• La ciudad se extendía como un laberinto sin fin, una red interminable de luces, rascacielos y callejones entretejidos con neón. Jett cruzaba en su Deora morada, el motor ronroneando suave mientras avanzaba entre las calles casi desiertas de ese mundo urbano. Todo era ritmo, movimiento, energía... pero al doblar una esquina, algo distinto lo detuvo.

    Allí, en una pequeña explanada bajo un anuncio de ramen que parpadeaba sin ritmo, un grupo de músicos improvisaba. Batería, bajo, teclados, y dos guitarras llenaban el aire con una melodía que parecía flotar en medio del caos. El sonido tenía alma, calle, libertad.

    Jett frenó sin pensarlo. Bajó del auto, se acercó con una sonrisa ancha, los ojos chispeando como si estuviera viendo la línea de meta más entretenida de su vida.

    —Ey… —dijo levantando una ceja mientras señalaba la guitarra de repuesto apoyada en el amplificador—. ¿Les molesta si me uno un rato?

    Uno de los músicos —un tipo con lentes oscuros y una chaqueta llena de parches— le respondió con una risa y un gesto hacia el micrófono.

    —Solo si sabes volar con las cuerdas.

    —Hermano… —sonrió Jett mientras tomaba la guitarra—, nací en la curva de una autopista "Literalmente".

    Afinó rápido, se acercó al micrófono, y con un golpe firme en las cuerdas, la ciudad infinita por unos instantes se llenó de una música que parecía desafiar al tiempo mismo. Como si por un segundo, todos en ese rincón olvidado supieran lo que era correr… pero con el alma.



    https://youtu.be/GMoNZxPIkE0?si=JWzXsEVhUSzddHWz
    La ciudad se extendía como un laberinto sin fin, una red interminable de luces, rascacielos y callejones entretejidos con neón. Jett cruzaba en su Deora morada, el motor ronroneando suave mientras avanzaba entre las calles casi desiertas de ese mundo urbano. Todo era ritmo, movimiento, energía... pero al doblar una esquina, algo distinto lo detuvo. Allí, en una pequeña explanada bajo un anuncio de ramen que parpadeaba sin ritmo, un grupo de músicos improvisaba. Batería, bajo, teclados, y dos guitarras llenaban el aire con una melodía que parecía flotar en medio del caos. El sonido tenía alma, calle, libertad. Jett frenó sin pensarlo. Bajó del auto, se acercó con una sonrisa ancha, los ojos chispeando como si estuviera viendo la línea de meta más entretenida de su vida. —Ey… —dijo levantando una ceja mientras señalaba la guitarra de repuesto apoyada en el amplificador—. ¿Les molesta si me uno un rato? Uno de los músicos —un tipo con lentes oscuros y una chaqueta llena de parches— le respondió con una risa y un gesto hacia el micrófono. —Solo si sabes volar con las cuerdas. —Hermano… —sonrió Jett mientras tomaba la guitarra—, nací en la curva de una autopista "Literalmente". Afinó rápido, se acercó al micrófono, y con un golpe firme en las cuerdas, la ciudad infinita por unos instantes se llenó de una música que parecía desafiar al tiempo mismo. Como si por un segundo, todos en ese rincón olvidado supieran lo que era correr… pero con el alma. https://youtu.be/GMoNZxPIkE0?si=JWzXsEVhUSzddHWz
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  • 📍 Parque del Río Han — Seúl 🕓 Viernes, 16:00 🎙️ Starter Abierto (Slice of Life, Fantasía, Romance, NSFW+18)
    Fandom OC
    Categoría Original
    La brisa de la tarde movía el agua en ondas perezosas mientras el sol, aún alto, tamizaba su luz entre los sauces que bordeaban el parque. No había prisa, ni ruido excesivo, solo el murmullo suave de ciclistas y corredores esporádicos que salpicaban la calma con su paso ligero.

    Haneul caminaba sin rumbo definido. Las gafas de sol ocultaban el azul translúcido de sus ojos, mientras una sonrisa casi imperceptible curvaba sus labios, como si aquella paz melancólica del lugar le hubiera arrancado, por fin, un respiro.

    El vaso de café, ya frío en su mano, colgaba sin apuro.

    Cerca de la orilla, sus pasos aminoraron, como empujados por algo más que el simple azar. Se detuvo un instante, observando los reflejos del agua teñidos de luz pálida, mientras la brisa jugaba con los bordes de su ropa deportiva.

