• 𝑩𝒊𝒆𝒏𝒗𝒆𝒏𝒊𝒅𝒂, 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒂
    Categoría Slice of Life
    Anya estaba de pie, mirando a los estudiantes esparcidos por los pasillos y en los espacios de estudio del campus. Era el primer día de clases, el primero del curso de su segundo año en la Academia de Artes. Y el primero de Juliette.

    Años atrás, habían compartido el sueño de estudiar juntas ahí, de caminar juntas por los pasillos y apoyarse la una a la otra en sus proyectos y exposiciones. Anya y Juliette eran las amigas más cercanas que podían existir, se compartían secretos, consejos, se acompañaban en las buenas y en las malas. Anya habría dado absolutamente todo lo que tenía a cambio de que en ese día, no lo hubiera conocido.

    Desde que salía con él, la amistad de Juliette había pasado a ser una oscura sombra sobre ella, asfixiándola y cortándole las vías de escape. Lo que antes era su lugar seguro, poco a poco se había transformado en una prisión de la cual no podía escapar ni intentar derribar.

    Anya tragó saliva cuando vio un cabello pelirrojo frente a ella, enmarcando una bonita cara pecosa, con una sonrisa radiante que apuntaba en su dirección. Solo movió su mano en respuesta al saludo de su amiga, sonriendo tímidamente.

    — Bienvenida, Jully... ~

    Anya estaba de pie, mirando a los estudiantes esparcidos por los pasillos y en los espacios de estudio del campus. Era el primer día de clases, el primero del curso de su segundo año en la Academia de Artes. Y el primero de Juliette. Años atrás, habían compartido el sueño de estudiar juntas ahí, de caminar juntas por los pasillos y apoyarse la una a la otra en sus proyectos y exposiciones. Anya y Juliette eran las amigas más cercanas que podían existir, se compartían secretos, consejos, se acompañaban en las buenas y en las malas. Anya habría dado absolutamente todo lo que tenía a cambio de que en ese día, no lo hubiera conocido. Desde que salía con él, la amistad de Juliette había pasado a ser una oscura sombra sobre ella, asfixiándola y cortándole las vías de escape. Lo que antes era su lugar seguro, poco a poco se había transformado en una prisión de la cual no podía escapar ni intentar derribar. Anya tragó saliva cuando vio un cabello pelirrojo frente a ella, enmarcando una bonita cara pecosa, con una sonrisa radiante que apuntaba en su dirección. Solo movió su mano en respuesta al saludo de su amiga, sonriendo tímidamente. — Bienvenida, Jully... ~
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    Individual
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  • El abrazo de lo inexplicable
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: Lorenzo A Benedetti

    La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo.

    Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.".
    Eso fue suficiente.

    Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar.
    Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos.

    Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas.

    El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz.

    — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
    Rol con: [sinner_without_sin] La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo. Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.". Eso fue suficiente. Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar. Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos. Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas. El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz. — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
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  • La luz cálida del restaurante acaricia mi piel como si intentara convencerme de que, por una noche, puedo olvidar quién soy. El vestido rojo se amolda a mi cuerpo como una segunda piel, y por una vez, no lo llevo como una armadura. Me he recogido el pelo sin pensar demasiado, dejando que algunos mechones se escapen, juguetones. Frente a mí, una lasaña humeante. A mi derecha, una copa de vino que aún no he tocado.

    No hay dagas entre los pliegues de mis palabras ni pólvora bajo mis uñas. Me siento… bien. Qué palabra tan sencilla y peligrosa. Bien.

    Me ha tomado esta foto sin avisar, y he sonreído. No esa curva calculada que uso para hacer temblar a quienes creen conocerme, sino una sonrisa suave, sincera.

