• 𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈

    — S. XIX —

    La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día.

    ¿Qué sería esta vez?

    El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre.

    Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón.

    —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal.
    Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos.

    Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo.

    Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora…

    Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema.

    Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente.

    —Perfecto —musitó.

    Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy.

    Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus.
    Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos.

    De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles.
    Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios.

    ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo.

    Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil.

    Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa.

    —¿Qué demon…?

    Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta.

    —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto!

    Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado.
    —¿Por qué?

    —¡Para hacer la ocasión más feliz!

    Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba.
    “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría.

    Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos.

    Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez.

    Quizá Finnian tenía algo de razón.

    Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa.

    Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
    𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈 — S. XIX — La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día. ¿Qué sería esta vez? El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre. Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón. —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal. Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos. Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo. Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora… Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema. Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente. —Perfecto —musitó. Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy. Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus. Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos. De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles. Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios. ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo. Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil. Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa. —¿Qué demon…? Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta. —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto! Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado. —¿Por qué? —¡Para hacer la ocasión más feliz! Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba. “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría. Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos. Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez. Quizá Finnian tenía algo de razón. Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa. Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
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  • La mansión ya estaba terminada. Habían sido días muy duros para todos y todas. Decidió hacer una comida familiar para celebrar todo. Esperaba que tan solo vinieran ahora cosas felices. Preparó una gran comida de navidad.

    Escuchando en el exterior lo de los fuegos artificiales y cómo terminó su pequeño huerto. ๋ 𝚅𝚊𝚗𝚢𝚊 ๋ y Ryan , dejando escapar un suspiro. No tenían remedio esos dos, pero se alegraba de tenerlos allí sanos y salvos. - Es Navidad, no les vayas a regañar....- Susurró.

    Para seguir preparando la mesa como era debido. - Espero que les de tiempo de venir a 𝐊𝐢𝐞𝐯 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐥𝐬𝐤𝐨 - Se dijo. Estando nerviosa por todo. Sonriendo viendo el exterior. Pensando si le faltaba algo. - Creo que Rubi Ketchlant esta de viaje....y Agatha Ruby Cromwell Ellis no la he podido localizar....- Mordiéndose el labio inferior pensando en Ryo Kenji - Lo más probable es que esté de viaje para ver a su familia.
    La mansión ya estaba terminada. Habían sido días muy duros para todos y todas. Decidió hacer una comida familiar para celebrar todo. Esperaba que tan solo vinieran ahora cosas felices. Preparó una gran comida de navidad. Escuchando en el exterior lo de los fuegos artificiales y cómo terminó su pequeño huerto. [Auroraghoulette12] y [Ryan_A], dejando escapar un suspiro. No tenían remedio esos dos, pero se alegraba de tenerlos allí sanos y salvos. - Es Navidad, no les vayas a regañar....- Susurró. Para seguir preparando la mesa como era debido. - Espero que les de tiempo de venir a [Kiev_Romalsko] - Se dijo. Estando nerviosa por todo. Sonriendo viendo el exterior. Pensando si le faltaba algo. - Creo que [Rub_i26] esta de viaje....y [vision_navy_lobster_232] no la he podido localizar....- Mordiéndose el labio inferior pensando en [Ryu_Kenji] - Lo más probable es que esté de viaje para ver a su familia.
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  • ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪
    La cuenta regresiva para el solsticio de invierno había comenzado.

    Visitar el mundo de los espíritus era una cita inevitable, respiraba en su nuca como algo inminente, el nerviosismo e incertidumbre crecía cada vez más, emociones que presionaban con un dolor agudo su pecho quitándole la respiración cada que pensaba mucho en eso, por eso lo evitaba.

    Para una mortal como ella era algo inconcebible caminar si quiera en ese plano espiritual, su vida podría peligrar ¿Qué pasaba si la rechazaban? Tal vez toda la sangre que derramó impedía presentarse frente a las deidades por ser impura, quizás podrían ver su fuego destructivo y consumidor que asoló poblados y tal como redujo a cenizas a sus enemigos sería reducida ella también, ¿Y si prohibían el hecho de que dos seres de naturaleza distinta se unieran? ¿Y si lo que ella era no estaba a la altura? no había certeza de nada.

