• 𓆩ꨄ𓆪 ¿Que? ¿Qué? ¿¡Qué?!
    Me concentro solo unos grandes instantes en los dominios de Morfeo... Y...y... ¡Mami ha caído en depresión!

    *Con su bruma sin forma se mueve en circulos, no la encuentra, no escucha sus pensamientos, solo le llegaron los mas viejos, no sabía donde buscar, no sabía que hacer*

    ¿Dónde podría estar?
    𓆩ꨄ𓆪 ¿Que? ¿Qué? ¿¡Qué?! Me concentro solo unos grandes instantes en los dominios de Morfeo... Y...y... ¡Mami ha caído en depresión! *Con su bruma sin forma se mueve en circulos, no la encuentra, no escucha sus pensamientos, solo le llegaron los mas viejos, no sabía donde buscar, no sabía que hacer* ¿Dónde podría estar? :STK-78:
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  • No puedo dormir.

    Soñé con que lo encontraba para volver a dormir juntos. Pero su mirada me decía que debía soltarlo. Mi yo del sueño, no quería se hacía de la loca. Lo abrazaba, danzaba a su alrededor. Tomaba entre manos como un tesoro al que no quería perder.

    La primera vez, me rehusé a soltar.
    Lloré. Lo busqué. Hasta me tiré desde muy alto. Él vino y me regañó.

    Vino... Y no lo quise soltar. Parecía que mi cabeza no quería aceptar que aunque viniera, el no vendría de verdad.

    La segunda vez que parecía estar aceptandoo su marcha. Lo sentí. Sentí miedo de dejarlo ir. No lo encontré por ningún lado. No me escuchaba. No venía. Entré en panico. Danzaba. Caminaba. Pero no avanzaba.

    Lo vi venir. Pero esta vez en su mirada me rogaba soltarlo. Fue demasiado desgarrador. Saber que soy quien no lo quiere dejar ir. Saber que mi alma es quien no lo quiere soltar.

    Las lágrimas caían, sonreír no era lo mismo, la alegría no era lo mismo. Danzaba sin ganas, solo era un espejismo, lo tomaba pero mis manos se sentían como si tocaran algo que no debía mas tocar. Ya no era más mío. Ya no era nada mío. Ya estaba yendo en contra de la naturaleza.

    Mi cuerpo se paralizó. Cayó. Lloró. Gritó. Se horrorizó. Y no dejé ni siquiera que me salvaran. No dejé que Morfeo fuera mi héroe. Porque en lo profundo de mi alma, sé que soltar es lo que debo. Por lo que, ahora era la silueta de aquello que amo como el aire, quien se notaba ido. Cambiado. No perdido. Pero extrañado. Y yo lo miraba con vista borrosa.

    Lo tomé de sus manos una vez mas, con una sonrisa que no daba para más. Con unos ojos que no deseaban mas volver a repetir el bucle. No quería mas hacerle daño. No quería ir en contra de la libertad que le prometí tener conmigo. Me sentía sucia. Estupida. Perdida. Dolida. Que lo perdí.

    Esta vez fui yo quien gritó. Gritó que se marchara con la voz en un desgarro. Las lagrimas nublando todo mi entorno. La cueva en bucle desapareció. Él y yo en ese nucleo se esparcieron, se desdibujaron. Se rompió, se fue y exhalé con horror en un ahogado despertar, mas no despertar del sueño, quedar en la deriva del sueño y la consciencia, teniendo el horror y la sensación de eliminar la impureza en mi. SUCIA. Sucia al rehusarme y estar yendo en contra de la libertad, haber dicho que jamás dependería de nadie.

    No desperté ni tampoco dormí. Me quedé en un estado y limbo raro. Mirando a la nada. Hasta que un humano con su alarma insignificante sonó, sonó, timbró hasta liberar a mi cuerpo de su dolor y negación en la que no quería despertar y aceptar que la cruel realidad era que:

    Despierta acepté dejarlo ir.
    Le dije si. Pero el peor monstruo estaba en lo profundo de mis sueños. Me siento increíblemente avergonzada. Casi me convierto en lo que jamás quise. Casi exijo a alguien que me devolvió un regalo, que volvió nuestra amistad a nula. Nuestra existencia junta a la deriva de la incertidumbre.

