• "𝐄𝐫𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫~ , 𝐝𝐞𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐬𝐮𝐬𝐩𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐞𝐬, 𝐚𝐮𝐧𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐞𝐬. "





    Cantaba al son de la música reproducida de su celular, mientras acariciaba al pequeño cachorro que vestía un traje, quien se hallaba sobre su pecho desnudo descansando como un buen bebé. Claramente era la mascota que se había llevado de la propiedad de su amigo. No sé sentía culpable, Kiev estaba muy ocupado así que le daría las atenciones que necesitaba el pequeño.

    — Te voy a cambiar el nombre, para guardar el secreto. Porque te amo y me amas. Y a alguien debemos respeto.

    Descansaba sobre la gran cama king simplemente con un pantalón de dormir y una bata que usaba a medias, su pecho descubierto con cicatrices notorias con una historia detrás de ella.

    — Te voy a cambiar el nombre, en base a lo que has traído. Ahora te llamarás Gloria, lo tienes bien merecido ~

    Escuchar música siempre lo relajaba pero amaba cantarla con todo y sentimiento, lo necesitaba más ahora que estaba encerrado debido al intenso tratamiento que recibió por parte de Arturia, no habia pesadillas, solo una vida tranquila mientras esperaba noticias de la pelirroja y la llegada de Vanya de sus vacaciones.

    — Delante de la gente, no me mires, no suspires, no me llames. Aunque me ames.

    Termino alzando al cachorro, quien se terminó levantando, al ver al rubio movió su colita de forma rápida, estaba contento pese a que interrumpieron su sueño, y el italiano siguió cantando.

    —Delante de la gente, soy tu amigo. Hoy te digo, qué castigo. Que dolor, que dolor.

    Soltó unas cuantas risas cuando el pequeño animal lamió su rostro, ya cansado de permanecer en cama estos días, decidió por fin levantarse. Dejo a Leo en el piso y salió de la habitación con celular en mano, el cual paso a reproducir otra canción, esa las de "señoras" como solía decir uno de sus hombres.


    — ¡Dejaste que de ti me enamorara! Y me acostumbraste solamente a tu cariño. Y ahora estoy pagando mi condena, ¡tu no debiste estar conmigo, siendo ajena!.

    No le importo el cambio de la canción, simplemente siguió con lo suyo mientras pensaba en que comer, lavo sus manos y las sacudió antes de secarse, nuevamente se cambió la canción debido a una gota de agua.

    — Me dicen bombom asesin— Dejo de cantar inmediatamente cuando sintio que le jalaban el pantalón desde abajo, su mirada se dirigío al pequeño cachorro quien lo jalaba con sus fuerzas. Lo cargo en sus brazos y apagó su celular, camino en dirección al comedero de Leo para darle algo de comida. Observó al pequeño comer contento, y luego la sala vacía. Odiaba estar en lugares tan solitarios. — Extraño a Vanya, me preguntó cuando volverá mi amiga del mal.




