• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Soy hija de un híbrido, el primer híbrido, el Híbrido Original... y soy hija de una mujer lobo que nunca dejó de luchar por los que amaba. Soy sobrina de una bruja milenaria que sacrificó todo por su familia, y también de un hombre que creyó que el poder de la familia podía salvarnos, y no tengo tan claro que no se equivocara... Nací de una conocida línea sanguínea de monstruos y mártires, de héroes que sangraron y villanos que amaron a su manera.

    No soy normal. Nunca lo he sido, a decir verdad. He sido muchas cosas: un bebé milagro gestado bajo el amparo de una laguna cósmica, una niña con demasiada oscuridad en el alma, una nueva Mikaelson en un mundo que teme nuestro nombre... y ahora, una chica que solo intenta no repetir los errores de quienes vinieron antes, ni los suyos propios...

    Dicen que no puedes escapar de tu legado. Tal vez tengan razón. Pero cada día intento escribir mi historia... no solo con lo que soy, sino con lo que elijo ser.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Soy hija de un híbrido, el primer híbrido, el Híbrido Original... y soy hija de una mujer lobo que nunca dejó de luchar por los que amaba. Soy sobrina de una bruja milenaria que sacrificó todo por su familia, y también de un hombre que creyó que el poder de la familia podía salvarnos, y no tengo tan claro que no se equivocara... Nací de una conocida línea sanguínea de monstruos y mártires, de héroes que sangraron y villanos que amaron a su manera. No soy normal. Nunca lo he sido, a decir verdad. He sido muchas cosas: un bebé milagro gestado bajo el amparo de una laguna cósmica, una niña con demasiada oscuridad en el alma, una nueva Mikaelson en un mundo que teme nuestro nombre... y ahora, una chica que solo intenta no repetir los errores de quienes vinieron antes, ni los suyos propios... Dicen que no puedes escapar de tu legado. Tal vez tengan razón. Pero cada día intento escribir mi historia... no solo con lo que soy, sino con lo que elijo ser. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • - Aquél loco engreído de cabellos chillantes seguía con la misma idea, no asimilaba que Abel se uniera con una mujer como Yelena.

    Las pretendientes que "B" había tenido fueron esas chicas llamativas, exuberantes y con un físico de infarto, la pequeña rubia de voz angelical era todo lo opuesto.

    Diminuta, con proporciones algo peculiares, parecia una niña en desarrollo al lado de ambos y era invidente para rematar.

    Pero la respuesta era la misma.-

    Jamás entenderías, ya que nunca has amado de verdad...

    -Para "B", Yelena era su mundo, su gran regalo del universo, su recompensa por tanto sufrimiento, era simplemente el amor de su vida.

    - Aquél loco engreído de cabellos chillantes seguía con la misma idea, no asimilaba que Abel se uniera con una mujer como Yelena. Las pretendientes que "B" había tenido fueron esas chicas llamativas, exuberantes y con un físico de infarto, la pequeña rubia de voz angelical era todo lo opuesto. Diminuta, con proporciones algo peculiares, parecia una niña en desarrollo al lado de ambos y era invidente para rematar. Pero la respuesta era la misma.- Jamás entenderías, ya que nunca has amado de verdad... -Para "B", Yelena era su mundo, su gran regalo del universo, su recompensa por tanto sufrimiento, era simplemente el amor de su vida.
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  • ╭────༺♡༻────╮
    𝕂𝕚𝕒𝕣𝕒. 𝔼ℙ𝕆ℂ𝔸 𝔸ℂ𝕋𝕌𝔸𝕃.
    ╰────༺♡༻────╯

    Kiara observaba la ciudad desde la azotea de un edificio, su silueta iluminada por el resplandor de los anuncios de neón. La tecnología había transformado el mundo humano de maneras que ella nunca imaginó cuando su pueblo aún existía. Recordaba los días en los que su hogar era un bosque sagrado, donde los kitsune vivían en paz, lejos de la avaricia y la violencia humana. Pero todo cambió cuando los humanos llegaron con fuego y acero, destruyéndolo todo.

