Antaño llamado Čiernik (nombre en desuso), los Chérnikov son una serie de familias descendientes de una misma antepasada bruja. Caídos en el paganismo desde épocas del inicio del cristianismo, el nombre de la familia fue cambiado a Chérnikov a fin de huir de la persecución. Desde entonces, ya radicados en Siberia, continuaron ejerciendo y estudiando todas las ramas mágicas y de brujería bajo el secretismo que ofrecen las tierras glaciares.
  • 2 personajes le gusta
  • 5 Publicaciones
  • 5 Imágenes
  • Categoría Original
  • Propietario(a) Tolek Zientek
  • Información acerca del clan de brujos Chérnikov
  • Fandom Original
Fijado
El mundo es un árbol.
La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses.
El tronco atestigua la cruda vida de los humanos.
Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres.

El señor de los rayos nos vigila.
Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal,
Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan.
Su justicia no es tal, sólo la muerte es real.

Y sólo el señor de los muertos es de fiar.
Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos.
Nos da la oveja y el carnero para criar.
Su música engaña al tiempo.

Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas,
Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades.
Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas,
Qué su magia sea inminente como las calamidades.
El mundo es un árbol. La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses. El tronco atestigua la cruda vida de los humanos. Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres. El señor de los rayos nos vigila. Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal, Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan. Su justicia no es tal, sólo la muerte es real. Y sólo el señor de los muertos es de fiar. Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos. Nos da la oveja y el carnero para criar. Su música engaña al tiempo. Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas, Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades. Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas, Qué su magia sea inminente como las calamidades.
Me encocora
1
0 turnos 0 maullidos 377 vistas
Publicaciones Recientes
  • El Lich de Turujansk.

    Turujansk, Rusia. Finales del siglo XVIII.

    La feria anual reúne a los principales comerciantes de toda Siberia. ¿El motivo? Las pieles, las más valiosas de toda la región.

    Sin embargo, Turujanks no sólo es famosa por su comercio, también lo es por ser hogar para el exiliado. Políticos, traidores, renegados, criminales, desertores y rechazados.

    El clan Chérnikov se estableció en Turujansk hace dos generaciones tras emigrar desde los Urales al sur, y no fue el único. Las guerras de expansión les expulsaron de sus tierras natales para ofrecerles una nueva vida de frente a nuevos horizontes.

    Sucedió que un día, un clan caído en desgracia decidió dejar sus costumbres para reemplazarlas por la práctica de la peletería. ¿Cómo se dio tan trascendental cambio? Tras la muerte catastrófica de los patriarcas que significaban la cabeza de la familia y la guía de sus costumbres paganas. Se perdía así una línea de tradición ancestral y un árbol completo cuyas raíces ya no eran alimentadas por la brujería y la magia.

    Pero un joven se negó a aceptarlo. Ese joven estaba pronto a merecer esposa y quiso que fuera una bruja para garantizarle una esperanza a su clan. Y ojalá las cosas le hubieran sido fáciles o por lo menos propicias, pero la realidad es que un matrimonio entre brujo y bruja no es tan sencillo de conseguir. Primero, se necesita a una bruja y que su clan consienta el mestizaje de sus tradiciones si es que se da el caso. Pero las brujas verdaderas no abundan ni se hacen públicas. La única que este joven conocía ya le había rechazado dos veces.

    Para la tercera vez, el brujo se encomendó a sus ancestros y a la deidad de turno, pero los primeros no aprobaron la práctica pues la bruja en cuestión era una Chérnikov, hija de otras tierras y adoradora de Wolos. El brujo persistió, pese al rechazo de los suyos, ya que necesitaba tomar esa última oportunidad a como diera lugar. Estaba dispuesto a cruzar ciertos límites, a darle la espalda a sus ancestros derrotistas y a escoger otra deidad para fundar su propio clan.

    Escogió el camino más rápido y menos seguro, el camino del sacrificio, y así fue como robó la vida de seis doncellas vírgenes, seis por el número mágico tres que se repite, tres por la familia de dos que engendran a un tercero. Bailó a la luna llena para seducirle y bebió la sangre de las sacrificadas para comprometerse, y así lo hizo por tres noches seguidas antes de declararse por tercera vez.

    Ella se negó por tercera vez.

    El brujo, derrotado, abandonó la esperanza y parte de su corazón. Pero no se rindió. Buscó otra bruja, pero no descubrió a ninguna. En su frustración hizo un nuevo pacto y superó el siguiente de sus límites, cortejaría a cualquier mujer que pareciera apta y forzaría la apertura de su tercer ojo para descubrir su magia. Sin embargo, una tras otra, las mujeres sucumbían a la locura antes que mostrarse capaces para la brujería.

