• ~|Prólogo: El legado del eclipse|~

    Se dice que los Blackwood no nacieron del mundo, sino entre mundos. Su linaje proviene de una unión prohibida entre una sacerdotisa lunar y un espíritu de las sombras, una entidad que solo existe cuando la luz y la sombra se funden.

    De esa unión nació el primer Blackwood, Alaric.

    Desde entonces el linaje Blackwood ah estado tejido con hilos de sombra y luz, marcado por una magia que se transmite no solo por enseñanza, sino por revelación, cada miembro nace con una semilla mágica única, que permanece dormida.

    A diferencia de otros clanes, donde los dones se heredan como títulos, en los Blackwood cada poder duerme, oculto en lo más profundo del alma, esperando su momento. No hay hechizo que lo despierte. No hay ritual que lo fuerce , solo la union de la luz y la oscuridad en una danza momentanea, un Eclipse.

    Cada cierto ciclo, cuando el sol y la luna se alinean en un suspiro cósmico, el velo entre lo humano y lo eterno se rasga. Es entonces cuando la magia de cada integrante se revela. Algunos reciben visiones. Otros, fuego, los mas extraordinarios poderes que les llevan años dominar, pues
    la magia en los Blackwood nunca ha sido igual. Algunos nacen con afinidad por el aire, otros por la sangre, otros por el tiempo.

    Pero... hay uno que no se repite. Uno que solo aparece cuando el eclipse coincide con el renacer de una estrella caída: el poder del fénix.

    Ese poder no se manifiesta con llamas. Se insinúa. Vibra bajo la piel. Se oculta en sueños rotos y en plumas que no deberían existir. Y cuando aparece, no hay marcha atrás, no es fuego común.. no es destrucción.. es renacimiento... es transmutación es el susurro de lo que arde sin consumir, de lo que muere para volver más fuerte
    ~|Prólogo: El legado del eclipse|~ Se dice que los Blackwood no nacieron del mundo, sino entre mundos. Su linaje proviene de una unión prohibida entre una sacerdotisa lunar y un espíritu de las sombras, una entidad que solo existe cuando la luz y la sombra se funden. De esa unión nació el primer Blackwood, Alaric. Desde entonces el linaje Blackwood ah estado tejido con hilos de sombra y luz, marcado por una magia que se transmite no solo por enseñanza, sino por revelación, cada miembro nace con una semilla mágica única, que permanece dormida. A diferencia de otros clanes, donde los dones se heredan como títulos, en los Blackwood cada poder duerme, oculto en lo más profundo del alma, esperando su momento. No hay hechizo que lo despierte. No hay ritual que lo fuerce , solo la union de la luz y la oscuridad en una danza momentanea, un Eclipse. Cada cierto ciclo, cuando el sol y la luna se alinean en un suspiro cósmico, el velo entre lo humano y lo eterno se rasga. Es entonces cuando la magia de cada integrante se revela. Algunos reciben visiones. Otros, fuego, los mas extraordinarios poderes que les llevan años dominar, pues la magia en los Blackwood nunca ha sido igual. Algunos nacen con afinidad por el aire, otros por la sangre, otros por el tiempo. Pero... hay uno que no se repite. Uno que solo aparece cuando el eclipse coincide con el renacer de una estrella caída: el poder del fénix. Ese poder no se manifiesta con llamas. Se insinúa. Vibra bajo la piel. Se oculta en sueños rotos y en plumas que no deberían existir. Y cuando aparece, no hay marcha atrás, no es fuego común.. no es destrucción.. es renacimiento... es transmutación es el susurro de lo que arde sin consumir, de lo que muere para volver más fuerte
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  • -Se dice que en aquel mundo donde había ido a visitar, una isla existe en alguna parte del cielo, alejada de la avaricia de la humanidad que habitan aquel planeta, nadie sabe donde esta, solo se sabe de su existencia.

    Algunos piensan que es una mera fantasía dichas por aquellas mentes soñadoras, que se la pasan imaginando un mundo sacado de los sueños.
    Otras personas tenían fe de que fuera real.

    Nadie sabe la verdad, es uno de los tantos misterios de aquel mundo.

    Eso fue que motivo a la joven a embarcarse a la aventura, siempre que iba a un planeta nuevo, era solo para llevar la armonía, esta vez como ese mundo es mas tranquilo, por lo que a pesar de que llevo su concierto, decidió poco después ir a la aventura, en busca de esas fantástica isla.

