• 𝑫𝒆𝒃𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓 "𝒂𝒅𝒊𝒐́𝒔"
    Fandom ZYXS
    Categoría Drama
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰….ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ
    𝘖𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢.
    𝘝𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢𝘴.

    Sus mensajes con el tiempo habían dejado de ser tan frecuentes, al grado de contestar solo un par de veces al día. Masthian podía vivir con eso, pero cuando empezaron a ser solo un par a la semana, comenzó la preocupación. La buscó, por supuesto. Fue a su casa, la buscó en las tiendas de saldos que sabía que frecuentaba, incluso trató de seguir sus historias de Instagram, pero parecía que se la había tragado la tierra.

    Hasta que un día, sin más, le soltó la noticia: Había obtenido una beca para estudiar fuera del país, se iría a Europa. ¿Cuando? ¿Por qué no le había dicho? ¿Podían verse antes? Ninguna de esas preguntas tuvo respuestas. Todos los días, un mensaje y un intento de llamada que no atendían ni respondían.

    Esa mañana, descubrió que el mensaje simplemente no fue recibido y la llamada lo mandaba directamente a buzón. Entró en pánico. Salió corriendo de casa de su abuela hasta el barrio donde Nicole vivía. Se encontró las puertas y ventanas cerradas.

    𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘭𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ
    𝘛𝘶́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰...
    𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴

    Sintió como el corazón poco a poco se le fue acelerando, a medida que se acercaba y comprobaba que la casa estaba vacía. Su familia nunca cerraba las cortinas, a sus padres no les gustaba que las ventanas estuvieran cerradas... ¿Dónde estaba su perro? ¿Por qué no ladraba?

    Su diestra fue a abrir la rejita que conectaba al patio y por un momento, cuando esta cedió sin problema, pensó que solo sería un cambio extraño de preferencias. Hasta que recordó que esa reja nunca había cerrado. Cuando tenían 8 años, habían estrellado sus bicicletas en ella y nunca repararon el seguro que atoraba la puerta. Tragó saliva mientras entraba al lugar.

    ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ
    𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦
    𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳

    Miró a su al rededor; al jardín de las rosas de su madre, donde constantemente de pequeños los regañaban por que les gustaba meterse ahí y jugar entre los rosales. Cuando por fin dejaron de jugar, Masthian se había encargado de una vez a la semana cortar la rosa más bonita y dejarla en la habitación de Nicole. En todos sus años de conocerse, recién el año pasado empezó a verse decente ese jardín. Justo cuando ellos dejaron de frecuentarse.

    Avanzó por el caminito de piedra, algunas losetas quebradas y sueltas. La mayoría por su culpa, cuando llegaban después de la escuela y dejaban caer las bicicletas ahí. Y luego estaban los pequeños hoyos que el perrito de Nicole hacía.

    Cuando la conoció, tenía un labrador que después de unos cuantos años, murió. Recordaba la depresión que envolvió a la castaña. Y también su cara de emoción cuando apareció con un cachorro a los pocos días en su sala. Había tenido que cruzar media ciudad para encontrar a un cachorro que se pareciera a la mascota que había perdido. Que silencioso era el patio sin el rufián que siempre lo recibía entre ladridos y lengüetazos.

    𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭, ¿𝘺 𝘲𝘶𝘦́ 𝘮𝘢́𝘴 𝘥𝘢.ᐣ
    𝘝𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥
    𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦, 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦
    𝘕𝘰 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘭𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢


    Quiso abrir la puerta, aún manteniendo esa vaga esperanza, aún sabiendo que se podía ver las ventanas incluso atrancadas. No cedió el picaporte, por más que intentó girar la perilla. Su corazón para ese momento ya estaba roto.

    Giró el cuerpo hacia la derecha, buscando la escalerilla que usaba para subir a la habitación de su amiga por las noches, cuando les tocaba la guardia. Su ventana daba al patio. Sabía que debajo de ella, estaba el escritorio. Un sin fin de veces, Masthian había acudido a ella para estudiar juntos. Y cada una de ellas, se había quedado embobado viéndola mientras trataba de explicarle el tema que estaban estudiando. Todas las veces que estudió con ella, había reprobado. Y después de cada una de esas sesiones, cuando regresaba a casa, se decía que al día siguiente le diría y la invitaría a salir.

    No estaba la escalera. Y el momento de decirle que estaba completamente enamorado de ella, también se había ido.

    ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ
    𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘵𝘦
    𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳

    Rodeó el patio, dirigiéndose a la parte trasera de la casa. La bicicleta, la casita de muñecas y el armario donde su padre guardaba la herramienta. Estaban cubiertos con mantas y asegurados con candados y cadenas. Nunca se habían molestado en hacerlo, la camioneta de su abuela siempre estuvo estacionada ahí, no había forma de sacarlo sin moverla. No recordaba una sola vez que hubiera podido caminar por aquel lugar sin tener que pegar la panza a la pared para poder pasar.

    Todo estaba cubierto de mantas y aún así, conocía a la perfección que había debajo. De no ser por que llegó una edad en la que ya no les permitieron hacer pijamadas juntos, probablemente Masthian habría pasado toda su infancia, adolescencia y el principio de su adultez metido en esa casa.

    Y entonces, una caja llamó su atención. Estaba fuera de cualquier cubierta, a medio cerrar y de su interior, sobresalía la manga de una sudadera que reconoció de inmediato. Era suya. Estaba bajo el pequeño techo de la bodega que había en el patio, si llovía, no se mojaría. Pero era obvio que la habían dejado ahí apropósito. Lo comprobó al acercarse, su nombre estaba escrito con la letra redonda y agraciada de Nicole.

    𝘠 𝘰𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴
    𝘊𝘰𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢
    𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦
    𝘘𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦
    𝘕𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘧𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴
    𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢

    Empezó a hiperventilar. La sudadera no fue un regalo realmente, pero después de que Nicole se la pidió por tercera vez, dejó de pedirla de regreso. Frecuentemente, la usaba para sus cacerías en tiendas, buscando ofertas. Decía que era perfecta para guardar cosas.

    Un llavero, con la foto de los doce, la última vez que se habían juntado, antes de que todos siguieran sus propios caminos. El recuerdo de esa noche lo asaltó. Estuvieron a punto de besarse, pero el retrocedió y no hablaron más. Después de eso, sus encuentros apenas y duraron un cuarto de hora.