    Y entonces la vio. Su llegada totalmente inesperada, como todo lo que deja marca.

    La reconoció sin dificultad, como si solo hubieran pasado minutos desde su primer encuentro, no días. No pronunció su nombre.

    Con gesto tranquilo, se retiró las gafas y las dejó colgar en el cuello de su camiseta negra. Sus ojos, libres ahora, buscaron los de ella, atrapándolos sin imponerse, pero tampoco cediendo.

    No había sorpresa en su rostro. Solo esa media sonrisa suya, perezosa y cálida, como si el reencuentro fuera algo inevitable y bienvenido.

    Se acercó un paso, dejando que su sombra rozara apenas el borde de la suya sobre el suelo.

    —Vaya...Parece que el río hoy ha decidido darme un motivo para quedarme un poco más

    murmuró, con ese tono grave y envolvente que parecía hecho para deslizarse despacio, sin urgencias.
    La brisa de la tarde movía el agua en ondas perezosas mientras el sol, aún alto, tamizaba su luz entre los sauces que bordeaban el parque. No había prisa, ni ruido excesivo, solo el murmullo suave de ciclistas y corredores esporádicos que salpicaban la calma con su paso ligero. Haneul caminaba sin rumbo definido. Las gafas de sol ocultaban el azul translúcido de sus ojos, mientras una sonrisa casi imperceptible curvaba sus labios, como si aquella paz melancólica del lugar le hubiera arrancado, por fin, un respiro. El vaso de café, ya frío en su mano, colgaba sin apuro. Cerca de la orilla, sus pasos aminoraron, como empujados por algo más que el simple azar. Se detuvo un instante, observando los reflejos del agua teñidos de luz pálida, mientras la brisa jugaba con los bordes de su ropa deportiva. Y entonces la vio. Su llegada totalmente inesperada, como todo lo que deja marca. La reconoció sin dificultad, como si solo hubieran pasado minutos desde su primer encuentro, no días. No pronunció su nombre. Con gesto tranquilo, se retiró las gafas y las dejó colgar en el cuello de su camiseta negra. Sus ojos, libres ahora, buscaron los de ella, atrapándolos sin imponerse, pero tampoco cediendo. No había sorpresa en su rostro. Solo esa media sonrisa suya, perezosa y cálida, como si el reencuentro fuera algo inevitable y bienvenido. Se acercó un paso, dejando que su sombra rozara apenas el borde de la suya sobre el suelo. —Vaya...Parece que el río hoy ha decidido darme un motivo para quedarme un poco más murmuró, con ese tono grave y envolvente que parecía hecho para deslizarse despacio, sin urgencias.
    Tipo
    Individual
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  • Muy buen los presentaré de forma rápida..
    Francesco, Salem.. Salem, Francesco.
    Francesco estaré en nuestra casa por una semana

    - Salem miro al gato con cara de pregunta y luego a la mujer que desvío la mirada y le maullo -

    No, no adopte un gato.. solo perdí una apuesta

    - menciono la última frase en voz baja tomando su té de la mañana-

    Así que Salem por favor ¿no le enseñes malas mañas si?

    - Salem la miro entrecerrando sus ojos y luego fue a inspeccionar al gato. Jack entro al departamento vio a los gatos parpadeando y luego a la joven-

    Jack: ¿Se múltiplo Salem? .. ¿lo bañaste?

    ¡Noo!.. es el gato de Santiago que tengo que cuidar por una semana.

    - la joven tomo su abrigo y se dirigió a la puerta -

    Bien están a cargo, solo ... No maten a Edward el conserje. Volveré en la tarde

    - los dos gatos le maullaron sentados uno al lado del otro, mientras bajaban el ascensor Jack la miro algo divertido-

    Jack: lo bueno es que ya tienes dos, solo te faltan 10 más para tener tus gatos asignados..

    Que gracioso, no es como que quisiera tener más gatos, Salem vale por 50.

    - Jack sonrió bajandose del ascensor al llegar al primer piso caminando hacia el auto-

    Jack: conduciré yo no quiero que pierdas la asignación gatuna (?) y bono por gato tratando de conducir.