    "𝐄𝐫𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫~ , 𝐝𝐞𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐬𝐮𝐬𝐩𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐞𝐬, 𝐚𝐮𝐧𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐞𝐬. " Cantaba al son de la música reproducida de su celular, mientras acariciaba al pequeño cachorro que vestía un traje, quien se hallaba sobre su pecho desnudo descansando como un buen bebé. Claramente era la mascota que se había llevado de la propiedad de su amigo. No sé sentía culpable, Kiev estaba muy ocupado así que le daría las atenciones que necesitaba el pequeño. — Te voy a cambiar el nombre, para guardar el secreto. Porque te amo y me amas. Y a alguien debemos respeto. Descansaba sobre la gran cama king simplemente con un pantalón de dormir y una bata que usaba a medias, su pecho descubierto con cicatrices notorias con una historia detrás de ella. — Te voy a cambiar el nombre, en base a lo que has traído. Ahora te llamarás Gloria, lo tienes bien merecido ~ Escuchar música siempre lo relajaba pero amaba cantarla con todo y sentimiento, lo necesitaba más ahora que estaba encerrado debido al intenso tratamiento que recibió por parte de Arturia, no habia pesadillas, solo una vida tranquila mientras esperaba noticias de la pelirroja y la llegada de Vanya de sus vacaciones. — Delante de la gente, no me mires, no suspires, no me llames. Aunque me ames. Termino alzando al cachorro, quien se terminó levantando, al ver al rubio movió su colita de forma rápida, estaba contento pese a que interrumpieron su sueño, y el italiano siguió cantando. —Delante de la gente, soy tu amigo. Hoy te digo, qué castigo. Que dolor, que dolor. Soltó unas cuantas risas cuando el pequeño animal lamió su rostro, ya cansado de permanecer en cama estos días, decidió por fin levantarse. Dejo a Leo en el piso y salió de la habitación con celular en mano, el cual paso a reproducir otra canción, esa las de "señoras" como solía decir uno de sus hombres. — ¡Dejaste que de ti me enamorara! Y me acostumbraste solamente a tu cariño. Y ahora estoy pagando mi condena, ¡tu no debiste estar conmigo, siendo ajena!. No le importo el cambio de la canción, simplemente siguió con lo suyo mientras pensaba en que comer, lavo sus manos y las sacudió antes de secarse, nuevamente se cambió la canción debido a una gota de agua. — Me dicen bombom asesin— Dejo de cantar inmediatamente cuando sintio que le jalaban el pantalón desde abajo, su mirada se dirigío al pequeño cachorro quien lo jalaba con sus fuerzas. Lo cargo en sus brazos y apagó su celular, camino en dirección al comedero de Leo para darle algo de comida. Observó al pequeño comer contento, y luego la sala vacía. Odiaba estar en lugares tan solitarios. — Extraño a Vanya, me preguntó cuando volverá mi amiga del mal.
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  • La luna se alzó en lo alto del firmamento, brillando con una luz propia que resplandecía en medio de un infinito mar de estrellas. Su radiante presencia bendijo el inicio de una nueva era, permitiendo que la humanidad enfrentara con esperanza el nuevo milenio.

    En ese instante, los relojes de Italia marcaban las doce, mientras el papa concluía su plegaria por tiempos mejores.

    Las risas, los susurros, los llantos y los gritos se perdieron ante los gruñidos de la desgracia, bajo los murmullos crueles del fuego que poco a poco devoraba el interior del Vaticano con un abrazo de temperaturas tremendas.
    El humo negro se elevó en busca del cielo, agregando un nuevo de nivel de terror a las personas que miraban con impotencia la caída del templo más importante de sus creencias.

    Aún recuerdo ese día. El primero de enero del año dos mil.

    Todavía puedo sentir las caricias de las llamas que tímidamente danzaban en los bordes de mi piel. Me es imposible olvidar el como sujetaban celosamente todo lo que veían. Por unos segundos fue aterrador, hasta que logré ver belleza en la forma en la que revoloteaban a mi al rededor.

    Fue triste y desesperante. Milenios de historia, incontables sueños inculcados en cada rincón del templo donde yace el que se alza sobre todo y todos. Terminó condenado a volverse brasas, cenizas de lo que alguna vez fue grandioso, mientras que yo solo podía observar en silencio, sin poder evitar que el fuego dejará de regocijarse sobre mi piel y soltara los chamuscados santos del Vaticano. Hasta que logré divisar detalles casi que microscópicos, como las delgadas líneas que conforman al fuego y las pequeñas partículas que se unen para formar aquello que veía. Por alguna razón supe que al señor no le molestaría la caída de un edificio, sino la reacción de la gente.

    Así es, ahí lo comprendí. Ese día, cuando el sol comenzó a asomarse en el naciente e intentó opacar la luz del incendio, me alcé entre las cenizas y los escombros, para protagonizar el primer milagro de un nuevo eón.

    .
    .
    .

    El treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, la ciudad de Roma recibió la preocupante noticia de que un grupo terrorista había logrado entrar al Vaticano y amenazaron con hundir el templo con un mar de fuego.