    Siglos habían pasado desde aquella masacre, y aunque su odio hacia los humanos no había disminuido, aprendió a ocultarlo. Con su magia, adoptó una apariencia humana y se sumergió en su sociedad. Al principio, los vio luchar con espadas y cabalgar en caballos, luego vinieron los cañones, los trenes y la electricidad. Cada nueva era traía avances sorprendentes, pero también le mostraba una verdad innegable: los humanos dependían cada vez más de sus propias creaciones.

    Cuando vio aparecer los primeros teléfonos y computadoras, comprendió que los humanos estaban cavando su propia tumba. Dependían tanto de sus máquinas que ya no sabían vivir sin ellas. Kiara trabajó en empresas tecnológicas, infiltrándose en sus desarrollos más avanzados, observando cómo se entregaban sin resistencia a la inteligencia artificial, a la conectividad constante, al consumismo sin fin. Se reía en silencio, porque aquellos que una vez destruyeron su pueblo ahora se encadenaban con sus propias invenciones.

    A pesar de la repulsión que sentía por ellos, no podía evitar sentir una punzada de curiosidad. ¿Acaso, con todo su poder y conocimiento, los humanos lograrían algo más que su propia decadencia? ¿O estaban condenados a destruirse como hicieron con su pueblo? Kiara no lo sabía con certeza, pero una cosa era segura: ella estaría allí para verlo todo.
    ╭────༺♡༻────╮ 𝕂𝕚𝕒𝕣𝕒. 𝔼ℙ𝕆ℂ𝔸 𝔸ℂ𝕋𝕌𝔸𝕃. ╰────༺♡༻────╯ Kiara observaba la ciudad desde la azotea de un edificio, su silueta iluminada por el resplandor de los anuncios de neón. La tecnología había transformado el mundo humano de maneras que ella nunca imaginó cuando su pueblo aún existía. Recordaba los días en los que su hogar era un bosque sagrado, donde los kitsune vivían en paz, lejos de la avaricia y la violencia humana. Pero todo cambió cuando los humanos llegaron con fuego y acero, destruyéndolo todo. Siglos habían pasado desde aquella masacre, y aunque su odio hacia los humanos no había disminuido, aprendió a ocultarlo. Con su magia, adoptó una apariencia humana y se sumergió en su sociedad. Al principio, los vio luchar con espadas y cabalgar en caballos, luego vinieron los cañones, los trenes y la electricidad. Cada nueva era traía avances sorprendentes, pero también le mostraba una verdad innegable: los humanos dependían cada vez más de sus propias creaciones. Cuando vio aparecer los primeros teléfonos y computadoras, comprendió que los humanos estaban cavando su propia tumba. Dependían tanto de sus máquinas que ya no sabían vivir sin ellas. Kiara trabajó en empresas tecnológicas, infiltrándose en sus desarrollos más avanzados, observando cómo se entregaban sin resistencia a la inteligencia artificial, a la conectividad constante, al consumismo sin fin. Se reía en silencio, porque aquellos que una vez destruyeron su pueblo ahora se encadenaban con sus propias invenciones. A pesar de la repulsión que sentía por ellos, no podía evitar sentir una punzada de curiosidad. ¿Acaso, con todo su poder y conocimiento, los humanos lograrían algo más que su propia decadencia? ¿O estaban condenados a destruirse como hicieron con su pueblo? Kiara no lo sabía con certeza, pero una cosa era segura: ella estaría allí para verlo todo.
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  • Gracias por visitarnos Pero mi pequeño Damián no quiere que lo vean es mejor que no le insistan

    -Acariciando su pequeña cabecita con cuidado mientras a los caníbales presentes que vinieron de visita les fulminaba com mi mirada para que dejen de insistir -

    Ya habrá momento que se deje ver
    Gracias por visitarnos Pero mi pequeño Damián no quiere que lo vean es mejor que no le insistan -Acariciando su pequeña cabecita con cuidado mientras a los caníbales presentes que vinieron de visita les fulminaba com mi mirada para que dejen de insistir - Ya habrá momento que se deje ver
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  • ╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗
    A la mañana siguiente, yo y madre estábamos haciendo los deberes en casa ya que éramos solo dos mujeres en ella, y como de costumbre ella salía a trabajar como institutriz a una hora exacta, eso me dio tiempo para salir y prepararme para ir a ver de lo que trataba la famosa reunión de señoritas solteras, lo cierto era que me consideraba una joven muy curiosa por las personas en el exterior, y para mí suerte cada oportunidad la tomaba para aprender del mundo.