    Pago un equipo aunque algunos son los que pensaban que esa isla no existe pero cuando les prometió pagarles una buena cantidad, decidieron ayudarla. -

    Como siempre el dinero mueve a otros.

    -Comentó tras un leve suspiro, para ella sería más fácil volar y buscarle, pero eso quitaría el factor emocionante de esa aventura, resolver acertijos, buscar cada pista que les acerque a su destino, es algo que sinceramente deseaba sentir, aunque deba hacerse pasar pof humana.

    La excursión pronto comenzaría, tomo sus cosas para abordar el barco volador. -

    Nunca imagine llegar a subirme a uno, que emoción.

    -Dijo con una sonrisa con una luz en su mirada y el corazón latiendo a mil por hora, en saber donde esa aventura la llevaría y en imaginar encontrar esa famosa isla voladora. -
    -Se dice que en aquel mundo donde había ido a visitar, una isla existe en alguna parte del cielo, alejada de la avaricia de la humanidad que habitan aquel planeta, nadie sabe donde esta, solo se sabe de su existencia. Algunos piensan que es una mera fantasía dichas por aquellas mentes soñadoras, que se la pasan imaginando un mundo sacado de los sueños. Otras personas tenían fe de que fuera real. Nadie sabe la verdad, es uno de los tantos misterios de aquel mundo. Eso fue que motivo a la joven a embarcarse a la aventura, siempre que iba a un planeta nuevo, era solo para llevar la armonía, esta vez como ese mundo es mas tranquilo, por lo que a pesar de que llevo su concierto, decidió poco después ir a la aventura, en busca de esas fantástica isla. Pago un equipo aunque algunos son los que pensaban que esa isla no existe pero cuando les prometió pagarles una buena cantidad, decidieron ayudarla. - Como siempre el dinero mueve a otros. -Comentó tras un leve suspiro, para ella sería más fácil volar y buscarle, pero eso quitaría el factor emocionante de esa aventura, resolver acertijos, buscar cada pista que les acerque a su destino, es algo que sinceramente deseaba sentir, aunque deba hacerse pasar pof humana. La excursión pronto comenzaría, tomo sus cosas para abordar el barco volador. - Nunca imagine llegar a subirme a uno, que emoción. -Dijo con una sonrisa con una luz en su mirada y el corazón latiendo a mil por hora, en saber donde esa aventura la llevaría y en imaginar encontrar esa famosa isla voladora. -
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    Buenas noches... Descanse y tengan dulces sueños.
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  • Ah... esa clase de sueños… esos momentos en los que ni yo puedo mantener la compostura.

    Uno se esfuerza en dar paisajes sublimes, melodías etéreas, escenas poéticas… ¡y de pronto la mente humana decide ponerle niebla y cascadas al asunto!

    No me malinterpreten, no es culpa mía...

    Yo solo abro la puerta, ustedes entran corriendo con toda la imaginación desatada...
    Ah... esa clase de sueños… esos momentos en los que ni yo puedo mantener la compostura. Uno se esfuerza en dar paisajes sublimes, melodías etéreas, escenas poéticas… ¡y de pronto la mente humana decide ponerle niebla y cascadas al asunto! No me malinterpreten, no es culpa mía... Yo solo abro la puerta, ustedes entran corriendo con toda la imaginación desatada... :STK-16:
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    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝐃𝐇𝐀𝐑𝐌𝐀 - 𝐃𝐀𝐎 - 𝐄𝐗𝐎𝐑𝐂𝐈𝐒𝐌 -


    Se acercaba el mes dónde los espíritus "èguï" o comúnmente conocidos espíritus hambrientos salían del limbo fantasmal para residir en las fases de la tierra y atormentar a las almas humanas.

    Bael rodeó la fogata que había encendido con varias hierbas significativas a su vez que portaba un recipiente necesario. Los espíritus estaban llenos de energía yuán (energía resentida) y se amontonaban en multitudes fuera de la línea con sangre suya que había dibujado alrededor del fuego sobre la tierra.

    Sus ojos oscuros eran como el abismo profundo, si Bael fuera un ser demoníaco posiblemente los demás espíritus le temerían. Incluso mientras se encontraba cara a cara con ellos para desaparecerlos, éstos buscaban no ofenderlo demasiado, siempre valientes y cobardes.

    No sabían a quién temerle más, si al señor que los gobernaba y obligaba a cometer actos inmundos contra los humanos o a Bael, que no tenía compasión de ellos. Al menos su señor los dejaba vivir un poco más para disfrutar.. en cambio éste Exorcista que era un simple humano, parecía no tener emociones. Era cruel, era directo, su mano rodeada de brazaletes espirituales nunca vacilaba cuando se levantaba y azotaba sus almas con dominancia. Convirtiéndolos en basura ante sus ojos.

