• Hen lentor se perzys, ēdruta se vestri
    Fandom HOTD
    Categoría Otros
    𓆩⟡𓆪 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐇𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐄 𓆩⟡𓆪

    Fortaleza Roja. Atardecer. Las sombras de dragón se arrastran sobre las piedras calientes de Desembarco del Rey.

    Primero fue el rugido.
    Luego, la sombra.
    Y por último, el silencio absoluto, como si los dioses mismos contuvieran el aliento.

    Desde las nubes descendió la criatura: un monstruo de alas extendidas, escamas como obsidiana líquida y ojos dorados, ardientes como el sol al morir. Era Maegaryon, el último susurro vivo de Valyria, comparable en tamaño al mismísimo Balerion el Terror Negro.
    Y sobre su lomo, firme, erguida como si cabalgara el mismísimo destino, venía ella.

    Seirys Ahai.
    La hija olvidada. La sangre bastarda que el fuego no quiso consumir.
    El secreto que camina con corona de humo y perfume de ceniza.

    Las calles quedaron vacías. Los comerciantes bajaron sus toldos. Las madres apretaron a sus hijos contra sus pechos. Y desde las altas torres, los ojos curiosos se asomaban, queriendo saber si era una reina o una maldición lo que caía del cielo.

    Vestía telas negras de Lys, ligeras y fluidas, dejando al descubierto vientre, brazos y piernas, como si la guerra misma hubiese decidido vestirse de mujer. Joyas rojas y doradas relucían en su piel pálida. Su cabello, blanco como la sal del Mar Angosto, caía hasta la cintura.
    Sonreía. Pero no era una sonrisa dulce. Era una línea irónica, casi cruel, como si supiera algo que el resto aún no había aprendido…
    …Pero pronto lo harían.

    Sobre su espalda, desde la nuca hasta media columna, un tatuaje escrito en alto valyrio resplandecía débilmente a la luz del atardecer:

    > “Hen lentor se perzys. Dāria se nykēla.”
    (Entre el fuego y el miedo. Reina sin corona).



    Maegaryon aterrizó en los jardines interiores del Torreón de Maegor, quebrando algunas columnas viejas y haciendo volar las hojas secas.
    Y entonces, todo se detuvo.

    El sonido. El aire. La respiración del mundo.

    Las puertas se abrieron lentamente. El sol, sangrando en el horizonte, bañaba a Seirys con un resplandor rojizo, como si el cielo también quisiera inclinarse ante ella.

    Ella descendió del dragón con calma. No había prisa en sus pasos, solo intención.
    A su alrededor, los soldados tragaban saliva. Algunos bajaban la mirada. Otros la seguían con ojos grandes, preguntándose si estaban viendo un presagio o una aparición.

    La música comenzó a sonar en alguna parte, un ritmo lejano de cuerdas orientales, de tambores antiguos… una versión oscura, solemne, de una marcha triunfal.
    No decía su nombre, pero todos sabían.
    Todos sentían.

    > Ella no vino a pedir un lugar. Vino a reclamarlo.



    Caminó entre los corredores del Torreón, los pliegues de su ropa silbando contra la piedra. Su presencia era una respuesta a preguntas que aún no se habían formulado.
    Una promesa. Una amenaza.
    Y también, una historia por escribirse.

    Seirys no buscaba presentaciones. Quien tuviese ojos, la reconocería.
    Quien tuviese miedo, la respetaría.
    Y quien tuviese el valor de acercarse, quizá... viviría para contar su versión.




    ¿La vera primero el único ojo violeta de Aemond? ¿El gesto inquisidor de Alicent? ¿La risa de Daemon desde un balcón? ¿O la sonrisa irónica de Rhaenyra desde su trono de sombras?

    El juego de tronos tiene una nueva pieza.
    Y su fuego no es un susurro.
    Es rugido.