    Esto la motivó a tomar una decisión, no quería dejar ningun cabo sin atar.
    Era momento de hacer el viaje que había estado posponiendo hace mucho: Alguien tendría visita.

    La pelirroja no sabía como iba a reaccionar su aliado ¿Seguirían siéndolo? Pronto lo averiguaría.

    Tomó el bolso que hace meses había dejado en un rincón sólo con el yukata negro y la espada, regalos que sentía que ya no le pertenecían. Quería que regresaran con su dueño original, sentía que conservarlos era una falta de respeto hacia él.

    Últimamente Kazuo se ausentaba seguido, Liz entendía que era imprescindible en la vida de muchos y le hacía feliz saber que cuando no estaba era porque ayudaba a alguien más, ésta era una de las muchas cualidades que admiraba del Kitsune.

    Cuando regresara ella no estaría así que su reencuentro se extendería un poco más, por esto antes de abandonar el templo dejó una nota

    "𝘒𝘢𝘻𝘶𝘰, 𝘴𝘢𝘭í 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘥í𝘢𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘛ō𝘫𝘪. 𝘕𝘰𝘴 𝘷𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘰.

    𝘊𝘰𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘓𝘪𝘻.-♡"

    El viaje fue largo, tuvo que parar varias veces en tabernas y posadas antes de llegar a destino.

    No sabía con exactitud donde encontrarlo, así que se dirigió al monasterio donde alguna vez recibió la poderosa Excalibur junto con el yukata RoseAkaichi.

    Si algo del pacto quedaba, el ente sentiría su presencia y aparecería ante ella.

    ── Cuanto tiempo. . . Aliada . . .

    ── Hola Gazú Bonetti



    Desarrollo→ https://ficrol.com/posts/216896
    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪ La cuenta regresiva para el solsticio de invierno había comenzado. Visitar el mundo de los espíritus era una cita inevitable, respiraba en su nuca como algo inminente, el nerviosismo e incertidumbre crecía cada vez más, emociones que presionaban con un dolor agudo su pecho quitándole la respiración cada que pensaba mucho en eso, por eso lo evitaba. Para una mortal como ella era algo inconcebible caminar si quiera en ese plano espiritual, su vida podría peligrar ¿Qué pasaba si la rechazaban? Tal vez toda la sangre que derramó impedía presentarse frente a las deidades por ser impura, quizás podrían ver su fuego destructivo y consumidor que asoló poblados y tal como redujo a cenizas a sus enemigos sería reducida ella también, ¿Y si prohibían el hecho de que dos seres de naturaleza distinta se unieran? ¿Y si lo que ella era no estaba a la altura? no había certeza de nada. Esto la motivó a tomar una decisión, no quería dejar ningun cabo sin atar. Era momento de hacer el viaje que había estado posponiendo hace mucho: Alguien tendría visita. La pelirroja no sabía como iba a reaccionar su aliado ¿Seguirían siéndolo? Pronto lo averiguaría. Tomó el bolso que hace meses había dejado en un rincón sólo con el yukata negro y la espada, regalos que sentía que ya no le pertenecían. Quería que regresaran con su dueño original, sentía que conservarlos era una falta de respeto hacia él. Últimamente Kazuo se ausentaba seguido, Liz entendía que era imprescindible en la vida de muchos y le hacía feliz saber que cuando no estaba era porque ayudaba a alguien más, ésta era una de las muchas cualidades que admiraba del Kitsune. Cuando regresara ella no estaría así que su reencuentro se extendería un poco más, por esto antes de abandonar el templo dejó una nota "𝘒𝘢𝘻𝘶𝘰, 𝘴𝘢𝘭í 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘥í𝘢𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘛ō𝘫𝘪. 𝘕𝘰𝘴 𝘷𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘰. 𝘊𝘰𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘓𝘪𝘻.-♡" El viaje fue largo, tuvo que parar varias veces en tabernas y posadas antes de llegar a destino. No sabía con exactitud donde encontrarlo, así que se dirigió al monasterio donde alguna vez recibió la poderosa Excalibur junto con el yukata RoseAkaichi. Si algo del pacto quedaba, el ente sentiría su presencia y aparecería ante ella. ── Cuanto tiempo. . . Aliada . . . 🌹── Hola [Gazu1221] Desarrollo→ https://ficrol.com/posts/216896
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  • Skylar, Skylar Jarsson