    No fue hasta la media noche que las amenazas se cumplieron, cuando el mundo presenció una imágen desgarradora que iluminaba sus rostros con destellos rojizos.






    //Sí, es notre dame-//
    La luna se alzó en lo alto del firmamento, brillando con una luz propia que resplandecía en medio de un infinito mar de estrellas. Su radiante presencia bendijo el inicio de una nueva era, permitiendo que la humanidad enfrentara con esperanza el nuevo milenio. En ese instante, los relojes de Italia marcaban las doce, mientras el papa concluía su plegaria por tiempos mejores. Las risas, los susurros, los llantos y los gritos se perdieron ante los gruñidos de la desgracia, bajo los murmullos crueles del fuego que poco a poco devoraba el interior del Vaticano con un abrazo de temperaturas tremendas. El humo negro se elevó en busca del cielo, agregando un nuevo de nivel de terror a las personas que miraban con impotencia la caída del templo más importante de sus creencias. Aún recuerdo ese día. El primero de enero del año dos mil. Todavía puedo sentir las caricias de las llamas que tímidamente danzaban en los bordes de mi piel. Me es imposible olvidar el como sujetaban celosamente todo lo que veían. Por unos segundos fue aterrador, hasta que logré ver belleza en la forma en la que revoloteaban a mi al rededor. Fue triste y desesperante. Milenios de historia, incontables sueños inculcados en cada rincón del templo donde yace el que se alza sobre todo y todos. Terminó condenado a volverse brasas, cenizas de lo que alguna vez fue grandioso, mientras que yo solo podía observar en silencio, sin poder evitar que el fuego dejará de regocijarse sobre mi piel y soltara los chamuscados santos del Vaticano. Hasta que logré divisar detalles casi que microscópicos, como las delgadas líneas que conforman al fuego y las pequeñas partículas que se unen para formar aquello que veía. Por alguna razón supe que al señor no le molestaría la caída de un edificio, sino la reacción de la gente. Así es, ahí lo comprendí. Ese día, cuando el sol comenzó a asomarse en el naciente e intentó opacar la luz del incendio, me alcé entre las cenizas y los escombros, para protagonizar el primer milagro de un nuevo eón. . . . El treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, la ciudad de Roma recibió la preocupante noticia de que un grupo terrorista había logrado entrar al Vaticano y amenazaron con hundir el templo con un mar de fuego. No fue hasta la media noche que las amenazas se cumplieron, cuando el mundo presenció una imágen desgarradora que iluminaba sus rostros con destellos rojizos. //Sí, es notre dame-//
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  • Esto tiene que ser una maldita broma...

    - se encontraba en la reunión de los antiguos jefes celtas, ya que temían la invasión de los romanos-

    Aicer: " Esos bárbaros entran en nuestras tierras y destruiran nuestros árboles ancestrales, debemos evitarlo"

    Fuyre: " tiene razón mi estimado colega no podemos permitir que entren a las tierras de Gran Bretaña por el bien de nuestro pueblo"

    - la joven dibujaba unos símbolos druidas en su cuaderno con su mano derecha , y con su mano izquierda se apoyaba su rostro . Se había escapado de la mansión de Kiev para venir acá a atender está problemática pero cada vez lo escuchaba más absurdo -

    Hyran: " El rey dragón debería apoyar nuestra causa , que dices descendiente de los Pendragon "

    - la joven al escuchar su apellido levantó la vista deteniendo el lápiz -

    La verdad de las cosas es que , en cierto punto encuentro la razón pero en otro es algo descabellado. No pueden culpar a todos los romanos de ser como el Vaticano, los problemas que hemos tenido con los pontifices no pueden ser arriesgados a todos los italianos por el amor a Dios.