    Quiso seguir revisando, distinguió una camiseta que una vez dejó y ella usaba de pijama. La cajita que habían pintado junto a Hanary. Los collares a juego... Las lágrimas le hacían difícil saber que había.

    Casi quince años de amistad, de estar juntos prácticamente todos los días. Tantas risas, sonrojos, los latidos desenfrenados cuando se tomaban las manos... Todo eso, entraba en una caja de cartón.

    En una caja de cartón olvidada en su cochera. No, ni siquiera olvidada. Abandonada, puesta ahí sin si quiera preocuparse por cubrirla. ¿Esperaba Nicole que él la encontrara? Era un mal chiste.

    Cuando por fin se dejó caer con todo la dignidad que tenía encima, sacó su celular y entre berridos y lamentos le marcó a su primo. Si le entendió o no, la verdad es que no importaba. Se abrazó a lo único que aún conservaba el olor de la castaña, la sudadera y esperó a que llegara.

    𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟.
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰….ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ 𝘖𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢. 𝘝𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢𝘴. Sus mensajes con el tiempo habían dejado de ser tan frecuentes, al grado de contestar solo un par de veces al día. Masthian podía vivir con eso, pero cuando empezaron a ser solo un par a la semana, comenzó la preocupación. La buscó, por supuesto. Fue a su casa, la buscó en las tiendas de saldos que sabía que frecuentaba, incluso trató de seguir sus historias de Instagram, pero parecía que se la había tragado la tierra. Hasta que un día, sin más, le soltó la noticia: Había obtenido una beca para estudiar fuera del país, se iría a Europa. ¿Cuando? ¿Por qué no le había dicho? ¿Podían verse antes? Ninguna de esas preguntas tuvo respuestas. Todos los días, un mensaje y un intento de llamada que no atendían ni respondían. Esa mañana, descubrió que el mensaje simplemente no fue recibido y la llamada lo mandaba directamente a buzón. Entró en pánico. Salió corriendo de casa de su abuela hasta el barrio donde Nicole vivía. Se encontró las puertas y ventanas cerradas. 𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘭𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰 ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ 𝘛𝘶́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰... 𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 Sintió como el corazón poco a poco se le fue acelerando, a medida que se acercaba y comprobaba que la casa estaba vacía. Su familia nunca cerraba las cortinas, a sus padres no les gustaba que las ventanas estuvieran cerradas... ¿Dónde estaba su perro? ¿Por qué no ladraba? Su diestra fue a abrir la rejita que conectaba al patio y por un momento, cuando esta cedió sin problema, pensó que solo sería un cambio extraño de preferencias. Hasta que recordó que esa reja nunca había cerrado. Cuando tenían 8 años, habían estrellado sus bicicletas en ella y nunca repararon el seguro que atoraba la puerta. Tragó saliva mientras entraba al lugar. ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳 Miró a su al rededor; al jardín de las rosas de su madre, donde constantemente de pequeños los regañaban por que les gustaba meterse ahí y jugar entre los rosales. Cuando por fin dejaron de jugar, Masthian se había encargado de una vez a la semana cortar la rosa más bonita y dejarla en la habitación de Nicole. En todos sus años de conocerse, recién el año pasado empezó a verse decente ese jardín. Justo cuando ellos dejaron de frecuentarse. Avanzó por el caminito de piedra, algunas losetas quebradas y sueltas. La mayoría por su culpa, cuando llegaban después de la escuela y dejaban caer las bicicletas ahí. Y luego estaban los pequeños hoyos que el perrito de Nicole hacía. Cuando la conoció, tenía un labrador que después de unos cuantos años, murió. Recordaba la depresión que envolvió a la castaña. Y también su cara de emoción cuando apareció con un cachorro a los pocos días en su sala. Había tenido que cruzar media ciudad para encontrar a un cachorro que se pareciera a la mascota que había perdido. Que silencioso era el patio sin el rufián que siempre lo recibía entre ladridos y lengüetazos. 𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭, ¿𝘺 𝘲𝘶𝘦́ 𝘮𝘢́𝘴 𝘥𝘢.ᐣ 𝘝𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦, 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘕𝘰 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘭𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢 Quiso abrir la puerta, aún manteniendo esa vaga esperanza, aún sabiendo que se podía ver las ventanas incluso atrancadas. No cedió el picaporte, por más que intentó girar la perilla. Su corazón para ese momento ya estaba roto. Giró el cuerpo hacia la derecha, buscando la escalerilla que usaba para subir a la habitación de su amiga por las noches, cuando les tocaba la guardia. Su ventana daba al patio. Sabía que debajo de ella, estaba el escritorio. Un sin fin de veces, Masthian había acudido a ella para estudiar juntos. Y cada una de ellas, se había quedado embobado viéndola mientras trataba de explicarle el tema que estaban estudiando. Todas las veces que estudió con ella, había reprobado. Y después de cada una de esas sesiones, cuando regresaba a casa, se decía que al día siguiente le diría y la invitaría a salir. No estaba la escalera. Y el momento de decirle que estaba completamente enamorado de ella, también se había ido. ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳 Rodeó el patio, dirigiéndose a la parte trasera de la casa. La bicicleta, la casita de muñecas y el armario donde su padre guardaba la herramienta. Estaban cubiertos con mantas y asegurados con candados y cadenas. Nunca se habían molestado en hacerlo, la camioneta de su abuela siempre estuvo estacionada ahí, no había forma de sacarlo sin moverla. No recordaba una sola vez que hubiera podido caminar por aquel lugar sin tener que pegar la panza a la pared para poder pasar. Todo estaba cubierto de mantas y aún así, conocía a la perfección que había debajo. De no ser por que llegó una edad en la que ya no les permitieron hacer pijamadas juntos, probablemente Masthian habría pasado toda su infancia, adolescencia y el principio de su adultez metido en esa casa. Y entonces, una caja llamó su atención. Estaba fuera de cualquier cubierta, a medio cerrar y de su interior, sobresalía la manga de una sudadera que reconoció de inmediato. Era suya. Estaba bajo el pequeño techo de la bodega que había en el patio, si llovía, no se mojaría. Pero era obvio que la habían dejado ahí apropósito. Lo comprobó al acercarse, su nombre estaba escrito con la letra redonda y agraciada de Nicole. 𝘠 𝘰𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘊𝘰𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘘𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘕𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘧𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢 Empezó a hiperventilar. La sudadera no fue un regalo realmente, pero después de que Nicole se la pidió por tercera vez, dejó de pedirla de regreso. Frecuentemente, la usaba para sus cacerías en tiendas, buscando ofertas. Decía que era perfecta para guardar cosas. Un llavero, con la foto de los doce, la última vez que se habían juntado, antes de que todos siguieran sus propios caminos. El recuerdo de esa noche lo asaltó. Estuvieron a punto de besarse, pero el retrocedió y no hablaron más. Después de eso, sus encuentros apenas y duraron un cuarto de hora. Quiso seguir revisando, distinguió una camiseta que una vez dejó y ella usaba de pijama. La cajita que habían pintado junto a Hanary. Los collares a juego... Las lágrimas le hacían difícil saber que había. Casi quince años de amistad, de estar juntos prácticamente todos los días. Tantas risas, sonrojos, los latidos desenfrenados cuando se tomaban las manos... Todo eso, entraba en una caja de cartón. En una caja de cartón olvidada en su cochera. No, ni siquiera olvidada. Abandonada, puesta ahí sin si quiera preocuparse por cubrirla. ¿Esperaba Nicole que él la encontrara? Era un mal chiste. Cuando por fin se dejó caer con todo la dignidad que tenía encima, sacó su celular y entre berridos y lamentos le marcó a su primo. Si le entendió o no, la verdad es que no importaba. Se abrazó a lo único que aún conservaba el olor de la castaña, la sudadera y esperó a que llegara. 𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟.
    Tipo
    Grupal
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  • Mikhail sabía que su hermano se iría del país en un par de semanas, por lo cual tuvo que apresurar un poco su plan, ya que la complicidad de Seiya era fundamental para llevar a cabo aquello que venía craneando hace meses.
    Como las cosas debían hacerse rápido, las largas llamadas nocturnas se habían hecho frecuentes, pero había un problema, Mika sentía que su novio estaba sospechando cada vez más que algo pasaba.

