• -Sacude el cabello hacia un lado, mostrando la sangre en su boca con una sonrisa cansada. —Y pensar que esto era “parte del trabajo”… vaya sorpresa, ojalá me pagarán más por este tipo de incidentes...
    -Sacude el cabello hacia un lado, mostrando la sangre en su boca con una sonrisa cansada. —Y pensar que esto era “parte del trabajo”… vaya sorpresa, ojalá me pagarán más por este tipo de incidentes...
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  • ¿ Uhm?, llegaste justo a tiempo, ¿ quieres una taza de té ?
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  • ──𝑸𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐 𝒔𝒆 𝒂𝒑𝒊𝒂𝒅𝒆 𝒅𝒆 𝒕í.
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  • ༒☬𝐑𝐀𝐓𝐒☬༒

    ── 𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐚𝐫𝐝𝐨.
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  • Creo que este es el precio .......
    De vivir en dos mundos no?
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  • (Para entrar en escena, musica bailada: So good https://open.spotify.com/intl-es/track/18CEEhZoQBHBiGfGANm0zJ?si=194c6285ac6346f2)

    La noche en La Rapsodia Carmesí había terminado. Las luces estroboscópicas se habían apagado, dejando solo la iluminación tenue y carmesí que bañaba el gran salón. El aire, denso con el aroma residual de la noche, ahora olía a cedro y ozono. Alexander se había quitado la camiseta, sus músculos tensos y definidos brillando con un fino sudor bajo las luces. En el centro de la pista, su figura imponente se movía, no para nadie más que para sí mismo.

    La música, una de sus propias composiciones, llenaba el espacio. No era el ritmo frenético de antes, sino una melodía hipnótica, con un bajo profundo y pulsante que parecía vibrar en las paredes del club. Una percusión tribal marcaba un pulso primario, mientras que sintetizadores melódicos, casi fantasmales, se movían por encima. Era un sonido que mezclaba la agresividad de un depredador y la elegancia de una melodía clásica. Con cada compás, Alexander se movía con una precisión que era a la vez brutal y fluida.

    Sus movimientos de cadera eran afilados y potentes, como un golpe, pero luego su cuerpo se deslizaba con una fluidez que parecía desafiar la física. Era el baile de un depredador en su territorio. Sus brazos se extendían y se contraían con una velocidad letal, mientras que sus pies se movían con una ligereza que negaba su imponente físico. La fuerza de su herencia licántropa se manifestaba en la solidez de sus pies contra el suelo, en la potencia de sus saltos. Su lado demoníaco, en cambio, se reflejaba en la forma en que sus caderas se movían con una cadencia hipnótica, en la fluidez de sus brazos y en la manera en que la oscuridad parecía seguir cada una de sus transiciones. Su mirada, fija en un punto invisible, era una mezcla de concentración y una emoción cruda que rara vez se permitía mostrar.

    Su baile no era una simple coreografía. Era la expresión de su doble vida. La tensión en sus hombros, la manera en que su cuerpo se doblaba y se recuperaba, era el reflejo de la presión de su vida militar. Pero la gracia en sus movimientos, la pasión en cada giro, era la liberación de su alma artística. En ese momento, no era el líder de las fuerzas especiales, ni el descendiente de linajes prohibidos. Era solo él, Alexander, bailando para encontrar el equilibrio entre la fuerza y la gracia.

