𝑹𝑬𝑻𝑼𝑹𝑵𝑰𝑵𝑮 𝑻𝑶 𝑯𝑶𝑮𝑾𝑨𝑹𝑻𝑺
Fandom Harry Potter
Categoría Acción
Últimamente la mansión de los Malfoy parecía haberse convertido en un hotel de tantas visitas e invitados que tenían. Los únicos rostros conocidos qué Draco había visto durante el verano eran los de sus amigos y el de los padres de sus amigos.
El resto de los invitados eran conocidos de sus padres, sobre todo de Lucius quien solía mantenerlo alejado de la sala principal de la casa cuando se reunían allí. Nunca se lo había pedido directamente, pero hacia todo lo posible para evitar que estuviera presente cuando ocurrian, incluso le compro una escoba nueva a él y a sus amigos para que se pasaran el día entero practicando y jugando quidditch lejos de la mansión.
Al principio no le dio importancia, como hijo único, recibir atención y una extensa variedad de regalos era algo normal. Lo habían acostumbrado a eso y era lo que creía hasta que la noche previa a su regreso a clases encontro a un par de elfos domésticos hablando en un corredor sobre lo crueles que eran los magos de rostro plateado que estaban de visita esa noche, fue todo lo que pudo oír porque al acercarse fingieron estar hablando de otra cosa, tampoco le parecio sensato interrogarlos, podría meterse el problemas con su padre solo por dirigirle la palabra a la servidumbre.
Sin embargo, esa misma noche no pudo dormir. No era imbécil pero se sintió como uno al entender, algo tarde, lo que ocurria en su casa. Los elfos habían hecho una descripción muy boba pero los había entendido, antes de que lo vieran llegar habían estado hablando sobre mortifagos que mientras él trataba de dormir, ellos estaban en la sala. Lucius le había dicho que pronto llegaría el momento en el que sería invitado a esas reuniones y que el señor tenebroso estaba ansioso por conocerlo.
Draco esperaba que ese momento no llegase nunca, no quería ser parte de lo que fuera que estaban tramando pero su voluntad y palabra nunca habían tenido peso en su hogar. No supo en que momento amanecio o si llego a dormir si quiera que apenas tuvo tiempo de organizar su día.
Un par de horas después estaba saludando a su madre en la puerta de la mansión, resignandose a que su padre no iba a despedirse de él.
──Me asegurare de que tu padre te escriba cuando tenga un descanso── Le dijo ella mientras que los elfos cargaban las pesadas maletas por la escalinata de la entrada. El menor de los Malfoy sabía que eso no iba a suceder, pero no dijo nada, solo asintió para contentar a su madre y se despidió de ella con un fugaz beso en la mejilla.
Lo único que le agradaba de regresar a Hogwarts era la oportunidad de "huir" de su hogar, aunque eso no le aseguraba que tuviera mejor suerte que en aquel lugar. Le basto con poner un pie dentro del tren para que Blaise Zabini se le acercara corriendo con la el rostro tan desencajado que parecía haber visto el fantasma del mismísimo Salazar Slytherin.
──Crei que no vendrías. Pensé que ibas a pedirle a tu padre que hablara con Dumbledore... ── Se lo veía inquieto, incómodo, como si no supiera como decir lo que tenia en mente. ──Es que acabo de pasar por el vagon, allí estan todos y en vistas de que has llegado sobre la hora, te asignaron con ella. Es obvio que nadie quiere soportarla todo el camino, ni siquiera la comadreja, creo que discutieron antes pero no estoy seguro ── Zabini hablaba sin parar, apenas respiraba lo suficiente para no desmayarse por la falta de oxígeno.
Impaciente por no comprenderlo del todo, Draco lo tomo por los hombros y lo sacudió una sola vez para hacerlo callar.
──¿De que diablos estas hablando? ¿Por que mi padre tendría que hablar con el lunático de Dumbledore? ── Los ojos grises del Slytherin buscaban una respuesta a todo ese parloteo pero lo único que veían era una mezcla entre asombro y desagrado. Los alumnos que subían tenían que esquivarlos, estaban ocupando el centro del corredor principal, cerca de los primeros vagones aunque aun faltaban los de primero que eran los últimos en subir.
