disclaimer:
Este monorol es la continuación de una serie de monoroles que narran la vida de Daryl Dixon anterior a la serie de acontecimientos relatados en la serie de TV: The Walking Dead. Los hechos acontecidos son imaginados e inventados por mi, ideas surgidas a raiz de las escasas pinceladas que hemos recibido sobre la vida de Daryl Dixon en la serie de TV. 

โš  Este monorol contiene trigger warnings: palabras malsonantes.


Abstenerse de leerlo si pensáis que puede herir vuestra sensibilidad

La cronología de los siguientes hechos relatados, tanto en este monorol, como en los siguientes y en las tramas que desarrolle seguirán la linea temporal trazada en este enlace en el cual se recogen todos los hechos acontecidos en el universo de The Walking Dead. 

 


 

ARMERIA

5 de Septiembre de 2010
Día 12 desde el inicio del virus Wildfire

 

Merle tenía razon, Atlanta estaba condenada al infierno. Los ataques de esos seres no cesaban, el ejercito era incapaz de contener los ataques y la población huía despavorida de la ciudad. Los grupos errantes de muertos vivientes colapsaban las calles…

-Si no nos largamos ahora, esta será nuestra tumba. Y no pienso morir en este lugar… -decía Merle aquella mañana mientras apremiaba a su hermano a darse prisa. Lo cierto es que no tenían demasiado que recoger: escasa ropa, algo de comer y…

-Munición, armas… Tenemos que guardarnos las espaldas -aseguró Merle mientras se cercioraba de que su moto estuviera bien sujeta a los arneses que había instalado en el maletero de la pick up que, probablemente, había robado el día anterior.

-No sé, hermano… -comenzó a decir Daryl. Por un momento quiso hacer entender a Merle que era una absurdez exponerse para conseguir un par de pipas, que era mejor largarse de aquel lugar y dejarlo atrás. Pero lo cierto era que Merle tenia las ideas muy claras. Nunca había prestado demasiada atención a las opiniones de Daryl o sus propios intereses. Por eso Daryl supo que intentar hacer entrar en razón a Merle sería una completa absurdez y desistió.

Merle siquiera se percató de que Daryl había comenzado a hablar y ya se había colocado una mochila al hombro.

-Andando, hermanito. Esas armas no van a robarse solas…- gruñó Merle mientras echaba a correr apresuradamente por la calle.

Daryl lo siguió.

-¿Cómo sabes que esa tienda no ha sido saqueada? -preguntó Daryl sin perder detalle del terreno a su alrededor y, todavía, enarbolando su ballesta, preparado para disparar en cualquier momento.

-Pasé por delante ayer y parecía que estaba intacta…- respondió Merle antes de detenerse y agarrar por el chaleco a su hermano para pegarlo a la pared antes de doblar una esquina. Daryl recibió el impacto del ladrillo contra la espalda y tardó un segundo en entender aquella reacción por parte de su hermano. Con sigilo ambos hermanos se asomaron por la esquina, a tiempo de ver a una patrulla armada de soldados de la Guardia Nacional. Patrullaban calle arriba, probablemente procurando que nada más se saliera de control. Aunque lo cierto es que Daryl sabía que no había nada que ellos pudieran hacer. Aquello no era algo que nadie pudiera detener…

Una vez que los soldados estuvieron lo bastante alejados de ellos, Merle le hizo una seña a su hermano menor y ambos comenzaron a correr, agachados entre los coches intentando crear el menor ruido posible hasta llegar delante de aquella tienda. La puerta estaba cerrada y la verja echada, pero estaba claro que aquello no era un impedimento para Merle quien, agachado frente a la cerradura, sacó su juego de ganzúas.

-Vigila mi espalda- le dijo a Daryl. Y, obviamente, este obedeció revisando el perímetro a sus ciento ochenta grados, de izquierda a derecha. Esperando no ver ningún muerto de esos, ni ver como regresaban aquellos soldados.

-Date prisa…- le apremió Daryl algo nervioso, escuchando los sonidos metálicos mientras Merle lograba hacerse con aquella cerradura con sus pasadores.

-Métete la lengua en el culo y déjame trabajar… -le espetó Merle provocando un resoplido por parte de Daryl- Ya casi está…-masculló. Y en ese momento se escuchó el chasquido de la cerradura, después una ligera risa de triunfo por parte de Merle antes de ponerse en pie y correr la verja- Ya está. Vamos, hermanito… necesitamos cubrirnos las espaldas… -dijo dándole un toque a Daryl en el brazo.

Una vez entraron en la armería, Merle dejó ir una risa totalmente satisfecho consigo mismo.

-¡Nos ha tocado la puta lotería! -rio antes de subirse al mostrador y deslizarse hacia el otro lado de este para ir cogiendo todas las armas posibles- Busca balas, todas las que puedas -le ordenó a Daryl.

Asi que Daryl obedeció. Se coló tras otro de los mostradores y comenzó a dejar cajas de balas sobre el mostrador de cristal. Tomó un par de automáticas y estuvo a punto de pedirle la mochila a Merle cuando la campanita que, antes del fin del mundo, anunciaba la llegada de un nuevo cliente sonó. Inmediatamente los dos hermanos alzaron la mirada y vieron a cuatro soldados de la Guardia Nacional en medio de la estancia.

-Dejad la munición donde pueda verla- dijo uno de ellos, un soldado alto, de cabello oscuro y mandíbula cuadrada. Los cuatro soldados alzaban sus armas. Dos apuntando a Merle y dos a Daryl. Inmediatamente, al ver que dos armas apuntaban a Daryl, Merle salió de detrás del mostrador con las manos en alto- identificaciones, por favor…

Merle se acercó a los soldados, o al menos lo intentó, pues en cuanto se escuchó como se retiraban los seguros, se detuvo de golpe.

