• ❥Gracias por quedarte conmigo a decorar la calle, es muy tarde y pareces estar cansado así que te veré la próxima vez...

    -Noto como la persona contraria parecía tener una cara triste, al menos así es en sus ojos. Extendió los brazos ofreciendo un abrazo-

    ❥No será la última vez que nos veamos! Puedes sonreír para mí?
    ❥Gracias por quedarte conmigo a decorar la calle, es muy tarde y pareces estar cansado así que te veré la próxima vez... -Noto como la persona contraria parecía tener una cara triste, al menos así es en sus ojos. Extendió los brazos ofreciendo un abrazo- ❥No será la última vez que nos veamos! Puedes sonreír para mí?
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  • —De repente, abrió los ojos. No reconocía la estancia pero, al menos sabía que allí estaba Husk. O lo estuvo, pues la ultima vez que le vio, Ángel ya estaba medio inconsciente.

    Por fortuna, parecía que estaba fuera de peligro, aún así necesitaba una explicación —
    —De repente, abrió los ojos. No reconocía la estancia pero, al menos sabía que allí estaba Husk. O lo estuvo, pues la ultima vez que le vio, Ángel ya estaba medio inconsciente. Por fortuna, parecía que estaba fuera de peligro, aún así necesitaba una explicación —
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  • La luna llena se alzaba imponente en el cielo despejado, su luz plateada bañando el bosque en una quietud aterradora. Bipper lo sentía en lo más profundo de su ser, una energía latente que se acumulaba lentamente desde el primer destello de la luna. Sabía lo que venía. Cada fibra de su cuerpo lo advertía, y aunque lo había vivido antes, el terror de perderse una vez más ante la bestia nunca desaparecía. Su respiración se volvía más pesada, su corazón martilleaba en sus oídos, y una sensación de urgencia lo envolvía mientras caminaba entre los árboles.

    El bosque parecía mantener el aliento, las hojas inmóviles bajo la brisa gélida de la noche. Bipper avanzaba, sus pasos tambaleantes, como si algo dentro de él comenzara a luchar por el control. Era cuestión de tiempo. Un dolor sordo se instaló en su pecho, extendiéndose hacia sus extremidades. El sudor cubría su frente, a pesar del aire frío que lo rodeaba. Con un jadeo, cayó de rodillas.

    El primer latigazo de dolor lo atravesó, arrancándole un grito ahogado. La transformación había comenzado. Sentía sus huesos retorciéndose, alargándose y rompiéndose bajo su piel. Sus músculos se hinchaban, las garras emergían lentamente de sus dedos, desgarrando la tierra bajo sus manos. Su piel se estremecía mientras las venas se marcaban como líneas oscuras. Los colmillos brotaban de su mandíbula, afilados y amenazantes. Los ojos, que alguna vez fueron de un azul profundo, comenzaron a cambiar. Un resplandor rojo, como brasas encendidas, reemplazó el azul mientras la conciencia de Bipper se desvanecía, ahogada por el rugido de la bestia.

    Las runas, siempre presentes bajo su piel, se encendieron con un fulgor carmesí, como si respondieran al llamado de la luna llena. Ya no era Bipper. La criatura que ahora se alzaba era mucho más antigua, más salvaje. El Gran Alfa había despertado. Su cuerpo enorme y monstruoso respiraba poder y furia desatada. Las garras se enterraron en la tierra mientras sus ojos rojos, brillantes como brasas, escaneaban el entorno.

    El bosque lo sentía. Los animales, conscientes de su presencia, huían en silencio. Los sonidos nocturnos, el viento susurrante, el crujir de las hojas, todo se volvía más agudo, más penetrante. Pero la bestia no prestaba atención. No esta vez. Había algo más, una urgencia distinta, un vacío en su pecho que lo empujaba a buscar. La necesidad de encontrar algo, alguien, lo impulsaba en cada luna llena. Y esta noche no sería diferente.

    El aroma de la noche lo inundaba, los olores del bosque se mezclaban con el viento. Pero había un olor distinto, algo que despertaba un instinto más profundo. Era una atracción ineludible, una llamada que no podía ignorar. El Gran Alfa tensó sus músculos, sus garras apretaron el suelo, y con un rugido ensordecedor, se lanzó en busca de esa fuente, de esa necesidad que lo consumía.