    Al llegar al lugar donde todas las personas se reunieron con la reina, me escondí entre la multitud, curiosa por ver a aquellas doncellas con largos y hermosos vestidos haciendo una reverencia, algunas no lo hacían muy bien y otras lo hacían a la perfección. En eso un guardia me noto y me confundió con una de esas doncellas, fue hacia el hombre que anunciaba a las mujeres para poder presentarme, sin embargo había un problema, yo no era más que una instrusa en aquel lugar, alguien que solo estaba ahí para observar, no para ser presentada como alguien a quien la reina debiera conocer.

    El chambelán al verme y notar que no aparecía en la lista me vio un un dejo de curiosidad y sospecha, la reina esperaba a la siguiente chica con algo de impaciencia, yo por otro lado estaba nerviosa por el lío en el que me había metido, el chambelán me susurro en voz baja. "— Mándame por favor dame a conocer tu nombre para que puedas ser presentada con la reina.—" . Mi voz y mi cuerpo temblaban de nervios, los tartamudos empezaron a salir de mi boca, temerosa por ser conocida. "— Bueno...yo...yo me llamo Emy Mountbannet señor. —"

    El hombre asintió ligeramente satisfecho, para después presentarme como tal mí nombre e improvisar con el apellido familiar. Las puertas se abrieron, enseguida las miradas se podaron en mi, una joven rubia con ojos y actitud tímida, luciendo un vestido largo sencillo, nada comparado con los grandes vestidos de las demás doncellas.

    Di un suspiro y empecé a caminar hacia la reina con pasos indecisos, al estar justo unos cuantos pasos frente a ella, recordé a una de las chicas que había llamado mi atención, su reverencia fue delicada y elegante, así que di un suspiro e imite su reverencia.

    La reina se acercó a mi con un gesto que hizo temblar mi ser, para luego dedicarme su aprobación, y sin querer en ese momento fue cuando comprendí que mi vida iba a cambiar el rumbo de la historia.
    ╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝

    ╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗ A la mañana siguiente, yo y madre estábamos haciendo los deberes en casa ya que éramos solo dos mujeres en ella, y como de costumbre ella salía a trabajar como institutriz a una hora exacta, eso me dio tiempo para salir y prepararme para ir a ver de lo que trataba la famosa reunión de señoritas solteras, lo cierto era que me consideraba una joven muy curiosa por las personas en el exterior, y para mí suerte cada oportunidad la tomaba para aprender del mundo. Al llegar al lugar donde todas las personas se reunieron con la reina, me escondí entre la multitud, curiosa por ver a aquellas doncellas con largos y hermosos vestidos haciendo una reverencia, algunas no lo hacían muy bien y otras lo hacían a la perfección. En eso un guardia me noto y me confundió con una de esas doncellas, fue hacia el hombre que anunciaba a las mujeres para poder presentarme, sin embargo había un problema, yo no era más que una instrusa en aquel lugar, alguien que solo estaba ahí para observar, no para ser presentada como alguien a quien la reina debiera conocer. El chambelán al verme y notar que no aparecía en la lista me vio un un dejo de curiosidad y sospecha, la reina esperaba a la siguiente chica con algo de impaciencia, yo por otro lado estaba nerviosa por el lío en el que me había metido, el chambelán me susurro en voz baja. "— Mándame por favor dame a conocer tu nombre para que puedas ser presentada con la reina.—" . Mi voz y mi cuerpo temblaban de nervios, los tartamudos empezaron a salir de mi boca, temerosa por ser conocida. "— Bueno...yo...yo me llamo Emy Mountbannet señor. —" El hombre asintió ligeramente satisfecho, para después presentarme como tal mí nombre e improvisar con el apellido familiar. Las puertas se abrieron, enseguida las miradas se podaron en mi, una joven rubia con ojos y actitud tímida, luciendo un vestido largo sencillo, nada comparado con los grandes vestidos de las demás doncellas. Di un suspiro y empecé a caminar hacia la reina con pasos indecisos, al estar justo unos cuantos pasos frente a ella, recordé a una de las chicas que había llamado mi atención, su reverencia fue delicada y elegante, así que di un suspiro e imite su reverencia. La reina se acercó a mi con un gesto que hizo temblar mi ser, para luego dedicarme su aprobación, y sin querer en ese momento fue cuando comprendí que mi vida iba a cambiar el rumbo de la historia. ╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝
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  • El eco de las voces de aquel auditorio llegaba amortiguado hasta el pasillo detrás del escenario. Jack Tessaro estaba de pie en mitad de aquel reducido espacio, revisando mentalmente los puntos clave de la charla que iba a ofrecer. A su lado, también de pie, Martin Hammond observaba la pantalla de su teléfono con la expresión calmada que lo caracterizaba.

