• ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over?
    ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ]

    Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo.

    Para peor, o para mejor.

    Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos.

    “¡Por favor!”

    ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos.

    Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla.

    Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre.

    Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar.

    Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?”

    Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo.

    --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero:

    ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía:
    “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.”
    La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía.
    “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.”

    Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer.

    “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.”

    Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello.

    Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.

    ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over? ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ] Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo. Para peor, o para mejor. Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos. “¡Por favor!” ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos. Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla. Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre. Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar. Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?” Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo. --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero: ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía: “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.” La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía. “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.” Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer. “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.” Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello. Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.
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  • Nada de esto es real.
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    El aire era tibio, impregnado de un dulzor floral casi embriagante, tan perfecto y suave como aquellas tardes de primavera que Ephraim solía amar… cuando aún era real. Una brisa cálida le acariciaba el rostro, agitando las hojas de los álamos con una delicadeza que habría conmovido a cualquier poeta. Ante él se desplegaba una escena tan hermosa, tan meticulosamente compuesta, que parecía diseñada no para ser vivida, sino para ser recordada.
    Un sueño. Demasiado perfecto.
    Los colores brillaban con un fulgor imposible, más vívidos de lo que cualquier mente despierta podría tolerar. Las voces eran muchas, y sin embargo, todas hablaban en un mismo tono: armonía, triunfo, paz. Una guerra había terminado, eso decían, una guerra que él no recordaba tener registro en su mente.

    La escena cambiaba sin cesar. Demasiado rápido.

    Ráfagas de alegría le golpeaban sin tregua: niños riendo, banquetes suntuosos en pasillos dorados, jardines en plena floración. Cada imagen estaba cuidadosamente pulida, como si una voluntad desesperada por la paz hubiera borrado todo rastro de verdad y lo hubiese reemplazado con una mentira reconfortante.

    Ephraim cerró los ojos con fuerza. No por nostalgia, sino por agotamiento. El constante cambio de escenario le impedía meditar, pensar, esconderse siquiera en ese rincón mental que sabía que la soñadora jamás buscaría. Era molesto. Dolía en los ojos.

    Las risas le revolvían el estómago.
    Las memorias felices provocaban un hormigueo repulsivo que le recorría la espalda como una corriente fría.

    Avanzó unos pasos, adentrándose en una marea de figuras que se entrelazaban en un banquete. Era hermoso, imposible negarlo. Una pintura viva, un momento de tal perfección que cualquier otro lo habría guardado como un tesoro en la memoria.
    Pero Ephraim sabía leer los sueños, sentía el final aproximarse, lo percibía en la velocidad con que las escenas se desarrollaban, como un teatro a punto de caer el telón.

    Y entonces vio a aquella joven. Por su porte, por la ligereza de sus pasos, supo sin dudarlo: ella era la soñadora.
    La autora inconsciente de ese paraíso artificial.

    Ephraim sintió, como tantas otras veces, el calor hiriente de una envidia antigua apretarle el pecho. No por su corona, ni por su linaje, ni siquiera por esos dragones que a su yo más joven le habrían fascinado estudiar.

    La envidia ardía por una razón más simple y cruel: Ella todavía era capaz de soñar con esperanza.
    —Bendita ignorancia… —murmuró Ephraim, mientras sus pasos lo guiaban hacia ella.

    Porque desde que dejó de ser humano, desde que fue transformado por su amada diosa, los sueños dejaron de ser un refugio. No recordaba la última vez que había soñado algo bello. Algo que no naciera de la desesperación o el dolor.

    Extendió una mano y la posó en su hombro. No con dulzura, sino con demasiada violencia. La hizo girar, obligándola a mirarle el rostro.
    Su sonrisa torcida era una mancha oscura en medio de aquel sueño perfecto.

    —¿Sabes que esto solo es un sueño, verdad?

    Su voz era suave y melodiosa, casi dulce, pero helada. Se deslizaba como una serpiente bajo la piel, cargada de veneno. La risita que escapó de su garganta rasgó el aire, y todo comenzó a apagarse: Las voces se silenciaron, as figuras se desvanecieron, incluso aquellas que la soñadora más amaba. Y la luz… la luz se fue.