    Lo expulsé. ¿lo solté? Tal vez solo acepté que ya se fuera. Porque ahora... Ahora yo solo era un monstruo que no merecía siquiera soñarlo... Me rehusaba verlo... Me rehuso a tenerlo encerrado en mis memorias.

    —Te suelto. En mente... Y en consciencia.—pronuncié a la deriva. Sin sentido.

    Pero... En alma... Me costará.
    Porque te acepté con el corazón en mi vida. Te amo. Y esperaré que deje de sentir eso por ti... Para poder soltarte.

    De nada me sirve forzar a olvidar. De nada me sirve, "rogar odiarte" para soltarte. De nada me sirve pensar que ya no te voy a pensar.

    Pero ahora, consciente, soy un caos.

    Observo el todo y la nada. Y sigo sintiendo que aun no he despertado. Pero sé a ciencia cierta que si llamo a Morfeo no vendrá. Porque sé que estoy despierta, pero no sé si estoy en la tierra, no se donde estoy.

    Sentí que mis labios se abrieron, pero solo salió un sollozo que rompió algo en mi primero antes de hablar. Soltar.
    Decir una palabra.

    —No quiero. No quiero ir en contra de ...mi voluntad... Y no lo haré.—dijo en voz alta, mientras aún hablaba consigo misma entre sus pensamientos.

    Y esa frase... Dolió... rasgó mi corazón y mi mente. Amar duele. Pero si se ama, también se acepta dejarlo ir.

    Pero... Esta vez... Dejaré que el tiempo sane mis heridas. Porque siento que la primera lo olvidé a consciencia, pero esta vez el castigo para mi misma es sentirlo y aprender a soltarlo.

    Y lo soltaré definitivamente. Lo dejaré ir. Porque así es su instinto en él.
    Pero jamás voy a olvidar que me enamoré de verdad..

    Ahora solamente sé, que tengo un largo camino para aceptar que también soy un monstruo más del fondo divino... Tal vez en vida no lo enajule en mi... Pero en sueños... En sueños... Mi mente... Jamás pensé ser incapaz de soltarlo.

    Y si lo expulsé. Fue para no hacerle más daño. Ni por el recuerdo de un nosotros. Porque la amistad que le ofrecí era darle paz. No lo cumplí. Y acepto el castigo. Tal vez el también tuvo culpa, tal vez...

    Diariamente, buscaré la manera para soltar al amor que mas deseé.

    Al que casi enjaulé por quererlo todo.

    Ahora ya se, cual es el límite de mi cordura. De mis emociones. De mi corazón y mente debe ser.

    Si ... Vuelvo a enamorarme, que lo dudo ahora... No voy a darlo todo. Iré serena, cautelosa, este raspon será mi punto de inicio para empezar mi camino... El verdadero camino a dejar de ser una niña y actuar como en proceso de crecer...

