• Un día más...estando solo en esta enorme mansión ...sin propósito...es como..tener todo...pero a la vez..no tener nada..
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  • Recuerda cada día el primer encuentro, un primer saludo, las primeras palabras, su primer baile, casi como una tortura para si mismo, un recordatorio de lo que lamentablemente parece haber perdido.

    Todo ocurrió en la noche del festival de las hojas doradas unos cuantos meses atrás, aquella celebración que festeja la llegada del Otoño, cada año se realiza en su hogar, la gran mansión de Farynore que se encuentra cerca de las montañas. Como buen anfitrión se encargó de recibir a todos sus invitados y fue ella quien llamó su atención más que todas las personas.

    Fue ella quien dio el primer acercamiento, como era de esperarse, la rubia dijo "quisiera tener un baile con nuestro amable anfitrión" lo dijo en un momento donde él trataba de atender a algunos de los invitados y de cierta manera fue un quiebre por completo de las tradiciones porque rara vez eran las mujeres quienes invitaban a los hombres al baile.

    El aroma de ella lo cautivo en un inicio, mientras bailaban tenían la atención de todos en la sala. Hombres lo miraban con recelo y las mujeres lo hacían con envidia, otros tantos más los observaban con admiración, tuvieron todas las miradas clavadas en ellos mientras ambos aprovechaban el momento para hablar, para compartir información de uno y el otro, además de dar unos cuantos halagos que aún guarda en su memoria.

    Fue a partir de aquel día donde no ha dejado de pensar en Sylvaine, donde se enamoró perdidamente de ella, pero su amor no puede ser, sus diferencias sociales no lo permiten, sus diferencias de edades tampoco ¿Qué hará? ¿Permitirá que se marche de su vida? ¿La ira a buscar? Por primera vez, el gran líder del gremio de magos no tiene una respuesta concisa, cerebro y corazón piensan cosas contrarias.
    Recuerda cada día el primer encuentro, un primer saludo, las primeras palabras, su primer baile, casi como una tortura para si mismo, un recordatorio de lo que lamentablemente parece haber perdido. Todo ocurrió en la noche del festival de las hojas doradas unos cuantos meses atrás, aquella celebración que festeja la llegada del Otoño, cada año se realiza en su hogar, la gran mansión de Farynore que se encuentra cerca de las montañas. Como buen anfitrión se encargó de recibir a todos sus invitados y fue ella quien llamó su atención más que todas las personas. Fue ella quien dio el primer acercamiento, como era de esperarse, la rubia dijo "quisiera tener un baile con nuestro amable anfitrión" lo dijo en un momento donde él trataba de atender a algunos de los invitados y de cierta manera fue un quiebre por completo de las tradiciones porque rara vez eran las mujeres quienes invitaban a los hombres al baile. El aroma de ella lo cautivo en un inicio, mientras bailaban tenían la atención de todos en la sala. Hombres lo miraban con recelo y las mujeres lo hacían con envidia, otros tantos más los observaban con admiración, tuvieron todas las miradas clavadas en ellos mientras ambos aprovechaban el momento para hablar, para compartir información de uno y el otro, además de dar unos cuantos halagos que aún guarda en su memoria. Fue a partir de aquel día donde no ha dejado de pensar en Sylvaine, donde se enamoró perdidamente de ella, pero su amor no puede ser, sus diferencias sociales no lo permiten, sus diferencias de edades tampoco ¿Qué hará? ¿Permitirá que se marche de su vida? ¿La ira a buscar? Por primera vez, el gran líder del gremio de magos no tiene una respuesta concisa, cerebro y corazón piensan cosas contrarias.
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  • Inesperado encuentro
    Fandom Diversos
    Categoría Otros
    Las cosas iban en marcha, el poder perdido había sido por fin recuperado sin embargo Joseph aún tenía algunas cosas que hacer en esa época tan alejada del futuro del que venían. La mansión se veía endeble, nueva casi habría sido una pena haberla manchado de sangre con los antiguos dueños.

    — las reglas nunca fueron para romperse en ocasiones, bien veamos qué era lo que tenían en su sótano

    Limpiando su espada la guardó en su foto bajando al muy profundo sótano encontró algo inesperado al subir de nuevo con su descubrimiento en mano nada lo preparó para lo que vería a la entrada.

    — … am… ¿eres un caballero? O vienes de algún lugar más… ¿cálido?

