• **El Ojo de la Justicia Sesgada**

    La capital era un hervidero de luces y sombras, un escenario donde los titiriteros del poder jugaban a la guerra sin disparar una sola bala. Alejandro Zeppeli, sin embargo, prefería que su munición hablara por él. Cuatro misiones en una sola noche, cuatro decisiones tomadas por su extraño reloj.

    ### **1. La Traición del Banquero**

    El primer objetivo era un banquero de rostro pulcro y sonrisa falsa, uno de esos hombres que lavaban dinero con la misma elegancia con la que se ajustaban la corbata. Un cliente anónimo quería verlo muerto antes de que pudiera cerrar un trato con un cartel rival. Alejandro, desde la azotea de un viejo edificio, sacó su reloj y giró la corona. La manecilla dorada se adelantó apenas un milímetro.

    —Lo siento, amigo. Tu hora llegó.

    El disparo atravesó el ventanal de su oficina. La tinta aún estaba fresca en los contratos cuando su cabeza golpeó el escritorio.

    ### **2. El Traficante Indeciso**

    El segundo encargo lo llevó a los barrios bajos, donde un joven traficante de armas intentaba jugar en ligas mayores. No era más que un eslabón, alguien que aún no había aprendido que vender pólvora significaba ensuciarse las manos con sangre. Alejandro lo observó desde un callejón, sacó el reloj y lo giró.

    Esta vez, la manecilla negra se mantuvo firme.

    —Tienes suerte, chico. Aún no te toca.

    En lugar de apretar el gatillo, disparó a las ruedas del auto en el que el traficante pensaba escapar. La policía, alertada por un informante anónimo (cortesía de Alejandro), llegó en minutos. No era un perdón absoluto, pero tampoco un castigo definitivo.

    ### **3. El General y Su Última Orden**

    El tercero fue más complicado. Un general retirado, héroe de guerra convertido en mercenario, se ocultaba en un club nocturno exclusivo. Su pecado: vender secretos militares a quien pagara mejor.

    Alejandro entró como un cliente más, con una camisa bien planchada y un vaso de whisky en la mano. Se sentó en la barra, miró su reloj y giró la corona. La dorada se inclinó, sin dudar.

    Siguiendo la lógica de su propio juego, se acercó al general, se sentó frente a él y brindó.

    —Por la lealtad —susurró.

    El viejo soldado apenas tuvo tiempo de fruncir el ceño antes de sentir el filo de una daga deslizándose entre sus costillas.

    ### **4. El Contrato de la Viuda**

    La última misión lo llevó a un apartamento en el centro de la ciudad. Una mujer desesperada le había pagado para matar a su exmarido, un maltratador reincidente que había evadido la justicia con sobornos y amenazas.

    Alejandro subió por las escaleras de emergencia, miró por la ventana y vio al hombre bebiendo, con la seguridad de que nadie podría tocarlo.

    Sacó el reloj. Lo giró.

    La manecilla negra ganó.

    Suspiró. No era su trabajo cuestionar el resultado. En lugar de matarlo, entró por la ventana, lo golpeó hasta dejarlo inconsciente y le dejó un mensaje grabado en la piel con la hoja de su navaja:

    *"Si vuelves a ponerle una mano encima, la próxima vez la manecilla no te salvará."*

    Terminadas sus tareas, Alejandro caminó por las calles de la capital hasta llegar a su refugio temporal: un lugar pintoresco, de esos con muebles de madera tallada y un olor a café recién hecho. Su habitación era modesta, con una cama firme y una ventana con vista a las luces lejanas de la ciudad.

    Se quitó la chaqueta, dejó su rifle desmontado en la mesa y se sirvió un trago. Pero el descanso no duraría mucho.

    Un sobre esperaba en la mesita de noche. Dentro, los detalles de su siguiente trabajo: un político en ascenso, con la sonrisa de un salvador pero las manos sucias de corrupción.

    Alejandro miró el sobre, luego su reloj.