    Las mujeres morían de locura y el brujo empezaba a despertar sospechas, su tiempo se acababa y su cuerpo maduraba haciéndose poco atractivo para las más jóvenes.

    De pronto, el brujo desapareció. Su hogar fue abandonado y su pista perdida como si se lo hubiera tragado la tierra, nadie supo de él hasta que la mayoría lo olvidó.

    Dos décadas después, el brujo volvió. Rejuvenecido, vibrante y lleno de alegría como si ninguna sombra le hubiera tocado jamás. Y una bruja se sintió atraída por él, una joven Chérnikov descendiente de aquella que antes le rechazó, como si el encantamiento hubiera surtido efecto con mucho retraso.

    Al fin, el brujo encontró su felicidad que fue por partida doble cuando la bruja quedó embarazada. Pero fue por poco, pues el bebé falleció. Una y dos veces más, ningún embarazo prosperó. Sin importar cuántos encantos o conjuros hicieran ella y él, su prole no sobrevivía, sin enfermedades ni señales de peste, ningún bebé vivía más de doce días.

    El brujo creció en angustia y sospecha, creyó que ella estaba maldita o que mataba a los bebés en nombre de un clan resentido. Por eso, el día que la bruja quedó encinta una vez más, el brujo tomó medidas. Encerró a la bruja y le prohibió cualquier contacto con el exterior, le ató las muñecas y los pies para que no pudiera soltarse de la cama y le cubrió la boca para que fuera incapaz de recitar conjuro alguno.

    Pero no contó con los viajes astrales de los que ella era capaz.

    El clan Chérnikov cayó en amenazas al rescate de su pariente y el brujo no pudo más que ceder aunque ardiendo en profundo rencor, que por intenso que fuera, no podría rivalizar contra toda la familia que se llevó a la mujer.

    El bebé, por cierto, ni siquiera llegó a término.

    El brujo, cuyo odio fermentó hasta hacerse peligroso con cada día que pasaba, finalmente cruzó el último de los límites. Vendió su alma a cambio de la inmortalidad y compró así todo el poder que pudiera necesitar para vencer al clan Chérnikov a fin de recuperar a su mujer.

    El brujo se convirtió en lo que se conoce como un Lich, un peligroso monstruo muerto viviente que todos los clanes acordaron destruir.

