Morfeo decidió abandonar su esencia divina por un momento. Se desprendió de las sombras y los sueños, adoptando la forma de un hombre común: piel marcada por el sol, cabellos oscuros y manos que parecían haber trabajado la tierra.
Caminó entre los senderos de piedra hasta llegar al hogar de su hermano Daozhang Xiao Xingchen
Aunque Dao ya lo sabía, Morfeo cambia su forma a la que su hermano acostumbra conocer, no por la necesidad de ser visto, sino por la necesidad de sentirse cercano.
Aunque Dao era ciego, Morfeo entendía que su hermano percibía el mundo de maneras más profundas: a través de la voz, el tacto, el silencio y la energía que lo rodeaba.
Transformarse en humano era un gesto simbólico, casi un acto de humildad y respeto al mundo de la vigilia y sus habitantes.
Morfeo bajó a cuidar las amapolas que sembró en el jardín de Dao porque en ellas depositó algo más que semillas: dejó un fragmento de sí mismo, un símbolo de su vínculo con su hermano. Una promesa que le hizo: no volver a retirarse sin razón.
Las amapolas, flores del sueño y del recuerdo, eran su manera de estar presente en la vida de Dao aun cuando el destino lo llamaba lejos.
Les sació la sed y las acompañó un momento en la oscuridad de la noche, acostándose a un lado por un momento.
Caminó entre los senderos de piedra hasta llegar al hogar de su hermano Daozhang Xiao Xingchen
Aunque Dao ya lo sabía, Morfeo cambia su forma a la que su hermano acostumbra conocer, no por la necesidad de ser visto, sino por la necesidad de sentirse cercano.
Aunque Dao era ciego, Morfeo entendía que su hermano percibía el mundo de maneras más profundas: a través de la voz, el tacto, el silencio y la energía que lo rodeaba.
Transformarse en humano era un gesto simbólico, casi un acto de humildad y respeto al mundo de la vigilia y sus habitantes.
Morfeo bajó a cuidar las amapolas que sembró en el jardín de Dao porque en ellas depositó algo más que semillas: dejó un fragmento de sí mismo, un símbolo de su vínculo con su hermano. Una promesa que le hizo: no volver a retirarse sin razón.
Las amapolas, flores del sueño y del recuerdo, eran su manera de estar presente en la vida de Dao aun cuando el destino lo llamaba lejos.
Les sació la sed y las acompañó un momento en la oscuridad de la noche, acostándose a un lado por un momento.
Morfeo decidió abandonar su esencia divina por un momento. Se desprendió de las sombras y los sueños, adoptando la forma de un hombre común: piel marcada por el sol, cabellos oscuros y manos que parecían haber trabajado la tierra.
Caminó entre los senderos de piedra hasta llegar al hogar de su hermano [Daozhang_XiaoXingchen]
Aunque Dao ya lo sabía, Morfeo cambia su forma a la que su hermano acostumbra conocer, no por la necesidad de ser visto, sino por la necesidad de sentirse cercano.
Aunque Dao era ciego, Morfeo entendía que su hermano percibía el mundo de maneras más profundas: a través de la voz, el tacto, el silencio y la energía que lo rodeaba.
Transformarse en humano era un gesto simbólico, casi un acto de humildad y respeto al mundo de la vigilia y sus habitantes.
Morfeo bajó a cuidar las amapolas que sembró en el jardín de Dao porque en ellas depositó algo más que semillas: dejó un fragmento de sí mismo, un símbolo de su vínculo con su hermano. Una promesa que le hizo: no volver a retirarse sin razón.
Las amapolas, flores del sueño y del recuerdo, eran su manera de estar presente en la vida de Dao aun cuando el destino lo llamaba lejos.
Les sació la sed y las acompañó un momento en la oscuridad de la noche, acostándose a un lado por un momento.