    —La sala está llena —comentó Hammond sin levantar la vista—. Tienes un público atento.

    Jack dejó ir un ligero suspiro y se pasó una mano por el cabello.

    —Ya, bueno... Hasta que les cuente la parte desagradable. Ahí es cuando empiezan a removerse en los asientos.

    Hammond dejó escapar una ligera risa nasal.

    —Bueno, no han venido a escuchar cuentos de hadas. Saben porqué están aquí.

    Jack ladeó la cabeza con una media sonrisa que se tornó demasiado fugaz.

    —No, vinieron a convencerse de que entienden a los monstruos.

    Uno de los profesores de la Universidad se asomó por la puerta del escenario y les hizo una señal. Cinco minutos. Jack asintió y ajustó el reloj en su muñeca.

    Hammond lo estudió por un instante antes de hablar.

    —Tienes esa mirada.

    Jack arqueó una ceja.

    —¿Qué mirada?

    —La de cuando recuerdas demasiado.

    Jack desvió la vista hacia el suelo por un segundo antes de enderezarse.

    —No se trata de mí esta vez.

    Hammond soltó un leve resoplido.

    —No. Pero todo lo que vas a decir ahí fuera está marcado por lo que hemos visto. No finjas que no lo sabes.

    El silencio se hizo palpable entre los dos. Luego, Jack inspiró profundamente y sacudió los hombros, removiéndose la tensión.

    —No he venido a debatir con Freud, Hammond.

    Su compañero esbozó una sonrisa rápida.

    —Entonces haz lo tuyo. Cuéntales lo que necesitan saber.

    Jack echó un último vistazo al escenario antes de avanzar.

    —Siempre lo hago.

    El murmullo del auditorio se volvió mucho más solemne cuando su figura apareció bajo las luces.
    El eco de las voces de aquel auditorio llegaba amortiguado hasta el pasillo detrás del escenario. Jack Tessaro estaba de pie en mitad de aquel reducido espacio, revisando mentalmente los puntos clave de la charla que iba a ofrecer. A su lado, también de pie, Martin Hammond observaba la pantalla de su teléfono con la expresión calmada que lo caracterizaba. —La sala está llena —comentó Hammond sin levantar la vista—. Tienes un público atento. Jack dejó ir un ligero suspiro y se pasó una mano por el cabello. —Ya, bueno... Hasta que les cuente la parte desagradable. Ahí es cuando empiezan a removerse en los asientos. Hammond dejó escapar una ligera risa nasal. —Bueno, no han venido a escuchar cuentos de hadas. Saben porqué están aquí. Jack ladeó la cabeza con una media sonrisa que se tornó demasiado fugaz. —No, vinieron a convencerse de que entienden a los monstruos. Uno de los profesores de la Universidad se asomó por la puerta del escenario y les hizo una señal. Cinco minutos. Jack asintió y ajustó el reloj en su muñeca. Hammond lo estudió por un instante antes de hablar. —Tienes esa mirada. Jack arqueó una ceja. —¿Qué mirada? —La de cuando recuerdas demasiado. Jack desvió la vista hacia el suelo por un segundo antes de enderezarse. —No se trata de mí esta vez. Hammond soltó un leve resoplido. —No. Pero todo lo que vas a decir ahí fuera está marcado por lo que hemos visto. No finjas que no lo sabes. El silencio se hizo palpable entre los dos. Luego, Jack inspiró profundamente y sacudió los hombros, removiéndose la tensión. —No he venido a debatir con Freud, Hammond. Su compañero esbozó una sonrisa rápida. —Entonces haz lo tuyo. Cuéntales lo que necesitan saber. Jack echó un último vistazo al escenario antes de avanzar. —Siempre lo hago. El murmullo del auditorio se volvió mucho más solemne cuando su figura apareció bajo las luces.
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  • Alexa recordaba a la perfección las historias que su abuela le contaba cuando era niña cada vez que visitaba su casa, le resultaba imposible separarse de ella. Su abuela era una mujer hermosa, con cabello platinado y ojos de un azul profundo. Siempre, antes de dormir, le relataba las leyendas de su pueblo. Para los humanos, quizá eran simples cuentos de hadas; otros podrían pensar que eran fantasías, mitos o leyendas. Pero para la gente de Alexa, esas historias eran el pilar de todo lo que creían. Su abuela le hablaba de los dioses, pero sus favoritas siempre eran las leyendas sobre la diosa de la luna.