    Esta vez voy a aprender del raspón para ser una mejor versión de mi misma.
    No puedo dormir. Soñé con que lo encontraba para volver a dormir juntos. Pero su mirada me decía que debía soltarlo. Mi yo del sueño, no quería se hacía de la loca. Lo abrazaba, danzaba a su alrededor. Tomaba entre manos como un tesoro al que no quería perder. La primera vez, me rehusé a soltar. Lloré. Lo busqué. Hasta me tiré desde muy alto. Él vino y me regañó. Vino... Y no lo quise soltar. Parecía que mi cabeza no quería aceptar que aunque viniera, el no vendría de verdad. La segunda vez que parecía estar aceptandoo su marcha. Lo sentí. Sentí miedo de dejarlo ir. No lo encontré por ningún lado. No me escuchaba. No venía. Entré en panico. Danzaba. Caminaba. Pero no avanzaba. Lo vi venir. Pero esta vez en su mirada me rogaba soltarlo. Fue demasiado desgarrador. Saber que soy quien no lo quiere dejar ir. Saber que mi alma es quien no lo quiere soltar. Las lágrimas caían, sonreír no era lo mismo, la alegría no era lo mismo. Danzaba sin ganas, solo era un espejismo, lo tomaba pero mis manos se sentían como si tocaran algo que no debía mas tocar. Ya no era más mío. Ya no era nada mío. Ya estaba yendo en contra de la naturaleza. Mi cuerpo se paralizó. Cayó. Lloró. Gritó. Se horrorizó. Y no dejé ni siquiera que me salvaran. No dejé que Morfeo fuera mi héroe. Porque en lo profundo de mi alma, sé que soltar es lo que debo. Por lo que, ahora era la silueta de aquello que amo como el aire, quien se notaba ido. Cambiado. No perdido. Pero extrañado. Y yo lo miraba con vista borrosa. Lo tomé de sus manos una vez mas, con una sonrisa que no daba para más. Con unos ojos que no deseaban mas volver a repetir el bucle. No quería mas hacerle daño. No quería ir en contra de la libertad que le prometí tener conmigo. Me sentía sucia. Estupida. Perdida. Dolida. Que lo perdí. Esta vez fui yo quien gritó. Gritó que se marchara con la voz en un desgarro. Las lagrimas nublando todo mi entorno. La cueva en bucle desapareció. Él y yo en ese nucleo se esparcieron, se desdibujaron. Se rompió, se fue y exhalé con horror en un ahogado despertar, mas no despertar del sueño, quedar en la deriva del sueño y la consciencia, teniendo el horror y la sensación de eliminar la impureza en mi. SUCIA. Sucia al rehusarme y estar yendo en contra de la libertad, haber dicho que jamás dependería de nadie. No desperté ni tampoco dormí. Me quedé en un estado y limbo raro. Mirando a la nada. Hasta que un humano con su alarma insignificante sonó, sonó, timbró hasta liberar a mi cuerpo de su dolor y negación en la que no quería despertar y aceptar que la cruel realidad era que: Despierta acepté dejarlo ir. Le dije si. Pero el peor monstruo estaba en lo profundo de mis sueños. Me siento increíblemente avergonzada. Casi me convierto en lo que jamás quise. Casi exijo a alguien que me devolvió un regalo, que volvió nuestra amistad a nula. Nuestra existencia junta a la deriva de la incertidumbre. Lo expulsé. ¿lo solté? Tal vez solo acepté que ya se fuera. Porque ahora... Ahora yo solo era un monstruo que no merecía siquiera soñarlo... Me rehusaba verlo... Me rehuso a tenerlo encerrado en mis memorias. —Te suelto. En mente... Y en consciencia.—pronuncié a la deriva. Sin sentido. Pero... En alma... Me costará. Porque te acepté con el corazón en mi vida. Te amo. Y esperaré que deje de sentir eso por ti... Para poder soltarte. De nada me sirve forzar a olvidar. De nada me sirve, "rogar odiarte" para soltarte. De nada me sirve pensar que ya no te voy a pensar. Pero ahora, consciente, soy un caos. Observo el todo y la nada. Y sigo sintiendo que aun no he despertado. Pero sé a ciencia cierta que si llamo a Morfeo no vendrá. Porque sé que estoy despierta, pero no sé si estoy en la tierra, no se donde estoy. Sentí que mis labios se abrieron, pero solo salió un sollozo que rompió algo en mi primero antes de hablar. Soltar. Decir una palabra. —No quiero. No quiero ir en contra de ...mi voluntad... Y no lo haré.—dijo en voz alta, mientras aún hablaba consigo misma entre sus pensamientos. Y esa frase... Dolió... rasgó mi corazón y mi mente. Amar duele. Pero si se ama, también se acepta dejarlo ir. Pero... Esta vez... Dejaré que el tiempo sane mis heridas. Porque siento que la primera lo olvidé a consciencia, pero esta vez el castigo para mi misma es sentirlo y aprender a soltarlo. Y lo soltaré definitivamente. Lo dejaré ir. Porque así es su instinto en él. Pero jamás voy a olvidar que me enamoré de verdad.. Ahora solamente sé, que tengo un largo camino para aceptar que también soy un monstruo más del fondo divino... Tal vez en vida no lo enajule en mi... Pero en sueños... En sueños... Mi mente... Jamás pensé ser incapaz de soltarlo. Y si lo expulsé. Fue para no hacerle más daño. Ni por el recuerdo de un nosotros. Porque la amistad que le ofrecí era darle paz. No lo cumplí. Y acepto el castigo. Tal vez el también tuvo culpa, tal vez... Diariamente, buscaré la manera para soltar al amor que mas deseé. Al que casi enjaulé por quererlo todo. Ahora ya se, cual es el límite de mi cordura. De mis emociones. De mi corazón y mente debe ser. Si ... Vuelvo a enamorarme, que lo dudo ahora... No voy a darlo todo. Iré serena, cautelosa, este raspon será mi punto de inicio para empezar mi camino... El verdadero camino a dejar de ser una niña y actuar como en proceso de crecer... Esta vez voy a aprender del raspón para ser una mejor versión de mi misma.
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  • 𓆩ꨄ𓆪 va emergiendo como una brisa entre las neblinas alrededor de ɱ૦ՐƿҺ૯υς *

