— Los objetos antiguos... a menudo son dejados de lado, olvidados en lugares polvorientos o vendidos por un puñado de monedas sin que el comprador sepa qué carga consigo...
Con un pincel, aplicó una resina dorada y espesa sobre la microfractura en la base de la bailarina.
— Pero ellos... recuerdan. Atrapan instantes. Susurros de alegrías pasadas, punzadas de dolor... la desesperación de una última mirada.
Con la punta de una aguja, eliminó el exceso de resina. Y por un instante, un brillo purpura, tan fugaz que duró apenas un parpadeo, pasó desde su piel a la porcelana. La grieta soldada al instante, como si nunca hubiera existido.
— No se trata solo de devolverles el brillo perdido. Eso sería... demasiado superficial, para criaturas que han atrapado pedazos de alma en su interior.
Cambió de herramienta, tomando un destornillador miniatura para acceder al mecanismo interno.
— Se trata en cambio, de escuchar. Escuchar lo que nadie más quiere escuchar. Escuchar su historia. Honrar el eco que ha quedado atrapado en su interior.
Sus dedos, comenzaron a trabajar en el resorte principal, donde aplicó una gota de aceite especial.
— Todos merecen una segunda oportunidad... una segunda vida —uno de los engranajes cedió con un sonido sutil— Merecen que se les de nuevamente una voz... Permitir que la canción que una vez contuvieron pueda volver a escucharse, aunque sea con un tono diferente.
Con un sonido suave, la música comenzó a sonar. La bailarina, ahora con su brazo restaurado, giró lentamente. Una melodía olvidada que parecía surgir directamente de los sueños de quien la tuvo hace un siglo.
— Bienvenida de vuelta.
Con un pincel, aplicó una resina dorada y espesa sobre la microfractura en la base de la bailarina.
— Pero ellos... recuerdan. Atrapan instantes. Susurros de alegrías pasadas, punzadas de dolor... la desesperación de una última mirada.
Con la punta de una aguja, eliminó el exceso de resina. Y por un instante, un brillo purpura, tan fugaz que duró apenas un parpadeo, pasó desde su piel a la porcelana. La grieta soldada al instante, como si nunca hubiera existido.
— No se trata solo de devolverles el brillo perdido. Eso sería... demasiado superficial, para criaturas que han atrapado pedazos de alma en su interior.
Cambió de herramienta, tomando un destornillador miniatura para acceder al mecanismo interno.
— Se trata en cambio, de escuchar. Escuchar lo que nadie más quiere escuchar. Escuchar su historia. Honrar el eco que ha quedado atrapado en su interior.
Sus dedos, comenzaron a trabajar en el resorte principal, donde aplicó una gota de aceite especial.
— Todos merecen una segunda oportunidad... una segunda vida —uno de los engranajes cedió con un sonido sutil— Merecen que se les de nuevamente una voz... Permitir que la canción que una vez contuvieron pueda volver a escucharse, aunque sea con un tono diferente.
Con un sonido suave, la música comenzó a sonar. La bailarina, ahora con su brazo restaurado, giró lentamente. Una melodía olvidada que parecía surgir directamente de los sueños de quien la tuvo hace un siglo.
— Bienvenida de vuelta.
— Los objetos antiguos... a menudo son dejados de lado, olvidados en lugares polvorientos o vendidos por un puñado de monedas sin que el comprador sepa qué carga consigo...
Con un pincel, aplicó una resina dorada y espesa sobre la microfractura en la base de la bailarina.
— Pero ellos... recuerdan. Atrapan instantes. Susurros de alegrías pasadas, punzadas de dolor... la desesperación de una última mirada.
Con la punta de una aguja, eliminó el exceso de resina. Y por un instante, un brillo purpura, tan fugaz que duró apenas un parpadeo, pasó desde su piel a la porcelana. La grieta soldada al instante, como si nunca hubiera existido.
— No se trata solo de devolverles el brillo perdido. Eso sería... demasiado superficial, para criaturas que han atrapado pedazos de alma en su interior.
Cambió de herramienta, tomando un destornillador miniatura para acceder al mecanismo interno.
— Se trata en cambio, de escuchar. Escuchar lo que nadie más quiere escuchar. Escuchar su historia. Honrar el eco que ha quedado atrapado en su interior.
Sus dedos, comenzaron a trabajar en el resorte principal, donde aplicó una gota de aceite especial.
— Todos merecen una segunda oportunidad... una segunda vida —uno de los engranajes cedió con un sonido sutil— Merecen que se les de nuevamente una voz... Permitir que la canción que una vez contuvieron pueda volver a escucharse, aunque sea con un tono diferente.
Con un sonido suave, la música comenzó a sonar. La bailarina, ahora con su brazo restaurado, giró lentamente. Una melodía olvidada que parecía surgir directamente de los sueños de quien la tuvo hace un siglo.
— Bienvenida de vuelta.