Porque aunque la puerta del closet los escondía del mundo, el amor entre ellos seguía brillando como siempre: cálido, sencillo… y lleno de esa ternura que solo se encuentra en un hogar feliz. [Melinoe_Fleur]
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  • “Entre las sombras y el caos, la calma era más peligrosa que cualquier tormenta.”
    “Entre las sombras y el caos, la calma era más peligrosa que cualquier tormenta.”
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  • Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón.
    Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón.
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