    Y me he sorprendido queriendo quedarme ahí un poco más. Sin guerra. Sin máscaras. Sólo este instante suspendido donde no soy una amenaza, ni una leyenda, ni un monstruo…
    La luz cálida del restaurante acaricia mi piel como si intentara convencerme de que, por una noche, puedo olvidar quién soy. El vestido rojo se amolda a mi cuerpo como una segunda piel, y por una vez, no lo llevo como una armadura. Me he recogido el pelo sin pensar demasiado, dejando que algunos mechones se escapen, juguetones. Frente a mí, una lasaña humeante. A mi derecha, una copa de vino que aún no he tocado. No hay dagas entre los pliegues de mis palabras ni pólvora bajo mis uñas. Me siento… bien. Qué palabra tan sencilla y peligrosa. Bien. Me ha tomado esta foto sin avisar, y he sonreído. No esa curva calculada que uso para hacer temblar a quienes creen conocerme, sino una sonrisa suave, sincera. Y me he sorprendido queriendo quedarme ahí un poco más. Sin guerra. Sin máscaras. Sólo este instante suspendido donde no soy una amenaza, ni una leyenda, ni un monstruo…
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  • **South Town – Barrio central, 12:17 PM.**

    El sol caía como plomo sobre el asfalto agrietado. Los anuncios de neón parpadeaban a medias, aunque no era de noche. El aire olía a fritanga, concreto caliente y escape de motocicleta. Pero **Terry Bogard** caminaba tranquilo, manos en los bolsillos de su chaqueta roja, la gorra blanca echada ligeramente hacia atrás, como siempre.

    Sus botas resonaban contra la acera, y la gente se giraba a mirarlo. Algunos lo reconocían con una chispa de respeto o sorpresa. Otros solo veían a un tipo alto y musculoso con pinta de peleador de otra época.

    —¡Terry! —gritó un niño desde una tienda de cómics. Llevaba una camiseta con el logo de “Fatal Fury”.

    El luchador levantó una mano y sonrió, sin detenerse.

    —¡Quédate en la escuela, pequeño!.

    Una señora que barría la entrada de su casa asintió al verlo pasar.

    —South Town está más tranquila desde que usted volvió, señor Bogard.

    Terry se detuvo un segundo. La miró con una sonrisa suave.

    —Solo estoy de paso. Pero a veces… paso más seguido.

    Ella rió. Y él siguió caminando, bajando por una calle donde solían encontrarse los peores tipos del barrio. Ahora, había puestos ambulantes, música latina saliendo de una radio, y un grupo de chicos practicando patadas frente a un gimnasio.

    Terry se apoyó contra una farola. Observó en silencio, como un guardián invisible.

    **No era nostalgia lo que sentía. Era memoria.**

    Esta ciudad le había dado todo… y le había arrebatado aún más. Su hermano, su juventud, sus sueños de una vida normal. Pero también le había dado a **Rock**. Y eso bastaba.

    Cruzó la calle lentamente. Una camioneta negra pasó cerca. Un tipo en el asiento del copiloto lo miró con dureza. Terry lo miró de vuelta. No dijo nada. Pero el tipo desvió la mirada. Algunos aún recordaban. Y los que no… bueno, lo aprenderían a la mala.

    Se detuvo en un puesto de hot dogs.

    —Dame uno con todo, Greg —dijo.

    El vendedor, un viejo amigo de los años de torneos, sonrió sin levantar la vista.

    —¿Otra vez en ronda de vigilancia, lobo?

    Terry soltó una carcajada.

    —No es vigilancia. Es paseo. Pero si algo pasa… ya sabes.

    Greg le entregó el hot dog. Terry le dio un billete, negó el cambio y siguió caminando.

    Mientras daba la primera mordida, se detuvo frente a un muro cubierto de grafitis. Uno de ellos era reciente: la silueta de un lobo, pintada en tonos rojos y negros. Abajo, en letra torcida, decía: *“Still howling.”*

    Terry tragó y sonrió con orgullo.

    —Demonios, South Town… a veces pareces hasta poética.

