No puedo dormir.
Soñé con que lo encontraba para volver a dormir juntos. Pero su mirada me decía que debía soltarlo. Mi yo del sueño, no quería se hacía de la loca. Lo abrazaba, danzaba a su alrededor. Tomaba entre manos como un tesoro al que no quería perder.
La primera vez, me rehusé a soltar.
Lloré. Lo busqué. Hasta me tiré desde muy alto. Él vino y me regañó.
Vino... Y no lo quise soltar. Parecía que mi cabeza no quería aceptar que aunque viniera, el no vendría de verdad.
La segunda vez que parecía estar aceptandoo su marcha. Lo sentí. Sentí miedo de dejarlo ir. No lo encontré por ningún lado. No me escuchaba. No venía. Entré en panico. Danzaba. Caminaba. Pero no avanzaba.
Lo vi venir. Pero esta vez en su mirada me rogaba soltarlo. Fue demasiado desgarrador. Saber que soy quien no lo quiere dejar ir. Saber que mi alma es quien no lo quiere soltar.
Las lágrimas caían, sonreír no era lo mismo, la alegría no era lo mismo. Danzaba sin ganas, solo era un espejismo, lo tomaba pero mis manos se sentían como si tocaran algo que no debía mas tocar. Ya no era más mío. Ya no era nada mío. Ya estaba yendo en contra de la naturaleza.
Mi cuerpo se paralizó. Cayó. Lloró. Gritó. Se horrorizó. Y no dejé ni siquiera que me salvaran. No dejé que Morfeo fuera mi héroe. Porque en lo profundo de mi alma, sé que soltar es lo que debo. Por lo que, ahora era la silueta de aquello que amo como el aire, quien se notaba ido. Cambiado. No perdido. Pero extrañado. Y yo lo miraba con vista borrosa.
Lo tomé de sus manos una vez mas, con una sonrisa que no daba para más. Con unos ojos que no deseaban mas volver a repetir el bucle. No quería mas hacerle daño. No quería ir en contra de la libertad que le prometí tener conmigo. Me sentía sucia. Estupida. Perdida. Dolida. Que lo perdí.
Esta vez fui yo quien gritó. Gritó que se marchara con la voz en un desgarro. Las lagrimas nublando todo mi entorno. La cueva en bucle desapareció. Él y yo en ese nucleo se esparcieron, se desdibujaron. Se rompió, se fue y exhalé con horror en un ahogado despertar, mas no despertar del sueño, quedar en la deriva del sueño y la consciencia, teniendo el horror y la sensación de eliminar la impureza en mi. SUCIA. Sucia al rehusarme y estar yendo en contra de la libertad, haber dicho que jamás dependería de nadie.
No desperté ni tampoco dormí. Me quedé en un estado y limbo raro. Mirando a la nada. Hasta que un humano con su alarma insignificante sonó, sonó, timbró hasta liberar a mi cuerpo de su dolor y negación en la que no quería despertar y aceptar que la cruel realidad era que:
Despierta acepté dejarlo ir.
Le dije si. Pero el peor monstruo estaba en lo profundo de mis sueños. Me siento increíblemente avergonzada. Casi me convierto en lo que jamás quise. Casi exijo a alguien que me devolvió un regalo, que volvió nuestra amistad a nula. Nuestra existencia junta a la deriva de la incertidumbre.
Lo expulsé. ¿lo solté? Tal vez solo acepté que ya se fuera. Porque ahora... Ahora yo solo era un monstruo que no merecía siquiera soñarlo... Me rehusaba verlo... Me rehuso a tenerlo encerrado en mis memorias.
—Te suelto. En mente... Y en consciencia.—pronuncié a la deriva. Sin sentido.
Pero... En alma... Me costará.
Porque te acepté con el corazón en mi vida. Te amo. Y esperaré que deje de sentir eso por ti... Para poder soltarte.
De nada me sirve forzar a olvidar. De nada me sirve, "rogar odiarte" para soltarte. De nada me sirve pensar que ya no te voy a pensar.
Pero ahora, consciente, soy un caos.
