• —Está viendo fantasmas del pasado. ¿La locura de los Targaryen haciendo de las suyas?—


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    La Casa del Dragón
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    Requisitos Imprescindibles:

    -Haber visto House of the Dragon.
    -Conocer bien el personaje.
    -Buena ortografía.
    -Rol descriptivo. Longitud de media a extensa.

    Free rol, no busco partner cerrado. Es decir, que podrás rolear con quien quieras la trama que quieras ya sea romántica o no. Siempre y cuando le des prioridad a nuestra trama ^^

    La búsqueda es para mi OC: https://ficrol.com/DAUGHTER0FCROWS

    Resumen de la trama:

    Después de que Ravenna llega a Rocadragón, se encuentra con Daemon Targaryen, quien ha regresado de Harrenhal. Desde el primer encuentro, surge una atracción mutua entre ellos. Ravenna, intrigada por la naturaleza temeraria y carismática de Daemon, siente una conexión inmediata, mientras que Daemon, conocido por su rebeldía y pasión, se siente igualmente atraído por la misteriosa Ravenna, quien parece ser una versión joven y enigmática de él mismo.


    La ficha del personaje para más información: https://ficrol.com/blogs/177137/%F0%9D%95%AF%F0%9D%96%86%F0%9D%96%9A%F0%9D%96%8C%F0%9D%96%8D%F0%9D%96%99%F0%9D%96%8A%F0%9D%96%97-%F0%9D%96%94%F0%9D%96%8B-%F0%9D%95%AE%F0%9D%96%97%F0%9D%96%94%F0%9D%96%9C%F0%9D%96%98
    Requisitos Imprescindibles: -Haber visto House of the Dragon. -Conocer bien el personaje. -Buena ortografía. -Rol descriptivo. Longitud de media a extensa. Free rol, no busco partner cerrado. Es decir, que podrás rolear con quien quieras la trama que quieras ya sea romántica o no. Siempre y cuando le des prioridad a nuestra trama ^^ La búsqueda es para mi OC: https://ficrol.com/DAUGHTER0FCROWS Resumen de la trama: Después de que Ravenna llega a Rocadragón, se encuentra con Daemon Targaryen, quien ha regresado de Harrenhal. Desde el primer encuentro, surge una atracción mutua entre ellos. Ravenna, intrigada por la naturaleza temeraria y carismática de Daemon, siente una conexión inmediata, mientras que Daemon, conocido por su rebeldía y pasión, se siente igualmente atraído por la misteriosa Ravenna, quien parece ser una versión joven y enigmática de él mismo. La ficha del personaje para más información: https://ficrol.com/blogs/177137/%F0%9D%95%AF%F0%9D%96%86%F0%9D%96%9A%F0%9D%96%8C%F0%9D%96%8D%F0%9D%96%99%F0%9D%96%8A%F0%9D%96%97-%F0%9D%96%94%F0%9D%96%8B-%F0%9D%95%AE%F0%9D%96%97%F0%9D%96%94%F0%9D%96%9C%F0%9D%96%98
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  • Ecos del norte
    Fandom House of Dragon
    Categoría Acción
    STARTER PARA Rhaenyra Targaryen

    El viento aullaba fuera de las paredes de Rocadragón, trayendo consigo el frío del invierno que se acercaba, mientras Rhaenyra observaba los mapas extendidos sobre la mesa en la sala de reuniones. Las luces parpadeantes de las velas proyectaban sombras inquietantes sobre los documentos, reflejando el tumulto en su mente. Las amenazas del reino eran constantes, y cada día parecía traer consigo nuevas preocupaciones. Rhaenyra se sentía agobiada por la responsabilidad del trono, por las guerras que se avecinaban y por la lealtad de sus aliados, que se sentía cada vez más frágil.

    Mysaria, la Consejera Blanca, observaba a la reina desde una esquina de la habitación. Conocía bien esa expresión de agotamiento y preocupación, y sabía que Rhaenyra estaba al borde de ser consumida por sus propios temores. Con un movimiento suave y casi imperceptible, Mysaria se acercó a Rhaenyra, inclinándose levemente para hablar en un tono bajo y confidencial.

    —Mi reina —comenzó Mysaria, con la voz suave—. Hay algo que tal vez queráis considerar. Un... rumor.

    Rhaenyra alzó la vista, sus ojos mostrando un destello de interés mezclado con agotamiento.

    —¿Un rumor? Si es otro complot de los Hightower o de mis propios aliados, no creo tener la paciencia para más intrigas hoy.

    Mysaria sonrió ligeramente, un gesto apenas visible, pero lleno de conocimiento.

    —No, mi reina. No se trata de vuestros enemigos... sino de vuestra familia. He oído murmullos provenientes del Norte, sobre una mujer. Se dice que podría ser descendencia de vuestro padre. Vive apartada, en las sombras, como su madre antes que ella.
    —¿Ah, sí? ¿Quién?
    —La hija de los cuervos.

    El nombre quedó suspendido en el aire entre ellas, como una brizna de esperanza o tal vez de duda. Rhaenyra frunció el ceño, su mente inmediatamente escéptica.
    —¿Otra hija ilegítima? Mysaria, sabes tan bien como yo que hay cientos de historias como esa. Mujeres que afirman tener la sangre del dragón corriendo por sus venas. ¿Por qué debería importarme esta en particular?

    Mysaria mantuvo la calma, su voz sin perder la compostura.

    —Porque si es verdad, si esa mujer lleva la sangre de vuestro padre, podría ser una aliada poderosa en los tiempos venideros. Se dice que su madre tenía conocimientos profundos. Quizás, mi reina, es alguien en quien podríais confiar, aunque solo sea por el peso de su linaje.

    Rhaenyra quedó en silencio por un momento, el peso de la sugerencia cayendo sobre ella. La idea de traer a alguien más de su familia, otra posible heredera de la sangre Targaryen, era tanto una oportunidad como un riesgo. Sin embargo, la mención de una conexión con el Norte, con ese aire de misterio y sabiduría, la intrigó. Finalmente, asintió, su decisión tomada.

    —Envía un cuervo, Mysaria. Si realmente existe esa mujer de la que hablas y es quien dicen ser, hazla llegar. Convocadla en Rocadragón. Veremos si todo eso que sugieren los rumores es o no cierto.

    ---

    Días después, en una cabaña aislada en el Norte, Ravenna recibió el mensaje. El cuervo aterrizó en el alféizar de su ventana, el pergamino enrollado en su pata era una llamada desde Rocadragón, una solicitud de la mismísima reina. Ravenna desenrolló el pergamino, leyendo las palabras con una mezcla de desconfianza y curiosidad. No confiaba en nadie, y menos en rumores sobre descendencia real. Pero algo en la urgencia de la carta, o tal vez el desafío implícito en la petición, despertó en ella una decisión.

    Durante días, Ravenna meditó sobre la propuesta, debatiendo si valía la pena abandonar su vida en las sombras para responder a la llamada de una reina con la que se suponía, compartía algo más que un simple apellido. Al final, la curiosidad y un impulso inexplicable prevalecieron. Con el corazón firme y la mente alerta, se montó en su caballo y emprendió el viaje hacia Rocadragón.

    Al llegar, los guardias la escoltaron hacia la sala principal, donde Rhaenyra estaba reunida con sus consejeros. Ravenna se mantuvo erguida, su presencia imponente y su mirada llena de una fría cautela. El silencio en la sala fue palpable cuando las puertas se abrieron y ella entró. Rhaenyra levantó la cabeza, sus ojos encontrando los de Ravenna por primera vez. Había algo en la mujer que estaba frente a ella, algo que despertaba tanto recelo como fascinación.

    Pero Ravenna ni siquiera se inclinó ante ella.
    STARTER PARA [QUEENTARG4RYEN] El viento aullaba fuera de las paredes de Rocadragón, trayendo consigo el frío del invierno que se acercaba, mientras Rhaenyra observaba los mapas extendidos sobre la mesa en la sala de reuniones. Las luces parpadeantes de las velas proyectaban sombras inquietantes sobre los documentos, reflejando el tumulto en su mente. Las amenazas del reino eran constantes, y cada día parecía traer consigo nuevas preocupaciones. Rhaenyra se sentía agobiada por la responsabilidad del trono, por las guerras que se avecinaban y por la lealtad de sus aliados, que se sentía cada vez más frágil. Mysaria, la Consejera Blanca, observaba a la reina desde una esquina de la habitación. Conocía bien esa expresión de agotamiento y preocupación, y sabía que Rhaenyra estaba al borde de ser consumida por sus propios temores. Con un movimiento suave y casi imperceptible, Mysaria se acercó a Rhaenyra, inclinándose levemente para hablar en un tono bajo y confidencial. —Mi reina —comenzó Mysaria, con la voz suave—. Hay algo que tal vez queráis considerar. Un... rumor. Rhaenyra alzó la vista, sus ojos mostrando un destello de interés mezclado con agotamiento. —¿Un rumor? Si es otro complot de los Hightower o de mis propios aliados, no creo tener la paciencia para más intrigas hoy. Mysaria sonrió ligeramente, un gesto apenas visible, pero lleno de conocimiento. —No, mi reina. No se trata de vuestros enemigos... sino de vuestra familia. He oído murmullos provenientes del Norte, sobre una mujer. Se dice que podría ser descendencia de vuestro padre. Vive apartada, en las sombras, como su madre antes que ella. —¿Ah, sí? ¿Quién? —La hija de los cuervos. El nombre quedó suspendido en el aire entre ellas, como una brizna de esperanza o tal vez de duda. Rhaenyra frunció el ceño, su mente inmediatamente escéptica. —¿Otra hija ilegítima? Mysaria, sabes tan bien como yo que hay cientos de historias como esa. Mujeres que afirman tener la sangre del dragón corriendo por sus venas. ¿Por qué debería importarme esta en particular? Mysaria mantuvo la calma, su voz sin perder la compostura. —Porque si es verdad, si esa mujer lleva la sangre de vuestro padre, podría ser una aliada poderosa en los tiempos venideros. Se dice que su madre tenía conocimientos profundos. Quizás, mi reina, es alguien en quien podríais confiar, aunque solo sea por el peso de su linaje. Rhaenyra quedó en silencio por un momento, el peso de la sugerencia cayendo sobre ella. La idea de traer a alguien más de su familia, otra posible heredera de la sangre Targaryen, era tanto una oportunidad como un riesgo. Sin embargo, la mención de una conexión con el Norte, con ese aire de misterio y sabiduría, la intrigó. Finalmente, asintió, su decisión tomada. —Envía un cuervo, Mysaria. Si realmente existe esa mujer de la que hablas y es quien dicen ser, hazla llegar. Convocadla en Rocadragón. Veremos si todo eso que sugieren los rumores es o no cierto. --- Días después, en una cabaña aislada en el Norte, Ravenna recibió el mensaje. El cuervo aterrizó en el alféizar de su ventana, el pergamino enrollado en su pata era una llamada desde Rocadragón, una solicitud de la mismísima reina. Ravenna desenrolló el pergamino, leyendo las palabras con una mezcla de desconfianza y curiosidad. No confiaba en nadie, y menos en rumores sobre descendencia real. Pero algo en la urgencia de la carta, o tal vez el desafío implícito en la petición, despertó en ella una decisión. Durante días, Ravenna meditó sobre la propuesta, debatiendo si valía la pena abandonar su vida en las sombras para responder a la llamada de una reina con la que se suponía, compartía algo más que un simple apellido. Al final, la curiosidad y un impulso inexplicable prevalecieron. Con el corazón firme y la mente alerta, se montó en su caballo y emprendió el viaje hacia Rocadragón. Al llegar, los guardias la escoltaron hacia la sala principal, donde Rhaenyra estaba reunida con sus consejeros. Ravenna se mantuvo erguida, su presencia imponente y su mirada llena de una fría cautela. El silencio en la sala fue palpable cuando las puertas se abrieron y ella entró. Rhaenyra levantó la cabeza, sus ojos encontrando los de Ravenna por primera vez. Había algo en la mujer que estaba frente a ella, algo que despertaba tanto recelo como fascinación. Pero Ravenna ni siquiera se inclinó ante ella.
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  • Salt and Sea Heirs.
    Fandom House of the Dragon
    Categoría Fantasía
    /Lucerys/

    Habían pasado unas pocas lunas desde que habían salido del luto por la muerte de la princesa Rhaenys. Corlys Velaryon, Lord de Driftmark, anunció a los habitantes de la isla su retiro, la muerte de su amada esposa le había dejado en un estado deplorable.