    - Aicer y Fuyer se miraron estaban a punto de rebatir lo indicado por la joven hasta que el gran jefe de los celtas se levantó -

    Kway: " El rey dragón tiene razón , nuestro enojo es con un sector de los romanos no con todos, si queremos surgir tenemos que pensar en aliarnos y no mantenernos en las penumbras. No podemos culpar a todos los romanos de lo que el Vaticano hizo"

    - al parecer la junta estaba de acuerdo por primera vez en la historia eso fue un alivio , la joven se levantó y le indico al gran jefe que debía irse le disculpaba si no podía quedarse. Ya que iban a hacer una celebración de una semana y ella se supone que debia estar en reposo-
    Esto tiene que ser una maldita broma... - se encontraba en la reunión de los antiguos jefes celtas, ya que temían la invasión de los romanos- Aicer: " Esos bárbaros entran en nuestras tierras y destruiran nuestros árboles ancestrales, debemos evitarlo" Fuyre: " tiene razón mi estimado colega no podemos permitir que entren a las tierras de Gran Bretaña por el bien de nuestro pueblo" - la joven dibujaba unos símbolos druidas en su cuaderno con su mano derecha , y con su mano izquierda se apoyaba su rostro . Se había escapado de la mansión de Kiev para venir acá a atender está problemática pero cada vez lo escuchaba más absurdo - Hyran: " El rey dragón debería apoyar nuestra causa , que dices descendiente de los Pendragon " - la joven al escuchar su apellido levantó la vista deteniendo el lápiz - La verdad de las cosas es que , en cierto punto encuentro la razón pero en otro es algo descabellado. No pueden culpar a todos los romanos de ser como el Vaticano, los problemas que hemos tenido con los pontifices no pueden ser arriesgados a todos los italianos por el amor a Dios. - Aicer y Fuyer se miraron estaban a punto de rebatir lo indicado por la joven hasta que el gran jefe de los celtas se levantó - Kway: " El rey dragón tiene razón , nuestro enojo es con un sector de los romanos no con todos, si queremos surgir tenemos que pensar en aliarnos y no mantenernos en las penumbras. No podemos culpar a todos los romanos de lo que el Vaticano hizo" - al parecer la junta estaba de acuerdo por primera vez en la historia eso fue un alivio , la joven se levantó y le indico al gran jefe que debía irse le disculpaba si no podía quedarse. Ya que iban a hacer una celebración de una semana y ella se supone que debia estar en reposo-
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  • Preparado pa irme a comer con la jefa ¿sera al japo o al italiano?
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  • ╚»★«╝ 🅿🅰🆂🅰🅳🅾 - 🅴🅽 🆅🅸🅳🅰 ╚»★«╝




    — ¿Quién demonios lo enviaba a meterse con la mafia italiana?... Aunque, irónicamente, no fuera la mafia lo que estaba sacándolo de sus casillas... —
    ╚»★«╝ 🅿🅰🆂🅰🅳🅾 - 🅴🅽 🆅🅸🅳🅰 ╚»★«╝ — ¿Quién demonios lo enviaba a meterse con la mafia italiana?... Aunque, irónicamente, no fuera la mafia lo que estaba sacándolo de sus casillas... —
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  • 𝐄 𝐬𝐞 𝐢𝐨 𝐦𝐮𝐨𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨
    𝐎 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨!
    𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨!
    𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨!
    𝐄 𝐬𝐞 𝐢𝐨 𝐦𝐮𝐨𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨
    𝐓𝐮 𝐦𝐢 𝐝𝐞𝐯𝐢 𝐬𝐞𝐩𝐩𝐞𝐥𝐥𝐢𝐫.

    Cantaba irónicamente, por haberme quedado pensando en que los italianos se toman las cosas con demasiada pasión. Había viajado a las ruinas de la casa de Yuri. El olor a humedad y las paredes resquebrajadas de algunas de las salas eran la réplica de cómo había quedado la mafia que organizaba ese hombre. Prendí un cigarro y me senté como si en algún lugar de ese que fue mi hogar, estuviera Yuri.