    Esa noche, después de casi una semana de actividades sospechosas, Mikhail se encontraba en la ventana a altas horas, hablando por llamada, confiando en que [Park_space12] dormía junto a sus hijos.

    - Ajá~ yo creo que no sabe nada, Hee es bastante distraído por eso- espera...

    Colgó rápidamente la llamada y guardó su celular al oir los pasos de su novio y volteó a verlo en la oscuridad de la sala.

    - A-amor... ¿Qué haces despierto?
    Mikhail sabía que su hermano se iría del país en un par de semanas, por lo cual tuvo que apresurar un poco su plan, ya que la complicidad de Seiya era fundamental para llevar a cabo aquello que venía craneando hace meses. Como las cosas debían hacerse rápido, las largas llamadas nocturnas se habían hecho frecuentes, pero había un problema, Mika sentía que su novio estaba sospechando cada vez más que algo pasaba. Esa noche, después de casi una semana de actividades sospechosas, Mikhail se encontraba en la ventana a altas horas, hablando por llamada, confiando en que [Park_space12] dormía junto a sus hijos. - Ajá~ yo creo que no sabe nada, Hee es bastante distraído por eso- espera... Colgó rápidamente la llamada y guardó su celular al oir los pasos de su novio y volteó a verlo en la oscuridad de la sala. - A-amor... ¿Qué haces despierto?
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  • Un encuentro prematuro
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Kazuo

    Los árboles proyectaban sus sombras hacia el oeste, señalando el inicio del día.

    El bosque yacía en silencio a pesar de la vida que allí habitaba. Ajeno a esto, una sombra vagaba por dicho bosque, siguiendo a una figura que había estado observando desde hace unos días.

    Su figura, tan presente como ausente, no era más que una mera ilusión a ojos ajenos. Los rayos de luz lo atravesaban, los animales parecían ignorarlo como uno ignora el silencio siempre presente.

    Los pasos de la figura no provocaban sonido alguno, las hojas secas yacían intactas a sus pies, las ramas no se quebraban bajo su peso, pues era inexistente.

    Sus ojos, apenas dos trazos blancos en la negrura de su forma, apenas podía distinguirse hacia que dirección miraban, pero para el observado, era claro donde aterrizaban.

    Con temblores frecuentes y ocasionales movimientos erráticos, la figura se detuvo tras el hombre anteriormente mencionado, finalmente quedando estático, en reposo, a excepción de algún trazo negro eventual que parecía escaparse de su forma.

    El murmullo era ajeno al conocimiento del hombre, el cual, a pesar de todo, era capaz de verlo...
    [8KazuoAihara8] Los árboles proyectaban sus sombras hacia el oeste, señalando el inicio del día. El bosque yacía en silencio a pesar de la vida que allí habitaba. Ajeno a esto, una sombra vagaba por dicho bosque, siguiendo a una figura que había estado observando desde hace unos días. Su figura, tan presente como ausente, no era más que una mera ilusión a ojos ajenos. Los rayos de luz lo atravesaban, los animales parecían ignorarlo como uno ignora el silencio siempre presente. Los pasos de la figura no provocaban sonido alguno, las hojas secas yacían intactas a sus pies, las ramas no se quebraban bajo su peso, pues era inexistente. Sus ojos, apenas dos trazos blancos en la negrura de su forma, apenas podía distinguirse hacia que dirección miraban, pero para el observado, era claro donde aterrizaban. Con temblores frecuentes y ocasionales movimientos erráticos, la figura se detuvo tras el hombre anteriormente mencionado, finalmente quedando estático, en reposo, a excepción de algún trazo negro eventual que parecía escaparse de su forma. El murmullo era ajeno al conocimiento del hombre, el cual, a pesar de todo, era capaz de verlo...
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  • ¿Una expedición al abismo?¿Estáis todos locos?
    Fandom Made in Abyss
    Categoría Aventura
    Rol con: 𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐞𝐫 , [sinner_without_sin], [lunar_ruby_zebra_434], Kalhi NigDurgae

    El Abismo… Un enorme pozo que se abre hacia las profundidades del mundo. Se extiende cientos, miles de metros hacia abajo, con capas sucesivas que esconden ecosistemas, ruinas y criaturas jamás vistas en la superficie. La gravedad del Abismo es única, y con ella, una maldición terrible: quienes descienden arriesgan no solo sus vidas, sino su cuerpo y mente al intentar regresar. A pesar de esto, el Abismo atrae a los más valientes, a los que buscan respuestas, tesoros y secretos olvidados. Orth, la ciudad construida alrededor de su borde, vive y respira por el Abismo, porque en sus entrañas yace la promesa y el peligro más absoluto.