    Claro que Driftmark no podía quedarse sin quien ocupara el trono de Drifwood, por ello mismo habia nombrado a su querido nieto y sucesor legítimo como nuevo Señor de las Mareas y Lord de Driftmark.

    Lucerys Velaryon, al que muchos habían llamado bastardo en su niñez, se había convertido en un joven príncipe con madera y experiencia como marinero. Creció en estatura, musculatura y también en mentalidad, poco quedaba del niño que rechazaba lo que tanto habían dicho que le pertenecía.

    Acepto el puesto de regente hasta que su abuelo se encontrara mejor. Sin embargo, no llegó solo para gobernar, no. Lucerys había llevado a su prometida con él, Lady Rhaena Targaryen. Pues sabía que solo con ella a su lado era que podría hacer un mejor trabajo, ¿No la llevaba siempre como segunda al mando en sus viajes?

    —— Rhaena, ¿estás ocupada? ——
    Allí estaba una vez más, tocando la puerta de su alcoba como cada día en la tarde, era su momento libre para poder hablarle fuera de las cosas de la isla.

    /Rhaena/

    Rhaena retocaba los adornos de sus rastas, casi como un ritual, sumida en profundas reflexiones sobre el luto reciente, en la nueva vida que llevaba (para la cual le habían preparado) y las nuevas responsabilidades que recaían sobre su cabeza. El sutil golpeteo en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Sabía gestionar perfectamente sus reacciones para ocultar las tinciones de un espíritu quebrado.

    —— Estoy... —— con los anillos a medio ajustar, algunas cadenas salidas y su rostro enmarañado por pequeñas venas en las ojeras; suspiró, de todas formas no se podía decir que no esperaba la visita —— decente. —— Declaró con voz suave.

    Se levantó y abrió la puerta por sí misma. Sus ojos lo escrutaban con detenimiento. Era consciente de cuánto había cambiado Lucerys, no sólo en apariencia sino también en espíritu. Imposible le resultaba no escanearlo cada vez que cruzaba delante suyo.

    Dejó un espacio para permitirle pasar.

    —— Terminaste temprano hoy. ¿O acaso huyes del trono? Puedo mandar a hacer unos cojines más cómodos —— bromeó.

    /Lucerys/

    No se forzó a sonreír, ella reconocería la falsedad de esta en cuanto lo hiciera, pero si que observó con detenimiento el rostro de su prometida. Se veía triste, ya sabía la razón y aún así eso no lo hacía menos difícil de ver. No le gustaba verla así.

    —— He terminado temprano, pero mi trasero agradecería esos cojines ——devolvió la broma, adentrándose a la habitación. Sus ojos se movieron en un rápido vistazo a esta, ya la conocía por lo que no era una sorpresa.——. Además, ¿necesito una de esas excusas para verte?

    Alzó una ceja, dándose la vuelta para verle con media y pequeña sonrisa. Quería acompañarla en el sentimiento, apoyarla como ella había hecho con él. Ambos perdieron a alguien importante, y ahora tenían un peso en los hombros que no les dejba asimilar bien la pérdida.

    Ya se sentía cercano a ella, mas el hecho de que que ahora compartieran el peso del mismo cargo hacía que se sintiera más íntimo en ese sentido, nadie los comprendería mejor que el uno al otro.

    /Rhaena/

    —— No se diga más, enviaré el pedido mañana a primera hora. —— No necesitaba excusas para verla; él, más que nadie, era quizás el único a quien ella perdonaría la osadía de adentrarse en sus aposentos privados sin anunciarse. Esta fantasía, sin embargo, no tenía lugar en su realidad. Lucerys era de una cortesía extrema, además de poseer una timidez palpable, incluso con su prometida. Aunque no le molestaba, encontrándolo adorable, con el paso del tiempo la inquietud se arraigaba en el corazón de Rhaena, llevándola a sobrepensar en posibles factores que impedían que esta confianza trascendiera entre el futuro monarca de Driftmark y ella.

    —— Sabes que no es así. —— Dejó escapar una tímida sonrisa, sin importar si era correspondida. No se rendía en sus intentos por hacerlo sentir medianamente cómodo, permitiéndole expresarse como le apeteciera. La falta de un rictus no le hacía creer que estuviera disconforme con su compañía. Él la buscaba, y eso era suficiente.

    Se acercó y, con una suavidad calculada, tomó una de sus manos para aplicar un beso en el dorso.

    —— De hecho, me preguntaba si estás de humor para... —— ¿para qué? Ninguna excusa parecía adecuada. —— Umh, quería visitar a Morning. Tu compañía me haría bien.

    /Lucerys/ Habían pasado unas pocas lunas desde que habían salido del luto por la muerte de la princesa Rhaenys. Corlys Velaryon, Lord de Driftmark, anunció a los habitantes de la isla su retiro, la muerte de su amada esposa le había dejado en un estado deplorable. Claro que Driftmark no podía quedarse sin quien ocupara el trono de Drifwood, por ello mismo habia nombrado a su querido nieto y sucesor legítimo como nuevo Señor de las Mareas y Lord de Driftmark. Lucerys Velaryon, al que muchos habían llamado bastardo en su niñez, se había convertido en un joven príncipe con madera y experiencia como marinero. Creció en estatura, musculatura y también en mentalidad, poco quedaba del niño que rechazaba lo que tanto habían dicho que le pertenecía. Acepto el puesto de regente hasta que su abuelo se encontrara mejor. Sin embargo, no llegó solo para gobernar, no. Lucerys había llevado a su prometida con él, Lady Rhaena Targaryen. Pues sabía que solo con ella a su lado era que podría hacer un mejor trabajo, ¿No la llevaba siempre como segunda al mando en sus viajes? —— Rhaena, ¿estás ocupada? —— Allí estaba una vez más, tocando la puerta de su alcoba como cada día en la tarde, era su momento libre para poder hablarle fuera de las cosas de la isla. /Rhaena/ Rhaena retocaba los adornos de sus rastas, casi como un ritual, sumida en profundas reflexiones sobre el luto reciente, en la nueva vida que llevaba (para la cual le habían preparado) y las nuevas responsabilidades que recaían sobre su cabeza. El sutil golpeteo en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Sabía gestionar perfectamente sus reacciones para ocultar las tinciones de un espíritu quebrado. —— Estoy... —— con los anillos a medio ajustar, algunas cadenas salidas y su rostro enmarañado por pequeñas venas en las ojeras; suspiró, de todas formas no se podía decir que no esperaba la visita —— decente. —— Declaró con voz suave. Se levantó y abrió la puerta por sí misma. Sus ojos lo escrutaban con detenimiento. Era consciente de cuánto había cambiado Lucerys, no sólo en apariencia sino también en espíritu. Imposible le resultaba no escanearlo cada vez que cruzaba delante suyo. Dejó un espacio para permitirle pasar. —— Terminaste temprano hoy. ¿O acaso huyes del trono? Puedo mandar a hacer unos cojines más cómodos —— bromeó. /Lucerys/ No se forzó a sonreír, ella reconocería la falsedad de esta en cuanto lo hiciera, pero si que observó con detenimiento el rostro de su prometida. Se veía triste, ya sabía la razón y aún así eso no lo hacía menos difícil de ver. No le gustaba verla así. —— He terminado temprano, pero mi trasero agradecería esos cojines ——devolvió la broma, adentrándose a la habitación. Sus ojos se movieron en un rápido vistazo a esta, ya la conocía por lo que no era una sorpresa.——. Además, ¿necesito una de esas excusas para verte? Alzó una ceja, dándose la vuelta para verle con media y pequeña sonrisa. Quería acompañarla en el sentimiento, apoyarla como ella había hecho con él. Ambos perdieron a alguien importante, y ahora tenían un peso en los hombros que no les dejba asimilar bien la pérdida. Ya se sentía cercano a ella, mas el hecho de que que ahora compartieran el peso del mismo cargo hacía que se sintiera más íntimo en ese sentido, nadie los comprendería mejor que el uno al otro. /Rhaena/ —— No se diga más, enviaré el pedido mañana a primera hora. —— No necesitaba excusas para verla; él, más que nadie, era quizás el único a quien ella perdonaría la osadía de adentrarse en sus aposentos privados sin anunciarse. Esta fantasía, sin embargo, no tenía lugar en su realidad. Lucerys era de una cortesía extrema, además de poseer una timidez palpable, incluso con su prometida. Aunque no le molestaba, encontrándolo adorable, con el paso del tiempo la inquietud se arraigaba en el corazón de Rhaena, llevándola a sobrepensar en posibles factores que impedían que esta confianza trascendiera entre el futuro monarca de Driftmark y ella. —— Sabes que no es así. —— Dejó escapar una tímida sonrisa, sin importar si era correspondida. No se rendía en sus intentos por hacerlo sentir medianamente cómodo, permitiéndole expresarse como le apeteciera. La falta de un rictus no le hacía creer que estuviera disconforme con su compañía. Él la buscaba, y eso era suficiente. Se acercó y, con una suavidad calculada, tomó una de sus manos para aplicar un beso en el dorso. —— De hecho, me preguntaba si estás de humor para... —— ¿para qué? Ninguna excusa parecía adecuada. —— Umh, quería visitar a Morning. Tu compañía me haría bien.
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  • "Rocadragón", pensó, "el lugar donde todo comenzó para mi familia. El hogar de mis ancestros. Mi hogar."

    Mientras el barco atracaba y descendía a la orilla, Daenerys sintió una oleada de determinación. "Este es el primer paso", se dijo a sí misma. "He cruzado el Mar Angosto para reclamar lo que es mío por derecho."

    Subió la empinada escalera de piedra hacia la fortaleza, rodeada por sus leales consejeros y guardias. Cada paso resonaba con el peso de su misión. La historia de su familia, la caída de su casa, todo se mezclaba en su mente. Recordaba las historias que su hermano Viserys le contaba sobre el poder y la gloria de los Targaryen, sobre cómo Rocadragón había sido un bastión de su poder durante siglos.

    Al entrar en la sala del trono, una sensación de reverencia y asombro la envolvió. Los antiguos dragones de piedra tallados en las paredes parecían observarla con ojos vacíos pero llenos de significado. Caminó lentamente hacia el trono de Rocadragón, sus dedos rozando la fría piedra. "Aquí se sentaron mis antepasados, planearon sus conquistas y gobernaron con fuego y sangre."

    Se detuvo frente al trono y dejó que la magnitud del momento la inundara. "He venido a reclamar lo que es mío", pensó. "No solo para mí, sino para mi familia. Para todos los que han muerto. Para todos los que creen en mí."

    Daenerys respiró hondo, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad. "El juego de tronos ha comenzado, y yo estoy lista para jugarlo. He pasado por fuego, he emergido de las cenizas. Soy Daenerys de la Tormenta de la Casa Targaryen, la Primera de su Nombre, La Que No Arde, Reina de Meereen, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Protectora del Reino, Khaleesi del Gran Mar de Hierba, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones."

    "Este es solo el comienzo", se prometió a sí misma mientras sus ojos se encendían con una determinación feroz. "Recuperaré el Trono de Hierro. Lo haré por mis antepasados, por mi gente, y por un futuro mejor para los Siete Reinos."

    Daenerys se giró hacia sus seguidores, su voz firme y clara. "Este es nuestro hogar ahora. Desde aquí, planearemos nuestro próximo movimiento. El futuro de Poniente cambiará, y nosotros seremos quienes lo cambien."