    —Veamos qué tienes que decir esta vez.

    Giró la corona y esperó.
    **El Ojo de la Justicia Sesgada** La capital era un hervidero de luces y sombras, un escenario donde los titiriteros del poder jugaban a la guerra sin disparar una sola bala. Alejandro Zeppeli, sin embargo, prefería que su munición hablara por él. Cuatro misiones en una sola noche, cuatro decisiones tomadas por su extraño reloj. ### **1. La Traición del Banquero** El primer objetivo era un banquero de rostro pulcro y sonrisa falsa, uno de esos hombres que lavaban dinero con la misma elegancia con la que se ajustaban la corbata. Un cliente anónimo quería verlo muerto antes de que pudiera cerrar un trato con un cartel rival. Alejandro, desde la azotea de un viejo edificio, sacó su reloj y giró la corona. La manecilla dorada se adelantó apenas un milímetro. —Lo siento, amigo. Tu hora llegó. El disparo atravesó el ventanal de su oficina. La tinta aún estaba fresca en los contratos cuando su cabeza golpeó el escritorio. ### **2. El Traficante Indeciso** El segundo encargo lo llevó a los barrios bajos, donde un joven traficante de armas intentaba jugar en ligas mayores. No era más que un eslabón, alguien que aún no había aprendido que vender pólvora significaba ensuciarse las manos con sangre. Alejandro lo observó desde un callejón, sacó el reloj y lo giró. Esta vez, la manecilla negra se mantuvo firme. —Tienes suerte, chico. Aún no te toca. En lugar de apretar el gatillo, disparó a las ruedas del auto en el que el traficante pensaba escapar. La policía, alertada por un informante anónimo (cortesía de Alejandro), llegó en minutos. No era un perdón absoluto, pero tampoco un castigo definitivo. ### **3. El General y Su Última Orden** El tercero fue más complicado. Un general retirado, héroe de guerra convertido en mercenario, se ocultaba en un club nocturno exclusivo. Su pecado: vender secretos militares a quien pagara mejor. Alejandro entró como un cliente más, con una camisa bien planchada y un vaso de whisky en la mano. Se sentó en la barra, miró su reloj y giró la corona. La dorada se inclinó, sin dudar. Siguiendo la lógica de su propio juego, se acercó al general, se sentó frente a él y brindó. —Por la lealtad —susurró. El viejo soldado apenas tuvo tiempo de fruncir el ceño antes de sentir el filo de una daga deslizándose entre sus costillas. ### **4. El Contrato de la Viuda** La última misión lo llevó a un apartamento en el centro de la ciudad. Una mujer desesperada le había pagado para matar a su exmarido, un maltratador reincidente que había evadido la justicia con sobornos y amenazas. Alejandro subió por las escaleras de emergencia, miró por la ventana y vio al hombre bebiendo, con la seguridad de que nadie podría tocarlo. Sacó el reloj. Lo giró. La manecilla negra ganó. Suspiró. No era su trabajo cuestionar el resultado. En lugar de matarlo, entró por la ventana, lo golpeó hasta dejarlo inconsciente y le dejó un mensaje grabado en la piel con la hoja de su navaja: *"Si vuelves a ponerle una mano encima, la próxima vez la manecilla no te salvará."* Terminadas sus tareas, Alejandro caminó por las calles de la capital hasta llegar a su refugio temporal: un lugar pintoresco, de esos con muebles de madera tallada y un olor a café recién hecho. Su habitación era modesta, con una cama firme y una ventana con vista a las luces lejanas de la ciudad. Se quitó la chaqueta, dejó su rifle desmontado en la mesa y se sirvió un trago. Pero el descanso no duraría mucho. Un sobre esperaba en la mesita de noche. Dentro, los detalles de su siguiente trabajo: un político en ascenso, con la sonrisa de un salvador pero las manos sucias de corrupción. Alejandro miró el sobre, luego su reloj. —Veamos qué tienes que decir esta vez. Giró la corona y esperó.
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  • 𝐄𝐥í𝐚𝐬
    ──────
    En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre.

    Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa.

    Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos.

    Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces.

    Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales

    Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo.

    Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo.
    Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa.

    En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación.

    Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos.

    A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba.
    Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía.

    El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado.

    A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞

    Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias.
    Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella.

    Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto.

    ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
    𝐄𝐥í𝐚𝐬 ────── En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre. Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa. Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos. Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces. Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo. Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo. Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa. En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación. Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos. A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba. Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía. El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado. A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞ Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias. Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella. Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto. ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
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  • ✖ ──Bonjour! ── Exclamó la pelirrosa con energía explosiva ── C'est l'heure de notre entraînement du matin!. . .── Añadió con la disciplina de un soldado. Por alguna razón era muy activa en las mañanas.

    ── Si no despiertas espero que al menos tengas el desayuno listo para cuándo regrese~. . .──




    ────────────────
    || ❝ ¡Buenos días estrellitas!, La tierra les dice "hola"! ❞️ -WillyWonkaMood-(?

    Estuve algo desaparecida y lo acepto(?
    Pero aquí estoy de nuevo para ustedes mis amores! -hablasola(?- .
    Hoy responderé a todo lo que debo e intentaré iniciar los roles que me quedaron pendientes ♡ .

    Así que ya saben queridos!.
    Cuídense, portense mal, beban agua y escuchen heavy metal♡♡♡♡♡.

    ✖ ──Bonjour! ── Exclamó la pelirrosa con energía explosiva ── C'est l'heure de notre entraînement du matin!. . .── Añadió con la disciplina de un soldado. Por alguna razón era muy activa en las mañanas. ── Si no despiertas espero que al menos tengas el desayuno listo para cuándo regrese~. . .── ──────────────── || ❝ ¡Buenos días estrellitas!, La tierra les dice "hola"! ❞✨️ -WillyWonkaMood-(? Estuve algo desaparecida y lo acepto(? Pero aquí estoy de nuevo para ustedes mis amores! -hablasola(?- . Hoy responderé a todo lo que debo e intentaré iniciar los roles que me quedaron pendientes ♡ . Así que ya saben queridos!. Cuídense, portense mal, beban agua y escuchen heavy metal♡♡♡♡♡. :STK-59:
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  • Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma.

    Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó:

    —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información!

    Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían?

    Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas.

    Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión.

    Pero…

    Miró la caja. Luego la ciudad.

    Chasqueó la lengua con frustración.

    —Maldición…

    Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos.

    ***

    Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida.

    Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena.

    —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes?

    Los soldados voltearon, sorprendidos.

    —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara!

    Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo.

    Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera.

    No importaba.

    Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta.

    Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad.

    Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad.

    Y eso valía más.
    Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma. Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó: —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información! Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían? Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas. Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión. Pero… Miró la caja. Luego la ciudad. Chasqueó la lengua con frustración. —Maldición… Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos. *** Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida. Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena. —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes? Los soldados voltearon, sorprendidos. —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara! Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo. Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera. No importaba. Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta. Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad. Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad. Y eso valía más.
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  • Jimoto había escuchado rumores sobre un grupo de mercenarios con tecnología avanzada, conocidos como la **Patrulla Roja**. No les prestó demasiada atención hasta que, en una aldea remota, vio con sus propios ojos cómo interrogaban a los ancianos sobre las **esferas del dragón**. No podía permitirlo.

    —Oigan, ¿no creen que están siendo un poco insistentes? —dijo, apoyando las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilamente hacia ellos.

    Los soldados, vestidos con uniformes rojos y negros, voltearon con evidente molestia. Uno de ellos, más alto y con un rifle de energía, apuntó directo a Jimoto.

    —¿Y tú quién demonios eres? ¡No te metas en esto!

    Jimoto sonrió con calma. **No necesitaba armas, ni refuerzos, solo su propio poder.**

    —Yo solo pasaba por aquí... pero creo que es mi deber detener a los matones.

