• You fucking loser
    Redmeat deadbeat, you fucking tumor
    Can't believe I let your hands inside my bloomers
    Better count your blessings, I got humor
    Got a knife too
    I call her Tilda, bet your fucking ass that I'ma use her
    ₍^. .^₎⟆ᯓᡣ𐭩ೀ
    You fucking loser Redmeat deadbeat, you fucking tumor Can't believe I let your hands inside my bloomers Better count your blessings, I got humor Got a knife too I call her Tilda, bet your fucking ass that I'ma use her ₍^. .^₎⟆ᯓᡣ𐭩ೀ
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    Samael Hassan Abaddon
    Historia de su apellido

    El apellido Abaddon carga con un peso ancestral, pues remonta sus raíces a la sangre oscura del Rey Demonio Abaddon, señor del abismo y devorador de reinos olvidados. Durante milenios, el linaje fue perseguido, oculto bajo nombres falsos y rostros disfrazados, pues los descendientes del rey demonio eran temidos y odiados por humanos, ángeles y criaturas del inframundo.

    Los Abaddon heredaron no solo fuerza sobrehumana, sino también un vínculo espiritual con la destrucción misma. Su apellido significa “El Desolador” en lenguas arcaicas, y cada generación carga con la marca de un pacto: mantener vivo el legado del abismo o rebelarse contra él.

    El apellido fue dividido en ramas, algunos buscando redención, otros poder. Pero Samael Hassan Abaddon es el único en siglos en portar el nombre original completo, sin esconderlo. Esto lo convierte en el legítimo heredero del título de su ancestro: El Trono del Abismo.

    Descripción General:
    -Nombre completo: Samael Hassan Abaddon
    -Edad aparente: 24 años (su verdadera edad es incierta, pues su sangre demoníaca ralentiza su envejecimiento).
    -Altura: 1.87 m
    -Complexión: Atlética, marcada por músculos definidos que parecen esculpidos como mármol.
    -Cabello: Castaño oscuro, ligeramente desordenado.
    -Ojos: Gris metálico, con un brillo sobrenatural que se intensifica en momentos de ira.
    -Piel: Pálida con un leve tono cenizo, como si estuviera entre la vida y la muerte.
    -Tatuajes: Marcas tribales y demoníacas en sus brazos y pecho, símbolos de protección y poder infernal.

    Ficha Extendida
    -Nombre: Samael Hassan Abaddon
    -Alias: El Último Heredero del Abismo
    -Linaje: Descendiente directo del Rey Demonio Abaddon
    -Origen: Desconocido, criado entre templos en ruinas y ciudades olvidadas.
    -Arma predilecta: Sus propios puños y un mandoble negro llamado Erebos.
    -Objetivo: Decidir si se convertirá en el sucesor del trono infernal o romperá la maldición de su apellido.
    -Debilidades: Su humanidad. Aunque sus poderes lo hacen invencible, los sentimientos lo vuelven vulnerable.
    -Símbolo familiar: El ojo del abismo rodeado de fuego negro.

    Habilidades y Poderes
    1. Herencia del Abismo:
    Puede invocar energía oscura capaz de devorar luz y materia.
    2. Regeneración Demoníaca:
    Sus heridas sanan a gran velocidad, aunque a costa de su vitalidad.
    3. Visión del Vacío:
    Puede ver a través de las sombras, ilusiones y los corazones de los hombres.
    4. Marca de Abaddon:
    Un poder sellado en su pecho, que si libera, lo convierte en un semidemonio casi imparable.
    5. Combate físico sobrehumano:
    Su fuerza y resistencia superan por mucho a la de cualquier guerrero humano.