    Con esas palabras, Daenerys Targaryen, la última de los Targaryen, se sentó en el trono de Rocadragón, lista para iniciar su campaña por el Trono de Hierro.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    "Rocadragón", pensó, "el lugar donde todo comenzó para mi familia. El hogar de mis ancestros. Mi hogar." Mientras el barco atracaba y descendía a la orilla, Daenerys sintió una oleada de determinación. "Este es el primer paso", se dijo a sí misma. "He cruzado el Mar Angosto para reclamar lo que es mío por derecho." Subió la empinada escalera de piedra hacia la fortaleza, rodeada por sus leales consejeros y guardias. Cada paso resonaba con el peso de su misión. La historia de su familia, la caída de su casa, todo se mezclaba en su mente. Recordaba las historias que su hermano Viserys le contaba sobre el poder y la gloria de los Targaryen, sobre cómo Rocadragón había sido un bastión de su poder durante siglos. Al entrar en la sala del trono, una sensación de reverencia y asombro la envolvió. Los antiguos dragones de piedra tallados en las paredes parecían observarla con ojos vacíos pero llenos de significado. Caminó lentamente hacia el trono de Rocadragón, sus dedos rozando la fría piedra. "Aquí se sentaron mis antepasados, planearon sus conquistas y gobernaron con fuego y sangre." Se detuvo frente al trono y dejó que la magnitud del momento la inundara. "He venido a reclamar lo que es mío", pensó. "No solo para mí, sino para mi familia. Para todos los que han muerto. Para todos los que creen en mí." Daenerys respiró hondo, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad. "El juego de tronos ha comenzado, y yo estoy lista para jugarlo. He pasado por fuego, he emergido de las cenizas. Soy Daenerys de la Tormenta de la Casa Targaryen, la Primera de su Nombre, La Que No Arde, Reina de Meereen, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Protectora del Reino, Khaleesi del Gran Mar de Hierba, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones." "Este es solo el comienzo", se prometió a sí misma mientras sus ojos se encendían con una determinación feroz. "Recuperaré el Trono de Hierro. Lo haré por mis antepasados, por mi gente, y por un futuro mejor para los Siete Reinos." Daenerys se giró hacia sus seguidores, su voz firme y clara. "Este es nuestro hogar ahora. Desde aquí, planearemos nuestro próximo movimiento. El futuro de Poniente cambiará, y nosotros seremos quienes lo cambien." Con esas palabras, Daenerys Targaryen, la última de los Targaryen, se sentó en el trono de Rocadragón, lista para iniciar su campaña por el Trono de Hierro. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • ㅤㅤ

    ㅤㅤㅤㅤ𝑉i𝑒n𝑡o𝑠 𝑑e I𝑛v𝑖e𝑟n𝑜
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋


    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤYa lo advertía la casa Stark desde hacía siglos.
    "Se acerca el Invierno". Lo que habia podido convertirse en un lema que habia perdido su significado y se habia diluido en el tiempo tras el largo verano ahora era una realidad palpable. Se notaba en el ambiente, incluso desde el Mar Angosto uno podía notar que las calimas y la temperatura del aire habia descendido. No lo suficiente para abotargar los sentidos. No lo suficiente como para tener que calzar gruesas botas y pesadas pieles. Era solo... una ligera sensación de vez en cuando.

    Por supuesto la Reina de Plata no tenia verdadera conciencia de aquello, siempre habia vivido en el largo verano, pero... sí sus capitanes y sus consejeros Ponientís.

    Aun así, la trémula y tímida brisa fría que anticipaba aquel invierno no congelaba el animo de los miles de barcos que surcaban el Mar Angosto. Miles de barcos rompían las ligeras olas, sus mascarones siendo salpicados de ligeras gotas. Velas negras con el emblema del dragón tricéfalo en color rojo. Velas anaranjadas con el sol rojizo atravesado por una lanza. Velas verdes con la rosa dorada. Una comitiva envidiable. Un augurio de vientos de cambio.

    Por absurdo que pudiera parecer, Daenerys Targaryen era incapaz de moverse de la cubierta de aquel barco, no de momento. No era la primera vez que veia el mar, claro. Pero aquella vez era diferente. Ahora no pretendía reclamar el trono de las ciudades esclavistas, no pretendía liberar esclavos... Aquello era muy distinto. Volvía a casa. Sabia que no sería fácil. No era tan necia como lo habia sido Viserys. No era tan tonta como para pensar que, en secreto, el populacho brindaba en su nombre. Sabía que conquistar y reinar Poniente sería duro y complicado. Pero... Su vida no habia sido sencilla hasta ese momento, ¿verdad? Habia tenido que pelear y luchar por cada cosa que habia querido.

    Una niña que habia sido exiliada de su hogar, que habia crecido bajo la sombra de un hermano con ínfulas de rey, una niña vendida a un caudillo dothraki solo por la ambición de su hermano de conseguir un trono de hierro que siempre le quedaría demasiado lejos. Una khaleesi que habia sido despreciada en Qarth. Una khaleesi cuyos dragones habían sido robados y a los cuales tuvo que recuperar. Una reina libertadora en Meereen y Astapor... Una princesa que solo buscaba regresar a casa bajo el amparo de las casas que en su día debieron protegerla por estricto juramento.

    Una reina que no se dejaría vencer, que ni siquiera se movería por ahora de la cubierta de aquel barco. Daenerys Targaryen habia sobrevivido a demasiadas cosas y se prometía sobrevivir a aquellos vientos de invierno.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #DaenerysTargaryen #HouseTargaryen #GameOfThrones

    https://www.youtube.com/watch?v=FmZtWQIhRr0
    ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤ𝑉i𝑒n𝑡o𝑠 𝑑e I𝑛v𝑖e𝑟n𝑜 ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐌𝐎𝐍𝐎𝐑𝐎𝐋 ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤYa lo advertía la casa Stark desde hacía siglos. "Se acerca el Invierno". Lo que habia podido convertirse en un lema que habia perdido su significado y se habia diluido en el tiempo tras el largo verano ahora era una realidad palpable. Se notaba en el ambiente, incluso desde el Mar Angosto uno podía notar que las calimas y la temperatura del aire habia descendido. No lo suficiente para abotargar los sentidos. No lo suficiente como para tener que calzar gruesas botas y pesadas pieles. Era solo... una ligera sensación de vez en cuando. Por supuesto la Reina de Plata no tenia verdadera conciencia de aquello, siempre habia vivido en el largo verano, pero... sí sus capitanes y sus consejeros Ponientís. Aun así, la trémula y tímida brisa fría que anticipaba aquel invierno no congelaba el animo de los miles de barcos que surcaban el Mar Angosto. Miles de barcos rompían las ligeras olas, sus mascarones siendo salpicados de ligeras gotas. Velas negras con el emblema del dragón tricéfalo en color rojo. Velas anaranjadas con el sol rojizo atravesado por una lanza. Velas verdes con la rosa dorada. Una comitiva envidiable. Un augurio de vientos de cambio. Por absurdo que pudiera parecer, Daenerys Targaryen era incapaz de moverse de la cubierta de aquel barco, no de momento. No era la primera vez que veia el mar, claro. Pero aquella vez era diferente. Ahora no pretendía reclamar el trono de las ciudades esclavistas, no pretendía liberar esclavos... Aquello era muy distinto. Volvía a casa. Sabia que no sería fácil. No era tan necia como lo habia sido Viserys. No era tan tonta como para pensar que, en secreto, el populacho brindaba en su nombre. Sabía que conquistar y reinar Poniente sería duro y complicado. Pero... Su vida no habia sido sencilla hasta ese momento, ¿verdad? Habia tenido que pelear y luchar por cada cosa que habia querido. Una niña que habia sido exiliada de su hogar, que habia crecido bajo la sombra de un hermano con ínfulas de rey, una niña vendida a un caudillo dothraki solo por la ambición de su hermano de conseguir un trono de hierro que siempre le quedaría demasiado lejos. Una khaleesi que habia sido despreciada en Qarth. Una khaleesi cuyos dragones habían sido robados y a los cuales tuvo que recuperar. Una reina libertadora en Meereen y Astapor... Una princesa que solo buscaba regresar a casa bajo el amparo de las casas que en su día debieron protegerla por estricto juramento. Una reina que no se dejaría vencer, que ni siquiera se movería por ahora de la cubierta de aquel barco. Daenerys Targaryen habia sobrevivido a demasiadas cosas y se prometía sobrevivir a aquellos vientos de invierno. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #DaenerysTargaryen #HouseTargaryen #GameOfThrones https://www.youtube.com/watch?v=FmZtWQIhRr0
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    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤK𝐢n𝐠s𝐥a𝐲e𝐫... Q𝐮e𝐞n𝐬l𝐚y𝐞r...
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Jaime Lannister

    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤLa travesía a través del Mar Angosto había sido larga y ardua para el grueso de aquel enorme ejercito que Daenerys de la Tormenta llevaba hasta Poniente. Los dothrakis no estaban acostumbrados a navegar y para ellos aquella travesía resultaba pesada y agobiante. Los vaivenes de las embarcaciones no ayudaban a la digestión de algunos de ellos, otros palidecían… Pero, por muy arduo que fuera aquel viaje a su khalasar, a Daenerys Targaryen los dias se le hacían eternos, como si nunca fuesen a avistar tierra… Llevaba toda su vida soñando con el momento en que volviera a pisar tierra ponientí. Llevaba toda su vida anhelando recuperar lo que era suyo por derecho y ahora que lo tenia tan cerca, parecía que el momento se le escapaba entre los dedos.

    O asi pareció ser durante aquellas semanas. Hasta que… al final sus botas pisaron la playa de arena fina de Rocadragón. No recordaba ese lugar a pesar de haber nacido entre los muros de la fortaleza. ¿Como recordarlo? Tuvo que huir de su hogar poco tiempo después. Exiliada, vendida… tuvo que labrarse su propio destino y pelear lo que era suyo por nacimiento.

    Ahora que algunas lunas habían pasado y había podido recorrer el castillo se daba cuenta de que no se sentía como, se supone debía sentirse. Se suponía que debía sentir euforia, alegría… Pero… Nada de eso… Se sentía una extraña en aquel castillo, se sentía una extraña en aquella tierra y una parte de ella le decía que no debió de dejar Meereen… Pero decidió acallar a esa voz cobarde. Ahora que estaba tan cerca no pensaba detenerse… No podía dar marcha atrás, no ahora que todo Poniente sabia que ella y sus dragones habían llegado a su hogar.

    La espera la estaba consumiendo, aquella calma que precedía a la tempestad lograba sacarla de quicio. ¿Qué habría hecho Viserys teniendo tres dragones, cien mil dothrakis y mas de veinte mil inmaculados? ¿Qué habría hecho Viserys con el apoyo de las casas Tyrell, Martell y los diez mil barcos de los Greyjoy? Probablemente habría atacado Desembarco del Rey esa misma semana. Y puede que hubiera ganado… Hubiera conquistado Poniente en menos de un mes, pero… tal y como apuntó Tyrion Lannister, Daenerys no había vuelto a Poniente para conquistar. Su intención era reinar…

    A pesar de que le habían servido bien, Daenerys no podía evitar recelar de ciertos miembros de su consejo: Lord Varys, la araña… Ese hombre había servido a su padre, Aerys y lo había visto morir. Había servido al Usurpador y lo había visto morir. No sin antes tramar un plan para matarla. A ella… ¿Cómo fiarse de aquellos consejeros…?
    Sus dias en Rocadragón constaban de reuniones y mas reuniones. Todo conversaciones y nada de actuación…

    Yara Greyjoy, Olenna Tyrell y Ellaria Arena abogaban por atacar Desembarco del Rey. Tyrion Lannister apuntaba la larga lista de perdidas humanas que aquello conllevaría.

    Daenerys decidió hacer caso de los consejos de su Mano de la Reina, Tyrion Lannister… En lugar de atacar directamente la capital optaría por sitiarla. Rodearla por todas partes para que esta no pudiera abastecerse. Y para ello necesitaba un ejercitó Ponientí: el ejercito de los Martell y los Tyrell. Mientras tanto, Lyon Lannister y su flota se desplazarían a Roca Casterly siendo respaldados por una avanzadilla de los Inmaculados de Gusano Gris. Al menos aquel había sido el consejo de Tyrion y parecía lo más sensato, por eso Daenerys le había dejado presentar el plan a su consejo.