    En una isla al borde del mundo yacía este majestuoso lugar, y poco sabía una de sus exploradoras más frecuentes, que dentro de poco tendría que lidiar con la angustia de un grupo con ansias de bajar al mismo. Esta mujer era Ozen, una mujer alta y corpulenta, con una presencia que impone respeto y temor. Su piel es pálida, casi blanca, probablemente debido a los muchos años que ha pasado en el abismo, alejada de la luz solar. Sus ojos, penetrantes y grises, tienen una mirada fría y distante que parece observar sin emoción, como si parte de ella se hubiera quedado dentro del abismo.

    Por otro lado, estaba Lorenzo, de cabello rojizo y ojos azul cielo, un hombre dividido por nadie más que por si mismo, el vivo reflejo de un eterno conflicto interior, atormentado por los recuerdos de una vida pasada, parecía desconocer incluso su propia identidad. Pero algo tenía claro, su propósito, la tan aclamada redención, era la punta de lanza de la iglesia, y como en muchas otras ocasiones, su viaje venía de cortesía de la misma, enviado para recolectar una supuesta herramienta divina, ubicada en el fondo de dicho abismo.

    Junto a él se encontraba una chica peliverde de actitud molesta, una bruja que ahora parecía interesada en él, o al menos, en sus secretos, no se alejaba excesivamente de él, y, a pesar de contradecir muchas de sus ideas, decidió aprender, tomarlo como maestro después de haber perdido a su anterior mentor, con un grimorio como único recuerdo, grimorio el cual Lorenzo conocía.

    Ajenos a todo esto se encontraban Kalhi, una cambiaformas de secretos bien guardados, ahora tomando la forma de un hombre de piel blanca y ojos verdes, de complexión aparentemente delgada, pero entrenada, una figura imponente teniendo en cuenta que no parecía separarse de sus armas, las cuales mantenía siempre cerca. Era un hombre de sentidos agudos, no solo por su naturaleza, sino por la experiencia de una vida dura. Modificado para cumplir su objetivo sin importar lo que ocurra.

    Junto a él se encontraba Monster, algo que pocos llamarían fantasía, pero muchos llamarían pesadilla. Un ser proveniente de más allá del plano corpóreo, cuyo único propósito era causar caos, discordia, todo con tal de alimentarse de las emociones de sus víctimas, pero no era lo único de lo que se alimentaba. De la misma manera que en vida fue caníbal, continuaba siéndolo tras su muerte. Ya conocido por Ozen, la misma le otorgó un título en pos de su amistad, "El lameculos favorito de Ozen".

    ----------------------------------------------

    Era de noche, los pasos de la mujer resonaban por los caminos de piedra, como si tras ellos hubiera un peso antiguo. Rara vez se veía a Ozen en la superficie, pero esta era una de esas ocasiones, tras años de exploración, decidió volver a deleitarse con la vida normal durante un tiempo. Se dirigió a nada más y nada menos que una taverna, con intenciones obvias de beber hasta no poder más.

    Al entrar al local, las personas parecían murmurar cosas sobre ella, algo que a Ozen no le sorprendía, pues había muchos rumores siniestros sobre ella, pero algo le llamó especialmente la atención, parecía que un hombre se había enterado de que se encontraba en la ciudad, y habían estado buscándola. Su descripción le sonaba, un cura pelirrojo de estatura media, entonces fue cuando entró él, Lorenzo, o Cipriano, O ambos, pues esa era la gracia de su existencia.

    El cura venía acompañado, notando que era la "niña lechuga", o así la llamaba ella, pero no le daría importancia.

    El hombre ojeó el local, como si estuviera escaneándolo por amenazas, su mirada parecía firme, casi como si juzgara a todos los presentes, entonces, vio a Ozen. Sin decir nada y con paso constante, se acercó a ella y tomó asiento en su mesa, su mirada parecía hablar por si misma. Se dirigió a alzar la voz, pero antes de decir nada, la puerta volvió a sonar con fuerza.
    Rol con: [Monster], [sinner_without_sin], [lunar_ruby_zebra_434], [kalh1] El Abismo… Un enorme pozo que se abre hacia las profundidades del mundo. Se extiende cientos, miles de metros hacia abajo, con capas sucesivas que esconden ecosistemas, ruinas y criaturas jamás vistas en la superficie. La gravedad del Abismo es única, y con ella, una maldición terrible: quienes descienden arriesgan no solo sus vidas, sino su cuerpo y mente al intentar regresar. A pesar de esto, el Abismo atrae a los más valientes, a los que buscan respuestas, tesoros y secretos olvidados. Orth, la ciudad construida alrededor de su borde, vive y respira por el Abismo, porque en sus entrañas yace la promesa y el peligro más absoluto. En una isla al borde del mundo yacía este majestuoso lugar, y poco sabía una de sus exploradoras más frecuentes, que dentro de poco tendría que lidiar con la angustia de un grupo con ansias de bajar al mismo. Esta mujer era Ozen, una mujer alta y corpulenta, con una presencia que impone respeto y temor. Su piel es pálida, casi blanca, probablemente debido a los muchos años que ha pasado en el abismo, alejada de la luz solar. Sus ojos, penetrantes y grises, tienen una mirada fría y distante que parece observar sin emoción, como si parte de ella se hubiera quedado dentro del abismo. Por otro lado, estaba Lorenzo, de cabello rojizo y ojos azul cielo, un hombre dividido por nadie más que por si mismo, el vivo reflejo de un eterno conflicto interior, atormentado por los recuerdos de una vida pasada, parecía desconocer incluso su propia identidad. Pero algo tenía claro, su propósito, la tan aclamada redención, era la punta de lanza de la iglesia, y como en muchas otras ocasiones, su viaje venía de cortesía de la misma, enviado para recolectar una supuesta herramienta divina, ubicada en el fondo de dicho abismo. Junto a él se encontraba una chica peliverde de actitud molesta, una bruja que ahora parecía interesada en él, o al menos, en sus secretos, no se alejaba excesivamente de él, y, a pesar de contradecir muchas de sus ideas, decidió aprender, tomarlo como maestro después de haber perdido a su anterior mentor, con un grimorio como único recuerdo, grimorio el cual Lorenzo conocía. Ajenos a todo esto se encontraban Kalhi, una cambiaformas de secretos bien guardados, ahora tomando la forma de un hombre de piel blanca y ojos verdes, de complexión aparentemente delgada, pero entrenada, una figura imponente teniendo en cuenta que no parecía separarse de sus armas, las cuales mantenía siempre cerca. Era un hombre de sentidos agudos, no solo por su naturaleza, sino por la experiencia de una vida dura. Modificado para cumplir su objetivo sin importar lo que ocurra. Junto a él se encontraba Monster, algo que pocos llamarían fantasía, pero muchos llamarían pesadilla. Un ser proveniente de más allá del plano corpóreo, cuyo único propósito era causar caos, discordia, todo con tal de alimentarse de las emociones de sus víctimas, pero no era lo único de lo que se alimentaba. De la misma manera que en vida fue caníbal, continuaba siéndolo tras su muerte. Ya conocido por Ozen, la misma le otorgó un título en pos de su amistad, "El lameculos favorito de Ozen". ---------------------------------------------- Era de noche, los pasos de la mujer resonaban por los caminos de piedra, como si tras ellos hubiera un peso antiguo. Rara vez se veía a Ozen en la superficie, pero esta era una de esas ocasiones, tras años de exploración, decidió volver a deleitarse con la vida normal durante un tiempo. Se dirigió a nada más y nada menos que una taverna, con intenciones obvias de beber hasta no poder más. Al entrar al local, las personas parecían murmurar cosas sobre ella, algo que a Ozen no le sorprendía, pues había muchos rumores siniestros sobre ella, pero algo le llamó especialmente la atención, parecía que un hombre se había enterado de que se encontraba en la ciudad, y habían estado buscándola. Su descripción le sonaba, un cura pelirrojo de estatura media, entonces fue cuando entró él, Lorenzo, o Cipriano, O ambos, pues esa era la gracia de su existencia. El cura venía acompañado, notando que era la "niña lechuga", o así la llamaba ella, pero no le daría importancia. El hombre ojeó el local, como si estuviera escaneándolo por amenazas, su mirada parecía firme, casi como si juzgara a todos los presentes, entonces, vio a Ozen. Sin decir nada y con paso constante, se acercó a ella y tomó asiento en su mesa, su mirada parecía hablar por si misma. Se dirigió a alzar la voz, pero antes de decir nada, la puerta volvió a sonar con fuerza.
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  • — 𝚄𝚐𝚑... 𝙸 𝚑𝚊𝚝𝚎 𝚑𝚎𝚊𝚝...

