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Nᴏ ᴛᴇ ᴍᴇᴛᴀs ᴄᴏɴ ʟᴏs ϙᴜᴇ ϙᴜɪᴇʀᴏ ᴘᴏʀϙᴜᴇ ɴᴏ ʀᴇsᴘᴏɴᴅᴏ.
———Acerca de mí———
♡Nombre: Elisabetta Di Vincenzo Fitzgerald
♡País natal: Italia (Cicilia)
♡Estatura: 1.70 cm
♡Peso: 59 kg
♡Padre: Niccolò Di Vincenzo (Italia)
♡Madre: Erin Fitzgerald (Irlanda)
♡Familia / Mafia: La cosa nostra
♡Apodo: farfalla della morte. (Mariposa de la muerte)
♡Sexo: Femenino
♡Cumpleaños: Octubre 29
♡Estado: Soltero
♡Religión: Ateo
♡Educación: Doctorado
♡Ubicación: Cicilia, Italia
♡Orientación Sexual: Heterosexual
♡Bebedor: Socialmente
♡Fumador: Socialmente
♡Políticas: Muy liberal
———Apariencia———
♡Etnia: Blanco/Caucásico
♡Tipo de Cuerpo: Delgado
♡Color de Cabello: Rubio
♡Color de Ojos: Morado
———Acerca de mí———
♡Nombre: Elisabetta Di Vincenzo Fitzgerald
♡País natal: Italia (Cicilia)
♡Estatura: 1.70 cm
♡Peso: 59 kg
♡Padre: Niccolò Di Vincenzo (Italia)
♡Madre: Erin Fitzgerald (Irlanda)
♡Familia / Mafia: La cosa nostra
♡Apodo: farfalla della morte. (Mariposa de la muerte)
♡Sexo: Femenino
♡Cumpleaños: Octubre 29
♡Estado: Soltero
♡Religión: Ateo
♡Educación: Doctorado
♡Ubicación: Cicilia, Italia
♡Orientación Sexual: Heterosexual
♡Bebedor: Socialmente
♡Fumador: Socialmente
♡Políticas: Muy liberal
———Apariencia———
♡Etnia: Blanco/Caucásico
♡Tipo de Cuerpo: Delgado
♡Color de Cabello: Rubio
♡Color de Ojos: Morado
Hermano
Gɪᴏᴠᴀɴɴɪ Dɪ Vɪɴᴄᴇɴᴢᴏ
Hermano
𝖁𝖑𝖆𝖉𝖎𝖒𝖎𝖗 𝕯𝖎 𝖁𝖎𝖓𝖈𝖊𝖓𝖟𝖔
- Tipo de personaje
2D - Longitud narrativa
Una línea , Semi-párrafo , Párrafo - Categorías de rol
Acción , Aventura , Comedia , Drama , Romance , Slice of Life , Original , Otros , NSFW (+18)
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- Tenlo en cuenta al responder.Se busca usuario para el perfil de mi hermano Flavio Di Vincenzo, para más detalles preguntar en este post.
La temática es mafia y el personaje tiene el siguiente avatar
(Luka Kaneshiro)
¡Gracias!Se busca usuario para el perfil de mi hermano Flavio Di Vincenzo, para más detalles preguntar en este post. La temática es mafia y el personaje tiene el siguiente avatar (Luka Kaneshiro) ¡Gracias! - -Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia.
El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión.
La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba.
Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara.
El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas.
Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche.
Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar-
-Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia. El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión. La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba. Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara. El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas. Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche. Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar- - -Se acomoda en el borde del banco, cruzando las piernas con elegancia, mientras una sonrisa ligeramente traviesa adorna su rostro. Su cabello rubio cae despreocupado sobre sus ojos, ocultando parcialmente su mirada, pero no el brillo de seguridad que emana de ella.-
¿Qué? ¿Algo te distrae?
-Murmura en un tono juguetón, inclinando apenas su cabeza, como si estuviera disfrutando de tener toda tu atención. El ligero rubor en sus mejillas sugiere que le divierte la situación, aunque sabe perfectamente cómo controlar el ambiente a su alrededor.
Aunque su postura parece relajada, hay una tensión apenas perceptible en sus manos, como si estuviera reteniendo algo más profundo detrás de su expresión. Quizás una mezcla de satisfacción y un toque de nerviosismo, como si estuviera probando hasta dónde puede llegar el juego antes de que alguien decida cruzar la línea.-
-Se acomoda en el borde del banco, cruzando las piernas con elegancia, mientras una sonrisa ligeramente traviesa adorna su rostro. Su cabello rubio cae despreocupado sobre sus ojos, ocultando parcialmente su mirada, pero no el brillo de seguridad que emana de ella.- ¿Qué? ¿Algo te distrae? -Murmura en un tono juguetón, inclinando apenas su cabeza, como si estuviera disfrutando de tener toda tu atención. El ligero rubor en sus mejillas sugiere que le divierte la situación, aunque sabe perfectamente cómo controlar el ambiente a su alrededor. Aunque su postura parece relajada, hay una tensión apenas perceptible en sus manos, como si estuviera reteniendo algo más profundo detrás de su expresión. Quizás una mezcla de satisfacción y un toque de nerviosismo, como si estuviera probando hasta dónde puede llegar el juego antes de que alguien decida cruzar la línea.- -
- Bien decía mi padre..."El interés como el dinero, se notan" o como mamá decía más coloquialmente "el interés tiene pies" que padres tan sabios.Bien decía mi padre..."El interés como el dinero, se notan" o como mamá decía más coloquialmente "el interés tiene pies" que padres tan sabios.
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