De gatos y encuentros.
Llevándose ambas manos a la nuca, en una apariencia despreocupada, Charles Grey caminó por los pasillos medio desérticos de la milenaria escuela Weston. Curiosamente, se hallaba solo, sin la compañía de Phipps, ni la de otros compañeros de la casa verde, ni siquiera Ciel estaba a su lado hoy. Lo cual era normal, dado que era por la tarde y la gran mayoría se encontraba en clases. Al contrario del susodicho, que había decidido saltarse las clases excusándose con que estaba enfermo.
Grey raras veces se enfermaba, pero un par de estornudos frente a la doctora en la enfermería le habían valido un certificado para ausentarse de la clase de historia. Aprovechándose de la ausencia de alumnos y prefectos por los alrededores, caminó sobre el césped que aún se mantenía húmedo por la llovizna de la mañana y atravesó gran parte del campus, dirigiéndose hacia su dormitorio, Green Lion.
Sin embargo, no fue hacia su habitación, ni al gimnasio, ni a los sectores comunes; Grey salió al exterior, hacia un cobertizo que, naturalmente, al estar en la casa verde, guardaba desde pelotas y redes hasta un pequeño gato que había encontrado dando vueltas por el jardín.
Por supuesto, tener mascotas estaba prohibido, y si lo descubrían probablemente tendría más que unas simples Y. Pero sinceramente, hacía rato que en la escuela no pasaba nada interesante, y este era un entretenimiento que había descubierto hace poco. Además, nunca había tenido una mascota, y de alguna forma estaba emocionado como un niño, eligiendo inventarse un resfrío para venir a ver cómo estaba el cachorro felino.
Cuando Grey ingresó al cobertizo, ni le dio tiempo a reaccionar. Al abrir la puerta, una mancha negra salió disparada.
—¡Eh, espera! —le gritó, con toda la intención de ir corriendo hacia donde vio de reojo que se iba el gatito.
Pero algo lo hizo frenar en seco.
Grey raras veces se enfermaba, pero un par de estornudos frente a la doctora en la enfermería le habían valido un certificado para ausentarse de la clase de historia. Aprovechándose de la ausencia de alumnos y prefectos por los alrededores, caminó sobre el césped que aún se mantenía húmedo por la llovizna de la mañana y atravesó gran parte del campus, dirigiéndose hacia su dormitorio, Green Lion.
Sin embargo, no fue hacia su habitación, ni al gimnasio, ni a los sectores comunes; Grey salió al exterior, hacia un cobertizo que, naturalmente, al estar en la casa verde, guardaba desde pelotas y redes hasta un pequeño gato que había encontrado dando vueltas por el jardín.
Por supuesto, tener mascotas estaba prohibido, y si lo descubrían probablemente tendría más que unas simples Y. Pero sinceramente, hacía rato que en la escuela no pasaba nada interesante, y este era un entretenimiento que había descubierto hace poco. Además, nunca había tenido una mascota, y de alguna forma estaba emocionado como un niño, eligiendo inventarse un resfrío para venir a ver cómo estaba el cachorro felino.
Cuando Grey ingresó al cobertizo, ni le dio tiempo a reaccionar. Al abrir la puerta, una mancha negra salió disparada.
—¡Eh, espera! —le gritó, con toda la intención de ir corriendo hacia donde vio de reojo que se iba el gatito.
Pero algo lo hizo frenar en seco.
Llevándose ambas manos a la nuca, en una apariencia despreocupada, Charles Grey caminó por los pasillos medio desérticos de la milenaria escuela Weston. Curiosamente, se hallaba solo, sin la compañía de Phipps, ni la de otros compañeros de la casa verde, ni siquiera Ciel estaba a su lado hoy. Lo cual era normal, dado que era por la tarde y la gran mayoría se encontraba en clases. Al contrario del susodicho, que había decidido saltarse las clases excusándose con que estaba enfermo.
Grey raras veces se enfermaba, pero un par de estornudos frente a la doctora en la enfermería le habían valido un certificado para ausentarse de la clase de historia. Aprovechándose de la ausencia de alumnos y prefectos por los alrededores, caminó sobre el césped que aún se mantenía húmedo por la llovizna de la mañana y atravesó gran parte del campus, dirigiéndose hacia su dormitorio, Green Lion.
Sin embargo, no fue hacia su habitación, ni al gimnasio, ni a los sectores comunes; Grey salió al exterior, hacia un cobertizo que, naturalmente, al estar en la casa verde, guardaba desde pelotas y redes hasta un pequeño gato que había encontrado dando vueltas por el jardín.
Por supuesto, tener mascotas estaba prohibido, y si lo descubrían probablemente tendría más que unas simples Y. Pero sinceramente, hacía rato que en la escuela no pasaba nada interesante, y este era un entretenimiento que había descubierto hace poco. Además, nunca había tenido una mascota, y de alguna forma estaba emocionado como un niño, eligiendo inventarse un resfrío para venir a ver cómo estaba el cachorro felino.
Cuando Grey ingresó al cobertizo, ni le dio tiempo a reaccionar. Al abrir la puerta, una mancha negra salió disparada.
—¡Eh, espera! —le gritó, con toda la intención de ir corriendo hacia donde vio de reojo que se iba el gatito.
Pero algo lo hizo frenar en seco.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible