𝛱𝜎𝑚𝑏𝑟𝜀:
Guk-Khan Vigzel Nulathmad
𝛴𝜕𝛼𝜕:
eones (aparenta +/- 40)
𝛤𝛼𝑧𝛼:
Balrog (Maiar)
𝛳𝑟𝜄𝑔𝜀𝜋:
Los Cárpatos
𝑆𝜀𝜘𝜇𝛼𝑙𝜄𝜕𝛼𝜕:
Bisexual
𝑆𝜄𝑔𝜋𝜎 𝑍𝜎𝜕𝜄𝛼𝑐𝛼𝑙:
Tauro
  • Género Masculino
  • Raza Balrog
  • Fandom Fantasia Moderna
  • Panadero
  • Viudo(a)
  • Cumpleaños 15 de octubre
  • 91 Publicaciones
  • 54 Escenas
  • Se unió en agosto 2023
Otra información
  • Categorías de rol
    Acción , Aventura , Drama , Fantasía , Slice of Life , Suspenso , Original , Terror
Fijado
— TRIGGER WARŊIŊG —

- Este personaje es un cabrón.
- No rolea por MD/Inbox.
- No rolea *****/erótico injustificado.
- No rolea con personajes OP, Mary Sue, Gary Stu, etc.

- Este personaje no discrimina por físicos realistas o animados.
- Admite interacciones cortas/medias mediante muro o menciones (max. 10 líneas).
- Fantasía moderna. Multiverse. Adaptable.
- Antihéroe.

#TheBalrog
⚠️ — TRIGGER WARŊIŊG — ⚠️ 💢- Este personaje es un cabrón. 💥- No rolea por MD/Inbox. 💢- No rolea porno/erótico injustificado. 💥- No rolea con personajes OP, Mary Sue, Gary Stu, etc. ☀️- Este personaje no discrimina por físicos realistas o animados. 🌟- Admite interacciones cortas/medias mediante muro o menciones (max. 10 líneas). ☀️- Fantasía moderna. Multiverse. Adaptable. 🌟- Antihéroe. #TheBalrog
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Publicaciones Recientes
  • El sol se desliza lentamente detrás de las imponentes montañas de los Cárpatos, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. En la pequeña panadería de Khan, el aire aún está cargado con el aroma cálido y reconfortante del pan recién horneado. Con manos expertas, Khan recoge las dos últimas horneadas. Junto con lo que sobró del día, Khan carga las cestas con cuidado, asegurándose de que todo esté en orden antes de salir; La panadería es un reflejo de su vida ahora: simple, eficiente, pero impregnada de una profunda soledad que sólo él puede sentir.

    Cuando todo está listo, cierra la puerta de madera con un sonido suave, que resuena en la quietud del anochecer.

    El pueblo, un rincón apartado y casi olvidado en las montañas, comienza a sumergirse en la calma de la noche. Las pocas luces que se encienden en las casas dispersas lanzan sombras largas sobre las calles empedradas. Khan avanza por esas calles con paso tranquilo y pesado, cada crujido bajo sus botas resonando en el silencio. No lleva linterna, ya que conoce cada rincón del lugar, y su visión, aguda y precisa, no requiere de más.

    Su primera parada es en la casa de la señora Irena, una anciana que ha vivido sola desde que su esposo falleció hace años. Khan deja un par de panes en su puerta, asegurándose de que estén bien envueltos para mantener el calor. No toca ni llama, sabe que Irena preferiría, no le interesa sostener una conversación.