    Los cambios de temperatura cada vez están siendo más frecuentes, y Ayla lo nota sobre todo cuando termina de entrenar y empieza a estar empapada en sudor. Está claro que este es uno de los motivos por los que la mujer detesta el calor, aunque podría poner mil ejemplos más.
    — 𝚄𝚐𝚑... 𝙸 𝚑𝚊𝚝𝚎 𝚑𝚎𝚊𝚝... Los cambios de temperatura cada vez están siendo más frecuentes, y Ayla lo nota sobre todo cuando termina de entrenar y empieza a estar empapada en sudor. Está claro que este es uno de los motivos por los que la mujer detesta el calor, aunque podría poner mil ejemplos más.
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  • —Enpiesa a transmitir en todos los anillos del infierno el programa radial de ALASTOR —


    Muy buenos Días DAMAS Y CABALLEROS AQUI SU MONARCA EL DEMONIO DE LA RADIO
    ALASTOR!! les trae su programa favorito
    si lo se mis transmisiones son menos frecuentes pero gobernar este reino no es un Canpo de rosas mis pecadores INFERNSLES es una tarea muy interaste por así decirlo..........
    hahahahahahhahahhaaha!!
    Pero se podría decir que su perdición me satisface de sobremanera y me trae inspiración para traerles algo y poder trasmitirlo en este programa jxjxjxjx así que está vez un oyente me nos escribió pidiéndome que traduzca está interesante tema musical al parecer alguien se quedó con hambre hahahahahahhahahhaaha!!!!
    Bueno mi estimado oyente espero y te guste mi interpretación no sin antes recordarles que mantengan esa adorable e infernal sonrisa !!! En sus rostros mis almas perdidas

    —con una voz seductora—

    Y también recuerden que si tienen la oportunidad de devorar algo o alguien disfruten cada parte de ello para que así puedan apreciar su sabor uno nunca se sabe cuando podrás degustar tales aperitivos ........

    Bien mis oyentes aquí les va mi interpretación así que disfruten

    —enpieso a taraeer una melodía y la música enpiesa a sonar acercándome al micrófono imaginando a cierto rey y el sabor de su sangre me hacía despertar un hambre aún así mantenía mi control sin dejar de cantar —








    https://youtu.be/HizwJuTKrk4?si=Rjd9jSUnjESDqqRO
    —Enpiesa a transmitir en todos los anillos del infierno el programa radial de ALASTOR — 🎙️Muy buenos Días DAMAS Y 🎙️CABALLEROS AQUI SU MONARCA EL DEMONIO DE LA RADIO ALASTOR!! 🎙️les trae su programa favorito 🎙️ si lo se mis transmisiones son menos frecuentes pero gobernar este reino no es un Canpo de rosas mis pecadores INFERNSLES es una tarea muy interaste por así decirlo..........🎙️ hahahahahahhahahhaaha!! Pero se podría decir que su perdición me satisface de sobremanera y me trae 🎙️inspiración para traerles algo y poder trasmitirlo en este 🎙️programa jxjxjxjx así que está vez un oyente me nos escribió 🎙️pidiéndome que traduzca está interesante tema musical al parecer alguien se quedó con hambre 🎙️hahahahahahhahahhaaha!!!! Bueno mi estimado oyente espero y te guste mi interpretación no sin antes recordarles que mantengan esa adorable e infernal sonrisa !!! En sus rostros mis almas perdidas —con una voz seductora— Y también recuerden que si tienen la oportunidad de devorar algo o alguien disfruten cada parte de 🎙️ello para que así puedan apreciar su sabor uno nunca se sabe 🎙️cuando podrás degustar tales aperitivos 🎶🎶🎙️........ Bien mis oyentes aquí les va mi interpretación así que disfruten 🎶🎶🎶 —enpieso a taraeer una melodía y la música enpiesa a sonar acercándome al micrófono imaginando a cierto rey y el sabor de su sangre me hacía despertar un hambre aún así mantenía mi control sin dejar de cantar — https://youtu.be/HizwJuTKrk4?si=Rjd9jSUnjESDqqRO
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  • Ignorancia, 1 vastago de la desdicha humana desde tiempos inmemorables. Ignorada e arrinconada, ya que su existencia no se considera tan llamativas como la ira, pereza, gula, lujuria,envidia, avaricia u orgullo. Pero puede ser mucho más mortal y peligrosa, siendo una fuerza totalmente devastadora.