    Y así fue como sucedió la guerra de los clanes paganos contra el Lich de Turujansk.
    El Lich de Turujansk. Turujansk, Rusia. Finales del siglo XVIII. La feria anual reúne a los principales comerciantes de toda Siberia. ¿El motivo? Las pieles, las más valiosas de toda la región. Sin embargo, Turujanks no sólo es famosa por su comercio, también lo es por ser hogar para el exiliado. Políticos, traidores, renegados, criminales, desertores y rechazados. El clan Chérnikov se estableció en Turujansk hace dos generaciones tras emigrar desde los Urales al sur, y no fue el único. Las guerras de expansión les expulsaron de sus tierras natales para ofrecerles una nueva vida de frente a nuevos horizontes. Sucedió que un día, un clan caído en desgracia decidió dejar sus costumbres para reemplazarlas por la práctica de la peletería. ¿Cómo se dio tan trascendental cambio? Tras la muerte catastrófica de los patriarcas que significaban la cabeza de la familia y la guía de sus costumbres paganas. Se perdía así una línea de tradición ancestral y un árbol completo cuyas raíces ya no eran alimentadas por la brujería y la magia. Pero un joven se negó a aceptarlo. Ese joven estaba pronto a merecer esposa y quiso que fuera una bruja para garantizarle una esperanza a su clan. Y ojalá las cosas le hubieran sido fáciles o por lo menos propicias, pero la realidad es que un matrimonio entre brujo y bruja no es tan sencillo de conseguir. Primero, se necesita a una bruja y que su clan consienta el mestizaje de sus tradiciones si es que se da el caso. Pero las brujas verdaderas no abundan ni se hacen públicas. La única que este joven conocía ya le había rechazado dos veces. Para la tercera vez, el brujo se encomendó a sus ancestros y a la deidad de turno, pero los primeros no aprobaron la práctica pues la bruja en cuestión era una Chérnikov, hija de otras tierras y adoradora de Wolos. El brujo persistió, pese al rechazo de los suyos, ya que necesitaba tomar esa última oportunidad a como diera lugar. Estaba dispuesto a cruzar ciertos límites, a darle la espalda a sus ancestros derrotistas y a escoger otra deidad para fundar su propio clan. Escogió el camino más rápido y menos seguro, el camino del sacrificio, y así fue como robó la vida de seis doncellas vírgenes, seis por el número mágico tres que se repite, tres por la familia de dos que engendran a un tercero. Bailó a la luna llena para seducirle y bebió la sangre de las sacrificadas para comprometerse, y así lo hizo por tres noches seguidas antes de declararse por tercera vez. Ella se negó por tercera vez. El brujo, derrotado, abandonó la esperanza y parte de su corazón. Pero no se rindió. Buscó otra bruja, pero no descubrió a ninguna. En su frustración hizo un nuevo pacto y superó el siguiente de sus límites, cortejaría a cualquier mujer que pareciera apta y forzaría la apertura de su tercer ojo para descubrir su magia. Sin embargo, una tras otra, las mujeres sucumbían a la locura antes que mostrarse capaces para la brujería. Las mujeres morían de locura y el brujo empezaba a despertar sospechas, su tiempo se acababa y su cuerpo maduraba haciéndose poco atractivo para las más jóvenes. De pronto, el brujo desapareció. Su hogar fue abandonado y su pista perdida como si se lo hubiera tragado la tierra, nadie supo de él hasta que la mayoría lo olvidó. Dos décadas después, el brujo volvió. Rejuvenecido, vibrante y lleno de alegría como si ninguna sombra le hubiera tocado jamás. Y una bruja se sintió atraída por él, una joven Chérnikov descendiente de aquella que antes le rechazó, como si el encantamiento hubiera surtido efecto con mucho retraso. Al fin, el brujo encontró su felicidad que fue por partida doble cuando la bruja quedó embarazada. Pero fue por poco, pues el bebé falleció. Una y dos veces más, ningún embarazo prosperó. Sin importar cuántos encantos o conjuros hicieran ella y él, su prole no sobrevivía, sin enfermedades ni señales de peste, ningún bebé vivía más de doce días. El brujo creció en angustia y sospecha, creyó que ella estaba maldita o que mataba a los bebés en nombre de un clan resentido. Por eso, el día que la bruja quedó encinta una vez más, el brujo tomó medidas. Encerró a la bruja y le prohibió cualquier contacto con el exterior, le ató las muñecas y los pies para que no pudiera soltarse de la cama y le cubrió la boca para que fuera incapaz de recitar conjuro alguno. Pero no contó con los viajes astrales de los que ella era capaz. El clan Chérnikov cayó en amenazas al rescate de su pariente y el brujo no pudo más que ceder aunque ardiendo en profundo rencor, que por intenso que fuera, no podría rivalizar contra toda la familia que se llevó a la mujer. El bebé, por cierto, ni siquiera llegó a término. El brujo, cuyo odio fermentó hasta hacerse peligroso con cada día que pasaba, finalmente cruzó el último de los límites. Vendió su alma a cambio de la inmortalidad y compró así todo el poder que pudiera necesitar para vencer al clan Chérnikov a fin de recuperar a su mujer. El brujo se convirtió en lo que se conoce como un Lich, un peligroso monstruo muerto viviente que todos los clanes acordaron destruir. Y así fue como sucedió la guerra de los clanes paganos contra el Lich de Turujansk.
    0 turnos 0 maullidos 476 vistas
  • Дзiкае Паляванн (Cacería Salvaje)

    La cacería salvaje es el nombre de una práctica pagana relacionada con la brujería del norte de Europa.

    Un ejército de espíritus y criaturas es invocado por un o una líder con suficiente poder como para hacerles caer en trance para cometer actos determinados. Ya sea para atormentar a los vivos, para castigar a los injustos, para arruinar cosechas, para ejecutar maleficios, etc. Dependiendo del poder del señor o señora de la caza, el motivo puede variar.

    Suele suceder que muchos brujos y brujas incautos, novatos o ignorantes de su naturaleza, se vean arrastrados en espíritu mientras duermen para ser forzados a formar parte del ejército en trance. Los más experimentados saben protegerse del secuestro y/o mantenerse conscientes para aceptar o negarse a participar, e incluso mientras son parte de la cacería.

