• II. Primeras segundas impresiones
    Fandom Kuroshitsuji/Black Butler OC y otros
    Categoría Otros
    En el pueblo, Junior era conocido como el joven maestro de la mansión Phantomhive, un niño que el conde había tenido la bondad de educar como si fuera suyo. Oficialmente, Junior era el primo del conde Grey, quien le había encargado al conde Phantomhive educar a su familiar porque era un hombre muy ocupado para hacerlo él mismo, y para todos era lógico: se trataba del mayordomo y secretario privado de la mismísima reina.

    Pero a las personas les gustaba inventarse sus propias historias, y era escalofriante darse cuenta de lo cerca que estaban de la verdad. A veces, a Junior le recorría un escalofrío cuando escuchaba a estos pueblerinos cuchichear, como si él no pudiera oírlos, sobre su identidad.

    "Es el hijo ilegítimo del conde", decían, ignorantes de que estaban tocando la verdad, pero no tenían manera de comprobarlo. Si bien Junior tenía cierto parecido, el rasgo más notable eran sus ojos azules; uno podría decir al mirarlo que se parecía más a su primo Grey.
    Sin embargo, al ser criado por el conde Phantomhive, su forma de ser se parecía bastante a la de él.

    —¡Oye! —dijo un niño de repente.

    Junior lo reconoció como el hijo del panadero. Estaba un poco sucio, al chico le gustaba meterse en cualquier sitio sin importarle ensuciar su ropa.

    —¿Quieres jugar?

    Fue una invitación amistosa, e inusual. Los niños no solían acercársele. Por lo que Junior asintió intrigado, sin saber a qué jugarían. El niño, felizmente, le entregó una rama gruesa y larga, que incluso tenía algunas hojas. Junior entendió de inmediato.
    Charles Grey, su segundo padre, le había enseñado el arte de la esgrima, por lo que sabía manejar una espada, o al menos, manejar esta rama como si lo fuera.

    Se posicionó, colocando el pie izquierdo hacia delante, la pierna derecha extendida ligeramente detrás del cuerpo, y sostuvo la rama con firmeza. El niño, por su lado, lo hizo de manera más tosca, sin técnica, con la simpleza de quien juega por diversión.

    Entonces, cuando el niño dio la señal, Junior se lanzó al ataque, evadiendo sus golpes con precisión. Y, cuando le tocó el momento de atacar, realizó tres estocadas certeras: una en el pecho, una en el antebrazo y otra en la frente. Pero no contó con que sería demasiado para el niño, quien se cayó de espaldas y se echó a llorar.

    La madre vino de inmediato, mirándolo con recelo, pero disculpándose con Junior, como si hubiera sido el niño quien actuó mal. Se llevó a su hijo y se fue tan rápido que no le dio ni tiempo de disculparse... Esta gente lo trataba con un respeto distante, temiendo ofenderlo y recibir la ira del conde Phantomhive.

    Suspiró y se fue, soltando la rama con cierto desprecio. ¿Para qué había accedido? No es como si se hubieran hecho amigos, quedaba claro que Junior no era bueno en eso.

    Levantó la vista hacia el cielo, su color anaranjado rojizo se reflejó en su mirada azul.

    El alba estaba en su esplendor, y era, hermoso.

