• ╭────༺♡༻────╮
    ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖.
    ╰────༺♡༻────╯

    El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros.

    A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos.

    —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.—
    Entonó Alexander, alzando la daga.

    El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar.

    Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial

    Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida.

    —No saben lo que han hecho.—

    La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules.

    Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo.

    Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana.

    —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. —

    Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento.

    El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas.

    Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie.

    Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes.

    Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho.

    Las fuerzas la abandonaban.

    Y entonces vio a Trevor.

    Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par.

    —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!—

    Ella escupió sangre y se rió con amargura.

    —Sabías exactamente lo que hacías.—

    Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra.

    Trevor corrió.

    Pero Kiara era más rápida, incluso herida.

    Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada.

    Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho.

    Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie.

    La masacre había terminado.

    Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche.

    Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.


    ╭────༺♡༻────╮ ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖. ╰────༺♡༻────╯ El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros. A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos. —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.— Entonó Alexander, alzando la daga. El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar. Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida. —No saben lo que han hecho.— La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules. Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo. Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana. —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. — Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento. El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas. Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie. Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes. Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho. Las fuerzas la abandonaban. Y entonces vio a Trevor. Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par. —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!— Ella escupió sangre y se rió con amargura. —Sabías exactamente lo que hacías.— Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra. Trevor corrió. Pero Kiara era más rápida, incluso herida. Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada. Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho. Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie. La masacre había terminado. Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche. Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.
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    𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐
    ╰────༺♡༻────╯

    𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣.

    La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas.
    Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella.
    —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad.
    Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia.
    —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve.
    Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico.
    Una Kitsune.
    —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella.
    Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara.
    —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños.
    Desapareció en la multitud de nobles y sombras.
    Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar.
    Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos.
    No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara.
    Alexander era el mejor postor.
    Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro.
    Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
    ╭────༺♡༻────╮ 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐 ╰────༺♡༻────╯ 𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣. La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas. Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella. —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad. Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia. —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve. Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico. Una Kitsune. —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella. Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara. —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños. Desapareció en la multitud de nobles y sombras. Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar. Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos. No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara. Alexander era el mejor postor. Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro. Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
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  • Entonces él dijo ser su padre, y Side, quien no guardaba recuerdos de su familia, sintió la punzada de la tentación, sintió la fascinación de jugar aquel juego.

    La idea de pretender ser una buena hija.
    ¿Cómo era eso?
    ¿Cómo se sentía?

    Él tomó su mano con una calidez que no le pertenecía. No para ella.

    Su tacto era firme, convincente, lleno de una autoridad que Side no reconocía, pero tampoco rechazaba.

    No apartó la mano.
    No mostró resistencia.

    Él la condujo por los largos pasillos de la inmensa mansión, caminos retorcidos, enmarañados, antinaturales. Todo en ese lugar era elegante, meticulosamente ordenado, pero afín a su naturaleza.

    La llevó hasta la biblioteca. Decenas de estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros con títulos dorados y lomos rígidos, perfectamente alineados. Un mundo de historias encerradas en palabras. Historias de otros. Historias que no eran la suya.

    Él acercó una silla, la empujó con suavidad hasta que el respaldo tocó la parte trasera de sus rodillas y la obligó a sentarse.

    — Lee —ordenó, sin mirarla, sin esperar respuesta. Y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta con un chasquido, la llave girando en la cerradura.

    Side no se movió de inmediato.
    El silencio era denso.

    Escuchó su propia respiración, tranquila, ajena a la solemnidad del momento.

    Extendió una mano hacia el libro más cercano y pasó los dedos por el lomo cubierto de polvo.

    “El deber filial y la moral familiar”.

    Ladeó la cabeza.

    ¿Era una burla?
    ¿Una lección?
    Una prueba, quizás.

    La idea de jugar a ser una buena hija la había seducido por un instante. Pero Side no era buena. No quedaba nada bueno en ella.

    Sonrió.
    Una sonrisa torcida, hueca.

    Tomó el libro, lo abrió sin mirarlo realmente y tomó la página por el extremo.

    Tiró y la página se desprendió.
    La tinta y el papel eran cosas frágiles.
    Como las mentiras.