    -Думаю, я близок к тому, чтобы найти человека, ответственного за твою смерть. Я в порядке, я нашел новую работу. Да, начальник русский. Я знаю, что говорил, что не буду ни с кем работать оттуда, но на это есть причина, верно?
    𝐄 𝐬𝐞 𝐢𝐨 𝐦𝐮𝐨𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨 𝐎 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨! 𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨! 𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨! 𝐄 𝐬𝐞 𝐢𝐨 𝐦𝐮𝐨𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨 𝐓𝐮 𝐦𝐢 𝐝𝐞𝐯𝐢 𝐬𝐞𝐩𝐩𝐞𝐥𝐥𝐢𝐫. Cantaba irónicamente, por haberme quedado pensando en que los italianos se toman las cosas con demasiada pasión. Había viajado a las ruinas de la casa de Yuri. El olor a humedad y las paredes resquebrajadas de algunas de las salas eran la réplica de cómo había quedado la mafia que organizaba ese hombre. Prendí un cigarro y me senté como si en algún lugar de ese que fue mi hogar, estuviera Yuri. -Думаю, я близок к тому, чтобы найти человека, ответственного за твою смерть. Я в порядке, я нашел новую работу. Да, начальник русский. Я знаю, что говорил, что не буду ни с кем работать оттуда, но на это есть причина, верно?
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  • Las playas de Italia son hermosas.


    Questo è fantastico.
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  • Finalmente era más de media noche. Había sido un día extraño pero finalmente terminó.

    Para una persona que al parecer no tendría conocidos o familiares cercanos, había recibido varios arreglos florales. Particularmente flores amarillas.

    No fue hasta esa tarde que se enteró que era un día especial para regalar ese tipo de flores a una mujer especial, ya sea una hermana, una amiga, una madre, amantes, o conocidas, el objetivo era, honrar a la mujer con una flor amarilla.

    Todas fueron muy especiales, y todas supo de quienes provenían. De Ryan, de el oficial que había salvado su vida días atrás, de un joven simpático que había estado regalando ramos a todas las mujeres del lugar, pero hubo un arreglo en especial, cuyo mensaje en italiano escrito en una nota que encontró en medio de los enormes girasoles, aún se repetía en su mente.

    Trató de recordar a quien conocía con esa inicial, pero aparte de que no podía, le dolía la cabeza siquiera intentarlo. Era como si su propio cuerpo intentara protegerla de sus propios recuerdos, como si los mantuviera sellados por puro instinto de preservación. Soltó un suspiro de frustración y se acostó en la cama mirando el bendito ramo que resaltaba de entre todos los demás.

    —Chi sei... G? —Preguntó en voz baja, al espacio entre el ramo y ella, como si esperara que la respuesta llegara justo de entre dichas flores. -
    Finalmente era más de media noche. Había sido un día extraño pero finalmente terminó. Para una persona que al parecer no tendría conocidos o familiares cercanos, había recibido varios arreglos florales. Particularmente flores amarillas. No fue hasta esa tarde que se enteró que era un día especial para regalar ese tipo de flores a una mujer especial, ya sea una hermana, una amiga, una madre, amantes, o conocidas, el objetivo era, honrar a la mujer con una flor amarilla. Todas fueron muy especiales, y todas supo de quienes provenían. De Ryan, de el oficial que había salvado su vida días atrás, de un joven simpático que había estado regalando ramos a todas las mujeres del lugar, pero hubo un arreglo en especial, cuyo mensaje en italiano escrito en una nota que encontró en medio de los enormes girasoles, aún se repetía en su mente. Trató de recordar a quien conocía con esa inicial, pero aparte de que no podía, le dolía la cabeza siquiera intentarlo. Era como si su propio cuerpo intentara protegerla de sus propios recuerdos, como si los mantuviera sellados por puro instinto de preservación. Soltó un suspiro de frustración y se acostó en la cama mirando el bendito ramo que resaltaba de entre todos los demás. —Chi sei... G? —Preguntó en voz baja, al espacio entre el ramo y ella, como si esperara que la respuesta llegara justo de entre dichas flores. -
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  • -Una fiesta de jardín temprano por la mañana, a quien se le ocurrió eso?-

    Bueno, creo que este vestido es perfecto, ya que el jardín es de ni más ni menos que el gobernante de Italia.