──Te lo dije, tienen que cambiar de lechuza y lamento ser quien te lo diga, pero te nombraron prefecto y por si eso no fuera suficiente castigo, tienes que compartir uno de los vagones para prefectos con la sangre sucia── Lo último lo dijo en voz baja, lo que menos necesitaban en ese momento era empezar el año con algún llamado de atención.
Malfoy se tomo un momento para procesar que lo había oído y sin más, soltó a su amigo con un empujón para quitarlo de su camino. Avanzó con su equipaje de mano por el corredor, esquivando a otros estudiantes y mirando hacia el interior de cada vagon para dar con el que le correspondía. Era uno de los últimos, un vagón especial para prefectos y el único que no tenía la cortinilla baja en el cristal de la puerta.
Se detuvo un instante a observar a través del cristal. Sentada a un lado de la ventanilla estaba Hermione, con su clásico cabello alborotado aunque no tanto como años anteriores, y a su lado estaba ese gato naranja que la seguía a todas partes y que al verlo, le bufo enseñado los colmillos.
Entró sin mucho ánimo, cerrando la puerta tras de si y bajando la cortina. Suponía que iba a tener que ponerse al tanto de lo que habían hablado en la reunión con los Premios Anuales y que iba a tener que esperar a llegar al colegio para exigir cualquier cambio.
──Sé que te la dieron a ti. Entregame la estúpida insignia y se breve con lo que tengas que decirme, Granger ── Extendió la palma de la mano en su dirección, pero antes de que pudiera recibir cualquier cosa Crookshanks, el gato mitad kneazle trato de arañarle la mano. El slytherin lo esquivo por poco, de no ser por sus reflejos como buscador en el equipo de quidditch, estaría lamentando una herida.
──Y controla a tu bola de pelos deforme o lo voy convertir en una exótica alfombra para el baño de prefectos.
Hermione Granger
El resto de los invitados eran conocidos de sus padres, sobre todo de Lucius quien solía mantenerlo alejado de la sala principal de la casa cuando se reunían allí. Nunca se lo había pedido directamente, pero hacia todo lo posible para evitar que estuviera presente cuando ocurrian, incluso le compro una escoba nueva a él y a sus amigos para que se pasaran el día entero practicando y jugando quidditch lejos de la mansión.
Al principio no le dio importancia, como hijo único, recibir atención y una extensa variedad de regalos era algo normal. Lo habían acostumbrado a eso y era lo que creía hasta que la noche previa a su regreso a clases encontro a un par de elfos domésticos hablando en un corredor sobre lo crueles que eran los magos de rostro plateado que estaban de visita esa noche, fue todo lo que pudo oír porque al acercarse fingieron estar hablando de otra cosa, tampoco le parecio sensato interrogarlos, podría meterse el problemas con su padre solo por dirigirle la palabra a la servidumbre.
Sin embargo, esa misma noche no pudo dormir. No era imbécil pero se sintió como uno al entender, algo tarde, lo que ocurria en su casa. Los elfos habían hecho una descripción muy boba pero los había entendido, antes de que lo vieran llegar habían estado hablando sobre mortifagos que mientras él trataba de dormir, ellos estaban en la sala. Lucius le había dicho que pronto llegaría el momento en el que sería invitado a esas reuniones y que el señor tenebroso estaba ansioso por conocerlo.
Draco esperaba que ese momento no llegase nunca, no quería ser parte de lo que fuera que estaban tramando pero su voluntad y palabra nunca habían tenido peso en su hogar. No supo en que momento amanecio o si llego a dormir si quiera que apenas tuvo tiempo de organizar su día.
Un par de horas después estaba saludando a su madre en la puerta de la mansión, resignandose a que su padre no iba a despedirse de él.
──Me asegurare de que tu padre te escriba cuando tenga un descanso── Le dijo ella mientras que los elfos cargaban las pesadas maletas por la escalinata de la entrada. El menor de los Malfoy sabía que eso no iba a suceder, pero no dijo nada, solo asintió para contentar a su madre y se despidió de ella con un fugaz beso en la mejilla.
Lo único que le agradaba de regresar a Hogwarts era la oportunidad de "huir" de su hogar, aunque eso no le aseguraba que tuviera mejor suerte que en aquel lugar. Le basto con poner un pie dentro del tren para que Blaise Zabini se le acercara corriendo con la el rostro tan desencajado que parecía haber visto el fantasma del mismísimo Salazar Slytherin.