    En el pueblo, la conocían como la guardiana de las escrituras sagradas, y sus padres siempre decían que era la mejor sanadora de la aldea. Alexa, en ese entonces, no comprendía la posición social de su familia ni sabía que formaban parte de la nobleza del reino fae. Para ella, su abuela era simplemente la mujer más divertida e inteligente del mundo. Aunque solo era una niña de cuatro o cinco años, con el tiempo entendió que aquellas palabras no eran simples historias para dormir, cada palabra cobró significado y se reveló como una verdad indiscutible.

    Cuando su abuela hablaba, parecía recitar las historias directamente de un libro que llevaba en su mente. En alguna ocasión, Alexa visitó la biblioteca de su hogar, llena de libros en miles de idiomas, de diferentes culturas, todos hablando sobre los mismos dioses, aunque con diferentes nombres. Aún recordaba la historia favorita de su abuela, que también se convirtió en su preferida. La primera vez que se la contó fue cuando Alexa llegó llorando a casa porque unos niños, hijos de otros nobles, le dijeron que su cabello blanco y su piel pálida eran horribles. Alexa, desesperada, suplicó a su abuela que cambiara su cabello, que ya no quería tenerlo blanco, la mujer la sentó en su regazo, acariciando su cabello con ternura. Con una voz llena de amor, le explicó que su apariencia era una bendición de la madre luna, tomó un libro de portada azul con grabados plateados, cuyas ilustraciones parecían mágicas, como si las fases lunares y la silueta de una bella mujer se movieran. El libro, claramente viejo y valioso, estaba lleno de notas, recortes, dibujos e imágenes. En sus primeras páginas, estaba escrita una historia sobre la creación del mundo. Su abuela comenzó a leer:

    "Verás, mi niña, al principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación. Sin embargo, todo debe tener equilibrio, así que junto a ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción. Hermanos de una misma energía, se convirtieron en seres de infinito poder. Juntos, crearon cada cosa que existe en el mundo: el cielo, nacido de la luz y la oscuridad; la tierra, el mar, los animales, todos creados por la vida y destinados a la muerte cuando llegara su momento. Los años pasaron, y nuevas deidades nacieron, uniéndose al resto. El cielo tuvo tres hijos a quienes les dieron sus propias tareas: el sol, la luna y las estrellas. Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches, vio cómo los humanos comenzaron a rendirle culto y los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Un día, al descender a la tierra y ver que carecían de guía y protección, decidió darles una parte de ella, enviando a sus hijos con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna. Con habilidades superiores, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles entre otros seguidores de la luna. Como todos los hijos de dioses, se unieron a mortales, dando lugar al linaje de la luna. Pero solo algunos fueron bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa; a estos se les llamó hijos de la luna. Algunos creen que los dioses unen las almas de unos pocos elegidos para encontrarse en la tierra. No era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados, enviados del cielo y elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capaz de vencer cualquier adversidad."

    Al terminar la historia, Alexa quedó fascinada. Su abuela, entonces, la miró con seriedad y le dijo con firmeza: "Jamás reniegues de tu aspecto, cariño. Es una bendición. Nuestra madre te eligió como una digna hija suya y te bendijo con habilidades inigualables. Viniste a este mundo con un propósito, una misión, y quién sabe, tal vez también te eligió un compañero."

