• De una vez y nueva cuenta en el abismo,
    No hay luz que llegue ni bendición que sea escuchada. Ya conozco este paramo más su sentir aún se deja hacer en mi y me vence, conozco su naturaleza y sus facetas y el dolor que deja caer en mi inherte espíritu.
    Cuan errante camino en sus fauces dejándole llevar por su putrefacto aroma recordando la lápida con mi nombre y el día en que parti.

    Mi alma no conoce ni de carne ni de pena más el vacío en mi es innegable, quisiera poder tomar tu mano pero no, solo fui un mero recuerdo. Una vista pasajera sin trascendencia sin valor ni propósito.
    La flama de tu recuerdo arde en mi y ese es mi infierno. ¿Por qué algo que no fue mío arde como si así hubiera sido?
    ¿Que penitencia cumplo con el dolor de tu perdida? Las cadenas me atan, tu perfume me agobia y me hace recordar la vida grabando tu nombre en mis memorias.
    Parti antes que tú y los árboles viejos susurran la vida que aún posees dictandome cuan clavos en mis manos, estigmas, que no podré jamás estar contigo.

    Olvídalo.... Son solo palabras de un viejo que nadie más escuchará.


    De una vez y nueva cuenta en el abismo, No hay luz que llegue ni bendición que sea escuchada. Ya conozco este paramo más su sentir aún se deja hacer en mi y me vence, conozco su naturaleza y sus facetas y el dolor que deja caer en mi inherte espíritu. Cuan errante camino en sus fauces dejándole llevar por su putrefacto aroma recordando la lápida con mi nombre y el día en que parti. Mi alma no conoce ni de carne ni de pena más el vacío en mi es innegable, quisiera poder tomar tu mano pero no, solo fui un mero recuerdo. Una vista pasajera sin trascendencia sin valor ni propósito. La flama de tu recuerdo arde en mi y ese es mi infierno. ¿Por qué algo que no fue mío arde como si así hubiera sido? ¿Que penitencia cumplo con el dolor de tu perdida? Las cadenas me atan, tu perfume me agobia y me hace recordar la vida grabando tu nombre en mis memorias. Parti antes que tú y los árboles viejos susurran la vida que aún posees dictandome cuan clavos en mis manos, estigmas, que no podré jamás estar contigo. Olvídalo.... Son solo palabras de un viejo que nadie más escuchará.
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒏𝒄𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟑)

    Connor no se alimenta como un hombre. No mastica ni digiere, consume. Su hambre es silenciosa y metódica, como la de un depredador que se sabe en la cima. Cuando el disfraz de investigador se apaga y queda sólo con su presa, su cuerpo cambia: la piel se tensa, la biomasa se abre camino como un enjambre y en un instante el otro deja de existir.

    No hay sangre en el suelo ni huesos que recoger, todo se repliega en él, absorbido en un gesto que parece tan rápido como un parpadeo. A través de ese contacto Connor roba más que energía. Arranca memorias, reflejos, habilidades. Durante unos segundos siente las voces y miedos del otro atravesarlo, hasta que se disuelven y sólo queda su propia conciencia… un poco más grande, un poco más pesada.

    Por eso lo hace lejos de miradas. Porque verlo es entender que bajo esa máscara de profesional hay otra criatura, algo que imita a un hombre pero no lo es. Y porque después del acto siempre queda un eco (un olor, un tic nervioso, una palabra extraña en su mente) que no sabe si pertenece a él o a la última víctima que lo alimentó.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒏𝒄𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟑) Connor no se alimenta como un hombre. No mastica ni digiere, consume. Su hambre es silenciosa y metódica, como la de un depredador que se sabe en la cima. Cuando el disfraz de investigador se apaga y queda sólo con su presa, su cuerpo cambia: la piel se tensa, la biomasa se abre camino como un enjambre y en un instante el otro deja de existir. No hay sangre en el suelo ni huesos que recoger, todo se repliega en él, absorbido en un gesto que parece tan rápido como un parpadeo. A través de ese contacto Connor roba más que energía. Arranca memorias, reflejos, habilidades. Durante unos segundos siente las voces y miedos del otro atravesarlo, hasta que se disuelven y sólo queda su propia conciencia… un poco más grande, un poco más pesada. Por eso lo hace lejos de miradas. Porque verlo es entender que bajo esa máscara de profesional hay otra criatura, algo que imita a un hombre pero no lo es. Y porque después del acto siempre queda un eco (un olor, un tic nervioso, una palabra extraña en su mente) que no sabe si pertenece a él o a la última víctima que lo alimentó.
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐)

    Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar.

    Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece.

    Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐) Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar. Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece. Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
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  • 【ALTERNATIVE UNIVERSE】

    ☣︎ A N O M Λ L Y ☣︎

    ɪɴꜱᴛᴀʟᴀᴄɪᴏɴᴇꜱ ꜱᴜʙᴛᴇʀʀᴀɴᴇᴀꜱ, ᴡᴇʏʟᴀɴᴅ ʙɪᴏᴛᴇᴋ ʀᴇꜱᴇᴀʀᴄʜ — ᴄᴏʟᴏʀᴀᴅᴏ ꜱᴘʀɪɴɢꜱ, ᴜꜱᴀ.
    𝟸𝟶𝟶𝟶 ʜᴏʀᴀs.


    —¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME DE UNA MALDITA VEZ! —los pasillos se llenaron de gritos enfurecidos y pasos, muchos pasos, apresurados.

    —Cállate o será peor para ti. —habló una voz diferente, más calmada, pero se notaba la irritabilidad en el tono. —No hagas que terminemos disparándote para que te calmes.

    El corazón de Jacob estaba latiendo extremadamente rápido, sentía que iba a salírsele del pecho en cualquier instante. Su respiración tampoco ayudaba, demasiado agitada y pesada, cansada por el esfuerzo que estaba haciendo por querer liberarse de esas malditas manos enguantadas.

    𝘕𝘰. 𝘖𝘵𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘯𝘰. 𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘯𝘰.

    Estaba siendo arrastrado para ese punto, sus piernas se dieron por vencidas. Como fuese, iban a continuar por los interminables pasillos. Él ya los había visto, los conocía demasiado bien. Se sabía de memoria la ruta. Esa era la razón en específico por la cual no quería continuar.

    Se lo prometieron. Hicieron un acuerdo. Si él controlaba sus poderes, si no se daba a conocer como civil con ellos, si mantenía un perfil bajo iba a poder salir. Tener su vida, jamás volver. Fue una puta mentira. Le mintieron en la cara. Y él lo sabía, siempre lo supo. Claro que no iban a darle libertad absoluta. En cambio, lo vigilaron constantemente, se aseguraron que se mantuviera a raya, pero un descuido lo arruinó todo. Fue un idiota en siquiera dudar en que volvería.

    Pero... ¿Fue un descuido? ¿O solo lo usaron de excusa para llevárselo? No le sorprendería que fuera lo segundo, lo habría esperado.

    —¡LO PROMETIERON, PEDAZOS DE MIERDA! ¡NO VOLVERÍA AQUÍ! —si tan solo pudiera usar sus poderes... los habría eliminado en un parpadeo, habría acabado con gran parte de las instalaciones, desintegrado cada organismo, orgánico e inorgánico, que estuviera cerca suyo. Los habría asesinado como las ratas que eran. ¿Cómo ellos, personas comunes, pudieron someterlo de esa forma? El collar inhibidor estaba activo, cambiaba de luz verde a roja cada vez que el rubio intentaba hacer uso de la radiación, bloqueándolo por completo. Las esposas en sus muñecas también lo restringían bastante en movimiento.

    —Pequeño cambio de planes, Winslow. Ahora haz silencio. —el soldado que iba al frente se detuvo para dar una media vuelta y ver al sujeto. —Solo disfruta, como en los viejos tiempos, "Gamma Boy".

    La sonrisa falsa del hombre casi envía a Jacob a un estado de cólera puro. Apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se tornaron blancos. Su cuerpo temblaba de ira contenida. Estrangularlo sería tan satisfactorio.

    Lo empujaron de inmediato a una de las salas de contención y, claro... plomo. Lo reconocía ahí sin problemas, un área específica para él. Los recuerdos lo invadieron sin permiso alguno, fue como caer en una espiral de memorias que intentó desesperadamente olvidar.