    Solo quedaron ellos dos. En la nada, rodeados de árboles y flores, demasiado oscuro para poder apreciar lo deformes y extrañas que eran.
    —Me enferma este lugar —susurró Ephraim, la voz teñida de asco—. Todo es demasiado hermoso. Demasiado... tú. Y yo… yo no puedo crear belleza. Solo deformidad.
    ¿Me dejas robarte esto, aunque sea por un momento?





    ⋆˚꩜。 ᴅᴀᴇᴍʏʀᴀ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ
    El aire era tibio, impregnado de un dulzor floral casi embriagante, tan perfecto y suave como aquellas tardes de primavera que Ephraim solía amar… cuando aún era real. Una brisa cálida le acariciaba el rostro, agitando las hojas de los álamos con una delicadeza que habría conmovido a cualquier poeta. Ante él se desplegaba una escena tan hermosa, tan meticulosamente compuesta, que parecía diseñada no para ser vivida, sino para ser recordada. Un sueño. Demasiado perfecto. Los colores brillaban con un fulgor imposible, más vívidos de lo que cualquier mente despierta podría tolerar. Las voces eran muchas, y sin embargo, todas hablaban en un mismo tono: armonía, triunfo, paz. Una guerra había terminado, eso decían, una guerra que él no recordaba tener registro en su mente. La escena cambiaba sin cesar. Demasiado rápido. Ráfagas de alegría le golpeaban sin tregua: niños riendo, banquetes suntuosos en pasillos dorados, jardines en plena floración. Cada imagen estaba cuidadosamente pulida, como si una voluntad desesperada por la paz hubiera borrado todo rastro de verdad y lo hubiese reemplazado con una mentira reconfortante. Ephraim cerró los ojos con fuerza. No por nostalgia, sino por agotamiento. El constante cambio de escenario le impedía meditar, pensar, esconderse siquiera en ese rincón mental que sabía que la soñadora jamás buscaría. Era molesto. Dolía en los ojos. Las risas le revolvían el estómago. Las memorias felices provocaban un hormigueo repulsivo que le recorría la espalda como una corriente fría. Avanzó unos pasos, adentrándose en una marea de figuras que se entrelazaban en un banquete. Era hermoso, imposible negarlo. Una pintura viva, un momento de tal perfección que cualquier otro lo habría guardado como un tesoro en la memoria. Pero Ephraim sabía leer los sueños, sentía el final aproximarse, lo percibía en la velocidad con que las escenas se desarrollaban, como un teatro a punto de caer el telón. Y entonces vio a aquella joven. Por su porte, por la ligereza de sus pasos, supo sin dudarlo: ella era la soñadora. La autora inconsciente de ese paraíso artificial. Ephraim sintió, como tantas otras veces, el calor hiriente de una envidia antigua apretarle el pecho. No por su corona, ni por su linaje, ni siquiera por esos dragones que a su yo más joven le habrían fascinado estudiar. La envidia ardía por una razón más simple y cruel: Ella todavía era capaz de soñar con esperanza. —Bendita ignorancia… —murmuró Ephraim, mientras sus pasos lo guiaban hacia ella. Porque desde que dejó de ser humano, desde que fue transformado por su amada diosa, los sueños dejaron de ser un refugio. No recordaba la última vez que había soñado algo bello. Algo que no naciera de la desesperación o el dolor. Extendió una mano y la posó en su hombro. No con dulzura, sino con demasiada violencia. La hizo girar, obligándola a mirarle el rostro. Su sonrisa torcida era una mancha oscura en medio de aquel sueño perfecto. —¿Sabes que esto solo es un sueño, verdad? Su voz era suave y melodiosa, casi dulce, pero helada. Se deslizaba como una serpiente bajo la piel, cargada de veneno. La risita que escapó de su garganta rasgó el aire, y todo comenzó a apagarse: Las voces se silenciaron, as figuras se desvanecieron, incluso aquellas que la soñadora más amaba. Y la luz… la luz se fue. Solo quedaron ellos dos. En la nada, rodeados de árboles y flores, demasiado oscuro para poder apreciar lo deformes y extrañas que eran. —Me enferma este lugar —susurró Ephraim, la voz teñida de asco—. Todo es demasiado hermoso. Demasiado... tú. Y yo… yo no puedo crear belleza. Solo deformidad. ¿Me dejas robarte esto, aunque sea por un momento? ⋆˚꩜。 [fable_topaz_zebra_366]
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    Memorias de la Usuaria - Gankutsuou

