disclaimer:
Este monorol es la continuación de una serie de monoroles que narran la vida de Daryl Dixon anterior a la serie de acontecimientos relatados en la serie de TV: The Walking Dead. Los hechos acontecidos son imaginados e inventados por mi, ideas surgidas a raiz de las escasas pinceladas que hemos recibido sobre la vida de Daryl Dixon en la serie de TV.
- 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋 𝐈: 𝑬𝒏 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒏𝒂𝒔 𝒗𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒔𝒆 𝒈𝒂𝒏𝒂, 𝒐𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒗𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒆
- 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋 𝐈𝐈: 𝑱𝒐𝒍𝒆𝒏𝒆
- 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋 𝐈𝐈𝐈: 𝑬𝒍 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒐
- 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋 𝐈𝐕: 𝒀 𝒆𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔... 𝒆𝒍 𝒇𝒊𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐.
⚠ Este monorol contiene trigger warnings: descripcion gráfica de violencia física y verbal, palabras malsonantes, zombies, sangre.
Abstenerse de leerlo si pensáis que puede herir vuestra sensibilidad
PIES EN POLVOROSA
El mundo se estaba yendo al cuerno, la población estaba aterrorizada, el ejército había tomado las calles. En cosa de una semana, Atlanta había pasado de parecer una ciudad a parecer territorio de guerra. Los hermanos Dixon habían tenido que abandonar su refugio temporal ya que aquel almacén los dejaba “jodidamente” expuestos, según había dicho Merle. Asi pues habían terminado colándose en una casa abandonada dias atrás. Merle y Daryl salían cuando podían y reunían la comida necesaria para poder largarse de allí cuanto antes. Ninguno de los dos tenia ninguna intención de permanecer más tiempo del necesario en aquella ciudad, asi que Merle estaba buscando un vehículo lo bastante grande para los dos y donde poder transportar su moto de forma segura, lo que no resultaba una tarea fácil.
Mientras el mundo se iba al cuerno, Daryl solo podía hacer una cosa, pensar en aquello en lo que se supone que ya no debería pensar: Jolene. Hacia tiempo que las noticias ya no emitían ninguna imagen, no quedaba nadie que informase. El mundo ahora era un “sálvese quien pueda”. Y Daryl se preguntaba si Jaxter habría sido capaz de salvar a su hija. ¿Se encontraría bien Jolene? ¿Seguiría con vida? ¿Habría podido llevarla a un lugar seguro? ¿Su banda de matones podrían protegerlos del apocalipsis?
Todas esas preguntas le quitaban el sueño. Y habían comenzado a afectar a su estado de ánimo. Estaba taciturno, preocupado y algo nervioso. De tanto en tanto sus andarse se tornaban algo más erráticos, como un animal enjaulado recorría aquel desvencijado salón una y otra vez. La desesperación lo estaba consumiendo. Había intentado llamarla por teléfono, pero las líneas habían caído. A fin de cuentas, por muy monitorizado que estuviera el mundo, el factor humano todavía era importante. Y sin personas que sacaran adelante aquel tipo de trabajos…. Ahora cada uno estaba solo.
Más de una vez había comenzado a soñar despierto con la idea de robar un vehículo, incluso la moto de Merle, y salir cagando leches de la ciudad en busca de Jolene. Pero todos aquellos pensamientos se esfumaban rápidamente en cuanto su hermano entraba por la puerta. Si le robaba la moto, le pegaría una paliza…
Pero… ¿no había soportado innumerables palizas por ella? ¿Qué haría que esta fuera diferente? Aquella mañana dejó de pensar, cedió a su instinto más primitivo, ese que tanto lo diferenciaba de Merle y que aun tardaría muchos meses en reconocer y detectar. Mientras que Merle era de los que siempre buscaban salvar su propio culo y satisfacer sus propias necesidades, Daryl era todo lo contrario… Siempre había sido alguien empático, de otro modo le hubiera importado una mierda que Jolene no pudiera arrancar su coche aquel día que ahora parecía haber sucedido siglos atrás… Era protector…
Asi que, se acercó hasta la puerta donde tenia apoyada la ballesta que Merle había robado para él, tomó las llaves de la moto de la cazadora de su hermano y salió del apartamento.