    El rubio sonrió un poco guardando la foto con aquel descubrimiento que mejor medio de transporte, delante suyo había un hombre delgado, ropas lujosas por lo visto aunque las gafas eran algo interesantes de ver.

    ¿De dónde salió? ¿Quién era? Pero sin duda por su aroma podía darse una idea que no era humano.

    — estás muy lejos de casa sir, ¿Aquí solías ser invitado?


    Las cosas iban en marcha, el poder perdido había sido por fin recuperado sin embargo Joseph aún tenía algunas cosas que hacer en esa época tan alejada del futuro del que venían. La mansión se veía endeble, nueva casi habría sido una pena haberla manchado de sangre con los antiguos dueños. — las reglas nunca fueron para romperse en ocasiones, bien veamos qué era lo que tenían en su sótano Limpiando su espada la guardó en su foto bajando al muy profundo sótano encontró algo inesperado al subir de nuevo con su descubrimiento en mano nada lo preparó para lo que vería a la entrada. — … am… ¿eres un caballero? O vienes de algún lugar más… ¿cálido? El rubio sonrió un poco guardando la foto con aquel descubrimiento que mejor medio de transporte, delante suyo había un hombre delgado, ropas lujosas por lo visto aunque las gafas eran algo interesantes de ver. ¿De dónde salió? ¿Quién era? Pero sin duda por su aroma podía darse una idea que no era humano. — estás muy lejos de casa sir, ¿Aquí solías ser invitado?
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    Grupal
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    Cualquier línea
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  • ★ Apartado Musical ★

    Entre las voces predilectas de Elizabeth, se encuentra nada más y menos que Doris Day, nada como pedir en los bares que interpreten la canción o en su modesta mansión, cantándola en voz baja mientras se tomaba su tiempo para arreglar su icónico cabello rubio.

    Culpable de desear que alguno de sus pretendientes fuese digno de cantarle, Elizabeth claro que sueña con tener su "special someone" pero por ahora, su canto no tiene destinatario.

    https://youtube.com/watch?v=YbWWQPbeBDk&si=xvZZDEcvEYZ4bS1Q
    ★ Apartado Musical ★ Entre las voces predilectas de Elizabeth, se encuentra nada más y menos que Doris Day, nada como pedir en los bares que interpreten la canción o en su modesta mansión, cantándola en voz baja mientras se tomaba su tiempo para arreglar su icónico cabello rubio. Culpable de desear que alguno de sus pretendientes fuese digno de cantarle, Elizabeth claro que sueña con tener su "special someone" pero por ahora, su canto no tiene destinatario. https://youtube.com/watch?v=YbWWQPbeBDk&si=xvZZDEcvEYZ4bS1Q
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  • | Por el cumpleaños de los gemelos Phantomhive <3 |

    [https://www.youtube.com/watch?v=xzEd05Wukyg]
    ___________

    【 ❝𝖧𝖺𝗒 𝖽𝗈𝗌 𝖼𝖺𝗋𝖺𝗌 𝖾𝗇 la misma 𝗆𝗈𝗇𝖾𝖽𝖺. 𝖠𝗆𝗈𝗋 𝗒 𝗈𝖽𝗂𝗈. 𝖵𝗂𝖽𝖺 𝗒 𝗆𝗎𝖾𝗋𝗍𝖾. 𝖲𝗈𝗇 𝗅𝗈 𝗆𝗂𝗌𝗆𝗈.❞ 】

    ___________

    Los pasillos de la mansión Phantomhive se sienten frías y solitarias.

    El viento invernal se escucha fuerte y siniestro, ahogando el eco de sus pisadas, suaves y nostálgicas.

    Ciel continúa con sus pasos hasta que se detiene ante una ventana.

    Copos de nieve caen del cielo gris, fundiéndose contra la tierra del jardín, nívea e impoluta.

    El azul se detiene en lo blanco, puro y hermoso. Sus recuerdos, se tiñen de rojo.

    𝙇𝙖 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙥𝙤𝙧 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚𝙨. 𝙏𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙖́𝙣 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙩𝙤𝙨.

    Una divergencia entre el recuerdo de este mismo día hace tres años. Cuando la mansión era alegre y ruidosa, los sirvientes amables y permisivos. Padre y Madre...

    𝐄𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐧̃𝐨 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐡𝐨𝐫𝐫𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐯𝐢𝐝𝐚.

    La felicidad se empaña de rojo. La tragedia los envuelve en llamas tan ardientes como su odio.