    A pesar de que Tyrion le había servido bien, lady Olenna se encargó, en petit comité, de implantar una duda en la mente de la reina de plata. ¿Realmente servía Tyrion a su reina?

    -¿Sois una oveja? No, sois un dragón… Sed un dragón.

    ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ*

    La tarde había caído en Rocadragón y mientras los barcos de los Greyjoy, Martell y Tyrell comenzaban su trajín para zarpar, al igual que sus inmaculados, Daenerys observaba por los ventanales sin cristales de la sala del consejo. Las antorchas ancladas por el camino alumbraban perfectamente el descenso de las tropas hacia las naves. Cientos de barcas navegando hacia los barcos apostados unas millas más allá, esperando en mitad del mar.

    Todavía la conversacion con Olenna Tyrell paseaba por su cabeza sin darle un momento de descanso a la Reina. ¿Y si tenia razon? Su propia experiencia había estado basada en hombres que habían buscado en ella solo lo que querían: Drogo, Jorah, Xaro Xhoan Daxos, Hizdahr Zo Loraq… ¿Y si Tyrion Lannister era otro nombre mas de esa lista? ¿Qué interés personal podía tener Tyrion? Bien es verdad que la guerra era contra su hermana, una hermana que, aseguraba, nunca lo había querido. Una hermana que había pedido su cabeza, pero… ¿Cómo de fuerte era el vinculo de sangre? Daenerys no sabia demasiado de aquello. Había visto morir a su propia rémora y no había sentido… nada.

    Sus pensamientos se esfumaron en el aire cuando unos pasos llegaron hasta el umbral de aquella sala. Daenerys se giró para descubrir allí a Gusano Gris, quien se supone que ya debía estar embarcando. La mirada de la Reina era interrogante, exigiendo una explicación a porqué no estaba cumpliendo con la orden dada acorde al plan establecido.

    -Mi reina… Los Inmaculados descubrir intrusos en fortaleza… Hacer prisioneros que aguardar en celdas… ¿Qué hacer?

    El ceño de Daenerys se frunció con cierta confusión. ¿Intrusos? ¿Quién en su sano juicio osaría hacer tal estupidez?

    -Los recibiré en la sala del trono… -dijo, solamente- Informa a Lord Tyrion…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #GameOfThrones #Jaimerys
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤK𝐢n𝐠s𝐥a𝐲e𝐫... Q𝐮e𝐞n𝐬l𝐚y𝐞r... ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [The_Lion] ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤLa travesía a través del Mar Angosto había sido larga y ardua para el grueso de aquel enorme ejercito que Daenerys de la Tormenta llevaba hasta Poniente. Los dothrakis no estaban acostumbrados a navegar y para ellos aquella travesía resultaba pesada y agobiante. Los vaivenes de las embarcaciones no ayudaban a la digestión de algunos de ellos, otros palidecían… Pero, por muy arduo que fuera aquel viaje a su khalasar, a Daenerys Targaryen los dias se le hacían eternos, como si nunca fuesen a avistar tierra… Llevaba toda su vida soñando con el momento en que volviera a pisar tierra ponientí. Llevaba toda su vida anhelando recuperar lo que era suyo por derecho y ahora que lo tenia tan cerca, parecía que el momento se le escapaba entre los dedos. O asi pareció ser durante aquellas semanas. Hasta que… al final sus botas pisaron la playa de arena fina de Rocadragón. No recordaba ese lugar a pesar de haber nacido entre los muros de la fortaleza. ¿Como recordarlo? Tuvo que huir de su hogar poco tiempo después. Exiliada, vendida… tuvo que labrarse su propio destino y pelear lo que era suyo por nacimiento. Ahora que algunas lunas habían pasado y había podido recorrer el castillo se daba cuenta de que no se sentía como, se supone debía sentirse. Se suponía que debía sentir euforia, alegría… Pero… Nada de eso… Se sentía una extraña en aquel castillo, se sentía una extraña en aquella tierra y una parte de ella le decía que no debió de dejar Meereen… Pero decidió acallar a esa voz cobarde. Ahora que estaba tan cerca no pensaba detenerse… No podía dar marcha atrás, no ahora que todo Poniente sabia que ella y sus dragones habían llegado a su hogar. La espera la estaba consumiendo, aquella calma que precedía a la tempestad lograba sacarla de quicio. ¿Qué habría hecho Viserys teniendo tres dragones, cien mil dothrakis y mas de veinte mil inmaculados? ¿Qué habría hecho Viserys con el apoyo de las casas Tyrell, Martell y los diez mil barcos de los Greyjoy? Probablemente habría atacado Desembarco del Rey esa misma semana. Y puede que hubiera ganado… Hubiera conquistado Poniente en menos de un mes, pero… tal y como apuntó Tyrion Lannister, Daenerys no había vuelto a Poniente para conquistar. Su intención era reinar… A pesar de que le habían servido bien, Daenerys no podía evitar recelar de ciertos miembros de su consejo: Lord Varys, la araña… Ese hombre había servido a su padre, Aerys y lo había visto morir. Había servido al Usurpador y lo había visto morir. No sin antes tramar un plan para matarla. A ella… ¿Cómo fiarse de aquellos consejeros…? Sus dias en Rocadragón constaban de reuniones y mas reuniones. Todo conversaciones y nada de actuación… Yara Greyjoy, Olenna Tyrell y Ellaria Arena abogaban por atacar Desembarco del Rey. Tyrion Lannister apuntaba la larga lista de perdidas humanas que aquello conllevaría. Daenerys decidió hacer caso de los consejos de su Mano de la Reina, Tyrion Lannister… En lugar de atacar directamente la capital optaría por sitiarla. Rodearla por todas partes para que esta no pudiera abastecerse. Y para ello necesitaba un ejercitó Ponientí: el ejercito de los Martell y los Tyrell. Mientras tanto, Lyon Lannister y su flota se desplazarían a Roca Casterly siendo respaldados por una avanzadilla de los Inmaculados de Gusano Gris. Al menos aquel había sido el consejo de Tyrion y parecía lo más sensato, por eso Daenerys le había dejado presentar el plan a su consejo. A pesar de que Tyrion le había servido bien, lady Olenna se encargó, en petit comité, de implantar una duda en la mente de la reina de plata. ¿Realmente servía Tyrion a su reina? -¿Sois una oveja? No, sois un dragón… Sed un dragón. ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ* La tarde había caído en Rocadragón y mientras los barcos de los Greyjoy, Martell y Tyrell comenzaban su trajín para zarpar, al igual que sus inmaculados, Daenerys observaba por los ventanales sin cristales de la sala del consejo. Las antorchas ancladas por el camino alumbraban perfectamente el descenso de las tropas hacia las naves. Cientos de barcas navegando hacia los barcos apostados unas millas más allá, esperando en mitad del mar. Todavía la conversacion con Olenna Tyrell paseaba por su cabeza sin darle un momento de descanso a la Reina. ¿Y si tenia razon? Su propia experiencia había estado basada en hombres que habían buscado en ella solo lo que querían: Drogo, Jorah, Xaro Xhoan Daxos, Hizdahr Zo Loraq… ¿Y si Tyrion Lannister era otro nombre mas de esa lista? ¿Qué interés personal podía tener Tyrion? Bien es verdad que la guerra era contra su hermana, una hermana que, aseguraba, nunca lo había querido. Una hermana que había pedido su cabeza, pero… ¿Cómo de fuerte era el vinculo de sangre? Daenerys no sabia demasiado de aquello. Había visto morir a su propia rémora y no había sentido… nada. Sus pensamientos se esfumaron en el aire cuando unos pasos llegaron hasta el umbral de aquella sala. Daenerys se giró para descubrir allí a Gusano Gris, quien se supone que ya debía estar embarcando. La mirada de la Reina era interrogante, exigiendo una explicación a porqué no estaba cumpliendo con la orden dada acorde al plan establecido. -Mi reina… Los Inmaculados descubrir intrusos en fortaleza… Hacer prisioneros que aguardar en celdas… ¿Qué hacer? El ceño de Daenerys se frunció con cierta confusión. ¿Intrusos? ¿Quién en su sano juicio osaría hacer tal estupidez? -Los recibiré en la sala del trono… -dijo, solamente- Informa a Lord Tyrion… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #GameOfThrones #Jaimerys
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  • 𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐀𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐋.
    Fandom HOUSE OF THE DRAGON.
    Categoría Drama
    Aún se sentía extranjera en ese submundo. Cada vez que puno de sus pies ponía la planta sobre las calles portuarias, el escalofrío más pequeño le erguía la postura.

    Pero ahí estaba, ataviada con sus pantalones de entrenamiento, botas de cuero, camisa, y una capa que ocultaba las características visuales de Aemma Targaryen, permitiéndole fundirse con la multitud.

    Decidió prescindir de Ser Criston esta vez, ya que la misión era casi un reto personal. Lo normal sería entrar al burdel y pedir la presencia de su hermano al menos con los pantalones puestos, y le era traído. Hoy no. Hoy entraba con la cabeza en alto. Todos girándose a mirarla. Por cada paso un par de ojos más se pegaba en ella.

    —— Seguid con lo vuestro, sabéis a lo que vine. —— Y encontró a su objetivo con, vaya sorpresa, escasa ropa, una copa de vino servida a su lado, y una señorita sentada en sus piernas.

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    ⸻ Odiaba estar en la Fortaleza Roja, detestaba a su familia. Le irritaba su hermana Aemma y más con su actitud de psicópata, siempre rechazado, humillado sin ningún tipo de piedad ¿Por qué debería hacerle algún tipo de favor? Era una loca y lo que más detestaba eran los Sentimientos que tenía hacia ella, amor. Estaba enamorado de una forma casi enfermiza y deseoso de sentir la mínima atención de Aemma. Tenía poco amor propio, se desintegró en el momento en que intentó pasar tiempo con ella. Siete infiernos, no podía dejar de pensar en ella y en Todo lo que le hacía sentir. . . Temblar cada célula de su cuerpo, incluso cuando lo golpeaba, la intimidad se hacía evidente entre ambos. . .

    No podía pensar con claridad, necesitaba olvidar y darle un mensaje a Aemma. No estaría siempre detrás de ella, dejaría de Prestarle atención, por eso decidió que el camino de la seda era la mejor opción para desintoxicar a su mente de su hermana pequeña.

    Estaba disfrutando, con una copa de vino y una fulana que no sabía su nombre, pero gracias a la embriaguez fluyendo por su sangre, podía Imaginar a Aemma, una mala opción para olvidarla. Estaba concentrado en acariciar la feminidad de la ramera, que ni se dio cuenta que su hermana estaba ahí. ⸻

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    No había asomo de sorpresa ni impresión. Las mujeres del establecimiento, cada vez que lo buscaba, lo despedían con vítores y risas, mientras las ganancias de la noche tintineaban en sus bolsas de paga.

    Quizás era demasiado contundente la influencia de su hermano en esta área tan particular y desprovista de ropajes para pasar desapercibida. El ojo de Aemma aterrizó en la entrepierna de esta... 𝗽𝘂𝘁𝗮, no hay otro nombre, es lo que es.

    —— Aegon. —— Detuvo su avance frente al dipsómano empedernido. La pulsión de asir a la mujer por la cabellera y estrellar su frente contra el borde de la mesa era formidable, casi irresistible. No obstante, ejerció un férreo autocontrol. Se hallaba en cumplimiento de su horario laboral. La situación era clara: ella no albergaba ningún deseo genuino de permanecer junto a Aegon. No necesita decirle a que vino. Él sabe. Su presencia no es otra cosa que la llamada a la retirada.

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    ⸻ La otra mano tanteó la mesa para encontrar la copa de vino y se la llevó a los labios, para beber de un solo trago todo el contenido. El dulzor le llegó a la garganta, mientras disfrutaba de los gemidos procesados por la garganta de esa prostituta. Aumentando la velocidad De su actitud manual, estaba tan concentrado en su objetivo de hacer venir a la mujer, que se fijó en la presencia de su hermana cuando lo llamó. . . El color de su rostro se cambió a uno de desprecio y frustración, la estaba olvidando en parte y ahora seguía ahí, como un alma En pena dispuesta a torturarle. ⸻

    Lárgate Aemma, te he dejado todo el día en paz ¿No era eso lo que querías?.