    Apenas la puerta se cerró las esposas se desactivaron y se abrieron, cayendo al suelo. Movió los manos apenas antes de llevarlas a su rostro como si quisiera arrancar su piel de la desesperación, pero nada se comparaba con la amargura en su pecho y la presión en el mismo. Los haría pagar por eso.
    【ALTERNATIVE UNIVERSE】 [anomaly_000] ɪɴꜱᴛᴀʟᴀᴄɪᴏɴᴇꜱ ꜱᴜʙᴛᴇʀʀᴀɴᴇᴀꜱ, ᴡᴇʏʟᴀɴᴅ ʙɪᴏᴛᴇᴋ ʀᴇꜱᴇᴀʀᴄʜ — ᴄᴏʟᴏʀᴀᴅᴏ ꜱᴘʀɪɴɢꜱ, ᴜꜱᴀ. 𝟸𝟶𝟶𝟶 ʜᴏʀᴀs. —¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME DE UNA MALDITA VEZ! —los pasillos se llenaron de gritos enfurecidos y pasos, muchos pasos, apresurados. —Cállate o será peor para ti. —habló una voz diferente, más calmada, pero se notaba la irritabilidad en el tono. —No hagas que terminemos disparándote para que te calmes. El corazón de Jacob estaba latiendo extremadamente rápido, sentía que iba a salírsele del pecho en cualquier instante. Su respiración tampoco ayudaba, demasiado agitada y pesada, cansada por el esfuerzo que estaba haciendo por querer liberarse de esas malditas manos enguantadas. 𝘕𝘰. 𝘖𝘵𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘯𝘰. 𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘯𝘰. Estaba siendo arrastrado para ese punto, sus piernas se dieron por vencidas. Como fuese, iban a continuar por los interminables pasillos. Él ya los había visto, los conocía demasiado bien. Se sabía de memoria la ruta. Esa era la razón en específico por la cual no quería continuar. Se lo prometieron. Hicieron un acuerdo. Si él controlaba sus poderes, si no se daba a conocer como civil con ellos, si mantenía un perfil bajo iba a poder salir. Tener su vida, jamás volver. Fue una puta mentira. Le mintieron en la cara. Y él lo sabía, siempre lo supo. Claro que no iban a darle libertad absoluta. En cambio, lo vigilaron constantemente, se aseguraron que se mantuviera a raya, pero un descuido lo arruinó todo. Fue un idiota en siquiera dudar en que volvería. Pero... ¿Fue un descuido? ¿O solo lo usaron de excusa para llevárselo? No le sorprendería que fuera lo segundo, lo habría esperado. —¡LO PROMETIERON, PEDAZOS DE MIERDA! ¡NO VOLVERÍA AQUÍ! —si tan solo pudiera usar sus poderes... los habría eliminado en un parpadeo, habría acabado con gran parte de las instalaciones, desintegrado cada organismo, orgánico e inorgánico, que estuviera cerca suyo. Los habría asesinado como las ratas que eran. ¿Cómo ellos, personas comunes, pudieron someterlo de esa forma? El collar inhibidor estaba activo, cambiaba de luz verde a roja cada vez que el rubio intentaba hacer uso de la radiación, bloqueándolo por completo. Las esposas en sus muñecas también lo restringían bastante en movimiento. —Pequeño cambio de planes, Winslow. Ahora haz silencio. —el soldado que iba al frente se detuvo para dar una media vuelta y ver al sujeto. —Solo disfruta, como en los viejos tiempos, "Gamma Boy". La sonrisa falsa del hombre casi envía a Jacob a un estado de cólera puro. Apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se tornaron blancos. Su cuerpo temblaba de ira contenida. Estrangularlo sería tan satisfactorio. Lo empujaron de inmediato a una de las salas de contención y, claro... plomo. Lo reconocía ahí sin problemas, un área específica para él. Los recuerdos lo invadieron sin permiso alguno, fue como caer en una espiral de memorias que intentó desesperadamente olvidar. Apenas la puerta se cerró las esposas se desactivaron y se abrieron, cayendo al suelo. Movió los manos apenas antes de llevarlas a su rostro como si quisiera arrancar su piel de la desesperación, pero nada se comparaba con la amargura en su pecho y la presión en el mismo. Los haría pagar por eso.
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  • Con un gesto lento, desliza la zurda sobre la superficie de un mueble hasta encontrar su diario de tapas oscuras. Lo acercó hacia él y, al abrirlo, el crujido leve de sus hojas lo recibe con sus memorias plasmadas en tinta negra. Tomó la pluma antigua, la sostuvo un instante entre sus dedos al aire … Y  comenzó a escribir, dejando que la tinta comience a trazar en la página...

    "El círculo de la ventana deja pasar una claridad distante, como un recuerdo que ya no me pertenece. 