El corazón le iba a mil pulsaciones por minuto mientras bajaba cada peldaño de aquellas escaleras que, en ese momento -y a pesar de no contar con más de veinte escalones-, se le hicieron interminables. Y fue peor todavía cuando puso un pie en la calle. Por un lado el miedo a que Merle lo pillara, por otro el de encontrarse a alguno de esos cabrones caníbales deambulando por la zona. Con la ballesta levantada y todos sus sentidos puestos en aquella calle, Daryl recorrió el camino que lo separaba de la moto de Merle. Al encontrarla, aseguró la ballesta y arrancó la moto dando gracias a que aun tenia combustible. Dos minutos después conducía a toda velocidad por el carril de entrada a la ciudad de Atlanta. El carril de salida estaba colapsado de coches, personas que todavía intentaban salir desesperados de la ciudad. Policías y miembros del ejercito trataban de ayudar al pueblo a mantener la calma e incluso más de uno intentó detener a Daryl en su avance, pero este tenia las ideas muy claras…
>> Dos horas después Daryl recorría el barrio que tan bien conocía y donde tantas horas había pasado. Derrapó frente a la entrada del bar de Jaxter y descendió casi a la carrera de la moto dejando casi caer esta sobre el suelo antes de extraer su ballesta. Mientras caminaba hacia el bar cargó rápidamente una flecha y se aproximó rápidamente hasta las ventanas. No era capaz de ver nada, todo estaba a oscuras, y tuvo que usar la mano diestra como visera para poder ver el interior. En ese momento los cadáveres de algunos de los hombres de Pullman se tiraron contra la ventana intentando atraparlo.
Daryl retrocedió un paso, sobresaltado. Y trató de discernir “su” cara entre las de los muertos reunidos contra las ventanas. Recorrió la fachada del edificio y se dio cuenta de que las puertas habían sido aseguradas con una gruesa cadena de hierro y un candado. Alguien había impedido que esos cabrones salieran de aquel bar. Tironeó un par de veces de la cadena dándose cuenta de que estaba bien asegurado y, al mirar hacia abajo percibió un reguero de sangre en el suelo. Lo siguió lo suficiente como para darse cuenta de que iba desde el bar y hasta el taller de Pullman. Puede que esa sangre no tuviera más de tres o cuatro dias. Con un poco de suerte…. Quizás ella seguía viva…
Corrió hasta el taller, ese que conocía tan bien, ese donde había pasado cientos de horas, donde había trabajado, aprendido y donde se había enamorado como un idiota. Intentó abrir la puerta que daba a la recepción pero estaba cerrada. Y lo mismo sucedió con la puerta seccional. Alguien había echado la llave desde dentro.
La parte buena de haber trabajado en aquel lugar era que Daryl conocía todos los trucos de Pullman. El viejo siempre escondía una llave en el exterior, por motivos de emergencia y, como si un ángel le hubiera sonreído, Daryl la encontró escondida debajo de la baldosa suelta del escalón. No tardó ni dos segundos en abrir la puerta de la recepción. Inmediatamente un desagradable olor a lugar cerrado invadió sus fosas nasales. En aquel pasillo no había ventilación. Se cubrió el rostro con el interior del codo y avanzó… En aquel pasillo había dos puertas. Una que comunicaba con la zona de trabajo, y otra más adelante que permitía el acceso al despacho y zona de administración. Esta siempre estaba cerrada ya que ese pasillo era apenas transitado. Era la puerta seccional la que siempre estaba abierta, el taller siempre era visible y desde el propio taller podía verse el despacho a través de las cristaleras traslucidas.
Forzó la puerta como pudo y entró en el despacho a tiempo de sentir una arcada invadir su cuerpo. Su olfato le advirtió antes de que lo hiciera su vista. El olor a descomposición era evidente, tanto que los ojos le lagrimearon ligeramente. Tuvo que empujar la puerta para poder entrar, dándose cuenta de que lo que le impedía el paso era un cadáver humano.
-No…- susurró notando un nudo en su garganta al entrar y darse cuenta de que ese cadáver era el de su preciosa Jolene. Estaba tirada de lado en el suelo. Sus cabellos rubios desparramados alrededor de su rostro. Pudo ver la sangre que advertía un disparo en la frente. Había sido ejecutada. La ballesta cayó al suelo y Daryl retrocedió un paso, invadido por el shock, golpeándose contra el escritorio en el proceso y se echó las manos a la cabeza antes de descenderlas a su rostro, como si intentara despertar de una pesadilla. Notó sus propias lágrimas empapando sus mejillas y se las limpio rápidamente mientras buscaba recomponerse. Desvió la mirada intentando distraer su atención, pero a escasos dos pasos de ellos, boca abajo, reposaba el cadáver de la madre de Jolene.
-Mierda…- sollozó y le dio una patada a la silla de escritorio, la cual rodó hasta la pared contraria. Pero aquel golpe despertó algo más en aquel taller. No le dio tiempo a buscar una salida al escuchar los gorgoteos y gemidos cuando, de pronto, el enorme cadáver andante que ahora era Jaxter se lanzó contra él. Sus ojos muertos, su boca abierta y sus manos alargadas hacia él intentando alcanzarlo.
