Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
Con ése beso desperté, tres días que se convirtieron en tres años en el jardín de las sombras. Ya no era la misma... Akane tampoco.
El primer rayo del alba rompió las tinieblas como una lanza ardiente.
La sombra gritó —no con voz humana, sino con todas las voces que había devorado— y se deshizo en miles de fragmentos que regresaron al lugar de donde vinieron: a mí.
El Jardín de Sombras se fracturó.
Las sombras que me habían acompañado retrocedieron como aves asustadas.
La imagen de Akane se desvaneció en el lago, llevándose consigo aquella quietud imposible.
Y yo desperté.
Estaba tendida en el suelo frío, jadeando, como si hubiese corrido siglos enteros. Mis manos temblaban, mi cuerpo dolía, pero estaba viva.
Viva… y sola.
Entonces vi algo en mi palma.
Una flor de loto.
Un pétalo blanco y perfecto que no debía existir en ese mundo oscuro.
Mi Renge.
Como siempre le había llamado en voz baja, cuando nadie nos escuchaba.
Mi flor en medio del caos.
La apreté contra mi pecho, y supe —con una certeza que me rompió y me cosió al mismo tiempo— que ese fue el precio que Akane pagó para traerme de vuelta.
O quizá… una parte de ella seguía conmigo, en ese lugar donde ni siquiera las sombras podían entrar.
Así fue la segunda vez que me enamoré. Un amor que me rompió por dentro. Un amor eternamente maldito.
Con ése beso desperté, tres días que se convirtieron en tres años en el jardín de las sombras. Ya no era la misma... Akane tampoco.
El primer rayo del alba rompió las tinieblas como una lanza ardiente.
La sombra gritó —no con voz humana, sino con todas las voces que había devorado— y se deshizo en miles de fragmentos que regresaron al lugar de donde vinieron: a mí.
El Jardín de Sombras se fracturó.
Las sombras que me habían acompañado retrocedieron como aves asustadas.
La imagen de Akane se desvaneció en el lago, llevándose consigo aquella quietud imposible.
Y yo desperté.
Estaba tendida en el suelo frío, jadeando, como si hubiese corrido siglos enteros. Mis manos temblaban, mi cuerpo dolía, pero estaba viva.
Viva… y sola.
Entonces vi algo en mi palma.
Una flor de loto.
Un pétalo blanco y perfecto que no debía existir en ese mundo oscuro.
Mi Renge.
Como siempre le había llamado en voz baja, cuando nadie nos escuchaba.
Mi flor en medio del caos.
La apreté contra mi pecho, y supe —con una certeza que me rompió y me cosió al mismo tiempo— que ese fue el precio que Akane pagó para traerme de vuelta.
O quizá… una parte de ella seguía conmigo, en ese lugar donde ni siquiera las sombras podían entrar.
Así fue la segunda vez que me enamoré. Un amor que me rompió por dentro. Un amor eternamente maldito.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
Con ése beso desperté, tres días que se convirtieron en tres años en el jardín de las sombras. Ya no era la misma... Akane tampoco.
El primer rayo del alba rompió las tinieblas como una lanza ardiente.
La sombra gritó —no con voz humana, sino con todas las voces que había devorado— y se deshizo en miles de fragmentos que regresaron al lugar de donde vinieron: a mí.
El Jardín de Sombras se fracturó.
Las sombras que me habían acompañado retrocedieron como aves asustadas.
La imagen de Akane se desvaneció en el lago, llevándose consigo aquella quietud imposible.
Y yo desperté.
Estaba tendida en el suelo frío, jadeando, como si hubiese corrido siglos enteros. Mis manos temblaban, mi cuerpo dolía, pero estaba viva.
Viva… y sola.
Entonces vi algo en mi palma.
Una flor de loto.
Un pétalo blanco y perfecto que no debía existir en ese mundo oscuro.
Mi Renge.
Como siempre le había llamado en voz baja, cuando nadie nos escuchaba.
Mi flor en medio del caos.
La apreté contra mi pecho, y supe —con una certeza que me rompió y me cosió al mismo tiempo— que ese fue el precio que Akane pagó para traerme de vuelta.
O quizá… una parte de ella seguía conmigo, en ese lugar donde ni siquiera las sombras podían entrar.
Así fue la segunda vez que me enamoré. Un amor que me rompió por dentro. Un amor eternamente maldito.