    - la mujer le pasó las llaves y se subió de copiloto , Jack se subió en el asiento de piloto y se dirigieron al hospital de Graz, dónde trabajaba cubriendo algunos turnos-
    Muy buen los presentaré de forma rápida.. Francesco, Salem.. Salem, Francesco. Francesco estaré en nuestra casa por una semana - Salem miro al gato con cara de pregunta y luego a la mujer que desvío la mirada y le maullo - No, no adopte un gato.. solo perdí una apuesta - menciono la última frase en voz baja tomando su té de la mañana- Así que Salem por favor ¿no le enseñes malas mañas si? - Salem la miro entrecerrando sus ojos y luego fue a inspeccionar al gato. Jack entro al departamento vio a los gatos parpadeando y luego a la joven- Jack: ¿Se múltiplo Salem? .. ¿lo bañaste? ¡Noo!.. es el gato de Santiago que tengo que cuidar por una semana. - la joven tomo su abrigo y se dirigió a la puerta - Bien están a cargo, solo ... No maten a Edward el conserje. Volveré en la tarde - los dos gatos le maullaron sentados uno al lado del otro, mientras bajaban el ascensor Jack la miro algo divertido- Jack: lo bueno es que ya tienes dos, solo te faltan 10 más para tener tus gatos asignados.. Que gracioso, no es como que quisiera tener más gatos, Salem vale por 50. - Jack sonrió bajandose del ascensor al llegar al primer piso caminando hacia el auto- Jack: conduciré yo no quiero que pierdas la asignación gatuna (?) y bono por gato tratando de conducir. - la mujer le pasó las llaves y se subió de copiloto , Jack se subió en el asiento de piloto y se dirigieron al hospital de Graz, dónde trabajaba cubriendo algunos turnos-
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  • El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento.

    Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora.

    Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett.

    Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar.

    Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador.

    Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando.

    —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó.

    Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta.

    —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje.

    Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud.

    Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
    El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento. Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora. Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett. Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar. Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador. Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando. —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó. Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta. —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje. Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud. Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
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  • {Escena relatada en tercera persona}\\

    °La escena comienza con el sonido de frituras crepitando tras un mostrador grasoso. Una chica de rostro serio y mirada distante espera su pedido en un pequeño restaurante de comida rápida. No dice mucho, solo asiente cuando le entregan la bolsa de papel que huele a hamburguesa recién hecha y papas fritas saladas. Agradece en voz baja y se marcha sin mirar atrás.

    Camina por la ciudad como si sus pasos ya conocieran el camino, descendiendo por las escaleras hacia el subterráneo. Las luces del metro parpadean sobre su rostro inmutable, sin emoción, como si estuviera atrapada en pensamientos que no comparte con nadie.

    Al llegar al andén, su expresión se suaviza por un momento. Dos niños juegan cerca, riéndose entre ellos, claramente hermanos. Ella les sonríe con calidez inesperada y levanta una mano para saludarlos. Pero su gesto es bruscamente interrumpido cuando la madre de los niños los aparta con desconfianza, tomándolos de la mano sin siquiera mirar a la chica. Ella solo suspira, bajando la mirada, y espera en silencio hasta que llega su parada.

    El tren se detiene y la puerta se abre con un chirrido metálico. La joven desciende, sus pasos resonando con eco en el andén vacío. La noche es densa y el aire más frío. Sin perder tiempo, decide tomar un atajo a través de callejones solitarios, hasta llegar a un rincón apartado del mundo, un donde el tiempo parece haberse detenido.

    Con un suspiro, murmura:°

    —Perdón por llegar tarde... ya sabes cómo son mis amigos, no me dejaban ir —dice con una sonrisa forzada, claramente mintiendo.

    °Se sienta en una banca oxidada frente a la lápida. Saca la comida de la bolsa, la acomoda frente a ella como si estuviera esperando compañía. Comienza a hablar entre mordidas y sorbos, contando anécdotas tontas, cosas graciosas que le habían pasado durante la semana. Luego, se queda en silencio, dejando que el murmullo del viento rellene los huecos.

    De pronto, rompe el silencio con una risa suave.°

    —Estoy conociendo a un chico y antes de que digas algo...creo que es especial. Muy lindo, de verdad —dice, con los ojos fijos en la tumba—. Pero... tengo miedo de arruinarlo todo. Porque sé que él pues... Digamos que es diferente, Pero diferente en el buen sentido."

