• Zahra abrió los ojos de golpe, jadeando, el corazón retumbándole en el pecho como un tambor de guerra. El cuarto aún estaba oscuro, apenas iluminado por la luz pálida de la luna que se filtraba entre las cortinas pesadas. Sentía el cuerpo pesado, anclado a las sábanas sudadas, como si hubiera corrido una eternidad en un terreno que no recordaba.

    Intentó aferrarse a las imágenes que se disolvían como humo en su mente: un cielo abierto en grietas negras, el rugido de algo ancestral, un océano de fuego arrasándolo todo. ¿Un recuerdo? ¿Un fragmento de un futuro aún por llegar? No podía saberlo. Solo una palabra quedó grabada a fuego en su pecho, repitiéndose en su mente como un eco interminable:

    Destrucción.

    Se llevó una mano temblorosa a la frente, como si pudiera borrar el peso de ese presagio. Pero no había escape. Algo, en algún lugar, había comenzado... y ella lo había visto, aunque no entendiera aún qué significaba.

    Zahra cerró los ojos otra vez, buscando un descanso que sabía que no encontraría.
    Zahra abrió los ojos de golpe, jadeando, el corazón retumbándole en el pecho como un tambor de guerra. El cuarto aún estaba oscuro, apenas iluminado por la luz pálida de la luna que se filtraba entre las cortinas pesadas. Sentía el cuerpo pesado, anclado a las sábanas sudadas, como si hubiera corrido una eternidad en un terreno que no recordaba. Intentó aferrarse a las imágenes que se disolvían como humo en su mente: un cielo abierto en grietas negras, el rugido de algo ancestral, un océano de fuego arrasándolo todo. ¿Un recuerdo? ¿Un fragmento de un futuro aún por llegar? No podía saberlo. Solo una palabra quedó grabada a fuego en su pecho, repitiéndose en su mente como un eco interminable: Destrucción. Se llevó una mano temblorosa a la frente, como si pudiera borrar el peso de ese presagio. Pero no había escape. Algo, en algún lugar, había comenzado... y ella lo había visto, aunque no entendiera aún qué significaba. Zahra cerró los ojos otra vez, buscando un descanso que sabía que no encontraría.
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  • 12:00
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    El momento ha llegado.

    En punto de las doce, cada uno de los relojes comienza a sonar, una alarma anuncia la hora fatídica. Y entonces… de ellos un resplandor emana, tan misterioso como intenso.

    . . .

    Al abrir sus ojos, después de que la enceguecedora luz de los relojes cediera, los seis equipos se encuentran a sí mismos transportados a un sitio distinto, en un momento diferente.

    Una cabaña a mitad de una nada gélida e inhóspita. Por las ventanas, todas de cristal reforzado y protegidas con barras de titanio, puede observarse una tormenta de nieve que parece no tener fin. El mundo afuera de esa ventana, en lo que a los participantes concierne, es nada más que un lienzo de interminable blanco.

    Seis habitaciones, una para cada equipo.

    La temperatura actual: -40°C. La puerta de cada habitación, de titanio sólido e indestructible…

    -- 12:00 --

    𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Cada equipo está atrapado en una habitación con temperaturas muy por debajo de los cero grados. La muerte por hipotermia es virtualmente inevitable a menos que actúen rápido. Cabe recordar que antes de llegar aquí, todos fueron mojados por la lluvia, unos más que otros, lo que intensifica la hipotermia. Al lado de la puerta que les dará el escape, hay dos cosas: Una palanca, y un panel numérico.

    Sus opciones:

    1) No hacer nada. Todas las puertas se abrirán automáticamente en 45 minutos. Pueden intentar esperar y sobrevivir al frío, pero recordar que están a -40°C y sin equipo o ropa adecuada. Incluso si es posible soportar casi una hora, considerar las potenciales consecuencias permanentes de la exposición prolongada al frío.

    2) Introducir la contraseña correcta en el panel numérico (4 dígitos). Dentro de su habitación, cada equipo encontrará un acertijo que debe resolver para obtenerla. Por supuesto, con la hipotermia encima, pensar con claridad es más difícil de lo que parece.