    Entonces él dijo ser su padre, y Side, quien no guardaba recuerdos de su familia, sintió la punzada de la tentación, sintió la fascinación de jugar aquel juego. La idea de pretender ser una buena hija. ¿Cómo era eso? ¿Cómo se sentía? Él tomó su mano con una calidez que no le pertenecía. No para ella. Su tacto era firme, convincente, lleno de una autoridad que Side no reconocía, pero tampoco rechazaba. No apartó la mano. No mostró resistencia. Él la condujo por los largos pasillos de la inmensa mansión, caminos retorcidos, enmarañados, antinaturales. Todo en ese lugar era elegante, meticulosamente ordenado, pero afín a su naturaleza. La llevó hasta la biblioteca. Decenas de estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros con títulos dorados y lomos rígidos, perfectamente alineados. Un mundo de historias encerradas en palabras. Historias de otros. Historias que no eran la suya. Él acercó una silla, la empujó con suavidad hasta que el respaldo tocó la parte trasera de sus rodillas y la obligó a sentarse. — Lee —ordenó, sin mirarla, sin esperar respuesta. Y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta con un chasquido, la llave girando en la cerradura. Side no se movió de inmediato. El silencio era denso. Escuchó su propia respiración, tranquila, ajena a la solemnidad del momento. Extendió una mano hacia el libro más cercano y pasó los dedos por el lomo cubierto de polvo. “El deber filial y la moral familiar”. Ladeó la cabeza. ¿Era una burla? ¿Una lección? Una prueba, quizás. La idea de jugar a ser una buena hija la había seducido por un instante. Pero Side no era buena. No quedaba nada bueno en ella. Sonrió. Una sonrisa torcida, hueca. Tomó el libro, lo abrió sin mirarlo realmente y tomó la página por el extremo. Tiró y la página se desprendió. La tinta y el papel eran cosas frágiles. Como las mentiras.
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  • Mínimo no reaccionó a la presencia del demonio Sebastián, sabría que estaría indagando alrededor de la mansión.

    Sigue jugueteando con el pétalo de una rosa blanca entre sus dedos sin arrancarla.
    Mínimo no reaccionó a la presencia del demonio Sebastián, sabría que estaría indagando alrededor de la mansión. Sigue jugueteando con el pétalo de una rosa blanca entre sus dedos sin arrancarla.
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  • [ . Ты был отцом, которого у меня не было.]

    Es uno de esos días en que los recuerdos te dejan sin aire, que empiezan a consumir cada célula de tu cuerpo hasta parecer que todo se ha vuelto como polvo.

    Recuerdo mi primera extracción de un trabajo. Yuri estaba desquiciado. No sabía si me mataría o me haría pagar mi desastre con el peor de los castigos. Cuando llegó, caminó por el pasillo y no hizo más que cargarme y disparar limpiamente maldiciendo en ruso.

    -Me despertaste de la siesta-me dijo susurrándome. Temblaba, el corte en el muslo y los golpes me dolían. -No esperaba que me interceptaran tan pronto, por eso di el alerta cuando me di cuenta. Discúlpeme señor, no volverá a ocurrir. -

    Dio la vuelta y caminó hacia el auto blindado, estacionado afuera. No me dijo una palabra. El chofer encendió el montor y volví a la mansión. -Debe importarle mucho al Señor Yuri, señorita Irina. No es de ponerse nervioso y se lo veía bastante impaciente por llegar. - En ese momento, sonreí y caí rendida en el asiento. No recuerdo mucho más de ese momento. Solo su voz, como una caja musical situada a lo lejos.

    Al despertar, la enfermera vino apurada, deteniendo mis movimientos. -Señorita, el señor Yuri pidió que descanse. - me dijo rápidamente. -Lo siento, enfermera, necesito verlo. -Fue ahí que lo escuché detrás mío. Involuntariamente, giré y tomé su chaleco hundiéndome en su pecho.-Perdón.. lo siento, tanto... No quiero irme. Entiendo que querrá despedirme, pero prometo hacerlo bien.. No qui- me silenció levantándome la cabeza hacia él-Niña, quién dijo que voy a echarte? Han sido días difíciles, debes descansar. -