Observo el todo y la nada. Y sigo sintiendo que aun no he despertado. Pero sé a ciencia cierta que si llamo a Morfeo no vendrá. Porque sé que estoy despierta, pero no sé si estoy en la tierra, no se donde estoy.
Sentí que mis labios se abrieron, pero solo salió un sollozo que rompió algo en mi primero antes de hablar. Soltar.
Decir una palabra.
—No quiero. No quiero ir en contra de ...mi voluntad... Y no lo haré.—dijo en voz alta, mientras aún hablaba consigo misma entre sus pensamientos.
Y esa frase... Dolió... rasgó mi corazón y mi mente. Amar duele. Pero si se ama, también se acepta dejarlo ir.
Pero... Esta vez... Dejaré que el tiempo sane mis heridas. Porque siento que la primera lo olvidé a consciencia, pero esta vez el castigo para mi misma es sentirlo y aprender a soltarlo.
Y lo soltaré definitivamente. Lo dejaré ir. Porque así es su instinto en él.
Pero jamás voy a olvidar que me enamoré de verdad..
Ahora solamente sé, que tengo un largo camino para aceptar que también soy un monstruo más del fondo divino... Tal vez en vida no lo enajule en mi... Pero en sueños... En sueños... Mi mente... Jamás pensé ser incapaz de soltarlo.
Y si lo expulsé. Fue para no hacerle más daño. Ni por el recuerdo de un nosotros. Porque la amistad que le ofrecí era darle paz. No lo cumplí. Y acepto el castigo. Tal vez el también tuvo culpa, tal vez...
Diariamente, buscaré la manera para soltar al amor que mas deseé.
Al que casi enjaulé por quererlo todo.
Ahora ya se, cual es el límite de mi cordura. De mis emociones. De mi corazón y mente debe ser.
Si ... Vuelvo a enamorarme, que lo dudo ahora... No voy a darlo todo. Iré serena, cautelosa, este raspon será mi punto de inicio para empezar mi camino... El verdadero camino a dejar de ser una niña y actuar como en proceso de crecer...
Esta vez voy a aprender del raspón para ser una mejor versión de mi misma.
No puedo dormir.
Soñé con que lo encontraba para volver a dormir juntos. Pero su mirada me decía que debía soltarlo. Mi yo del sueño, no quería se hacía de la loca. Lo abrazaba, danzaba a su alrededor. Tomaba entre manos como un tesoro al que no quería perder.
La primera vez, me rehusé a soltar.
Lloré. Lo busqué. Hasta me tiré desde muy alto. Él vino y me regañó.
Vino... Y no lo quise soltar. Parecía que mi cabeza no quería aceptar que aunque viniera, el no vendría de verdad.
La segunda vez que parecía estar aceptandoo su marcha. Lo sentí. Sentí miedo de dejarlo ir. No lo encontré por ningún lado. No me escuchaba. No venía. Entré en panico. Danzaba. Caminaba. Pero no avanzaba.
Lo vi venir. Pero esta vez en su mirada me rogaba soltarlo. Fue demasiado desgarrador. Saber que soy quien no lo quiere dejar ir. Saber que mi alma es quien no lo quiere soltar.
Las lágrimas caían, sonreír no era lo mismo, la alegría no era lo mismo. Danzaba sin ganas, solo era un espejismo, lo tomaba pero mis manos se sentían como si tocaran algo que no debía mas tocar. Ya no era más mío. Ya no era nada mío. Ya estaba yendo en contra de la naturaleza.
Mi cuerpo se paralizó. Cayó. Lloró. Gritó. Se horrorizó. Y no dejé ni siquiera que me salvaran. No dejé que Morfeo fuera mi héroe. Porque en lo profundo de mi alma, sé que soltar es lo que debo. Por lo que, ahora era la silueta de aquello que amo como el aire, quien se notaba ido. Cambiado. No perdido. Pero extrañado. Y yo lo miraba con vista borrosa.
Lo tomé de sus manos una vez mas, con una sonrisa que no daba para más. Con unos ojos que no deseaban mas volver a repetir el bucle. No quería mas hacerle daño. No quería ir en contra de la libertad que le prometí tener conmigo. Me sentía sucia. Estupida. Perdida. Dolida. Que lo perdí.