    Pero no sabía qué era. No sabía a quién buscaba.

    El impulso lo arrastraba, como siempre, hacia lo desconocido. La bestia, salvaje e indomable, se movía con precisión letal, pero el vacío seguía allí, profundo y constante, como una herida que no sanaba. Cada luna llena lo arrastraba más cerca de esa verdad que no lograba comprender, una verdad que se escapaba de sus garras cada vez.

    Y cuando finalmente el amanecer comenzó a iluminar el horizonte, el Gran Alfa se detuvo. Su cuerpo, que había sido tan inmenso y poderoso, comenzó a encogerse. Las garras desaparecieron, los colmillos se retrajeron, y los ojos rojos se apagaron lentamente, volviendo a ser el azul profundo de siempre. Las runas dejaron de brillar, desvaneciéndose bajo la piel ahora humana.

    Bipper cayó de rodillas nuevamente, cubierto de sudor y tierra. Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba con dificultad mientras su mente se nublaba. No recordaba nada. Como siempre.

    La luna llena había pasado, pero el vacío en su pecho seguía presente, esperando la próxima noche en que la bestia volvería a reclamarlo.
    La luna llena se alzaba imponente en el cielo despejado, su luz plateada bañando el bosque en una quietud aterradora. Bipper lo sentía en lo más profundo de su ser, una energía latente que se acumulaba lentamente desde el primer destello de la luna. Sabía lo que venía. Cada fibra de su cuerpo lo advertía, y aunque lo había vivido antes, el terror de perderse una vez más ante la bestia nunca desaparecía. Su respiración se volvía más pesada, su corazón martilleaba en sus oídos, y una sensación de urgencia lo envolvía mientras caminaba entre los árboles. El bosque parecía mantener el aliento, las hojas inmóviles bajo la brisa gélida de la noche. Bipper avanzaba, sus pasos tambaleantes, como si algo dentro de él comenzara a luchar por el control. Era cuestión de tiempo. Un dolor sordo se instaló en su pecho, extendiéndose hacia sus extremidades. El sudor cubría su frente, a pesar del aire frío que lo rodeaba. Con un jadeo, cayó de rodillas. El primer latigazo de dolor lo atravesó, arrancándole un grito ahogado. La transformación había comenzado. Sentía sus huesos retorciéndose, alargándose y rompiéndose bajo su piel. Sus músculos se hinchaban, las garras emergían lentamente de sus dedos, desgarrando la tierra bajo sus manos. Su piel se estremecía mientras las venas se marcaban como líneas oscuras. Los colmillos brotaban de su mandíbula, afilados y amenazantes. Los ojos, que alguna vez fueron de un azul profundo, comenzaron a cambiar. Un resplandor rojo, como brasas encendidas, reemplazó el azul mientras la conciencia de Bipper se desvanecía, ahogada por el rugido de la bestia. Las runas, siempre presentes bajo su piel, se encendieron con un fulgor carmesí, como si respondieran al llamado de la luna llena. Ya no era Bipper. La criatura que ahora se alzaba era mucho más antigua, más salvaje. El Gran Alfa había despertado. Su cuerpo enorme y monstruoso respiraba poder y furia desatada. Las garras se enterraron en la tierra mientras sus ojos rojos, brillantes como brasas, escaneaban el entorno. El bosque lo sentía. Los animales, conscientes de su presencia, huían en silencio. Los sonidos nocturnos, el viento susurrante, el crujir de las hojas, todo se volvía más agudo, más penetrante. Pero la bestia no prestaba atención. No esta vez. Había algo más, una urgencia distinta, un vacío en su pecho que lo empujaba a buscar. La necesidad de encontrar algo, alguien, lo impulsaba en cada luna llena. Y esta noche no sería diferente. El aroma de la noche lo inundaba, los olores del bosque se mezclaban con el viento. Pero había un olor distinto, algo que despertaba un instinto más profundo. Era una atracción ineludible, una llamada que no podía ignorar. El Gran Alfa tensó sus músculos, sus garras apretaron el suelo, y con un rugido ensordecedor, se lanzó en busca de esa fuente, de esa necesidad que lo consumía. Pero no sabía qué era. No sabía a quién buscaba. El impulso lo arrastraba, como siempre, hacia lo desconocido. La bestia, salvaje e indomable, se movía con precisión letal, pero el vacío seguía allí, profundo y constante, como una herida que no sanaba. Cada luna llena lo arrastraba más cerca de esa verdad que no lograba comprender, una verdad que se escapaba de sus garras cada vez. Y cuando finalmente el amanecer comenzó a iluminar el horizonte, el Gran Alfa se detuvo. Su cuerpo, que había sido tan inmenso y poderoso, comenzó a encogerse. Las garras desaparecieron, los colmillos se retrajeron, y los ojos rojos se apagaron lentamente, volviendo a ser el azul profundo de siempre. Las runas dejaron de brillar, desvaneciéndose bajo la piel ahora humana. Bipper cayó de rodillas nuevamente, cubierto de sudor y tierra. Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba con dificultad mientras su mente se nublaba. No recordaba nada. Como siempre. La luna llena había pasado, pero el vacío en su pecho seguía presente, esperando la próxima noche en que la bestia volvería a reclamarlo.
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  • — No comprendo, ¿por qué lo veo así? ¿Por qué se va formando este sentimiento? Me aterra. No quiero que por ello se aleje, piense mal de mí, ya no quiera ser mi amigo. Maldito corazón que no puede estar tranquilo, sin dar vuelcos a su lado.