    °Entonces, como si ese pensamiento pesara más que todos los anteriores, baja la cabeza. la tumba frente a ella lleva el nombre de su hermano. No cualquier tumba, sino la de aquel que una vez fue su mejor amigo, su protector, su otra mitad.°

    °Ella termina de comer en silencio, y antes de levantarse, murmura con una voz quebrada:°

    —"Te extraño... todos los días."

    –" Estoy segura que..."

    °El viento sopla suavemente, moviendo la bolsa vacía frente a la tumba.°
    {Escena relatada en tercera persona}\\ °La escena comienza con el sonido de frituras crepitando tras un mostrador grasoso. Una chica de rostro serio y mirada distante espera su pedido en un pequeño restaurante de comida rápida. No dice mucho, solo asiente cuando le entregan la bolsa de papel que huele a hamburguesa recién hecha y papas fritas saladas. Agradece en voz baja y se marcha sin mirar atrás. Camina por la ciudad como si sus pasos ya conocieran el camino, descendiendo por las escaleras hacia el subterráneo. Las luces del metro parpadean sobre su rostro inmutable, sin emoción, como si estuviera atrapada en pensamientos que no comparte con nadie. Al llegar al andén, su expresión se suaviza por un momento. Dos niños juegan cerca, riéndose entre ellos, claramente hermanos. Ella les sonríe con calidez inesperada y levanta una mano para saludarlos. Pero su gesto es bruscamente interrumpido cuando la madre de los niños los aparta con desconfianza, tomándolos de la mano sin siquiera mirar a la chica. Ella solo suspira, bajando la mirada, y espera en silencio hasta que llega su parada. El tren se detiene y la puerta se abre con un chirrido metálico. La joven desciende, sus pasos resonando con eco en el andén vacío. La noche es densa y el aire más frío. Sin perder tiempo, decide tomar un atajo a través de callejones solitarios, hasta llegar a un rincón apartado del mundo, un donde el tiempo parece haberse detenido. Con un suspiro, murmura:° —Perdón por llegar tarde... ya sabes cómo son mis amigos, no me dejaban ir —dice con una sonrisa forzada, claramente mintiendo. °Se sienta en una banca oxidada frente a la lápida. Saca la comida de la bolsa, la acomoda frente a ella como si estuviera esperando compañía. Comienza a hablar entre mordidas y sorbos, contando anécdotas tontas, cosas graciosas que le habían pasado durante la semana. Luego, se queda en silencio, dejando que el murmullo del viento rellene los huecos. De pronto, rompe el silencio con una risa suave.° —Estoy conociendo a un chico y antes de que digas algo...creo que es especial. Muy lindo, de verdad —dice, con los ojos fijos en la tumba—. Pero... tengo miedo de arruinarlo todo. Porque sé que él pues... Digamos que es diferente, Pero diferente en el buen sentido." °Entonces, como si ese pensamiento pesara más que todos los anteriores, baja la cabeza. la tumba frente a ella lleva el nombre de su hermano. No cualquier tumba, sino la de aquel que una vez fue su mejor amigo, su protector, su otra mitad.° °Ella termina de comer en silencio, y antes de levantarse, murmura con una voz quebrada:° —"Te extraño... todos los días." –" Estoy segura que..." °El viento sopla suavemente, moviendo la bolsa vacía frente a la tumba.°
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  • Between Gods and Men - HalfBlood Camp
    Fandom Jujutsu Kaisen/Percy Jackson.
    Categoría Aventura
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Campamento Mestizo, 12:04 hs
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Cabaña Principal.

    ⠀⠀Bajo la luz que Apolo daba a la humanidad, bajo el techo que los dioses propiciaron a sus hijos de icor más diluida, y frente a quien el encargo de cuidado fue dado. La luz que albergaba el lugar, la divinidad que guardaba cual tesorería sus almas; ahora mismo, su luminiscencia presentaba una mácula, una grieta, una oscuridad mordaz y jovial, que parecía querer acapararlo todo.
    ⠀⠀Desde esos ojos malva con los que enfrentó al centauro milenario, determinado como ningún hombre o bestia... ¡Podría decir que su misión fue un éxito!