    Me siento rodeado de libros que guardan voces antiguas, mientras la nostalgia me recuerda que incluso los sueños se marchitan con el tiempo. Hay ausencias que se convierten en sombra, y en ellas descubro que lo más doloroso no es olvidar… sino recordar con tanta nitidez lo que o quién... ya no está."

    Finalizó, cerró el diario y lo dejó caer sobre sus piernas.
    Con un gesto lento, desliza la zurda sobre la superficie de un mueble hasta encontrar su diario de tapas oscuras. Lo acercó hacia él y, al abrirlo, el crujido leve de sus hojas lo recibe con sus memorias plasmadas en tinta negra. Tomó la pluma antigua, la sostuvo un instante entre sus dedos al aire … Y  comenzó a escribir, dejando que la tinta comience a trazar en la página... "El círculo de la ventana deja pasar una claridad distante, como un recuerdo que ya no me pertenece.  Me siento rodeado de libros que guardan voces antiguas, mientras la nostalgia me recuerda que incluso los sueños se marchitan con el tiempo. Hay ausencias que se convierten en sombra, y en ellas descubro que lo más doloroso no es olvidar… sino recordar con tanta nitidez lo que o quién... ya no está." Finalizó, cerró el diario y lo dejó caer sobre sus piernas.
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  • : : ❲ ℰsᴄᴇɴᴀ — 𝒞ᴀɴᴏ́ɴɪᴄᴀ ❳ : :

    Seguramente habían pasado horas desde que él la dejó, desde que cruzó la puerta y se negó a regresar al espacio que compartían juntos. No le sorprendía, a decir verdad. Después de todo, sabía que él sentía que lo había abandonado hacía tiempo, aunque su intención jamás había sido esa. No guardaba esperanzas de que regresara, de que la buscara de nuevo. Ya había dejado claro que era lo que necesitaba y quería.

    Quizás tenía razón. Durante ese tiempo, sus pensamientos se dedicaron a sopesar aquellas ventajas y desventajas que tenía involucrarse en aquella guerra. Era lealtad lo que la motivaba, pero, ¿Hacía quién estaba realmente su lealtad? El vilturmita, Invencible, era su amigo... el primero que podía decir que tenía verdaderamente. Su amistad y lazo era tan genuino que incluso se había cuestionado si tenía razón Grimmjow y había algo más que ella no quisiera ver.

    Pero siempre llegaba a la misma conclusión; el rostro del peliazul se interponía, sus recuerdos y pensamientos siempre viajaban hasta él. Después de intentar por horas alejarlo de sus memorias, entendió que estaba de más intentarlo, la respuesta era clara. Grimmjow era su hogar, era lo que quería y necesitaba; podía prescindir de lo demás, pero de él nunca. Estaría dispuesta a sacrificar cualquier cosa y a cualquier persona por él. Siempre había sido él.

    Tardó un rato más en ponerse en pie. Ya lo tenía claro, abandonaría el mundo humano y renunciaría a todo, con tal de existir al lado del peliazul. Y aunque la claridad estaba por fin en su cabeza, no lo hacía menos doloroso. Él no tenía por que saberlo, no tenía por que enterarse del esfuerzo y el sacrificio que ella haría por él, así que no lo llamó. Cuando dejó de temblar, se colocó en pie, mirando al cielo nocturno una vez más. Pronto sería el único cielo que podría ver.

    Un ruido de tela desgarrándose y la cicatriz de Garganta apareció frente a ella. No era su batalla, no le incumbía del todo esa pelea, solo iría una última vez a despedirse, a darles la poca información que tenía y luego, nunca más los volvería a ver. El corazón se le encogió un poco ante esa idea, pero ya había tomado una decisión. Garganta se cerró tras ella, cuando por fin hubo entrado del todo en aquel portal.