    ¿Que obtienes cuando mezclas operas espaciales, vampiros espaciales y un toquecito de mechas? ¡¡¡El Conde de Montecristo!!! Gankutsuou te cuenta esta historia desde un enfoque diferente, uno bizarro y lleno de ciencia ficción.
    Esta fue de esas serie que me vi en un fin de semana, de entrada, lo que me dejo enganchada fue la historia porque soy fanática de la novela original, pero la animación es una delicia visual.
    Memorias de la Usuaria - Gankutsuou ¿Que obtienes cuando mezclas operas espaciales, vampiros espaciales y un toquecito de mechas? ¡¡¡El Conde de Montecristo!!! Gankutsuou te cuenta esta historia desde un enfoque diferente, uno bizarro y lleno de ciencia ficción. Esta fue de esas serie que me vi en un fin de semana, de entrada, lo que me dejo enganchada fue la historia porque soy fanática de la novela original, pero la animación es una delicia visual.
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    Memorias de la Usuaria. - Abenobashi Maho - Shotengai

    Te gustan las series locas clásicas como Fooly Cooly, pero no te viste Abenobashi?! Lo siento, no podemos ser amigos (XD)
    Dos amigos de infancia pasaran su ultimo verano juntos, pero por ciertos motivos se ven envueltos en viajes a universos paralelos, en donde veremos parodias de mechas, películas clásicas e incluso otros animes. Recomendadisima.
    Memorias de la Usuaria. - Abenobashi Maho - Shotengai Te gustan las series locas clásicas como Fooly Cooly, pero no te viste Abenobashi?! Lo siento, no podemos ser amigos (XD) Dos amigos de infancia pasaran su ultimo verano juntos, pero por ciertos motivos se ven envueltos en viajes a universos paralelos, en donde veremos parodias de mechas, películas clásicas e incluso otros animes. Recomendadisima.
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    Memorias de la Usuaria. - Chrno Crusade

    Oh dios, esta no necesita presentación, si no la viste... Pos, que mal. Monjas cazadoras de demonios y un demonio hermoso, precioso que te defenderá a costa de su propia vida. Ya no hacen animes tan hermosos como estos.
    Memorias de la Usuaria. - Chrno Crusade Oh dios, esta no necesita presentación, si no la viste... Pos, que mal. Monjas cazadoras de demonios y un demonio hermoso, precioso que te defenderá a costa de su propia vida. Ya no hacen animes tan hermosos como estos.
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    Memorias de la Usuaria. - Pandora Hearts

    Fue de las primeras series que vi. Me compraron la serie en un evento anime allá por diciembre del 2009. Recuerdo bien que fue en ese mes porque era cuando hacían los eventos Otakus relativamente grandes en mi país. No sabía de que trataba la historia, pero la vendedora que andaba un cosplay de Kuchiki Rukia me dijo que era como el cuento de Alicia en el país de las maravillas (XD)
    Posss no me mintió, si sale un conejo, pero era uno todo satánico. En esa época me sentía bien Dark y me puse a buscar series bien oscuras... ¿Cual fue la que compre después? Chrno Crusade... Si, si, no se reían de mi oscuro pasado (XD) Pero esa, es otra historia ;)
    Memorias de la Usuaria. - Pandora Hearts Fue de las primeras series que vi. Me compraron la serie en un evento anime allá por diciembre del 2009. Recuerdo bien que fue en ese mes porque era cuando hacían los eventos Otakus relativamente grandes en mi país. No sabía de que trataba la historia, pero la vendedora que andaba un cosplay de Kuchiki Rukia me dijo que era como el cuento de Alicia en el país de las maravillas (XD) Posss no me mintió, si sale un conejo, pero era uno todo satánico. En esa época me sentía bien Dark y me puse a buscar series bien oscuras... ¿Cual fue la que compre después? Chrno Crusade... Si, si, no se reían de mi oscuro pasado (XD) Pero esa, es otra historia ;)
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  • ᨒ↟↟𓂃 ོ ☼𓂃↟ 𖠰𓂃 ོ𓂃ᨒᨒ↟↟𓂃↟ 𖠰𓂃 𓂃
    Una roca esférica del tamaño de una habitación cae de una gran altura cerca de lo que aparentemente era una llanura descampada donde nadie se encontraba. El sitio se estremece en un leve temblor, la tierra se levanta del suelo de los alrededores y antes de que pueda detectarse con la vista, aquel objeto ya estaba en el aire una vez mas tras rebotar en la lisa superficie del ambiente.