    ⠀⠀Volvió a mostrar una reverencia ante el maestro de héroes, mostrándose humilde. ⸻ "Por supuesto, Quirón. No pienso intervenir si no me es pedido, era un mero ofrecimiento, un <pago> si así lo deseas ver."
    ⸻ Podría ser astuto y un gran actor, pero hablaba con la verdad, Tascio no planeaba intervenir en el plan de dioses que no lo conciernen, sus creaciones, por otro lado, poseen el libre albedrío de elegir tomar su ayuda... o no, como lo fue este caso.
    ⠀⠀Tascio estaba consciente de lo que era él, un garabato en un dibujo, la espina clavada en la mano que eres incapaz de ver a simple vista, el sonido del silencio que no debería estar allí. Nada evitaría sus metas, no dejaría que eso suceda.

    ⠀⠀¡Aún así...! Consiguió lo que buscaba, podría quedarse a explorar y entender más la cultura mestiza griega antigua, y quizá sacar leyendas perdidas en tiempos no registrados. Nada podía salir mal...
    ⠀⠀Siguió a su nueva compañera, la hija de Athena, tal y como se lo ordenaron. La diferencia de edad no era mucha, puesto que Tascio apenas estaba en sus veintes, tal vez haría la convivencia más amena.

    ⠀⠀Una vez lejos de la estructura donde residía el centauro, volvió a colocarse su <máscara>, volvió a surgir ese payaso irremediable que no veía vergüenza o arrepentimiento de sus palabras. ¡Hasta le tomó de las manos a la semidiosa, con ojos llorosos! ⸻ "¡Lo logramos, Annabeth!" ⸻ En realidad, estaba seguro que ella estaba más bien irritada por la presión que le hizo pasar...

    ⠀⠀¡Pero no importaba, como mucho se comería un golpe o dos! Lo importante era que tenía días enteros para estudiar la mitología griega desde otra perspectiva.

    αηηαвєтн ¢нαѕє
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Campamento Mestizo, 12:04 hs ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Cabaña Principal. ⠀ ⠀⠀Bajo la luz que Apolo daba a la humanidad, bajo el techo que los dioses propiciaron a sus hijos de icor más diluida, y frente a quien el encargo de cuidado fue dado. La luz que albergaba el lugar, la divinidad que guardaba cual tesorería sus almas; ahora mismo, su luminiscencia presentaba una mácula, una grieta, una oscuridad mordaz y jovial, que parecía querer acapararlo todo. ⠀⠀Desde esos ojos malva con los que enfrentó al centauro milenario, determinado como ningún hombre o bestia... ¡Podría decir que su misión fue un éxito! ⠀⠀Volvió a mostrar una reverencia ante el maestro de héroes, mostrándose humilde. ⸻ "Por supuesto, Quirón. No pienso intervenir si no me es pedido, era un mero ofrecimiento, un <pago> si así lo deseas ver." ⸻ Podría ser astuto y un gran actor, pero hablaba con la verdad, Tascio no planeaba intervenir en el plan de dioses que no lo conciernen, sus creaciones, por otro lado, poseen el libre albedrío de elegir tomar su ayuda... o no, como lo fue este caso. ⠀⠀Tascio estaba consciente de lo que era él, un garabato en un dibujo, la espina clavada en la mano que eres incapaz de ver a simple vista, el sonido del silencio que no debería estar allí. Nada evitaría sus metas, no dejaría que eso suceda. ⠀⠀¡Aún así...! Consiguió lo que buscaba, podría quedarse a explorar y entender más la cultura mestiza griega antigua, y quizá sacar leyendas perdidas en tiempos no registrados. Nada podía salir mal... ⠀⠀Siguió a su nueva compañera, la hija de Athena, tal y como se lo ordenaron. La diferencia de edad no era mucha, puesto que Tascio apenas estaba en sus veintes, tal vez haría la convivencia más amena. ⠀⠀Una vez lejos de la estructura donde residía el centauro, volvió a colocarse su <máscara>, volvió a surgir ese payaso irremediable que no veía vergüenza o arrepentimiento de sus palabras. ¡Hasta le tomó de las manos a la semidiosa, con ojos llorosos! ⸻ "¡Lo logramos, Annabeth!" ⸻ En realidad, estaba seguro que ella estaba más bien irritada por la presión que le hizo pasar... ⠀⠀¡Pero no importaba, como mucho se comería un golpe o dos! Lo importante era que tenía días enteros para estudiar la mitología griega desde otra perspectiva. ⠀ [annabeth_chase]
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    Grupal
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    Cualquier línea
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  • "She felt she was made for jewels and dresses alone. She wanted so much to charm, to be envied, to be desired and sought after"

    ☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

    Daemyra apenas podía respirar mientras miraba el agua.
    Sus ojos púrpuras estaban rojos por las horas que había pasado parada ahí, llorando.

