• Beleth
    Beleth, treceavo marqués infernal según el Ars Goetia, líder de 85 tropas demoniacas. Se dice que sus apariciones van siempre acompañadas de espetáculos rimbombantes de música y teatralidad. Se rumora que los primeros descubrimientos en álgebra y geometría de la humanidad se hicieron gracias a su ayuda. Se presenta como un ente de...
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  • ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ
    ​Irina tosió, el aire rancio del pasado raspándole la garganta, mientras se arrodillaba sobre la tierra seca y agrietada. La aparición había sido violenta - como siempre-
    Un estallido de luz fría en medio del día, seguido por el silencio ensordecedor de la nada.

    ​Se llevó la muñeca al rostro, el guante de cuero negro absorbiendo el hilo de sangre caliente que resbalaba de su nariz...Mareo, náuseas, visión borrosa el precio por viajar a través del espacio-tiempo. Pero esta vez la sensación era más profunda, un frío pegajoso que no provenía de la fatiga, sino de la misión. Sus clientes ya no pedían la mera recuperación de artefactos, ahora la exigencia era más siniestra, más… final.

    ​Levantó la cabeza. El sol se cernía como un ojo amarillo y enfermizo sobre un paisaje monocromático de tonos ocres y pardos. A cien metros de distancia, la granja o un intento de ella, era un esqueleto de madera una choza tambaleante, un granero inclinado y un molino de viento estático que parecía un crucifijo roto.

    ​Entonces los notó.
    ​Una bandada inmensa de cuervos se levantó del tejado desvencijado de la choza. No volaron hacia el cielo. En su lugar, comenzaron a describir círculos lentos y metódicos justo sobre la cabeza de Irina.
    Eran más de veinte, plumas negras como obsidiana, y sus graznidos no eran los sonidos casuales de las aves. Eran gritos roncos profundos que resonaban en el pecho de Irina, un coro de advertencia primitiva.

    ​Se detuvo en medio de la explanada, sin fuerzas ni convicción para dar el siguiente paso. La angustia le oprimía el pecho como una prensa de hierro fundido. Sabía que los cuervos no la estaban ahuyentando a ella estaban avisándole a él...​El viejo granjero, el objetivo.

    ​Mientras observaba a los cuervos girar, sintiendo sus ojos avizores sobre su nuca. ​Uno descendió y se posó en el hombro de Irina, sus pequeñas garras penetrando el tejido de su chaqueta de viaje. El pájaro no picoteó; simplemente la miró fijamente con un ojo brillante y maligno.

    ​En ese instante, la puerta de la choza se abrió lentamente, con el gemido de unas bisagras oxidadas. Un hombre de silueta curvada y piel curtida por el sol se asomó, sosteniendo una escopeta de doble cañón. No había sorpresa en sus ojos viejos, solo una paciencia infinita.

    ​──Sabía que venías —dijo el granjero. Su voz era un susurro seco, apenas audible por encima del graznido de la bandada—. Mis guardianes te trajeron el mensaje.
    ​Irina sintió cómo el corazón se le encogía, los clientes siempre le habían dicho que el objetivo no sabría que venía. Que sería un golpe limpio. El granjero, su víctima, no solo lo sabía, sino que la estaba esperando.
    ​El cuervo en su hombro levantó el pico y soltó un último y estridente graznido, como si estuviera dando la señal de ataque justo cuando el granjero levantaba lentamente la escopeta.
    Irina no se movió la repentina y punzante claridad chocaba contra su cara... había fallado antes de empezar. La misión estaba contaminada. El objetivo no era un peón ignorante, sino alguien que estaba, de alguna manera, conectado al flujo temporal, quizás incluso protegido por él.

    ​La vida de Irina dependía de ser eficiente, invisible y letal. En este momento, era visible, acorralada y completamente sin intención de cumplir la orden.
    ​El granjero dio un paso fuera de la choza. A pesar de su postura encorvada, su movimiento era deliberado.