    -Decia engreída a una de las mucamas que la asisten para verse impecable, esa reunión es sumamente importante para la familia Di Vincenzo y si bien Flavio ya apareció, ella aún está a cargo así que debe asistir.

    Pronto llega a aquel lugar y a su arribo todos la miran con admiración, ella susurra para si misma-

    ¡Que comience el circo!

    -Sonrie de lado con algo de maldad aunque solo es un breve instante-
    -Una fiesta de jardín temprano por la mañana, a quien se le ocurrió eso?- Bueno, creo que este vestido es perfecto, ya que el jardín es de ni más ni menos que el gobernante de Italia. -Decia engreída a una de las mucamas que la asisten para verse impecable, esa reunión es sumamente importante para la familia Di Vincenzo y si bien Flavio ya apareció, ella aún está a cargo así que debe asistir. Pronto llega a aquel lugar y a su arribo todos la miran con admiración, ella susurra para si misma- ¡Que comience el circo! -Sonrie de lado con algo de maldad aunque solo es un breve instante-
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  • Vista al pasado
    Fandom Hazbin Hotel
    Categoría Otros
    // Rol con: Angel Dust //


    Bien, ahora que debes descansar y no puedes levantarte de la cama... Creo que es momento de hablar.

    —Sentado a su lado en la cama, una taza de té en manos. Incluso le había traído una de chocolate caliente a la araña.
    Miró el contenido de su taza un momento, antes de volver a hablar—

    Aunque dudo que la noche nos alcance para toda la historia

    —Rió, negando con la cabeza. Aún cuando habían acordado hablar cuando todavía estaba un poco ebrio, lo recordaba... Aunque debía admitir no era fácil en completa sobriedad.—

    Así que, hablemos hasta donde lleguemos. Quisiera evitar que Alastor note mi ausencia, así que al amanecer volveré al hotel, y luego vendré al anochecer.

    —Sabía que Alastor no era tan idiota, o pasaba tanto de su presencia, como para no notar su ausencia en el bar. Y, honestamente, prefería evitar que, de enterarse las circunstancias, fuera de aquella forma. Que Alastor supiera del embarazo de Angel era algo que quería aplazar lo máximo posible.—

    Comencemos desde el inicio ¿De acuerdo? Creo que será más fácil de esa forma....



    𝐀ñ𝐨 𝟏𝟗𝟑𝟔, 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐚ñ𝐨....

    Y creo que he vuelto a ganar~

    —Las maldiciones comenzaron a escucharse, mientras él sólo reía juntando lo recaudado. En un bar, casi de mala muerte, un hombre de 36 años se encontraba jugando al póker por apuestas que él había ganado victoriosamente partida tras partida. Las risas se le escapaban mientras juntaba las cartas tiradas sobre la mesa por sus contrincantes y volvía a mezclarlas—

    Vamos, caballeros... ¿Por qué esas caras largas? Tal vez la siguiente sea su jugada

    —Y volvió a reír. De radiante buen humor, a punto estaba de distribuir las cartas para una nueva partida cuando notó a un grupo entrar al establecimiento.—

    Der'mo i yeshche der'mo...

    —Maldijo entre dientes, casi intentando esconderse en su asiento al reconocer al particular grupo que algo, o a alguien, parecían buscar—

    Bueno, caballeros, me temo que tendremos que dejar esta partida hasta aquí. ¿Qué les parece una revancha la próxima vez que nos veamos? ¿Si? ¡Genial! ¡Fue un enorme placer!

    —Ni tiempo a responder les daba a los confundidos jugadores a los que tan meticulosamente había estafado durante el juego para ganarles partida tras partida.
    Apenas bebiendo un sorbo de su vaso de whiskey antes de guardar todo lo recaudado en un gran bolso y escabullirse entre las mesas directo hacia el bartender que de mal humor se veía, probablemente sospechando que él era solo otro tarado que ahora necesitaba huir—

    ¿Hay alguna forma de salir de aquí sin que unos amigos se den cuenta?