    𝐄𝐬𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞. 𝐄𝐬𝐞 𝐦𝐞𝐬. 𝐒𝐮 𝐚𝐥𝐦𝐚.

    Ciel cierra los ojos abruptamente, su ceño se frunce por el dolor. La angustia y la soledad se acumulan en su pecho.

    De repente, siente una gentil caricia recorrer su rostro.

    Abre los ojos con cierta confusión.

    Las nubes grises parecían haberse movido un poco, dejando pasar al sol y su luz, posándose suavemente sobre su rostro helado, calentándolo.

    Su expresión confusa se desvanece, y una suave sonrisa se dibuja en sus labios.

    𝐇𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐮𝐦𝐞𝐫𝐠𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐭𝐢𝐧𝐢𝐞𝐛𝐥𝐚𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐚 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐯𝐞𝐫 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝.

    Descansó la mano izquierda sobre el cristal mojado y helado.

    Se acercó más a la ventana, y mirando hacia lo alto del cielo gris con atisbos de luz, su sonrisa se ensancha de alegría.

    —Feliz cumpleaños a ti también.

    En esta misma ventana, él pasaba los días observando a Ciel.

    𝐔𝐧𝐨 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐳. 𝐎𝐭𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝.

    Por este instante, siente que están juntos, y que su conexión todavía existe.
    | Por el cumpleaños de los gemelos Phantomhive <3 | [https://www.youtube.com/watch?v=xzEd05Wukyg] ___________ 【 ❝𝖧𝖺𝗒 𝖽𝗈𝗌 𝖼𝖺𝗋𝖺𝗌 𝖾𝗇 la misma 𝗆𝗈𝗇𝖾𝖽𝖺. 𝖠𝗆𝗈𝗋 𝗒 𝗈𝖽𝗂𝗈. 𝖵𝗂𝖽𝖺 𝗒 𝗆𝗎𝖾𝗋𝗍𝖾. 𝖲𝗈𝗇 𝗅𝗈 𝗆𝗂𝗌𝗆𝗈.❞ 】 ___________ Los pasillos de la mansión Phantomhive se sienten frías y solitarias. El viento invernal se escucha fuerte y siniestro, ahogando el eco de sus pisadas, suaves y nostálgicas. Ciel continúa con sus pasos hasta que se detiene ante una ventana. Copos de nieve caen del cielo gris, fundiéndose contra la tierra del jardín, nívea e impoluta. El azul se detiene en lo blanco, puro y hermoso. Sus recuerdos, se tiñen de rojo. 𝙇𝙖 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙥𝙤𝙧 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚𝙨. 𝙏𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙖́𝙣 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙩𝙤𝙨. Una divergencia entre el recuerdo de este mismo día hace tres años. Cuando la mansión era alegre y ruidosa, los sirvientes amables y permisivos. Padre y Madre... 𝐄𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐧̃𝐨 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐡𝐨𝐫𝐫𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐯𝐢𝐝𝐚. La felicidad se empaña de rojo. La tragedia los envuelve en llamas tan ardientes como su odio. 𝐄𝐬𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞. 𝐄𝐬𝐞 𝐦𝐞𝐬. 𝐒𝐮 𝐚𝐥𝐦𝐚. Ciel cierra los ojos abruptamente, su ceño se frunce por el dolor. La angustia y la soledad se acumulan en su pecho. De repente, siente una gentil caricia recorrer su rostro. Abre los ojos con cierta confusión. Las nubes grises parecían haberse movido un poco, dejando pasar al sol y su luz, posándose suavemente sobre su rostro helado, calentándolo. Su expresión confusa se desvanece, y una suave sonrisa se dibuja en sus labios. 𝐇𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐮𝐦𝐞𝐫𝐠𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐭𝐢𝐧𝐢𝐞𝐛𝐥𝐚𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐚 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐯𝐞𝐫 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝. Descansó la mano izquierda sobre el cristal mojado y helado. Se acercó más a la ventana, y mirando hacia lo alto del cielo gris con atisbos de luz, su sonrisa se ensancha de alegría. —Feliz cumpleaños a ti también. En esta misma ventana, él pasaba los días observando a Ciel. 𝐔𝐧𝐨 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐳. 𝐎𝐭𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝. Por este instante, siente que están juntos, y que su conexión todavía existe.
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  • El frío de la mañana era palpable sobre la piel de cualquiera, sin embargo ella ardía. La noche anterior la luna había estado casi llena y la magia corría fuerte y violenta dentro de sus venas.

    Habia entrenado desde antes del alba en el bosque luchando con criaturas oscuras buscando apasiguar la fuerza y desesperación que toda la magia le hacía sentír.

    Tenía meses sin el sello impuesto en ella, el control sobre sus habilidades mágicas había vuelto, sin embargo jamás pensó que el poder seguiría creciendo con cada luna llena, era impresionante y agobiante en partes iguales.

    -Bereas, mi fiel compañero y mensajero. Me alegra ver qué estás bien.

    Con los primeros rayos de sol ella había vuelto a la mansión Selene, olía a carbón y sal negra. Saco a Boreas para que estirará las alas libremente mientras ella lo miraba. El ave se había vuelto un familiar por completo ahora que ella tenía su magia de vuelta y el vínculo de sus almas se había completado.

    Notó la presencia entre los árboles, no se preocupo pues, en el estado que se encontraba podría contra cualquier ser incluídos los soldados de las legiones sagradas del reino Fae.

    -Quien eres...?
    El frío de la mañana era palpable sobre la piel de cualquiera, sin embargo ella ardía. La noche anterior la luna había estado casi llena y la magia corría fuerte y violenta dentro de sus venas. Habia entrenado desde antes del alba en el bosque luchando con criaturas oscuras buscando apasiguar la fuerza y desesperación que toda la magia le hacía sentír. Tenía meses sin el sello impuesto en ella, el control sobre sus habilidades mágicas había vuelto, sin embargo jamás pensó que el poder seguiría creciendo con cada luna llena, era impresionante y agobiante en partes iguales. -Bereas, mi fiel compañero y mensajero. Me alegra ver qué estás bien. Con los primeros rayos de sol ella había vuelto a la mansión Selene, olía a carbón y sal negra. Saco a Boreas para que estirará las alas libremente mientras ella lo miraba. El ave se había vuelto un familiar por completo ahora que ella tenía su magia de vuelta y el vínculo de sus almas se había completado. Notó la presencia entre los árboles, no se preocupo pues, en el estado que se encontraba podría contra cualquier ser incluídos los soldados de las legiones sagradas del reino Fae. -Quien eres...?
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  • 𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 #𝟏 𝐝𝐞 "𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐟𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬."

    𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐣𝐨 𝐯𝐚𝐜𝐢́𝐨.

    En una mansión olvidada, donde los corredores susurraban secretos a la luz de las velas, vivía una joven llamada Isolde. No tenía familia, solo un viejo espejo heredado que colgaba en el salón principal. Era un espejo peculiar, pues no reflejaba nada. Solo mostraba un vacío oscuro, como si su cristal mirara a un mundo distinto al nuestro.

    A pesar de su extraña naturaleza, Isolde adoraba el espejo. Se sentaba frente a él durante horas, susurrándole sueños y deseos. “Si pudiera verte reflejarme,” decía, “quizás no me sentiría tan sola.”

    Una noche, mientras las estrellas brillaban con un fulgor inusual, el espejo respondió. Primero fue un parpadeo, un brillo efímero en su superficie. Luego, una figura apareció. Era Isolde... pero no era ella. La imagen era un reflejo distorsionado, con ojos que carecían de vida y una sonrisa que no llegaba a su alma.

    La voz de la imagen resonó en la habitación, suave como el terciopelo y fría como el mármol. “No estás sola, Isolde. Yo soy tú, y juntos podemos llenar este vacío.”

    La joven, aterrada pero fascinada, extendió la mano hacia el cristal. En el instante en que sus dedos tocaron la superficie, el reflejo la tomó de la muñeca y tiró con fuerza. Isolde fue arrastrada al otro lado, dejando solo el vacío detrás.