    𓆩⟡𓆪 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐇𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐄 𓆩⟡𓆪 Fortaleza Roja. Atardecer. Las sombras de dragón se arrastran sobre las piedras calientes de Desembarco del Rey. Primero fue el rugido. Luego, la sombra. Y por último, el silencio absoluto, como si los dioses mismos contuvieran el aliento. Desde las nubes descendió la criatura: un monstruo de alas extendidas, escamas como obsidiana líquida y ojos dorados, ardientes como el sol al morir. Era Maegaryon, el último susurro vivo de Valyria, comparable en tamaño al mismísimo Balerion el Terror Negro. Y sobre su lomo, firme, erguida como si cabalgara el mismísimo destino, venía ella. Seirys Ahai. La hija olvidada. La sangre bastarda que el fuego no quiso consumir. El secreto que camina con corona de humo y perfume de ceniza. Las calles quedaron vacías. Los comerciantes bajaron sus toldos. Las madres apretaron a sus hijos contra sus pechos. Y desde las altas torres, los ojos curiosos se asomaban, queriendo saber si era una reina o una maldición lo que caía del cielo. Vestía telas negras de Lys, ligeras y fluidas, dejando al descubierto vientre, brazos y piernas, como si la guerra misma hubiese decidido vestirse de mujer. Joyas rojas y doradas relucían en su piel pálida. Su cabello, blanco como la sal del Mar Angosto, caía hasta la cintura. Sonreía. Pero no era una sonrisa dulce. Era una línea irónica, casi cruel, como si supiera algo que el resto aún no había aprendido… …Pero pronto lo harían. Sobre su espalda, desde la nuca hasta media columna, un tatuaje escrito en alto valyrio resplandecía débilmente a la luz del atardecer: > “Hen lentor se perzys. Dāria se nykēla.” (Entre el fuego y el miedo. Reina sin corona). Maegaryon aterrizó en los jardines interiores del Torreón de Maegor, quebrando algunas columnas viejas y haciendo volar las hojas secas. Y entonces, todo se detuvo. El sonido. El aire. La respiración del mundo. Las puertas se abrieron lentamente. El sol, sangrando en el horizonte, bañaba a Seirys con un resplandor rojizo, como si el cielo también quisiera inclinarse ante ella. Ella descendió del dragón con calma. No había prisa en sus pasos, solo intención. A su alrededor, los soldados tragaban saliva. Algunos bajaban la mirada. Otros la seguían con ojos grandes, preguntándose si estaban viendo un presagio o una aparición. La música comenzó a sonar en alguna parte, un ritmo lejano de cuerdas orientales, de tambores antiguos… una versión oscura, solemne, de una marcha triunfal. No decía su nombre, pero todos sabían. Todos sentían. > Ella no vino a pedir un lugar. Vino a reclamarlo. Caminó entre los corredores del Torreón, los pliegues de su ropa silbando contra la piedra. Su presencia era una respuesta a preguntas que aún no se habían formulado. Una promesa. Una amenaza. Y también, una historia por escribirse. Seirys no buscaba presentaciones. Quien tuviese ojos, la reconocería. Quien tuviese miedo, la respetaría. Y quien tuviese el valor de acercarse, quizá... viviría para contar su versión. ¿La vera primero el único ojo violeta de Aemond? ¿El gesto inquisidor de Alicent? ¿La risa de Daemon desde un balcón? ¿O la sonrisa irónica de Rhaenyra desde su trono de sombras? El juego de tronos tiene una nueva pieza. Y su fuego no es un susurro. Es rugido.
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  • Dentro De La Casa Negra
    Fandom The Animals
    Categoría Acción
    con: Kalhi NigDurgae, Wolf ᴬᵁ , Tolek Zientek

    https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY

    Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria.

    Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo.

    Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz.

    — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte…

    Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón.

    — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo.

    El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida.

    No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada.

    La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara.

    Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en Kalhi NigDurgae.

    Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida.

    — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler.

    Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo.

    El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo.

    Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado.

    — Primer Checkpoint.
    con: [Kalh1], [Wolfy], [Tolek] https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria. Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo. Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz. — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte… Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón. — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo. El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida. No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada. La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara. Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en [Kalh1]. Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida. — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler. Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo. El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo. Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado. — Primer Checkpoint.
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    Me descuido un poco y ꧁༒☬𝓐𝓛𝓐𝓢𝓣𝓞𝓡 𝓡𝓔𝓓 𝓓𝓔𝓜𝓞𝓝 𝓞𝓥𝓔𝓡𝓛𝓞𝓡𝓓☬༒꧂
    Ya tiene pareja, lo que pasa cuando se pierde una un rato.

    Enfin F por los soldados caídos...(?)
    Me descuido un poco y [legend_crimson_rabbit_440] Ya tiene pareja, lo que pasa cuando se pierde una un rato. Enfin F por los soldados caídos...(?)
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    Me agradan estas perspectivas de la Infantería Móvil... 🏻🏻
    Adaptar a Shinn, Elios y Adam para que sean soldados que luchan contra EBE (Entidades Biológicas Extraterrestres) por la supervivencia en el universo de la humanidad... 🏻🏻
    Me agradan estas perspectivas de la Infantería Móvil... 🤩👍🏻👌🏻😁 Adaptar a Shinn, Elios y Adam para que sean soldados que luchan contra EBE (Entidades Biológicas Extraterrestres) por la supervivencia en el universo de la humanidad... 🤩🤩🤩🤩😁👍🏻👌🏻
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    OwO
    Elios como un soldado de la Infantería Movil...
    OwO Elios como un soldado de la Infantería Movil... 🤩🤩🤩🤩
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  • 𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 ℎ𝑎𝑦 𝑙𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑟𝑎𝑐𝑎𝑠𝑜...
    Fandom GOT
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ... 𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠.