    Nunca esperé que se comporte casi como un padre. Ahí empezó a demostrarme que él quería volverse eso para mí. Algo que nunca tuve, pero que en sueños y, entre juegos, podía ser. Algo que hoy no tengo, que añoro y atesoro como una memoria ajena.
    [ . Ты был отцом, которого у меня не было.] Es uno de esos días en que los recuerdos te dejan sin aire, que empiezan a consumir cada célula de tu cuerpo hasta parecer que todo se ha vuelto como polvo. Recuerdo mi primera extracción de un trabajo. Yuri estaba desquiciado. No sabía si me mataría o me haría pagar mi desastre con el peor de los castigos. Cuando llegó, caminó por el pasillo y no hizo más que cargarme y disparar limpiamente maldiciendo en ruso. -Me despertaste de la siesta-me dijo susurrándome. Temblaba, el corte en el muslo y los golpes me dolían. -No esperaba que me interceptaran tan pronto, por eso di el alerta cuando me di cuenta. Discúlpeme señor, no volverá a ocurrir. - Dio la vuelta y caminó hacia el auto blindado, estacionado afuera. No me dijo una palabra. El chofer encendió el montor y volví a la mansión. -Debe importarle mucho al Señor Yuri, señorita Irina. No es de ponerse nervioso y se lo veía bastante impaciente por llegar. - En ese momento, sonreí y caí rendida en el asiento. No recuerdo mucho más de ese momento. Solo su voz, como una caja musical situada a lo lejos. Al despertar, la enfermera vino apurada, deteniendo mis movimientos. -Señorita, el señor Yuri pidió que descanse. - me dijo rápidamente. -Lo siento, enfermera, necesito verlo. -Fue ahí que lo escuché detrás mío. Involuntariamente, giré y tomé su chaleco hundiéndome en su pecho.-Perdón.. lo siento, tanto... No quiero irme. Entiendo que querrá despedirme, pero prometo hacerlo bien.. No qui- me silenció levantándome la cabeza hacia él-Niña, quién dijo que voy a echarte? Han sido días difíciles, debes descansar. - Nunca esperé que se comporte casi como un padre. Ahí empezó a demostrarme que él quería volverse eso para mí. Algo que nunca tuve, pero que en sueños y, entre juegos, podía ser. Algo que hoy no tengo, que añoro y atesoro como una memoria ajena.
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  • Buenos días comienza otro dramático día en la mansión Gunningworth
    Buenos días comienza otro dramático día en la mansión Gunningworth
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  • Claire Novak llevaba años en el negocio de la caza, pero esta vez el caso exigía algo más que balas de plata y agua bendita: necesitaba una fachada perfecta. La mansión Hillcrest, situada en lo alto de una colina en San Francisco, había sido escenario de cinco muertes inexplicables en el último año. El espíritu que habitaba allí no era del tipo que se enfrentaba directamente, sino uno que acechaba en las sombras, esperando el momento de atacar.

    Para acercarse sin levantar sospechas, Claire se reinventó como Helena Monroe, una inversora de bienes raíces con una fortuna hecha a base de comprar y vender propiedades de lujo. Con un guardarropa impecable y una presencia imponente, Helena llegó a la mansión bajo el pretexto de estar interesada en adquirirla. Su llegada fue recibida por el agente inmobiliario y el ama de llaves, quienes, sin saberlo, serían sus primeras fuentes de información.

    #SeductiveSunday
    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Claire Novak llevaba años en el negocio de la caza, pero esta vez el caso exigía algo más que balas de plata y agua bendita: necesitaba una fachada perfecta. La mansión Hillcrest, situada en lo alto de una colina en San Francisco, había sido escenario de cinco muertes inexplicables en el último año. El espíritu que habitaba allí no era del tipo que se enfrentaba directamente, sino uno que acechaba en las sombras, esperando el momento de atacar. Para acercarse sin levantar sospechas, Claire se reinventó como Helena Monroe, una inversora de bienes raíces con una fortuna hecha a base de comprar y vender propiedades de lujo. Con un guardarropa impecable y una presencia imponente, Helena llegó a la mansión bajo el pretexto de estar interesada en adquirirla. Su llegada fue recibida por el agente inmobiliario y el ama de llaves, quienes, sin saberlo, serían sus primeras fuentes de información. #SeductiveSunday #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • La mansión estaba en completo silencio, excepto por el eco de los pasos apresurados de un sirviente que intentaba escapar. Su respiración entrecortada dejaba claro su pánico, pero sabía que no podía huir.

    —¿A dónde crees que vas? —la voz de Aiko resonó en el pasillo como un dulce veneno.