    Hoy quiero dedicarte unas palabras porque eres alguien que siempre tendrá un lugar especial en mi vida. Desde el día que te conocí —por un simple mechero de 1 dólar, quién lo diría— no me imaginaba que esa pequeña coincidencia nos llevaría hasta aquí.

    No se trata de idealizarte ni de hacer cumplidos exagerados, sino de reconocer algo real: contigo he encontrado una conexión distinta, sincera. Siempre estuviste ahí, demostrándome que a veces, en las cosas más simples, como ese mechero, empiezan las historias que realmente importan.

    Gracias por cada momento compartido, por ser quien eres y por darle un significado único a lo que construimos juntos. Quizás nunca terminen las casualidades que nos unieron, y me alegra que así sea. Muchas felicidades, Sky.

    Con aprecio, tu persona especial,
    Gervont. <3

    Skylar, [SkylarJarsson] Hoy quiero dedicarte unas palabras porque eres alguien que siempre tendrá un lugar especial en mi vida. Desde el día que te conocí —por un simple mechero de 1 dólar, quién lo diría— no me imaginaba que esa pequeña coincidencia nos llevaría hasta aquí. No se trata de idealizarte ni de hacer cumplidos exagerados, sino de reconocer algo real: contigo he encontrado una conexión distinta, sincera. Siempre estuviste ahí, demostrándome que a veces, en las cosas más simples, como ese mechero, empiezan las historias que realmente importan. Gracias por cada momento compartido, por ser quien eres y por darle un significado único a lo que construimos juntos. Quizás nunca terminen las casualidades que nos unieron, y me alegra que así sea. Muchas felicidades, Sky. Con aprecio, tu persona especial, Gervont. <3
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  • [ ᴍᴀꜱꜱɪᴠᴇ ᴛʀɪɢɢᴇʀ ᴡᴀʀɴɪɴɢ, ᴄᴀʀᴇꜰᴜʟ. ]

    —————————————〉 𝙏𝙝𝙚 𝙚𝙢𝙗𝙧𝙖𝙘𝙚 II〈—————————————

    La sangre sigue tibia en sus manos, pero el frío que lo recorre es más profundo que cualquier cosa que pueda sentir sobre su piel. Está quieto, como una estatua rota, con la mirada perdida en el rojo que tiñe el suelo y sus dedos. Las voces lo observan desde las sombras de su mente, satisfechas, burlonas.

    «¿Lo ves? Siempre fuiste esto. Una herramienta para el caos.»

    Sus labios tiemblan, y por un instante la sonrisa torcida que lleva marcada en el rostro amenaza con desaparecer. Pero no lo hace. Se queda ahí, congelada como una máscara, una burla de sí mismo. El cuchillo aún está en su mano, pesado y caliente. Lo siente vibrar con la memoria de lo que ha hecho. Pero no mira a la víctima. No todavía.

    Da un paso hacia atrás. El eco de su bota resonando en el suelo le parece ajeno, como si el sonido viniera de otra persona, de otro lugar. Algo le oprime el pecho, y el aire se le escapa en respiraciones entrecortadas. Las voces no lo dejan solo.

    «No te detengas ahora. Es lo único que haces bien. Sigue adelante.»

    Pero no se mueve. Algo más lo detiene, algo que las voces intentan sofocar, pero que lucha por abrirse paso entre el ruido.

    —No quería… —Murmura, su voz apenas un hilo.

    Las palabras no significan nada para las sombras en su cabeza. Ellas ríen.