    En el pueblo, Junior era conocido como el joven maestro de la mansión Phantomhive, un niño que el conde había tenido la bondad de educar como si fuera suyo. Oficialmente, Junior era el primo del conde Grey, quien le había encargado al conde Phantomhive educar a su familiar porque era un hombre muy ocupado para hacerlo él mismo, y para todos era lógico: se trataba del mayordomo y secretario privado de la mismísima reina. Pero a las personas les gustaba inventarse sus propias historias, y era escalofriante darse cuenta de lo cerca que estaban de la verdad. A veces, a Junior le recorría un escalofrío cuando escuchaba a estos pueblerinos cuchichear, como si él no pudiera oírlos, sobre su identidad. "Es el hijo ilegítimo del conde", decían, ignorantes de que estaban tocando la verdad, pero no tenían manera de comprobarlo. Si bien Junior tenía cierto parecido, el rasgo más notable eran sus ojos azules; uno podría decir al mirarlo que se parecía más a su primo Grey. Sin embargo, al ser criado por el conde Phantomhive, su forma de ser se parecía bastante a la de él. —¡Oye! —dijo un niño de repente. Junior lo reconoció como el hijo del panadero. Estaba un poco sucio, al chico le gustaba meterse en cualquier sitio sin importarle ensuciar su ropa. —¿Quieres jugar? Fue una invitación amistosa, e inusual. Los niños no solían acercársele. Por lo que Junior asintió intrigado, sin saber a qué jugarían. El niño, felizmente, le entregó una rama gruesa y larga, que incluso tenía algunas hojas. Junior entendió de inmediato. Charles Grey, su segundo padre, le había enseñado el arte de la esgrima, por lo que sabía manejar una espada, o al menos, manejar esta rama como si lo fuera. Se posicionó, colocando el pie izquierdo hacia delante, la pierna derecha extendida ligeramente detrás del cuerpo, y sostuvo la rama con firmeza. El niño, por su lado, lo hizo de manera más tosca, sin técnica, con la simpleza de quien juega por diversión. Entonces, cuando el niño dio la señal, Junior se lanzó al ataque, evadiendo sus golpes con precisión. Y, cuando le tocó el momento de atacar, realizó tres estocadas certeras: una en el pecho, una en el antebrazo y otra en la frente. Pero no contó con que sería demasiado para el niño, quien se cayó de espaldas y se echó a llorar. La madre vino de inmediato, mirándolo con recelo, pero disculpándose con Junior, como si hubiera sido el niño quien actuó mal. Se llevó a su hijo y se fue tan rápido que no le dio ni tiempo de disculparse... Esta gente lo trataba con un respeto distante, temiendo ofenderlo y recibir la ira del conde Phantomhive. Suspiró y se fue, soltando la rama con cierto desprecio. ¿Para qué había accedido? No es como si se hubieran hecho amigos, quedaba claro que Junior no era bueno en eso. Levantó la vista hacia el cielo, su color anaranjado rojizo se reflejó en su mirada azul. El alba estaba en su esplendor, y era, hermoso.
    Tipo
    Individual
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    Cualquier línea
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    Disponible
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  • De gatos y encuentros.
    Fandom Kuroshitsuji/Black Butler
    Categoría Anime / Mangas
    Llevándose ambas manos a la nuca, en una apariencia despreocupada, Charles Grey caminó por los pasillos medio desérticos de la milenaria escuela Weston. Curiosamente, se hallaba solo, sin la compañía de Phipps, ni la de otros compañeros de la casa verde, ni siquiera Ciel estaba a su lado hoy. Lo cual era normal, dado que era por la tarde y la gran mayoría se encontraba en clases. Al contrario del susodicho, que había decidido saltarse las clases excusándose con que estaba enfermo.
    Grey raras veces se enfermaba, pero un par de estornudos frente a la doctora en la enfermería le habían valido un certificado para ausentarse de la clase de historia. Aprovechándose de la ausencia de alumnos y prefectos por los alrededores, caminó sobre el césped que aún se mantenía húmedo por la llovizna de la mañana y atravesó gran parte del campus, dirigiéndose hacia su dormitorio, Green Lion.
    Sin embargo, no fue hacia su habitación, ni al gimnasio, ni a los sectores comunes; Grey salió al exterior, hacia un cobertizo que, naturalmente, al estar en la casa verde, guardaba desde pelotas y redes hasta un pequeño gato que había encontrado dando vueltas por el jardín.
    Por supuesto, tener mascotas estaba prohibido, y si lo descubrían probablemente tendría más que unas simples Y. Pero sinceramente, hacía rato que en la escuela no pasaba nada interesante, y este era un entretenimiento que había descubierto hace poco. Además, nunca había tenido una mascota, y de alguna forma estaba emocionado como un niño, eligiendo inventarse un resfrío para venir a ver cómo estaba el cachorro felino.
    Cuando Grey ingresó al cobertizo, ni le dio tiempo a reaccionar. Al abrir la puerta, una mancha negra salió disparada.
    —¡Eh, espera! —le gritó, con toda la intención de ir corriendo hacia donde vio de reojo que se iba el gatito.
    Pero algo lo hizo frenar en seco.
    Llevándose ambas manos a la nuca, en una apariencia despreocupada, Charles Grey caminó por los pasillos medio desérticos de la milenaria escuela Weston. Curiosamente, se hallaba solo, sin la compañía de Phipps, ni la de otros compañeros de la casa verde, ni siquiera Ciel estaba a su lado hoy. Lo cual era normal, dado que era por la tarde y la gran mayoría se encontraba en clases. Al contrario del susodicho, que había decidido saltarse las clases excusándose con que estaba enfermo. Grey raras veces se enfermaba, pero un par de estornudos frente a la doctora en la enfermería le habían valido un certificado para ausentarse de la clase de historia. Aprovechándose de la ausencia de alumnos y prefectos por los alrededores, caminó sobre el césped que aún se mantenía húmedo por la llovizna de la mañana y atravesó gran parte del campus, dirigiéndose hacia su dormitorio, Green Lion. Sin embargo, no fue hacia su habitación, ni al gimnasio, ni a los sectores comunes; Grey salió al exterior, hacia un cobertizo que, naturalmente, al estar en la casa verde, guardaba desde pelotas y redes hasta un pequeño gato que había encontrado dando vueltas por el jardín. Por supuesto, tener mascotas estaba prohibido, y si lo descubrían probablemente tendría más que unas simples Y. Pero sinceramente, hacía rato que en la escuela no pasaba nada interesante, y este era un entretenimiento que había descubierto hace poco. Además, nunca había tenido una mascota, y de alguna forma estaba emocionado como un niño, eligiendo inventarse un resfrío para venir a ver cómo estaba el cachorro felino. Cuando Grey ingresó al cobertizo, ni le dio tiempo a reaccionar. Al abrir la puerta, una mancha negra salió disparada. —¡Eh, espera! —le gritó, con toda la intención de ir corriendo hacia donde vio de reojo que se iba el gatito. Pero algo lo hizo frenar en seco.
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