Caleb Galloway
ㅤㅤDetrás de un abanico y una botella de tibio vino, un joven de tez nívea y ojos de plata, incapaz era de ocultar su risueña sonrisa, mientras a su alrededor la algarabía eufórica de la capital resonaba en sus oídos.
ㅤBellas damas con rostros finamente cincelados y mejillas coloradas iban de un lado al otro, gráciles cual mariposas, desprendiendo un aroma floral que impregnaba el ambiente. Linternas rojas y decoraciones de papel colgaban de cada puesto, a la par que los tenderos se hacían con las mejores mercancías para vender.
ㅤJing BeiYuan, quién se consideraba a sí mismo un ferviente admirador de los festivales, se encontraba extasiado con el pintoresco panorama de las tierras de su reino. El jóven iba Jing iba y venía de aquí a allá, sin que le importara estar acompañado por el príncipe heredero y la doncella que durante más de cinco años lo había estado rondando, cada dos pasos le escuchaba pedirle que no corriera por allí y se mantuviera cerca en consideración a la mujer.
ㅤUsualmente, haría caso y mantendría la compostura, pero quién le conociera sabía que el QiXi era su festividad preferida, y con una celebración que colindaba con su cumpleaños, la gente del pueblo lo consentía durante esa noche y él se daba el lujo de ignorar cualquier orden y enterrar su protocolo, y a la primera oportunidad, salió corriendo nuevamente.
ㅤLa noche del QiXi era joven aún, por lo que al escuchar su nombre siendo llamado por los puesteros, saludaba con su mano pero no se detenía a mirar, no quería cargar sus manos y pasar la noche incómodo, quería llegar hasta la otra punta de la capital y mirar todo lo que la noche tenía para ofrecer. Corrió todo lo que pudo hasta que no pudo avanzar, sus piernas aún era capaces pero la gente acumulada no le dejaba pasar, preguntándose qué sucedía, se escurrió hasta el frente del gentío hasta que casi, sin darse cuenta, se entrometió en una pelea de espadas.
ㅤDió un pequeño paso atrás, pues aunque una espada colgaba en su cintura, no quería sacarla y confrontar a los jóvenes que se batían a duelo furiosos frente a la mirada de quienes, en su mayoría, eran doncellas que parecían mirar con amor a quién sería su próximo esposo, se preguntaba si alguna de ellas en verdad era pretendida por alguno de los dos espadachines.
ㅤNo pasó mucho tiempo admirando aquella batalla hasta que sintió una mano apoyarse sobre su hombro, y al voltear la cabeza, el príncipe heredero parecía ni siquiera haberse despeinado cuando necesariamente tuvo que haber corrido detrás de él para alcanzarle en tan poco tiempo. No le importó mucho cuando le tomó de la muñeca y lo llevó al frente exclamando en voz alta.
ㅤㅤ⸻ ¿Ves al joven de negro? Parece que ya me ha arrebatado mi lugar pero ¿Crees que vaya por el tuyo?
ㅤ Bromeó con su mayor. BeiYuan, quién había mantenido de manera milagrosa durante tantos años un respetable tercer puesto como uno de los maestros más habilidosos, gracias a su buena puntería, sus veloces reflejos y su perfecto equilibrio, mientras que a su lado se encontraba el puesto número uno, pero aunque confiaba en las habilidades del príncipe, sus ojos se habían puesto en la técnica del joven de negro desde el segundo en que lo vió, era bueno y no parecía jugar en lo absoluto con la espada.
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ㅤㅤDetrás de un abanico y una botella de tibio vino, un joven de tez nívea y ojos de plata, incapaz era de ocultar su risueña sonrisa, mientras a su alrededor la algarabía eufórica de la capital resonaba en sus oídos.
ㅤBellas damas con rostros finamente cincelados y mejillas coloradas iban de un lado al otro, gráciles cual mariposas, desprendiendo un aroma floral que impregnaba el ambiente. Linternas rojas y decoraciones de papel colgaban de cada puesto, a la par que los tenderos se hacían con las mejores mercancías para vender.
ㅤJing BeiYuan, quién se consideraba a sí mismo un ferviente admirador de los festivales, se encontraba extasiado con el pintoresco panorama de las tierras de su reino. El jóven iba Jing iba y venía de aquí a allá, sin que le importara estar acompañado por el príncipe heredero y la doncella que durante más de cinco años lo había estado rondando, cada dos pasos le escuchaba pedirle que no corriera por allí y se mantuviera cerca en consideración a la mujer.
ㅤUsualmente, haría caso y mantendría la compostura, pero quién le conociera sabía que el QiXi era su festividad preferida, y con una celebración que colindaba con su cumpleaños, la gente del pueblo lo consentía durante esa noche y él se daba el lujo de ignorar cualquier orden y enterrar su protocolo, y a la primera oportunidad, salió corriendo nuevamente.
ㅤLa noche del QiXi era joven aún, por lo que al escuchar su nombre siendo llamado por los puesteros, saludaba con su mano pero no se detenía a mirar, no quería cargar sus manos y pasar la noche incómodo, quería llegar hasta la otra punta de la capital y mirar todo lo que la noche tenía para ofrecer. Corrió todo lo que pudo hasta que no pudo avanzar, sus piernas aún era capaces pero la gente acumulada no le dejaba pasar, preguntándose qué sucedía, se escurrió hasta el frente del gentío hasta que casi, sin darse cuenta, se entrometió en una pelea de espadas.
ㅤDió un pequeño paso atrás, pues aunque una espada colgaba en su cintura, no quería sacarla y confrontar a los jóvenes que se batían a duelo furiosos frente a la mirada de quienes, en su mayoría, eran doncellas que parecían mirar con amor a quién sería su próximo esposo, se preguntaba si alguna de ellas en verdad era pretendida por alguno de los dos espadachines.
ㅤNo pasó mucho tiempo admirando aquella batalla hasta que sintió una mano apoyarse sobre su hombro, y al voltear la cabeza, el príncipe heredero parecía ni siquiera haberse despeinado cuando necesariamente tuvo que haber corrido detrás de él para alcanzarle en tan poco tiempo. No le importó mucho cuando le tomó de la muñeca y lo llevó al frente exclamando en voz alta.
ㅤㅤ⸻ ¿Ves al joven de negro? Parece que ya me ha arrebatado mi lugar pero ¿Crees que vaya por el tuyo?
ㅤ Bromeó con su mayor. BeiYuan, quién había mantenido de manera milagrosa durante tantos años un respetable tercer puesto como uno de los maestros más habilidosos, gracias a su buena puntería, sus veloces reflejos y su perfecto equilibrio, mientras que a su lado se encontraba el puesto número uno, pero aunque confiaba en las habilidades del príncipe, sus ojos se habían puesto en la técnica del joven de negro desde el segundo en que lo vió, era bueno y no parecía jugar en lo absoluto con la espada.