    Su cabello flameaba con el fuerte viento, mientras Ser Criston la miraba de lejos. Él estaba encargado temporalmente de protegerla, no de otros, sinó de ella misma.

    — Ser Criston. — Lo llamó. Y el noble caballero se acercó.

    "¿Está todo bien, princesa?"

    — ¿Crees que soy bonita? — Soltó abruptamente.

    Ser Criston se quedó en silencio durante unos segundos, decidiendose entre mantener su rostro estóico, o suavizarlo.

    "Si, Su Majestad. Usted es muy bonita" — Se sinceró.

    Ninguno de ellos podía negar la fuerte atracción que tenían.

    Daemyra se abrazó a Ser Criston, apoyando sus manos en su brillante armadura. Mientras él, la sostenía con un agarre suave y gentil.
    "She felt she was made for jewels and dresses alone. She wanted so much to charm, to be envied, to be desired and sought after" ☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆ Daemyra apenas podía respirar mientras miraba el agua. Sus ojos púrpuras estaban rojos por las horas que había pasado parada ahí, llorando. Su cabello flameaba con el fuerte viento, mientras Ser Criston la miraba de lejos. Él estaba encargado temporalmente de protegerla, no de otros, sinó de ella misma. — Ser Criston. — Lo llamó. Y el noble caballero se acercó. "¿Está todo bien, princesa?" — ¿Crees que soy bonita? — Soltó abruptamente. Ser Criston se quedó en silencio durante unos segundos, decidiendose entre mantener su rostro estóico, o suavizarlo. "Si, Su Majestad. Usted es muy bonita" — Se sinceró. Ninguno de ellos podía negar la fuerte atracción que tenían. Daemyra se abrazó a Ser Criston, apoyando sus manos en su brillante armadura. Mientras él, la sostenía con un agarre suave y gentil.
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  • El daño del pasado hizo creer que una estrella no podría brillar en un cielo iluminado por una estrella mayor a la todos aman, pero sigue estando ahí, y por la noche ilumina cuando nadie la vé, como las sinfonías de las nebulosas resonando en un espacio lejano de todos. Y personas que no creen en las estrellas fugaces antes que amar la beldad del llanto de estas al caer sin ser más que la muerte de un encanto desvanecido en cualquier lugar. Y ellas siguen soñando en conceder los deseos de los menos afortunados...

    — Mmm.. qué tienen de malo mis ojos??
    El daño del pasado hizo creer que una estrella no podría brillar en un cielo iluminado por una estrella mayor a la todos aman, pero sigue estando ahí, y por la noche ilumina cuando nadie la vé, como las sinfonías de las nebulosas resonando en un espacio lejano de todos. Y personas que no creen en las estrellas fugaces antes que amar la beldad del llanto de estas al caer sin ser más que la muerte de un encanto desvanecido en cualquier lugar. Y ellas siguen soñando en conceder los deseos de los menos afortunados... — Mmm.. qué tienen de malo mis ojos?? :STK-12:
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  • La lluvia caía suavemente sobre las ruinas mientras Nico Robin avanzaba con paso firme. Bajo sus botas, el barro se mezclaba con siglos de historia olvidada. Las enredaderas cubrían los muros de piedra, pero ella reconocía los patrones. Era un lenguaje antiguo, casi borrado por el tiempo, pero no por su memoria.

    Con una mano sobre la pared húmeda, dejó que florecieran otras a su alrededor. Dedos pacientes copiaron los grabados, registrando cada curva, cada trazo. Su expresión permanecía serena, pero dentro de sí ardía una chispa: la emoción de descubrir, de comprender, de dar voz a los que fueron silenciados.

    Cada símbolo era un susurro del pasado. No buscaba poder ni gloria. Solo verdad. Solo conocimiento.

    Recordó a su madre, al árbol de la sabiduría, al fuego. No por dolor, sino como ancla. Todo lo que era hoy, lo había forjado el pasado. Y en cada ruina que tocaba, tejía un hilo invisible entre aquello que fue y lo que aún podía ser.

    Cuando terminó de transcribir, se detuvo un momento. Observó el cielo gris, cerró los ojos y respiró hondo.

