༻ ⟪ ⋆★⋆ ⟫ ༺
⟪ Callsign: VIPER ⟫
Nombre: Kalhi NigDurgae.
Edad: 32 años. Altura: 176 cm.
Peso: 76 kg. Origen: EAU.
Raza: Naga (Interventor).
══════ ⋆★⋆ ══════
Fᴜᴇʀᴢᴀs Esᴘᴇᴄɪᴀʟᴇs
══════ ⋆★⋆ ══════
Afiliado a〚 DURGA 〛
Rango: Teniente.
⠉⠉⠉



[Portada: https://www.artstation.com/shott]
  • Género Otro
  • Raza Naga
  • Fandom OC
  • Mercenaria
  • Soltero(a)
  • 62 Publicaciones
  • 53 Escenas
  • Se unió en julio 2024
  • 124 Visitas perfil
Otra información
  • Tipo de personaje
    2D
  • Longitud narrativa
    Semi-párrafo , Párrafo
  • Categorías de rol
    Acción , Aventura , Drama , Fantasía , Romance , Original
Fijado
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Tenlo en cuenta al responder.
IMPORTANTE, leer antes de joder:

OC Shapeshifter: Kalhi puede ser chica o chico.
NO negociable: Kalhi mantiene su cualidad de shapeshifter 𝐄𝐍 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎 y no es "averiguable" (ni dioses, ni oler la raza, ni clarividencia, ni en 🫙).
NO negociable: Kalhi posee la habilidad de sintetizar venenos y/o antídotos basados en cualquier entidad viva (sintetiza toxinas específicas dañinas para seres sobrenaturales, además de antídotos).
NO negociable: Kalhi utiliza dos espadas cortas rituales capaces de atravesar cualquier materia (sí, cualquiera, con mayor o menor dificultad).
NO negociable: Kalhi se regenera muy rápidamente (no instantáneamente, sujeto a gravedad/naturaleza del daño y las reservas energéticas de Kalhi).

→ No está relacionada con la milicia. Es civil.
→ Operador de fuerzas especiales. En contexto profesional se le conoce por su alias "Viper".

Lista de personajes que saben su secreto cambiaforma:
Monster. WhiteGlint. Hiro. Wolf. Vidhi.
Suelo aclarar al inicio de cada rol si Kalhi va de "el naga" o "la naga".
☠️ IMPORTANTE, leer antes de joder: 📌 OC Shapeshifter: Kalhi puede ser chica o chico. 📌 NO negociable: Kalhi mantiene su cualidad de shapeshifter 𝐄𝐍 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎 y no es "averiguable" (ni dioses, ni oler la raza, ni clarividencia, ni 🐤 en 🫙). 📌 NO negociable: Kalhi posee la habilidad de sintetizar venenos y/o antídotos basados en cualquier entidad viva (sintetiza toxinas específicas dañinas para seres sobrenaturales, además de antídotos). 📌 NO negociable: Kalhi utiliza dos espadas cortas rituales capaces de atravesar cualquier materia (sí, cualquiera, con mayor o menor dificultad). 📌 NO negociable: Kalhi se regenera muy rápidamente (no instantáneamente, sujeto a gravedad/naturaleza del daño y las reservas energéticas de Kalhi). ♀️ → No está relacionada con la milicia. Es civil. ♂️ → Operador de fuerzas especiales. En contexto profesional se le conoce por su alias "Viper". 🐍 Lista de personajes que saben su secreto cambiaforma: Monster. WhiteGlint. Hiro. Wolf. Vidhi. 🐍 Suelo aclarar al inicio de cada rol si Kalhi va de "el naga" o "la naga".
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  • "Pagar por sexo. ¿Por qué no? Cobrar por un buen servicio otorga dignidad. Y no hay nada más sensual que la dignidad bien vestida."

    "Las gratis aburren ya, como las que creen que tener mucha carne las hace especiales, y encima se ofrecen desnudas, como si no fueran todas iguales."

    "Mismo cabello de moda, mismo complejo de princesa sin reino ni realeza ni clase. Mismos tacones, mismo maquillaje, todas sin ropa. Como filetes en un escaparate de carnicería. Si las colgaras en filas y les cortaras las cabezas, ya no podrías distinguir un par de ubres de otras."

    "Mientras tanto, las mujeres que realmente interesan, apenas se ven. Están muy ocupadas queriéndose a sí mismas, siendo especiales, dedicándose a sus cosas. Valiendo la pena, valiendo cada centavo que deseen cobrar."