    Uy, se ve usted tan concentrado... No quiero ser más que un suspiro que pase a su lado, Morfeo. No obstante, me gustaría acompañarlo hoy, si me deja claro... puedo quedarme aquí... quieta, como parte de su atmósfera.
    𓆩ꨄ𓆪 va emergiendo como una brisa entre las neblinas alrededor de [Sweets_dreams]* Uy, se ve usted tan concentrado... No quiero ser más que un suspiro que pase a su lado, Morfeo. No obstante, me gustaría acompañarlo hoy, si me deja claro... puedo quedarme aquí... quieta, como parte de su atmósfera.
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  • Cada noche, después de cumplir su deber celestial, Selene descendía al reino de Morfeo. Entre risas y confesiones, entre secretos y silencios, los dos dioses cayeron en un amor prohibido, un amor que ni siquiera los titanes habían previsto.

    Pero su felicidad despertó celos en otras fuerzas primordiales. Hipnos, el dios del sueño, advirtió que el amor de Selene y Morfeo desequilibraba el orden natural: los mortales soñaban demasiado, vivían atrapados en mundos imaginarios, olvidando la vida real.

    Debían elegir: el deber o el amor.

    La noche de la elección, Selene miró a Morfeo con lágrimas como perlas de luna en sus mejillas.

    —Si me quedo, perderás tu reino —susurró.

    —Si te dejo ir, dejaré de soñar —respondió él.

    Finalmente, decidieron amarse en secreto, escondidos entre los hilos del sueño y la luz de la Luna.
    Cada noche, después de cumplir su deber celestial, Selene descendía al reino de Morfeo. Entre risas y confesiones, entre secretos y silencios, los dos dioses cayeron en un amor prohibido, un amor que ni siquiera los titanes habían previsto. Pero su felicidad despertó celos en otras fuerzas primordiales. Hipnos, el dios del sueño, advirtió que el amor de Selene y Morfeo desequilibraba el orden natural: los mortales soñaban demasiado, vivían atrapados en mundos imaginarios, olvidando la vida real. Debían elegir: el deber o el amor. La noche de la elección, Selene miró a Morfeo con lágrimas como perlas de luna en sus mejillas. —Si me quedo, perderás tu reino —susurró. —Si te dejo ir, dejaré de soñar —respondió él. Finalmente, decidieron amarse en secreto, escondidos entre los hilos del sueño y la luz de la Luna.
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  • No sabía ella en qué momento se había quedado dormida, ni siquiera lo recordaba, por lo que aprovechó para estar un momento mirando el cielo que ahora era de un color extraño, gris con dorado. El suelo bajo sus pies era agua, por lo que solamente se dejó flotar en esa textura humeda, refrescante para su cabeza que palpitaba con molestia.