    La luz del cielo de aquel país extraño la cegó, pero cuando por fin salió, bastó solo un momento para que pesquisa hiciera lo suyo. No estaba tan lejos. Y estaba también su compañera. Sonrió, avanzando con Sonido en su dirección; al menos podría disculparse por sus modales cuando la conoció por primera vez siendo una infante.
    : : ❲ ℰsᴄᴇɴᴀ — 𝒞ᴀɴᴏ́ɴɪᴄᴀ ❳ : : Seguramente habían pasado horas desde que él la dejó, desde que cruzó la puerta y se negó a regresar al espacio que compartían juntos. No le sorprendía, a decir verdad. Después de todo, sabía que él sentía que lo había abandonado hacía tiempo, aunque su intención jamás había sido esa. No guardaba esperanzas de que regresara, de que la buscara de nuevo. Ya había dejado claro que era lo que necesitaba y quería. Quizás tenía razón. Durante ese tiempo, sus pensamientos se dedicaron a sopesar aquellas ventajas y desventajas que tenía involucrarse en aquella guerra. Era lealtad lo que la motivaba, pero, ¿Hacía quién estaba realmente su lealtad? El vilturmita, Invencible, era su amigo... el primero que podía decir que tenía verdaderamente. Su amistad y lazo era tan genuino que incluso se había cuestionado si tenía razón Grimmjow y había algo más que ella no quisiera ver. Pero siempre llegaba a la misma conclusión; el rostro del peliazul se interponía, sus recuerdos y pensamientos siempre viajaban hasta él. Después de intentar por horas alejarlo de sus memorias, entendió que estaba de más intentarlo, la respuesta era clara. Grimmjow era su hogar, era lo que quería y necesitaba; podía prescindir de lo demás, pero de él nunca. Estaría dispuesta a sacrificar cualquier cosa y a cualquier persona por él. Siempre había sido él. Tardó un rato más en ponerse en pie. Ya lo tenía claro, abandonaría el mundo humano y renunciaría a todo, con tal de existir al lado del peliazul. Y aunque la claridad estaba por fin en su cabeza, no lo hacía menos doloroso. Él no tenía por que saberlo, no tenía por que enterarse del esfuerzo y el sacrificio que ella haría por él, así que no lo llamó. Cuando dejó de temblar, se colocó en pie, mirando al cielo nocturno una vez más. Pronto sería el único cielo que podría ver. Un ruido de tela desgarrándose y la cicatriz de Garganta apareció frente a ella. No era su batalla, no le incumbía del todo esa pelea, solo iría una última vez a despedirse, a darles la poca información que tenía y luego, nunca más los volvería a ver. El corazón se le encogió un poco ante esa idea, pero ya había tomado una decisión. Garganta se cerró tras ella, cuando por fin hubo entrado del todo en aquel portal. La luz del cielo de aquel país extraño la cegó, pero cuando por fin salió, bastó solo un momento para que pesquisa hiciera lo suyo. No estaba tan lejos. Y estaba también su compañera. Sonrió, avanzando con Sonido en su dirección; al menos podría disculparse por sus modales cuando la conoció por primera vez siendo una infante.
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    Crónica de la Luna IX – El alma que habita en mi (Final de la saga la luz de la luna)

    Cuando Selin, la Elunai, murió protegiendo a su hija, no sólo ancló su alma en la Luna.
    En aquel instante también quebró un ciclo antiguo, dormido desde el primer eclipse.

    La niña que llevaba en su vientre jamás vio la luz.
    Su pequeño corazón se apagó, pero su alma no desapareció.
    Como un cristal quebrado por el choque del caos y la luna, se dividió en dos fragmentos.

    Uno de esos fragmentos regresó al regazo de Elunai,
    fundido con el eco plateado de Selin,
    tejido con paciencia por Xinia, la raposa de luna.
    El otro fragmento lo arrebató Shobu, espíritu ardiente del Sol,
    y lo guardó en su fuego como una chispa perdida del origen.

    Ambos fragmentos vagaron, dispersos en el cosmos,
    hasta que los hilos del destino se entrelazaron en un solo cuerpo:
    Lili, la Umbrélun.

    Nacida con su propia alma, sí,
    pero también con el alma de aquella heredera rota.
    Dos voces latiendo en un solo corazón,
    dos memorias buscando un mismo rostro en el espejo de la eternidad.

    Su ser se mece entre sombras vivientes y susurros lunares,
    alimentado por el caos de su padre y protegido por la herencia de Selin.
    Pero en su interior arde un secreto aún sellado:
    el poder del Sol y de la Luna, aguardando el momento de despertar.

    Porque Lili no es sólo hija de la penumbra,
    ni sólo guardiana del resplandor.
    Es el Eclipse hecho carne:
    la llama escondida en la sombra,
    la sombra abrazada por la luz.

    Un día, cuando las memorias de Xinia y Shobu regresen a llamarla,
    cuando ambas almas en su interior dejen de luchar y comiencen a danzar,
    el mundo volverá a presenciar el poder que Selin nunca imaginó.