    Sigue su camino, deteniéndose en las casas vecinas, casas de otros ancianos y familias que luchan por llegar a fin de mes. Khan no busca agradecimientos ni elogios; simplemente es algo que puede hacer.
    El sol se desliza lentamente detrás de las imponentes montañas de los Cárpatos, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. En la pequeña panadería de Khan, el aire aún está cargado con el aroma cálido y reconfortante del pan recién horneado. Con manos expertas, Khan recoge las dos últimas horneadas. Junto con lo que sobró del día, Khan carga las cestas con cuidado, asegurándose de que todo esté en orden antes de salir; La panadería es un reflejo de su vida ahora: simple, eficiente, pero impregnada de una profunda soledad que sólo él puede sentir. Cuando todo está listo, cierra la puerta de madera con un sonido suave, que resuena en la quietud del anochecer. El pueblo, un rincón apartado y casi olvidado en las montañas, comienza a sumergirse en la calma de la noche. Las pocas luces que se encienden en las casas dispersas lanzan sombras largas sobre las calles empedradas. Khan avanza por esas calles con paso tranquilo y pesado, cada crujido bajo sus botas resonando en el silencio. No lleva linterna, ya que conoce cada rincón del lugar, y su visión, aguda y precisa, no requiere de más. Su primera parada es en la casa de la señora Irena, una anciana que ha vivido sola desde que su esposo falleció hace años. Khan deja un par de panes en su puerta, asegurándose de que estén bien envueltos para mantener el calor. No toca ni llama, sabe que Irena preferiría, no le interesa sostener una conversación. Sigue su camino, deteniéndose en las casas vecinas, casas de otros ancianos y familias que luchan por llegar a fin de mes. Khan no busca agradecimientos ni elogios; simplemente es algo que puede hacer.
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  • ﮩـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ

    Se fue sin despedirse, sabiendo que cualquier intento habría acabado con su determinación. Regresó a los Cárpatos, a la tranquilidad de un pueblo en las montañas que siempre consideró su verdadero hogar, con la esperanza de que su ausencia permita a quienes ama continuar su camino, incluso si eso significa perderlos para siempre.
    ﮩـﮩﮩ٨ـ🫀ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ Se fue sin despedirse, sabiendo que cualquier intento habría acabado con su determinación. Regresó a los Cárpatos, a la tranquilidad de un pueblo en las montañas que siempre consideró su verdadero hogar, con la esperanza de que su ausencia permita a quienes ama continuar su camino, incluso si eso significa perderlos para siempre.
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  • En tanto acondiciona la bodega para pasar la noche en ella junto a Añil Sharp con algo de comodidad, cae en cuenta del manojo de hierbas que descansa en un rincón, colgado del techo. La toca. La siente. La huele. Reconoce la flor y la planta, y un recuerdo del pasado lejano, que creía perdido, vuelve a él. Un canto, una receta. Magia.

    Junto a ese, hay unos cuantos tallos más. Interrumpe la labor dejando la cama a medio hacer para armarse con las hierbas y un atado de raíces guardado, oculto, en una de las estanterías. En un mortero, junto a una generosa cantidad de sal, las muele mientras recita en tono bajo algunas palabras en la vieja lengua de los maiar. Los ojos cerrados y un brillo dorado cubriendo sus dedos.

    "Malos espíritus, no son bienvenidos aquí. Malos espíritus, los expulso de aquí".

    No sabe si funcionará. Si tuviera que apostar, lo haría en contra, sin embargo, no pierde nada con intentar y el fruto de su labor termina en un pequeño plato frente a la puerta del dormitorio donde descansan Tolek Zientek y [Thomas], a modo de barrera para los entes y las pesadillas que acosan al brujo.

    En tanto acondiciona la bodega para pasar la noche en ella junto a [Anil] con algo de comodidad, cae en cuenta del manojo de hierbas que descansa en un rincón, colgado del techo. La toca. La siente. La huele. Reconoce la flor y la planta, y un recuerdo del pasado lejano, que creía perdido, vuelve a él. Un canto, una receta. Magia. Junto a ese, hay unos cuantos tallos más. Interrumpe la labor dejando la cama a medio hacer para armarse con las hierbas y un atado de raíces guardado, oculto, en una de las estanterías. En un mortero, junto a una generosa cantidad de sal, las muele mientras recita en tono bajo algunas palabras en la vieja lengua de los maiar. Los ojos cerrados y un brillo dorado cubriendo sus dedos. "Malos espíritus, no son bienvenidos aquí. Malos espíritus, los expulso de aquí". No sabe si funcionará. Si tuviera que apostar, lo haría en contra, sin embargo, no pierde nada con intentar y el fruto de su labor termina en un pequeño plato frente a la puerta del dormitorio donde descansan [Tolek] y [Thomas], a modo de barrera para los entes y las pesadillas que acosan al brujo.
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  • Es un día lento. Aún no es hora de cerrar, pero salta a la vista que no hay necesidad de seguir horneando.