    🩸 Samael Hassan Abaddon 📖 Historia de su apellido El apellido Abaddon carga con un peso ancestral, pues remonta sus raíces a la sangre oscura del Rey Demonio Abaddon, señor del abismo y devorador de reinos olvidados. Durante milenios, el linaje fue perseguido, oculto bajo nombres falsos y rostros disfrazados, pues los descendientes del rey demonio eran temidos y odiados por humanos, ángeles y criaturas del inframundo. Los Abaddon heredaron no solo fuerza sobrehumana, sino también un vínculo espiritual con la destrucción misma. Su apellido significa “El Desolador” en lenguas arcaicas, y cada generación carga con la marca de un pacto: mantener vivo el legado del abismo o rebelarse contra él. El apellido fue dividido en ramas, algunos buscando redención, otros poder. Pero Samael Hassan Abaddon es el único en siglos en portar el nombre original completo, sin esconderlo. Esto lo convierte en el legítimo heredero del título de su ancestro: El Trono del Abismo. Descripción General: -Nombre completo: Samael Hassan Abaddon -Edad aparente: 24 años (su verdadera edad es incierta, pues su sangre demoníaca ralentiza su envejecimiento). -Altura: 1.87 m -Complexión: Atlética, marcada por músculos definidos que parecen esculpidos como mármol. -Cabello: Castaño oscuro, ligeramente desordenado. -Ojos: Gris metálico, con un brillo sobrenatural que se intensifica en momentos de ira. -Piel: Pálida con un leve tono cenizo, como si estuviera entre la vida y la muerte. -Tatuajes: Marcas tribales y demoníacas en sus brazos y pecho, símbolos de protección y poder infernal. 🏹 Ficha Extendida -Nombre: Samael Hassan Abaddon -Alias: El Último Heredero del Abismo -Linaje: Descendiente directo del Rey Demonio Abaddon -Origen: Desconocido, criado entre templos en ruinas y ciudades olvidadas. -Arma predilecta: Sus propios puños y un mandoble negro llamado Erebos. -Objetivo: Decidir si se convertirá en el sucesor del trono infernal o romperá la maldición de su apellido. -Debilidades: Su humanidad. Aunque sus poderes lo hacen invencible, los sentimientos lo vuelven vulnerable. -Símbolo familiar: El ojo del abismo rodeado de fuego negro. ⚔️ Habilidades y Poderes 1. Herencia del Abismo: Puede invocar energía oscura capaz de devorar luz y materia. 2. Regeneración Demoníaca: Sus heridas sanan a gran velocidad, aunque a costa de su vitalidad. 3. Visión del Vacío: Puede ver a través de las sombras, ilusiones y los corazones de los hombres. 4. Marca de Abaddon: Un poder sellado en su pecho, que si libera, lo convierte en un semidemonio casi imparable. 5. Combate físico sobrehumano: Su fuerza y resistencia superan por mucho a la de cualquier guerrero humano.
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  • Yo no sé qué he hecho para estar rodeado de serpientes. ¿Dónde están los Gryffindor?
    Yo no sé qué he hecho para estar rodeado de serpientes. ¿Dónde están los Gryffindor?
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  • -Se sentó, mirando al frente mientras estaba rodeada de oscuridad, cerro los ojos dejandose envolver por esa canción que llenaba sus sentidos y su habitación, donde solo el silencio es roto por esa melodia. -

    https://youtu.be/CwbZ9HuJxQ0?si=o4QyHtEC3UI43rD4
    -Se sentó, mirando al frente mientras estaba rodeada de oscuridad, cerro los ojos dejandose envolver por esa canción que llenaba sus sentidos y su habitación, donde solo el silencio es roto por esa melodia. - https://youtu.be/CwbZ9HuJxQ0?si=o4QyHtEC3UI43rD4
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  • Mi momento favorito, tocar la guitarra, o estar rodeado de la música, amo todo mi mundo, soy feliz conmigo mismo y con mi Noctis y Lenn
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  • La Cámara del Primer Guardián: Terra, la Manipuladora de la Forma

    La puerta se cerró tras ellos con un estruendo sordo. La cámara era inmensa, con techos tan altos que se perdían en la penumbra. El aire olía a humedad, musgo y piedra antigua. El suelo vibraba con una energía latente, como si algo debajo estuviera vivo.

    En el centro, Terra se alzaba como una estatua animada, fusionada con la tierra misma. Su cuerpo era una amalgama de roca, raíces y minerales, y su voz resonaba como un terremoto:

    —“La tierra no solo sostiene… también aplasta. ¿Están listos para ser moldeados por ella?”