    Las víctimas de este ejército pueden variar según el propósito del o la guía, pero por lo general se componen de gente normal y corriente. Se les arrebata la cordura, se les maldice, se les lleva a experimentar alucinaciones colectivas, se les ofrece como alimento a demonios, se les condena a vagar como fantasmas, se les roba el alma para dejar un cuerpo muerto en vida vulnerable y sin voluntad. O simplemente se le unía en espíritu al ejército.

    Pero también se organizaban cacerías salvajes para proteger pueblos enteros de la invasión demoníaca, para ahuyentar animales o criaturas salvajes, para bendecir las tierras o simplemente para celebrar en espíritu cuando las circunstancias no lo permitían en cuerpo, como cuando las nevadas impedían los viajes o la enfermedad oprimía las libertades.

    El clan Chérnikov solía conducir cacerías salvajes con el propósito de rendir tributo al inframundo y así obtener mayor poder de parte de su dios patrono. Sus motivaciones variaban dependiendo de quien liderara la caza y podían ser tanto de muerte como de vida. Y fue a causa de esta misma tradición que el clan experimentó una de sus épocas más oscuras, cuando un brujo corrompido por su deseo de alcanzar la inmortalidad les fue secuestrando uno por uno, arrebatándoles en espíritu para cosechar sus dones, dejando atrás un despojo de ser humano frágil y enfermizo que pronto era consumido por la podredumbre... en vida.
    Дзiкае Паляванн (Cacería Salvaje) La cacería salvaje es el nombre de una práctica pagana relacionada con la brujería del norte de Europa. Un ejército de espíritus y criaturas es invocado por un o una líder con suficiente poder como para hacerles caer en trance para cometer actos determinados. Ya sea para atormentar a los vivos, para castigar a los injustos, para arruinar cosechas, para ejecutar maleficios, etc. Dependiendo del poder del señor o señora de la caza, el motivo puede variar. Suele suceder que muchos brujos y brujas incautos, novatos o ignorantes de su naturaleza, se vean arrastrados en espíritu mientras duermen para ser forzados a formar parte del ejército en trance. Los más experimentados saben protegerse del secuestro y/o mantenerse conscientes para aceptar o negarse a participar, e incluso mientras son parte de la cacería. Las víctimas de este ejército pueden variar según el propósito del o la guía, pero por lo general se componen de gente normal y corriente. Se les arrebata la cordura, se les maldice, se les lleva a experimentar alucinaciones colectivas, se les ofrece como alimento a demonios, se les condena a vagar como fantasmas, se les roba el alma para dejar un cuerpo muerto en vida vulnerable y sin voluntad. O simplemente se le unía en espíritu al ejército. Pero también se organizaban cacerías salvajes para proteger pueblos enteros de la invasión demoníaca, para ahuyentar animales o criaturas salvajes, para bendecir las tierras o simplemente para celebrar en espíritu cuando las circunstancias no lo permitían en cuerpo, como cuando las nevadas impedían los viajes o la enfermedad oprimía las libertades. El clan Chérnikov solía conducir cacerías salvajes con el propósito de rendir tributo al inframundo y así obtener mayor poder de parte de su dios patrono. Sus motivaciones variaban dependiendo de quien liderara la caza y podían ser tanto de muerte como de vida. Y fue a causa de esta misma tradición que el clan experimentó una de sus épocas más oscuras, cuando un brujo corrompido por su deseo de alcanzar la inmortalidad les fue secuestrando uno por uno, arrebatándoles en espíritu para cosechar sus dones, dejando atrás un despojo de ser humano frágil y enfermizo que pronto era consumido por la podredumbre... en vida.
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos 508 vistas
  • El mundo es un árbol.
    La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses.
    El tronco atestigua la cruda vida de los humanos.
    Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres.

    El señor de los rayos nos vigila.
    Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal,
    Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan.
    Su justicia no es tal, sólo la muerte es real.

    Y sólo el señor de los muertos es de fiar.
    Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos.
    Nos da la oveja y el carnero para criar.
    Su música engaña al tiempo.

    Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas,
    Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades.
    Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas,
    Qué su magia sea inminente como las calamidades.
    El mundo es un árbol. La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses. El tronco atestigua la cruda vida de los humanos. Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres. El señor de los rayos nos vigila. Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal, Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan. Su justicia no es tal, sólo la muerte es real. Y sólo el señor de los muertos es de fiar. Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos. Nos da la oveja y el carnero para criar. Su música engaña al tiempo. Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas, Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades. Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas, Qué su magia sea inminente como las calamidades.
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos 377 vistas
  • 0 comentarios 0 compartidos 280 vistas
  • 0 comentarios 0 compartidos 287 vistas
Ver más…