    ​Irina sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el viento frío de ese desolado páramo. Sus clientes le habían mentido. Omitieron que este hombre era consciente de su destino y de los intentos por alterarlo. Matarlo ahora sería un acto sucio, un asesinato innecesario de un hombre que ya estaba viviendo bajo una condena.
    ​La mujer tomó una decisión en una fracción de segundo, una que equivaldría a su propia sentencia de muerte si sus empleadores la descubrían

    ​──No vengo a hacerte daño —logró decir Irina, su voz era ronca por la sequedad y la tensión.
    ​Una risa seca y breve salió de la garganta del granjero.

    ​──Ya lo sé. Pero la intención no limpia la sangre, viajera. Y tú ya tienes suficiente en la nariz.

    ​Ignorando el cañón del arma que la apuntaba, Irina Intentó correr, dar la espalda al granjero, pero la desorientación fue inmediata. Dio un paso hacia adelante y se encontró girando, tropezando con una roca inexistente en la tierra. Cayó de rodillas, el impacto enviando un chispazo de dolor por sus rótulas. Los cuervos, que habían estado sobre ellos, se elevaron en el aire graznando con más intensidad, como un coro de despedida infernal.
    ​Irina se levantó tambaleante, la cabeza latiéndole al ritmo de una máquina averiada.

    ​Escuchó el sonido distante del granjero gritando algo, quizás una advertencia, pero ella ya estaba muy lejos, la voz del hombre se deshacía en la distancia

    ​Corrió ciegamente hacia ninguna parte, apenas consciente de que sus pies golpeaban el suelo. Cada zancada era un acto de voluntad bruta contra el cuerpo que había colpasado por el viaje, no supo como pero logró alejarse lo suficiente para no ver la choza desde su ubicación actual. Irina deshidratada y cansada se dejó caer en tierra seca, no había sombra ni agua, sólo el intenso sol quemando sus retinas aún desenfocadas

    ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ ​Irina tosió, el aire rancio del pasado raspándole la garganta, mientras se arrodillaba sobre la tierra seca y agrietada. La aparición había sido violenta - como siempre- Un estallido de luz fría en medio del día, seguido por el silencio ensordecedor de la nada. ​Se llevó la muñeca al rostro, el guante de cuero negro absorbiendo el hilo de sangre caliente que resbalaba de su nariz...Mareo, náuseas, visión borrosa el precio por viajar a través del espacio-tiempo. Pero esta vez la sensación era más profunda, un frío pegajoso que no provenía de la fatiga, sino de la misión. Sus clientes ya no pedían la mera recuperación de artefactos, ahora la exigencia era más siniestra, más… final. ​Levantó la cabeza. El sol se cernía como un ojo amarillo y enfermizo sobre un paisaje monocromático de tonos ocres y pardos. A cien metros de distancia, la granja o un intento de ella, era un esqueleto de madera una choza tambaleante, un granero inclinado y un molino de viento estático que parecía un crucifijo roto. ​Entonces los notó. ​Una bandada inmensa de cuervos se levantó del tejado desvencijado de la choza. No volaron hacia el cielo. En su lugar, comenzaron a describir círculos lentos y metódicos justo sobre la cabeza de Irina. Eran más de veinte, plumas negras como obsidiana, y sus graznidos no eran los sonidos casuales de las aves. Eran gritos roncos profundos que resonaban en el pecho de Irina, un coro de advertencia primitiva. ​Se detuvo en medio de la explanada, sin fuerzas ni convicción para dar el siguiente paso. La angustia le oprimía el pecho como una prensa de hierro fundido. Sabía que los cuervos no la estaban ahuyentando a ella estaban avisándole a él...​El viejo granjero, el objetivo. ​Mientras observaba a los cuervos girar, sintiendo sus ojos avizores sobre su nuca. ​Uno descendió y se posó en el hombro de Irina, sus pequeñas garras penetrando el tejido de su chaqueta de viaje. El pájaro no picoteó; simplemente la miró fijamente con un ojo brillante y maligno. ​En ese instante, la puerta de la choza se abrió lentamente, con el gemido de unas bisagras oxidadas. Un hombre de silueta curvada y piel curtida por el sol se asomó, sosteniendo una escopeta de doble cañón. No había sorpresa en sus ojos viejos, solo una paciencia infinita. ​──Sabía que venías —dijo el granjero. Su voz era un susurro seco, apenas audible por encima del graznido de la bandada—. Mis guardianes te trajeron el mensaje. ​Irina sintió cómo el corazón se le encogía, los clientes siempre le habían dicho que el objetivo no sabría que venía. Que sería un golpe limpio. El granjero, su víctima, no solo lo sabía, sino que la estaba esperando. ​El cuervo en su hombro levantó el pico y soltó un último y estridente graznido, como si estuviera dando la señal de ataque justo cuando el granjero levantaba lentamente la escopeta. Irina no se movió la repentina y punzante claridad chocaba contra su cara... había fallado antes de empezar. La misión estaba contaminada. El objetivo no era un peón ignorante, sino alguien que estaba, de alguna manera, conectado al flujo temporal, quizás incluso protegido por él. ​La vida de Irina dependía de ser eficiente, invisible y letal. En este momento, era visible, acorralada y completamente sin intención de cumplir la orden. ​El granjero dio un paso fuera de la choza. A pesar de su postura encorvada, su movimiento era deliberado. ​ ​Irina sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el viento frío de ese desolado páramo. Sus clientes le habían mentido. Omitieron que este hombre era consciente de su destino y de los intentos por alterarlo. Matarlo ahora sería un acto sucio, un asesinato innecesario de un hombre que ya estaba viviendo bajo una condena. ​La mujer tomó una decisión en una fracción de segundo, una que equivaldría a su propia sentencia de muerte si sus empleadores la descubrían ​──No vengo a hacerte daño —logró decir Irina, su voz era ronca por la sequedad y la tensión. ​Una risa seca y breve salió de la garganta del granjero. ​──Ya lo sé. Pero la intención no limpia la sangre, viajera. Y tú ya tienes suficiente en la nariz. ​Ignorando el cañón del arma que la apuntaba, Irina Intentó correr, dar la espalda al granjero, pero la desorientación fue inmediata. Dio un paso hacia adelante y se encontró girando, tropezando con una roca inexistente en la tierra. Cayó de rodillas, el impacto enviando un chispazo de dolor por sus rótulas. Los cuervos, que habían estado sobre ellos, se elevaron en el aire graznando con más intensidad, como un coro de despedida infernal. ​Irina se levantó tambaleante, la cabeza latiéndole al ritmo de una máquina averiada. ​Escuchó el sonido distante del granjero gritando algo, quizás una advertencia, pero ella ya estaba muy lejos, la voz del hombre se deshacía en la distancia ​Corrió ciegamente hacia ninguna parte, apenas consciente de que sus pies golpeaban el suelo. Cada zancada era un acto de voluntad bruta contra el cuerpo que había colpasado por el viaje, no supo como pero logró alejarse lo suficiente para no ver la choza desde su ubicación actual. Irina deshidratada y cansada se dejó caer en tierra seca, no había sombra ni agua, sólo el intenso sol quemando sus retinas aún desenfocadas ​ ​
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  • Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta masculina y de baja estatura se mueve.

    ¡Hay muchas criaturas en peligro! —gritó el vermilinguo adulto, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación.

    Sniffles, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: las ardillitas que habían rescatado antes.


    Esquiva a un árbol que terminó por cayendo en llamas. Se abre paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Sniffles se agachó para permitir que un par de conejitos se ocultaran bajo su bata de científico.

    ¡Allá hay más criaturas que salvar! —dijo sin detenerse, jadeando un tanto nervioso.