    —Intentó persuadir con una tanda de billetes recientemente ganados a mano sucia, pero que bastaron para comprar al hombre y señalar una puerta trasera que él no dudó en utilizar para escapar.
    Corriendo entre calles y callejones, hasta alejarse cuanto pudo del establecimiento, riendo victorioso de creerse ganador.—

    Sí que son persistentes... No creí que me siguieran desde México

    —Rió, silbando campante de saberse adinerado con todo el dinero que cargaba en un disimulado bolso.
    Rumores de vagabundos llegaron a sus oídos y finalmente el estruendo de una botella al romperse.
    Demasiado curioso, no pudo evitar asomarse por un callejón para averiguar lo que ocurría.

    Al fondo de la calle, un lujoso auto y personas de traje que habían bajado, claramente armados hasta la cabeza, que habían atrapado a un pobre imbécil que suplicaba por su vida... Inútilmente, por supuesto. Hasta los ojos tuvo que cerrar un momento cuando le dispararon en la cabeza antes de meterlo en el maletero.
    Un pequeño silbido por lo bajo se le escapó, y una sonrisa formándose en sus labios.—

    Bingo, baby.

    —Lejos de estar aterrado, estaba emocionado. Una peligrosa adrenalina sentir corriendo por sus venas mientras, como un suicida, iba hacia el grupo. No era tan ingenuo como para notar lo exorbitantemente caro de esos trajes, o el tipo que se había quedado cómodamente en el interior del vehículo sin siquiera inmutarse por el asesinato.

    Por supuesto, todas las armas le apuntaron cuando se acercó, pero él se mostró calmado y con los brazos en alto, como si se rindiera.—

    Signori, per favore, non c'è bisogno di violenza. Sono solo un umile scommettitore... Invincibile. Forse il tuo signore sarebbe interessato a una piccola partita amichevole? Non preoccuparti, non ho visto nulla.
    Inoltre, posso essere un avversario interessante~

    —¿Qué idiota sino él, un adicto a las apuestas, se atrevería a desafiar a la mismísima mafia italiana? Estando en Italia.
    Como si no tuviera ya mucha gente persiguiéndolo y queriendo su cabeza, iba por una apuesta aún mayor. Creyéndose invencible y vencedor, decidía ahora apostarlo todo... incluso su vida, pues no era tan imbécil como para saber que una estafa a la mafia podía concluir en la muerte si era descubierto.