Esta vez fui yo quien gritó. Gritó que se marchara con la voz en un desgarro. Las lagrimas nublando todo mi entorno. La cueva en bucle desapareció. Él y yo en ese nucleo se esparcieron, se desdibujaron. Se rompió, se fue y exhalé con horror en un ahogado despertar, mas no despertar del sueño, quedar en la deriva del sueño y la consciencia, teniendo el horror y la sensación de eliminar la impureza en mi. SUCIA. Sucia al rehusarme y estar yendo en contra de la libertad, haber dicho que jamás dependería de nadie.
No desperté ni tampoco dormí. Me quedé en un estado y limbo raro. Mirando a la nada. Hasta que un humano con su alarma insignificante sonó, sonó, timbró hasta liberar a mi cuerpo de su dolor y negación en la que no quería despertar y aceptar que la cruel realidad era que:
Despierta acepté dejarlo ir.
Le dije si. Pero el peor monstruo estaba en lo profundo de mis sueños. Me siento increíblemente avergonzada. Casi me convierto en lo que jamás quise. Casi exijo a alguien que me devolvió un regalo, que volvió nuestra amistad a nula. Nuestra existencia junta a la deriva de la incertidumbre.
Lo expulsé. ¿lo solté? Tal vez solo acepté que ya se fuera. Porque ahora... Ahora yo solo era un monstruo que no merecía siquiera soñarlo... Me rehusaba verlo... Me rehuso a tenerlo encerrado en mis memorias.
—Te suelto. En mente... Y en consciencia.—pronuncié a la deriva. Sin sentido.
Pero... En alma... Me costará.
Porque te acepté con el corazón en mi vida. Te amo. Y esperaré que deje de sentir eso por ti... Para poder soltarte.
De nada me sirve forzar a olvidar. De nada me sirve, "rogar odiarte" para soltarte. De nada me sirve pensar que ya no te voy a pensar.
Pero ahora, consciente, soy un caos.
Observo el todo y la nada. Y sigo sintiendo que aun no he despertado. Pero sé a ciencia cierta que si llamo a Morfeo no vendrá. Porque sé que estoy despierta, pero no sé si estoy en la tierra, no se donde estoy.
Sentí que mis labios se abrieron, pero solo salió un sollozo que rompió algo en mi primero antes de hablar. Soltar.
Decir una palabra.
—No quiero. No quiero ir en contra de ...mi voluntad... Y no lo haré.—dijo en voz alta, mientras aún hablaba consigo misma entre sus pensamientos.
Y esa frase... Dolió... rasgó mi corazón y mi mente. Amar duele. Pero si se ama, también se acepta dejarlo ir.
Pero... Esta vez... Dejaré que el tiempo sane mis heridas. Porque siento que la primera lo olvidé a consciencia, pero esta vez el castigo para mi misma es sentirlo y aprender a soltarlo.
Y lo soltaré definitivamente. Lo dejaré ir. Porque así es su instinto en él.
Pero jamás voy a olvidar que me enamoré de verdad..
Ahora solamente sé, que tengo un largo camino para aceptar que también soy un monstruo más del fondo divino... Tal vez en vida no lo enajule en mi... Pero en sueños... En sueños... Mi mente... Jamás pensé ser incapaz de soltarlo.
Y si lo expulsé. Fue para no hacerle más daño. Ni por el recuerdo de un nosotros. Porque la amistad que le ofrecí era darle paz. No lo cumplí. Y acepto el castigo. Tal vez el también tuvo culpa, tal vez...
Diariamente, buscaré la manera para soltar al amor que mas deseé.
Al que casi enjaulé por quererlo todo.
Ahora ya se, cual es el límite de mi cordura. De mis emociones. De mi corazón y mente debe ser.
Si ... Vuelvo a enamorarme, que lo dudo ahora... No voy a darlo todo. Iré serena, cautelosa, este raspon será mi punto de inicio para empezar mi camino... El verdadero camino a dejar de ser una niña y actuar como en proceso de crecer...
Esta vez voy a aprender del raspón para ser una mejor versión de mi misma.