    «¿No querías? ¿Y qué importa eso? Lo hiciste. Las manos están manchadas, y no hay agua suficiente para limpiarlas. Mírate. Míralo. Esto es lo que eres.»

    Cierra los ojos con fuerza, tratando de bloquearlas, pero solo las siente más cerca, susurrando directamente en su oído. Su corazón late con fuerza, un tambor descontrolado que amenaza con romperse.

    Finalmente, abre los ojos. La máscara de la sonrisa cae, y en su lugar queda un rostro vacío, quebrado. Mira al suelo, al cuerpo frente a él. La sangre se extiende como un lago oscuro, reflejando fragmentos distorsionados de la luz tenue.

    Su pecho se hunde al verlo. El peso de lo que ha hecho lo golpea como una tormenta, y todo su ser se tambalea bajo el impacto. El cuchillo resbala de sus dedos y cae con un ruido seco, pero él no se mueve para recogerlo. No puede.

    Las voces se callan, por un momento. El silencio es peor.

    Cae de rodillas, sus manos temblorosas presionan contra el suelo, dejando marcas de sangre en cada movimiento. Siente el calor espeso del líquido, pero no puede apartarse. Su mente está atrapada en el caos de lo que ha hecho, en la mirada vacía de quien yace frente a él. No hay súplica, no hay juicio. Solo silencio.

    —No… No, no, no… —Repite, como si pudiera negar la realidad con esas palabras.

    Su cuerpo tiembla, y su respiración se quiebra, convirtiéndose en un sollozo áspero. Las lágrimas comienzan a mezclarse con el sudor que le corre por la frente. Cierra los ojos de nuevo, pero la imagen está grabada en su mente. No puede escapar.

    Por un momento, piensa en rendirse. En quedarse ahí, dejar que el frío lo consuma, dejar que las voces lo arrastren por completo.

    Con un esfuerzo titánico, se obliga a levantarse. Sus piernas tambalean, y casi cae de nuevo, pero aprieta los puños con fuerza, ignorando el dolor, ignorando el peso insoportable de la culpa acumulada por años. Se obliga a dar un paso hacia atrás, alejándose del charco, de la sangre, del cuerpo.

    No hay redención para él. Lo sabe. Pero si sigue cayendo, si sigue escuchando las voces, se convertirá por completo en lo que más teme ser.

    Mira sus manos ensangrentadas una última vez antes de limpiarlas torpemente contra su ropa. La mancha no desaparece, pero no importa. Ya no hay nada que pueda limpiar.

    Sale del lugar sin mirar atrás, cada paso más pesado que el anterior. Las voces comienzan a murmurar otra vez, pero esta vez no responden carcajadas. Ahora lo observan, silenciosas, mientras él camina con la carga de su humanidad hecha pedazos. No sabe a dónde va, ni si tiene un lugar al que pueda pertenecer.

    Solo sabe que no puede detenerse. Si lo hace, las sombras ganarán. Y aunque ya haya perdido casi todo, se niega a perder lo poco que le queda.