    Terra alzó sus brazos, y el campo de batalla cambió. El suelo se volvió viscoso, como barro endurecido, y la gravedad aumentó abruptamente. Yukine cayó de rodillas, jadeando. Lidica intentó moverse, pero cada paso era como arrastrar una tonelada.

    —“¡Nos está manipulando físicamente! ¡La densidad de nuestros cuerpos está cambiando!” —gritó Yukine.

    Yukine intentó lanzar un hechizo de reducción de masa, pero la magia se dispersaba como si la tierra la absorbiera. Terra se reía, provocando temblores con cada carcajada.

    Lidica, con los músculos tensos, usó su fuerza interna para canalizar su agilidad. Saltó hacia una columna, pero esta se transformó en una raíz que la atrapó por el tobillo. Con esfuerzo, cortó la raíz con una daga, pero cayó pesadamente al suelo.

    —“¡No podemos confiar en el terreno! ¡Todo está vivo aquí!” —exclamó.

    Terra golpeó el suelo con sus puños, y ondas de energía se propagaron. El entorno comenzó a cambiar: las paredes se movían, el techo descendía, y el suelo se elevaba en secciones aleatorias. Era como estar dentro de un cubo de Rubik en movimiento.

    Yukine cerró los ojos, tratando de concentrarse. Pero la magia de Terra comenzaba a afectar su mente. Sentía que sus pensamientos se volvían lentos, como si estuviera atrapado en lodo mental.

    —“Está manipulando nuestra percepción… no solo el cuerpo, también la mente.” —susurró.

    Lidica comenzó a ver duplicados de Terra, moviéndose en direcciones opuestas. Cada uno parecía real. Atacó a uno, pero su daga atravesó solo aire. El verdadero Terra apareció detrás, lanzando una ola de raíces que la empujó contra la pared.

    Yukine, con esfuerzo, invocó un hechizo de claridad mental, una técnica que rara vez usaba por su alto costo energético. Su frente sangraba por el esfuerzo, pero logró estabilizar su percepción.

    —“Lidica, sincroniza conmigo. No confíes en tus ojos, confía en mi señal mágica.”

    Yukine lanzó pulsos de energía que marcaban el verdadero Terra con una tenue luz azul. Lidica, guiada por esos pulsos, comenzó a atacar con precisión quirúrgica.

    Terra, herida, se fusionó con el suelo. Todo comenzó a temblar. Golems surgieron de las paredes, cada uno con fragmentos del núcleo de Terra. Para vencerla, debían destruir todos los fragmentos simultáneamente.

    —“¡Si no lo hacemos al mismo tiempo, se regenerará!” —advirtió Yukine.

    Ambos se dividieron. Yukine voló con levitación, lanzando hechizos de compresión sobre los golems. Cada hechizo drenaba su energía vital. Su piel comenzaba a agrietarse por el esfuerzo mágico.

    Lidica, con dagas encantadas, se movía como un rayo entre los golems, esquivando golpes que podrían partirla en dos. Su respiración era entrecortada, sus brazos temblaban, pero no se detenía.

    —“¡Ahora!” —gritó Yukine.

    Ambos atacaron los núcleos al mismo tiempo. Una explosión de luz verde llenó la cámara. Terra gritó, y su cuerpo se desmoronó en polvo y raíces.

    Yukine cayó al suelo, exhausto, con la magia casi agotada. Lidica se arrodilló a su lado, con cortes en los brazos y piernas. Ambos estaban al límite.

    —“No fue solo fuerza… fue voluntad.” —dijo Yukine, con voz débil.

    —“Y confianza.” —respondió Lidica, tomando su mano.

    La puerta al siguiente desafío se abrió lentamente, iluminada por runas de fuego.