    «En esta vez, te tengo una pregunta, no hace falta que te manifiestes del todo...Morfeo... Hoy quiero hablar como telefono cortado, ¡Es un juego humano! Pero... Vamos a simular que mi sueño es un vasito con un hilo conectando a otro vasito, que el otro vasito para ti sería donde te encuentres... solo quiero escucharte, no hace falta "verte" hoy»

    El sueño profundo en el que había caído era porque sus ojos celestes estaban teniendo una pequeña transformación.
    No sabía ella en qué momento se había quedado dormida, ni siquiera lo recordaba, por lo que aprovechó para estar un momento mirando el cielo que ahora era de un color extraño, gris con dorado. El suelo bajo sus pies era agua, por lo que solamente se dejó flotar en esa textura humeda, refrescante para su cabeza que palpitaba con molestia. «En esta vez, te tengo una pregunta, no hace falta que te manifiestes del todo...Morfeo... Hoy quiero hablar como telefono cortado, ¡Es un juego humano! Pero... Vamos a simular que mi sueño es un vasito con un hilo conectando a otro vasito, que el otro vasito para ti sería donde te encuentres... solo quiero escucharte, no hace falta "verte" hoy» El sueño profundo en el que había caído era porque sus ojos celestes estaban teniendo una pequeña transformación.
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  • Ella emergió del abismo del Inframundo, ya no como la joven radiante, sino como una presencia madura, una diosa que había alcanzado la serenidad de los sabios y la fuerza de los antiguos. El cielo caótico sobre ella reflejaba el tumulto del mundo mortal.

    Con firmeza, levantó sus manos hacia el firmamento, conectando su esencia con la vitalidad del mundo humano. Sintió la aflicción de las vidas humanas, las almas vacías y los corazones que aún brillaban con una chispa de esperanza, aunque casi apagada. El caos causado por la desconexión y el dolor envolvía al mundo, pero Hebe ya no era la doncella eterna. Su visión era clara y madura, y su compasión trascendía la juventud.

    —No es tiempo para que se desate el caos absoluto en el mundo mortal. No somos quienes lo causarán. El tiempo dicta algo más allá de lo que somos como dioses —dijo, alzando la mirada al cielo caótico.

    Sus ojos, antes llenos de luz juvenil, reflejaban ahora un resplandor cálido, como una antorcha en la oscuridad.

    —Hipnos, hemos yo y Morfeo restaurado cada cosa como se pudo, por favor, que no se haga este caos... El equilibrio ha caído en su lugar y… Yo he madurado. He evolucionado para ser la esperanza y luz de los perdidos.

    Con un suave susurro, sus palabras llenaron el aire de calma. El caos que rodeaba a los humanos parecía detenerse momentáneamente, como si el mundo reconociera su presencia. Ella extendió su luz hacia los mortales, sanando aquellos que aún podían recuperar su vitalidad. Las almas perdidas comenzaron a brillar tenuemente, restaurando la chispa de la vida.

    Tocó el suelo, y los recuerdos olvidados de aquellos que aún podían sostenerlos regresaron. Aunque no los devolvía a su plenitud, les ofreció la oportunidad de encontrar el equilibrio perdido. La sanación era dolorosa, pero Hebe lo hacía con la paz de quien sabe que está cumpliendo su propósito.

    —No es tiempo para la guerra entre nosotros. No soy yo quien debe desatar este caos, sino el tiempo, que dictará el destino de todo lo que existe —continuó, su voz ahora más serena que nunca.

    Con manos firmes y sabias, restauró la calma con la esperanza, en la humanidad. Hebe ya no era la diosa joven que intentaba salvarlo todo; ahora era la guardiana de los recuerdos e hilos perdidos, la diosa que había aceptado el peso sobre sus hombros.

    —Cumpliré con mi parte, pero la paz que te pido, Hipnos , es la de este día. Dejo que el futuro siga su curso. El caos está contenido por ahora, pero cuando llegue el momento, no intervendré si ese es el destino de los mortales y los nuestros.