    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤ𝕊𝕋𝔸ℝ𝕋𝔼ℝ ℙ𝔸ℝ𝔸 ㅤ✧ ㅤㅤ𝑫𝑨𝑬𝑵𝑬𝑹𝒀𝑺 𝑻𝑨𝑹𝑮𝑨𝑹𝒀𝑬𝑵
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ


    Había llegado a RocaDragon con el firme propósito de acabar con la guerra. De matar a Daenerys, y aunque después de ser capturado no era algo que hubiera admitido, por supuesto, no era estúpido, tampoco lo había negado. Y aún así había terminado, no sabía cómo, no solo sin ser devorado por aquellas increíbles bestias, si no cenando deliciosos manjares en los aposentos de la llamada Reina Dragon, teniendo una conversación podría decirse civilizada.

    Al alba tal y como había prometido la Targaryen en aquella cena tan rocambolesca, estaba caminando por la arena, mientras Bronn le esperaba en una pequeña barca que les llevaría hasta el barco, y este de vuelta a casa.

    Ambos podían dar gracias por estar vivos, aunque el gran León estaba más ocupado buscando sentido a todo aquello, convenciéndose a sí mismo que todo aquello no era más que una estratagema, buscando aquella locura que cegaba a su padre, o al menos algún tipo de indicio de ella, que agradeciendo el gesto.

    >> Su vuelta a Desembarco del Rey es tan silenciosa como su partida, y una vez allí, de nuevo al lado de Cersei le era mucho más sencillo ver las cosas con claridad, le era mucho más sencillo saber que lo único que había querido Daenerys Targaryen con su liberación era evitar la furia de su hermana, evitar un enfrentamiento para el que seguro aún no estaba preparada, a pesar de tener tres dragones, a esos salvajes de los Dothraki, a los segundos hijos y los inmaculados, además de sendas alianzas con grandes casas de Poniente…

    Claramente no era por falta de medios, era ella la que estaba preparada para todo aquello, era una cría al fin y al cabo. Y aquella misión suicida suya le había dado otra nueva perspectiva. Debían debilitarla atacando con aquellos que la apoyaban, la dejarían sola y aislada en aquella roca que ahora llamaba hogar.

    Así el ejército de los Lannister con Bronn y él mismo a la cabeza parte desde Roca Casterly hacia Alto Jardín. La casa Tyrrel a pesar del poder que le daba su extensa fortuna, atravesaba días oscuros. La pérdida de sus dos herederos había cortado las raíces de la casa de la rosa, dejándola sin futuro.
    Toman el castillo sin prácticamente resistencia, y la Reina de las Espinas encuentra una muerte mucho más dulce de la que ella le proporcionó a Joffrey.
    Los soldados, en aquella ocasión saquean todo el oro que encuentra, en lugar de pasar por la espada a los hombres de los Tyrrel.
    Con aquellos lingotes de oro podrían pagar su deuda con el Banco de Hierro, además de sobrar para aumentar la riqueza de los Lannister. La guerra era terriblemente cara.

    La comitiva que salía de Alto Jardín era grande, la caballería Lannister avanzaba despacio, mientras cada pocos metros esta estaba salpicada por un carro, fuertemente vigilado, lleno de oro, de camino a la capital, y otros tantos con viveres, granos y provisiones.
    El caballo de Bronn cargaba con un buen pedazo del pastel económico como premio y pago por sus servicios, y aunque lentos, avanzaban seguros, estaban por completo preparados para todo cuanto pudiera ocurrir…
    Jaime Lannister, cabalgaba con una suave sonrisa de triunfo, al menos hasta que un ruido parece abrir los cielos en dos, mientras que la tierra comienza a temblar.
    Las pequeñas rocas se desprenden y una cacofonía de gritos y alaridos de guerra llega hasta sus oídos mucho antes de ver la horda Dothraki que aparece tras la colina y que la desciende a una velocidad de vértigo, directa hacia ellos.

