disclaimer:
Este monorol es la continuación de una serie de monoroles que narran la vida de Daryl Dixon anterior a la serie de acontecimientos relatados en la serie de TV: The Walking Dead. Los hechos acontecidos son imaginados e inventados por mi, ideas surgidas a raiz de las escasas pinceladas que hemos recibido sobre la vida de Daryl Dixon en la serie de TV. 

⚠ Este monorol contiene trigger warnings: violencia física y verbal, palabras malsonantes. 


Abstenerse de leerlo si pensáis que puede herir vuestra sensibilidad


 

EL FINAL DEL CUENTO

Cualquier pensaría que una muñeca rota, dos costillas fracturadas y un pómulo partido eran aviso suficiente para que Daryl se mantuviera alejado de Jolene. Cualquier pensaría que Daryl seria lo suficientemente listo para no volver a meter las narices en nada que tuviera que ver con Jaxter. Pero digamos, por el placer de llevar la contraria, que Daryl no era listo… No, más bien, Daryl no era de la clase de personas que dejaban que nadie dirigiera su vida. (O eso le gustaría creer a él, pues lo cierto era que, cuando estaban juntos, su hermano Merle terminaba actuando como su brújula).

 

Daryl había encontrado su propio camino, o eso creía él. Tenía un trabajo, una cama donde dormir… Y creía haber encontrado a la mujer de su vida. Ese rostro que ocupaba su primer pensamiento cada mañana y el ultimo antes de acostarse. La queria. La adoraba. Su risa se había convertido en el sonido más preciado en el mundo para Daryl. Podía pasarse la vida enredado entre sus cabellos rubios, jugando con ellos entre sus dedos. No pasaban las horas perdido en su piel… Por todo ello, encontraba cierto placer en poder disfrutar de la compañía de Jolene a las espaldas de su padre. Como Romeo y Julieta desafiando el terrible destino que pendía sobre sus cabezas como la espada de Damocles.

 

Largos paseos en moto, estancias en noches de motel…

 

Pero, por muy listos que se creyeran, Jaxter no era un simple. Tenía ojos en toda la ciudad y siempre… siempre… sabia donde estaban o qué estaban haciendo… Asi que la segunda paliza que Daryl recibió fue mucho menos considerada que la primera…

 

Y ni por esas Jaxter consiguió que Daryl se separara de Jolene, porque por mucha distancia que Daryl quisiera imponer entre los dos, siempre terminaban encontrándose. Ni siquiera cuando Jo se mudó al campus de la universidad…

 

>> Una rápida sonrisa se curvó en los labios de Daryl cuando sintió vibrar el teléfono en su bolsillo. Se quitó los guantes, totalmente cubiertos de grasa, y sacó rápidamente el dispositivo del bolsillo trasero de sus pantalones esperando que nadie lo hubiera visto sonreír.

 

📱 💬: Mi padre se va esta tarde

📱 💬: Le he escuchado hablar con Big D.

📱 💬: Estaré sola en casa

 

Eliminó el mensaje de la memoria de su teléfono en cuanto lo recibió, por supuesto. Se andaban con bastante cuidado durante todas aquellas quedadas a escondidas. Nadie debía saberlo asi que no dejaban pruebas. O eso creían ellos, como ya he dicho.

 

El resto de aquella tarde pasó de forma tremendamente aburrida y lenta para el joven, pues la verdad es que solo podía pensar en aquellos ojos azules, en su sonrisa y en el modo en que los rayos del sol acariciaban y adoraban sus cabellos dorados. Todas aquellas imágenes se arremolinaban en su cabeza provocándole un vértigo encantador en la boca de su estómago… y era prácticamente incapaz de concentrarse. Al menos hasta que echó el cierre en el taller. Acto seguido dejó que sus pasos deshicieran la distancia entre el taller y la casa de Jaxter. Solo había unas cuantas manzanas de camino, pero Daryl se ocupó de buscar todas las callejuelas posibles y de dar mas de un rodeo, todo para distraer la atención, claro…

 

Aquella casa era todo lo que nadie esperaría de un hombre como Jaxter. Lejos de ser un edificio ruinoso o un apartamento sobre el bar más cutre, Jaxter sabia montárselo mucho mejor. Actualmente él y su familia ocupaban una preciosa construcción en madera de dos plantas. En color blanco y azul cian. A juego con el garaje, por supuesto. Una celosía rodeada de rosas trepaba por uno de los laterales del edificio hasta llegar a la ventana del dormitorio de Jolene. El porche era amplio y el jardín estaba perfectamente cuidado. Todo aquel conjunto siempre hacía que Daryl esbozara una sonrisa irónica.

 

-El muy cabrón… -murmuró Daryl atravesando el cuidado jardín y recuperando algunas piedrecitas por el camino que fue haciendo rodar en una de sus manos. Al llegar bajo la ventana de Jolene lanzó un par de piedrecitas contra el cristal y esperó hasta que la muchacha se asomó. La sonrisa en labios de la rubia se contagió en labios de Daryl.

 

-¿Es que esperas trepar por mi ventana? -preguntó la joven cruzando los brazos sobre el alféizar.

 

Daryl sonrió con diversión.

 

-Estoy seguro de que si entrara por la puerta, tu padre podría olerme sin problemas. No le daré esa satisfacción.

 

Jolene rio algo perpleja.

 

-¿Lo estás diciendo en serio? -se carcajeó.

 

Daryl asintió y corrió para saltar y agarrarse a la celosía donde encajó las punteras de las botas. Primero una, luego otra… Dejaba ir alguna que otra maldición entre dientes cuando sin poder esquivarlas intentando aferrarse a la celosía alguna espina del rosal se le clavaba en las manos.