    > El joven soltaba sus emociones en la soledad de un campo, de ese modo, sus lamentos serían escuchados y llevados por el viento, convertido en vendaval por la lluvia que se avecinó, empapando al cachorro de orejas a pies. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que caían por sus mejillas; la única señal de llanto era el enrojecimiento de sus ojos. Sentía que se ahogaba; no hallaba la forma de apaciguar el latir de su pecho, ese incesante latir de amor. Sus manos temblaban, sus piernas flaqueaban; consiguió la fuerza para no caer de rodillas, para no demostrar la debilidad que lo azotaba.

    > Aplicaba fuerza al morder su labio, hiriendolo, combinándose ahora la transparencia de las lágrimas con el carmín de su sangre; el sabor metálico dominó su boca, pero poca importancia le prestó; toda atención se crentraba en ese confuso y claro sentimiento que aumentaba en su corazón. Su mente y ese órgano luchaban; uno gritaba que si funcionaría, que todo saldría bien; el otro, rompía esas ilusiones, diciéndole que no sea idiota, que finja, mienta, sea normal con los él.

    — ¿Por qué?...
    — No comprendo, ¿por qué lo veo así? ¿Por qué se va formando este sentimiento? Me aterra. No quiero que por ello se aleje, piense mal de mí, ya no quiera ser mi amigo. Maldito corazón que no puede estar tranquilo, sin dar vuelcos a su lado. > El joven soltaba sus emociones en la soledad de un campo, de ese modo, sus lamentos serían escuchados y llevados por el viento, convertido en vendaval por la lluvia que se avecinó, empapando al cachorro de orejas a pies. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que caían por sus mejillas; la única señal de llanto era el enrojecimiento de sus ojos. Sentía que se ahogaba; no hallaba la forma de apaciguar el latir de su pecho, ese incesante latir de amor. Sus manos temblaban, sus piernas flaqueaban; consiguió la fuerza para no caer de rodillas, para no demostrar la debilidad que lo azotaba. > Aplicaba fuerza al morder su labio, hiriendolo, combinándose ahora la transparencia de las lágrimas con el carmín de su sangre; el sabor metálico dominó su boca, pero poca importancia le prestó; toda atención se crentraba en ese confuso y claro sentimiento que aumentaba en su corazón. Su mente y ese órgano luchaban; uno gritaba que si funcionaría, que todo saldría bien; el otro, rompía esas ilusiones, diciéndole que no sea idiota, que finja, mienta, sea normal con los él. — ¿Por qué?...
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  • - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer.

    Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará.

    Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata.

    - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo.

    La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven.

    -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella.

    -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más.