    Antes de que los soldados pudieran reaccionar, Jimoto desapareció de su vista. En un parpadeo, **reapareció detrás de ellos**. Un solo golpe en el casco de uno lo dejó inconsciente, otro cayó cuando Jimoto lo derribó con una patada giratoria.

    —¡Dispárenle! —gritó un oficial.

    Pero **era inútil**. Jimoto esquivaba los disparos con una facilidad insultante, moviéndose entre ellos como un viento imparable. Derribó a un grupo entero con una onda de energía que sacudió el suelo. Los pocos que quedaban en pie intentaron huir, pero Jimoto saltó y aterrizó frente a ellos con una sonrisa confiada.

    —Díganle a sus jefes que estas esferas **no** les pertenecen.

    Los mercenarios asintieron temblorosos y huyeron a toda velocidad. Jimoto los observó desaparecer en la distancia y cruzó los brazos.

    **Ahora era oficial.** La Patrulla Roja también estaba en busca de las esferas, lo que significaba que **esto se había convertido en una carrera.**

    **Pero si creían que podían superarlo… estaban muy equivocados.**
    Jimoto había escuchado rumores sobre un grupo de mercenarios con tecnología avanzada, conocidos como la **Patrulla Roja**. No les prestó demasiada atención hasta que, en una aldea remota, vio con sus propios ojos cómo interrogaban a los ancianos sobre las **esferas del dragón**. No podía permitirlo. —Oigan, ¿no creen que están siendo un poco insistentes? —dijo, apoyando las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilamente hacia ellos. Los soldados, vestidos con uniformes rojos y negros, voltearon con evidente molestia. Uno de ellos, más alto y con un rifle de energía, apuntó directo a Jimoto. —¿Y tú quién demonios eres? ¡No te metas en esto! Jimoto sonrió con calma. **No necesitaba armas, ni refuerzos, solo su propio poder.** —Yo solo pasaba por aquí... pero creo que es mi deber detener a los matones. Antes de que los soldados pudieran reaccionar, Jimoto desapareció de su vista. En un parpadeo, **reapareció detrás de ellos**. Un solo golpe en el casco de uno lo dejó inconsciente, otro cayó cuando Jimoto lo derribó con una patada giratoria. —¡Dispárenle! —gritó un oficial. Pero **era inútil**. Jimoto esquivaba los disparos con una facilidad insultante, moviéndose entre ellos como un viento imparable. Derribó a un grupo entero con una onda de energía que sacudió el suelo. Los pocos que quedaban en pie intentaron huir, pero Jimoto saltó y aterrizó frente a ellos con una sonrisa confiada. —Díganle a sus jefes que estas esferas **no** les pertenecen. Los mercenarios asintieron temblorosos y huyeron a toda velocidad. Jimoto los observó desaparecer en la distancia y cruzó los brazos. **Ahora era oficial.** La Patrulla Roja también estaba en busca de las esferas, lo que significaba que **esto se había convertido en una carrera.** **Pero si creían que podían superarlo… estaban muy equivocados.**
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  • —Porque este mundo es tan diferente acaso es una prueba de padre no entiendo nada primero un demonio Rojo luego una subordinada que tenía la apariencia de mi mejor soldado actuar como una niña que más veré. Aún lucifer reinando de buena gana un infierno??? Noo eso sería ilógico Pero también el exterminó también sesaria y no estaría manchando mis manos otra vez ..... —

    Negando por mis divagaciones

    —es ilógico debo de aprender a conocer y tratar a todos por igual amar a cada ser vivo de su creación. —

    Extiendo mi mano y de el sale un poder como si uno estuviera viendo el infinito el comienzo de todo