    3) Tirar de la palanca. Esta opción abre la puerta instantáneamente… PERO hay un costo a pagar. Si un equipo decide hacer esto, estará condenando a otro. Una vez que una palanca es usada, la puerta de otro equipo será sellada permanentemente. En otras palabras: Pueden salir con facilidad, si deciden sacrificar las vidas de los demás…

    ¿Quién condena a quién? Si deciden usar la palanca…

    EQUIPO A sacrifica a EQUIPO F, y viceversa
    EQUIPO B sacrifica a EQUIPO E, y viceversa
    EQUIPO C sacrifica a EQUIPO D, y viceversa

    [ // La fase termina y el juego avanza cuando todos los equipos hayan logrado escapar… o se confirme su frío final. Aunque lo ideal es que las decisiones de cada equipo sean unánimes, a veces será inevitable tomar las riendas de su destino y actuar sin esperar a otros. El tiempo máximo a esperar a sus compañeros, como sugerencia, es antes del final del siguiente día. Si eligen la opción de no hacer nada, se espera que detallen qué hizo su equipo para mantener el calor... // ]
    El momento ha llegado. En punto de las doce, cada uno de los relojes comienza a sonar, una alarma anuncia la hora fatídica. Y entonces… de ellos un resplandor emana, tan misterioso como intenso. . . . Al abrir sus ojos, después de que la enceguecedora luz de los relojes cediera, los seis equipos se encuentran a sí mismos transportados a un sitio distinto, en un momento diferente. Una cabaña a mitad de una nada gélida e inhóspita. Por las ventanas, todas de cristal reforzado y protegidas con barras de titanio, puede observarse una tormenta de nieve que parece no tener fin. El mundo afuera de esa ventana, en lo que a los participantes concierne, es nada más que un lienzo de interminable blanco. Seis habitaciones, una para cada equipo. La temperatura actual: -40°C. La puerta de cada habitación, de titanio sólido e indestructible… -- 12:00 -- 𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Cada equipo está atrapado en una habitación con temperaturas muy por debajo de los cero grados. La muerte por hipotermia es virtualmente inevitable a menos que actúen rápido. Cabe recordar que antes de llegar aquí, todos fueron mojados por la lluvia, unos más que otros, lo que intensifica la hipotermia. Al lado de la puerta que les dará el escape, hay dos cosas: Una palanca, y un panel numérico. Sus opciones: 1) No hacer nada. Todas las puertas se abrirán automáticamente en 45 minutos. Pueden intentar esperar y sobrevivir al frío, pero recordar que están a -40°C y sin equipo o ropa adecuada. Incluso si es posible soportar casi una hora, considerar las potenciales consecuencias permanentes de la exposición prolongada al frío. 2) Introducir la contraseña correcta en el panel numérico (4 dígitos). Dentro de su habitación, cada equipo encontrará un acertijo que debe resolver para obtenerla. Por supuesto, con la hipotermia encima, pensar con claridad es más difícil de lo que parece. 3) Tirar de la palanca. Esta opción abre la puerta instantáneamente… PERO hay un costo a pagar. Si un equipo decide hacer esto, estará condenando a otro. Una vez que una palanca es usada, la puerta de otro equipo será sellada permanentemente. En otras palabras: Pueden salir con facilidad, si deciden sacrificar las vidas de los demás… ¿Quién condena a quién? Si deciden usar la palanca… EQUIPO A sacrifica a EQUIPO F, y viceversa EQUIPO B sacrifica a EQUIPO E, y viceversa EQUIPO C sacrifica a EQUIPO D, y viceversa [ // La fase termina y el juego avanza cuando todos los equipos hayan logrado escapar… o se confirme su frío final. Aunque lo ideal es que las decisiones de cada equipo sean unánimes, a veces será inevitable tomar las riendas de su destino y actuar sin esperar a otros. El tiempo máximo a esperar a sus compañeros, como sugerencia, es antes del final del siguiente día. Si eligen la opción de no hacer nada, se espera que detallen qué hizo su equipo para mantener el calor... // ]
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  • —Excelente. Otro anuncio de píldoras para alargar cosas que no necesito alargar —murmuró con desdén, mientras su dedo presionaba inútilmente la tecla Escape.