    Evitar la ignorancia es uno de las muchas tareas en las que el joven de ojos dorados esta más concentrado, para ello no solo se centra en ser un letrado que devora libros siempre que la oportunidad es meritoria. También aveces busca lugares en donde poder meditar, después de todo es esencial conocer el mundo como conocerse a si mismo, en esta ocasión encontró un desierto. Uno de los lugares más frecuentes para efectuar dicha práctica.


    1 hora en total fue el tiempo que se tomo para serenar su mente y buscar refinar su espíritu, calmando su respiración, tratando de buscar aquello que los sabios han llamado "iluminación", de todas formas no logro conseguir gran cosa. Pero una serie de pensamientos insidiosos dificultarían la tarea, hasta que luego de 3 horas, el joven se levantaría con una pequeña molestia en su rostro.


    ⸻ Vaya fastidio......¿Que sera lo que me falta?


    Observaría su mano derecha antes de levantaría en un repentino movimiento vertical. Comenzando a caminar, aunque no gritara o hiciera movimientos corporales muy exaltados. La arena a su alrededor se agitaba con una fuerza iracunda y violenta, como si desearán partir en pedazos cualquier objeto cercano. De encontrarse un ser vivo en el ambiente, no solo debería tener cuidado de no ser cortado por la arena, si no que de igual manera debería cuidarse de la pesada y ostentosa presión en el ambiente que el aura del joven causaba. Tan poderosa que podría hacer desmayar a los más desprevenidos.


    Una simple muestra del poder de aquel que, por obra de su padre nació bendecido/maldito. Un poder que estaba más en cercanía a un Dios que un hombre, pero una mentalidad que no dejaba de ser humana. Una irrupción en la naturaleza. Una dictomia viviente.
    Ignorancia, 1 vastago de la desdicha humana desde tiempos inmemorables. Ignorada e arrinconada, ya que su existencia no se considera tan llamativas como la ira, pereza, gula, lujuria,envidia, avaricia u orgullo. Pero puede ser mucho más mortal y peligrosa, siendo una fuerza totalmente devastadora. Evitar la ignorancia es uno de las muchas tareas en las que el joven de ojos dorados esta más concentrado, para ello no solo se centra en ser un letrado que devora libros siempre que la oportunidad es meritoria. También aveces busca lugares en donde poder meditar, después de todo es esencial conocer el mundo como conocerse a si mismo, en esta ocasión encontró un desierto. Uno de los lugares más frecuentes para efectuar dicha práctica. 1 hora en total fue el tiempo que se tomo para serenar su mente y buscar refinar su espíritu, calmando su respiración, tratando de buscar aquello que los sabios han llamado "iluminación", de todas formas no logro conseguir gran cosa. Pero una serie de pensamientos insidiosos dificultarían la tarea, hasta que luego de 3 horas, el joven se levantaría con una pequeña molestia en su rostro. ⸻ Vaya fastidio......¿Que sera lo que me falta? Observaría su mano derecha antes de levantaría en un repentino movimiento vertical. Comenzando a caminar, aunque no gritara o hiciera movimientos corporales muy exaltados. La arena a su alrededor se agitaba con una fuerza iracunda y violenta, como si desearán partir en pedazos cualquier objeto cercano. De encontrarse un ser vivo en el ambiente, no solo debería tener cuidado de no ser cortado por la arena, si no que de igual manera debería cuidarse de la pesada y ostentosa presión en el ambiente que el aura del joven causaba. Tan poderosa que podría hacer desmayar a los más desprevenidos. Una simple muestra del poder de aquel que, por obra de su padre nació bendecido/maldito. Un poder que estaba más en cercanía a un Dios que un hombre, pero una mentalidad que no dejaba de ser humana. Una irrupción en la naturaleza. Una dictomia viviente.
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  • Carmina suspiró al cerrar la puerta de su habitación, sintiendo el cansancio del día en cada músculo. Había sido otro turno largo en la tienda de su abuela, donde las horas parecían extenderse en una calma abrumadora y repetitiva, como el zumbido del refrigerador de bebidas o el tintineo de la campanita en la puerta.

    Se miró en el espejo, observando el maquillaje impecable y el cabello lacio que había aprendido a lucir desde hacía poco. Era una apariencia más sobria, distinta a la imagen despreocupada que solía llevar antes. Durante el día, hasta los clientes más frecuentes la miraban un poco más, y algunos le habían lanzado cumplidos tímidos, diciéndole cuánto le favorecía el cambio. Sus labios se curvaron en una sonrisa pequeña, aunque no terminaba de convencerse.

    Con movimientos lentos, empezó a retirar el maquillaje, sintiendo que cada pasada del algodón era un pequeño paso para reencontrarse con la verdadera Carmina, la que no se escondía detrás de ese estilo pulido. Pero, mientras se desenredaba el cabello, sintió el peso de la incertidumbre. Había algo extraño en verse así, algo que no podía nombrar. "¿Por qué es tan fácil para todos notar una versión de mí que ni yo misma reconozco?", pensó, mientras acariciaba su cabello ahora lacio.