    —Tengo que encontrar la manera de poder usar este poder ...—
    —Porque este mundo es tan diferente acaso es una prueba de padre no entiendo nada primero un demonio Rojo luego una subordinada que tenía la apariencia de mi mejor soldado actuar como una niña que más veré. Aún lucifer reinando de buena gana un infierno??? Noo eso sería ilógico Pero también el exterminó también sesaria y no estaría manchando mis manos otra vez ..... — Negando por mis divagaciones —es ilógico debo de aprender a conocer y tratar a todos por igual amar a cada ser vivo de su creación. — Extiendo mi mano y de el sale un poder como si uno estuviera viendo el infinito el comienzo de todo —Tengo que encontrar la manera de poder usar este poder ...—
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  • "El Norte recuerda"
    Fandom Juego de Tronos
    Categoría Drama
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ 🜲 ㅤ𝑆𝑎𝑛𝑠𝑎 𝑆𝑡𝑎𝑟𝑘



    No habían pasado siquiera veinticuatro horas desde que Sansa había llegado al Muro y Jon, a pesar de lo que pudiera parecer ya estaba pensando en doscientas formas de mantener a salvo a su hermana. Sí, era consciente de que le había prometido que recuperarían su hogar, pero… ¿Cómo demonios iba a hacer eso? ¿Él? ¿Un bastardo? Era impensable.

    Ed había sugerido que subiese a Sansa a un barco en Puerto Blanco y se la llevase más allá del Mar Angosto, a Pentos… o alguna ciudad cálida donde no tuviera que volver a preocuparse por los asesinos de su familia. Pero, por tentadora que pareciera aquella idea, Jon había destacado la testarudez de Sansa. Esa mujer no abandonaría Poniente, jamás. Era igual de fiera que su padre y terca como una Tully. Como su madre…

    Por suerte, o por desgracia para el bastardo de Invernalia, el destino le pondría la decisión demasiado facil… Una misiva de Lord Ramsay Bolton llegó al Muro. Y esta marcaria, para siempre quizás, el destino de los implicados.

    Jon apartó el lacre y desenrolló el pergamino sin demasiado entusiasmo. Leia para si antes de ver las miradas intrigadas de todos los comensales en aquella comida: Tormund, Podrick, Brienne, Ed y… Sansa…

    “Al traidor y bastardo Jon Nieve,
    Permitisteis que miles de salvajes cruzaran el Muro. Habéis traicionado a los vuestros. Habéis traicionado al Norte. Invernalia es mía, bastardo, venid a verme. Vuestro hermano Rickon está en mis mazmorras. Tengo la piel de su lobo huargo en mi suelo, venid a verlo. Quiero a mi esposa. Enviádmela, bastardo y no os importunaré ni a vuestras amantes salvajes. No me la deis y entonces iré al Norte y mataré a todos los hombres, mujeres y niños salvajes bajo tu protección.
    Veréis cómo los desuello vivos. Veréis a mis soldados turnarse para violar a vuestra hermana. Veréis a mis perros devorar a vuestro hermanito salvaje. Luego os sacaré los ojos de las orbitas y dejaré que mis perros hagan el resto. Venid a verlo.

    Ramsay Bolton. Señor de Invernalia y Guardian del Norte”

    Ese hombre había matado a Roose Bolton, tenia a Rickon en sus mazmorras y se había hecho con Invernalia… Sansa tenia razon… Tenían que luchar… No estaba tan seguro de su argumento acerca de la lealtad del resto de casas norteñas. Puede que se hubieran aliado al lado de Robb, pero no con él. Era un bastardo… Aun asi… No pensaba decepcionar a su hermana. No pensaba decepcionar a su padre. Asi que asintió.

    Y a partir de allí todo fueron planes… preparativos… Tormund estaba seguro de que los escasos hombres que tenía lucharían por Jon si este se lo pedía… No era un ejercito norteño, pero era algo… Por supuesto no podía contar con la Guardia de la Noche. No tomaban partido en guerras y, aunque pudieran, eran muy pocos hombres. La guerra contra Mance había mermado sus, ya de por sí, escasas filas.