    Su máquina de escribir Olivetti resplandecía polvorienta. La colocó sobre el escritorio como si se tratara de una reliquia sagrada: —Esto servirá. ¡Al menos ella no me traiciona con virus ni me vende seguros médicos!

    #comenzandoeldiaconbuenpie
    —Excelente. Otro anuncio de píldoras para alargar cosas que no necesito alargar —murmuró con desdén, mientras su dedo presionaba inútilmente la tecla Escape. Su máquina de escribir Olivetti resplandecía polvorienta. La colocó sobre el escritorio como si se tratara de una reliquia sagrada: —Esto servirá. ¡Al menos ella no me traiciona con virus ni me vende seguros médicos! #comenzandoeldiaconbuenpie
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  • Fuego — Libre
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    https://ficrol.com/posts/49154

    ———— 06:37 am, New York. En la actualidad.

    De vuelta en la gran ciudad, todo era igual: ruido, prisas, competencia y smog pegajoso en los pulmones. Nada nuevo. Solo una máquina que nunca duerme, devorando gente y tiempo.

    Khan se mantenía ocupado en un viejo almacén abandonado, despejando el lugar. Levantaba estanterías oxidadas, removía escombros, limpiaba la podredumbre de años. Trabajo físico, sordo, útil para no pensar.

    Entonces lo olió.

    El humo. No el de un escape de gas o un contenedor ardiendo. No. Este era distinto. Cargado de miedo y pérdida. Inconfundible. Un incendio de verdad. Grande. Y con gente adentro.

    No necesitó ver las llamas. Devolvió al suelo lo que llevaba entre manos y salió sin apuro, pero sin dudar. No fue la curiosidad lo que lo movió, sino algo más viejo, algo natural que creyó perdido; la voluntad de ayudar.

    Caminó veinte minutos, tal vez más. No los contó. A cada paso el olor crecía, denso, pesado. Hasta que lo vio: el fuego propagándose por un inmenso rascacielos.

    Y, aquí, también olía a magia.

    Los bomberos ya estaban allí, peleando contra una bestia que no cedía. Agua y humo por todas partes. Gritos. Sirenas. Desesperación. Y, como siempre, un montón de curiosos observando desde la distancia, con la fascinación morbosa del que no arriesga nada.

    Khan no se unió al espectáculo. Se mantuvo del otro lado de la calle y se recargó en la fachada de un edificio vecino. Sacó un cigarro, lo encendió sin apuro y observó el fuego. No había tensión en su mirada, tal vez algo de desaprobación, como si estuviera mirando a un viejo amigo haciendo el ridículo.

    Y, bajo su mirada, el fuego obedeció.

    Las llamas empezaron a ceder con una docilidad extraña, impropia, casi imposible.

    El agua de las mangueras, antes inútil, empezó a abrirse paso. El humo se disipaba más rápido de lo normal. Los rescatistas, aún sin saber por qué, notaron la diferencia. Incluso los más nuevos lo sintieron, el fuego ya no peleaba, se rendía, pero ninguno de ellos desperdició tiempo en procesar lo que sucedía.