    El ritmo llegó a su clímax, y Alexander se detuvo en seco, el pecho subiendo y bajando con un aliento pesado. La música se desvaneció, dejando el salón en un silencio que solo el eco de sus pasos rompía. Su cuerpo, bañado en el brillo carmesí de las luces, parecía más un espectro que un hombre. Era un momento de paz total, un recordatorio de que, a pesar de sus demonios internos, él tenía el control.
    (Para entrar en escena, musica bailada: So good https://open.spotify.com/intl-es/track/18CEEhZoQBHBiGfGANm0zJ?si=194c6285ac6346f2) La noche en La Rapsodia Carmesí había terminado. Las luces estroboscópicas se habían apagado, dejando solo la iluminación tenue y carmesí que bañaba el gran salón. El aire, denso con el aroma residual de la noche, ahora olía a cedro y ozono. Alexander se había quitado la camiseta, sus músculos tensos y definidos brillando con un fino sudor bajo las luces. En el centro de la pista, su figura imponente se movía, no para nadie más que para sí mismo. La música, una de sus propias composiciones, llenaba el espacio. No era el ritmo frenético de antes, sino una melodía hipnótica, con un bajo profundo y pulsante que parecía vibrar en las paredes del club. Una percusión tribal marcaba un pulso primario, mientras que sintetizadores melódicos, casi fantasmales, se movían por encima. Era un sonido que mezclaba la agresividad de un depredador y la elegancia de una melodía clásica. Con cada compás, Alexander se movía con una precisión que era a la vez brutal y fluida. Sus movimientos de cadera eran afilados y potentes, como un golpe, pero luego su cuerpo se deslizaba con una fluidez que parecía desafiar la física. Era el baile de un depredador en su territorio. Sus brazos se extendían y se contraían con una velocidad letal, mientras que sus pies se movían con una ligereza que negaba su imponente físico. La fuerza de su herencia licántropa se manifestaba en la solidez de sus pies contra el suelo, en la potencia de sus saltos. Su lado demoníaco, en cambio, se reflejaba en la forma en que sus caderas se movían con una cadencia hipnótica, en la fluidez de sus brazos y en la manera en que la oscuridad parecía seguir cada una de sus transiciones. Su mirada, fija en un punto invisible, era una mezcla de concentración y una emoción cruda que rara vez se permitía mostrar. Su baile no era una simple coreografía. Era la expresión de su doble vida. La tensión en sus hombros, la manera en que su cuerpo se doblaba y se recuperaba, era el reflejo de la presión de su vida militar. Pero la gracia en sus movimientos, la pasión en cada giro, era la liberación de su alma artística. En ese momento, no era el líder de las fuerzas especiales, ni el descendiente de linajes prohibidos. Era solo él, Alexander, bailando para encontrar el equilibrio entre la fuerza y la gracia. El ritmo llegó a su clímax, y Alexander se detuvo en seco, el pecho subiendo y bajando con un aliento pesado. La música se desvaneció, dejando el salón en un silencio que solo el eco de sus pasos rompía. Su cuerpo, bañado en el brillo carmesí de las luces, parecía más un espectro que un hombre. Era un momento de paz total, un recordatorio de que, a pesar de sus demonios internos, él tenía el control.
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  • *Bostezo y me pongo a jugar con un perrito por ahí.*

    "Qué aburrimiento.... Parece que no hay nadie por aquí..."
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  • Luna de sangre
    Fandom Hazbin hotel
    Categoría Terror
    𝘼𝙙𝙫𝙚𝙧𝙩𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖: 𝐸𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑦 𝑚𝑢𝑦 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢𝑐𝑒𝑑𝑒𝑟𝑎́ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑗𝑒𝑠 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑢𝑠𝑒𝑟. 𝐴𝑢́𝑛 𝑎𝑠𝑖́, 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑎𝑙 𝑙𝑒𝑒𝑟.






    𝙍𝙤𝙡 𝙘𝙤𝙣: Valentino y Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗

    𝙇𝙪𝙜𝙖𝙧: 𝙲𝚊𝚜𝚝𝚒𝚕𝚕𝚘 𝚙𝚛𝚘𝚙𝚒𝚎𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝙻𝚞𝚌𝚒𝚏𝚎𝚛 𝙼𝚘𝚛𝚗𝚒𝚗𝚐𝚜𝚝𝚊𝚛, 𝚒𝚗𝚏𝚒𝚎𝚛𝚗𝚘.

    Oʀᴅᴇɴ ᴅᴇ ʀᴇsᴘᴜᴇsᴛᴀ: Vox, Lucifer y Valentino.









    No le fue difícil hackear la seguridad del lugar, a fin de cuentas también pertenecía a Vox Tek. Por lo que enseguida se apareció en la misma estancia de quien, a otrora fue su amigo.

    —Hace mucho que no nos veíamos, Lucifer.—saludó, saliendo de entre las sombras, para al menos, tener la cortesía de intercambiar algunas palabras con quien iba a ser su víctima. Suya y de Tino. Su gesto era de resignación, mirando de arriba abajo al rubio, avanzando hacia él con los brazos tras la espalda y su paso tranquilo. Sabedor de que en primeras no iba a ser atacado y en segundas, el rey infernal se encontraba demasiado debilitado para defenderse. Y es que olía, su refinado olfato se encontraba prácticamente emborrachado por el hedor de las Fedro o as, y su piel sentía el calor que el ángel caído irradiaba. Lo que no hacía más que enervar aquellos instintos predatorios que siempre ocultaba en pos de emanar una fachada de elegancia y perfección.

    Vox inspiró hondo y finalmente suspiró.