    —“El próximo guardián… será aún más despiadado.” —murmuró Yukine.
    La Cámara del Primer Guardián: Terra, la Manipuladora de la Forma La puerta se cerró tras ellos con un estruendo sordo. La cámara era inmensa, con techos tan altos que se perdían en la penumbra. El aire olía a humedad, musgo y piedra antigua. El suelo vibraba con una energía latente, como si algo debajo estuviera vivo. En el centro, Terra se alzaba como una estatua animada, fusionada con la tierra misma. Su cuerpo era una amalgama de roca, raíces y minerales, y su voz resonaba como un terremoto: —“La tierra no solo sostiene… también aplasta. ¿Están listos para ser moldeados por ella?” Terra alzó sus brazos, y el campo de batalla cambió. El suelo se volvió viscoso, como barro endurecido, y la gravedad aumentó abruptamente. Yukine cayó de rodillas, jadeando. Lidica intentó moverse, pero cada paso era como arrastrar una tonelada. —“¡Nos está manipulando físicamente! ¡La densidad de nuestros cuerpos está cambiando!” —gritó Yukine. Yukine intentó lanzar un hechizo de reducción de masa, pero la magia se dispersaba como si la tierra la absorbiera. Terra se reía, provocando temblores con cada carcajada. Lidica, con los músculos tensos, usó su fuerza interna para canalizar su agilidad. Saltó hacia una columna, pero esta se transformó en una raíz que la atrapó por el tobillo. Con esfuerzo, cortó la raíz con una daga, pero cayó pesadamente al suelo. —“¡No podemos confiar en el terreno! ¡Todo está vivo aquí!” —exclamó. Terra golpeó el suelo con sus puños, y ondas de energía se propagaron. El entorno comenzó a cambiar: las paredes se movían, el techo descendía, y el suelo se elevaba en secciones aleatorias. Era como estar dentro de un cubo de Rubik en movimiento. Yukine cerró los ojos, tratando de concentrarse. Pero la magia de Terra comenzaba a afectar su mente. Sentía que sus pensamientos se volvían lentos, como si estuviera atrapado en lodo mental. —“Está manipulando nuestra percepción… no solo el cuerpo, también la mente.” —susurró. Lidica comenzó a ver duplicados de Terra, moviéndose en direcciones opuestas. Cada uno parecía real. Atacó a uno, pero su daga atravesó solo aire. El verdadero Terra apareció detrás, lanzando una ola de raíces que la empujó contra la pared. Yukine, con esfuerzo, invocó un hechizo de claridad mental, una técnica que rara vez usaba por su alto costo energético. Su frente sangraba por el esfuerzo, pero logró estabilizar su percepción. —“Lidica, sincroniza conmigo. No confíes en tus ojos, confía en mi señal mágica.” Yukine lanzó pulsos de energía que marcaban el verdadero Terra con una tenue luz azul. Lidica, guiada por esos pulsos, comenzó a atacar con precisión quirúrgica. Terra, herida, se fusionó con el suelo. Todo comenzó a temblar. Golems surgieron de las paredes, cada uno con fragmentos del núcleo de Terra. Para vencerla, debían destruir todos los fragmentos simultáneamente. —“¡Si no lo hacemos al mismo tiempo, se regenerará!” —advirtió Yukine. Ambos se dividieron. Yukine voló con levitación, lanzando hechizos de compresión sobre los golems. Cada hechizo drenaba su energía vital. Su piel comenzaba a agrietarse por el esfuerzo mágico. Lidica, con dagas encantadas, se movía como un rayo entre los golems, esquivando golpes que podrían partirla en dos. Su respiración era entrecortada, sus brazos temblaban, pero no se detenía. —“¡Ahora!” —gritó Yukine. Ambos atacaron los núcleos al mismo tiempo. Una explosión de luz verde llenó la cámara. Terra gritó, y su cuerpo se desmoronó en polvo y raíces. Yukine cayó al suelo, exhausto, con la magia casi agotada. Lidica se arrodilló a su lado, con cortes en los brazos y piernas. Ambos estaban al límite. —“No fue solo fuerza… fue voluntad.” —dijo Yukine, con voz débil. —“Y confianza.” —respondió Lidica, tomando su mano. La puerta al siguiente desafío se abrió lentamente, iluminada por runas de fuego. —“El próximo guardián… será aún más despiadado.” —murmuró Yukine.
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  • ⚔•Ⱬ₳ⱤɆ₭ ₳₦Đ ₦Ʉ₮₮•⚔



    {Isman había sido enviado a cuidar de los caballos, lejos de aquella conversación “para adultos”. El joven protestó al inicio, pero la mirada de Nutt fue suficiente para callarlo y hacerlo marchar.}




    {Nutt y Zarek se acomodaron en el suelo frente a una pequeña mesa baja de madera. Sobre ella descansaba un ajedrez.
    Nutt movió el primer peón con calma.}



    —¿Recuerdas la última vez que jugamos? En ese entonces habíamos apostado que tu hermana tendría niñas antes de que nacieran los pequeños príncipes.