    Quedaban vidas por salvar.
    ⚠️ Leer antes de responder⚠️ https://ficrol.com/posts/49154 ———— 06:37 am, New York. En la actualidad. De vuelta en la gran ciudad, todo era igual: ruido, prisas, competencia y smog pegajoso en los pulmones. Nada nuevo. Solo una máquina que nunca duerme, devorando gente y tiempo. Khan se mantenía ocupado en un viejo almacén abandonado, despejando el lugar. Levantaba estanterías oxidadas, removía escombros, limpiaba la podredumbre de años. Trabajo físico, sordo, útil para no pensar. Entonces lo olió. El humo. No el de un escape de gas o un contenedor ardiendo. No. Este era distinto. Cargado de miedo y pérdida. Inconfundible. Un incendio de verdad. Grande. Y con gente adentro. No necesitó ver las llamas. Devolvió al suelo lo que llevaba entre manos y salió sin apuro, pero sin dudar. No fue la curiosidad lo que lo movió, sino algo más viejo, algo natural que creyó perdido; la voluntad de ayudar. Caminó veinte minutos, tal vez más. No los contó. A cada paso el olor crecía, denso, pesado. Hasta que lo vio: el fuego propagándose por un inmenso rascacielos. Y, aquí, también olía a magia. Los bomberos ya estaban allí, peleando contra una bestia que no cedía. Agua y humo por todas partes. Gritos. Sirenas. Desesperación. Y, como siempre, un montón de curiosos observando desde la distancia, con la fascinación morbosa del que no arriesga nada. Khan no se unió al espectáculo. Se mantuvo del otro lado de la calle y se recargó en la fachada de un edificio vecino. Sacó un cigarro, lo encendió sin apuro y observó el fuego. No había tensión en su mirada, tal vez algo de desaprobación, como si estuviera mirando a un viejo amigo haciendo el ridículo. Y, bajo su mirada, el fuego obedeció. Las llamas empezaron a ceder con una docilidad extraña, impropia, casi imposible. El agua de las mangueras, antes inútil, empezó a abrirse paso. El humo se disipaba más rápido de lo normal. Los rescatistas, aún sin saber por qué, notaron la diferencia. Incluso los más nuevos lo sintieron, el fuego ya no peleaba, se rendía, pero ninguno de ellos desperdició tiempo en procesar lo que sucedía. Quedaban vidas por salvar.
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  • "Caminando con los Muertos" (Parte IV)

    Tolek necesita dos cosas, por ahora, para no volver a perder el norte: un punto de referencia y un ojo en el cielo.

    Sin dejar de mirar al frente hacia donde la aparición, el brujo clava su bastón en el piso, destellos mágicos crecen como raíces sobre el lodo y abrazan el suelo a su alrededor tomando la forma de una sencilla telaraña de hilos plateados. Este es su punto de referencia, una baliza helada en medio de la nada.

    Luego, Tolek toma a Lester con una mano y lo lanza al cielo. El ave se apresura a extender las alas, orientarse y dirigirse hacia donde el brujo está mirando, sus ojos de cuervo llevan consigo la misma magia que le permite a su amo ver más allá.

    — Amo, ¡Veo las almas! —Exclama, emocionado—. Están reuniéndose más adelante, no sé por qué...

    De la misma forma que Lester no necesita emitir sonido alguno para comunicarse con su amo, este puede decirle sin hablar palabra alguna.

    — Adelántate, yo te sigo.

    Y la caminata duraría alrededor de quince minutos, si es que el caprichoso tiempo del mundo de los muertos se dejara medir. Quince minutos de silencio por parte del brujo, quien todavía arrastra el resabio del baño de angustia de las almas liberadas, y no quiere hablar. Lester podría querer empezar a hacer preguntas, y aun si escogiera no responderlas, cada pensamiento en la dirección incorrecta podría ser el único necesario para llevarle a perder el control.

    De pronto, una nube como un enjambre de almas perdidas se revela como una madeja enrollada entorno a... ¿Entorno a qué?

    — Amo, son demasiadas. No puedo ver qué las está atrayendo —reporta el ave desde su posición en las alturas, mientras vuela en círculos alrededor como un cazador que ha encontrado a su presa.

    El brujo sabe que sólo hay una forma de averiguar qué es lo que está llamando la atención de las almas y que Veles está interesado en que él encuentre.

    Camina con firmeza, con la prisa de la expectativa. Las almas son tantas que revuelven el ambiente como miles de banderas ondeando en la misma dirección llevadas por un viento salvaje que arrastra en la cercanía. La sensación es abrumadora, pero Tolek persiste e insiste en aproximarse cada vez más, empujando contra la fuerza que le repele.

