—Ignorases no por ceguera,
sino por elección.—
Vióse el rostro del Murmullo inclinarse apenas,
pues no concebía la idea.
—Halláronse faros,
mas cerrasen los ojos.
Alumbrase el saber,
mas temiesen su brillo.—
Una pausa, sin respiración,
—¿Qué miedo tan hondo es ese,
que prefiere lo simple a lo cierto?
¿Tan dulce el barro de la ignorancia,
que os complace ahogaros en él?—
Idea errante.
Pensamiento no querido.
—Pronunciáronse juicios sin nombre.
Despreciáronse voces por no gritar.
Y en las ruinas del entendimiento,
alzáronse altares a la opinión vacía.—
Deformóse su rostro,
En gesto de lástima.
Tranformase esta en rabia.
—¡Ciérrense los ojos si teméis la luz,
pero no os quejéis del abismo en que caéis!
¡Destrúyanse los oídos sordos,
que sólo escuchan su eco!—
—¡Quemen los libros si los temen,
pero no llamen sabiduría a su ceniza!
¡Degüellen al que piensa,
porque su verdad incomoda su ignorancia!—
—Proclamáronse sabios sin saber leer,
erigieron tronos sobre la tierra baldía del pensamiento.
¡Y a quien trae preguntas, se le crucifica por hereje!—
Temblase mi semblante,
pues no cupiese en mi la rabia.
—No sois ciegos:
os arrancasteis los ojos.
No sois sordos:
ahogasteis toda voz distinta.—
sino por elección.—
Vióse el rostro del Murmullo inclinarse apenas,
pues no concebía la idea.
—Halláronse faros,
mas cerrasen los ojos.
Alumbrase el saber,
mas temiesen su brillo.—
Una pausa, sin respiración,
—¿Qué miedo tan hondo es ese,
que prefiere lo simple a lo cierto?
¿Tan dulce el barro de la ignorancia,
que os complace ahogaros en él?—
Idea errante.
Pensamiento no querido.
—Pronunciáronse juicios sin nombre.
Despreciáronse voces por no gritar.
Y en las ruinas del entendimiento,
alzáronse altares a la opinión vacía.—
Deformóse su rostro,
En gesto de lástima.
Tranformase esta en rabia.
—¡Ciérrense los ojos si teméis la luz,
pero no os quejéis del abismo en que caéis!
¡Destrúyanse los oídos sordos,
que sólo escuchan su eco!—
—¡Quemen los libros si los temen,
pero no llamen sabiduría a su ceniza!
¡Degüellen al que piensa,
porque su verdad incomoda su ignorancia!—
—Proclamáronse sabios sin saber leer,
erigieron tronos sobre la tierra baldía del pensamiento.
¡Y a quien trae preguntas, se le crucifica por hereje!—
Temblase mi semblante,
pues no cupiese en mi la rabia.
—No sois ciegos:
os arrancasteis los ojos.
No sois sordos:
ahogasteis toda voz distinta.—
—Ignorases no por ceguera,
sino por elección.—
Vióse el rostro del Murmullo inclinarse apenas,
pues no concebía la idea.
—Halláronse faros,
mas cerrasen los ojos.
Alumbrase el saber,
mas temiesen su brillo.—
Una pausa, sin respiración,
—¿Qué miedo tan hondo es ese,
que prefiere lo simple a lo cierto?
¿Tan dulce el barro de la ignorancia,
que os complace ahogaros en él?—
Idea errante.
Pensamiento no querido.
—Pronunciáronse juicios sin nombre.
Despreciáronse voces por no gritar.
Y en las ruinas del entendimiento,
alzáronse altares a la opinión vacía.—
Deformóse su rostro,
En gesto de lástima.
Tranformase esta en rabia.
—¡Ciérrense los ojos si teméis la luz,
pero no os quejéis del abismo en que caéis!
¡Destrúyanse los oídos sordos,
que sólo escuchan su eco!—
—¡Quemen los libros si los temen,
pero no llamen sabiduría a su ceniza!
¡Degüellen al que piensa,
porque su verdad incomoda su ignorancia!—
—Proclamáronse sabios sin saber leer,
erigieron tronos sobre la tierra baldía del pensamiento.
¡Y a quien trae preguntas, se le crucifica por hereje!—
Temblase mi semblante,
pues no cupiese en mi la rabia.
—No sois ciegos:
os arrancasteis los ojos.
No sois sordos:
ahogasteis toda voz distinta.—