    Y con el sol en la espalda, el viento caliente del mediodía revolviendo su chaqueta, siguió caminando, sin apuro. Porque **el Lobo Legendario** no necesitaba correr para mantener la ciudad a salvo. A veces, con solo andar… bastaba.
    **South Town – Barrio central, 12:17 PM.** El sol caía como plomo sobre el asfalto agrietado. Los anuncios de neón parpadeaban a medias, aunque no era de noche. El aire olía a fritanga, concreto caliente y escape de motocicleta. Pero **Terry Bogard** caminaba tranquilo, manos en los bolsillos de su chaqueta roja, la gorra blanca echada ligeramente hacia atrás, como siempre. Sus botas resonaban contra la acera, y la gente se giraba a mirarlo. Algunos lo reconocían con una chispa de respeto o sorpresa. Otros solo veían a un tipo alto y musculoso con pinta de peleador de otra época. —¡Terry! —gritó un niño desde una tienda de cómics. Llevaba una camiseta con el logo de “Fatal Fury”. El luchador levantó una mano y sonrió, sin detenerse. —¡Quédate en la escuela, pequeño!. Una señora que barría la entrada de su casa asintió al verlo pasar. —South Town está más tranquila desde que usted volvió, señor Bogard. Terry se detuvo un segundo. La miró con una sonrisa suave. —Solo estoy de paso. Pero a veces… paso más seguido. Ella rió. Y él siguió caminando, bajando por una calle donde solían encontrarse los peores tipos del barrio. Ahora, había puestos ambulantes, música latina saliendo de una radio, y un grupo de chicos practicando patadas frente a un gimnasio. Terry se apoyó contra una farola. Observó en silencio, como un guardián invisible. **No era nostalgia lo que sentía. Era memoria.** Esta ciudad le había dado todo… y le había arrebatado aún más. Su hermano, su juventud, sus sueños de una vida normal. Pero también le había dado a **Rock**. Y eso bastaba. Cruzó la calle lentamente. Una camioneta negra pasó cerca. Un tipo en el asiento del copiloto lo miró con dureza. Terry lo miró de vuelta. No dijo nada. Pero el tipo desvió la mirada. Algunos aún recordaban. Y los que no… bueno, lo aprenderían a la mala. Se detuvo en un puesto de hot dogs. —Dame uno con todo, Greg —dijo. El vendedor, un viejo amigo de los años de torneos, sonrió sin levantar la vista. —¿Otra vez en ronda de vigilancia, lobo? Terry soltó una carcajada. —No es vigilancia. Es paseo. Pero si algo pasa… ya sabes. Greg le entregó el hot dog. Terry le dio un billete, negó el cambio y siguió caminando. Mientras daba la primera mordida, se detuvo frente a un muro cubierto de grafitis. Uno de ellos era reciente: la silueta de un lobo, pintada en tonos rojos y negros. Abajo, en letra torcida, decía: *“Still howling.”* Terry tragó y sonrió con orgullo. —Demonios, South Town… a veces pareces hasta poética. Y con el sol en la espalda, el viento caliente del mediodía revolviendo su chaqueta, siguió caminando, sin apuro. Porque **el Lobo Legendario** no necesitaba correr para mantener la ciudad a salvo. A veces, con solo andar… bastaba.
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  • Vaya, no gritas... Me gusta eso.
    —Tranquilo, aún no he usado nada de mi ninjutsu… pero si sigues mirándome así, tal vez tenga que hacerlo… para que no te escapes
    Vaya, no gritas... Me gusta eso. —Tranquilo, aún no he usado nada de mi ninjutsu… pero si sigues mirándome así, tal vez tenga que hacerlo… para que no te escapes
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  • Está es "???", más conocíada como Yoli según el futuro de la trama.

    Historia: Yoli era pricionera de un pueblo humano, aún no recuerda del todo como es que murió su familia porque era solo una bebé, pero tiene pesadillas sobre eso. La entrenaron sin su consentimiento, y aún así sus habilidades en batalla no son las mejores, de echo, prefiere correr por su vida en vez de defenderse, lo cual le ha funcionado bastante hasta ahora. Pudo escapar de su pueblo con la habilidad de correr y ahora ronda por el bosque de día y de noche buscando sus origines y a alguien que la quiera tal cual es.