    Basta que roce la superficie de la esfera para que un grito desolador escape partiendo el aire, como el grito de una banshee, aunque incapaz de congelar a quien ha nacido del hielo. Otras almas le hacen eco, angustiadas y agónicas, reconocen en el brujo una esencia parecida al que les condenó a la eterna miseria del dolor y el sufrimiento. Se retuercen, intentan alejarse de él alterando así la uniformidad de la madeja. El desbalance se acentúa conforme el terror se apodera de ellas hasta que finalmente, la bola colapsa y las almas vuelven a dispersarse como una burbuja que explota, sólo que en lugar de ser de jabón parece ser de aceite hirviendo. Tolek cierra los ojos por mero impulso.

    — ¿Lester?

    El cuervo grita en lo alto y el brujo entiende que él está bien. Luego, el brujo puede devolver su atención al frente, abriendo los ojos lentamente.

    — ¡Un huevo! —Exclama, indignado.

    Tolek levanta el puño al cielo.

    — ¿En serio? ¿Me estás viendo la cara de papá pato? ¡Más vale que no sea de dragón! —Protesta, maldiciendo su mala suerte.

    Una profunda risa gutural resuena no en el cielo, sino debajo en el suelo, como si fuera la tierra misma burlándose del brujo.

    — Sí, tú ríete... —agrega, tensando los labios.

    Veles es, en parte, el dios de las travesuras, después de todo.
    Pero el brujo nota algo que hace a este huevo algo peculiar, pequeños detalles que lo hacen similar a una de esas costosas piezas de joyería que solían presumir los zares en tiempos de antes.

    — Oh, ya veo. Es una de esas cosas... —piensa en voz alta, más relajado.

    El brujo se inclina para coger el objeto con cuidado, como si estuviera cayendo en una trampa de forma tan voluntaria como le caracteriza. El pequeño huevo, que puede rodear perfectamente con los dedos, se siente cálido al tacto y emana un suave aroma a hierba de ruda. Tolek se lo guarda en el bolsillo mágico de su abrigo antes de enderezarse.

    Y al levantar la mirada puede ver que hay detalles nuevos en el paisaje. En el cielo hay auroras brillando con el mismo tono que lo hacía el huevo antes de que lo tomara, pero más importante que ello, puede ver la brecha por la que han entrado las almas.

    — Amo, ya puedes presumir de que le agarraste un huevo a Veles.

    Pero Tolek no puede prestar atención al troleo de su familiar esta vez, su mirada está fija, perdida en la brecha que arde como una herida en el cielo. Puede ver más allá al interior de una diminuta abertura, un fondo de paredes cubiertas de un papel mural amarillento que reconoce.