──Crei que no vendrías. Pensé que ibas a pedirle a tu padre que hablara con Dumbledore... ── Se lo veía inquieto, incómodo, como si no supiera como decir lo que tenia en mente. ──Es que acabo de pasar por el vagon, allí estan todos y en vistas de que has llegado sobre la hora, te asignaron con ella. Es obvio que nadie quiere soportarla todo el camino, ni siquiera la comadreja, creo que discutieron antes pero no estoy seguro ── Zabini hablaba sin parar, apenas respiraba lo suficiente para no desmayarse por la falta de oxígeno.
Impaciente por no comprenderlo del todo, Draco lo tomo por los hombros y lo sacudió una sola vez para hacerlo callar.
──¿De que diablos estas hablando? ¿Por que mi padre tendría que hablar con el lunático de Dumbledore? ── Los ojos grises del Slytherin buscaban una respuesta a todo ese parloteo pero lo único que veían era una mezcla entre asombro y desagrado. Los alumnos que subían tenían que esquivarlos, estaban ocupando el centro del corredor principal, cerca de los primeros vagones aunque aun faltaban los de primero que eran los últimos en subir.
──Te lo dije, tienen que cambiar de lechuza y lamento ser quien te lo diga, pero te nombraron prefecto y por si eso no fuera suficiente castigo, tienes que compartir uno de los vagones para prefectos con la sangre sucia── Lo último lo dijo en voz baja, lo que menos necesitaban en ese momento era empezar el año con algún llamado de atención.
Malfoy se tomo un momento para procesar que lo había oído y sin más, soltó a su amigo con un empujón para quitarlo de su camino. Avanzó con su equipaje de mano por el corredor, esquivando a otros estudiantes y mirando hacia el interior de cada vagon para dar con el que le correspondía. Era uno de los últimos, un vagón especial para prefectos y el único que no tenía la cortinilla baja en el cristal de la puerta.
Se detuvo un instante a observar a través del cristal. Sentada a un lado de la ventanilla estaba Hermione, con su clásico cabello alborotado aunque no tanto como años anteriores, y a su lado estaba ese gato naranja que la seguía a todas partes y que al verlo, le bufo enseñado los colmillos.
Entró sin mucho ánimo, cerrando la puerta tras de si y bajando la cortina. Suponía que iba a tener que ponerse al tanto de lo que habían hablado en la reunión con los Premios Anuales y que iba a tener que esperar a llegar al colegio para exigir cualquier cambio.
──Sé que te la dieron a ti. Entregame la estúpida insignia y se breve con lo que tengas que decirme, Granger ── Extendió la palma de la mano en su dirección, pero antes de que pudiera recibir cualquier cosa Crookshanks, el gato mitad kneazle trato de arañarle la mano. El slytherin lo esquivo por poco, de no ser por sus reflejos como buscador en el equipo de quidditch, estaría lamentando una herida.
──Y controla a tu bola de pelos deforme o lo voy convertir en una exótica alfombra para el baño de prefectos.
Hermione Granger
Últimamente la mansión de los Malfoy parecía haberse convertido en un hotel de tantas visitas e invitados que tenían. Los únicos rostros conocidos qué Draco había visto durante el verano eran los de sus amigos y el de los padres de sus amigos.
El resto de los invitados eran conocidos de sus padres, sobre todo de Lucius quien solía mantenerlo alejado de la sala principal de la casa cuando se reunían allí. Nunca se lo había pedido directamente, pero hacia todo lo posible para evitar que estuviera presente cuando ocurrian, incluso le compro una escoba nueva a él y a sus amigos para que se pasaran el día entero practicando y jugando quidditch lejos de la mansión.
Al principio no le dio importancia, como hijo único, recibir atención y una extensa variedad de regalos era algo normal. Lo habían acostumbrado a eso y era lo que creía hasta que la noche previa a su regreso a clases encontro a un par de elfos domésticos hablando en un corredor sobre lo crueles que eran los magos de rostro plateado que estaban de visita esa noche, fue todo lo que pudo oír porque al acercarse fingieron estar hablando de otra cosa, tampoco le parecio sensato interrogarlos, podría meterse el problemas con su padre solo por dirigirle la palabra a la servidumbre.
Sin embargo, esa misma noche no pudo dormir. No era imbécil pero se sintió como uno al entender, algo tarde, lo que ocurria en su casa. Los elfos habían hecho una descripción muy boba pero los había entendido, antes de que lo vieran llegar habían estado hablando sobre mortifagos que mientras él trataba de dormir, ellos estaban en la sala. Lucius le había dicho que pronto llegaría el momento en el que sería invitado a esas reuniones y que el señor tenebroso estaba ansioso por conocerlo.