    Ella emergió del abismo del Inframundo, ya no como la joven radiante, sino como una presencia madura, una diosa que había alcanzado la serenidad de los sabios y la fuerza de los antiguos. El cielo caótico sobre ella reflejaba el tumulto del mundo mortal. Con firmeza, levantó sus manos hacia el firmamento, conectando su esencia con la vitalidad del mundo humano. Sintió la aflicción de las vidas humanas, las almas vacías y los corazones que aún brillaban con una chispa de esperanza, aunque casi apagada. El caos causado por la desconexión y el dolor envolvía al mundo, pero Hebe ya no era la doncella eterna. Su visión era clara y madura, y su compasión trascendía la juventud. —No es tiempo para que se desate el caos absoluto en el mundo mortal. No somos quienes lo causarán. El tiempo dicta algo más allá de lo que somos como dioses —dijo, alzando la mirada al cielo caótico. Sus ojos, antes llenos de luz juvenil, reflejaban ahora un resplandor cálido, como una antorcha en la oscuridad. —Hipnos, hemos yo y Morfeo restaurado cada cosa como se pudo, por favor, que no se haga este caos... El equilibrio ha caído en su lugar y… Yo he madurado. He evolucionado para ser la esperanza y luz de los perdidos. Con un suave susurro, sus palabras llenaron el aire de calma. El caos que rodeaba a los humanos parecía detenerse momentáneamente, como si el mundo reconociera su presencia. Ella extendió su luz hacia los mortales, sanando aquellos que aún podían recuperar su vitalidad. Las almas perdidas comenzaron a brillar tenuemente, restaurando la chispa de la vida. Tocó el suelo, y los recuerdos olvidados de aquellos que aún podían sostenerlos regresaron. Aunque no los devolvía a su plenitud, les ofreció la oportunidad de encontrar el equilibrio perdido. La sanación era dolorosa, pero Hebe lo hacía con la paz de quien sabe que está cumpliendo su propósito. —No es tiempo para la guerra entre nosotros. No soy yo quien debe desatar este caos, sino el tiempo, que dictará el destino de todo lo que existe —continuó, su voz ahora más serena que nunca. Con manos firmes y sabias, restauró la calma con la esperanza, en la humanidad. Hebe ya no era la diosa joven que intentaba salvarlo todo; ahora era la guardiana de los recuerdos e hilos perdidos, la diosa que había aceptado el peso sobre sus hombros. —Cumpliré con mi parte, pero la paz que te pido, Hipnos , es la de este día. Dejo que el futuro siga su curso. El caos está contenido por ahora, pero cuando llegue el momento, no intervendré si ese es el destino de los mortales y los nuestros.
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  • El Reino de los Sueños ya no brillaba como antes. Las torres oníricas se desmoronaban, los ríos de imaginación se secaban, y los portales a los mundos de los durmientes parpadeaban como velas a punto de extinguirse.

    Morfeo, el eterno tejedor de sueños, yacía atrapado en su prisión, pálido, agotado. La maldición había envenenado el reino onírico.

    Las mentes humanas eran invadidas por entes enviados por su padre, el insomnio era moneda común, y la fe en lo invisible se extinguía.

    A estas alturas, recordó un fragmento que, Thanatos, le había ofrecido. ¿La muerte. Otra alternativa?. No podía llamarlo.

    En su prisión no podía gobernar, solo esperaba su fin. 
    El Reino de los Sueños ya no brillaba como antes. Las torres oníricas se desmoronaban, los ríos de imaginación se secaban, y los portales a los mundos de los durmientes parpadeaban como velas a punto de extinguirse. Morfeo, el eterno tejedor de sueños, yacía atrapado en su prisión, pálido, agotado. La maldición había envenenado el reino onírico. Las mentes humanas eran invadidas por entes enviados por su padre, el insomnio era moneda común, y la fe en lo invisible se extinguía. A estas alturas, recordó un fragmento que, Thanatos, le había ofrecido. ¿La muerte. Otra alternativa?. No podía llamarlo. En su prisión no podía gobernar, solo esperaba su fin. 
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  • Morfeo no es hombre ni espectro. Es una sombra errante, desprovista de cuerpo, de voz, de memoria propia. Recorre los caminos entre los sueños y la vigilia, entre la niebla de la madrugada y los susurros del crepúsculo. Donde él pasa, las linternas titilan y los relojes atrasan. No deja huellas, pero su presencia entibia el aire como una promesa que no se cumple.

