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ragazza italiana
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- Cumpleaños 1 de octubre
- 187 Publicaciones
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- Se unió en agosto 2023
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- Categorías de rol
Acción , Aventura , Comedia , Contemporáneo , Drama , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Terror
- Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo.
La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes.
Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza.
—Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos.
Carmina sonríe.
—Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas.
Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre.
A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso.
—¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini.
Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano.
—Las hice anoche —responde.
—Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora.
Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo.
De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo.
La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando.
Otoño siempre les sienta bien.Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo. La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes. Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza. —Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos. Carmina sonríe. —Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas. Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre. A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso. —¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini. Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano. —Las hice anoche —responde. —Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora. Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo. De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo. La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando. Otoño siempre les sienta bien.0 turnos 0 maullidos
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¡Inicia sesión para reaccionar, comentar y compartir! - Empieza la mejor semana del año. Creo que haré maratón de películas de terror.Empieza la mejor semana del año. Creo que haré maratón de películas de terror.4 turnos 0 maullidos4
- Domingo de disociar para olvidar el estrés laboral.Domingo de disociar para olvidar el estrés laboral.0 turnos 0 maullidos
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- Esa espera silenciosa… por alguien que sabes que no va a volver.
Tan eterna como la esperanza que insiste en no morir, aunque duela sostenerla.
Cuántas noches en desvelo pasó Carmina, dibujando en su mente los caminos que nunca fueron, los escenarios donde todo salía bien:
donde Nicolás no desaparecía aquella noche, donde sí cumplían la cita prometida, donde su historia seguía, sencilla y luminosa, como lo hacen las vidas que no conocen el golpe de la tragedia.
Un suspiro escapó de sus labios, pesado, resignado, mientras yacía recostada en su cama observando el techo.
Un suspiro que parecía devolverla a la realidad, una realidad que nunca pidió, pero que tuvo que aprender a sostener entre sus manos.
¿Qué dolor más cruel que el de una ausencia sin nombre, sin tumba, sin adiós?
Un duelo sin cierre, porque siempre queda esa voz que susurra:
¿Y si sigue por ahí, vivo?
El anhelo es terco, espera una llamada, una carta, un mensaje,
un simple “estoy bien” que calme la angustia de los años.
Pero el tiempo pasa, y el silencio duele más que la certeza.
¿Cómo seguir adelante, si el alma se aferra al consuelo triste de extrañar?
A veces, amar se vuelve eso:
recordar a quien ya no está, y vivir con la herida abierta, aprendiendo a caminar con ella, sin dejarla atrás.
El cuerpo continúa —porque la vida no espera—, pero en algún rincón de su pensamiento, donde la nostalgia duerme hecha nudo,
Carmina sigue preguntándose, bajito, como quien no quiere romper el encanto:
¿Y si... algún día regresa?Esa espera silenciosa… por alguien que sabes que no va a volver. Tan eterna como la esperanza que insiste en no morir, aunque duela sostenerla. Cuántas noches en desvelo pasó Carmina, dibujando en su mente los caminos que nunca fueron, los escenarios donde todo salía bien: donde Nicolás no desaparecía aquella noche, donde sí cumplían la cita prometida, donde su historia seguía, sencilla y luminosa, como lo hacen las vidas que no conocen el golpe de la tragedia. Un suspiro escapó de sus labios, pesado, resignado, mientras yacía recostada en su cama observando el techo. Un suspiro que parecía devolverla a la realidad, una realidad que nunca pidió, pero que tuvo que aprender a sostener entre sus manos. ¿Qué dolor más cruel que el de una ausencia sin nombre, sin tumba, sin adiós? Un duelo sin cierre, porque siempre queda esa voz que susurra: ¿Y si sigue por ahí, vivo? El anhelo es terco, espera una llamada, una carta, un mensaje, un simple “estoy bien” que calme la angustia de los años. Pero el tiempo pasa, y el silencio duele más que la certeza. ¿Cómo seguir adelante, si el alma se aferra al consuelo triste de extrañar? A veces, amar se vuelve eso: recordar a quien ya no está, y vivir con la herida abierta, aprendiendo a caminar con ella, sin dejarla atrás. El cuerpo continúa —porque la vida no espera—, pero en algún rincón de su pensamiento, donde la nostalgia duerme hecha nudo, Carmina sigue preguntándose, bajito, como quien no quiere romper el encanto: ¿Y si... algún día regresa?0 turnos 0 maullidos
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- Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.Esto se ha publicado como Out Of Character.Tenlo en cuenta al responder.Oh I like my boys playing hard to get. And I like my men all incompetent. And I swear they choose me, I'm not choosing them.
Amen.Oh I like my boys playing hard to get. And I like my men all incompetent. And I swear they choose me, I'm not choosing them. Amen.1 comentario 0 compartidos3
- Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.Esto se ha publicado como Out Of Character.Tenlo en cuenta al responder.|| No vuelvo a dejar que una decepción me quite mi pasión por mis hobbies.|| No vuelvo a dejar que una decepción me quite mi pasión por mis hobbies. 🥸1 comentario 0 compartidos2
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