    Ahora, dicen que si encuentras un espejo que no refleja tu imagen, no te acerques demasiado. En la oscuridad, podría aparecer Isolde... o aquello en lo que se convirtió.
    𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 #𝟏 𝐝𝐞 "𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐟𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬." 𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐣𝐨 𝐯𝐚𝐜𝐢́𝐨. En una mansión olvidada, donde los corredores susurraban secretos a la luz de las velas, vivía una joven llamada Isolde. No tenía familia, solo un viejo espejo heredado que colgaba en el salón principal. Era un espejo peculiar, pues no reflejaba nada. Solo mostraba un vacío oscuro, como si su cristal mirara a un mundo distinto al nuestro. A pesar de su extraña naturaleza, Isolde adoraba el espejo. Se sentaba frente a él durante horas, susurrándole sueños y deseos. “Si pudiera verte reflejarme,” decía, “quizás no me sentiría tan sola.” Una noche, mientras las estrellas brillaban con un fulgor inusual, el espejo respondió. Primero fue un parpadeo, un brillo efímero en su superficie. Luego, una figura apareció. Era Isolde... pero no era ella. La imagen era un reflejo distorsionado, con ojos que carecían de vida y una sonrisa que no llegaba a su alma. La voz de la imagen resonó en la habitación, suave como el terciopelo y fría como el mármol. “No estás sola, Isolde. Yo soy tú, y juntos podemos llenar este vacío.” La joven, aterrada pero fascinada, extendió la mano hacia el cristal. En el instante en que sus dedos tocaron la superficie, el reflejo la tomó de la muñeca y tiró con fuerza. Isolde fue arrastrada al otro lado, dejando solo el vacío detrás. Ahora, dicen que si encuentras un espejo que no refleja tu imagen, no te acerques demasiado. En la oscuridad, podría aparecer Isolde... o aquello en lo que se convirtió.
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  • Justo en la enorme puerta de esa gran y lujosa mansión, que no era para nada moderna.
    —¿Vas a pasar? ¿O solo te quedarás admirandome? — Preguntó Alissa con un toque burlón, era la primera vez que tenía invitados que vinieran por ella y no los aburridos vampiros anticuados amigos de sus padres.
    Justo en la enorme puerta de esa gran y lujosa mansión, que no era para nada moderna. —¿Vas a pasar? ¿O solo te quedarás admirandome? — Preguntó Alissa con un toque burlón, era la primera vez que tenía invitados que vinieran por ella y no los aburridos vampiros anticuados amigos de sus padres.
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  • “ 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮 … ¿𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫í𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐭𝐞? ”







    Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última.

    No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas.

    En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar.

    Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile.

    Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros.

    Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar.

    —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo.

    El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final.

    Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba.

    Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios.
    La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo.

    . . .

    El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape.


    Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo.

    Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?"

    Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho.

    — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose.

    Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante.

    — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió.

    Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos.

    — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado.

    Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco.

    — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir.

    Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse.

    . . .

    La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar.

    Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones.

    — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección.

    Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual.

    — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos.

    Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.

    “ 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮 … ¿𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫í𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐭𝐞? ” Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última. No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas. En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar. Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile. Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros. Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar. —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo. El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final. Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba. Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios. La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo. . . . El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape. Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo. Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?" Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho. — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose. Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante. — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió. Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos. — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado. Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco. — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir. Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse. . . . La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar. Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones. — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección. Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual. — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos. Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.
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  • Nuevamente las pesadillas han vuelto a su mente, las cuales no la dejan descansar. Aun menos ahora tras el incidente en la Mansión, viendo nuevamente todas esas muertes y la desaparición de Kiev. Esto no puede estar pasando, no nuevamente. Otra vez, ella ha quedado como superviviente. ¿Y si los asesinos de su familia habían vuelto? ¿La estarían buscando? ¿ Querían terminar con las personas que le importaban? Todas esas cosas pasaban por su mente. la policía no iba a hacer nada nuevamente. Obligándola a despertarse de golpe, dando un grito.

    -Kiev me recuerda tanto a mi hermano....- Susurra en su cama sujetando las sábanas de su cama. Cubierta de sudor y temblando por el miedo a todo. Sintiéndose insegura y débil. Notando como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, recorriendo sus mejillas.
    Nuevamente las pesadillas han vuelto a su mente, las cuales no la dejan descansar. Aun menos ahora tras el incidente en la Mansión, viendo nuevamente todas esas muertes y la desaparición de Kiev. Esto no puede estar pasando, no nuevamente. Otra vez, ella ha quedado como superviviente. ¿Y si los asesinos de su familia habían vuelto? ¿La estarían buscando? ¿ Querían terminar con las personas que le importaban? Todas esas cosas pasaban por su mente. la policía no iba a hacer nada nuevamente. Obligándola a despertarse de golpe, dando un grito. -Kiev me recuerda tanto a mi hermano....- Susurra en su cama sujetando las sábanas de su cama. Cubierta de sudor y temblando por el miedo a todo. Sintiéndose insegura y débil. Notando como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, recorriendo sus mejillas.
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