    [ Pt 1 → https://ficrol.com/posts/216306 ← ]
    [ ᴍᴀꜱꜱɪᴠᴇ ᴛʀɪɢɢᴇʀ ᴡᴀʀɴɪɴɢ, ᴄᴀʀᴇꜰᴜʟ. ] —————————————〉 𝙏𝙝𝙚 𝙚𝙢𝙗𝙧𝙖𝙘𝙚 II〈————————————— La sangre sigue tibia en sus manos, pero el frío que lo recorre es más profundo que cualquier cosa que pueda sentir sobre su piel. Está quieto, como una estatua rota, con la mirada perdida en el rojo que tiñe el suelo y sus dedos. Las voces lo observan desde las sombras de su mente, satisfechas, burlonas. «¿Lo ves? Siempre fuiste esto. Una herramienta para el caos.» Sus labios tiemblan, y por un instante la sonrisa torcida que lleva marcada en el rostro amenaza con desaparecer. Pero no lo hace. Se queda ahí, congelada como una máscara, una burla de sí mismo. El cuchillo aún está en su mano, pesado y caliente. Lo siente vibrar con la memoria de lo que ha hecho. Pero no mira a la víctima. No todavía. Da un paso hacia atrás. El eco de su bota resonando en el suelo le parece ajeno, como si el sonido viniera de otra persona, de otro lugar. Algo le oprime el pecho, y el aire se le escapa en respiraciones entrecortadas. Las voces no lo dejan solo. «No te detengas ahora. Es lo único que haces bien. Sigue adelante.» Pero no se mueve. Algo más lo detiene, algo que las voces intentan sofocar, pero que lucha por abrirse paso entre el ruido. —No quería… —Murmura, su voz apenas un hilo. Las palabras no significan nada para las sombras en su cabeza. Ellas ríen. «¿No querías? ¿Y qué importa eso? Lo hiciste. Las manos están manchadas, y no hay agua suficiente para limpiarlas. Mírate. Míralo. Esto es lo que eres.» Cierra los ojos con fuerza, tratando de bloquearlas, pero solo las siente más cerca, susurrando directamente en su oído. Su corazón late con fuerza, un tambor descontrolado que amenaza con romperse. Finalmente, abre los ojos. La máscara de la sonrisa cae, y en su lugar queda un rostro vacío, quebrado. Mira al suelo, al cuerpo frente a él. La sangre se extiende como un lago oscuro, reflejando fragmentos distorsionados de la luz tenue. Su pecho se hunde al verlo. El peso de lo que ha hecho lo golpea como una tormenta, y todo su ser se tambalea bajo el impacto. El cuchillo resbala de sus dedos y cae con un ruido seco, pero él no se mueve para recogerlo. No puede. Las voces se callan, por un momento. El silencio es peor. Cae de rodillas, sus manos temblorosas presionan contra el suelo, dejando marcas de sangre en cada movimiento. Siente el calor espeso del líquido, pero no puede apartarse. Su mente está atrapada en el caos de lo que ha hecho, en la mirada vacía de quien yace frente a él. No hay súplica, no hay juicio. Solo silencio. —No… No, no, no… —Repite, como si pudiera negar la realidad con esas palabras. Su cuerpo tiembla, y su respiración se quiebra, convirtiéndose en un sollozo áspero. Las lágrimas comienzan a mezclarse con el sudor que le corre por la frente. Cierra los ojos de nuevo, pero la imagen está grabada en su mente. No puede escapar. Por un momento, piensa en rendirse. En quedarse ahí, dejar que el frío lo consuma, dejar que las voces lo arrastren por completo. Con un esfuerzo titánico, se obliga a levantarse. Sus piernas tambalean, y casi cae de nuevo, pero aprieta los puños con fuerza, ignorando el dolor, ignorando el peso insoportable de la culpa acumulada por años. Se obliga a dar un paso hacia atrás, alejándose del charco, de la sangre, del cuerpo. No hay redención para él. Lo sabe. Pero si sigue cayendo, si sigue escuchando las voces, se convertirá por completo en lo que más teme ser. Mira sus manos ensangrentadas una última vez antes de limpiarlas torpemente contra su ropa. La mancha no desaparece, pero no importa. Ya no hay nada que pueda limpiar. Sale del lugar sin mirar atrás, cada paso más pesado que el anterior. Las voces comienzan a murmurar otra vez, pero esta vez no responden carcajadas. Ahora lo observan, silenciosas, mientras él camina con la carga de su humanidad hecha pedazos. No sabe a dónde va, ni si tiene un lugar al que pueda pertenecer. Solo sabe que no puede detenerse. Si lo hace, las sombras ganarán. Y aunque ya haya perdido casi todo, se niega a perder lo poco que le queda. [ Pt 1 → https://ficrol.com/posts/216306 ← ]
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  • Justo en la enorme puerta de esa gran y lujosa mansión, que no era para nada moderna.
    —¿Vas a pasar? ¿O solo te quedarás admirandome? — Preguntó Alissa con un toque burlón, era la primera vez que tenía invitados que vinieran por ella y no los aburridos vampiros anticuados amigos de sus padres.
    Justo en la enorme puerta de esa gran y lujosa mansión, que no era para nada moderna. —¿Vas a pasar? ¿O solo te quedarás admirandome? — Preguntó Alissa con un toque burlón, era la primera vez que tenía invitados que vinieran por ella y no los aburridos vampiros anticuados amigos de sus padres.
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  • Reunion de Aldeanos Tenebre ::::
    Empezaba la temporada del Viejo panzón, existía el rumor de que durante 2 meses un tipo gordo con traje rojo y sombrero de borlacho esclavizaba seres mágicos para crear obsequios que luego repartiría entre los niños de la dimensión humana.
    Para esta época ya todo era paz y tranquilidad en tenebra así que los seres se unieron para ir al castillo de la reina a contarle que el tipo panzón vendría a tomarles de esclavos y que tendría que evitarlo como fuere
    Reunion de Aldeanos Tenebre :::: Empezaba la temporada del Viejo panzón, existía el rumor de que durante 2 meses un tipo gordo con traje rojo y sombrero de borlacho esclavizaba seres mágicos para crear obsequios que luego repartiría entre los niños de la dimensión humana. Para esta época ya todo era paz y tranquilidad en tenebra así que los seres se unieron para ir al castillo de la reina a contarle que el tipo panzón vendría a tomarles de esclavos y que tendría que evitarlo como fuere
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  • "𝓔𝓵 𝓮𝓷𝓬𝓾𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸 𝓲𝓷𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸" con Heinrich Rosenberg