    Dicen que fue un dios, o un guardián de los sueños, expulsado por desafiar el límite entre la ensoñación y la realidad. En su afán por comprender a los humanos, descendió demasiado.

    Ahora vaga, prisionero del mundo intermedio, recogiendo fragmentos de los sueños de otros con la esperanza de reconstruir el suyo. Aquellos que lo encuentran en sus pesadillas a menudo despiertan llorando, con una sensación extraña de haber perdido algo valioso, sin saber qué. Algunos lo dibujan en sus diarios: una figura alargada, envuelta en sombra líquida, con ojos que no son ojos, sino recuerdos atrapados.

    Pero no es maligno, aunque muchos lo teman. Morfeo no busca dañar. Busca redención. Busca volver a ser completo.
    Morfeo no es hombre ni espectro. Es una sombra errante, desprovista de cuerpo, de voz, de memoria propia. Recorre los caminos entre los sueños y la vigilia, entre la niebla de la madrugada y los susurros del crepúsculo. Donde él pasa, las linternas titilan y los relojes atrasan. No deja huellas, pero su presencia entibia el aire como una promesa que no se cumple. Dicen que fue un dios, o un guardián de los sueños, expulsado por desafiar el límite entre la ensoñación y la realidad. En su afán por comprender a los humanos, descendió demasiado. Ahora vaga, prisionero del mundo intermedio, recogiendo fragmentos de los sueños de otros con la esperanza de reconstruir el suyo. Aquellos que lo encuentran en sus pesadillas a menudo despiertan llorando, con una sensación extraña de haber perdido algo valioso, sin saber qué. Algunos lo dibujan en sus diarios: una figura alargada, envuelta en sombra líquida, con ojos que no son ojos, sino recuerdos atrapados. Pero no es maligno, aunque muchos lo teman. Morfeo no busca dañar. Busca redención. Busca volver a ser completo.
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  • >>https://youtu.be/KYlLWcsJWdQ?si=nQMHWI4Sbi6WVmiy <<

    ɱ૦ՐƿҺ૯υς era curioso, demasiado curioso. No se conformaba con crear sueños; deseaba comprender la realidad, incluso alterar el curso de los destinos que observaba mientras los humanos dormían. En su anhelo de sabiduría, quiso cruzar el umbral prohibido: descendió a los dominios del Destino, donde ni los dioses deben intervenir.

    Hipnos, al descubrir la osadía de su hijo, se vio consumido por una mezcla de ira, miedo y tristeza. Sabía que el castigo de los hilos del destino no sería leve, y temía que Morfeo se condenara por su ambición.

    Entonces, tomó una decisión cruel por amor.

    Mientras Morfeo dormía, Hipnos lo visitó, y por primera vez, tejió un sueño tan perfecto que su propio hijo no supo que estaba soñando. En ese sueño, lo envolvió con una niebla densa y luminosa, cargada de olvido. Con un beso en la frente, le susurró:

    —Perdóname, hijo mío. Te quito el peso del saber para salvarte del abismo que tú mismo quisiste escalar.—

    Cuando Morfeo despertó, ya no recordaba haber sido un dios. Era solo una sombra que flotaba entre los sueños, dando forma a los pensamientos de los hombres sin saber por qué. Pero aún, en lo más profundo de su esencia, sentía una nostalgia inexplicable cada vez que el viento traía el eco de una voz que le era familiar… una voz que decía su nombre con ternura.