    —Una lástima que, esta vez no estoy aquí para tomar café.—y en ese momento se desactivaron todas las defensas del castillo y las puertas se abrieron, pues debía dejar entrar a un último invitado—.Si no, por el último capricho de Tino—presentó con un gesto de la mano cuando este entrase—. Y ya sabes que sin importar que, los deseos de Valentino son mi prioridad—y aquello casi sonó como una disculpa, casi. Pues si eso iba a hacer feliz a su querido Tino, no se iba a arrepentir.
    𝘼𝙙𝙫𝙚𝙧𝙩𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖: 𝐸𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑦 𝑚𝑢𝑦 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢𝑐𝑒𝑑𝑒𝑟𝑎́ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑗𝑒𝑠 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑢𝑠𝑒𝑟. 𝐴𝑢́𝑛 𝑎𝑠𝑖́, 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑎𝑙 𝑙𝑒𝑒𝑟. 𝙍𝙤𝙡 𝙘𝙤𝙣: [ember_silver_hare_973] y [LuciHe11] 𝙇𝙪𝙜𝙖𝙧: 𝙲𝚊𝚜𝚝𝚒𝚕𝚕𝚘 𝚙𝚛𝚘𝚙𝚒𝚎𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝙻𝚞𝚌𝚒𝚏𝚎𝚛 𝙼𝚘𝚛𝚗𝚒𝚗𝚐𝚜𝚝𝚊𝚛, 𝚒𝚗𝚏𝚒𝚎𝚛𝚗𝚘. Oʀᴅᴇɴ ᴅᴇ ʀᴇsᴘᴜᴇsᴛᴀ: Vox, Lucifer y Valentino. No le fue difícil hackear la seguridad del lugar, a fin de cuentas también pertenecía a Vox Tek. Por lo que enseguida se apareció en la misma estancia de quien, a otrora fue su amigo. —Hace mucho que no nos veíamos, Lucifer.—saludó, saliendo de entre las sombras, para al menos, tener la cortesía de intercambiar algunas palabras con quien iba a ser su víctima. Suya y de Tino. Su gesto era de resignación, mirando de arriba abajo al rubio, avanzando hacia él con los brazos tras la espalda y su paso tranquilo. Sabedor de que en primeras no iba a ser atacado y en segundas, el rey infernal se encontraba demasiado debilitado para defenderse. Y es que olía, su refinado olfato se encontraba prácticamente emborrachado por el hedor de las Fedro o as, y su piel sentía el calor que el ángel caído irradiaba. Lo que no hacía más que enervar aquellos instintos predatorios que siempre ocultaba en pos de emanar una fachada de elegancia y perfección. Vox inspiró hondo y finalmente suspiró. —Una lástima que, esta vez no estoy aquí para tomar café.—y en ese momento se desactivaron todas las defensas del castillo y las puertas se abrieron, pues debía dejar entrar a un último invitado—.Si no, por el último capricho de Tino—presentó con un gesto de la mano cuando este entrase—. Y ya sabes que sin importar que, los deseos de Valentino son mi prioridad—y aquello casi sonó como una disculpa, casi. Pues si eso iba a hacer feliz a su querido Tino, no se iba a arrepentir.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • ⭐⭐⭐☼⭐⭐⭐
    ¿Aah los apodos?           "Demonio"... "Espectro"... "esa cosa"...—¡Ja! Me encanta la creatividad humana... aunque, sinceramente, todos se equivocan. Yo no soy un mito, o una pesadilla.Yo soy un Stand. (estoy completamente seguro que los conoces amigito) Mi nombre es... GHOST. ¿Qué hago?Un parpadeo, ese...
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  • —Carajo ¿A Charlie no se le pudo ocurrir otra fecha?
    La maldita luja roja...

    Intentaba relajar su cuerpo y controlarse, mirando por la ventana como la luna ya estaba teñida de un rojo brillante, algo que duraría por tres días hasta que la luna llena volviera a menguar.

    Desajustó su corbatin, suspirando con un leve gruñido, sería horrible aguantar el calor pero debía seguir con los planes de la fiesta.
    —Carajo ¿A Charlie no se le pudo ocurrir otra fecha? La maldita luja roja... Intentaba relajar su cuerpo y controlarse, mirando por la ventana como la luna ya estaba teñida de un rojo brillante, algo que duraría por tres días hasta que la luna llena volviera a menguar. Desajustó su corbatin, suspirando con un leve gruñido, sería horrible aguantar el calor pero debía seguir con los planes de la fiesta.
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