-Dos días. Dos días en los que ni su sombra se vió por el hotel y aún así, el mismo se sintió más pesado. Más lúgubre, más amenazador...Un silencio tan inquietante que cualquiera podría entrar en la paranoia de sentirse observado todo el tiempo.
Dos días en los que la radio no sonó y su habitual programación se apagó.
Sin embargo, al igual como hacía dos días el sonido de las cadenas romperse resonaron de repente, ahora volvieron a juntarse.
Alastor reapareció en un rincón de la sala del hotel, manteniéndose oculto entre las sombras antes de desaparecer.
Un pequeño gatito había vuelto a casa, demasiado alegre. Demasiado despreocupado...-
Husker, te ves más relajado de lo habitual. ¿Acaso es esa una sonrisa sobre tu rostro?
-Su voz sonaba tranquila. Amigable. Pero sabía bien que su mascota no se trataría el cuento de su aparente amabilidad. El gato lo conocía demasiado bien como para saber, a veces, qué era lo que ocultaba su sonrisa.
El sonido de las cadenas resonó en la habitación incluso antes de que aparecieran entre sus manos. Verdes. Brillantes. Una prueba latente de la carencia de libertad.-
Tú y yo, mi pequeño minino, tenemos mucho que hablar
-Las sombras los envolvieron antes de consumirlos. Como una mera ilusión desvaneciéndose, desaparecieron del lugar.
Había recuperado lo perdido sin autorización. Pero admitía su culpa al haberse confiado y haberle dado demasiada libertad. Pero era un error que pensaba remediar.
Él era el pecador más poderoso del infierno. Y ya había tolerado muchas faltas de respeto-
-Dos días. Dos días en los que ni su sombra se vió por el hotel y aún así, el mismo se sintió más pesado. Más lúgubre, más amenazador...Un silencio tan inquietante que cualquiera podría entrar en la paranoia de sentirse observado todo el tiempo.
Dos días en los que la radio no sonó y su habitual programación se apagó.
Sin embargo, al igual como hacía dos días el sonido de las cadenas romperse resonaron de repente, ahora volvieron a juntarse.
Alastor reapareció en un rincón de la sala del hotel, manteniéndose oculto entre las sombras antes de desaparecer.
Un pequeño gatito había vuelto a casa, demasiado alegre. Demasiado despreocupado...-
Husker, te ves más relajado de lo habitual. ¿Acaso es esa una sonrisa sobre tu rostro?
-Su voz sonaba tranquila. Amigable. Pero sabía bien que su mascota no se trataría el cuento de su aparente amabilidad. El gato lo conocía demasiado bien como para saber, a veces, qué era lo que ocultaba su sonrisa.
El sonido de las cadenas resonó en la habitación incluso antes de que aparecieran entre sus manos. Verdes. Brillantes. Una prueba latente de la carencia de libertad.-
Tú y yo, mi pequeño minino, tenemos mucho que hablar
-Las sombras los envolvieron antes de consumirlos. Como una mera ilusión desvaneciéndose, desaparecieron del lugar.
Había recuperado lo perdido sin autorización. Pero admitía su culpa al haberse confiado y haberle dado demasiada libertad. Pero era un error que pensaba remediar.
Él era el pecador más poderoso del infierno. Y ya había tolerado muchas faltas de respeto-