    Habían deseado en secreto por si volvían a renacer como espíritus o incluso humanos, no existir en la misma línea temporal que éste hombre.

    Bael suspiró, su expresión sin cambios ni emociones, se concentró en mover su mano sobre el fuego y pronunciar unas palabras, para después dejar el recipiente metálico en el suelo. Enseguida, la barrera que no permitía que los èguï entraran, se rompió y muchos de ellos fueron succionados por el recipiente hasta no quedar ninguno. El bosque oscuro volvió a ser silencioso.

    El ritual estaba hecho, por ahora los humanos alrededor no debían preocuparse por tener pesadillas siniestras en sus sueños.
    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝐃𝐇𝐀𝐑𝐌𝐀 - 𝐃𝐀𝐎 - 𝐄𝐗𝐎𝐑𝐂𝐈𝐒𝐌 - Se acercaba el mes dónde los espíritus "èguï" o comúnmente conocidos espíritus hambrientos salían del limbo fantasmal para residir en las fases de la tierra y atormentar a las almas humanas. Bael rodeó la fogata que había encendido con varias hierbas significativas a su vez que portaba un recipiente necesario. Los espíritus estaban llenos de energía yuán (energía resentida) y se amontonaban en multitudes fuera de la línea con sangre suya que había dibujado alrededor del fuego sobre la tierra. Sus ojos oscuros eran como el abismo profundo, si Bael fuera un ser demoníaco posiblemente los demás espíritus le temerían. Incluso mientras se encontraba cara a cara con ellos para desaparecerlos, éstos buscaban no ofenderlo demasiado, siempre valientes y cobardes. No sabían a quién temerle más, si al señor que los gobernaba y obligaba a cometer actos inmundos contra los humanos o a Bael, que no tenía compasión de ellos. Al menos su señor los dejaba vivir un poco más para disfrutar.. en cambio éste Exorcista que era un simple humano, parecía no tener emociones. Era cruel, era directo, su mano rodeada de brazaletes espirituales nunca vacilaba cuando se levantaba y azotaba sus almas con dominancia. Convirtiéndolos en basura ante sus ojos. Habían deseado en secreto por si volvían a renacer como espíritus o incluso humanos, no existir en la misma línea temporal que éste hombre. Bael suspiró, su expresión sin cambios ni emociones, se concentró en mover su mano sobre el fuego y pronunciar unas palabras, para después dejar el recipiente metálico en el suelo. Enseguida, la barrera que no permitía que los èguï entraran, se rompió y muchos de ellos fueron succionados por el recipiente hasta no quedar ninguno. El bosque oscuro volvió a ser silencioso. El ritual estaba hecho, por ahora los humanos alrededor no debían preocuparse por tener pesadillas siniestras en sus sueños.
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  • Tus sueños son las alas que te ayudarán a volar.

    -Comentó mientras estaba en los jardines de aquella mansión donde fue invitada, el motivo se estaba grabando una película y la chica es la protagonista, aunque los géneros de ducha película son drama y terror, de lo que iba pero como película de terror que se respete, siempre inicia con una aparente calma antes de la tormenta. -
    Tus sueños son las alas que te ayudarán a volar. -Comentó mientras estaba en los jardines de aquella mansión donde fue invitada, el motivo se estaba grabando una película y la chica es la protagonista, aunque los géneros de ducha película son drama y terror, de lo que iba pero como película de terror que se respete, siempre inicia con una aparente calma antes de la tormenta. -
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐)

    Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar.

    Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece.

    Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐) Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar. Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece. Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
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  • Morfeo decidió abandonar su esencia divina por un momento. Se desprendió de las sombras y los sueños, adoptando la forma de un hombre común: piel marcada por el sol, cabellos oscuros y manos que parecían haber trabajado la tierra.

    Caminó entre los senderos de piedra hasta llegar al hogar de su hermano Daozhang Xiao Xingchen

    Aunque Dao ya lo sabía, Morfeo cambia su forma a la que su hermano acostumbra conocer, no por la necesidad de ser visto, sino por la necesidad de sentirse cercano.

     Aunque Dao era ciego, Morfeo entendía que su hermano percibía el mundo de maneras más profundas: a través de la voz, el tacto, el silencio y la energía que lo rodeaba.

    Transformarse en humano era un gesto simbólico, casi un acto de humildad y respeto al mundo de la vigilia y sus habitantes. 