    {Zarek hizo una breve mueca. Claro que lo recordaba. El recuerdo pesaba en su pecho como una cadena. Su hermana, marcada por lo que todos llamaban “La maldición de los mellizos" incapaz de dar a luz a niñas, condenada a parir solo varones. Una carga que él sentía como propia, casi un castigo divino paralelo al suyo: piel tan pálida como la nieve, vulnerable al sol como si fuese un pecador maldecido.}


    —Lo recuerdo.


    {Respondió al fin, con su voz cortante.
    El juego avanzó lentamente. Zarek desplegó una defensa clásica, fría y calculadora, cerrando el centro con peones como si levantara murallas. Nutt, en cambio, movía con un aire despreocupado, casi burlón, sacrificando un alfil aquí, un peón allá.}


    —Si gano, iré contigo al mundo humano.


    {Dijo Nutt mientras avanzaba su caballo, clavándolo contra la reina rival.
    Zarek detuvo su peón en el aire. Lo miró con sorpresa y un poco de desconfianza.}


    —¿Qué estás diciendo? ¿Para qué querrías venir conmigo?


    —Porque es mi deber cuidar de ti. No solo soy tu guardia mayor real, también soy tu amigo.


    {Respondió Nutt, con una sonrisa orgullosa. Era obvio que la situación le divertía.
    Zarek arqueó una ceja. El movimiento lo distrajo, y dejó a su rey ligeramente expuesto al enroque rival.
    Nutt prosiguió, avanzando su torre.}


    —Además… los humanos me despiertan curiosidad. He escuchado que han avanzado tanto que ya ni siquiera necesitan esforzarse para vivir. Sus máquinas, sus aparatos, hacen todo por ellos. ¿No sería sabio estudiarlos, descubrir si acaso no se preparan para una invasión humano-cósmica?


    {Zarek lo observó unos segundos en silencio… y de pronto, estalló en una carcajada grave y sonora. El golpe de su puño contra la mesa hizo temblar las piezas, desacomodando algunas. Se estiró un poco para tomar el jarrón de vino y llenó una copa dorada hasta el borde.}


    —Nutt, Nutt…


    {Dijo, negando con la cabeza.}


    —Los humanos conocerán sus juguetes mejor que nadie, pero han perdido algo esencial: la conexión con lo divino, con lo natural, con la magia. ¿Qué son ellos sin eso? Nada. ¿Crees que una máquina que solo funciona enchufada podría enfrentarse al caos, a los demonios, a los dioses mismos?


    {El silencio cayó unos segundos entre ambos. Nutt no pudo negar que su rey tenía un punto. Aun así, no podía subestimar a los humanos. Había en ellos algo fascinante. Los admiraba y les temía al mismo tiempo.}


    {El juego continuó. Zarek intentó un contraataque por el flanco derecho, avanzando su reina para presionar al rey enemigo. Nutt, sin embargo, lo dejó avanzar con aparente descuido, retrocediendo piezas, cediendo terreno, hasta que la trampa estuvo lista.}


    {Un movimiento de caballo cortó toda vía de escape. Su torre, oculta hasta ese instante en la retaguardia, se deslizó con precisión.}


    —De todas formas… iré contigo.


    {Murmuró Nutt, inclinándose sobre el tablero, con una chispa de triunfo en los ojos.}


    —Primero debes ganarme.


    {Respondió Zarek con arrogancia, llevando su reina al ataque final.}


    {Pero apenas terminó de pronunciar esas palabras, Nutt adelantó su alfil, encajando la pieza con un golpe suave contra el tablero.}


    —Jaque mate.