 

-Joder…

 

Llevaba casi dos metros de ascensión cuando de pronto la voz de Jolene gritando, alerta, su nombre llamó su atención. Alzó la mirada por instinto, pero entonces sintió como varias manos lo agarraban de la chaqueta tirando de él hacia atrás. Intentó descender pero perdió rápidamente el equilibrio y cayó contra el césped notando como todo el aire escapaba de sus pulmones y su espalda se resentía. Tosió intentando recuperar su respiración. Pero antes de poder saber qué demonios estaba pasando sintió como alguien le pateaba en un costado haciéndole girar sobre sí mismo, apoyándose sobre su brazo izquierdo. Y después otra patada. Y otra…

 

-Se acabaron los avisos, gilipollas… -escuchó claramente la voz de Jaxter- Te lo dije por activa y por pasiva y tú no paras de darme por el culo…

 

Dos hombres pusieron a Daryl en pie y lo sacaron a rastras del jardín. Al mismo tiempo Jolene intentaba salir de la casa pero dos de los chicos de la banda de Jaxter le impidieron el paso. La escuchó llamarlo mientras lo sacaban a trompicones del terreno de aquella casa. No lo llevaron demasiado lejos, tan solo hasta uno de aquellos callejones que rodeaban aquella comoda casita.

 

-Vas a morir, Dixon. Asi que piensa bien tus últimas palabras.

 

Tiraron a Daryl contra el asfalto pero este se puso en pie rápidamente en posición de defensa, con sus puños por delante tal y como Merle le había enseñado años atrás. Analizó todo a su alrededor. En aquella callejuela no había demasiadas salidas. No podría echar a correr porque estaba seguro de que le meterían una bala por la espalda. Su única salida era intentar defenderse como pudiera de aquella paliza. Jaxter se colocaba un puño americano en su mano derecha y supo que aquello iba a doler mucho más…

 

-Que te follen -escupió Daryl.

 

¿Merecía la pena recibir cada uno de aquellos golpes por ella?

 

No tuvo demasiado tiempo para pensarlo antes de recibir el primer puñetazo. Y luego otro. Fintó como pudo y golpeó a uno de los tres tipos que Jaxter se había traido consigo. Otro de ellos lo rodeó entre sus brazos con intención de que el tercero le golpeara en la cara, pero Daryl usó sus piernas para empujarlo lejos de si consiguiendo que cayera contra el suelo. Pero cuando Jaxter le golpeó en plena cara con aquel puño americano sintió como todo el mundo le daba vueltas. Lo dejaron caer al suelo y no había logrado incorporarse cuando le patearon el estómago.

 

Esperó allí, resollando sangre contra el asfalto, sabiendo que iba a morir… Esperando el golpe de gracia. Pero este no llegó. En lugar de ello, cuando pudo alzar la mirada vio como Merle había aparecido en escena y había comenzado a golpear a diestro y siniestro a Jaxter y sus hombres. Partió el brazo de un tipo, empujó a otro contra una pared y había conseguido tirar a Jaxter al suelo.

 

Definitivamente, tendría que largarse de aquel lugar…

 

Escuchó las sirenas policiales al mismo tiempo que Merle trataba de ponerlo en pie. Jaxter y sus hombres salieron echando leches de allí y Daryl dejó que su hermano lo levantara y lo sacara de allí como podía.

 

-Joder, hermanito. Me meten en chirona un par de años y haces que tu vida se vaya por el retrete, ¿tanto me echabas de menos? -rio Merle mientras caminaban rápidamente por aquella callejuela.

 

>> -Definitivamente eres el mayor gilipollas sobre la faz de la tierra -se carcajeó Merle mientras tiraba una colilla al suelo del dormitorio de Daryl. El chico sostenía un paquete de guisantes congelados contra su propia cara mientras que con su otra mano se sujetaba el cuerpo intentando aliviar el dolor de los golpes recibidos.

 

-No es lo que crees. Ella es… - dijo Daryl con tono adolorido.

 

Merle lo interrumpió dejando ir otra carcajada con la que le impidió siquiera seguir hablando.

 

-No me lo digas… -dijo- La quieres y es el amor de tu vida -se burló descaradamente de Daryl mientras se ponía en pie y le daba un manotazo leve en el lado sano de la cabeza- Eres idiota, tio… ¿Cuándo aprenderás, hermano? Ningún coño, por muy rubio que sea, merece tanto la pena… No vas a morir por ella, ¿me oyes?

 

Daryl descendió la mirada incapaz de seguir manteniendo aquella conversacion.

 

-Menos mal que he vuelto… -dijo sacando otro cigarrillo del paquete- Mantendré a salvo tu culo huesudo. No tendrás que volver a preocuparte por nada…

 

El taller había sido un sueño, uno de esos que se forman a base de pequeñas ilusiones y planes garabateados en la mente. Un lugar suyo, donde había podido trabajar con las manos y alejarse del caos que siempre había rodeado su vida. Pero los sueños no servían de nada cuando la realidad se imponía con la brutalidad de un golpe seco.

 

Desde que Merle había entrado en prisión, Daryl había intentado valerse por sí mismo. Pero la vida no tardó en demostrarle lo contrario. No importaba cuánto lo intentara, siempre terminaba en el mismo sitio: con los nudillos ensangrentados, la mandíbula apretada y el estómago vacío.

 

Ahora que Merle estaba de vuelta, no tenía sentido seguir engañándose. Se acabó el taller. Se acabaron los planes de independencia. Y se acabó Jolene. No tenía sentido aferrarse a un sueño que nunca iba a suceder. Era mejor olvidar antes de que doliera más.