    Morfeo bajó a cuidar las amapolas que sembró en el jardín de Dao porque en ellas depositó algo más que semillas: dejó un fragmento de sí mismo, un símbolo de su vínculo con su hermano. Una promesa que le hizo: no volver a retirarse sin razón. 

    Las amapolas, flores del sueño y del recuerdo, eran su manera de estar presente en la vida de Dao aun cuando el destino lo llamaba lejos.

    Les sació la sed y las acompañó un momento en la oscuridad de la noche, acostándose a un lado por un momento. 
    Morfeo decidió abandonar su esencia divina por un momento. Se desprendió de las sombras y los sueños, adoptando la forma de un hombre común: piel marcada por el sol, cabellos oscuros y manos que parecían haber trabajado la tierra. Caminó entre los senderos de piedra hasta llegar al hogar de su hermano [Daozhang_XiaoXingchen] Aunque Dao ya lo sabía, Morfeo cambia su forma a la que su hermano acostumbra conocer, no por la necesidad de ser visto, sino por la necesidad de sentirse cercano.  Aunque Dao era ciego, Morfeo entendía que su hermano percibía el mundo de maneras más profundas: a través de la voz, el tacto, el silencio y la energía que lo rodeaba. Transformarse en humano era un gesto simbólico, casi un acto de humildad y respeto al mundo de la vigilia y sus habitantes.  Morfeo bajó a cuidar las amapolas que sembró en el jardín de Dao porque en ellas depositó algo más que semillas: dejó un fragmento de sí mismo, un símbolo de su vínculo con su hermano. Una promesa que le hizo: no volver a retirarse sin razón.  Las amapolas, flores del sueño y del recuerdo, eran su manera de estar presente en la vida de Dao aun cuando el destino lo llamaba lejos. Les sació la sed y las acompañó un momento en la oscuridad de la noche, acostándose a un lado por un momento. 
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  • ||•The Devil & The Huntsman ||•
    Categoría Acción
    Darküs Volkøv

    La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento.
    Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro.
    Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar.
    Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo.
    Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla.
    La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo.
    Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer.
    Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol.
    No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella.
    Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio.
    Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate...
    La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda...
    Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino.
    Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.


    [Darkus] La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento. Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro. Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar. Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo. Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla. La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo. Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer. Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol. No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella. Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio. Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate... La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda... Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino. Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.
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    Cualquier línea
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  • ⠀⠀⠀⠀Moverse entre planos no era un viaje para Kazuha; era un simple cambio de peso. Sentía el mundo real y el de los sueños como dos telas finas superpuestas, y ella era como una aguja que podía deslizarse entre ellas, cosiendo realidades a su antojo. A veces, la frontera se difuminaba tanto que ya no sabía si sus propias sombras le pertenecían. Su propio cuerpo parecía ajeno, como si habitara otra versión de si misma. Y los recuerdos ajenos se enredaban con los suyos propios. En esos momentos, la realidad no dolía... pero tampoco respondía. Y el Caos, encantado, la dejaba flotar sin dirección. Hasta que algo la jalaba de vuelta. No siempre entera. No siempre sola.

    ⠀⠀⠀⠀𝘌𝘭 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘳𝘪𝘦𝘴𝘨𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘢𝘵𝘳𝘢𝘱𝘢𝘥𝘢; 𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘵𝘢𝘯 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘳 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴, 𝘺𝘢 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘩𝘪𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘶𝘤𝘵𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘺𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢.
    ⠀⠀⠀⠀Moverse entre planos no era un viaje para Kazuha; era un simple cambio de peso. Sentía el mundo real y el de los sueños como dos telas finas superpuestas, y ella era como una aguja que podía deslizarse entre ellas, cosiendo realidades a su antojo. A veces, la frontera se difuminaba tanto que ya no sabía si sus propias sombras le pertenecían. Su propio cuerpo parecía ajeno, como si habitara otra versión de si misma. Y los recuerdos ajenos se enredaban con los suyos propios. En esos momentos, la realidad no dolía... pero tampoco respondía. Y el Caos, encantado, la dejaba flotar sin dirección. Hasta que algo la jalaba de vuelta. No siempre entera. No siempre sola. ⠀⠀⠀⠀𝘌𝘭 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘳𝘪𝘦𝘴𝘨𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘢𝘵𝘳𝘢𝘱𝘢𝘥𝘢; 𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘵𝘢𝘯 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘳 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴, 𝘺𝘢 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘩𝘪𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘶𝘤𝘵𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘺𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢.
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