    ⸻ La mirada se pasó de su hermana hacia los diferentes hombres que estaban ahí, no paraban de mirar a la princesa. . . Una sensación extraña de celos y pertenencia Se instaló en su estómago, estaban repitiendo toda la situación de esa fatídica noche. ⸻

    Solo mira hermanita, el placer que se te escapa. . .

    ⸻ Presiona los dedos dentro del calor de esa fulana y la tocaba de forma asombrosa. ⸻

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    —— ¿Crees que quiero estar aquí? —— El hedor del pecado nefando resultaba insoportable, mientras la cerveza de ínfima calidad derramada en el suelo embadurnaba su brillo con una capa pegajosa y opaca. Los sonidos estridentes perturbaban sus afinados y bien entrenados oídos. Este era el último lugar donde desearía encontrarse, y estuvo a punto de sujetar a Aegon por las orejas y arrastrarlo fuera, cual infante malcriado. Sin embargo, una vez más, se contuvo.

    —— Págale y vístete, nos vamos. —— Las miradas ajenas devoraban la capa que la envolvía hasta los tobillos. Pensamientos impuros atravesaban las mentes de aquellos hombres. No necesitaba ser una experta en la materia para percatarse de ello. —— Ahora.

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    No llevo ni doce horas fuera y has tenido que venir. Dejar de ser una mentirosa y admite que no puedes estar sin mí. Tú obsesa actitud, me pone muy cachondo. . .

    ⸻ Uno de sus ojos se cerró a modo de guiño, sacando los dedos de la humedad ajena, observando aún a todos los que No apartaban sus lascivas miradas de su hermana. Siete infiernos, los mandaría colgar a todos ¿Cómo se atrevían a mirar a 𝙨𝙪 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙖? Era de 𝙨𝙪 pertenencia.

    De nuevo volvían sus instintos más bajos y las sombras de su mirada, oscurecían más su iris. ⸻

    No te Va a resultar tan fácil, hermanita. Juguemos.

    ⸻ Se levanta con fuerza y lanza a la ramera hacia los brazos de su hermana, saliendo corriendo de ahí, sintiendo el frío recorrer todo su cuerpo y siguiendo su instinto, giró la perilla de una puerta y entró ahí, todo estaba en Penumbra y solo se escuchaba la pesada respiración del príncipe. ⸻

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    No es lógico dignarse a responder ante sus infamias. Ella sabe que no tienen fundamento, consciente de que Aegon está embriagado y simplemente busca incitarla. Estaba a punto de insistir en regresar a la Fortaleza Roja, cuando la joven escasamente vestida cae entre risas en sus brazos. Está envuelta en el torpor de los estupefacientes que alivian su carga laboral.

    La meretriz parece ansiosa por acariciarla y besarla, arrancarle algunas monedas también. En menos de dos segundos, la empuja hacia un sofá. La mujer cae riendo, aventurándose Aemma así en la boca del lobo para encontrar a su inquieto hermano.

    No reconoce la habitación, no al principio al menos. Hay unas cerillas en la mesa de noche y se sirve de la luz exterior para prender las lámparas de aceite.

    —— No estoy de humor. Quiero ir a casa —— susurra, consciente de que él anda por allí.

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    ⸻ A través de la rendija de la puerta, podía ver los movimientos de su hermana. Le daba la sensación, de que estaba actuando de una forma más errática de lo normal, con mayor lentitud a la esperada. Parecía que realmente la afectaba estar ahí, la figura envuelta en un Capa y una capucha que evitaba que el cabello Targaryen saliera a la luz, le daban un aspecto de lo más interesante. . . Ya se estaba imaginando el quitárselo poco a poco y mostrarle lo que era el verdadero placer. Se notaba en el enrojecimiento de su faz, que su lógica se iba Y dejaba paso a la inconsciencia de la vid, dulce toque el que le otorgaba el dios del vino.

    Vio como encendía una lampara de aceite y aprovechó ese momento para salir del oscuro cubículo, poniéndose a su espalda, tomándola del cuello con su antebrazo. ⸻

    ¿Y perderse la Diversión? Me parece que no.

    ⸻ El suave susurro golpeó la tela de la capucha y con la otra mano, le extraía las cerillas. Para volver a liberarla y meterse en otra de las múltiples habitaciones, empezaba el juego. ⸻

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    Con un brazo estratégicamente posicionado sobre su cuello, ambas garras se están clavando en la piel desnuda en un intento desesperado por romper la prisión impuesta. No está en resistencia firme con Aegon, aunque anhele fervientemente deshacerse de él para regresar a su morada. Se deja ver arrastrada delante de una pareja de hombres en el pasillo. Uno está arrodillado frente al otro. Ella aparta la mirada, cierra los párpados, anula su único ojo.

    ¿Por qué?

    Quizás sean los ecos persistentes de esos pasillos, la disposición meticulosa de las estancias, el eco constante de aromas y voces ajenas que la abruman más allá de la propia. Siente un verdadero desamparo y desconcierto sobre su destino. Los recuerdos parecen imponer más peso que su propia voluntad.

    —— ¿A dónde me llevas?

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    ⸻ Estaba atento a las reacciones fraternales, parecía que se estaba viendo vulnerada con todo el ambiente, tan pesado. Llenó de lujuria y deseo, los sonidos lascivos se hacían eco en el lugar. Todo estaba fielmente coordinado y él aún, no deseaba irse a ningún sitio. Tenía la Necesidad de ver hasta que punto, podría llevar a su hermana, tan mojigata en algunos aspectos. . . Era normal, nadie le explicó de una forma coherente lo que pasaba durante el sexo, donde ambas personas estaban de acuerdo por ejercerlo.

    Volviendo a entrar en escena, baja La capucha con sus manos muy lentamente, mientras la otra le quita los cordones de la capa de una forma suave y lenta. ⸻

    A ningún sitio, concéntrate en tus sentidos. La vista, es lo que menos puedes utilizar aquí.

    ⸻ El suave aliento, se dirigía hacia la vena de su cuello. Soplando aire tibio contra la piel de su yugular. ⸻

    ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮

    Los espectros del pasado acudían para arrojarle su ectoplasma. La máscara de indiferencia se resquebraja, y por primera vez en mucho tiempo, una fisura de humanidad atraviesa la mente calculadora de Aemma. Las manos, que nunca titubean y siempre ejecutan con precisión, comienzan a temblar sutilmente sobre el brazo de su hermano. Cada pulsación en su pecho reverbera con una urgencia desconocida, un recordatorio ineludible de su propia mortalidad. La sangre se agolpa en sus mejillas, y por primera vez en años, siente el calor abrasador del rubor. Una marea de pensamientos caóticos inunda su mente: pensamientos de fracaso, de derrota, de una vulnerabilidad que siempre ha despreciado en otros.