Daryl trastabilló con las piernas de Jolene y trastabilló hacia atrás golpeándose con la puerta en el proceso dándose cuenta de que estaba atrapado entre esta y Jaxter. Llevó sus manos al pecho del muerto y lo empujó intentando ganar algo de espacio. Le asestó una patada y lo tiró contra la silla que había golpeado antes haciendo que Jaxter cayera al suelo. Aquellos preciados segundos salvaron la vida de Daryl pues alargó una mano hacia la mesa buscando un arma con la que defenderse, encontrando una llave inglesa que empuñó como si fuera su salvación. Y cuando Jaxter se abalanzó contra él Daryl le asestó un golpe contundente en la cabeza. Después otro. El cadáver cayó contra el suelo y Daryl cayó sobre él terminando por colocarse de rodillas sobre él. Una rodilla a cada lado del cuerpo ajeno.
Aun escuchaba los gemidos de aquel ser.
-¡Muere cabrón! -gritó antes de volver a golpearlo en la cabeza. La sangre salpicó en todas direcciones- ¡Yo la hubiera protegido! -le asestó otro golpe- ¡Hubiera cuidado de ella! -otro golpe- ¡La queria! -un nuevo golpe- ¡Estaría viva! ¡Me la arrebataste!- otro golpe, y otro, y otro- ¡Hijo de puta!
Para cuando Daryl terminó de descargar su frustración sobre el cuerpo muerto del zombie aquello era un amasijo de sangre y otras cosas que el chico no quiso mirar. Soltó la llave inglesa y se dejó caer a un lado, sentándose en el suelo, con la espalda apoyada contra unos armarios. Y allí sollozó. Sus rodillas dobladas, sus brazos cruzados sobre estas y el rostro enterrado entre sus brazos. Tuvo el valor de girar el rostro hacia su derecha desde donde sí pudo ver la cara de Jolene, su tez pálida y sus labios entreabiertos.
-La queria…- sollozó ligeramente. Y, por su cabeza pasaron las escenas de todos y cada uno de los dias que había compartido con ella. Aun podía escuchar su risa, casi podía sentir el tacto de sus cabellos rubios o como olía después de ducharse… Su sonrisa, sus ojos azules…
No supo cuanto tiempo estuvo allí sentado, pero para cuando reunió el valor de ponerse en pie notaba las piernas entumecidas y la cabeza le daba vueltas a causa de la bajada del subidón de adrenalina. Sorbió por la nariz y se dedicó a repasar el cadáver de Jaxter en busca de algo que pudiera serle útil. Tras localizar la pistola del muerto se dio cuenta de que el reguero de sangre que lo había llevado hasta allí era del propio Jaxter. Y es que su brazo izquierdo mostraba una enorme y fea mordedura. El muy cabrón había matado a su mujer y su hija al darse cuenta de que iba a convertirse. No había intentado darles una oportunidad. Había sido un cerdo egoísta hasta el final. Si Jolene no era suya, no era de nadie. Lo había demostrado hasta el fin de sus dias.
Se puso en pie mientras se guardaba la pistola en el cinturón, a su espalda y tomó uno de los monos del armario para colocarlo encima de Jolene, una forma bastante triste y pobre de darle una digna sepultura. Le hubiera gustado enterrarla en un sitio mejor, pero no tenía tiempo ni podía arriesgar más su vida por aquella quimera.
>> Para cuando regresó al desvencijado apartamento que compartía con Merle este le propinó un puñetazo en plena cara. Honestamente, Daryl sabia que se lo tenía merecido por robarle la moto, por su aventura suicida. Después lo hizo entrar casi de una patada en el culo. Le gritaba improperios, pero Daryl solo trataba de limpiarse la sangre de las manos con un triste paquete de toallitas húmedas.
-¿Te han mordido? -gruñó su hermano. Daryl no respondió y recibió una colleja por parte de Merle- ¿Que si te han mordido?
-No, joder… La sangre no es mía… Es de ese cabrón de Jaxter…- se excusó Daryl.
Entonces Merle lo entendió todo.
-Eres aun más gilipollas de lo que creía. Menudo calzonazos de mierda estas hecho… -se carcajeó. De pronto había dejado de importarle que Daryl le robara la moto horas antes- ¿El mundo se va a la mierda y tú te preocupas de una fulana cualquiera?
-No era una fulana -protestó Daryl, pero Merle hizo como que no le escuchó. Colocó una mano en la nuca de Daryl acercándose a él y reclamando la atención de su hermano- Mírame, hermanito… ¡Mírame, coño!
Daryl alzó sus ojos claros hacia su hermano.
-Créeme, chico… Los únicos que importamos somos tú y yo… -asintió- Tengo que cuidar de tu triste culo huesudo. Quédate conmigo y te mantendré a salvo. ¿Sí?
Daryl asintió.
-Sí…- asintió Merle tambien y le dio una palmada en la mejilla antes de apartarse de él- Hoy mismo nos largamos de este pozo de mierda…