    El naga pidió autorización antes de compartir la foto junto al número de la señorita en cuestión. Sus colegas lo agradecerían tanto como él.
    "Pagar por sexo. ¿Por qué no? Cobrar por un buen servicio otorga dignidad. Y no hay nada más sensual que la dignidad bien vestida." "Las gratis aburren ya, como las que creen que tener mucha carne las hace especiales, y encima se ofrecen desnudas, como si no fueran todas iguales." "Mismo cabello de moda, mismo complejo de princesa sin reino ni realeza ni clase. Mismos tacones, mismo maquillaje, todas sin ropa. Como filetes en un escaparate de carnicería. Si las colgaras en filas y les cortaras las cabezas, ya no podrías distinguir un par de ubres de otras." "Mientras tanto, las mujeres que realmente interesan, apenas se ven. Están muy ocupadas queriéndose a sí mismas, siendo especiales, dedicándose a sus cosas. Valiendo la pena, valiendo cada centavo que deseen cobrar." El naga pidió autorización antes de compartir la foto junto al número de la señorita en cuestión. Sus colegas lo agradecerían tanto como él.
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  • ⎣ Segundo Contacto. ⎤

    Viper avanzaba arrastrándose entre muros derretidos y cadáveres medio disueltos.

    El corazón de la criatura latía como un tambor de guerra, oculto en algún punto de la oscuridad. Cada pulsación se sentía en el acero doblado, vibrando en los cimientos.

    Ya la había visto una vez. Bastaba con eso.

    "Ocho extremidades. Flanco izquierdo expuesto tras cargar. Siente el miedo. Carga sin medida, no le importa herirse a sí misma en el proceso. La sangre que salpica es corrosiva".

    Encendió su linterna de emergencia. Nunca la necesitaba dada su visión nocturna. Pero esta vez requería de una fuente de luz blanca constante. La criatura parecía temerle, era su única ventaja.
    Dos minutos de batería.
    Nada más.

    Y el silencio se acabó.

    "Lúgubre" cayó desde lo alto como un alud de carne, huesos y furia. Viper rodó hacia un costado justo a tiempo. La criatura embistió contra una pared, se rompió la cabeza y siguió andando como si nada. La sangre que brotó no era sangre: era una sustancia oscura, viscosa, con vida propia.

    Una gota salpicó el brazo de Viper. La tela se deshizo, la piel se oscureció al instante. Era necrosis acelerada.
    Sin vacilar, sacó su cuchillo táctico y cortó la zona afectada de un tajo. Sin anestesia. Sin sonido alguno.
    Si no lo hacía, perdería el brazo.
    Ya lo había visto pasar.

    El monstruo giró la cabeza, sus múltiples mandíbulas crispándose en direcciones sin lógica anatómica.

    Viper se agazapó. Respiró una vez. Encendió su linterna y bañó de luz los ojos de Lúgubre, que sacudió la cabeza, enceguecido. Alzó el lanzagranadas y apuntó a una de las patas traseras. Disparó una granada de fósforo, la explosión y el posterior incendio desmaterializó buena parte de los músculos retorcidos que sostenían la pata. Disparó una vez más, esta vez hacia el techo, y las vigas de acero derretido cayeron de lo más alto alrededor y encima de la criatura. Estaba encerrada. Inmovilizada.

    Era todo lo que Viper necesitaba.

    Se acercó y saltó, cayó sobre el lomo resbaladizo de sangre corrosiva y carne expuesta. Sus botas se quemaron, después sus pies. Clavó la jeringa con la toxina modificada directo entre las vértebras de la columna expuesta, entre placas óseas abiertas como galletas picadas.

    El veneno interrumpiría el latido interdimensional de la criatura, desconectándola de su fuente vital.

    Lúgubre chilló, aunque sin ruido: con vibración. Una ráfaga de infrasonidos que aturdieron el oído de serpiente del naga.

    Viper se tambaleó y cayó, resbaló por el costado de la criatura hasta dar contra el suelo. Y Lúgubre sacudió las patas en el aire, víctima de un infarto interdimensional. De pronto, clavó sus patas contra el piso, una de ellas atravesó a Viper de lado a lado.

    Lúgubre convulsionó, luego comenzó a inclinarse. Hasta que cayó de costado, aplastando las piernas de Viper.

    Viper sintió como su sangre se mezclaba con la de la criatura en un charco debajo de ambos, luego sintió su cuerpo deteriorándose, sus piernas empezaban a necrosarse. La corrosión de Lúgubre le alcanzaba. Pero no avanzó más allá, su propia regeneración se adaptaba a la corrosión para neutralizarla.