    —— Por favor... suéltame. —— Pero algo en su conciencia la atormenta; Aegon no muestra intención alguna de liberarla.
    Aún se sentía extranjera en ese submundo. Cada vez que puno de sus pies ponía la planta sobre las calles portuarias, el escalofrío más pequeño le erguía la postura. Pero ahí estaba, ataviada con sus pantalones de entrenamiento, botas de cuero, camisa, y una capa que ocultaba las características visuales de Aemma Targaryen, permitiéndole fundirse con la multitud. Decidió prescindir de Ser Criston esta vez, ya que la misión era casi un reto personal. Lo normal sería entrar al burdel y pedir la presencia de su hermano al menos con los pantalones puestos, y le era traído. Hoy no. Hoy entraba con la cabeza en alto. Todos girándose a mirarla. Por cada paso un par de ojos más se pegaba en ella. —— Seguid con lo vuestro, sabéis a lo que vine. —— Y encontró a su objetivo con, vaya sorpresa, escasa ropa, una copa de vino servida a su lado, y una señorita sentada en sus piernas. ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ ⸻ Odiaba estar en la Fortaleza Roja, detestaba a su familia. Le irritaba su hermana Aemma y más con su actitud de psicópata, siempre rechazado, humillado sin ningún tipo de piedad ¿Por qué debería hacerle algún tipo de favor? Era una loca y lo que más detestaba eran los Sentimientos que tenía hacia ella, amor. Estaba enamorado de una forma casi enfermiza y deseoso de sentir la mínima atención de Aemma. Tenía poco amor propio, se desintegró en el momento en que intentó pasar tiempo con ella. Siete infiernos, no podía dejar de pensar en ella y en Todo lo que le hacía sentir. . . Temblar cada célula de su cuerpo, incluso cuando lo golpeaba, la intimidad se hacía evidente entre ambos. . . No podía pensar con claridad, necesitaba olvidar y darle un mensaje a Aemma. No estaría siempre detrás de ella, dejaría de Prestarle atención, por eso decidió que el camino de la seda era la mejor opción para desintoxicar a su mente de su hermana pequeña. Estaba disfrutando, con una copa de vino y una fulana que no sabía su nombre, pero gracias a la embriaguez fluyendo por su sangre, podía Imaginar a Aemma, una mala opción para olvidarla. Estaba concentrado en acariciar la feminidad de la ramera, que ni se dio cuenta que su hermana estaba ahí. ⸻ ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ No había asomo de sorpresa ni impresión. Las mujeres del establecimiento, cada vez que lo buscaba, lo despedían con vítores y risas, mientras las ganancias de la noche tintineaban en sus bolsas de paga. Quizás era demasiado contundente la influencia de su hermano en esta área tan particular y desprovista de ropajes para pasar desapercibida. El ojo de Aemma aterrizó en la entrepierna de esta... 𝗽𝘂𝘁𝗮, no hay otro nombre, es lo que es. —— Aegon. —— Detuvo su avance frente al dipsómano empedernido. La pulsión de asir a la mujer por la cabellera y estrellar su frente contra el borde de la mesa era formidable, casi irresistible. No obstante, ejerció un férreo autocontrol. Se hallaba en cumplimiento de su horario laboral. La situación era clara: ella no albergaba ningún deseo genuino de permanecer junto a Aegon. No necesita decirle a que vino. Él sabe. Su presencia no es otra cosa que la llamada a la retirada. ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ ⸻ La otra mano tanteó la mesa para encontrar la copa de vino y se la llevó a los labios, para beber de un solo trago todo el contenido. El dulzor le llegó a la garganta, mientras disfrutaba de los gemidos procesados por la garganta de esa prostituta. Aumentando la velocidad De su actitud manual, estaba tan concentrado en su objetivo de hacer venir a la mujer, que se fijó en la presencia de su hermana cuando lo llamó. . . El color de su rostro se cambió a uno de desprecio y frustración, la estaba olvidando en parte y ahora seguía ahí, como un alma En pena dispuesta a torturarle. ⸻ Lárgate Aemma, te he dejado todo el día en paz ¿No era eso lo que querías?. ⸻ La mirada se pasó de su hermana hacia los diferentes hombres que estaban ahí, no paraban de mirar a la princesa. . . Una sensación extraña de celos y pertenencia Se instaló en su estómago, estaban repitiendo toda la situación de esa fatídica noche. ⸻ Solo mira hermanita, el placer que se te escapa. . . ⸻ Presiona los dedos dentro del calor de esa fulana y la tocaba de forma asombrosa. ⸻ ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ —— ¿Crees que quiero estar aquí? —— El hedor del pecado nefando resultaba insoportable, mientras la cerveza de ínfima calidad derramada en el suelo embadurnaba su brillo con una capa pegajosa y opaca. Los sonidos estridentes perturbaban sus afinados y bien entrenados oídos. Este era el último lugar donde desearía encontrarse, y estuvo a punto de sujetar a Aegon por las orejas y arrastrarlo fuera, cual infante malcriado. Sin embargo, una vez más, se contuvo. —— Págale y vístete, nos vamos. —— Las miradas ajenas devoraban la capa que la envolvía hasta los tobillos. Pensamientos impuros atravesaban las mentes de aquellos hombres. No necesitaba ser una experta en la materia para percatarse de ello. —— Ahora. ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ No llevo ni doce horas fuera y has tenido que venir. Dejar de ser una mentirosa y admite que no puedes estar sin mí. Tú obsesa actitud, me pone muy cachondo. . . ⸻ Uno de sus ojos se cerró a modo de guiño, sacando los dedos de la humedad ajena, observando aún a todos los que No apartaban sus lascivas miradas de su hermana. Siete infiernos, los mandaría colgar a todos ¿Cómo se atrevían a mirar a 𝙨𝙪 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙖? Era de 𝙨𝙪 pertenencia. De nuevo volvían sus instintos más bajos y las sombras de su mirada, oscurecían más su iris. ⸻ No te Va a resultar tan fácil, hermanita. Juguemos. ⸻ Se levanta con fuerza y lanza a la ramera hacia los brazos de su hermana, saliendo corriendo de ahí, sintiendo el frío recorrer todo su cuerpo y siguiendo su instinto, giró la perilla de una puerta y entró ahí, todo estaba en Penumbra y solo se escuchaba la pesada respiración del príncipe. ⸻ ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ No es lógico dignarse a responder ante sus infamias. Ella sabe que no tienen fundamento, consciente de que Aegon está embriagado y simplemente busca incitarla. Estaba a punto de insistir en regresar a la Fortaleza Roja, cuando la joven escasamente vestida cae entre risas en sus brazos. Está envuelta en el torpor de los estupefacientes que alivian su carga laboral. La meretriz parece ansiosa por acariciarla y besarla, arrancarle algunas monedas también. En menos de dos segundos, la empuja hacia un sofá. La mujer cae riendo, aventurándose Aemma así en la boca del lobo para encontrar a su inquieto hermano. No reconoce la habitación, no al principio al menos. Hay unas cerillas en la mesa de noche y se sirve de la luz exterior para prender las lámparas de aceite. —— No estoy de humor. Quiero ir a casa —— susurra, consciente de que él anda por allí. ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ ⸻ A través de la rendija de la puerta, podía ver los movimientos de su hermana. Le daba la sensación, de que estaba actuando de una forma más errática de lo normal, con mayor lentitud a la esperada. Parecía que realmente la afectaba estar ahí, la figura envuelta en un Capa y una capucha que evitaba que el cabello Targaryen saliera a la luz, le daban un aspecto de lo más interesante. . . Ya se estaba imaginando el quitárselo poco a poco y mostrarle lo que era el verdadero placer. Se notaba en el enrojecimiento de su faz, que su lógica se iba Y dejaba paso a la inconsciencia de la vid, dulce toque el que le otorgaba el dios del vino. Vio como encendía una lampara de aceite y aprovechó ese momento para salir del oscuro cubículo, poniéndose a su espalda, tomándola del cuello con su antebrazo. ⸻ ¿Y perderse la Diversión? Me parece que no. ⸻ El suave susurro golpeó la tela de la capucha y con la otra mano, le extraía las cerillas. Para volver a liberarla y meterse en otra de las múltiples habitaciones, empezaba el juego. ⸻ ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ Con un brazo estratégicamente posicionado sobre su cuello, ambas garras se están clavando en la piel desnuda en un intento desesperado por romper la prisión impuesta. No está en resistencia firme con Aegon, aunque anhele fervientemente deshacerse de él para regresar a su morada. Se deja ver arrastrada delante de una pareja de hombres en el pasillo. Uno está arrodillado frente al otro. Ella aparta la mirada, cierra los párpados, anula su único ojo. ¿Por qué? Quizás sean los ecos persistentes de esos pasillos, la disposición meticulosa de las estancias, el eco constante de aromas y voces ajenas que la abruman más allá de la propia. Siente un verdadero desamparo y desconcierto sobre su destino. Los recuerdos parecen imponer más peso que su propia voluntad. —— ¿A dónde me llevas? ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ ⸻ Estaba atento a las reacciones fraternales, parecía que se estaba viendo vulnerada con todo el ambiente, tan pesado. Llenó de lujuria y deseo, los sonidos lascivos se hacían eco en el lugar. Todo estaba fielmente coordinado y él aún, no deseaba irse a ningún sitio. Tenía la Necesidad de ver hasta que punto, podría llevar a su hermana, tan mojigata en algunos aspectos. . . Era normal, nadie le explicó de una forma coherente lo que pasaba durante el sexo, donde ambas personas estaban de acuerdo por ejercerlo. Volviendo a entrar en escena, baja La capucha con sus manos muy lentamente, mientras la otra le quita los cordones de la capa de una forma suave y lenta. ⸻ A ningún sitio, concéntrate en tus sentidos. La vista, es lo que menos puedes utilizar aquí. ⸻ El suave aliento, se dirigía hacia la vena de su cuello. Soplando aire tibio contra la piel de su yugular. ⸻ ╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮╰⊱♥⊱╮ Los espectros del pasado acudían para arrojarle su ectoplasma. La máscara de indiferencia se resquebraja, y por primera vez en mucho tiempo, una fisura de humanidad atraviesa la mente calculadora de Aemma. Las manos, que nunca titubean y siempre ejecutan con precisión, comienzan a temblar sutilmente sobre el brazo de su hermano. Cada pulsación en su pecho reverbera con una urgencia desconocida, un recordatorio ineludible de su propia mortalidad. La sangre se agolpa en sus mejillas, y por primera vez en años, siente el calor abrasador del rubor. Una marea de pensamientos caóticos inunda su mente: pensamientos de fracaso, de derrota, de una vulnerabilidad que siempre ha despreciado en otros. —— Por favor... suéltame. —— Pero algo en su conciencia la atormenta; Aegon no muestra intención alguna de liberarla.
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  • ⸙͎۪۫ ㅤ#𝑀𝑜𝑛𝑜𝑟𝑜𝑙. 1
    Fandom HOUSE OF THE DRAGON.
    Categoría Drama


    ㅤHelaena Targaryen.
    ㅤ𝑅𝑢𝑛𝑛𝑖𝑛𝑔 𝑠𝑐𝑎𝑟𝑒𝑑, 𝐼 𝑤𝑎𝑠 𝑡ℎ𝑒𝑟𝑒,
    ㅤ𝐼 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑚𝑏𝑒𝑟 𝑖𝑡 𝑎𝑙𝑙 𝑡𝑜𝑜 𝑤𝑒𝑙𝑙.
    ─────────────
    𔓘⸙͎۪۫ ㅤ#𝑀𝑜𝑛𝑜𝑟𝑜𝑙. 1

    Aclaración.

    Se trata el tema de su*c*d*o.

    Es un monorol de hace un año, no lo corregí ni nada, mi escritura actual es bastante diferente.

    ▬▬▬▬▬ ˏˋ ⟡ ˊˎ ▬▬▬▬▬
    El asesinato de Jaehaerys había dejado a la reina en un estado imposible de remontar. El Consejo Verde tomó la dura decisión de separarla de su rol de jinete, ya que no estaba apta para montar a Dreamfyre, pues desde el duro acontecimiento no se la había vuelto a ver en la Fortaleza. No comía, no se bañaba, no dormía, 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝘃𝗶𝘃𝗮. No, aquello no podía llamarse 𝘃𝗶𝗱𝗮. Era un fantasma cuyos lamentos resonaban en ecos sombríos por las paredes del castillo. Espinas, vidrios rotos, enfermedades, llanto asedian día y noche la miel de la amada reina: la desdicha atraviesa su paz, el dolor sube y baja. Y en el amor no valen tampoco ojos cerrados, profundos lechos lejos del pestilente herido, o del que paso a paso conquista su bandera. Porque la vida pega como cólera o río y abre un túnel sangriento por donde los vigilan los ojos de una inmensa familia de dolores.

    En efecto, a continuación de las primeras filas del cortejo veíase, a hombros de cuatro individuos, una especie de parihuelas, sobre las cuales se hallaba acostado durmiendo el eterno sueño un cuerpecillo, el de un niño. Desde su puesto distinguían claramente los ciudadanos hasta el más insignificante pormenor. Veían la frente rodeada de blancas flores, los ojos cerrados, las manos unidas del pequeño cadáver, que de aquella suerte era llevado a la tumba en medio de un dolor general. Imposible creer en una ceremonia de otra clase; imposible dudar de que el muchacho estuviese muerto. No era posible equivocarse al contemplar aquella frente amarilla, aquella nariz afilada, aquella rigidez de los piececitos saliendo de los pliegues de la ropa, aquella inmovilidad definitiva del ser. Helaena rezaba para despertar de la pesadilla. Nunca sucedió. El consuelo que le quedaba era religioso, creyendo que los niños, hallándose limpios de toda mancha, van directamente a ocupar un sitio entre los ángeles del cielo. Después de la ceremonia, los cercanos de la familia acudirán a cumplimentar a sus padres, que habrán de verse obligados a ocultar su humano e irresistible dolor.

    La culpa la consumió dejando sus mejillas ahuecadas por la falta de alimento. Su lengua blanca, seca, y la piel áspera por la deshidratación eran apenas el comienzo de la agonía. No dejaba a nadie ingresar a sus aposentos más que a una criada, los platos de comida se amontonaban en la mesa hasta enfriarse y ser retirados en la noche, y sus hijos tenían terminantemente prohibido verla también por orden propia. No podía encontrarse con los ojos de Maelor sin caerse a pedazos lo que quedaba de ella. Su príncipe menor había sido testigo de lo que su madre escogió para él, pese a ser Jaehaerys quien sufriera el destino final con la carne de su cuello abierta. La cabeza del primogénito del rey regente había sido por dos semanas un trofeo para los Negros. Revivía el momento una y otra vez, torturándose a sí misma sin parar. Los días y las noches eran iguales, la luz solar y lunar no penetraban los visillos tras las pesadas cortinas negras. Su cubrecamas, sábanas y fundas para las almohadas vestían del mismo color. Su camisón hacía juego. Los colores de la habitación habían desaparecido para reflejar el estado de su alma enlutada.

    Cada vez que se levantaba para alimentar a los insectos en los terrarios podía notar su extrema delgadez. No correspondía en absoluto a lo pesado que sentía el cuerpo.

    Pasaron los días, y Helaena estaba apartada de la guerra, consciente del resultado que esta tendría. ¿𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑠𝑡𝑒𝑟𝑔𝑎𝑟𝑙𝑜? pensó mientras desmenuzaba las migas de pan sobre la tierra que las hormigas habían labrado. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙.

    —— Trae al príncipe y la princesa ante mí —— pidió a la criada que le dejaba el desayuno. La muchacha se sorprendió, eran las primeras palabras de la reina desde la tragedia. —— Y no le digas a nadie.

    Lo que menos necesitaba era que sus familiares corrieran a interrogarla. Eran sus hijos, no tenía por qué pedir permiso (a los inoperantes que no fueron capaces de protegerlos) para verlos.

    Jaehaera y Maelor entraron tomados de la mano. Rompieron ese precioso gesto para correr a los brazos de su madre. Helaena los recibió intentando mantener un semblante de tranquilidad, era lo máximo a lo que podía aspirar. Se había empolvado la cara para no asustarlos con la decadente presencia fantasmal que lucía, y aunque a sus ojos les dolió el contacto con la luz, también abrió las cortinas. Pasaron toda la mañana juntos; la reina les contó historias, les enseñó cómo alimentar a los insectos en sus cubículos de cristal, peinó a Jaehaera cerrando la trenza con su broche en forma de mariposa más preciado, ese que estaba moldeado a partir de zafiros y perlas, y cantó para ellos hasta que el reloj marcó la hora del almuerzo. Los príncipes comieron allí ante sus ojos mientras ella hacía un esfuerzo por terminar una taza de té. Grabó sus rostros en la retina, impregnó su memoria con bellos recuerdos y se deleitó con lo mucho que ambos se parecían a Aegon, aunque nada comparado con Jaehaerys… Él había sido la viva imagen de Aemond. Su hermano.

    Aemond no estaba en la Fortaleza, y quizás era mejor así. No tenía noticias de él y tampoco deseaba tenerlas. Su amor por él sería eterno, mas no podía evitar que el resentimiento con él se le encarnara en el corazón. No deseaba partir a mejor vida llena de odio. Sirvió otras tres tazas de té mientras los niños, fascinados, miraban a las arañas de seda dorada tejer sus nidos. Este momento de distracción fue suficiente para colocar un líquido adormecedor en dos de las tazas. Ella misma lo había preparado, era parte de la reserva de frascos que guardaba bajo la cama.