    Era de ser un necio enfrentarse a aquellos hombres en campo abierto, todos lo sabían, pero no tenían lugar en el que refugiarse, la columna era demasiado grande, y los tenían ya encima, de modo que, espoleando a su caballo, y con su espada casi automáticamente en la mano, Jaime iba y venía de un lado a otro de sus huestes gritando ordenes, preparando a sus hombres para el inevitable choque.


    f𝑜t𝑜 𝑐r𝑒a𝑑a p𝑜r Hope Mikaelson ‼AU
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ... 𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ𝕊𝕋𝔸ℝ𝕋𝔼ℝ ℙ𝔸ℝ𝔸 [THEUNBURNT] ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Había llegado a RocaDragon con el firme propósito de acabar con la guerra. De matar a Daenerys, y aunque después de ser capturado no era algo que hubiera admitido, por supuesto, no era estúpido, tampoco lo había negado. Y aún así había terminado, no sabía cómo, no solo sin ser devorado por aquellas increíbles bestias, si no cenando deliciosos manjares en los aposentos de la llamada Reina Dragon, teniendo una conversación podría decirse civilizada. Al alba tal y como había prometido la Targaryen en aquella cena tan rocambolesca, estaba caminando por la arena, mientras Bronn le esperaba en una pequeña barca que les llevaría hasta el barco, y este de vuelta a casa. Ambos podían dar gracias por estar vivos, aunque el gran León estaba más ocupado buscando sentido a todo aquello, convenciéndose a sí mismo que todo aquello no era más que una estratagema, buscando aquella locura que cegaba a su padre, o al menos algún tipo de indicio de ella, que agradeciendo el gesto. >> Su vuelta a Desembarco del Rey es tan silenciosa como su partida, y una vez allí, de nuevo al lado de Cersei le era mucho más sencillo ver las cosas con claridad, le era mucho más sencillo saber que lo único que había querido Daenerys Targaryen con su liberación era evitar la furia de su hermana, evitar un enfrentamiento para el que seguro aún no estaba preparada, a pesar de tener tres dragones, a esos salvajes de los Dothraki, a los segundos hijos y los inmaculados, además de sendas alianzas con grandes casas de Poniente… Claramente no era por falta de medios, era ella la que estaba preparada para todo aquello, era una cría al fin y al cabo. Y aquella misión suicida suya le había dado otra nueva perspectiva. Debían debilitarla atacando con aquellos que la apoyaban, la dejarían sola y aislada en aquella roca que ahora llamaba hogar. Así el ejército de los Lannister con Bronn y él mismo a la cabeza parte desde Roca Casterly hacia Alto Jardín. La casa Tyrrel a pesar del poder que le daba su extensa fortuna, atravesaba días oscuros. La pérdida de sus dos herederos había cortado las raíces de la casa de la rosa, dejándola sin futuro. Toman el castillo sin prácticamente resistencia, y la Reina de las Espinas encuentra una muerte mucho más dulce de la que ella le proporcionó a Joffrey. Los soldados, en aquella ocasión saquean todo el oro que encuentra, en lugar de pasar por la espada a los hombres de los Tyrrel. Con aquellos lingotes de oro podrían pagar su deuda con el Banco de Hierro, además de sobrar para aumentar la riqueza de los Lannister. La guerra era terriblemente cara. La comitiva que salía de Alto Jardín era grande, la caballería Lannister avanzaba despacio, mientras cada pocos metros esta estaba salpicada por un carro, fuertemente vigilado, lleno de oro, de camino a la capital, y otros tantos con viveres, granos y provisiones. El caballo de Bronn cargaba con un buen pedazo del pastel económico como premio y pago por sus servicios, y aunque lentos, avanzaban seguros, estaban por completo preparados para todo cuanto pudiera ocurrir… Jaime Lannister, cabalgaba con una suave sonrisa de triunfo, al menos hasta que un ruido parece abrir los cielos en dos, mientras que la tierra comienza a temblar. Las pequeñas rocas se desprenden y una cacofonía de gritos y alaridos de guerra llega hasta sus oídos mucho antes de ver la horda Dothraki que aparece tras la colina y que la desciende a una velocidad de vértigo, directa hacia ellos. Era de ser un necio enfrentarse a aquellos hombres en campo abierto, todos lo sabían, pero no tenían lugar en el que refugiarse, la columna era demasiado grande, y los tenían ya encima, de modo que, espoleando a su caballo, y con su espada casi automáticamente en la mano, Jaime iba y venía de un lado a otro de sus huestes gritando ordenes, preparando a sus hombres para el inevitable choque. f𝑜t𝑜 𝑐r𝑒a𝑑a p𝑜r [thetribrid]
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  • Deben aprender a establecer prioridades. Hay que tener sentido de la proporción. Así se puede aprovechar el tiempo de la mejor manera, y sacarle el máximo provecho a los recursos disponibles.