    La roca continúa su trayectoria hasta golpear un gran montículo de tierra. Era peculiar, parecía estar puesto alli aproposito (Y lo estaba). El montículo es derribado por la fuerza del impacto causando, una vez más, un levantamiento en la tierra que está vez se queda en el aire formando una cortina que no dejaba que se colarán los rayos del son cálido matutino.

    Tras ese acontecimiento, se oye una carcajada lejana y en lo alto. Proviene de un reptil gigante, parado sobre un pilar de piedra destacando su presencia como un águila sobrevolando en los aires. No dura mucho en un solo lugar sin embargo, tras acabar su diversión aquel pilar comienza a descender junto el individuo encima de él.

    — Mí puntería se encuentra impecable, como siempre... —Alardea pensando en voz alta y escribiendo en un papel de pergamino lo que decía— Las rocas ahora me pesan mucho. Hoy fueron doscientos metros, mañana serán trescientos, solo necesito volver a acostumbrarme ¿Quien hiba a pensar que lanzar cosas y hacerlas estrellar con otras a lo cavernicola fuera tan divertido? Mí hermano tenía razón todo este tiempo. Solo esperó no haber espantado a alguien. He visto un grupo de aves volar a lo lejos ¿El estruendo no habrá hecho que alguno de los huevos de sus nidos se caigan verdad? ¡No podría dormir tranquilo con ese cargo de conciencia!

    Este al terminar de decir esto se queda pensando mientras relee lo que acababa de escribir. Satisfecho simplemente suspira y enrolla con cuidado el frágil material.

    — Supongo que eso es lo que puedo anotar hoy... Me pregunto si alguien leerá esto algún día ¿Habrá alguien interesado en estas memorias? —Voltea a ver a sus alrededores, la cortina de tierra se había desvanecido—. Que más da, lo que importa es que me ayuda a aclarar la mente.

    #DiarioDelGuardian
    ᨒ↟↟𓂃 ོ ☼𓂃↟ 𖠰𓂃 ོ𓂃ᨒᨒ↟↟𓂃↟ 𖠰𓂃 𓂃 Una roca esférica del tamaño de una habitación cae de una gran altura cerca de lo que aparentemente era una llanura descampada donde nadie se encontraba. El sitio se estremece en un leve temblor, la tierra se levanta del suelo de los alrededores y antes de que pueda detectarse con la vista, aquel objeto ya estaba en el aire una vez mas tras rebotar en la lisa superficie del ambiente. La roca continúa su trayectoria hasta golpear un gran montículo de tierra. Era peculiar, parecía estar puesto alli aproposito (Y lo estaba). El montículo es derribado por la fuerza del impacto causando, una vez más, un levantamiento en la tierra que está vez se queda en el aire formando una cortina que no dejaba que se colarán los rayos del son cálido matutino. Tras ese acontecimiento, se oye una carcajada lejana y en lo alto. Proviene de un reptil gigante, parado sobre un pilar de piedra destacando su presencia como un águila sobrevolando en los aires. No dura mucho en un solo lugar sin embargo, tras acabar su diversión aquel pilar comienza a descender junto el individuo encima de él. — Mí puntería se encuentra impecable, como siempre... —Alardea pensando en voz alta y escribiendo en un papel de pergamino lo que decía— Las rocas ahora me pesan mucho. Hoy fueron doscientos metros, mañana serán trescientos, solo necesito volver a acostumbrarme ¿Quien hiba a pensar que lanzar cosas y hacerlas estrellar con otras a lo cavernicola fuera tan divertido? Mí hermano tenía razón todo este tiempo. Solo esperó no haber espantado a alguien. He visto un grupo de aves volar a lo lejos ¿El estruendo no habrá hecho que alguno de los huevos de sus nidos se caigan verdad? ¡No podría dormir tranquilo con ese cargo de conciencia! Este al terminar de decir esto se queda pensando mientras relee lo que acababa de escribir. Satisfecho simplemente suspira y enrolla con cuidado el frágil material. — Supongo que eso es lo que puedo anotar hoy... Me pregunto si alguien leerá esto algún día ¿Habrá alguien interesado en estas memorias? —Voltea a ver a sus alrededores, la cortina de tierra se había desvanecido—. Que más da, lo que importa es que me ayuda a aclarar la mente. #DiarioDelGuardian
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  • Donde el silencio respira

    Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias.

    Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes.

    Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas.

    Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera.

    Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse.

    En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
    Donde el silencio respira Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias. Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes. Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas. Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera. Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse. En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
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  • ----- Starter -----

    Corporeidad, ese eje de mi nombre, clama un nombre en la lumbre de mi ayeres. Cobijados y perpetuos sobre un campo de líricos vestidos.

    Osadía de nocturnidad que amaré, es el espacio en el que sangro. Posee subtítulos que tornan espectros de huracanes y, ante mí, retienen un susurro que despierta el eje de mis sentidos. De prominentes espacios. Declamo a la tierra, en la que pasto, un cordel de bestias; de enjambre de lunas crecientes.

    Respiro en un área musical más allá del nirvana. Repto como el edificio en el que repaso, la corporeidad en la que habito; por unas veces más de las veces, en las que la marea de la imaginación se recrea en la tintura de mis pies; un silicio de versos de besos. De cándidos candiles cardinales.

    Expreso que sobrevivo. Como puedo me hago uno con el fuego, el trueno, la tempestad que azota a mis mejillas. Necesito un corazón en el que llorar por los caídos. Relato en nombre del trigal campal de las campanas. Repaso la lágrima que decrece y crece en el umbral de mis relicarios; esos con aromas a limas y cardenales de regueros de nobleza coronada.

    Deslizo mis deseos por la espuma que se encumbra en el cayado de treinta y tres minutos, en un punto de las tres de la tarde. En él reescribo las memorias del futuro. En le me hago un tempano de prisma y arcoíris de medidas relucientes. Reparto mermeladas de fresas con crema y ahí, y justo allí anuncio que he revivido.

    Ante el monstruo que gobierna el universo enfrento las valías; su respiración me encandila. La mañana entre la que se levanta, ante del nacimiento del sonido que recorre la silente nocturnidad, ama como nadie como yo le amo. Me estremezco y lloro por los caídos. Perdura la marejada en mi almohada. Y pese a que rezo, con la carencia de un rosario, hallo providencia y salvación entre las paredes de esta habitación repleta de oraciones y pájaros sonrientes.

    Por fin. Por fin. Por fin. Alguien me susurra al oído. Se decanta por vislumbrar mis ojos, esos con delirio de grandeza. La espada descansa ante mis terrenos y, al asomarme por los vitrales de fragante beldad acérrima, constato que la piedra en la que escribo con un carboncillo, remansa un jolgorio de hurto de la fantasía. Ante nosotros se abre el paraíso, se parten en dos, tres, y cuatro los envases de la esperanza que les entrego.

    Espérame, Roszyachán, conforme el firmamento tiembla el tiemplo ante el terror de tus hazañas es pensamiento; el día deja un reguero de sangre; la noche lo reta; pero la noche no es otra que tu pariente de miel de leche. Allí relatas que la más hazaña, ante la que te enfrentas, no es ante lo que no puedes ver con tus ojos de ejes de hielo. Mis ojos verdes recuerdan todo.