    ¿Pero qué era la vida sin una chispa de emoción y adrenalina? Aunque sin saber, aquella decisión de ir a por la mafia italiana, acabaría cambiando el rumbo de su vida entera...—
    // Rol con: [Ange1Dust] // Bien, ahora que debes descansar y no puedes levantarte de la cama... Creo que es momento de hablar. —Sentado a su lado en la cama, una taza de té en manos. Incluso le había traído una de chocolate caliente a la araña. Miró el contenido de su taza un momento, antes de volver a hablar— Aunque dudo que la noche nos alcance para toda la historia —Rió, negando con la cabeza. Aún cuando habían acordado hablar cuando todavía estaba un poco ebrio, lo recordaba... Aunque debía admitir no era fácil en completa sobriedad.— Así que, hablemos hasta donde lleguemos. Quisiera evitar que Alastor note mi ausencia, así que al amanecer volveré al hotel, y luego vendré al anochecer. —Sabía que Alastor no era tan idiota, o pasaba tanto de su presencia, como para no notar su ausencia en el bar. Y, honestamente, prefería evitar que, de enterarse las circunstancias, fuera de aquella forma. Que Alastor supiera del embarazo de Angel era algo que quería aplazar lo máximo posible.— Comencemos desde el inicio ¿De acuerdo? Creo que será más fácil de esa forma.... 𝐀ñ𝐨 𝟏𝟗𝟑𝟔, 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐚ñ𝐨.... Y creo que he vuelto a ganar~ —Las maldiciones comenzaron a escucharse, mientras él sólo reía juntando lo recaudado. En un bar, casi de mala muerte, un hombre de 36 años se encontraba jugando al póker por apuestas que él había ganado victoriosamente partida tras partida. Las risas se le escapaban mientras juntaba las cartas tiradas sobre la mesa por sus contrincantes y volvía a mezclarlas— Vamos, caballeros... ¿Por qué esas caras largas? Tal vez la siguiente sea su jugada —Y volvió a reír. De radiante buen humor, a punto estaba de distribuir las cartas para una nueva partida cuando notó a un grupo entrar al establecimiento.— Der'mo i yeshche der'mo... —Maldijo entre dientes, casi intentando esconderse en su asiento al reconocer al particular grupo que algo, o a alguien, parecían buscar— Bueno, caballeros, me temo que tendremos que dejar esta partida hasta aquí. ¿Qué les parece una revancha la próxima vez que nos veamos? ¿Si? ¡Genial! ¡Fue un enorme placer! —Ni tiempo a responder les daba a los confundidos jugadores a los que tan meticulosamente había estafado durante el juego para ganarles partida tras partida. Apenas bebiendo un sorbo de su vaso de whiskey antes de guardar todo lo recaudado en un gran bolso y escabullirse entre las mesas directo hacia el bartender que de mal humor se veía, probablemente sospechando que él era solo otro tarado que ahora necesitaba huir— ¿Hay alguna forma de salir de aquí sin que unos amigos se den cuenta? —Intentó persuadir con una tanda de billetes recientemente ganados a mano sucia, pero que bastaron para comprar al hombre y señalar una puerta trasera que él no dudó en utilizar para escapar. Corriendo entre calles y callejones, hasta alejarse cuanto pudo del establecimiento, riendo victorioso de creerse ganador.— Sí que son persistentes... No creí que me siguieran desde México —Rió, silbando campante de saberse adinerado con todo el dinero que cargaba en un disimulado bolso. Rumores de vagabundos llegaron a sus oídos y finalmente el estruendo de una botella al romperse. Demasiado curioso, no pudo evitar asomarse por un callejón para averiguar lo que ocurría. Al fondo de la calle, un lujoso auto y personas de traje que habían bajado, claramente armados hasta la cabeza, que habían atrapado a un pobre imbécil que suplicaba por su vida... Inútilmente, por supuesto. Hasta los ojos tuvo que cerrar un momento cuando le dispararon en la cabeza antes de meterlo en el maletero. Un pequeño silbido por lo bajo se le escapó, y una sonrisa formándose en sus labios.— Bingo, baby. —Lejos de estar aterrado, estaba emocionado. Una peligrosa adrenalina sentir corriendo por sus venas mientras, como un suicida, iba hacia el grupo. No era tan ingenuo como para notar lo exorbitantemente caro de esos trajes, o el tipo que se había quedado cómodamente en el interior del vehículo sin siquiera inmutarse por el asesinato. Por supuesto, todas las armas le apuntaron cuando se acercó, pero él se mostró calmado y con los brazos en alto, como si se rindiera.— Signori, per favore, non c'è bisogno di violenza. Sono solo un umile scommettitore... Invincibile. Forse il tuo signore sarebbe interessato a una piccola partita amichevole? Non preoccuparti, non ho visto nulla. Inoltre, posso essere un avversario interessante~ —¿Qué idiota sino él, un adicto a las apuestas, se atrevería a desafiar a la mismísima mafia italiana? Estando en Italia. Como si no tuviera ya mucha gente persiguiéndolo y queriendo su cabeza, iba por una apuesta aún mayor. Creyéndose invencible y vencedor, decidía ahora apostarlo todo... incluso su vida, pues no era tan imbécil como para saber que una estafa a la mafia podía concluir en la muerte si era descubierto. ¿Pero qué era la vida sin una chispa de emoción y adrenalina? Aunque sin saber, aquella decisión de ir a por la mafia italiana, acabaría cambiando el rumbo de su vida entera...—
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