    *Era un domingo muy perezoso. Despuès de obligarse a salir de la cama por la mañana, pese a querer dormir más, Adam había comenzado el día. Aunque sin ánimos.
    La fiesta había sido muy buena, y, durante la tarde, había recibido una llamada de su compañero Elios, el cual estaba tan cansado como él, y se quejaba de haberse saltado el entrenamiento a causa de la fiesta.
    Había pedido consejo a su otro compañero, Shinei, el cual, por ser un soldado, se destacaba por su disciplina, la cual impresionaba a ambos.
    Así, mediante una llamada colectiva, Adam escuchaba en altavoz el intercambio de palabras de Shinn y Elios, ya que Shinn tenía respuestas prácticas para las quejas de Elios, las cuales también le resultaban útiles a él.*

    -¿Entonces crees que debí entrenar ayer antes de dormir?
    -¿No estás entendiéndome, Elios? Te estoy diciendo que actúes en base a tus propios objetivos. Comprendo que pienses que perdiste el tiempo por romper el ritmo. Pero el recreo y descanso también son importantes. Además, si tanto te preocupa el ritmo, con trabajo rudo puedes recuperarlo...

    *La conversación siguió. Adam se sentía cansado, sin ganas de salir a trabajar, pese a que el sol comenzaba a ocultarse, pero pensó que Shinn tenía razón. Acelerar el ritmo la próxima vez podía ayudarle a recuperar la carrera perdida.*

    -¡Genio!

    *Interrumpió Adam con un grito la conversación de Shinn y Elios.*

    -Te preocupas por no haber entrenado, pero anoche te veías muy feliz bailando con Cal, ¿cierto?

    *Y Shinn empezó a bromear diciendo que, secretamente, a Elios le gustaba Cal.
    La perorata siguió, y Adam, aunque aún debía decidir si subiría al auto o no en esta tarde, supo que los concejos de Shinn siempre eran útiles.*
    Deben aprender a establecer prioridades. Hay que tener sentido de la proporción. Así se puede aprovechar el tiempo de la mejor manera, y sacarle el máximo provecho a los recursos disponibles. *Era un domingo muy perezoso. Despuès de obligarse a salir de la cama por la mañana, pese a querer dormir más, Adam había comenzado el día. Aunque sin ánimos. La fiesta había sido muy buena, y, durante la tarde, había recibido una llamada de su compañero Elios, el cual estaba tan cansado como él, y se quejaba de haberse saltado el entrenamiento a causa de la fiesta. Había pedido consejo a su otro compañero, Shinei, el cual, por ser un soldado, se destacaba por su disciplina, la cual impresionaba a ambos. Así, mediante una llamada colectiva, Adam escuchaba en altavoz el intercambio de palabras de Shinn y Elios, ya que Shinn tenía respuestas prácticas para las quejas de Elios, las cuales también le resultaban útiles a él.* -¿Entonces crees que debí entrenar ayer antes de dormir? -¿No estás entendiéndome, Elios? Te estoy diciendo que actúes en base a tus propios objetivos. Comprendo que pienses que perdiste el tiempo por romper el ritmo. Pero el recreo y descanso también son importantes. Además, si tanto te preocupa el ritmo, con trabajo rudo puedes recuperarlo... *La conversación siguió. Adam se sentía cansado, sin ganas de salir a trabajar, pese a que el sol comenzaba a ocultarse, pero pensó que Shinn tenía razón. Acelerar el ritmo la próxima vez podía ayudarle a recuperar la carrera perdida.* -¡Genio! *Interrumpió Adam con un grito la conversación de Shinn y Elios.* -Te preocupas por no haber entrenado, pero anoche te veías muy feliz bailando con Cal, ¿cierto? *Y Shinn empezó a bromear diciendo que, secretamente, a Elios le gustaba Cal. La perorata siguió, y Adam, aunque aún debía decidir si subiría al auto o no en esta tarde, supo que los concejos de Shinn siempre eran útiles.*
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  • Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás.

    Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber.

    Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida.

    —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días

    —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente.

    Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados.

    —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato.

    Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla.

    —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido.

    El Viltrumita dirigió su mirada al cielo.

    —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo.

    —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza.

    Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa.

    —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida.

    —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas.

    Hizo una pausa final.

    —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano.

    Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
    Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás. Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber. Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida. —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente. Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados. —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato. Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla. —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido. El Viltrumita dirigió su mirada al cielo. —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo. —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza. Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa. —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida. —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas. Hizo una pausa final. —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano. Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
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  • Después de un largo día en la tierra, Mark decidió volver al hotel y descansar. La habitación era pequeña, casi austera, sin lujos ni adornos innecesarios. Una cama deshecha, una silla en el rincón junto a una mesa cubierta con papeles, y una ventana que dejaba pasar la luz tenue de un atardecer que se desvanecía rápidamente. Mark estaba solo, sin soldados que lo vigilasen, sin órdenes inmediatas que seguir. Era su último día en la Tierra, antes de regresar a su deber, y aún no estaba listo para partir.