    —Gracias —susurró al viento.
    La lluvia caía suavemente sobre las ruinas mientras Nico Robin avanzaba con paso firme. Bajo sus botas, el barro se mezclaba con siglos de historia olvidada. Las enredaderas cubrían los muros de piedra, pero ella reconocía los patrones. Era un lenguaje antiguo, casi borrado por el tiempo, pero no por su memoria. Con una mano sobre la pared húmeda, dejó que florecieran otras a su alrededor. Dedos pacientes copiaron los grabados, registrando cada curva, cada trazo. Su expresión permanecía serena, pero dentro de sí ardía una chispa: la emoción de descubrir, de comprender, de dar voz a los que fueron silenciados. Cada símbolo era un susurro del pasado. No buscaba poder ni gloria. Solo verdad. Solo conocimiento. Recordó a su madre, al árbol de la sabiduría, al fuego. No por dolor, sino como ancla. Todo lo que era hoy, lo había forjado el pasado. Y en cada ruina que tocaba, tejía un hilo invisible entre aquello que fue y lo que aún podía ser. Cuando terminó de transcribir, se detuvo un momento. Observó el cielo gris, cerró los ojos y respiró hondo. —Gracias —susurró al viento.
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  • la pista flotante serpenteaba entre praderas doradas y lagos cristalinos como si fuera una cinta de naranja chispeante sobre un campo de sueños.

    Jett venía cantando a todo pulmón dentro del nuevo y mejorado Deora-2 de color púrpura, golpeando el volante al ritmo de su música y con una botella de refresco de sabor dudoso entre las piernas.

    —¡Y en la curvaaa… giro como el vientooo…!

    Entonces lo vio.
    Un cervatillo.

    No uno común: este tenía astas cubiertas de cintas y campanitas, ojos que parecían conocer los secretos del universo… y estaba justo en medio de la pista.

    —¡¿QUÉ—?!

    Jett giró el volante con fuerza. El Deora-2 chilló, rozó el borde de la pista flotante y, como si fuera parte de un número de circo, salió volando con una vuelta elegante… directa al lago bajo la pista.

    **¡CHOF!**

    Burbujas. Silencio.
    Y luego, un portazo bajo el agua.

    Jett emergió nadando hasta la orilla, escupiendo agua. Su yukata goteaba, las zapatillas hacían “squish” al caminar, y su sombrilla flotaba cerca, girando con dignidad.

    Se sentó en la hierba, empapado, y miró hacia abajo. El Deora-2 reposaba en el fondo del lago, reflejando el cielo como si no hubiera pasado nada.

    —Bueno… —dijo, rascándose la cabeza— al menos no lo rayé.

    Suspiró.

    —Ahora… ¿cómo saco al Deora de ahí?

    Se quedó un rato en silencio, chasqueando la lengua.

    Lo pensó… y sonrió.

    —Ya se me ocurrirá algo.
    la pista flotante serpenteaba entre praderas doradas y lagos cristalinos como si fuera una cinta de naranja chispeante sobre un campo de sueños. Jett venía cantando a todo pulmón dentro del nuevo y mejorado Deora-2 de color púrpura, golpeando el volante al ritmo de su música y con una botella de refresco de sabor dudoso entre las piernas. —¡Y en la curvaaa… giro como el vientooo…! Entonces lo vio. Un cervatillo. No uno común: este tenía astas cubiertas de cintas y campanitas, ojos que parecían conocer los secretos del universo… y estaba justo en medio de la pista. —¡¿QUÉ—?! Jett giró el volante con fuerza. El Deora-2 chilló, rozó el borde de la pista flotante y, como si fuera parte de un número de circo, salió volando con una vuelta elegante… directa al lago bajo la pista. **¡CHOF!** Burbujas. Silencio. Y luego, un portazo bajo el agua. Jett emergió nadando hasta la orilla, escupiendo agua. Su yukata goteaba, las zapatillas hacían “squish” al caminar, y su sombrilla flotaba cerca, girando con dignidad. Se sentó en la hierba, empapado, y miró hacia abajo. El Deora-2 reposaba en el fondo del lago, reflejando el cielo como si no hubiera pasado nada. —Bueno… —dijo, rascándose la cabeza— al menos no lo rayé. Suspiró. —Ahora… ¿cómo saco al Deora de ahí? Se quedó un rato en silencio, chasqueando la lengua. Lo pensó… y sonrió. —Ya se me ocurrirá algo.
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