    {El rey, atrapado sin escapatoria, quedó inmóvil bajo las piezas enemigas.
    Zarek miró el tablero en silencio. Luego a su amigo. Y finalmente, bebió un largo trago de vino antes de dejar escapar una sonrisa ladeada, cansada y cómplice.}
    ⚔•Ⱬ₳ⱤɆ₭ ₳₦Đ ₦Ʉ₮₮•⚔ {Isman había sido enviado a cuidar de los caballos, lejos de aquella conversación “para adultos”. El joven protestó al inicio, pero la mirada de Nutt fue suficiente para callarlo y hacerlo marchar.} {Nutt y Zarek se acomodaron en el suelo frente a una pequeña mesa baja de madera. Sobre ella descansaba un ajedrez. Nutt movió el primer peón con calma.} —¿Recuerdas la última vez que jugamos? En ese entonces habíamos apostado que tu hermana tendría niñas antes de que nacieran los pequeños príncipes. {Zarek hizo una breve mueca. Claro que lo recordaba. El recuerdo pesaba en su pecho como una cadena. Su hermana, marcada por lo que todos llamaban “La maldición de los mellizos" incapaz de dar a luz a niñas, condenada a parir solo varones. Una carga que él sentía como propia, casi un castigo divino paralelo al suyo: piel tan pálida como la nieve, vulnerable al sol como si fuese un pecador maldecido.} —Lo recuerdo. {Respondió al fin, con su voz cortante. El juego avanzó lentamente. Zarek desplegó una defensa clásica, fría y calculadora, cerrando el centro con peones como si levantara murallas. Nutt, en cambio, movía con un aire despreocupado, casi burlón, sacrificando un alfil aquí, un peón allá.} —Si gano, iré contigo al mundo humano. {Dijo Nutt mientras avanzaba su caballo, clavándolo contra la reina rival. Zarek detuvo su peón en el aire. Lo miró con sorpresa y un poco de desconfianza.} —¿Qué estás diciendo? ¿Para qué querrías venir conmigo? —Porque es mi deber cuidar de ti. No solo soy tu guardia mayor real, también soy tu amigo. {Respondió Nutt, con una sonrisa orgullosa. Era obvio que la situación le divertía. Zarek arqueó una ceja. El movimiento lo distrajo, y dejó a su rey ligeramente expuesto al enroque rival. Nutt prosiguió, avanzando su torre.} —Además… los humanos me despiertan curiosidad. He escuchado que han avanzado tanto que ya ni siquiera necesitan esforzarse para vivir. Sus máquinas, sus aparatos, hacen todo por ellos. ¿No sería sabio estudiarlos, descubrir si acaso no se preparan para una invasión humano-cósmica? {Zarek lo observó unos segundos en silencio… y de pronto, estalló en una carcajada grave y sonora. El golpe de su puño contra la mesa hizo temblar las piezas, desacomodando algunas. Se estiró un poco para tomar el jarrón de vino y llenó una copa dorada hasta el borde.} —Nutt, Nutt… {Dijo, negando con la cabeza.} —Los humanos conocerán sus juguetes mejor que nadie, pero han perdido algo esencial: la conexión con lo divino, con lo natural, con la magia. ¿Qué son ellos sin eso? Nada. ¿Crees que una máquina que solo funciona enchufada podría enfrentarse al caos, a los demonios, a los dioses mismos? {El silencio cayó unos segundos entre ambos. Nutt no pudo negar que su rey tenía un punto. Aun así, no podía subestimar a los humanos. Había en ellos algo fascinante. Los admiraba y les temía al mismo tiempo.} {El juego continuó. Zarek intentó un contraataque por el flanco derecho, avanzando su reina para presionar al rey enemigo. Nutt, sin embargo, lo dejó avanzar con aparente descuido, retrocediendo piezas, cediendo terreno, hasta que la trampa estuvo lista.} {Un movimiento de caballo cortó toda vía de escape. Su torre, oculta hasta ese instante en la retaguardia, se deslizó con precisión.} —De todas formas… iré contigo. {Murmuró Nutt, inclinándose sobre el tablero, con una chispa de triunfo en los ojos.} —Primero debes ganarme. {Respondió Zarek con arrogancia, llevando su reina al ataque final.} {Pero apenas terminó de pronunciar esas palabras, Nutt adelantó su alfil, encajando la pieza con un golpe suave contra el tablero.} —Jaque mate. {El rey, atrapado sin escapatoria, quedó inmóvil bajo las piezas enemigas. Zarek miró el tablero en silencio. Luego a su amigo. Y finalmente, bebió un largo trago de vino antes de dejar escapar una sonrisa ladeada, cansada y cómplice.}
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  • •Z̷a̷r̷e̷k̷•𖧨༒