    El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
    - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer. Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará. Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata. - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo. La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven. -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella. -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más. El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
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  • —Ha ido al bar a buscar a Husk oh, no. No sé va a librar. Y por entretenimiento, se subió a una de las estanterías y tiró una botella, a base de golpearla lentamente mientras miraba fijamente a los ojos al otro felino —
    —Ha ido al bar a buscar a [barcat75] oh, no. No sé va a librar. Y por entretenimiento, se subió a una de las estanterías y tiró una botella, a base de golpearla lentamente mientras miraba fijamente a los ojos al otro felino —
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  • —Abre uno de sus ojos de forma algo perezosa. Inicialmente algo desubicada al final acaba buscando la luz del reloj de la mesita de noche de Dean donde se anuncian las seis de la mañana. La tríbrida se levanta y con el mayor de los sigilos recorre el bunker hasta encontrar la cocina. Se muere de hambre así que agradece que Sam reabasteciera la nevera con bolsas de sangre para ella. Ñam —

    #3D #Personajes3D #Comunidad3D
    —Abre uno de sus ojos de forma algo perezosa. Inicialmente algo desubicada al final acaba buscando la luz del reloj de la mesita de noche de Dean donde se anuncian las seis de la mañana. La tríbrida se levanta y con el mayor de los sigilos recorre el bunker hasta encontrar la cocina. Se muere de hambre así que agradece que Sam reabasteciera la nevera con bolsas de sangre para ella. Ñam — #3D #Personajes3D #Comunidad3D
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  • Mi apariencia no es esa
    Fandom Original, mo dao zu shi
    Categoría Drama
    El elfo se había quedado dormido durante la tarde, a las fueras de la montaña que lleva a su hogar, había dormido tan profundo que no noto cuando unos hombres desconocidos le habían hecho un tipo de hechicería, que su cuerpo había cambiado completamente, teniendo una apariencia desconocida para él mismo.

    Cuando sitio que había dormido lo suficiente, despertó sintiéndose con más energía también un poco diferente, atribuye todo eso a la siesta que tuvo después del largo paseo ignorando que ya no era un elfo de cabellos dorados, ojos azules y delgados...
    Sino un hombre de largos cabellos oscuros, cuerpo atlético y quizás más joven..
    El elfo se había quedado dormido durante la tarde, a las fueras de la montaña que lleva a su hogar, había dormido tan profundo que no noto cuando unos hombres desconocidos le habían hecho un tipo de hechicería, que su cuerpo había cambiado completamente, teniendo una apariencia desconocida para él mismo. Cuando sitio que había dormido lo suficiente, despertó sintiéndose con más energía también un poco diferente, atribuye todo eso a la siesta que tuvo después del largo paseo ignorando que ya no era un elfo de cabellos dorados, ojos azules y delgados... Sino un hombre de largos cabellos oscuros, cuerpo atlético y quizás más joven..
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  • -despues de comer algo se acostó en las rosas para tomar un poco el sueño ya que estaba algo canzada de cazar su alimento de hoy.-

    > El silencio de la noche es calmada <

    -dijo en su mente, mientras tenía los ojos cerrados.-
    -despues de comer algo se acostó en las rosas para tomar un poco el sueño ya que estaba algo canzada de cazar su alimento de hoy.- > El silencio de la noche es calmada < -dijo en su mente, mientras tenía los ojos cerrados.-
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  • Buscando un motivo de interés
    Fandom Ninguno
    Categoría Slice of Life
    Aquel demonio de cabellos rojos llevaba dos semanas en Japón, viviendo en el aeropuerto terminando en un hotel; al estar ya establecido decidió salir a caminar en las noches a recorrer la calles sin saber a dónde ir.

    Después de unas cuantas horas, se encontraba visitando en una discoteca , dónde había escuchado que habían personas importantes como personas peligrosas y al demonio aquello le llamaba bastante la intención. —

    Veamos si el rumor es cierto..

    — camina en el interior esquivando a quienes estaban en la pista bailando o simplemente conversando, pretende llegar a la barra a pedir una extraña bebida..
    Aquel demonio de cabellos rojos llevaba dos semanas en Japón, viviendo en el aeropuerto terminando en un hotel; al estar ya establecido decidió salir a caminar en las noches a recorrer la calles sin saber a dónde ir. Después de unas cuantas horas, se encontraba visitando en una discoteca , dónde había escuchado que habían personas importantes como personas peligrosas y al demonio aquello le llamaba bastante la intención. — Veamos si el rumor es cierto.. — camina en el interior esquivando a quienes estaban en la pista bailando o simplemente conversando, pretende llegar a la barra a pedir una extraña bebida..
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