    "Porque a veces, en el silencio de la noche, algo despierta en mí.
    No son palabras, sino luces que arden detrás de mis ojos,
    dibujos de dragones lunares trazados en las estrellas.
    El viento me susurra frases en lenguas que no alcanzo a descifrar,
    y siento que mi alma no me pertenece por completo.

    Es la otra voz, la otra mitad,
    la que duerme y a la vez me guía.
    No sé si es un don o una condena,
    pero presiento que guarda el secreto de los dragones lunares,
    aquellos custodios extintos que una vez velaron por el equilibrio.

    Y aunque no comprendo su llamado,
    sé que un día tendré que responder.
    Porque lo que habita en mí
    no es silencio, ni sombra, ni fuego…
    es un Eclipse aguardando nacer."

    Crónica de la Luna IX – El alma que habita en mi (Final de la saga la luz de la luna) Cuando Selin, la Elunai, murió protegiendo a su hija, no sólo ancló su alma en la Luna. En aquel instante también quebró un ciclo antiguo, dormido desde el primer eclipse. La niña que llevaba en su vientre jamás vio la luz. Su pequeño corazón se apagó, pero su alma no desapareció. Como un cristal quebrado por el choque del caos y la luna, se dividió en dos fragmentos. Uno de esos fragmentos regresó al regazo de Elunai, fundido con el eco plateado de Selin, tejido con paciencia por Xinia, la raposa de luna. El otro fragmento lo arrebató Shobu, espíritu ardiente del Sol, y lo guardó en su fuego como una chispa perdida del origen. Ambos fragmentos vagaron, dispersos en el cosmos, hasta que los hilos del destino se entrelazaron en un solo cuerpo: Lili, la Umbrélun. Nacida con su propia alma, sí, pero también con el alma de aquella heredera rota. Dos voces latiendo en un solo corazón, dos memorias buscando un mismo rostro en el espejo de la eternidad. Su ser se mece entre sombras vivientes y susurros lunares, alimentado por el caos de su padre y protegido por la herencia de Selin. Pero en su interior arde un secreto aún sellado: el poder del Sol y de la Luna, aguardando el momento de despertar. Porque Lili no es sólo hija de la penumbra, ni sólo guardiana del resplandor. Es el Eclipse hecho carne: la llama escondida en la sombra, la sombra abrazada por la luz. Un día, cuando las memorias de Xinia y Shobu regresen a llamarla, cuando ambas almas en su interior dejen de luchar y comiencen a danzar, el mundo volverá a presenciar el poder que Selin nunca imaginó. "Porque a veces, en el silencio de la noche, algo despierta en mí. No son palabras, sino luces que arden detrás de mis ojos, dibujos de dragones lunares trazados en las estrellas. El viento me susurra frases en lenguas que no alcanzo a descifrar, y siento que mi alma no me pertenece por completo. Es la otra voz, la otra mitad, la que duerme y a la vez me guía. No sé si es un don o una condena, pero presiento que guarda el secreto de los dragones lunares, aquellos custodios extintos que una vez velaron por el equilibrio. Y aunque no comprendo su llamado, sé que un día tendré que responder. Porque lo que habita en mí no es silencio, ni sombra, ni fuego… es un Eclipse aguardando nacer."
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    Una vez termine de publicar la historia principal de Yukine y Lidica publicare una historia alterna donde los heroes han caido, pero de la oscuridad renace la esperanza:

    "El Legado

    Con el tiempo, Kael escribió un libro. No de hechizos. De memorias. Lo tituló “Crónicas del Olvido”, y en él narró la historia de Yukine y Lidica, de Sira, Tharos y Elen. No como héroes. Como personas que eligieron luchar cuando el mundo se rindió.

    El libro fue escondido en el Templo de la Luz Silente, junto al Amuleto. No para ser usado. Para ser recordado.

    Y cuando Kael desapareció, nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa."
    Una vez termine de publicar la historia principal de Yukine y Lidica publicare una historia alterna donde los heroes han caido, pero de la oscuridad renace la esperanza: "El Legado Con el tiempo, Kael escribió un libro. No de hechizos. De memorias. Lo tituló “Crónicas del Olvido”, y en él narró la historia de Yukine y Lidica, de Sira, Tharos y Elen. No como héroes. Como personas que eligieron luchar cuando el mundo se rindió. El libro fue escondido en el Templo de la Luz Silente, junto al Amuleto. No para ser usado. Para ser recordado. Y cuando Kael desapareció, nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa."
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    Memorias de Morfeo.

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