    —— Vengan, vamos a tomar té antes de que se los lleven —— dijo con dulzura. Sus obedientes retoños no tardaron en sentarse a su lado.

    —— Mami, tengo sueño —— dijo Jaehaera frotándose los ojos. Maelor ya estaba dormitando en los brazos de su madre. Las tazas vacías borraron el rastro del crimen.

    Helaena se levantó con el menor a cuestas e indicó a su princesa que se recostara en la cama junto a su ya somnoliento hermano. Acarició sus cabellos hasta que la respiración de ambos se volvió tan tranquila como la brisa veraniega. Besó sus frentes una vez más y los tapó. La criada los encontraría allí más tarde, dormidos con tanta profundidad que no escucharían… no verían… Al despertar todo sería confuso para ellos, pero se evitarían los gritos de sirvientes y de Alicent. Maelor era especialmente sensible a los ruidos fuertes.
    Abrió las puertas del balcón y se subió al alféizar. Sintió el frío de la transpiración emergiendo. Su piel brillaba.

    No tenía miedo.

    Dio un paso.
    La libertad estaba delante de sus ojos.
    Otro paso.

    El sabor seco en su boca desapareció. Segregaba saliva.

    No, ya no era saliva. Sabía extraño, como el metal. Ya no estaba parada, sino acostada. Un colchón de picas la abrazaba atravesando su carne.
    Tosió, no supo cómo, porque el aire no ingresaba. Una lanza entró por su espalda y salió por el pecho, otra por su estómago, y una por su garganta.

    Oscuridad.

    ¿Quién lo diría?

    𝗟𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗼𝘀𝗲𝘀 𝗻𝗼 𝗲𝘅𝗶𝘀𝘁𝗲𝗻.
    ㅤ ㅤ ㅤHelaena Targaryen. ㅤ𝑅𝑢𝑛𝑛𝑖𝑛𝑔 𝑠𝑐𝑎𝑟𝑒𝑑, 𝐼 𝑤𝑎𝑠 𝑡ℎ𝑒𝑟𝑒, ㅤ𝐼 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑚𝑏𝑒𝑟 𝑖𝑡 𝑎𝑙𝑙 𝑡𝑜𝑜 𝑤𝑒𝑙𝑙. ───────────── 𔓘⸙͎۪۫ ㅤ#𝑀𝑜𝑛𝑜𝑟𝑜𝑙. 1 ⚠️ Aclaración. Se trata el tema de su*c*d*o. Es un monorol de hace un año, no lo corregí ni nada, mi escritura actual es bastante diferente. ▬▬▬▬▬ ˏˋ ⟡ ˊˎ ▬▬▬▬▬ El asesinato de Jaehaerys había dejado a la reina en un estado imposible de remontar. El Consejo Verde tomó la dura decisión de separarla de su rol de jinete, ya que no estaba apta para montar a Dreamfyre, pues desde el duro acontecimiento no se la había vuelto a ver en la Fortaleza. No comía, no se bañaba, no dormía, 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝘃𝗶𝘃𝗮. No, aquello no podía llamarse 𝘃𝗶𝗱𝗮. Era un fantasma cuyos lamentos resonaban en ecos sombríos por las paredes del castillo. Espinas, vidrios rotos, enfermedades, llanto asedian día y noche la miel de la amada reina: la desdicha atraviesa su paz, el dolor sube y baja. Y en el amor no valen tampoco ojos cerrados, profundos lechos lejos del pestilente herido, o del que paso a paso conquista su bandera. Porque la vida pega como cólera o río y abre un túnel sangriento por donde los vigilan los ojos de una inmensa familia de dolores. En efecto, a continuación de las primeras filas del cortejo veíase, a hombros de cuatro individuos, una especie de parihuelas, sobre las cuales se hallaba acostado durmiendo el eterno sueño un cuerpecillo, el de un niño. Desde su puesto distinguían claramente los ciudadanos hasta el más insignificante pormenor. Veían la frente rodeada de blancas flores, los ojos cerrados, las manos unidas del pequeño cadáver, que de aquella suerte era llevado a la tumba en medio de un dolor general. Imposible creer en una ceremonia de otra clase; imposible dudar de que el muchacho estuviese muerto. No era posible equivocarse al contemplar aquella frente amarilla, aquella nariz afilada, aquella rigidez de los piececitos saliendo de los pliegues de la ropa, aquella inmovilidad definitiva del ser. Helaena rezaba para despertar de la pesadilla. Nunca sucedió. El consuelo que le quedaba era religioso, creyendo que los niños, hallándose limpios de toda mancha, van directamente a ocupar un sitio entre los ángeles del cielo. Después de la ceremonia, los cercanos de la familia acudirán a cumplimentar a sus padres, que habrán de verse obligados a ocultar su humano e irresistible dolor. La culpa la consumió dejando sus mejillas ahuecadas por la falta de alimento. Su lengua blanca, seca, y la piel áspera por la deshidratación eran apenas el comienzo de la agonía. No dejaba a nadie ingresar a sus aposentos más que a una criada, los platos de comida se amontonaban en la mesa hasta enfriarse y ser retirados en la noche, y sus hijos tenían terminantemente prohibido verla también por orden propia. No podía encontrarse con los ojos de Maelor sin caerse a pedazos lo que quedaba de ella. Su príncipe menor había sido testigo de lo que su madre escogió para él, pese a ser Jaehaerys quien sufriera el destino final con la carne de su cuello abierta. La cabeza del primogénito del rey regente había sido por dos semanas un trofeo para los Negros. Revivía el momento una y otra vez, torturándose a sí misma sin parar. Los días y las noches eran iguales, la luz solar y lunar no penetraban los visillos tras las pesadas cortinas negras. Su cubrecamas, sábanas y fundas para las almohadas vestían del mismo color. Su camisón hacía juego. Los colores de la habitación habían desaparecido para reflejar el estado de su alma enlutada. Cada vez que se levantaba para alimentar a los insectos en los terrarios podía notar su extrema delgadez. No correspondía en absoluto a lo pesado que sentía el cuerpo. Pasaron los días, y Helaena estaba apartada de la guerra, consciente del resultado que esta tendría. ¿𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑠𝑡𝑒𝑟𝑔𝑎𝑟𝑙𝑜? pensó mientras desmenuzaba las migas de pan sobre la tierra que las hormigas habían labrado. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙. —— Trae al príncipe y la princesa ante mí —— pidió a la criada que le dejaba el desayuno. La muchacha se sorprendió, eran las primeras palabras de la reina desde la tragedia. —— Y no le digas a nadie. Lo que menos necesitaba era que sus familiares corrieran a interrogarla. Eran sus hijos, no tenía por qué pedir permiso (a los inoperantes que no fueron capaces de protegerlos) para verlos. Jaehaera y Maelor entraron tomados de la mano. Rompieron ese precioso gesto para correr a los brazos de su madre. Helaena los recibió intentando mantener un semblante de tranquilidad, era lo máximo a lo que podía aspirar. Se había empolvado la cara para no asustarlos con la decadente presencia fantasmal que lucía, y aunque a sus ojos les dolió el contacto con la luz, también abrió las cortinas. Pasaron toda la mañana juntos; la reina les contó historias, les enseñó cómo alimentar a los insectos en sus cubículos de cristal, peinó a Jaehaera cerrando la trenza con su broche en forma de mariposa más preciado, ese que estaba moldeado a partir de zafiros y perlas, y cantó para ellos hasta que el reloj marcó la hora del almuerzo. Los príncipes comieron allí ante sus ojos mientras ella hacía un esfuerzo por terminar una taza de té. Grabó sus rostros en la retina, impregnó su memoria con bellos recuerdos y se deleitó con lo mucho que ambos se parecían a Aegon, aunque nada comparado con Jaehaerys… Él había sido la viva imagen de Aemond. Su hermano. Aemond no estaba en la Fortaleza, y quizás era mejor así. No tenía noticias de él y tampoco deseaba tenerlas. Su amor por él sería eterno, mas no podía evitar que el resentimiento con él se le encarnara en el corazón. No deseaba partir a mejor vida llena de odio. Sirvió otras tres tazas de té mientras los niños, fascinados, miraban a las arañas de seda dorada tejer sus nidos. Este momento de distracción fue suficiente para colocar un líquido adormecedor en dos de las tazas. Ella misma lo había preparado, era parte de la reserva de frascos que guardaba bajo la cama. —— Vengan, vamos a tomar té antes de que se los lleven —— dijo con dulzura. Sus obedientes retoños no tardaron en sentarse a su lado. —— Mami, tengo sueño —— dijo Jaehaera frotándose los ojos. Maelor ya estaba dormitando en los brazos de su madre. Las tazas vacías borraron el rastro del crimen. Helaena se levantó con el menor a cuestas e indicó a su princesa que se recostara en la cama junto a su ya somnoliento hermano. Acarició sus cabellos hasta que la respiración de ambos se volvió tan tranquila como la brisa veraniega. Besó sus frentes una vez más y los tapó. La criada los encontraría allí más tarde, dormidos con tanta profundidad que no escucharían… no verían… Al despertar todo sería confuso para ellos, pero se evitarían los gritos de sirvientes y de Alicent. Maelor era especialmente sensible a los ruidos fuertes. Abrió las puertas del balcón y se subió al alféizar. Sintió el frío de la transpiración emergiendo. Su piel brillaba. No tenía miedo. Dio un paso. La libertad estaba delante de sus ojos. Otro paso. El sabor seco en su boca desapareció. Segregaba saliva. No, ya no era saliva. Sabía extraño, como el metal. Ya no estaba parada, sino acostada. Un colchón de picas la abrazaba atravesando su carne. Tosió, no supo cómo, porque el aire no ingresaba. Una lanza entró por su espalda y salió por el pecho, otra por su estómago, y una por su garganta. Oscuridad. ¿Quién lo diría? 𝗟𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗼𝘀𝗲𝘀 𝗻𝗼 𝗲𝘅𝗶𝘀𝘁𝗲𝗻.
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    Cualquier línea
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    Terminado
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  • 𝕯‍𝒐𝒎𝒊𝒏𝒖𝒔 𝖙𝒆𝒄𝒖𝒎.
    Fandom HOUSE OF THE DRAGON.
    Categoría Drama

    ‍ ‍ ‍
    ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍‍ 𝕯‍𝒐𝒎𝒊𝒏𝒖𝒔 𝖙𝒆𝒄𝒖𝒎.
    ‍ ‍ ‍𝒷enedicta tu in mulieribus,
    ‍ ‍ ‍et 𝒷enedictus fructus ventris 𝓉ui.
    ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍‍ 𝒮ancta 𝓂ater 𝔇ei,
    ‍ ‍ ‍ora pro nobis 𝖕𝖊𝖈𝖈𝖆𝖙𝖔𝖗𝖎𝖇𝖚𝖘,
    ‍ ‍ ‍𝓃unc et in hora mortis nostrae.

    No, Alicent no olvidaría su llegada a King's Landing, la riqueza de la campiña en las afueras de la ciudad, ni el contorno delicioso a lo largo del mar o bajo la sombra bienhechora de los grandes árboles. Una vida mejor esperándola dentro de esos muros rojizos, ¡tan rojizos como las mejillas de una dama sonrojada!
    Despectivos epítetos salían de la boca de su buen padre, que personalmente la había ido a buscar a Antigua, remarcando la pobreza de las calles, su suciedad y abundante número de analfabetos. Pero el aire fresco endulzó poco a poco su corazón ulcerado. En sus menudos labios, como el borde de una cortadura, nació una sonrisa prepotente.
    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ ❝𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢. 𝘚𝘦𝘳𝘢́𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘦. 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘷𝘢𝘭𝘦𝘤𝘦𝘳𝘢́ 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢❞ informó al bajar del carruaje.ㅤㅤㅤㅤ

    ¿Esta era entonces su vida? La corona pesaba, la tristeza había consumido con los años a aquella niña risueña y jovial, llena de ilusiones, de sueños. La soledad de su habitación era el fiel reflejo de sí misma. Un hemiciclo de libros descansaban en su escritorio formando un cementerio de portadas que no había tocado en largo tiempo. El escape a las historias de fantasía o a sus estudios geopolíticos habían perdido ya toda la atención de la reina.