    Sentada al borde de la cama, se permitió un instante de honestidad consigo misma: tal vez el cambio era solo una máscara que le había hecho sentir seguridad en medio de sus dudas. Tal vez, en esa pequeña tienda que había sido su refugio y su prisión, había empezado a dejarse llevar por lo que otros querían ver. "Pero mañana… mañana será distinto," se prometió en silencio. Quizás, entre las estanterías y el ruido familiar de la caja registradora, volvería a encontrar un fragmento de esa Carmina auténtica que tanto añoraba.
    Carmina suspiró al cerrar la puerta de su habitación, sintiendo el cansancio del día en cada músculo. Había sido otro turno largo en la tienda de su abuela, donde las horas parecían extenderse en una calma abrumadora y repetitiva, como el zumbido del refrigerador de bebidas o el tintineo de la campanita en la puerta. Se miró en el espejo, observando el maquillaje impecable y el cabello lacio que había aprendido a lucir desde hacía poco. Era una apariencia más sobria, distinta a la imagen despreocupada que solía llevar antes. Durante el día, hasta los clientes más frecuentes la miraban un poco más, y algunos le habían lanzado cumplidos tímidos, diciéndole cuánto le favorecía el cambio. Sus labios se curvaron en una sonrisa pequeña, aunque no terminaba de convencerse. Con movimientos lentos, empezó a retirar el maquillaje, sintiendo que cada pasada del algodón era un pequeño paso para reencontrarse con la verdadera Carmina, la que no se escondía detrás de ese estilo pulido. Pero, mientras se desenredaba el cabello, sintió el peso de la incertidumbre. Había algo extraño en verse así, algo que no podía nombrar. "¿Por qué es tan fácil para todos notar una versión de mí que ni yo misma reconozco?", pensó, mientras acariciaba su cabello ahora lacio. Sentada al borde de la cama, se permitió un instante de honestidad consigo misma: tal vez el cambio era solo una máscara que le había hecho sentir seguridad en medio de sus dudas. Tal vez, en esa pequeña tienda que había sido su refugio y su prisión, había empezado a dejarse llevar por lo que otros querían ver. "Pero mañana… mañana será distinto," se prometió en silencio. Quizás, entre las estanterías y el ruido familiar de la caja registradora, volvería a encontrar un fragmento de esa Carmina auténtica que tanto añoraba.
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  • Poso la estridencia de tu rencor sobre la alfombra de laureles y comino. Esas especias que colman mis sueños en un viaje de sidéreo mar de tinta. Mis cabezas punzan con doloroso prisma, y, para tu más aperlada suerte, arropo el primer cuerpo con una cortina, esa que tejiste con punta de reguero de besos.

    Muevo tu ombligo o más bien, sumerjo un índice dentro de él, entonces y sólo entonces, encuentro al extraviado tiempo; el que te respeta aún en tu estado de comatosa prudencia; la que cabalga a la ausencia de tu canto. De tu ser. Reposas en esta tienda, este hogar en el que te hiero cada tanto que te veo con acusados ojos, esos que juzgan la gracia que te sostiene aún como la muñeca que otro dios fabricó.

    El pagano te puso en un dilema, junto a otros objetos de relumbrosa estampa, extrañeza bruna de colmillos, ojos y bocas cosidas con las que te elaboró. Dio vida a tu existencia.

    Quizá el respeto que te tengo, viene de la razón de tu existencia.

    Quizá mi amor te hace risueño, como la más inminente de las leyendas.

    Manifiestas un movimiento laxo cada que muevo la aparición de retazos de tela, huesos de carne de jueces. Maestros de la prudencia; una canción de cuna que escribí para ti, la primera vez que besé con mis dedos bañados en oro y plomo, fuego y vigilantes zigzagueos de costuras.

    Ante ti rezo, maniquí olvidado, doncel, doncella de aguardientes cabellos. Óbito de engalanadas auroras boreales. Tus prominentes alas de haladas ancestrales, los animales que componen tu anatomía prestan los sonidos de cascabeles ante mí.

    Continuo vislumbrándote en este sinuoso embeleso; besos que escudan la música de tu caja torácica; mis manos te cambian de lugar, junto con los otros. Cada vez son más frecuentes los terrores que despiertas, la fascinación de tan sólo el baño hacía tus pasos. Simulo arroparte con prendas florales, vestirte con ramajes de árboles de adviento.

    Te beso.
    Te beso.
    Te beso.

    Es un beso olvidado, ese venidero de tu príncipe, príncipe egoísta. En el cambio sólo soy un gigante de ultramar. Sólo soy una bestia deslumbrada, tú me instas a soñarte aún en la vigilia en la que reposas aún. Después de todo el tiempo, los objetos desperrados con los que osaste asomarte, son parte de un rompecabezas.

    Rompen cabezas, quiebran a tus huesos de diamantes, reposan sin parlar palabra algún pero, en mis dominios, eres el principal protagonista, mi cayena bañada de fases lunares. Ronronean sobre mi génesis, tú y tus compañeros de aventuras.

    Tú, que clama ante el espejo por el que aprecio tu belleza, esa que se realza en el reposo de tu ser.

    Eres un objeto. Perdido. No posees dueño. Negaron tu existencia en evanescentes eones interiores. Esta tempestad que llama a tu millar de corazones, dulces frutos, de lluvias de ácidas reservas, de este contaminado cielo caído, que tú eres mi compañero de aventuras.

    Repaso el postro de tu trono. El monte del destino en el que nos presentaron, masca el cordón umbilical solícito, emanante de tu vientre. Fuiste y serás. Retuerces la realidad y con ella forjas mis fantasías. Fantasías en la que bailas para mis caprichos, mi amante dormido.