    Por eso, por sus planes y preparativos no supo de la reunión de Sansa con Meñique. Ni de la información que trajo para ella… acerca de Aguasdulces y el Pez Negro.

    Claro que había otro problema: El Rey de la Noche.

    No podían defender el Norte de los muertos y el sur de los Bolton. Para ello necesitaban Invernalia y para ello… necesitaban mas hombres… muchos más…

    Los Umber y los Karstark habían juntado filas con los Bolton. Las casas mas poderosas después de los Bolton… Había dos docenas de casas menores más… Quizás si los convencían aun tuvieran una opción… Jon apoyaba el entusiasmo de Sansa, y su creencia en la lealtad de las casas norteñas, pero Davos tenia razon… ninguna de esas casas que Sansa proponía se había levantado en armas contra los Bolton cuando traicionaron a Robb…

    Pero su propuesta de pedir ayuda al Pez Negro… Sansa decidió enviar a Brienne de Tarth a aquella misión…

    Casi parecía que tenían alguna posibilidad de ganar, así que… era hora de partir…

    Los hombres de Tormund ya se preparaban en el patio del Castillo Negro. Jon se había preparado para montar y para afrontar el inclemente tiempo del invierno que se acercaba día tras día, y habían aceptado la comida que la Guardia de la Noche había preparado para ellos. Tenían un camino muy largo por delante y… era hora de actuar. Si seguían esperando… seria demasiado tarde…

    -¿Vestido nuevo? -preguntó Jon al ver acercarse a Sansa. Automáticamente se sintió imbécil al no ser capaz de decir nada más coherente… Pero realmente el talento de su hermana era asombroso. Había sido capaz de encontrar el modo de crear algo precioso en mitad de un aura tan gris como era aquel lugar- Me gusta lo del lobo…

    Lo que no esperaba es que Sansa se hubiera preocupado tambien de hacer una capa para él. Una capa con el blasón de los Stark grabado en las cinchas… Una capa igual que la que un día luciera Ned Stark.

    -Gracias, Sansa…- fue todo lo que, abrumado, pudo decir Jon Nieve al recibir aquel obsequio que, por simple que pareciera, tenia mucho significado para los dos. Inevitablemente, al ver alejarse a su hermana la siguió con la mirada y terminó por esbozar una suave sonrisa…

    Después de aquello, se despidió de Ed, se subió a su caballo, al lado de Sansa y la pequeña comitiva salió del Castillo Negro sin saber qué destino afrontarían desde entonces.

    El Muro quedaba atrás, pero el peso sobre sus hombros no se aligeraba. El aire helado seguía ahí, afilado como una cuchilla, clavándose en su piel a través del cuero y la lana. Jon no dijo nada mientras avanzaban, pero sentía la mirada de Sansa a su lado, la determinación en su postura.