    Inventario:

    Piedra preciosa: encontrada dentro de una cueva de gemas y cristales preciosos, lo usa para pagar cosas caras porque no sabe el valor del dinero.

    Fotos: recuerdos que tuvo de su "hermano" y tutor humano, aunque en las fotos donde aparece Yoli siempre es maltratada, a ella le parecen bonitas porque tenía un gran aprecio a tales personas a pesar de que a ella no la querían.

    Libro: es un libro que le prestó Eraster Shineray Demon , contiene información valiosa del pasado.

    Peluche: ya tiene bastantes juguetitos y sigue siendo muy infantil, lo usa cuando se siente triste y sola.

    Monedas de oro: También se las regaló Eraster porque para él valían menos.

    ?: objeto misterioso seguramente...


    Habilidades:

    Vida: casi completamente sana

    Lucha: pésima luchando

    Correr: de larga duración y se regenera rápido, profecional en el escape.
    Está es "???", más conocíada como Yoli según el futuro de la trama. Historia: Yoli era pricionera de un pueblo humano, aún no recuerda del todo como es que murió su familia porque era solo una bebé, pero tiene pesadillas sobre eso. La entrenaron sin su consentimiento, y aún así sus habilidades en batalla no son las mejores, de echo, prefiere correr por su vida en vez de defenderse, lo cual le ha funcionado bastante hasta ahora. Pudo escapar de su pueblo con la habilidad de correr y ahora ronda por el bosque de día y de noche buscando sus origines y a alguien que la quiera tal cual es. Inventario: Piedra preciosa: encontrada dentro de una cueva de gemas y cristales preciosos, lo usa para pagar cosas caras porque no sabe el valor del dinero. Fotos: recuerdos que tuvo de su "hermano" y tutor humano, aunque en las fotos donde aparece Yoli siempre es maltratada, a ella le parecen bonitas porque tenía un gran aprecio a tales personas a pesar de que a ella no la querían. Libro: es un libro que le prestó [Erasdemon122], contiene información valiosa del pasado. Peluche: ya tiene bastantes juguetitos y sigue siendo muy infantil, lo usa cuando se siente triste y sola. Monedas de oro: También se las regaló Eraster porque para él valían menos. ?: objeto misterioso seguramente... Habilidades: Vida: casi completamente sana Lucha: pésima luchando Correr: de larga duración y se regenera rápido, profecional en el escape.
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  • Cuando vas de aventura, siempre pero siempre observa tus alrededores. observa, las posibles trampas como rutas de escape en caso de que la situación lo amerite.

    El huir por más que suene una salida cobarde es tambien un recurso para sobrevivir . cuando ingresas a cuevas o laberintos marca cada ruta que tomes , memoriza tus pasos .

    Puedes confiar en tu fuerza pero tambien debes usar tu inteligencia , poderosos guerreros han perdido la vida por descuidar los mínimos detalles.
    Cuando vas de aventura, siempre pero siempre observa tus alrededores. observa, las posibles trampas como rutas de escape en caso de que la situación lo amerite. El huir por más que suene una salida cobarde es tambien un recurso para sobrevivir . cuando ingresas a cuevas o laberintos marca cada ruta que tomes , memoriza tus pasos . Puedes confiar en tu fuerza pero tambien debes usar tu inteligencia , poderosos guerreros han perdido la vida por descuidar los mínimos detalles.
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  • Merlina lleva varias semanas encerrada en la sombría y enigmática Academia Nevermore. A pesar de los esfuerzos de la directora y los profesores por integrarla, ella siente que algo no está bien. Su espíritu independiente la impulsa a buscar la manera de escapar, convencida de que sus días en Nevermore deben terminar.