    En la mochila que llevaba consigo, su mirada se detuvo por un instante en un objeto que no estaba relacionado con las batallas, las guerras ni la conquista: un libro. Simplemente lo sacó y lo dejó sobre la mesa, sus dedos rozando la cubierta como si estuviera tocando algo raro, algo ajeno a el. Había encontrado ese libro en su antiguo hogar, escondido en una caja de cartón encima de un armario viejo. Tenía entendido que los libros fueron escritos por su padre, pero nunca les prestó mayor interés. Pero ahora, en la quietud de la habitación, algo le impulsó a abrirlo.

    Lo hojeó por unos momentos hasta llegar a una página que captó su atención. El título en la parte superior decía: "Space Racer: El hombre con el arma INVENCIBLE". Sin querer, su rostro adoptó una ligera expresión de curiosidad. Se acomodó en la silla y comenzó a leer.

    —Buen titulo, papá. —Dijo el, mostrando una leve sonrisa.

    —"𝙋𝙤𝙘𝙤 𝙨𝙚 𝙨𝙖𝙗𝙞́𝙖 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙚𝙡 𝙎𝙥𝙖𝙘𝙚 𝙍𝙖𝙘𝙚𝙧. 𝙀𝙧𝙖 𝙪𝙣 𝙢𝙞𝙨𝙩𝙚𝙧𝙞𝙤, 𝙪𝙣𝙖 𝙛𝙞𝙜𝙪𝙧𝙖 𝙡𝙚𝙜𝙚𝙣𝙙𝙖𝙧𝙞𝙖. 𝙎𝙪𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙖𝙗𝙖𝙧𝙘𝙖𝙣 𝟭𝟮 𝙜𝙖𝙡𝙖𝙭𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙚𝙡𝙡𝙖𝙨 𝙞𝙣𝙘𝙡𝙪𝙞́𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚:

    —"𝙄𝙉𝙁𝙄𝙉𝙄𝙏𝙔 𝙍𝘼𝙔" —Realizó una breve pausa al leer aquel nombre, luego continuó con la lectura.

    —"𝙎𝙚 𝙙𝙚𝙘𝙞́𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙢𝙞𝙩𝙞́𝙖 𝙪𝙣𝙖 𝙤𝙣𝙙𝙖 𝙙𝙚 𝙚𝙣𝙚𝙧𝙜𝙞́𝙖 𝙞𝙢𝙥𝙖𝙧𝙖𝙗𝙡𝙚 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙧𝙪𝙞́𝙖 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙖 𝙨𝙪 𝙥𝙖𝙨𝙤: 𝙖𝙨𝙩𝙚𝙧𝙤𝙞𝙙𝙚𝙨, 𝙨𝙖𝙩𝙚́𝙡𝙞𝙩𝙚𝙨, 𝙥𝙡𝙖𝙣𝙚𝙩𝙖𝙨 𝙮 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙚𝙡𝙡𝙖𝙨. 𝙋𝙚𝙧𝙤 𝙧𝙚𝙦𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝙪𝙣 𝙥𝙪𝙡𝙨𝙤 𝙛𝙞𝙧𝙢𝙚 𝙮 𝙢𝙖́𝙨 𝙞𝙢𝙥𝙤𝙧𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙖𝙪́𝙣, 𝙪𝙣𝙖 𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙛𝙞𝙧𝙢𝙚. 𝙉𝙖𝙙𝙞𝙚 𝙥𝙪𝙙𝙤 𝙖𝙘𝙚𝙧𝙘𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙖 𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙍𝙖𝙮 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙙𝙞𝙖𝙧 𝙚𝙡 𝙖𝙧𝙢𝙖 𝙥𝙤𝙧 𝙨𝙪 𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙖".

    —"𝙎𝙞 𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙍𝙖𝙮 𝙚𝙨 𝙧𝙚𝙖𝙡 𝙮 𝙚𝙨 𝙩𝙖́𝙣 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙧𝙤𝙨𝙤 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙡𝙖𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙞𝙘𝙚𝙣, 𝙧𝙚𝙥𝙧𝙚𝙨𝙚𝙣𝙩𝙖 𝙪𝙣 𝙜𝙧𝙖𝙣 𝙥𝙚𝙡𝙞𝙜𝙧𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙣𝙪𝙚𝙨𝙩𝙧𝙖 𝙢𝙞𝙨𝙞𝙤́𝙣"

    Mark cerró el libro por un momento, pensativo. Había algo en la historia que le resonaba, algo que sentía profundamente en su ser. El concepto de ser imparable, de ser tan fuerte que nadie pudiera desafiarte. En cierto modo, Space Racer, con su arma destructiva, le recordaba a el mismo. El cazador sin escrúpulos, imparable, brutal... y vacío.