    El hombre se detuvo en seco y giró lentamente. Aiko estaba de pie junto a la ventana, bañada por la luz de la luna. Su vestido rojo abrazaba su figura con una elegancia letal, y su mirada carmesí brillaba con furia contenida. Sus labios estaban fruncidos en un puchero adorable, pero la amenaza en sus ojos era inconfundible.

    —¿De verdad pensaste que podías mentirme, Kazuki? —preguntó, dando un paso adelante.

    —M-mi lady… No fue mi intención… —balbuceó el sirviente, temblando.

    Aiko inclinó la cabeza, sus largos mechones dorados cayendo sobre su hombro. Parecía una muñeca perfecta, pero la tensión en su mandíbula delataba su enojo.

    —Dijiste que habías traído mi copa de vino… pero esta estaba vacía. —Sus labios se curvaron en una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Acaso querías verme de mal humor?

    Kazuki cayó de rodillas. —¡No, por favor! Fue un error, no me di cuenta…

    Aiko suspiró dramáticamente y cruzó los brazos bajo su pecho. —Qué problema… Tendré que castigarte, pero no te preocupes, seré tierna…

    Antes de que el sirviente pudiera reaccionar, Aiko ya estaba a su lado, sujetándolo con delicadeza por la barbilla. Sus labios rozaron su cuello, y una risa suave escapó de ella.

    —No te preocupes, solo tomaré un poco… —susurró, justo antes de clavar sus colmillos con una dulzura que contrastaba con su ferocidad.

    La mansión estaba en completo silencio, excepto por el eco de los pasos apresurados de un sirviente que intentaba escapar. Su respiración entrecortada dejaba claro su pánico, pero sabía que no podía huir. —¿A dónde crees que vas? —la voz de Aiko resonó en el pasillo como un dulce veneno. El hombre se detuvo en seco y giró lentamente. Aiko estaba de pie junto a la ventana, bañada por la luz de la luna. Su vestido rojo abrazaba su figura con una elegancia letal, y su mirada carmesí brillaba con furia contenida. Sus labios estaban fruncidos en un puchero adorable, pero la amenaza en sus ojos era inconfundible. —¿De verdad pensaste que podías mentirme, Kazuki? —preguntó, dando un paso adelante. —M-mi lady… No fue mi intención… —balbuceó el sirviente, temblando. Aiko inclinó la cabeza, sus largos mechones dorados cayendo sobre su hombro. Parecía una muñeca perfecta, pero la tensión en su mandíbula delataba su enojo. —Dijiste que habías traído mi copa de vino… pero esta estaba vacía. —Sus labios se curvaron en una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Acaso querías verme de mal humor? Kazuki cayó de rodillas. —¡No, por favor! Fue un error, no me di cuenta… Aiko suspiró dramáticamente y cruzó los brazos bajo su pecho. —Qué problema… Tendré que castigarte, pero no te preocupes, seré tierna… Antes de que el sirviente pudiera reaccionar, Aiko ya estaba a su lado, sujetándolo con delicadeza por la barbilla. Sus labios rozaron su cuello, y una risa suave escapó de ella. —No te preocupes, solo tomaré un poco… —susurró, justo antes de clavar sus colmillos con una dulzura que contrastaba con su ferocidad.
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  • Si yo renunciase a este tipo de vida ¿Arreglaría algo? ¿O solo dejaría libre la mansión que ocuparía el siguiente rico psicópata? A veces pienso que estoy dispuesto a todo con tal de cambiar las cosas, que me llevaría a toda la gente de este barrio por delante.

    A toda, menos a ella.

    Menos a ella.

    Antes de que se mudase estaba aquí solo, entre gente sin corazón, a punto de perder el mío. Soy consciente de que mi alma también está podrida.

    Siempre he sido parte del problema. Tal vez pueda serlo de la solución. No todo está perdido.
    Si yo renunciase a este tipo de vida ¿Arreglaría algo? ¿O solo dejaría libre la mansión que ocuparía el siguiente rico psicópata? A veces pienso que estoy dispuesto a todo con tal de cambiar las cosas, que me llevaría a toda la gente de este barrio por delante. A toda, menos a ella. Menos a ella. Antes de que se mudase estaba aquí solo, entre gente sin corazón, a punto de perder el mío. Soy consciente de que mi alma también está podrida. Siempre he sido parte del problema. Tal vez pueda serlo de la solución. No todo está perdido.
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  • Tensión artística
    Fandom Original
    Categoría Romance
    El ambiente era abrumador, lleno de luces parpadeantes, risas y conversaciones superpuestas que creaban una sinfonía caótica de éxito y poder, aquella noche, la premiación había reunido a las estrellas más grandes de la industria, los nombres que dominaban las marquesinas y las listas de éxitos, el evento celebraba el talento, el esfuerzo y la influencia, y entre los grandes ganadores de la noche se encontraba Sun, quien había arrasado con múltiples premios gracias a su impecable actuación en su última película de acción.