    La mano hallábase armada de pluma y tinta, los numerosos eslabones de cadenas y sortijas tintineaban sobre su cuello, vientre y manos. Era sin disputa una de esas personas siempre agitadas, en movimiento, y para las cuales la existencia sólo es normal cuando se halla salpicada de emociones nerviosas, de dificultades inextricables. Escribió con la tinta manchando el costado de la mano. No se detuvo hasta que la sed de valor la obligó a mirar sobre su mesa de noche bien predispuesta.

    Se precipitó sobre sus huellas comprimiendo su estómago alterado por la cosecha de Antigua, especialmente traída para ella en añoranza a su hogar y los días felices en este.
    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ ❝𝒀a sé❞ dijo a la doncella sin mirarla, misma que debían haber enviado para informar que Aegon estaba listo para partir al Septo. La muchacha no había tenido ocasión de decir palabra. Se reverenció y retiró.ㅤㅤㅤㅤ

    El viaje en carruaje no fue placentero. Ella, intentando explicar a su primogénito los deseos de Viserys era comparable a estar discutiendo con la pared. Se preguntó si Aegon cambiaría de parecer una vez que los súbditos se arrodillasen ante su nuevo rey, pues el sabor del poder nublaba los miedos.

    Fueron escoltados por los Capas Doradas sirviéndoles de abrigo contra la muchedumbre. La procesión llegaba, desplegando sus magnificencias. Hacia lo alto de la calle, en el ancho espacio que los guardias despejaban ante el cortejo, banderas de seda y oro con el símbolo Targaryen en un fondo oliva avanzaban entre el humo aromático del incienso. Los uniformes brillaban al sol. Alzábanse las voces, sostenidas por una orquesta, elevando hacia el cielo las súplicas y oraciones de los habitantes bajo el broncíneo clamor de las campanas.

    Todo sucedió con rapidez. La corona que adornaba los cobrizos cabellos de Alicent paso así a su hija, desde las propias manos.
    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ ❝𝑴i reina❞ clamó orgullosa, pasando por alto la angustia de su amada Helaena.ㅤㅤㅤㅤ

    El Septón así mismo coronó al primer heredero varón, que pasó a ser rey Aegon Targaryen, segundo con el nombre. El espectáculo era solemne. Su hijo por fin parecía disfrutarlo con la espada en alto tras oír las aclamaciones.
    Y entonces…

    Una sacudida pasó entre la muchedumbre, un mismo grito salió de entre todos los labios. El suelo tembló. De un súbito movimiento insólito pareció turbar la procesión en las inmediaciones del Septón. Sin saber de qué se trataba, emergió la bestia con Rhaenys a lomos de la misma. Meleys se había levantado de las profundidades sin mucho esfuerzo. Un remolino colosal de polvo y escombros cayó. Gritos, gemidos mas bien, todo un pueblo trastornado, huyendo; la brigada de guardias situados a la cabeza del complejo y en las puertas exteriores esforzábanse en vano por controlar la situación rompiendo el cordón inicial, convirtiéndose en parte de la delirante muchedumbre. Viéronse arrastrados como briznas de paja en aquel formidable torrente.

    Las fauces del reptil se abrieron en dirección al rey deteniendo el corazón de la, ahora, reina madre. Miró hacia el costado, Helaena era custodiada por la inútil protección de Aemond y Ser Criston. Inútil no por inválida, pero con la mayor honestidad, ¿qué podrían ellos hacer si Rhaenys decidía volverlos el aperitivo de su dragona? E igualmente inútil, Alicent se autodenominó el escudo de Aegon con su cuerpo precipitado delante de este.
    Una vida entera pasó frente a sus ojos: el amor, el odio, tristezas, alegrías, angustias, el deber, el honor, la infancia, la adultez, la devoción, el pecado. Pidió perdón a los Siete mientras las lágrimas salían en hileras contínuas y su mano cortaba la circulación del brazo de su hijo escondido detrás de su espalda. Miró a la reina que no fue, quizás viera la súplica y ahondara en un recoveco de piedad en el corazón de la misma. El rugido de Meleys hizo flamear su velo. Cerró los ojos esperando lo peor.

    El calor nunca llegó. Jamás sintio la boca monstruosa cerrarse sobre su cuerpo. En cambio, jinete y dragón salieron con la advertencia de su inconformidad con la coronación después del aullido ensordecedor.
    Alicent podía sentir la presión de la sangre bajar rápidamente. Lo único que impidió dejarse desvanecer fue la alerta en que la adrenalina la dejó. ¿Y si cambiaban de opinión y volvían para encender la ciudad en llamas? No podía darse el lujo humano de dejar a sus hijos bajo la intemperie. Con sus últimas fuerzas y ayudada por la guardia, y Otto, guió a los tres Targaryen al carruaje más cercano. De vuelta un camino hacia la Fortaleza Roja que antes le parecía el color de las mejillas sonrosadas, ahora era sólo comparable a su cárcel teñida de 𝕱𝐔𝐄𝐆𝐎 Y 𝕾𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄.
    ㅤ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍‍ 𝕯‍𝒐𝒎𝒊𝒏𝒖𝒔 𝖙𝒆𝒄𝒖𝒎. ‍ ‍ ‍𝒷enedicta tu in mulieribus, ‍ ‍ ‍et 𝒷enedictus fructus ventris 𝓉ui. ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍‍ 𝒮ancta 𝓂ater 𝔇ei, ‍ ‍ ‍ora pro nobis 𝖕𝖊𝖈𝖈𝖆𝖙𝖔𝖗𝖎𝖇𝖚𝖘, ‍ ‍ ‍𝓃unc et in hora mortis nostrae. No, Alicent no olvidaría su llegada a King's Landing, la riqueza de la campiña en las afueras de la ciudad, ni el contorno delicioso a lo largo del mar o bajo la sombra bienhechora de los grandes árboles. Una vida mejor esperándola dentro de esos muros rojizos, ¡tan rojizos como las mejillas de una dama sonrojada! Despectivos epítetos salían de la boca de su buen padre, que personalmente la había ido a buscar a Antigua, remarcando la pobreza de las calles, su suciedad y abundante número de analfabetos. Pero el aire fresco endulzó poco a poco su corazón ulcerado. En sus menudos labios, como el borde de una cortadura, nació una sonrisa prepotente. ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ ❝𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢. 𝘚𝘦𝘳𝘢́𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘦. 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘷𝘢𝘭𝘦𝘤𝘦𝘳𝘢́ 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢❞ informó al bajar del carruaje.ㅤㅤㅤㅤ ¿Esta era entonces su vida? La corona pesaba, la tristeza había consumido con los años a aquella niña risueña y jovial, llena de ilusiones, de sueños. La soledad de su habitación era el fiel reflejo de sí misma. Un hemiciclo de libros descansaban en su escritorio formando un cementerio de portadas que no había tocado en largo tiempo. El escape a las historias de fantasía o a sus estudios geopolíticos habían perdido ya toda la atención de la reina. La mano hallábase armada de pluma y tinta, los numerosos eslabones de cadenas y sortijas tintineaban sobre su cuello, vientre y manos. Era sin disputa una de esas personas siempre agitadas, en movimiento, y para las cuales la existencia sólo es normal cuando se halla salpicada de emociones nerviosas, de dificultades inextricables. Escribió con la tinta manchando el costado de la mano. No se detuvo hasta que la sed de valor la obligó a mirar sobre su mesa de noche bien predispuesta. Se precipitó sobre sus huellas comprimiendo su estómago alterado por la cosecha de Antigua, especialmente traída para ella en añoranza a su hogar y los días felices en este. ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ ❝𝒀a sé❞ dijo a la doncella sin mirarla, misma que debían haber enviado para informar que Aegon estaba listo para partir al Septo. La muchacha no había tenido ocasión de decir palabra. Se reverenció y retiró.ㅤㅤㅤㅤ El viaje en carruaje no fue placentero. Ella, intentando explicar a su primogénito los deseos de Viserys era comparable a estar discutiendo con la pared. Se preguntó si Aegon cambiaría de parecer una vez que los súbditos se arrodillasen ante su nuevo rey, pues el sabor del poder nublaba los miedos. Fueron escoltados por los Capas Doradas sirviéndoles de abrigo contra la muchedumbre. La procesión llegaba, desplegando sus magnificencias. Hacia lo alto de la calle, en el ancho espacio que los guardias despejaban ante el cortejo, banderas de seda y oro con el símbolo Targaryen en un fondo oliva avanzaban entre el humo aromático del incienso. Los uniformes brillaban al sol. Alzábanse las voces, sostenidas por una orquesta, elevando hacia el cielo las súplicas y oraciones de los habitantes bajo el broncíneo clamor de las campanas. Todo sucedió con rapidez. La corona que adornaba los cobrizos cabellos de Alicent paso así a su hija, desde las propias manos. ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ ❝𝑴i reina❞ clamó orgullosa, pasando por alto la angustia de su amada Helaena.ㅤㅤㅤㅤ El Septón así mismo coronó al primer heredero varón, que pasó a ser rey Aegon Targaryen, segundo con el nombre. El espectáculo era solemne. Su hijo por fin parecía disfrutarlo con la espada en alto tras oír las aclamaciones. Y entonces… Una sacudida pasó entre la muchedumbre, un mismo grito salió de entre todos los labios. El suelo tembló. De un súbito movimiento insólito pareció turbar la procesión en las inmediaciones del Septón. Sin saber de qué se trataba, emergió la bestia con Rhaenys a lomos de la misma. Meleys se había levantado de las profundidades sin mucho esfuerzo. Un remolino colosal de polvo y escombros cayó. Gritos, gemidos mas bien, todo un pueblo trastornado, huyendo; la brigada de guardias situados a la cabeza del complejo y en las puertas exteriores esforzábanse en vano por controlar la situación rompiendo el cordón inicial, convirtiéndose en parte de la delirante muchedumbre. Viéronse arrastrados como briznas de paja en aquel formidable torrente. Las fauces del reptil se abrieron en dirección al rey deteniendo el corazón de la, ahora, reina madre. Miró hacia el costado, Helaena era custodiada por la inútil protección de Aemond y Ser Criston. Inútil no por inválida, pero con la mayor honestidad, ¿qué podrían ellos hacer si Rhaenys decidía volverlos el aperitivo de su dragona? E igualmente inútil, Alicent se autodenominó el escudo de Aegon con su cuerpo precipitado delante de este. Una vida entera pasó frente a sus ojos: el amor, el odio, tristezas, alegrías, angustias, el deber, el honor, la infancia, la adultez, la devoción, el pecado. Pidió perdón a los Siete mientras las lágrimas salían en hileras contínuas y su mano cortaba la circulación del brazo de su hijo escondido detrás de su espalda. Miró a la reina que no fue, quizás viera la súplica y ahondara en un recoveco de piedad en el corazón de la misma. El rugido de Meleys hizo flamear su velo. Cerró los ojos esperando lo peor. El calor nunca llegó. Jamás sintio la boca monstruosa cerrarse sobre su cuerpo. En cambio, jinete y dragón salieron con la advertencia de su inconformidad con la coronación después del aullido ensordecedor. Alicent podía sentir la presión de la sangre bajar rápidamente. Lo único que impidió dejarse desvanecer fue la alerta en que la adrenalina la dejó. ¿Y si cambiaban de opinión y volvían para encender la ciudad en llamas? No podía darse el lujo humano de dejar a sus hijos bajo la intemperie. Con sus últimas fuerzas y ayudada por la guardia, y Otto, guió a los tres Targaryen al carruaje más cercano. De vuelta un camino hacia la Fortaleza Roja que antes le parecía el color de las mejillas sonrosadas, ahora era sólo comparable a su cárcel teñida de 𝕱𝐔𝐄𝐆𝐎 Y 𝕾𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄.
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