• No puedo creer que se me volvió a escapar, ugh.
    No puedo creer que se me volvió a escapar, ugh.
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  • Ig:@ItsNaoki

    "ショーの最高の日々が始まる前に、最後の数日間の休暇を楽しんでいます "
    Ig:@ItsNaoki "ショーの最高の日々が始まる前に、最後の数日間の休暇を楽しんでいます " 🤍
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  • *Acaba de bajar a la salita de la chimenea ,manta y almohada en mano a dormir lo que pueda en el sofá, porque el insomnio y las pesadillas atacan de nuevo. El silencio y el crepitar de la leña al arder por lo menos ayudarán algo.*
    *Acaba de bajar a la salita de la chimenea ,manta y almohada en mano a dormir lo que pueda en el sofá, porque el insomnio y las pesadillas atacan de nuevo. El silencio y el crepitar de la leña al arder por lo menos ayudarán algo.*
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  • Síndrome de Cloracion Blanca
    inicio de la desgracia.    Un día que parecía normal en Japón, paso algo que sin saber, marcaría la desgracia para la humanidad, una criatura gigante de aparecía femenina, cayo del cielo desde un portal que se había abierto, seguido de cerca por lo que parecía ser un dragón, quien llevaba en su espalda a un joven hombre....
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  • «𝐂𝐚𝐝𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐦𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐦𝐞
    𝐋𝐨𝐜𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫𝐦𝐞, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐢𝐞𝐧𝐬𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐝í𝐚
    𝐕𝐞𝐫 𝐦𝐢 𝐟𝐨𝐭𝐨𝐠𝐫𝐚𝐟í𝐚 𝐞𝐬 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞 𝐝𝐚ñ𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞
    𝐂𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞, 𝐝𝐢𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐧𝐨 𝐥𝐞 𝐝𝐚𝐫í𝐚»
    «𝐂𝐚𝐝𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐦𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐦𝐞 𝐋𝐨𝐜𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫𝐦𝐞, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐢𝐞𝐧𝐬𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐝í𝐚 𝐕𝐞𝐫 𝐦𝐢 𝐟𝐨𝐭𝐨𝐠𝐫𝐚𝐟í𝐚 𝐞𝐬 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞 𝐝𝐚ñ𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐂𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞, 𝐝𝐢𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐧𝐨 𝐥𝐞 𝐝𝐚𝐫í𝐚»
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  • Ay, odio cuando pasan estas cosas ;-; //
    Ay, odio cuando pasan estas cosas ;-; //
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    Me enjaja
    Me entristece
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  • Ugh, odio ensuciarme de la sangre de las maldiciones.
    Ugh, odio ensuciarme de la sangre de las maldiciones.
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  • -¡Groooooar!

    No le interesan los asuntos mundanos de otras civilizaciones o pueblos, sin embargo, más que la infestación, detesta que otros "cerebritos" han pensado que pueden domesticar la infestación como si fueran sus perros de guerra y ahora tiene que lidiar con un extraño tanque de guerra que devoro y asimilo a los tripulantes y que de repente le surgen patas y tejido debajo de su caparón de acero y placas de hormigón.

    "Eso... es un ojo."
    -¡Groooooar! No le interesan los asuntos mundanos de otras civilizaciones o pueblos, sin embargo, más que la infestación, detesta que otros "cerebritos" han pensado que pueden domesticar la infestación como si fueran sus perros de guerra y ahora tiene que lidiar con un extraño tanque de guerra que devoro y asimilo a los tripulantes y que de repente le surgen patas y tejido debajo de su caparón de acero y placas de hormigón. "Eso... es un ojo."
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  • -explorando un poco mas el territorio de mi madre encontre este lugar, al parecer antes habia un orfanato en lo profundo del bosque, pero la dueña fallecio hace un tiempo por lo que cerro-
    -explorando un poco mas el territorio de mi madre encontre este lugar, al parecer antes habia un orfanato en lo profundo del bosque, pero la dueña fallecio hace un tiempo por lo que cerro-
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  • ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔

    Querido diario…

    Dicen que todo fugitivo deja un rastro.
    
Yo dejé cuatro….
    
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar.

    La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento.

    Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio.

    En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura.

    
Mi renuncia.
    
Mi acto final como hija de esa casa.

    Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos.

    El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti.
    El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran.

    El anillo de Adriano:
    
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores.

    El anillo de Giulia:
    
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos
    Una pureza forzada… no elegida.

    Y mi anillo.
    
El compromiso con Nikolai Romanov.


    La corona que debía cargar sin haberla pedido.

    Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba.

    Pero había algo más que debía abandonar.
    A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años.
    
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde.

    Ella solía decirme:

    "Una Moretti siempre debe recordar quién es."

    Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí.
    
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero.

    El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta:

    La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma.

    Huir fue dolor.
Frío.
Silencio.
    
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada

    Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado.

    Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre.

    Hasta llegar a Londres.
    La lluvia era un látigo.
    El viento, un verdugo.
    
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante.

    Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma.
    
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett…

    sin acento.

    Entonces… ella apareció.

    Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto.
    
Ojos filosos.

    Labios rojos.
    
Presencia que imponía respeto sin pedirlo.

    —Niña —dijo con voz grave, segura—

    así no se muere.
    Vamos.
    Te levantarás.

    No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí.

    Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres.
    
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo.
    Me llevó a su refugio.

    Me alimentó.

    Me dio un baño caliente.

    Ropa limpia.
    Una cama que no juzgaba.

    Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado:
    Tiempo.
    Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye.

    Empieza cuando uno se permite renacer.


    — Scarlett Moretti

    ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…

    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔 Querido diario… Dicen que todo fugitivo deja un rastro. 
Yo dejé cuatro…. 
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar. La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento. Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio. En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura. … 
Mi renuncia. 
Mi acto final como hija de esa casa. … Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos. El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti. El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran. El anillo de Adriano: 
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores. El anillo de Giulia: 
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos Una pureza forzada… no elegida. Y mi anillo. 
El compromiso con Nikolai Romanov.
 La corona que debía cargar sin haberla pedido. Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba. Pero había algo más que debía abandonar. A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años. 
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde. Ella solía decirme: "Una Moretti siempre debe recordar quién es." Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí. 
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero. El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta: La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma. Huir fue dolor.
Frío.
Silencio. 
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado. Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre. Hasta llegar a Londres. La lluvia era un látigo. El viento, un verdugo. 
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante. Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma. 
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett… sin acento. Entonces… ella apareció. Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto. 
Ojos filosos.
 Labios rojos. 
Presencia que imponía respeto sin pedirlo. —Niña —dijo con voz grave, segura— así no se muere. Vamos. Te levantarás. No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí. Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres. 
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo. Me llevó a su refugio.
 Me alimentó.
 Me dio un baño caliente.
 Ropa limpia. Una cama que no juzgaba. Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado: Tiempo. Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye. Empieza cuando uno se permite renacer. — Scarlett Moretti
 ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…
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