    A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un oso hormiguero humanoide com gafas desaparecía entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño cúmulo de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación.
    El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura.
    Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta masculina y de baja estatura se mueve. ¡Hay muchas criaturas en peligro! —gritó el vermilinguo adulto, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación. Sniffles, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: las ardillitas que habían rescatado antes. Esquiva a un árbol que terminó por cayendo en llamas. Se abre paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Sniffles se agachó para permitir que un par de conejitos se ocultaran bajo su bata de científico. ¡Allá hay más criaturas que salvar! —dijo sin detenerse, jadeando un tanto nervioso. A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un oso hormiguero humanoide com gafas desaparecía entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño cúmulo de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación. El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura.
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  • ⁀➴ La Kitsune se encontraba durmiendo en unas de las ramas de un árbol, aunque está vez se veía diferente con diferente vestimenta y color de pelo, aunque para ella era normal, pues podía cambiar su vestimenta y color de pelo como quisiera aunque su rostro seguiría siendo el mismo, aunque minutos después abre los ojos observando el amanecer con atención, el cual se veía hermoso.

    ᯓ★ Bien ya es de día, aunque sigo con algo de sueño, debería levantarme y explorar un poco más el mundo humano y el bosque.
    ⁀➴ La Kitsune se encontraba durmiendo en unas de las ramas de un árbol, aunque está vez se veía diferente con diferente vestimenta y color de pelo, aunque para ella era normal, pues podía cambiar su vestimenta y color de pelo como quisiera aunque su rostro seguiría siendo el mismo, aunque minutos después abre los ojos observando el amanecer con atención, el cual se veía hermoso. ᯓ★ Bien ya es de día, aunque sigo con algo de sueño, debería levantarme y explorar un poco más el mundo humano y el bosque.
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  • *De pie frente a la ventana de mi despacho fijándome a las afueras con seriedad, la isla Hat se había teletransportado a saber donde pensando que la culpa seguramente fuese del Dr Flug*

    - En cuanto ese mediocre de Flug aparezca ya se puede ir preparando... Aunque pueda ser una oportunidad de atraer nuevos clientes necios.
    *De pie frente a la ventana de mi despacho fijándome a las afueras con seriedad, la isla Hat se había teletransportado a saber donde pensando que la culpa seguramente fuese del Dr Flug* - En cuanto ese mediocre de Flug aparezca ya se puede ir preparando... Aunque pueda ser una oportunidad de atraer nuevos clientes necios.
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  • Chichotas así de grandes, Peter (?)
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  • Estos últimos años he vivido muy tranquilo. Mi percepción del tiempo cambió; mi estabilidad económica me mantuvo fuera de todos esos círculos problemáticos y mi clara inactividad me transformó en un espectador a tiempo completo… No es una queja, busqué esto durante mucho tiempo.

    Pero quiero que esta Navidad sea distinta…

    ¿Amistades? No. Puedo contar con los dedos de una sola mano a quienes mantienen un mínimo vínculo conmigo sin que exista una ganancia de por medio. Ni hablar de todos esos que… No, no puedo involucrar a la mala junta luego de desertar como lo hice.

    Las fiestas, las reuniones… todo eso queda fuera. ¿Podré “cocinar” dentro del hogar?

    Qué dilema… No tengo la paciencia para cosechar un fracaso. Qué dilema, sin dudas…
    Estos últimos años he vivido muy tranquilo. Mi percepción del tiempo cambió; mi estabilidad económica me mantuvo fuera de todos esos círculos problemáticos y mi clara inactividad me transformó en un espectador a tiempo completo… No es una queja, busqué esto durante mucho tiempo. Pero quiero que esta Navidad sea distinta… ¿Amistades? No. Puedo contar con los dedos de una sola mano a quienes mantienen un mínimo vínculo conmigo sin que exista una ganancia de por medio. Ni hablar de todos esos que… No, no puedo involucrar a la mala junta luego de desertar como lo hice. Las fiestas, las reuniones… todo eso queda fuera. ¿Podré “cocinar” dentro del hogar? Qué dilema… No tengo la paciencia para cosechar un fracaso. Qué dilema, sin dudas…
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  • "!No lo hagas! Si juegas con fuego te puedes quemar."

    — Quien dice que le temo a quemarme.
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  • Luchando en el interior y ardiente centro de un planeta distante contra el enemigo, debo ser cautelosa y no provocar grandes daños.
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  • Pues otro día más en el caos de Hawkins...
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