    ¿Sería su cuerpo capaz de restituir la carne necrosada?
    No estaría despierto para descubrirlo.
    ⎣ Segundo Contacto. ⎤ Viper avanzaba arrastrándose entre muros derretidos y cadáveres medio disueltos. El corazón de la criatura latía como un tambor de guerra, oculto en algún punto de la oscuridad. Cada pulsación se sentía en el acero doblado, vibrando en los cimientos. Ya la había visto una vez. Bastaba con eso. "Ocho extremidades. Flanco izquierdo expuesto tras cargar. Siente el miedo. Carga sin medida, no le importa herirse a sí misma en el proceso. La sangre que salpica es corrosiva". Encendió su linterna de emergencia. Nunca la necesitaba dada su visión nocturna. Pero esta vez requería de una fuente de luz blanca constante. La criatura parecía temerle, era su única ventaja. Dos minutos de batería. Nada más. Y el silencio se acabó. "Lúgubre" cayó desde lo alto como un alud de carne, huesos y furia. Viper rodó hacia un costado justo a tiempo. La criatura embistió contra una pared, se rompió la cabeza y siguió andando como si nada. La sangre que brotó no era sangre: era una sustancia oscura, viscosa, con vida propia. Una gota salpicó el brazo de Viper. La tela se deshizo, la piel se oscureció al instante. Era necrosis acelerada. Sin vacilar, sacó su cuchillo táctico y cortó la zona afectada de un tajo. Sin anestesia. Sin sonido alguno. Si no lo hacía, perdería el brazo. Ya lo había visto pasar. El monstruo giró la cabeza, sus múltiples mandíbulas crispándose en direcciones sin lógica anatómica. Viper se agazapó. Respiró una vez. Encendió su linterna y bañó de luz los ojos de Lúgubre, que sacudió la cabeza, enceguecido. Alzó el lanzagranadas y apuntó a una de las patas traseras. Disparó una granada de fósforo, la explosión y el posterior incendio desmaterializó buena parte de los músculos retorcidos que sostenían la pata. Disparó una vez más, esta vez hacia el techo, y las vigas de acero derretido cayeron de lo más alto alrededor y encima de la criatura. Estaba encerrada. Inmovilizada. Era todo lo que Viper necesitaba. Se acercó y saltó, cayó sobre el lomo resbaladizo de sangre corrosiva y carne expuesta. Sus botas se quemaron, después sus pies. Clavó la jeringa con la toxina modificada directo entre las vértebras de la columna expuesta, entre placas óseas abiertas como galletas picadas. El veneno interrumpiría el latido interdimensional de la criatura, desconectándola de su fuente vital. Lúgubre chilló, aunque sin ruido: con vibración. Una ráfaga de infrasonidos que aturdieron el oído de serpiente del naga. Viper se tambaleó y cayó, resbaló por el costado de la criatura hasta dar contra el suelo. Y Lúgubre sacudió las patas en el aire, víctima de un infarto interdimensional. De pronto, clavó sus patas contra el piso, una de ellas atravesó a Viper de lado a lado. Lúgubre convulsionó, luego comenzó a inclinarse. Hasta que cayó de costado, aplastando las piernas de Viper. Viper sintió como su sangre se mezclaba con la de la criatura en un charco debajo de ambos, luego sintió su cuerpo deteriorándose, sus piernas empezaban a necrosarse. La corrosión de Lúgubre le alcanzaba. Pero no avanzó más allá, su propia regeneración se adaptaba a la corrosión para neutralizarla. ¿Sería su cuerpo capaz de restituir la carne necrosada? No estaría despierto para descubrirlo.
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  • Fue otro rechazo como cualquier otro. ¿O no? No. Parecía que no.

    Sus compañeros le vieron ensimismado, más distante de lo normal -lo cual era mucho decir- mientras se ajustaba el chaleco. Más callado de lo normal, mientras adhería equipamiento.

    Viper no reparó en las miradas ajenas. ¿Para qué? A nadie le importaba.

    Porque, al final... ¿Qué valor podría tener alguien que ni los condenados desean tener cerca?