    Hipnos, desde su trono de niebla, observaba a su hijo con lágrimas ocultas, repitiéndose una y otra vez que había hecho lo correcto.
    >>https://youtu.be/KYlLWcsJWdQ?si=nQMHWI4Sbi6WVmiy << [Sweets_dreams] era curioso, demasiado curioso. No se conformaba con crear sueños; deseaba comprender la realidad, incluso alterar el curso de los destinos que observaba mientras los humanos dormían. En su anhelo de sabiduría, quiso cruzar el umbral prohibido: descendió a los dominios del Destino, donde ni los dioses deben intervenir. Hipnos, al descubrir la osadía de su hijo, se vio consumido por una mezcla de ira, miedo y tristeza. Sabía que el castigo de los hilos del destino no sería leve, y temía que Morfeo se condenara por su ambición. Entonces, tomó una decisión cruel por amor. Mientras Morfeo dormía, Hipnos lo visitó, y por primera vez, tejió un sueño tan perfecto que su propio hijo no supo que estaba soñando. En ese sueño, lo envolvió con una niebla densa y luminosa, cargada de olvido. Con un beso en la frente, le susurró: —Perdóname, hijo mío. Te quito el peso del saber para salvarte del abismo que tú mismo quisiste escalar.— Cuando Morfeo despertó, ya no recordaba haber sido un dios. Era solo una sombra que flotaba entre los sueños, dando forma a los pensamientos de los hombres sin saber por qué. Pero aún, en lo más profundo de su esencia, sentía una nostalgia inexplicable cada vez que el viento traía el eco de una voz que le era familiar… una voz que decía su nombre con ternura. Hipnos, desde su trono de niebla, observaba a su hijo con lágrimas ocultas, repitiéndose una y otra vez que había hecho lo correcto.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.

    >> Inicio del sueño.

    En su sueño, se encontró niño otra vez, con rizos oscuros y ojos enormes que reflejaban constelaciones. Caminaba por un campo cubierto de amapolas azules, un lugar que solo existía en su memoria más antigua. Al fondo, bajo un cielo dorado, estaba ella, Pasítea, su madre, diosa de la relajación y la meditación.

    Ella lo miró como si el tiempo nunca hubiera pasado. Su voz era un susurro de viento que acariciaba el alma:

    —Has pasado milenios dando sueños, hijo. ¿Y los tuyos?

    Morfeo corrió hacia ella, pero el campo se alargaba con cada paso. El cielo temblaba con recuerdos que no sabía que guardaba. Pasítea extendió la mano, y de ella brotaron luciérnagas que se transformaban en escenas: la primera vez que Morfeo dio forma a un sueño humano.

    —Tú también necesitas que te sueñen —le dijo su madre.

    — Eres creador, pero también hijo. Y los hijos sueñan con volver. —

    Cuando Morfeo al fin llegó hasta ella, la abrazó y por un momento, el universo entero se durmió con ellos. Fue un instante eterno donde incluso el tiempo soñó que era solo un niño.

    Fin del sueño <<
    >> Inicio del sueño. En su sueño, se encontró niño otra vez, con rizos oscuros y ojos enormes que reflejaban constelaciones. Caminaba por un campo cubierto de amapolas azules, un lugar que solo existía en su memoria más antigua. Al fondo, bajo un cielo dorado, estaba ella, Pasítea, su madre, diosa de la relajación y la meditación. Ella lo miró como si el tiempo nunca hubiera pasado. Su voz era un susurro de viento que acariciaba el alma: —Has pasado milenios dando sueños, hijo. ¿Y los tuyos? Morfeo corrió hacia ella, pero el campo se alargaba con cada paso. El cielo temblaba con recuerdos que no sabía que guardaba. Pasítea extendió la mano, y de ella brotaron luciérnagas que se transformaban en escenas: la primera vez que Morfeo dio forma a un sueño humano. —Tú también necesitas que te sueñen —le dijo su madre. — Eres creador, pero también hijo. Y los hijos sueñan con volver. — Cuando Morfeo al fin llegó hasta ella, la abrazó y por un momento, el universo entero se durmió con ellos. Fue un instante eterno donde incluso el tiempo soñó que era solo un niño. Fin del sueño <<
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