    Khan interrumpe las labores de Añil Sharp, rompiendo la rutina al abordarle por detrás. Apoyando una mano a cada lado de su cadera, le conduce al banco que ocupa el pequeño espacio entre las estanterías.

    Se sienta primero disponiendo las piernas para que su amante descanse.

    — Mi gente creía que los inmortales, los creadores y los guardianes, aquellos que no trascienden, dejan pequeñas partes de si mismos a lo largo de su existencia, fragmentos de lo que son, chispas de su alma y energía que, al encontrar el entorno indicado, dan pie a una nueva vida —narra para exponer un asunto que hace tiempo, meses quizá, ronda su cabeza.

    Khan es un hombre austero, de mente cerrada y corazón de piedra. No tiene porqué mentir, es honesto, pero tampoco suele encontrar motivos para decir lo que piensa o exponer sus preocupaciones. El lleva más riendas de su vida y nunca pedirá ayuda, pero esto no se trata de eso.

    — Ithladin, princesa del pueblo élfico, era considerada hija de la luna por su afinidad con ella, una afinidad que puede explicarse de cien formas diferentes, se reduce a lo que dicte tu entendimiento y tu fe.
    Es un día lento. Aún no es hora de cerrar, pero salta a la vista que no hay necesidad de seguir horneando. Khan interrumpe las labores de [Anil], rompiendo la rutina al abordarle por detrás. Apoyando una mano a cada lado de su cadera, le conduce al banco que ocupa el pequeño espacio entre las estanterías. Se sienta primero disponiendo las piernas para que su amante descanse. — Mi gente creía que los inmortales, los creadores y los guardianes, aquellos que no trascienden, dejan pequeñas partes de si mismos a lo largo de su existencia, fragmentos de lo que son, chispas de su alma y energía que, al encontrar el entorno indicado, dan pie a una nueva vida —narra para exponer un asunto que hace tiempo, meses quizá, ronda su cabeza. Khan es un hombre austero, de mente cerrada y corazón de piedra. No tiene porqué mentir, es honesto, pero tampoco suele encontrar motivos para decir lo que piensa o exponer sus preocupaciones. El lleva más riendas de su vida y nunca pedirá ayuda, pero esto no se trata de eso. — Ithladin, princesa del pueblo élfico, era considerada hija de la luna por su afinidad con ella, una afinidad que puede explicarse de cien formas diferentes, se reduce a lo que dicte tu entendimiento y tu fe.
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  • — Me gustan tus preguntas —responde de camino por las calles frías, entrelazando los dedos a la mano de Añil Sharp— Y todo lo demás de ti.

    No hay que andar demasiado para dejar atrás las zonas más concurridas para colarse entre caminos estrechos que dan lugar a un callejón que muy pocos conocen. Allí, un glitch les permite acortar el camino hasta el bosque a costo de una pequeña sacudida y algunos flashes, nada en comparación al desgaste y el tiempo que les requeriría llegar a pie, energía que debería ahorrar.

    El bosque se siente aún más frío, solo por un momento, pues se ocupa de extender su aura ígnea para mantener templado el aire alrededor de su amante, procurándole un paseo cómodo. Algunos de cientos de metros más y estarán ante la cabaña de Tolek Zientek, aunque, antes de llegar, Khan baja el ceño mostrándose contrariado; puede sentir cierta hostilidad en el aire.
    — Me gustan tus preguntas —responde de camino por las calles frías, entrelazando los dedos a la mano de [Anil]— Y todo lo demás de ti. No hay que andar demasiado para dejar atrás las zonas más concurridas para colarse entre caminos estrechos que dan lugar a un callejón que muy pocos conocen. Allí, un glitch les permite acortar el camino hasta el bosque a costo de una pequeña sacudida y algunos flashes, nada en comparación al desgaste y el tiempo que les requeriría llegar a pie, energía que debería ahorrar. El bosque se siente aún más frío, solo por un momento, pues se ocupa de extender su aura ígnea para mantener templado el aire alrededor de su amante, procurándole un paseo cómodo. Algunos de cientos de metros más y estarán ante la cabaña de [Tolek], aunque, antes de llegar, Khan baja el ceño mostrándose contrariado; puede sentir cierta hostilidad en el aire.
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