    Aplausos, flashes de cámaras, felicitaciones de colegas y entrevistas llenas de halagos habían sido su realidad durante horas, ahora, la fiesta post-premiación se desarrollaba en una lujosa mansión.

    Sin embargo, Sun no era partidario de las fiestas o más bien, su tolerancia a las multitudes tenía un límite, entre los destellos de copas elevándose en brindis y el eco de risas despreocupadas, decidió buscar refugio. Deslizándose entre los invitados sin llamar demasiado la atención, llegó hasta un balcón apartado, dejando atrás el bullicio del salón principal.

    El aire fresco de la noche lo envolvió de inmediato, contrastando con el calor sofocante del interior, agradeció mentalmente haber elegido un atuendo lo suficientemente abrigado, aunque la brisa nocturna aún lograba colarse sutilmente bajo la tela, provocándole un leve escalofrío.

    Desde allí, la vista era serena, el jardín, iluminado tenuemente, la luna llena dominaba el cielo, la música de la fiesta llegaba amortiguada hasta sus oídos, como un eco lejano que poco a poco perdía relevancia en su mente.

    — Un momento de tranquilidad...

    Murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro mientras se apoyaba en el barandal de hierro forjado, sus dedos trazaron distraídamente los relieves del metal frío, como si necesitara anclar su presencia en el momento.

    Le gustaba esto, no la fiesta, no la fama, no el peso de ser siempre una figura pública… sino este preciso instante, donde nadie le exigía nada, donde podía simplemente existir sin ser observado ni analizado.




    || Buen día, en mi perfil está la ficha del personaje "Sun" este es un rol BL, Yaoi, homosexual o como lo conozca. Muchas gracias por leer.||
    El ambiente era abrumador, lleno de luces parpadeantes, risas y conversaciones superpuestas que creaban una sinfonía caótica de éxito y poder, aquella noche, la premiación había reunido a las estrellas más grandes de la industria, los nombres que dominaban las marquesinas y las listas de éxitos, el evento celebraba el talento, el esfuerzo y la influencia, y entre los grandes ganadores de la noche se encontraba Sun, quien había arrasado con múltiples premios gracias a su impecable actuación en su última película de acción. Aplausos, flashes de cámaras, felicitaciones de colegas y entrevistas llenas de halagos habían sido su realidad durante horas, ahora, la fiesta post-premiación se desarrollaba en una lujosa mansión. Sin embargo, Sun no era partidario de las fiestas o más bien, su tolerancia a las multitudes tenía un límite, entre los destellos de copas elevándose en brindis y el eco de risas despreocupadas, decidió buscar refugio. Deslizándose entre los invitados sin llamar demasiado la atención, llegó hasta un balcón apartado, dejando atrás el bullicio del salón principal. El aire fresco de la noche lo envolvió de inmediato, contrastando con el calor sofocante del interior, agradeció mentalmente haber elegido un atuendo lo suficientemente abrigado, aunque la brisa nocturna aún lograba colarse sutilmente bajo la tela, provocándole un leve escalofrío. Desde allí, la vista era serena, el jardín, iluminado tenuemente, la luna llena dominaba el cielo, la música de la fiesta llegaba amortiguada hasta sus oídos, como un eco lejano que poco a poco perdía relevancia en su mente. — Un momento de tranquilidad... Murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro mientras se apoyaba en el barandal de hierro forjado, sus dedos trazaron distraídamente los relieves del metal frío, como si necesitara anclar su presencia en el momento. Le gustaba esto, no la fiesta, no la fama, no el peso de ser siempre una figura pública… sino este preciso instante, donde nadie le exigía nada, donde podía simplemente existir sin ser observado ni analizado. || Buen día, en mi perfil está la ficha del personaje "Sun" este es un rol BL, Yaoi, homosexual o como lo conozca. Muchas gracias por leer.||
    Tipo
    Individual
    Líneas
    10
    Estado
    Disponible
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