    Rodeado por las ofrendas que te colman de adoración, troceo carne para alimentar a tu leyenda. Mito, epifanía, un risco por el que ya no caes. Aquí entre mis brazos, aquí entre los derramados objetos, la tabla de seda que te invoca como en tantas nocturnas cortinas de estrellas plateadas, perduran en mi dolor al retenerte en esta prisión en la que amanecemos cada día, cada mes, cada año, como otro ser.
    Poso la estridencia de tu rencor sobre la alfombra de laureles y comino. Esas especias que colman mis sueños en un viaje de sidéreo mar de tinta. Mis cabezas punzan con doloroso prisma, y, para tu más aperlada suerte, arropo el primer cuerpo con una cortina, esa que tejiste con punta de reguero de besos. Muevo tu ombligo o más bien, sumerjo un índice dentro de él, entonces y sólo entonces, encuentro al extraviado tiempo; el que te respeta aún en tu estado de comatosa prudencia; la que cabalga a la ausencia de tu canto. De tu ser. Reposas en esta tienda, este hogar en el que te hiero cada tanto que te veo con acusados ojos, esos que juzgan la gracia que te sostiene aún como la muñeca que otro dios fabricó. El pagano te puso en un dilema, junto a otros objetos de relumbrosa estampa, extrañeza bruna de colmillos, ojos y bocas cosidas con las que te elaboró. Dio vida a tu existencia. Quizá el respeto que te tengo, viene de la razón de tu existencia. Quizá mi amor te hace risueño, como la más inminente de las leyendas. Manifiestas un movimiento laxo cada que muevo la aparición de retazos de tela, huesos de carne de jueces. Maestros de la prudencia; una canción de cuna que escribí para ti, la primera vez que besé con mis dedos bañados en oro y plomo, fuego y vigilantes zigzagueos de costuras. Ante ti rezo, maniquí olvidado, doncel, doncella de aguardientes cabellos. Óbito de engalanadas auroras boreales. Tus prominentes alas de haladas ancestrales, los animales que componen tu anatomía prestan los sonidos de cascabeles ante mí. Continuo vislumbrándote en este sinuoso embeleso; besos que escudan la música de tu caja torácica; mis manos te cambian de lugar, junto con los otros. Cada vez son más frecuentes los terrores que despiertas, la fascinación de tan sólo el baño hacía tus pasos. Simulo arroparte con prendas florales, vestirte con ramajes de árboles de adviento. Te beso. Te beso. Te beso. Es un beso olvidado, ese venidero de tu príncipe, príncipe egoísta. En el cambio sólo soy un gigante de ultramar. Sólo soy una bestia deslumbrada, tú me instas a soñarte aún en la vigilia en la que reposas aún. Después de todo el tiempo, los objetos desperrados con los que osaste asomarte, son parte de un rompecabezas. Rompen cabezas, quiebran a tus huesos de diamantes, reposan sin parlar palabra algún pero, en mis dominios, eres el principal protagonista, mi cayena bañada de fases lunares. Ronronean sobre mi génesis, tú y tus compañeros de aventuras. Tú, que clama ante el espejo por el que aprecio tu belleza, esa que se realza en el reposo de tu ser. Eres un objeto. Perdido. No posees dueño. Negaron tu existencia en evanescentes eones interiores. Esta tempestad que llama a tu millar de corazones, dulces frutos, de lluvias de ácidas reservas, de este contaminado cielo caído, que tú eres mi compañero de aventuras. Repaso el postro de tu trono. El monte del destino en el que nos presentaron, masca el cordón umbilical solícito, emanante de tu vientre. Fuiste y serás. Retuerces la realidad y con ella forjas mis fantasías. Fantasías en la que bailas para mis caprichos, mi amante dormido. Rodeado por las ofrendas que te colman de adoración, troceo carne para alimentar a tu leyenda. Mito, epifanía, un risco por el que ya no caes. Aquí entre mis brazos, aquí entre los derramados objetos, la tabla de seda que te invoca como en tantas nocturnas cortinas de estrellas plateadas, perduran en mi dolor al retenerte en esta prisión en la que amanecemos cada día, cada mes, cada año, como otro ser.
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  • Mientras la ventisca ha cubierto de un par de metros de nieve el área circundante al claro del manantial donde Tolek yace inconsciente, los animales han comenzando a desplazarse por un par de kilómetros alrededor para evitar las consecuencias del fenómeno helado. Sólo los más fuertes y territoriales se han quedado (además de las criaturas mágicas), como la manada de lobos cuyos integrantes dormitan y descansan echados alrededor del brujo, aprovechando la calma del ojo de la tormenta para recuperar energías.

    En su Siberia natal no había tantos perros callejeros como es usual en otras partes del mundo. La mayoría eran parte de alguno de los pocos hogares capaces de alimentarles y brindarles cobijo, mientras otros eran abandonados y condenados a morir de frío y hambre como consecuencia de la pobreza. Los menos conseguían sobrevivir lo suficiente como para rastrear alguna manada de lobos al interior del bosque, y si eran lo suficientemente aptos, a veces eran aceptados para unirse. Así nacieron los mestizos, que aunque eran más bien escasos, eran más frecuentes de ver rodando por las calles del pueblo como si no acabaran de decidirse si ser parte del bosque o no.

    Tolek se hizo amigo de uno de ellos durante su infancia, un mestizo de pelaje abundante en la zona de la cruz y el cuello, pero corto y denso en el resto del cuerpo, que le daba un aspecto de hiena grisácea de las nieves que solía espantar a la mayoría de la gente. De hecho, este mestizo era reconocido por ser un ladrón descarado y escurridizo capaz de colarse casi sin ser visto en las bodegas de las tiendas para robar comida, en lugar de limitarse a rogar y a gimotear en frente de las fachadas.

    Solían comer y dormir juntos, Tolek siempre le compartía de lo poco que conseguía de comida. El perro-lobo no tenía nombre, Tolek jamás se atrevió a darle uno.

    #ElBrujoCojo
    Mientras la ventisca ha cubierto de un par de metros de nieve el área circundante al claro del manantial donde Tolek yace inconsciente, los animales han comenzando a desplazarse por un par de kilómetros alrededor para evitar las consecuencias del fenómeno helado. Sólo los más fuertes y territoriales se han quedado (además de las criaturas mágicas), como la manada de lobos cuyos integrantes dormitan y descansan echados alrededor del brujo, aprovechando la calma del ojo de la tormenta para recuperar energías. En su Siberia natal no había tantos perros callejeros como es usual en otras partes del mundo. La mayoría eran parte de alguno de los pocos hogares capaces de alimentarles y brindarles cobijo, mientras otros eran abandonados y condenados a morir de frío y hambre como consecuencia de la pobreza. Los menos conseguían sobrevivir lo suficiente como para rastrear alguna manada de lobos al interior del bosque, y si eran lo suficientemente aptos, a veces eran aceptados para unirse. Así nacieron los mestizos, que aunque eran más bien escasos, eran más frecuentes de ver rodando por las calles del pueblo como si no acabaran de decidirse si ser parte del bosque o no. Tolek se hizo amigo de uno de ellos durante su infancia, un mestizo de pelaje abundante en la zona de la cruz y el cuello, pero corto y denso en el resto del cuerpo, que le daba un aspecto de hiena grisácea de las nieves que solía espantar a la mayoría de la gente. De hecho, este mestizo era reconocido por ser un ladrón descarado y escurridizo capaz de colarse casi sin ser visto en las bodegas de las tiendas para robar comida, en lugar de limitarse a rogar y a gimotear en frente de las fachadas. Solían comer y dormir juntos, Tolek siempre le compartía de lo poco que conseguía de comida. El perro-lobo no tenía nombre, Tolek jamás se atrevió a darle uno. #ElBrujoCojo
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