    Después de un largo día en la tierra, Mark decidió volver al hotel y descansar. La habitación era pequeña, casi austera, sin lujos ni adornos innecesarios. Una cama deshecha, una silla en el rincón junto a una mesa cubierta con papeles, y una ventana que dejaba pasar la luz tenue de un atardecer que se desvanecía rápidamente. Mark estaba solo, sin soldados que lo vigilasen, sin órdenes inmediatas que seguir. Era su último día en la Tierra, antes de regresar a su deber, y aún no estaba listo para partir. En la mochila que llevaba consigo, su mirada se detuvo por un instante en un objeto que no estaba relacionado con las batallas, las guerras ni la conquista: un libro. Simplemente lo sacó y lo dejó sobre la mesa, sus dedos rozando la cubierta como si estuviera tocando algo raro, algo ajeno a el. Había encontrado ese libro en su antiguo hogar, escondido en una caja de cartón encima de un armario viejo. Tenía entendido que los libros fueron escritos por su padre, pero nunca les prestó mayor interés. Pero ahora, en la quietud de la habitación, algo le impulsó a abrirlo. Lo hojeó por unos momentos hasta llegar a una página que captó su atención. El título en la parte superior decía: "Space Racer: El hombre con el arma INVENCIBLE". Sin querer, su rostro adoptó una ligera expresión de curiosidad. Se acomodó en la silla y comenzó a leer. —Buen titulo, papá. —Dijo el, mostrando una leve sonrisa. —"𝙋𝙤𝙘𝙤 𝙨𝙚 𝙨𝙖𝙗𝙞́𝙖 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙚𝙡 𝙎𝙥𝙖𝙘𝙚 𝙍𝙖𝙘𝙚𝙧. 𝙀𝙧𝙖 𝙪𝙣 𝙢𝙞𝙨𝙩𝙚𝙧𝙞𝙤, 𝙪𝙣𝙖 𝙛𝙞𝙜𝙪𝙧𝙖 𝙡𝙚𝙜𝙚𝙣𝙙𝙖𝙧𝙞𝙖. 𝙎𝙪𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙖𝙗𝙖𝙧𝙘𝙖𝙣 𝟭𝟮 𝙜𝙖𝙡𝙖𝙭𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙚𝙡𝙡𝙖𝙨 𝙞𝙣𝙘𝙡𝙪𝙞́𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚: —"𝙄𝙉𝙁𝙄𝙉𝙄𝙏𝙔 𝙍𝘼𝙔" —Realizó una breve pausa al leer aquel nombre, luego continuó con la lectura. —"𝙎𝙚 𝙙𝙚𝙘𝙞́𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙢𝙞𝙩𝙞́𝙖 𝙪𝙣𝙖 𝙤𝙣𝙙𝙖 𝙙𝙚 𝙚𝙣𝙚𝙧𝙜𝙞́𝙖 𝙞𝙢𝙥𝙖𝙧𝙖𝙗𝙡𝙚 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙧𝙪𝙞́𝙖 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙖 𝙨𝙪 𝙥𝙖𝙨𝙤: 𝙖𝙨𝙩𝙚𝙧𝙤𝙞𝙙𝙚𝙨, 𝙨𝙖𝙩𝙚́𝙡𝙞𝙩𝙚𝙨, 𝙥𝙡𝙖𝙣𝙚𝙩𝙖𝙨 𝙮 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙚𝙡𝙡𝙖𝙨. 𝙋𝙚𝙧𝙤 𝙧𝙚𝙦𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝙪𝙣 𝙥𝙪𝙡𝙨𝙤 𝙛𝙞𝙧𝙢𝙚 𝙮 𝙢𝙖́𝙨 𝙞𝙢𝙥𝙤𝙧𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙖𝙪́𝙣, 𝙪𝙣𝙖 𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙛𝙞𝙧𝙢𝙚. 𝙉𝙖𝙙𝙞𝙚 𝙥𝙪𝙙𝙤 𝙖𝙘𝙚𝙧𝙘𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙖 𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙍𝙖𝙮 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙙𝙞𝙖𝙧 𝙚𝙡 𝙖𝙧𝙢𝙖 𝙥𝙤𝙧 𝙨𝙪 𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙖". —"𝙎𝙞 𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙍𝙖𝙮 𝙚𝙨 𝙧𝙚𝙖𝙡 𝙮 𝙚𝙨 𝙩𝙖́𝙣 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙧𝙤𝙨𝙤 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙡𝙖𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙞𝙘𝙚𝙣, 𝙧𝙚𝙥𝙧𝙚𝙨𝙚𝙣𝙩𝙖 𝙪𝙣 𝙜𝙧𝙖𝙣 𝙥𝙚𝙡𝙞𝙜𝙧𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙣𝙪𝙚𝙨𝙩𝙧𝙖 𝙢𝙞𝙨𝙞𝙤́𝙣" Mark cerró el libro por un momento, pensativo. Había algo en la historia que le resonaba, algo que sentía profundamente en su ser. El concepto de ser imparable, de ser tan fuerte que nadie pudiera desafiarte. En cierto modo, Space Racer, con su arma destructiva, le recordaba a el mismo. El cazador sin escrúpulos, imparable, brutal... y vacío.
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  • Inspección.

