Daemyra amaba leer libros, especialmente aquellos que estaban en Alto Valyrio.
Desde pequeña, su pasión por los libros había crecido más que el amor por los dragones.
Sus estudios siempre fueron lo más importante para ella. Mientras sus hermanos peleaban y montaban a sus respectivos dragones, ella estudiaba junto a Helaena.
Helaena, la segunda nacida de los cuatro hermanos, era muy cercana a Daemyra. No solo por ser mujeres, sinó porque ambas podían ser consideradas las "ovejas negras" de la dinastía Targaryen.
Pero llegó el punto donde Vermithor la eligió.
☆☆☆☆☆☆
La joven princesa tenía catorce años cuando se acercó por primera vez a las Cuevas de Dragón de Rocadragón.
Ella fue allí a visitar a quien estaba prometida como futura esposa: Lucerys Velaryon.
Y se encontró siguiéndolo hasta las Cuevas de Dragón. Miedo y anticipación pasaban por el cuerpo de Daemyra a medida que se metían en éstas.
Lucerys estaba decidido a hacer que Daemyra reclame a un dragón, pero nunca esperó que ella se acerque a Vermithor. La joven Targaryen tragó en seco, sintiendose llamada por el segundo dragón más grande del mundo.
Acercó con lentitud una mano hacia la Furia de Bronce, y notó como éste bajaba la cabeza, permitiendole tocarlo. Y así lo hizo. Posó su mano por encima de la escamosa piel del dragón, y comenzó a moverla lentamente.
— Ao issi gevie.
Vermithor pareció ronronear, no solo ante el tacto de Daemyra, sinó también por sus palabras.
A partir de aquél día, el lazo de jinete-dragón entre Daemyra y Vermithor, había comenzado.
Desde pequeña, su pasión por los libros había crecido más que el amor por los dragones.
Sus estudios siempre fueron lo más importante para ella. Mientras sus hermanos peleaban y montaban a sus respectivos dragones, ella estudiaba junto a Helaena.
Helaena, la segunda nacida de los cuatro hermanos, era muy cercana a Daemyra. No solo por ser mujeres, sinó porque ambas podían ser consideradas las "ovejas negras" de la dinastía Targaryen.
Pero llegó el punto donde Vermithor la eligió.
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La joven princesa tenía catorce años cuando se acercó por primera vez a las Cuevas de Dragón de Rocadragón.
Ella fue allí a visitar a quien estaba prometida como futura esposa: Lucerys Velaryon.
Y se encontró siguiéndolo hasta las Cuevas de Dragón. Miedo y anticipación pasaban por el cuerpo de Daemyra a medida que se metían en éstas.
Lucerys estaba decidido a hacer que Daemyra reclame a un dragón, pero nunca esperó que ella se acerque a Vermithor. La joven Targaryen tragó en seco, sintiendose llamada por el segundo dragón más grande del mundo.
Acercó con lentitud una mano hacia la Furia de Bronce, y notó como éste bajaba la cabeza, permitiendole tocarlo. Y así lo hizo. Posó su mano por encima de la escamosa piel del dragón, y comenzó a moverla lentamente.
— Ao issi gevie.
Vermithor pareció ronronear, no solo ante el tacto de Daemyra, sinó también por sus palabras.
A partir de aquél día, el lazo de jinete-dragón entre Daemyra y Vermithor, había comenzado.
Daemyra amaba leer libros, especialmente aquellos que estaban en Alto Valyrio.
Desde pequeña, su pasión por los libros había crecido más que el amor por los dragones.
Sus estudios siempre fueron lo más importante para ella. Mientras sus hermanos peleaban y montaban a sus respectivos dragones, ella estudiaba junto a Helaena.
Helaena, la segunda nacida de los cuatro hermanos, era muy cercana a Daemyra. No solo por ser mujeres, sinó porque ambas podían ser consideradas las "ovejas negras" de la dinastía Targaryen.
Pero llegó el punto donde Vermithor la eligió.
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La joven princesa tenía catorce años cuando se acercó por primera vez a las Cuevas de Dragón de Rocadragón.
Ella fue allí a visitar a quien estaba prometida como futura esposa: Lucerys Velaryon.
Y se encontró siguiéndolo hasta las Cuevas de Dragón. Miedo y anticipación pasaban por el cuerpo de Daemyra a medida que se metían en éstas.
Lucerys estaba decidido a hacer que Daemyra reclame a un dragón, pero nunca esperó que ella se acerque a Vermithor. La joven Targaryen tragó en seco, sintiendose llamada por el segundo dragón más grande del mundo.
Acercó con lentitud una mano hacia la Furia de Bronce, y notó como éste bajaba la cabeza, permitiendole tocarlo. Y así lo hizo. Posó su mano por encima de la escamosa piel del dragón, y comenzó a moverla lentamente.
— Ao issi gevie.
Vermithor pareció ronronear, no solo ante el tacto de Daemyra, sinó también por sus palabras.
A partir de aquél día, el lazo de jinete-dragón entre Daemyra y Vermithor, había comenzado.
