-La lluvia no cesaba, como si el cielo mismo llorara por los caídos. Coke permanecía de rodillas, con el agua fría resbalando por las grietas de su armadura. El campo de batalla ahora estaba en silencio; el estruendo de la guerra, los gritos de los hombres y el choque del metal habían quedado atrás, reemplazados por el susurro del viento y el repiqueteo constante de la lluvia. La guerra había terminado. Por fin, la larga y sangrienta contienda que lo había definido durante tanto tiempo había llegado a su fin, dejando tras de sí un paisaje desolado... y un vacío en su pecho-
-Con manos temblorosas, empezó a despojarse de su armadura. Primero fueron los guanteletes, cayendo al suelo con un sonido sordo, mezclándose con el barro empapado. Sentía el frío contra su piel desnuda, pero no importaba. Una vida de guerra, de muerte y sacrificio, debía terminar aquí. Cada pieza que dejaba caer simbolizaba más que un peso físico: era el abandono de una identidad, de un propósito que ya no tenía sentido. El peto, cubierto de abolladuras y cicatrices que contaban historias de victorias y derrotas, fue lo siguiente en caer. Cuando finalmente soltó el yelmo, el aire fresco golpeó su rostro, llevándose consigo los restos del hombre que había sido-
-Sus ojos se posaron en su espada, aún clavada en el suelo frente a él. Durante años, había sido una extensión de su voluntad, un instrumento de guerra que definía quién era. Ahora, solo era un pedazo de acero que no podía sostener el peso de la paz. Apoyó una mano sobre la empuñadura, cerrando los ojos por un momento antes de soltarla finalmente. Ya no la necesitaba. La guerra había acabado, y con ella, la razón para seguir siendo un caballero-
-De pie, sin más que su ropa ligera empapada, Coke levantó la mirada al cielo. La lluvia seguía cayendo, pero ya no sentía el frío; sentía la liberación. Por primera vez en mucho tiempo, el horizonte no estaba marcado por banderas enemigas ni campos de batalla. Era solo el futuro, vasto e incierto, pero también lleno de posibilidades. Había decidido dejar atrás la vida de sangre y acero. Ahora, debía encontrar un nuevo camino, uno donde no fueran sus armas las que lo definieran, sino la fuerza de su espíritu-
-Una última mirada al campo vacío y la armadura abandonada en el barro sellaron su despedida. Coke dio un paso adelante, y luego otro, alejándose del peso del pasado, caminando hacia el amanecer de una nueva vida-
────── ¤ ◎ ¤ ─────── ¤ ◎ ¤ ─────── ¤ ◎ ¤ ──────
Cierre de arco y fin de temporada alv, me siento motivado//
-Con manos temblorosas, empezó a despojarse de su armadura. Primero fueron los guanteletes, cayendo al suelo con un sonido sordo, mezclándose con el barro empapado. Sentía el frío contra su piel desnuda, pero no importaba. Una vida de guerra, de muerte y sacrificio, debía terminar aquí. Cada pieza que dejaba caer simbolizaba más que un peso físico: era el abandono de una identidad, de un propósito que ya no tenía sentido. El peto, cubierto de abolladuras y cicatrices que contaban historias de victorias y derrotas, fue lo siguiente en caer. Cuando finalmente soltó el yelmo, el aire fresco golpeó su rostro, llevándose consigo los restos del hombre que había sido-
-Sus ojos se posaron en su espada, aún clavada en el suelo frente a él. Durante años, había sido una extensión de su voluntad, un instrumento de guerra que definía quién era. Ahora, solo era un pedazo de acero que no podía sostener el peso de la paz. Apoyó una mano sobre la empuñadura, cerrando los ojos por un momento antes de soltarla finalmente. Ya no la necesitaba. La guerra había acabado, y con ella, la razón para seguir siendo un caballero-
-De pie, sin más que su ropa ligera empapada, Coke levantó la mirada al cielo. La lluvia seguía cayendo, pero ya no sentía el frío; sentía la liberación. Por primera vez en mucho tiempo, el horizonte no estaba marcado por banderas enemigas ni campos de batalla. Era solo el futuro, vasto e incierto, pero también lleno de posibilidades. Había decidido dejar atrás la vida de sangre y acero. Ahora, debía encontrar un nuevo camino, uno donde no fueran sus armas las que lo definieran, sino la fuerza de su espíritu-
-Una última mirada al campo vacío y la armadura abandonada en el barro sellaron su despedida. Coke dio un paso adelante, y luego otro, alejándose del peso del pasado, caminando hacia el amanecer de una nueva vida-
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Cierre de arco y fin de temporada alv, me siento motivado//
-La lluvia no cesaba, como si el cielo mismo llorara por los caídos. Coke permanecía de rodillas, con el agua fría resbalando por las grietas de su armadura. El campo de batalla ahora estaba en silencio; el estruendo de la guerra, los gritos de los hombres y el choque del metal habían quedado atrás, reemplazados por el susurro del viento y el repiqueteo constante de la lluvia. La guerra había terminado. Por fin, la larga y sangrienta contienda que lo había definido durante tanto tiempo había llegado a su fin, dejando tras de sí un paisaje desolado... y un vacío en su pecho-
-Con manos temblorosas, empezó a despojarse de su armadura. Primero fueron los guanteletes, cayendo al suelo con un sonido sordo, mezclándose con el barro empapado. Sentía el frío contra su piel desnuda, pero no importaba. Una vida de guerra, de muerte y sacrificio, debía terminar aquí. Cada pieza que dejaba caer simbolizaba más que un peso físico: era el abandono de una identidad, de un propósito que ya no tenía sentido. El peto, cubierto de abolladuras y cicatrices que contaban historias de victorias y derrotas, fue lo siguiente en caer. Cuando finalmente soltó el yelmo, el aire fresco golpeó su rostro, llevándose consigo los restos del hombre que había sido-
-Sus ojos se posaron en su espada, aún clavada en el suelo frente a él. Durante años, había sido una extensión de su voluntad, un instrumento de guerra que definía quién era. Ahora, solo era un pedazo de acero que no podía sostener el peso de la paz. Apoyó una mano sobre la empuñadura, cerrando los ojos por un momento antes de soltarla finalmente. Ya no la necesitaba. La guerra había acabado, y con ella, la razón para seguir siendo un caballero-
-De pie, sin más que su ropa ligera empapada, Coke levantó la mirada al cielo. La lluvia seguía cayendo, pero ya no sentía el frío; sentía la liberación. Por primera vez en mucho tiempo, el horizonte no estaba marcado por banderas enemigas ni campos de batalla. Era solo el futuro, vasto e incierto, pero también lleno de posibilidades. Había decidido dejar atrás la vida de sangre y acero. Ahora, debía encontrar un nuevo camino, uno donde no fueran sus armas las que lo definieran, sino la fuerza de su espíritu-
-Una última mirada al campo vacío y la armadura abandonada en el barro sellaron su despedida. Coke dio un paso adelante, y luego otro, alejándose del peso del pasado, caminando hacia el amanecer de una nueva vida-
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