    Mi nacimiento entre repollos y crisálidas de helechos de alas de esas hadas, no temieron cargarme y encerrarme en esta armadura; vaciada y viciada entre mis propias ponencias que declaman por revivir al estremecido, al manso, al revivido en la realidad de los geranios de tus ojos.
    ----- Starter ----- Corporeidad, ese eje de mi nombre, clama un nombre en la lumbre de mi ayeres. Cobijados y perpetuos sobre un campo de líricos vestidos. Osadía de nocturnidad que amaré, es el espacio en el que sangro. Posee subtítulos que tornan espectros de huracanes y, ante mí, retienen un susurro que despierta el eje de mis sentidos. De prominentes espacios. Declamo a la tierra, en la que pasto, un cordel de bestias; de enjambre de lunas crecientes. Respiro en un área musical más allá del nirvana. Repto como el edificio en el que repaso, la corporeidad en la que habito; por unas veces más de las veces, en las que la marea de la imaginación se recrea en la tintura de mis pies; un silicio de versos de besos. De cándidos candiles cardinales. Expreso que sobrevivo. Como puedo me hago uno con el fuego, el trueno, la tempestad que azota a mis mejillas. Necesito un corazón en el que llorar por los caídos. Relato en nombre del trigal campal de las campanas. Repaso la lágrima que decrece y crece en el umbral de mis relicarios; esos con aromas a limas y cardenales de regueros de nobleza coronada. Deslizo mis deseos por la espuma que se encumbra en el cayado de treinta y tres minutos, en un punto de las tres de la tarde. En él reescribo las memorias del futuro. En le me hago un tempano de prisma y arcoíris de medidas relucientes. Reparto mermeladas de fresas con crema y ahí, y justo allí anuncio que he revivido. Ante el monstruo que gobierna el universo enfrento las valías; su respiración me encandila. La mañana entre la que se levanta, ante del nacimiento del sonido que recorre la silente nocturnidad, ama como nadie como yo le amo. Me estremezco y lloro por los caídos. Perdura la marejada en mi almohada. Y pese a que rezo, con la carencia de un rosario, hallo providencia y salvación entre las paredes de esta habitación repleta de oraciones y pájaros sonrientes. Por fin. Por fin. Por fin. Alguien me susurra al oído. Se decanta por vislumbrar mis ojos, esos con delirio de grandeza. La espada descansa ante mis terrenos y, al asomarme por los vitrales de fragante beldad acérrima, constato que la piedra en la que escribo con un carboncillo, remansa un jolgorio de hurto de la fantasía. Ante nosotros se abre el paraíso, se parten en dos, tres, y cuatro los envases de la esperanza que les entrego. Espérame, Roszyachán, conforme el firmamento tiembla el tiemplo ante el terror de tus hazañas es pensamiento; el día deja un reguero de sangre; la noche lo reta; pero la noche no es otra que tu pariente de miel de leche. Allí relatas que la más hazaña, ante la que te enfrentas, no es ante lo que no puedes ver con tus ojos de ejes de hielo. Mis ojos verdes recuerdan todo. Mi nacimiento entre repollos y crisálidas de helechos de alas de esas hadas, no temieron cargarme y encerrarme en esta armadura; vaciada y viciada entre mis propias ponencias que declaman por revivir al estremecido, al manso, al revivido en la realidad de los geranios de tus ojos.
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  • —No busques si lo que vas a encontrar no te va a gustar —Musitó Yuki mientras se miraba en el reflejo del espejo del baño. Hacía días que estaba más empecinada en averiguar su pasado, el porqué su memoria se había borrado, pero ¿por qué sentía que si no recordaba pronto, podría ser catastrófico? era como si cada pieza que encontraba, la acercaba a una realidad que no le iba a gustar.

    Soltó un suspiro, resignada. Su vida parecía una historia de ensueño, lo que cualquier mujer podría desear, pero en su interior, en su corazón, aunque no quisiera, necesitaba traer de vuelta sus memorias.
    —No busques si lo que vas a encontrar no te va a gustar —Musitó Yuki mientras se miraba en el reflejo del espejo del baño. Hacía días que estaba más empecinada en averiguar su pasado, el porqué su memoria se había borrado, pero ¿por qué sentía que si no recordaba pronto, podría ser catastrófico? era como si cada pieza que encontraba, la acercaba a una realidad que no le iba a gustar. Soltó un suspiro, resignada. Su vida parecía una historia de ensueño, lo que cualquier mujer podría desear, pero en su interior, en su corazón, aunque no quisiera, necesitaba traer de vuelta sus memorias.
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