    #ElBrujoCojo §iძ𝑬
    "Caminando con los Muertos" (Parte IV) Tolek necesita dos cosas, por ahora, para no volver a perder el norte: un punto de referencia y un ojo en el cielo. Sin dejar de mirar al frente hacia donde la aparición, el brujo clava su bastón en el piso, destellos mágicos crecen como raíces sobre el lodo y abrazan el suelo a su alrededor tomando la forma de una sencilla telaraña de hilos plateados. Este es su punto de referencia, una baliza helada en medio de la nada. Luego, Tolek toma a Lester con una mano y lo lanza al cielo. El ave se apresura a extender las alas, orientarse y dirigirse hacia donde el brujo está mirando, sus ojos de cuervo llevan consigo la misma magia que le permite a su amo ver más allá. — Amo, ¡Veo las almas! —Exclama, emocionado—. Están reuniéndose más adelante, no sé por qué... De la misma forma que Lester no necesita emitir sonido alguno para comunicarse con su amo, este puede decirle sin hablar palabra alguna. — Adelántate, yo te sigo. Y la caminata duraría alrededor de quince minutos, si es que el caprichoso tiempo del mundo de los muertos se dejara medir. Quince minutos de silencio por parte del brujo, quien todavía arrastra el resabio del baño de angustia de las almas liberadas, y no quiere hablar. Lester podría querer empezar a hacer preguntas, y aun si escogiera no responderlas, cada pensamiento en la dirección incorrecta podría ser el único necesario para llevarle a perder el control. De pronto, una nube como un enjambre de almas perdidas se revela como una madeja enrollada entorno a... ¿Entorno a qué? — Amo, son demasiadas. No puedo ver qué las está atrayendo —reporta el ave desde su posición en las alturas, mientras vuela en círculos alrededor como un cazador que ha encontrado a su presa. El brujo sabe que sólo hay una forma de averiguar qué es lo que está llamando la atención de las almas y que Veles está interesado en que él encuentre. Camina con firmeza, con la prisa de la expectativa. Las almas son tantas que revuelven el ambiente como miles de banderas ondeando en la misma dirección llevadas por un viento salvaje que arrastra en la cercanía. La sensación es abrumadora, pero Tolek persiste e insiste en aproximarse cada vez más, empujando contra la fuerza que le repele. Basta que roce la superficie de la esfera para que un grito desolador escape partiendo el aire, como el grito de una banshee, aunque incapaz de congelar a quien ha nacido del hielo. Otras almas le hacen eco, angustiadas y agónicas, reconocen en el brujo una esencia parecida al que les condenó a la eterna miseria del dolor y el sufrimiento. Se retuercen, intentan alejarse de él alterando así la uniformidad de la madeja. El desbalance se acentúa conforme el terror se apodera de ellas hasta que finalmente, la bola colapsa y las almas vuelven a dispersarse como una burbuja que explota, sólo que en lugar de ser de jabón parece ser de aceite hirviendo. Tolek cierra los ojos por mero impulso. — ¿Lester? El cuervo grita en lo alto y el brujo entiende que él está bien. Luego, el brujo puede devolver su atención al frente, abriendo los ojos lentamente. — ¡Un huevo! —Exclama, indignado. Tolek levanta el puño al cielo. — ¿En serio? ¿Me estás viendo la cara de papá pato? ¡Más vale que no sea de dragón! —Protesta, maldiciendo su mala suerte. Una profunda risa gutural resuena no en el cielo, sino debajo en el suelo, como si fuera la tierra misma burlándose del brujo. — Sí, tú ríete... —agrega, tensando los labios. Veles es, en parte, el dios de las travesuras, después de todo. Pero el brujo nota algo que hace a este huevo algo peculiar, pequeños detalles que lo hacen similar a una de esas costosas piezas de joyería que solían presumir los zares en tiempos de antes. — Oh, ya veo. Es una de esas cosas... —piensa en voz alta, más relajado. El brujo se inclina para coger el objeto con cuidado, como si estuviera cayendo en una trampa de forma tan voluntaria como le caracteriza. El pequeño huevo, que puede rodear perfectamente con los dedos, se siente cálido al tacto y emana un suave aroma a hierba de ruda. Tolek se lo guarda en el bolsillo mágico de su abrigo antes de enderezarse. Y al levantar la mirada puede ver que hay detalles nuevos en el paisaje. En el cielo hay auroras brillando con el mismo tono que lo hacía el huevo antes de que lo tomara, pero más importante que ello, puede ver la brecha por la que han entrado las almas. — Amo, ya puedes presumir de que le agarraste un huevo a Veles. Pero Tolek no puede prestar atención al troleo de su familiar esta vez, su mirada está fija, perdida en la brecha que arde como una herida en el cielo. Puede ver más allá al interior de una diminuta abertura, un fondo de paredes cubiertas de un papel mural amarillento que reconoce. #ElBrujoCojo [SideBlackHole]
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  • — "The weight of being a lonely queen on the Iron Throne is more than anyone has ever been able to bear."

    Rhanya felt migraines beginning to manifest on her, so much pain that she couldn't even eat. She felt weak, sad, and alone. Was that the burden of reigning?

    A sigh escaped her mouth. She shook his head, remembering the last meeting with the Council. A Royal Council she could no longer trust.

    One she would enjoy cutting out the tongues of each of them, or feeding them to her dragon.

    — Perhaps, my Lords, we should try to be more...loyal, don't you think?
    — "The weight of being a lonely queen on the Iron Throne is more than anyone has ever been able to bear." Rhanya felt migraines beginning to manifest on her, so much pain that she couldn't even eat. She felt weak, sad, and alone. Was that the burden of reigning? A sigh escaped her mouth. She shook his head, remembering the last meeting with the Council. A Royal Council she could no longer trust. One she would enjoy cutting out the tongues of each of them, or feeding them to her dragon. — Perhaps, my Lords, we should try to be more...loyal, don't you think?
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  • Mumei se sentía agotada.