    Luego se enderezó. Otra misión lo esperaba. Otra excusa para no pensar. Otra noche más para perderse entre órdenes y silencio.
    Fue otro rechazo como cualquier otro. ¿O no? No. Parecía que no. Sus compañeros le vieron ensimismado, más distante de lo normal -lo cual era mucho decir- mientras se ajustaba el chaleco. Más callado de lo normal, mientras adhería equipamiento. Viper no reparó en las miradas ajenas. ¿Para qué? A nadie le importaba. Porque, al final... ¿Qué valor podría tener alguien que ni los condenados desean tener cerca? Luego se enderezó. Otra misión lo esperaba. Otra excusa para no pensar. Otra noche más para perderse entre órdenes y silencio.
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  • ⎣ Primer Contacto. ⎤

    A medio metro del suelo. Inmóvil. Enraizado contra un rincón de la habitación. Unas hebras negras salían de su espalda adhiriéndose al concreto y el ladrillo como si fueran venas.

    La criatura a la que pertenecía el rastro térmico que Viper vio, estaba ahí. Adentro de la sala al final del corredor en espiral, tal y como había dicho Ekkora.

    Viper sabía que no estaba inactiva como parecía. Su rostro vacío, literalmente, no parecía inerte. De repente, ese rostro le miró.

    Ese hueco en medio de la cabeza donde debería haber una cara, ese vacío de pareidolia que angustiaría a cualquiera. A Viper no le afectó... tanto. Su autocontrol ya estaba bien curtido.

    La criatura, sin embargo, ladeó la cabeza. Lo había sentido, que no visto. Pero parecía confundida, como si la reacción de Viper le desconcertara.

    — No.

    Dijo Viper. Fue una advertencia y nada más. Una que parecía carecer de sentido para la criatura. No lo comprendió, o no dio señales de ello. El naga no tenía los dotes de Ekkora para comunicarse en el idioma de las anomalías.

    Viper, que se había detenido en la puerta, echó a andar de nuevo. Sólo traía un cuchillo corriente en la mano.

    Las venas palpitaron una vez, dos veces. Describían un ritmo, un patrón... que reconoció como el de su propio corazón.

    — No ves... pero sientes.

    ¿La criatura intentaba comunicarse?
    ¿Qué estaría queriendo decirle?
    ¿Estaría analizándole?

    La última posibilidad despertó el modo defensivo en Viper. Su corazón se aceleró apenas lo suficiente como para suministrar la adrenalina de forma más eficiente.

    Eso activó a la criatura.

    Una explosión psíquica le atravesó el cráneo. Su mente, aturdida como si acabara de salir de una licuadora, batallaba por recuperar el control de sus sentidos. Viper se tambaleó y apretó los colmillos. Sintió como la criatura se desprendía entre crujidos estremecedores. Sus venas se convirtieron en rígidas lanzas. La criatura embistió con desconcertante velocidad, pero Viper evadió las lanzas rodando por el piso hacia un costado.

    Un pilar fue su refugio. Allí descubrió que le ardía el brazo, tenía una herida que sangraba sin control, como si aún hubiera carne a la que irrigar. Pero le faltaba un trozo del músculo como si nunca hubiera estado ahí, sin piel.

    Esa fue la primera vez que se enfrentó a una herida dimensional. Su cuerpo no sabía qué hacer, ni siquiera comprendía que estaba herido.

    No tuvo tiempo de pensar en ello. La criatura volvía a abalanzarse contra él con pasos que no hacían ruido. Y pudo ver que, un segundo antes de que una lanza casi le atravesara la cabeza, algo brilló en el interior que creyó vacío de la criatura.

    Un núcleo.

    Viper se alejó a trompicones, saltando de un lado a otro con improvisada torpeza. Se guardó el cuchillo, desenfundó sus espadas gemelas y buscó ponerse a cubierto.

    Otra descarga psíquica le sacudió la cabeza y supo que estaría vulnerable y expuesto por al menos un par de segundos. Sin sentidos.

    Cuando se recuperó, una punzada de dolor le atravesaba el pecho de lado a lado. La criatura estaba frente a él, sus tentáculos clavándosele en el pecho quién sabe en cuántos sitios. La frustración le inundó de pies a cabeza, pero supo que no todo estaba perdido cuando vio que la abertura brillaba.

    El núcleo estaba expuesto.

    Viper clavó la espada que sostenía con el brazo sano, la hundió presionando con fuerza en el hueco de la criatura. Y esta, desconcertada por el daño que le hacía un arma que aparentaba ser como tantas otras que no fueron efectivas, no gritó. Su desesperación fue como una onda expansiva silenciosa. Como si la gravedad se sacudiera. Cuando la criatura cayó, quemándose lentamente en su propio plano, las venas se retorcieron como gusanos en sal.