    Estaba seguro de que esa determinación seria capaz de convencer a cualquiera, hasta al más pintado, pero, por ahora, la misión de convencer a los Salvajes era solamente de Jon. Davos tenia razon, Sansa tenia razon. Le debían a Jon su supervivencia y sus vidas… solo esperaba que, por una vez, el pueblo libre se dejara llevar por el honor…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [N.Q.Stark] ㅤ No habían pasado siquiera veinticuatro horas desde que Sansa había llegado al Muro y Jon, a pesar de lo que pudiera parecer ya estaba pensando en doscientas formas de mantener a salvo a su hermana. Sí, era consciente de que le había prometido que recuperarían su hogar, pero… ¿Cómo demonios iba a hacer eso? ¿Él? ¿Un bastardo? Era impensable. Ed había sugerido que subiese a Sansa a un barco en Puerto Blanco y se la llevase más allá del Mar Angosto, a Pentos… o alguna ciudad cálida donde no tuviera que volver a preocuparse por los asesinos de su familia. Pero, por tentadora que pareciera aquella idea, Jon había destacado la testarudez de Sansa. Esa mujer no abandonaría Poniente, jamás. Era igual de fiera que su padre y terca como una Tully. Como su madre… Por suerte, o por desgracia para el bastardo de Invernalia, el destino le pondría la decisión demasiado facil… Una misiva de Lord Ramsay Bolton llegó al Muro. Y esta marcaria, para siempre quizás, el destino de los implicados. Jon apartó el lacre y desenrolló el pergamino sin demasiado entusiasmo. Leia para si antes de ver las miradas intrigadas de todos los comensales en aquella comida: Tormund, Podrick, Brienne, Ed y… Sansa… “Al traidor y bastardo Jon Nieve, Permitisteis que miles de salvajes cruzaran el Muro. Habéis traicionado a los vuestros. Habéis traicionado al Norte. Invernalia es mía, bastardo, venid a verme. Vuestro hermano Rickon está en mis mazmorras. Tengo la piel de su lobo huargo en mi suelo, venid a verlo. Quiero a mi esposa. Enviádmela, bastardo y no os importunaré ni a vuestras amantes salvajes. No me la deis y entonces iré al Norte y mataré a todos los hombres, mujeres y niños salvajes bajo tu protección. Veréis cómo los desuello vivos. Veréis a mis soldados turnarse para violar a vuestra hermana. Veréis a mis perros devorar a vuestro hermanito salvaje. Luego os sacaré los ojos de las orbitas y dejaré que mis perros hagan el resto. Venid a verlo. Ramsay Bolton. Señor de Invernalia y Guardian del Norte” Ese hombre había matado a Roose Bolton, tenia a Rickon en sus mazmorras y se había hecho con Invernalia… Sansa tenia razon… Tenían que luchar… No estaba tan seguro de su argumento acerca de la lealtad del resto de casas norteñas. Puede que se hubieran aliado al lado de Robb, pero no con él. Era un bastardo… Aun asi… No pensaba decepcionar a su hermana. No pensaba decepcionar a su padre. Asi que asintió. Y a partir de allí todo fueron planes… preparativos… Tormund estaba seguro de que los escasos hombres que tenía lucharían por Jon si este se lo pedía… No era un ejercito norteño, pero era algo… Por supuesto no podía contar con la Guardia de la Noche. No tomaban partido en guerras y, aunque pudieran, eran muy pocos hombres. La guerra contra Mance había mermado sus, ya de por sí, escasas filas. Por eso, por sus planes y preparativos no supo de la reunión de Sansa con Meñique. Ni de la información que trajo para ella… acerca de Aguasdulces y el Pez Negro. Claro que había otro problema: El Rey de la Noche. No podían defender el Norte de los muertos y el sur de los Bolton. Para ello necesitaban Invernalia y para ello… necesitaban mas hombres… muchos más… Los Umber y los Karstark habían juntado filas con los Bolton. Las casas mas poderosas después de los Bolton… Había dos docenas de casas menores más… Quizás si los convencían aun tuvieran una opción… Jon apoyaba el entusiasmo de Sansa, y su creencia en la lealtad de las casas norteñas, pero Davos tenia razon… ninguna de esas casas que Sansa proponía se había levantado en armas contra los Bolton cuando traicionaron a Robb… Pero su propuesta de pedir ayuda al Pez Negro… Sansa decidió enviar a Brienne de Tarth a aquella misión… Casi parecía que tenían alguna posibilidad de ganar, así que… era hora de partir… Los hombres de Tormund ya se preparaban en el patio del Castillo Negro. Jon se había preparado para montar y para afrontar el inclemente tiempo del invierno que se acercaba día tras día, y habían aceptado la comida que la Guardia de la Noche había preparado para ellos. Tenían un camino muy largo por delante y… era hora de actuar. Si seguían esperando… seria demasiado tarde… -¿Vestido nuevo? -preguntó Jon al ver acercarse a Sansa. Automáticamente se sintió imbécil al no ser capaz de decir nada más coherente… Pero realmente el talento de su hermana era asombroso. Había sido capaz de encontrar el modo de crear algo precioso en mitad de un aura tan gris como era aquel lugar- Me gusta lo del lobo… Lo que no esperaba es que Sansa se hubiera preocupado tambien de hacer una capa para él. Una capa con el blasón de los Stark grabado en las cinchas… Una capa igual que la que un día luciera Ned Stark. -Gracias, Sansa…- fue todo lo que, abrumado, pudo decir Jon Nieve al recibir aquel obsequio que, por simple que pareciera, tenia mucho significado para los dos. Inevitablemente, al ver alejarse a su hermana la siguió con la mirada y terminó por esbozar una suave sonrisa… Después de aquello, se despidió de Ed, se subió a su caballo, al lado de Sansa y la pequeña comitiva salió del Castillo Negro sin saber qué destino afrontarían desde entonces. El Muro quedaba atrás, pero el peso sobre sus hombros no se aligeraba. El aire helado seguía ahí, afilado como una cuchilla, clavándose en su piel a través del cuero y la lana. Jon no dijo nada mientras avanzaban, pero sentía la mirada de Sansa a su lado, la determinación en su postura. Estaba seguro de que esa determinación seria capaz de convencer a cualquiera, hasta al más pintado, pero, por ahora, la misión de convencer a los Salvajes era solamente de Jon. Davos tenia razon, Sansa tenia razon. Le debían a Jon su supervivencia y sus vidas… solo esperaba que, por una vez, el pueblo libre se dejara llevar por el honor… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    a mi me encanta que ruby aunque sea una soldado es muy curiosa, se confude muy facil y es bastante inocente de hecho XD