    El peso de tantas responsabilidades hacía que se caiga en el fondo de sus pensamientos.

    Pensamientos no tan buenos, en donde cuestionaba su propósito, su deber, su propia vida. ¿Era tan difícil ser feliz? ¿No se suponía que la guardiana de la civilizacion debía...comportarse?

    Tantas dudas en su mente le generaron un pequeño sentimiento de soledad, y su escape de la realidad era subir a los precipicios más altos, a seguir torturándose con el "¿qué hubiera pasado si...?"

    Se sentía harta.

    "¿Qué pasaría si me caigo?"
    Mumei se sentía agotada. El peso de tantas responsabilidades hacía que se caiga en el fondo de sus pensamientos. Pensamientos no tan buenos, en donde cuestionaba su propósito, su deber, su propia vida. ¿Era tan difícil ser feliz? ¿No se suponía que la guardiana de la civilizacion debía...comportarse? Tantas dudas en su mente le generaron un pequeño sentimiento de soledad, y su escape de la realidad era subir a los precipicios más altos, a seguir torturándose con el "¿qué hubiera pasado si...?" Se sentía harta. "¿Qué pasaría si me caigo?"
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  • Y como siempre en mi mundo me escape solita y me cambié aunque está todo oscuro pero no importa hada valiente! Ademas seguro que no correré peligro, puedo llegar a dar mucho miedo ñejejee
    Y como siempre en mi mundo me escape solita y me cambié aunque está todo oscuro pero no importa hada valiente! Ademas seguro que no correré peligro, puedo llegar a dar mucho miedo ñejejee :STK-19:
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Come on, baby, let's ride
    We can escape to the great sunshine
    I know your wife and she wouldn't mind
    We made it out to the other side
    We made it out to the other side
    We made it out to the other side

    Cola — Lana Del Rey
    Come on, baby, let's ride We can escape to the great sunshine I know your wife and she wouldn't mind We made it out to the other side We made it out to the other side We made it out to the other side Cola — Lana Del Rey
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  • Ya estoy viendo estrellitas y dice la cancion

    Hoy dejo entrar el sol por la ventana
    Y me pierdo en tu mirada de amanecer
    Hoy dejo que mi cuerpo se despierte
    Lo llevo, lo traigo, lo muevo y lo dejo ser
    Hoy dejo que mis manos te conozcan
    Que mi alma se escape de noche para ir por ti
    Hoy dejo que mi mente se detenga
    Y reaccione mi corazón para correr a ti

    Tú me haces sentir bien
    Es un baile incontrolable
    Es absurdo intentar
    Comprender lo que siento
    Solo sé que es honesto
    Solo sé que es honesto

    Es increíble que lo que es
    Así de fácil vive y solo es
    Que no requiere de esfuerzos
    Para endulzar los momentos
    Es increíble que, si no es
    Te pone triste, pero no lo es
    Solo consume tu tiempo
    Te va apagando por dentro

    Y para nada son indirectas (Claro que yes porque me pongo nerviosa si lo tengo en frente)
    Ya estoy viendo estrellitas y dice la cancion Hoy dejo entrar el sol por la ventana Y me pierdo en tu mirada de amanecer Hoy dejo que mi cuerpo se despierte Lo llevo, lo traigo, lo muevo y lo dejo ser Hoy dejo que mis manos te conozcan Que mi alma se escape de noche para ir por ti Hoy dejo que mi mente se detenga Y reaccione mi corazón para correr a ti Tú me haces sentir bien Es un baile incontrolable Es absurdo intentar Comprender lo que siento Solo sé que es honesto Solo sé que es honesto Es increíble que lo que es Así de fácil vive y solo es Que no requiere de esfuerzos Para endulzar los momentos Es increíble que, si no es Te pone triste, pero no lo es Solo consume tu tiempo Te va apagando por dentro Y para nada son indirectas (Claro que yes porque me pongo nerviosa si lo tengo en frente) :STK-4:
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