    Para cuando la paz regresó, Viper ya no estaba ahí.
    Usó su último resquicio de consciencia para teletransportarse de regreso a casa.
    ⎣ Primer Contacto. ⎤ A medio metro del suelo. Inmóvil. Enraizado contra un rincón de la habitación. Unas hebras negras salían de su espalda adhiriéndose al concreto y el ladrillo como si fueran venas. La criatura a la que pertenecía el rastro térmico que Viper vio, estaba ahí. Adentro de la sala al final del corredor en espiral, tal y como había dicho Ekkora. Viper sabía que no estaba inactiva como parecía. Su rostro vacío, literalmente, no parecía inerte. De repente, ese rostro le miró. Ese hueco en medio de la cabeza donde debería haber una cara, ese vacío de pareidolia que angustiaría a cualquiera. A Viper no le afectó... tanto. Su autocontrol ya estaba bien curtido. La criatura, sin embargo, ladeó la cabeza. Lo había sentido, que no visto. Pero parecía confundida, como si la reacción de Viper le desconcertara. — No. Dijo Viper. Fue una advertencia y nada más. Una que parecía carecer de sentido para la criatura. No lo comprendió, o no dio señales de ello. El naga no tenía los dotes de Ekkora para comunicarse en el idioma de las anomalías. Viper, que se había detenido en la puerta, echó a andar de nuevo. Sólo traía un cuchillo corriente en la mano. Las venas palpitaron una vez, dos veces. Describían un ritmo, un patrón... que reconoció como el de su propio corazón. — No ves... pero sientes. ¿La criatura intentaba comunicarse? ¿Qué estaría queriendo decirle? ¿Estaría analizándole? La última posibilidad despertó el modo defensivo en Viper. Su corazón se aceleró apenas lo suficiente como para suministrar la adrenalina de forma más eficiente. Eso activó a la criatura. Una explosión psíquica le atravesó el cráneo. Su mente, aturdida como si acabara de salir de una licuadora, batallaba por recuperar el control de sus sentidos. Viper se tambaleó y apretó los colmillos. Sintió como la criatura se desprendía entre crujidos estremecedores. Sus venas se convirtieron en rígidas lanzas. La criatura embistió con desconcertante velocidad, pero Viper evadió las lanzas rodando por el piso hacia un costado. Un pilar fue su refugio. Allí descubrió que le ardía el brazo, tenía una herida que sangraba sin control, como si aún hubiera carne a la que irrigar. Pero le faltaba un trozo del músculo como si nunca hubiera estado ahí, sin piel. Esa fue la primera vez que se enfrentó a una herida dimensional. Su cuerpo no sabía qué hacer, ni siquiera comprendía que estaba herido. No tuvo tiempo de pensar en ello. La criatura volvía a abalanzarse contra él con pasos que no hacían ruido. Y pudo ver que, un segundo antes de que una lanza casi le atravesara la cabeza, algo brilló en el interior que creyó vacío de la criatura. Un núcleo. Viper se alejó a trompicones, saltando de un lado a otro con improvisada torpeza. Se guardó el cuchillo, desenfundó sus espadas gemelas y buscó ponerse a cubierto. Otra descarga psíquica le sacudió la cabeza y supo que estaría vulnerable y expuesto por al menos un par de segundos. Sin sentidos. Cuando se recuperó, una punzada de dolor le atravesaba el pecho de lado a lado. La criatura estaba frente a él, sus tentáculos clavándosele en el pecho quién sabe en cuántos sitios. La frustración le inundó de pies a cabeza, pero supo que no todo estaba perdido cuando vio que la abertura brillaba. El núcleo estaba expuesto. Viper clavó la espada que sostenía con el brazo sano, la hundió presionando con fuerza en el hueco de la criatura. Y esta, desconcertada por el daño que le hacía un arma que aparentaba ser como tantas otras que no fueron efectivas, no gritó. Su desesperación fue como una onda expansiva silenciosa. Como si la gravedad se sacudiera. Cuando la criatura cayó, quemándose lentamente en su propio plano, las venas se retorcieron como gusanos en sal. Para cuando la paz regresó, Viper ya no estaba ahí. Usó su último resquicio de consciencia para teletransportarse de regreso a casa.
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  • — Y es que al final, te vas a ir tal y como viniste: solo. Si tuviste suerte, quizás alguien te extrañe... al menos por un par de días. Pero, en general, ya que nadie te podrá volver a usar... a nadie le va a importar.
    — Y es que al final, te vas a ir tal y como viniste: solo. Si tuviste suerte, quizás alguien te extrañe... al menos por un par de días. Pero, en general, ya que nadie te podrá volver a usar... a nadie le va a importar.
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