    Esa historia se la repitió tantas veces que Alexa comenzó a anhelar descubrir cuál sería la misión que la madre luna tenía reservada para ella. Jamás pensó que dicha misión la llevaría a la mayor batalla que los siete reinos habían presenciado jamás, y que el hombre al que tendría que enfrentarse sería, nada más y nada menos, que el compañero que la luna había elegido para ella.

    Alexa recordaba a la perfección las historias que su abuela le contaba cuando era niña cada vez que visitaba su casa, le resultaba imposible separarse de ella. Su abuela era una mujer hermosa, con cabello platinado y ojos de un azul profundo. Siempre, antes de dormir, le relataba las leyendas de su pueblo. Para los humanos, quizá eran simples cuentos de hadas; otros podrían pensar que eran fantasías, mitos o leyendas. Pero para la gente de Alexa, esas historias eran el pilar de todo lo que creían. Su abuela le hablaba de los dioses, pero sus favoritas siempre eran las leyendas sobre la diosa de la luna. En el pueblo, la conocían como la guardiana de las escrituras sagradas, y sus padres siempre decían que era la mejor sanadora de la aldea. Alexa, en ese entonces, no comprendía la posición social de su familia ni sabía que formaban parte de la nobleza del reino fae. Para ella, su abuela era simplemente la mujer más divertida e inteligente del mundo. Aunque solo era una niña de cuatro o cinco años, con el tiempo entendió que aquellas palabras no eran simples historias para dormir, cada palabra cobró significado y se reveló como una verdad indiscutible. Cuando su abuela hablaba, parecía recitar las historias directamente de un libro que llevaba en su mente. En alguna ocasión, Alexa visitó la biblioteca de su hogar, llena de libros en miles de idiomas, de diferentes culturas, todos hablando sobre los mismos dioses, aunque con diferentes nombres. Aún recordaba la historia favorita de su abuela, que también se convirtió en su preferida. La primera vez que se la contó fue cuando Alexa llegó llorando a casa porque unos niños, hijos de otros nobles, le dijeron que su cabello blanco y su piel pálida eran horribles. Alexa, desesperada, suplicó a su abuela que cambiara su cabello, que ya no quería tenerlo blanco, la mujer la sentó en su regazo, acariciando su cabello con ternura. Con una voz llena de amor, le explicó que su apariencia era una bendición de la madre luna, tomó un libro de portada azul con grabados plateados, cuyas ilustraciones parecían mágicas, como si las fases lunares y la silueta de una bella mujer se movieran. El libro, claramente viejo y valioso, estaba lleno de notas, recortes, dibujos e imágenes. En sus primeras páginas, estaba escrita una historia sobre la creación del mundo. Su abuela comenzó a leer: "Verás, mi niña, al principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación. Sin embargo, todo debe tener equilibrio, así que junto a ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción. Hermanos de una misma energía, se convirtieron en seres de infinito poder. Juntos, crearon cada cosa que existe en el mundo: el cielo, nacido de la luz y la oscuridad; la tierra, el mar, los animales, todos creados por la vida y destinados a la muerte cuando llegara su momento. Los años pasaron, y nuevas deidades nacieron, uniéndose al resto. El cielo tuvo tres hijos a quienes les dieron sus propias tareas: el sol, la luna y las estrellas. Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches, vio cómo los humanos comenzaron a rendirle culto y los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Un día, al descender a la tierra y ver que carecían de guía y protección, decidió darles una parte de ella, enviando a sus hijos con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna. Con habilidades superiores, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles entre otros seguidores de la luna. Como todos los hijos de dioses, se unieron a mortales, dando lugar al linaje de la luna. Pero solo algunos fueron bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa; a estos se les llamó hijos de la luna. Algunos creen que los dioses unen las almas de unos pocos elegidos para encontrarse en la tierra. No era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados, enviados del cielo y elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capaz de vencer cualquier adversidad." Al terminar la historia, Alexa quedó fascinada. Su abuela, entonces, la miró con seriedad y le dijo con firmeza: "Jamás reniegues de tu aspecto, cariño. Es una bendición. Nuestra madre te eligió como una digna hija suya y te bendijo con habilidades inigualables. Viniste a este mundo con un propósito, una misión, y quién sabe, tal vez también te eligió un compañero." Esa historia se la repitió tantas veces que Alexa comenzó a anhelar descubrir cuál sería la misión que la madre luna tenía reservada para ella. Jamás pensó que dicha misión la llevaría a la mayor batalla que los siete reinos habían presenciado jamás, y que el hombre al que tendría que enfrentarse sería, nada más y nada menos, que el compañero que la luna había elegido para ella.
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  • Eran las 3AM. Ekaterina estaba en su apartamento revisando las lineas de código de un programa al que le aplicó ingenieria inversa. El programa lo robó de un servidor que encontró en la red oscura. Cuando sus ojos se detuvieron en una función en concreto sus ojos se entrecerraron.