    Siempre era tedioso y agotador lidiar con aquellos estúpidos mafiosos. Aún seguía bajo la atenta mirada de estos pues seguían esperando que Shinobu pagase la gran deuda que su tío dejó.
    Por suerte llegó su hora de "libertad", el momento en el que se iría a casa a ducharse, cenar y descansar. Pero esa noche otros planes vinieron a su mente. Necesitaba algo de aire fresco para desconectar de todo y a altas horas de la noche, en los parques de la zona, no había prácticamente señal de vida humana, era el momento ideal. Empezó a deambular por un bello y gran parque que contaba con una amplia variedad de flores y árboles. Las tenues luces de las farolas iluminaban el lugar lo suficiente como para que se pudiera ver todo con claridad. Claro que tampoco le eran necesarias dichas luces, una de las cualidades de su naturaleza lobuna era una buena visión nocturna.

    -Esos malditos desgraciados... Si tan solo pudiera partirles la cara a todos...- Murmuraba maldiciendo a los yakuza que andaban tras de él.

    Mientras caminaba lentamente, escupiendo maldiciones por momentos, sacó su cajetilla de cigarrillos, tomó uno, lo llevó a sus labios, lo encendió y procedió a dar una gran calada. Exhaló el humo mientras cerraba los ojos. Se le notaba realmente cansado y lo único que quería era alejarse del mundanal ruido del ocio nocturno y de la gente ebria.
    "𝓔𝓵 𝓮𝓷𝓬𝓾𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸 𝓲𝓷𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸" con [Heinz_Vamp] Siempre era tedioso y agotador lidiar con aquellos estúpidos mafiosos. Aún seguía bajo la atenta mirada de estos pues seguían esperando que Shinobu pagase la gran deuda que su tío dejó. Por suerte llegó su hora de "libertad", el momento en el que se iría a casa a ducharse, cenar y descansar. Pero esa noche otros planes vinieron a su mente. Necesitaba algo de aire fresco para desconectar de todo y a altas horas de la noche, en los parques de la zona, no había prácticamente señal de vida humana, era el momento ideal. Empezó a deambular por un bello y gran parque que contaba con una amplia variedad de flores y árboles. Las tenues luces de las farolas iluminaban el lugar lo suficiente como para que se pudiera ver todo con claridad. Claro que tampoco le eran necesarias dichas luces, una de las cualidades de su naturaleza lobuna era una buena visión nocturna. -Esos malditos desgraciados... Si tan solo pudiera partirles la cara a todos...- Murmuraba maldiciendo a los yakuza que andaban tras de él. Mientras caminaba lentamente, escupiendo maldiciones por momentos, sacó su cajetilla de cigarrillos, tomó uno, lo llevó a sus labios, lo encendió y procedió a dar una gran calada. Exhaló el humo mientras cerraba los ojos. Se le notaba realmente cansado y lo único que quería era alejarse del mundanal ruido del ocio nocturno y de la gente ebria.
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  • 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈

    𝑷𝒓𝒆𝒇𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒂. . .


    𝑃𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎... 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑠. 𝑆𝑖 𝑛𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑠𝑒. 𝑇𝑒 𝑑𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑢́ 𝑝𝑜𝑟 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑖𝑠𝑡𝑒...

    El anillo de camino con su dueño.

    Su corazón desconectado una vez más.

    No sentía nada... como si de pronto algo en su interior hubiera hecho "click" y... adiós dolor, adiós recuerdo, no más lágrimas.

    Los sentimientos podían ser un arma de doble filo y una ventaja al enemigo. Se permitió sentir pero de formas crueles como sólo su vida podía enseñarle... Le demostró una vez más que estaba mejor sola.

    𝑌𝑎 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑜𝑡𝑜𝑠.
    𝐸𝑙 𝑡𝑒𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑐𝑢𝑟𝑜́...
    𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑛𝑐ℎ𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑜...

    Se sacó el atuendo que había destinado especialmente para un evento al que asistiría con Ryan, su compañero.
    Por obvias razones no lo harían, ella no estaba para disfrutar, aún podía sentir el aturdimiento, el dolor, su respiración pesada y un picor en los ojos con el que lucharía porque no iba a derramar ni un céntimo de lágrima.

    Ryan estaba al tanto de lo sucedido y nada contento pero sabía que no actuaría por el ardid del momento, se abocaría a permanecer con ella como su sombra.
    No era la primera vez que algo la hería y desde que Kiev los hizo compañeros se unieron de tal forma que sólo ellos se entendían en su dolor, en su locura, en sus pesadillas y traumas.

    Se apoyaban.
    Cuidaban sus espaldas.
    Caían juntos en picada.
    Un equipo.

    Estaba en ropa interior, lista para ponerse su pijama que consistía en un pantalón a cuadros negros y rojos que iba a juego con una playera negra de mangas cortas; muy varonil pero cómoda y funcional. Los conjuntos de colores chillones eran para otras ocasiones.

    Dejó las prendas sobre la cama, luego las tomó y se colocó de a una con cuidado.
    Estaba por acomodar la playera cuando un ruido en la ventana la puso en alerta.
    No era Ryan por dos motivos:

    1. Esa no era la señal que ellos tenían.
    2. ¿La ventana? Él derribaría la puerta.

    Sus yemas alcanzaron a rozar su arma pero el sujeto de la ventana fue más rápido; terminó de invadir su habitación y la lanzó contra el suelo. Con el impulso de un cuerpo corpulento el golpe se escuchó bastante fuerte; aún así la joven se repuso tan rápido como pudo y le asestó un par de golpes que lo hicieron tambalear. Pudo haber hecho más pero ingresaron dos pares más de hombres.

    Entre ellos estaban Killian y otro ser infernal que podría reconocer a kilómetros.
    Se habían aliado.
    Estaba jodida.

    —Mierda...

    Ojos demoníacos y sonrisa afilada.
    Killian estaba disfrutando del momento, su cacería había dado fin.
    Sin salida y por terquedad trató de dar pelea un instante.
    Lo hizo.
    Después un golpe en el sitio correcto y la noquearon.
    Cayó de cara al suelo y ahí se quedó hasta que entre sueños escuchó a Ryan gritando y tratando de entrar.
    Quería decirle que se fuera, que se salvara del infierno que vendría pero no podía, estaba atrapada en las sombras.