-Vale, vale, vale… Oye, seguro que podemos llegar a un acuerdo, ¿no? Necesitamos armas… Solo somos… -hizo un gesto con la mano señalando a Daryl y luego a él- Solo somos nosotros dos. Tengo que cuidar de mi hermano pequeño.

Daryl se mantuvo en silencio, con las manos alzadas por encima de su cabeza, mirando de reojo a Merle y sin hacer ningún movimiento absurdo.

-Identificaciones -repitió el soldado.

Al ver que el soldado no estaba por la labor de colaborar, Merle se mosqueó.

-¿Vienes a salvarnos, héroe? -se burló- Menuda gilipollez. El gobierno ya nos ha vendido, chico.

Pero pareció que el soldado tenia mucha más paciencia que Merle y bajó el arma ordenando a sus compañeros a hacer lo mismo.

-Puede que asi sea, o puede que no… Pero nosotros tenemos una tarea… Estamos protegiendo las calles, evacuando a los ciudadanos… Tenemos un punto de evacuación cerca de aquí… Estaréis a salvo… -dijo el soldado.

A Daryl aquello le sonó bastante bien. No es que hubiera sido un gran forofo de las fuerzas del orden, nunca lo había sido. Había pasado toda su vida corriendo por delante de los coches de policía y no iba a empezar a aplaudirles ahora. Pero estaba claro que esos hombres solo estaban intentado ayudar.

-Oye, no queremos evacuación… Solo quiero armas… -protestó Merle- ¿No teneis agua, algo de comer…? -preguntó- ¡Ehhhh! Nos vendría de puta madre uno de esos rifles… O ese cochecito tan mono que paseáis por las calles con orgullo -dijo, refiriéndose a uno de los vehículos blindados que habían visto recorrer las calles los dias atrás.

-Me temo que no puedo hacer eso… Soy el Ranger Stokes. Mi trabajo es asegurarme de que la ciudadanía está a salvo y es evacuada correctamente… Atlanta está bajo nuestra protección hasta que este virus sea controlado…- comenzó a decir el tal Stokes.

Aquello no sentó bien a Merle, el cual frunció el ceño y avanzó un paso, amenazante.

-¡No me jodas! ¡La ciudad se ha ido a tomar por culo! ¡Solo te estoy pidiendo algo de agua y armas para mantener a mi familia a salvo, madero de mierda! -se encaró rápidamente, incluso intentó empujar a Stokes. Pero Daryl fue mas rapido, saliendo de detrás del mostrador y parando a su hermano antes de que aquello se saldara con más sangre de la necesaria. “Hermano… “, lo advirtió Daryl.

Aquella situación superaba al más pintado. Nadie estaba preparado para asimilar aquel brote y nadie sabia como actuar. Eso estaba claro. Ni siquiera el ejercito sabía qué demonios hacer. No había que ser un genio para verlo.

-¿Se…? -carraspeó Daryl echando una mirada hacia los soldados- ¿Se sabe si es un virus? ¿Es reversible…? ¿Está sucediendo en todo el mundo?

-¡No! ¡Solo nosotros estamos jodidos! Intentan matarnos como a ratas, como a una puta enfermedad, mientras ellos están refugiados en sus búnkeres de mierda….- masculló Merle.

-Calla un momento -protestó Daryl- ¿Sabemos algo real sobre todo esto?

Stokes entendió la dinámica de los dos hermanos y supo interpretar inmediatamente los intentos de Daryl por controlar a su hermano.

-Creemos que está sucediendo a nivel mundial. No nos llegan demasiadas informaciones, pero… Creemos que es un virus… global… -informó Stokes- No hay que acercarse a los infectados, ni razonar con ellos…

-¡Eso ya lo sabemos! -intervino Merle, pero Daryl le puso una mano en el pecho y lo obligó a dar un paso atrás.

Stokes miró a sus compañeros como si compartieran información que nadie más sabia. Dos de ellos asintieron. Entonces Stokes se giró hacia Daryl con una advertencia muda en los ojos.

-Es muy importante que salgáis de la ciudad -dijo en un tono que logró estremecer a Daryl. Algo estaban callando, probablemente para no hacer cundir el pánico- Cuanto antes… Hemos logrado evacuar un pequeño grupo, se encuentran a unos kilómetros de aquí, en las montañas que rodean la I-20. Tienen comida para un par de semanas. Os llevaremos más en cuanto podamos… Pero teneis que salir. Hoy.

Merle apartó a Daryl y volvió a encarar al soldado.

-No necesitamos una mierda de vosotros… Idos a tomar por culo… -dijo tomando su mochila y agarrando a Daryl del brazo para salir de aquella armería.

Los soldados les dejaron pasar retirándose un paso atrás.

-Suerte ahí afuera… La vais a necesitar…

Merle ya estaba saliendo de la tienda cuando les dedicó una peineta con el dedo corazón. Una vez que la puerta se cerró y anduvieron un par de metros, Daryl se atrevió a hablar.

-No sé, hermano, tal vez lo de ese grupo sea buena idea… No creo que sea seguro seguir los dos solos…

Lo dijo con algo de miedo, como si esperase un insulto por parte de Merle, pero en lugar de ello, su hermano lo miró como si acabase de resolverle todos los problemas de un plumazo.

-Es nuestro golpe de suerte, hermanito… Iremos con ese grupo y daremos el golpe de nuestras vidas… -rio Merle antes de subirse a la camioneta, con el espíritu renovado y como si el encuentro con los soldados no hubiera ocurrido.