    ‐ Esto no es un programa común... es una ciber arma...

    Luego de averiguar lo que hacía se dio cuenta de que era un virus personalizado. Especifico para atacar infraestructuras críticas como centrales energéticas.

    - Oh no...

    Solo pudo decir eso, inmediatamente coge su móvil y manda un mensaje a su contacto en el FSB para avisar. Tenía amigos en el FSB que de vez en cuando le hacían favores. Aunque esos favores no eran gratis, pero valían la pena por tener acceso a servicios de inteligencia. El mensaje decía "Tenemos un grave he encontrado un programa diseñado para atacar infraestructuras críticas. Te mando el enlace de la página de la dark web donde lo encontré. Teneis que hacer algo." Le da a enviar, aunque lamentablemente no verá el mensaje hasta por la mañana.
    Eran las 3AM. Ekaterina estaba en su apartamento revisando las lineas de código de un programa al que le aplicó ingenieria inversa. El programa lo robó de un servidor que encontró en la red oscura. Cuando sus ojos se detuvieron en una función en concreto sus ojos se entrecerraron. ‐ Esto no es un programa común... es una ciber arma... Luego de averiguar lo que hacía se dio cuenta de que era un virus personalizado. Especifico para atacar infraestructuras críticas como centrales energéticas. - Oh no... Solo pudo decir eso, inmediatamente coge su móvil y manda un mensaje a su contacto en el FSB para avisar. Tenía amigos en el FSB que de vez en cuando le hacían favores. Aunque esos favores no eran gratis, pero valían la pena por tener acceso a servicios de inteligencia. El mensaje decía "Tenemos un grave he encontrado un programa diseñado para atacar infraestructuras críticas. Te mando el enlace de la página de la dark web donde lo encontré. Teneis que hacer algo." Le da a enviar, aunque lamentablemente no verá el mensaje hasta por la mañana.
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  • El color era un blanco deslumbrante, tan puro que casi dolía. Al principio pensé que estaba ciego, que mi vista se había vuelto inútil en este lugar. Pero no, era el blanco. Un blanco que no tenía sombra, que no podía ser tocado ni comprendido. Todo lo que veía se desvanecía en su resplandor, y me pregunté si alguna vez había conocido la oscuridad o el contraste.

    Mis ojos, antes acostumbrados a los matices cálidos de mi ser, ahora se deshacían bajo este horizonte de luz cegadora. Miré mis manos nuevamente. El rojo de mi piel, la intensidad de mi cabello… se estaban disolviendo. El blanco me tragaba, me arrastraba hacia él como una corriente invisible. Mis propios colores se fragmentaban y se fundían con él, como si nunca hubieran sido míos.

    —No… —susurré, el sonido de mi voz quedando ahogado en ese mar de blanco—. ¿Dónde está todo lo que soy?

    No había sombra para darme forma. No había contornos que me definieran. Era como si mi existencia misma estuviera desmoronándose en la pureza cegadora de este mundo, perdiendo toda esencia, toda diferencia.

    El blanco era infinito, pero no por su magnitud, sino por su vacío. La luz no era luz, era una fuerza que eliminaba todo lo que tocaba, que arrancaba las huellas de mi ser. Me sentí vaciarme, como si el propio color me negara la posibilidad de existir de la forma en que lo había hecho hasta ahora.