Draco esperaba que ese momento no llegase nunca, no quería ser parte de lo que fuera que estaban tramando pero su voluntad y palabra nunca habían tenido peso en su hogar. No supo en que momento amanecio o si llego a dormir si quiera que apenas tuvo tiempo de organizar su día.
Un par de horas después estaba saludando a su madre en la puerta de la mansión, resignandose a que su padre no iba a despedirse de él.
──Me asegurare de que tu padre te escriba cuando tenga un descanso── Le dijo ella mientras que los elfos cargaban las pesadas maletas por la escalinata de la entrada. El menor de los Malfoy sabía que eso no iba a suceder, pero no dijo nada, solo asintió para contentar a su madre y se despidió de ella con un fugaz beso en la mejilla.
Lo único que le agradaba de regresar a Hogwarts era la oportunidad de "huir" de su hogar, aunque eso no le aseguraba que tuviera mejor suerte que en aquel lugar. Le basto con poner un pie dentro del tren para que Blaise Zabini se le acercara corriendo con la el rostro tan desencajado que parecía haber visto el fantasma del mismísimo Salazar Slytherin.
──Crei que no vendrías. Pensé que ibas a pedirle a tu padre que hablara con Dumbledore... ── Se lo veía inquieto, incómodo, como si no supiera como decir lo que tenia en mente. ──Es que acabo de pasar por el vagon, allí estan todos y en vistas de que has llegado sobre la hora, te asignaron con ella. Es obvio que nadie quiere soportarla todo el camino, ni siquiera la comadreja, creo que discutieron antes pero no estoy seguro ── Zabini hablaba sin parar, apenas respiraba lo suficiente para no desmayarse por la falta de oxígeno.
Impaciente por no comprenderlo del todo, Draco lo tomo por los hombros y lo sacudió una sola vez para hacerlo callar.
──¿De que diablos estas hablando? ¿Por que mi padre tendría que hablar con el lunático de Dumbledore? ── Los ojos grises del Slytherin buscaban una respuesta a todo ese parloteo pero lo único que veían era una mezcla entre asombro y desagrado. Los alumnos que subían tenían que esquivarlos, estaban ocupando el centro del corredor principal, cerca de los primeros vagones aunque aun faltaban los de primero que eran los últimos en subir.
──Te lo dije, tienen que cambiar de lechuza y lamento ser quien te lo diga, pero te nombraron prefecto y por si eso no fuera suficiente castigo, tienes que compartir uno de los vagones para prefectos con la sangre sucia── Lo último lo dijo en voz baja, lo que menos necesitaban en ese momento era empezar el año con algún llamado de atención.
Malfoy se tomo un momento para procesar que lo había oído y sin más, soltó a su amigo con un empujón para quitarlo de su camino. Avanzó con su equipaje de mano por el corredor, esquivando a otros estudiantes y mirando hacia el interior de cada vagon para dar con el que le correspondía. Era uno de los últimos, un vagón especial para prefectos y el único que no tenía la cortinilla baja en el cristal de la puerta.
Se detuvo un instante a observar a través del cristal. Sentada a un lado de la ventanilla estaba Hermione, con su clásico cabello alborotado aunque no tanto como años anteriores, y a su lado estaba ese gato naranja que la seguía a todas partes y que al verlo, le bufo enseñado los colmillos.
Entró sin mucho ánimo, cerrando la puerta tras de si y bajando la cortina. Suponía que iba a tener que ponerse al tanto de lo que habían hablado en la reunión con los Premios Anuales y que iba a tener que esperar a llegar al colegio para exigir cualquier cambio.
──Sé que te la dieron a ti. Entregame la estúpida insignia y se breve con lo que tengas que decirme, Granger ── Extendió la palma de la mano en su dirección, pero antes de que pudiera recibir cualquier cosa Crookshanks, el gato mitad kneazle trato de arañarle la mano. El slytherin lo esquivo por poco, de no ser por sus reflejos como buscador en el equipo de quidditch, estaría lamentando una herida.
──Y controla a tu bola de pelos deforme o lo voy convertir en una exótica alfombra para el baño de prefectos.
[cozygryffindor93]
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