    pero eso no quita que quiere hacerse amigo o "goami" de todos //
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  • En la antigua torre de un castillo, Oz escribe cartas en un intrincado idioma, uno que solo otros magos pueden descifrar.
    Ha estado observando desde las sombras, apenas si asoma su cabeza, pero escucha a las flores y lo que lleva el viento.
    Se detiene a escuchar lo que las aves cantan y los mercaderes observan en su día a dia.

    Entre sus dedos, hace peculiares malabares con una pluma mientras piensa, pero luego se detiene a darle más pensamiento a una cuestión en particular.

    ── No logro descifrarlo.
    ¿En verdad el amor lo conquista todo?
    ¿Cómo es que un gran nigromante fue reducido a un buen ciudadano?
    ¿Cómo es que el emisario de Hades fue reducido a "eso"?
    No fue magia, no fue una sentencia de muerte, no fue una guerra...
    Fue una mujer.
    ¿En verdad una sola persona ha logrado lo que soldados en armaduras jamás pudieron?
    Como Hades y Perséfone.
    La historia se repite, tal vez los actores cambian, pero no los papeles.

    Supongo entonces que podré reportar al magistrado que hemos encontrado la solución a Hades. ──
    En la antigua torre de un castillo, Oz escribe cartas en un intrincado idioma, uno que solo otros magos pueden descifrar. Ha estado observando desde las sombras, apenas si asoma su cabeza, pero escucha a las flores y lo que lleva el viento. Se detiene a escuchar lo que las aves cantan y los mercaderes observan en su día a dia. Entre sus dedos, hace peculiares malabares con una pluma mientras piensa, pero luego se detiene a darle más pensamiento a una cuestión en particular. ── No logro descifrarlo. ¿En verdad el amor lo conquista todo? ¿Cómo es que un gran nigromante fue reducido a un buen ciudadano? ¿Cómo es que el emisario de Hades fue reducido a "eso"? No fue magia, no fue una sentencia de muerte, no fue una guerra... Fue una mujer. ¿En verdad una sola persona ha logrado lo que soldados en armaduras jamás pudieron? Como Hades y Perséfone. La historia se repite, tal vez los actores cambian, pero no los papeles. Supongo entonces que podré reportar al magistrado que hemos encontrado la solución a Hades. ──
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  • — No por ser pequeña significa que soy menos, soy una soldado guardian
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