    El rubio ingresó y casi podía sentir como el socio de su verdugo saboreaba el instante.
    Segundo noqueo.
    Ahora ambos, atrapados en sus respectivas sombras, serían llevados a lo que sería el evento del año.

    𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒, 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑧 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑜... 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜, 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜.
    𝑃𝑢𝑒𝑠 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑛𝑑𝑜... 𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜...

    Esa canción aún resonaba en su mente como soundtrack de inicio a su momento infernal.





    𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈 𝑷𝒓𝒆𝒇𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒂. . . 𝑃𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎... 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑠. 𝑆𝑖 𝑛𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑠𝑒. 𝑇𝑒 𝑑𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑢́ 𝑝𝑜𝑟 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑖𝑠𝑡𝑒... El anillo de camino con su dueño. Su corazón desconectado una vez más. No sentía nada... como si de pronto algo en su interior hubiera hecho "click" y... adiós dolor, adiós recuerdo, no más lágrimas. Los sentimientos podían ser un arma de doble filo y una ventaja al enemigo. Se permitió sentir pero de formas crueles como sólo su vida podía enseñarle... Le demostró una vez más que estaba mejor sola. 𝑌𝑎 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑜𝑡𝑜𝑠. 𝐸𝑙 𝑡𝑒𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑐𝑢𝑟𝑜́... 𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑛𝑐ℎ𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑜... Se sacó el atuendo que había destinado especialmente para un evento al que asistiría con Ryan, su compañero. Por obvias razones no lo harían, ella no estaba para disfrutar, aún podía sentir el aturdimiento, el dolor, su respiración pesada y un picor en los ojos con el que lucharía porque no iba a derramar ni un céntimo de lágrima. Ryan estaba al tanto de lo sucedido y nada contento pero sabía que no actuaría por el ardid del momento, se abocaría a permanecer con ella como su sombra. No era la primera vez que algo la hería y desde que Kiev los hizo compañeros se unieron de tal forma que sólo ellos se entendían en su dolor, en su locura, en sus pesadillas y traumas. Se apoyaban. Cuidaban sus espaldas. Caían juntos en picada. Un equipo. Estaba en ropa interior, lista para ponerse su pijama que consistía en un pantalón a cuadros negros y rojos que iba a juego con una playera negra de mangas cortas; muy varonil pero cómoda y funcional. Los conjuntos de colores chillones eran para otras ocasiones. Dejó las prendas sobre la cama, luego las tomó y se colocó de a una con cuidado. Estaba por acomodar la playera cuando un ruido en la ventana la puso en alerta. No era Ryan por dos motivos: 1. Esa no era la señal que ellos tenían. 2. ¿La ventana? Él derribaría la puerta. Sus yemas alcanzaron a rozar su arma pero el sujeto de la ventana fue más rápido; terminó de invadir su habitación y la lanzó contra el suelo. Con el impulso de un cuerpo corpulento el golpe se escuchó bastante fuerte; aún así la joven se repuso tan rápido como pudo y le asestó un par de golpes que lo hicieron tambalear. Pudo haber hecho más pero ingresaron dos pares más de hombres. Entre ellos estaban Killian y otro ser infernal que podría reconocer a kilómetros. Se habían aliado. Estaba jodida. —Mierda... Ojos demoníacos y sonrisa afilada. Killian estaba disfrutando del momento, su cacería había dado fin. Sin salida y por terquedad trató de dar pelea un instante. Lo hizo. Después un golpe en el sitio correcto y la noquearon. Cayó de cara al suelo y ahí se quedó hasta que entre sueños escuchó a Ryan gritando y tratando de entrar. Quería decirle que se fuera, que se salvara del infierno que vendría pero no podía, estaba atrapada en las sombras. El rubio ingresó y casi podía sentir como el socio de su verdugo saboreaba el instante. Segundo noqueo. Ahora ambos, atrapados en sus respectivas sombras, serían llevados a lo que sería el evento del año. 𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒, 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑧 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑜... 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜, 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑃𝑢𝑒𝑠 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑛𝑑𝑜... 𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜... Esa canción aún resonaba en su mente como soundtrack de inicio a su momento infernal.
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