• D-darian......awwwww!!

    -miraba a mi hermano, el cual me habia dicho que me queria mucho algo muy raro en el-

    Yo tambien te quiero mucho hermanitooooo

    -me tire sobre el, abrazandolo fuertemente dandole besos en la mejilla-

    Darían Veyrith Reis
    D-darian......awwwww!! -miraba a mi hermano, el cual me habia dicho que me queria mucho algo muy raro en el- Yo tambien te quiero mucho hermanitooooo -me tire sobre el, abrazandolo fuertemente dandole besos en la mejilla- [illusion_bronze_lion_523]
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  • #SeductiveSunday

    -habia hido de vijae con alessandro, sus padre pensaron que era algo para romper el hielo, y afirmar mas cercania, lo que no sabian es que yo me llevaba muy biencon Alessandro-

    Ale, como sali en la foto?

    -me acerque suavemente, recostandome suavemente en tu hombro dandote un suave beso en la mejilla-

    Tus papas, se lucieron me encanta este lugar, es tan tranquilo, y huele tan bien a pino

    Alessandro Scarlatti
    #SeductiveSunday -habia hido de vijae con alessandro, sus padre pensaron que era algo para romper el hielo, y afirmar mas cercania, lo que no sabian es que yo me llevaba muy biencon Alessandro- Ale, como sali en la foto? -me acerque suavemente, recostandome suavemente en tu hombro dandote un suave beso en la mejilla- Tus papas, se lucieron me encanta este lugar, es tan tranquilo, y huele tan bien a pino [shade_magenta_hare_445]
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  • L'origine du feu [Constante actualización.]
      Petites flammes. La historia de los Feu es antigua, poco recuerda, pues su memoria no es tan buena como la de su hermano Elandré, pero siempre tendrá grabado el día en que su raza dejó de ser temida y se convirtió en temerosa.Sus padres contaban grandes momentos de los dragones escondidos en mazmorras o montañas repletas de tesoros. Siempre...
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  • Diablo blanco

    La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago.

    No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse.

    Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas.

    Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: —Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou—. Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
    Diablo blanco La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago. No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse. Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas. Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: —Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou—. Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
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  • BRUJA YO? si bueno me encanta pásate a mi taller y algo podremos hacer ... no temas.. no muerdo... MUCHO...jajaja
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  • Eres más valiente de lo que creí.
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  • Había llegado con toda la seguridad del mundo, pues la última vez no pareció terminar muy bien gracias a un estúpido rey que lo dejó como si estuviera haciéndole un desplante a ella.

    Claro, toda la seguridad se le fue por los tobillos cuando estuvo frente a frente con ella, sonriendo nervioso, casi como idiota (como uno y más, mejor dicho), tragando saliva y dejando caer el pequeño regalo que le llevaba, teniendo que hacer malabares para evitar que tocara el suelo y recuperarlo, riendo mientras agitaba su cola ansiosamente.

    —B-Buenas damas las tenga, hermosa tarde de regalo que le traje una disculpa...

    Ni siquiera supo que dijo, pero lo dijo, extendiéndole el pequeño ramo de florecillas, sin estar seguro si a ella le gustarían como a su ex esposa, unos crisantemos que combinarían con su vestido entre lila y rosas.
    Había llegado con toda la seguridad del mundo, pues la última vez no pareció terminar muy bien gracias a un estúpido rey que lo dejó como si estuviera haciéndole un desplante a ella. Claro, toda la seguridad se le fue por los tobillos cuando estuvo frente a frente con ella, sonriendo nervioso, casi como idiota (como uno y más, mejor dicho), tragando saliva y dejando caer el pequeño regalo que le llevaba, teniendo que hacer malabares para evitar que tocara el suelo y recuperarlo, riendo mientras agitaba su cola ansiosamente. —B-Buenas damas las tenga, hermosa tarde de regalo que le traje una disculpa... Ni siquiera supo que dijo, pero lo dijo, extendiéndole el pequeño ramo de florecillas, sin estar seguro si a ella le gustarían como a su ex esposa, unos crisantemos que combinarían con su vestido entre lila y rosas.
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  • *Estando aburrida sin nada que hacer, metida en su habitación se puso a probar varios estilos para ver cual le quedaba mejor*

    Creo que este, tiene cierto aire sexy pero no tanto

    *Dijo mientras se acomoda los lentes *
    *Estando aburrida sin nada que hacer, metida en su habitación se puso a probar varios estilos para ver cual le quedaba mejor* Creo que este, tiene cierto aire sexy pero no tanto *Dijo mientras se acomoda los lentes *
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  • Siempre calma,
    siempre duele.

    Siempre marcha...
    siempre vuelve.

    Bienvenida a casa Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar
    Siempre calma, siempre duele. Siempre marcha... siempre vuelve. Bienvenida a casa [akane_qi]
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  • "Recuerdo de uno de sus arrebatos de furia en su juventud.

    Justo después de la muerte de sus padres."
    "Recuerdo de uno de sus arrebatos de furia en su juventud. Justo después de la muerte de sus padres."
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