    ‹ Estaba con sus soldados ayudantes, quiénes también eran jueces aunque aprendices ese día. Revisó la lista de personas sospechosas infectadas que se le otorgó mientras dirigía su mirada hacia una fila de personas que estaban reunidas cerca de ellos. Aunque había un niño que no dejaba de mirarle fijamente. Lu Feng encontró ésto sospechoso. ›

    — ¿De dónde viene ese niño y porqué no deja de mirarme? Quizás está infectado..

    ‹ Justo cuando ya estaba sacando su arma e iba a acercarse a verificar, un solado a su lado habló rápidamente. ›

    — Le tiene miedo, mi señor.

    ‹ Lu Feng se detuvo y le dió una mirada inexpresiva al soldado, pero éste sabía que esa mirada de su líder era de incredulidad. Así que volvió a hablar. ›

    — Estoy seguro de que usted ya le habría juzgado si el niño estuviera infectado sin necesidad de verificar. Entonces la razón por la que le observa tan fervientemente es porque teme de usted.

    ‹ Aún con tanta explicación, Lu Feng siguió neutral. Guardó su arma con suavidad y le devolvió la mirada al infante, quién bajo ese color esmeralda intenso se sintió expuesto y se escondió con pánico detrás de un hombre, Lu Feng supuso que era su padre. Él tampoco estaba infectado. Había experimentado miradas de miedo, rechazo, repulsión y odio. Pero todo era de adultos, ésta era la primera vez que recibía eso de un niño. ›

    ‹ Suspiró levemente y ladeó su cabeza y luego miró al soldado. Éste comprendió y corrió a decirle al padre e hijo que podían irse de la inspección. Ellos se pusieron alegres como si habían tenido otra oportunidad para vivir y se fueron. Aunque no sería lo mismo para otras personas. A los minutos los disparos empezaron a sonar y el juez olvidó ese instante de momentánea humanidad que creyó siempre inexistente. ›
    Inspección. ‹ Estaba con sus soldados ayudantes, quiénes también eran jueces aunque aprendices ese día. Revisó la lista de personas sospechosas infectadas que se le otorgó mientras dirigía su mirada hacia una fila de personas que estaban reunidas cerca de ellos. Aunque había un niño que no dejaba de mirarle fijamente. Lu Feng encontró ésto sospechoso. › — ¿De dónde viene ese niño y porqué no deja de mirarme? Quizás está infectado.. ‹ Justo cuando ya estaba sacando su arma e iba a acercarse a verificar, un solado a su lado habló rápidamente. › — Le tiene miedo, mi señor. ‹ Lu Feng se detuvo y le dió una mirada inexpresiva al soldado, pero éste sabía que esa mirada de su líder era de incredulidad. Así que volvió a hablar. › — Estoy seguro de que usted ya le habría juzgado si el niño estuviera infectado sin necesidad de verificar. Entonces la razón por la que le observa tan fervientemente es porque teme de usted. ‹ Aún con tanta explicación, Lu Feng siguió neutral. Guardó su arma con suavidad y le devolvió la mirada al infante, quién bajo ese color esmeralda intenso se sintió expuesto y se escondió con pánico detrás de un hombre, Lu Feng supuso que era su padre. Él tampoco estaba infectado. Había experimentado miradas de miedo, rechazo, repulsión y odio. Pero todo era de adultos, ésta era la primera vez que recibía eso de un niño. › ‹ Suspiró levemente y ladeó su cabeza y luego miró al soldado. Éste comprendió y corrió a decirle al padre e hijo que podían irse de la inspección. Ellos se pusieron alegres como si habían tenido otra oportunidad para vivir y se fueron. Aunque no sería lo mismo para otras personas. A los minutos los disparos empezaron a sonar y el juez olvidó ese instante de momentánea humanidad que creyó siempre inexistente. ›
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