    Pero mientras traza rutas de escape y esquiva la vigilancia, Merlina comienza a notar cosas extrañas, pasillos que cambian de lugar, voces que se escuchan a medianoche, un cuadro que la observa y un antiguo diario escondido bajo una tabla suelta en su habitación. El diario, escrito por una alumna desaparecida hace décadas, habla de una sociedad secreta que controla el destino de los estudiantes.

    A medida que la pelinegra se adentra más en los misterios de la academia, descubre que su llegada a Nevermore no fue un accidente. Y escapar podría significar no solo perder la oportunidad de descubrir la verdad, sino también poner en peligro a todos los que la rodean.
    Merlina lleva varias semanas encerrada en la sombría y enigmática Academia Nevermore. A pesar de los esfuerzos de la directora y los profesores por integrarla, ella siente que algo no está bien. Su espíritu independiente la impulsa a buscar la manera de escapar, convencida de que sus días en Nevermore deben terminar. Pero mientras traza rutas de escape y esquiva la vigilancia, Merlina comienza a notar cosas extrañas, pasillos que cambian de lugar, voces que se escuchan a medianoche, un cuadro que la observa y un antiguo diario escondido bajo una tabla suelta en su habitación. El diario, escrito por una alumna desaparecida hace décadas, habla de una sociedad secreta que controla el destino de los estudiantes. A medida que la pelinegra se adentra más en los misterios de la academia, descubre que su llegada a Nevermore no fue un accidente. Y escapar podría significar no solo perder la oportunidad de descubrir la verdad, sino también poner en peligro a todos los que la rodean.
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  • Me habían secuestrado pero no tomaron en cuenta que la mera riata soy yo, escape y salí con vida, listo y más poderoso.
    Me habían secuestrado pero no tomaron en cuenta que la mera riata soy yo, escape y salí con vida, listo y más poderoso.
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  • Eunoë flotaba sobre el mundo dormido, su forma de neblina plateada ondulando con la respiración del mundo onírico y la tierra, un fino limite la separaba de tocar aquel mundo. Bajo ella, una cuna temblaba apenas con los sueños de un bebé, y más allá, un niño de siete años murmuraba sin despertar, abrazado a un peluche viejo con la fe de los inocentes.

    "El mundo onírico…"

    Susurró, con la voz que parecía brotar de todas partes.

    "No es un escape, sino un puente. Un lugar donde el alma no huye, sino recuerda cómo flotar."

    Extendió su esencia, y la •bruma protectora• del •Mar de Sueños• descendió como un velo suave. El bebé dejó de fruncir el ceño, sus dedos se aflojaron en paz. El niño, sumido en un bosque hecho de estrellas y cuentos, sonrió entre dientes.

    "Aquí no curamos el dolor…"
    Pensó Eunoë, con la mirada invisible puesta en el horizonte.

    "Solo enseñamos a dormir sin miedo… y a soñar sin perderse."

    Y siguió, flotando, invisible y eterna, entre el suspiro del mundo y la calma que aún no sabe de su existencia.
    Eunoë flotaba sobre el mundo dormido, su forma de neblina plateada ondulando con la respiración del mundo onírico y la tierra, un fino limite la separaba de tocar aquel mundo. Bajo ella, una cuna temblaba apenas con los sueños de un bebé, y más allá, un niño de siete años murmuraba sin despertar, abrazado a un peluche viejo con la fe de los inocentes. "El mundo onírico…" Susurró, con la voz que parecía brotar de todas partes. "No es un escape, sino un puente. Un lugar donde el alma no huye, sino recuerda cómo flotar." Extendió su esencia, y la •bruma protectora• del •Mar de Sueños• descendió como un velo suave. El bebé dejó de fruncir el ceño, sus dedos se aflojaron en paz. El niño, sumido en un bosque hecho de estrellas y cuentos, sonrió entre dientes. "Aquí no curamos el dolor…" Pensó Eunoë, con la mirada invisible puesta en el horizonte. "Solo enseñamos a dormir sin miedo… y a soñar sin perderse." Y siguió, flotando, invisible y eterna, entre el suspiro del mundo y la calma que aún no sabe de su existencia.
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