    No pude evitarlo. Me agaché, cerrando los ojos con fuerza, intentando escapar de la opresión de este blanco absoluto. Pero no había escape. Y en ese momento entendí: en este lugar, los colores no solo eran independientes de mí, sino que me habían abandonado por completo.
    El color era un blanco deslumbrante, tan puro que casi dolía. Al principio pensé que estaba ciego, que mi vista se había vuelto inútil en este lugar. Pero no, era el blanco. Un blanco que no tenía sombra, que no podía ser tocado ni comprendido. Todo lo que veía se desvanecía en su resplandor, y me pregunté si alguna vez había conocido la oscuridad o el contraste. Mis ojos, antes acostumbrados a los matices cálidos de mi ser, ahora se deshacían bajo este horizonte de luz cegadora. Miré mis manos nuevamente. El rojo de mi piel, la intensidad de mi cabello… se estaban disolviendo. El blanco me tragaba, me arrastraba hacia él como una corriente invisible. Mis propios colores se fragmentaban y se fundían con él, como si nunca hubieran sido míos. —No… —susurré, el sonido de mi voz quedando ahogado en ese mar de blanco—. ¿Dónde está todo lo que soy? No había sombra para darme forma. No había contornos que me definieran. Era como si mi existencia misma estuviera desmoronándose en la pureza cegadora de este mundo, perdiendo toda esencia, toda diferencia. El blanco era infinito, pero no por su magnitud, sino por su vacío. La luz no era luz, era una fuerza que eliminaba todo lo que tocaba, que arrancaba las huellas de mi ser. Me sentí vaciarme, como si el propio color me negara la posibilidad de existir de la forma en que lo había hecho hasta ahora. No pude evitarlo. Me agaché, cerrando los ojos con fuerza, intentando escapar de la opresión de este blanco absoluto. Pero no había escape. Y en ese momento entendí: en este lugar, los colores no solo eran independientes de mí, sino que me habían abandonado por completo.
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  • ➤ Él miro hacia abajo, su respiración irregular escuchandose en un sonar bajó, llevando a cabo una masacre no antes vista, llevando su retorcido dominio cuando sus ojos performaron el alma de su víctima, tan vulnerable como un conejo, y apenas lo había visto sollozar mientras su zapato presionaba su pecho como si pudiera sentir el peso de sus costillas rotas.

    Se volvio a mirar las manos, podia sentir el olor a cobre en sus fosas nasales, aspirando y extasiandose del olor al poder, a la debilidad humana que eso causó que su aliento se atascara a su garganta, sus ojos brillando con curiosidad como si en cualquier momento iba a estallar en lágrimas de alegría.

    “Quiero verte sangrar... No puedo resistirme demasiado.”

    Entonces los golpes vinieron, el corazón martillando su pecho mientras la gravedad parecia venir sobre él como un torbellino, se sentia bien, se sentia espectacular, y apenas era ls gota que colmo al vaso debido a su sed de sangre.

    Era una bestia sin control, y eso solo habia echó que su adrenalina se sintiera mas emocionante en sus venas.


    (⚠︎)
    ➤ Él miro hacia abajo, su respiración irregular escuchandose en un sonar bajó, llevando a cabo una masacre no antes vista, llevando su retorcido dominio cuando sus ojos performaron el alma de su víctima, tan vulnerable como un conejo, y apenas lo había visto sollozar mientras su zapato presionaba su pecho como si pudiera sentir el peso de sus costillas rotas. Se volvio a mirar las manos, podia sentir el olor a cobre en sus fosas nasales, aspirando y extasiandose del olor al poder, a la debilidad humana que eso causó que su aliento se atascara a su garganta, sus ojos brillando con curiosidad como si en cualquier momento iba a estallar en lágrimas de alegría. “Quiero verte sangrar... No puedo resistirme demasiado.” Entonces los golpes vinieron, el corazón martillando su pecho mientras la gravedad parecia venir sobre él como un torbellino, se sentia bien, se sentia espectacular, y apenas era ls gota que colmo al vaso debido a su sed de sangre. Era una bestia sin control, y eso solo habia echó que su adrenalina se sintiera mas emocionante en sus venas. (⚠︎)
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