Kael estaba sentado junto a la ventana, el café humeante entre las manos. La cafetería tenía ese murmullo suave que ayudaba a cualquiera a relajarse… y él quería aprovecharlo. Por una vez.
—Solo… desconectá un segundo —murmuró para sí, casi en tono de consejo.
Miró a la gente pasar, a los autos detenerse en la esquina, a un perro tironeando de su dueño. Nada importante, nada urgente. Cosas simples. Cosas normales. Se obligó a enfocarse en eso.
A cada tanto, algún recuerdo o pensamiento pesado intentaba colarse, pero Kael lo empujaba hacia atrás con suavidad, como quien cierra una puerta sin hacer ruido.
—No ahora —susurró, dándole otro sorbo al café.
En ese momento, decidió que estaba bien dejar la mente en blanco, aunque fuera por unos minutos.
No pensar. No analizar. Solo… estar ahí.
Y aunque sabía que no podía sostener esa calma por mucho tiempo, por ahora le alcanzaba.
—Solo… desconectá un segundo —murmuró para sí, casi en tono de consejo.
Miró a la gente pasar, a los autos detenerse en la esquina, a un perro tironeando de su dueño. Nada importante, nada urgente. Cosas simples. Cosas normales. Se obligó a enfocarse en eso.
A cada tanto, algún recuerdo o pensamiento pesado intentaba colarse, pero Kael lo empujaba hacia atrás con suavidad, como quien cierra una puerta sin hacer ruido.
—No ahora —susurró, dándole otro sorbo al café.
En ese momento, decidió que estaba bien dejar la mente en blanco, aunque fuera por unos minutos.
No pensar. No analizar. Solo… estar ahí.
Y aunque sabía que no podía sostener esa calma por mucho tiempo, por ahora le alcanzaba.
Kael estaba sentado junto a la ventana, el café humeante entre las manos. La cafetería tenía ese murmullo suave que ayudaba a cualquiera a relajarse… y él quería aprovecharlo. Por una vez.
—Solo… desconectá un segundo —murmuró para sí, casi en tono de consejo.
Miró a la gente pasar, a los autos detenerse en la esquina, a un perro tironeando de su dueño. Nada importante, nada urgente. Cosas simples. Cosas normales. Se obligó a enfocarse en eso.
A cada tanto, algún recuerdo o pensamiento pesado intentaba colarse, pero Kael lo empujaba hacia atrás con suavidad, como quien cierra una puerta sin hacer ruido.
—No ahora —susurró, dándole otro sorbo al café.
En ese momento, decidió que estaba bien dejar la mente en blanco, aunque fuera por unos minutos.
No pensar. No analizar. Solo… estar ahí.
Y aunque sabía que no podía sostener esa calma por mucho tiempo, por ahora le alcanzaba.