    {El sol se alzaba sobre el horizonte, tiñendo la vasta extensión del desierto con un resplandor dorado, como si cada grano de arena fuera oro líquido bajo su luz. A lo lejos, el palacio emergía imponente, inmenso poder en medio de la nada. En sus pasillos y patios, los guerreros entrenaban con disciplina, otros bebían vino luego de las jornadas de guardia, algunos negociaban con mercaderes que ofrecían especias y telas, mientras las voces resonaba entre las columnas.}

    {En alguna parte del palacio, rodeado de riquezas, de estatuas dedicadas a Anubis y de altares cubiertos con velas encendidas, sahumerios, frutas y vino, se encontraba el príncipe Zarek, ahora proclamado rey. Desde una de las altas ventanas, abiertas al aire del desierto, sin vidrios ni persianas, observaba su ejército. y su reino construido en medio del vacío, sostenido únicamente por la voluntad de su ejército y por la suya.}

    {Allí, en el único asentamiento que quedaba de los nekomatas, la vida era dura. Durante el día, la arena quemaba la piel y durante la noche, el frío calaba hasta los huesos. El agua era escasa, la comida difícil de conseguir y la tierra nunca generosa. Sin embargo, habían aprendido a resistir.}

    {Zarek era el pilar de esa resistencia. Bajo su mando, las expediciones de caza rara vez regresaban con las manos vacías, y las cosechas, aunque humildes, bastaban para mantener al pueblo con vida. Nadie cuestionaba su liderazgo, aunque la mayoría lo temía tanto como lo respetaba. Frío, autoritario, distante, ya no era visto solo como un príncipe convertido en rey, sino como la encarnación misma de un dios. Jamás había mostrado afecto, ni siquiera hacia sus propios padres. Para muchos, en él no existía un corazón capaz de sentir.}

    {Esa madrugada, sus hombres volvieron tras un extenso viaje. Habían cumplido con la misión de espiar a posibles enemigos y traer información. Lo que comunicaron solo confirmaba que la antigua profecía estaba por cumplirse. La próxima luna llena sería el inicio del posible fin de los nekomatas.}

    {Zarek no dudó. Sabía lo que debía hacer. Había llegado la hora de buscar a su prometida, la mujer destinada a convertirse en reina y traer la salvación. Ella habitaba en el mundo de los humanos, ignorante del peso que cargaba sobre sus hombros ahora mismo. Para ella, él era un desconocido. Pero Zarek la sentía. Podía percibirla en el aire, como un instinto que lo guiaba sin error. Un fuerte instinto.}

    —Pronto estarás en casa, sucia sangre mestiza. Tu destino ya está escrito.

    {Zarek estaba decidido. Encontraría a la mujer que le había sido prometida, aunque tuviera que desafiar a los dioses mismos o entregar sus siete vidas en el intento.}

    •Z̷a̷r̷e̷k̷•𖧨༒ {El sol se alzaba sobre el horizonte, tiñendo la vasta extensión del desierto con un resplandor dorado, como si cada grano de arena fuera oro líquido bajo su luz. A lo lejos, el palacio emergía imponente, inmenso poder en medio de la nada. En sus pasillos y patios, los guerreros entrenaban con disciplina, otros bebían vino luego de las jornadas de guardia, algunos negociaban con mercaderes que ofrecían especias y telas, mientras las voces resonaba entre las columnas.} {En alguna parte del palacio, rodeado de riquezas, de estatuas dedicadas a Anubis y de altares cubiertos con velas encendidas, sahumerios, frutas y vino, se encontraba el príncipe Zarek, ahora proclamado rey. Desde una de las altas ventanas, abiertas al aire del desierto, sin vidrios ni persianas, observaba su ejército. y su reino construido en medio del vacío, sostenido únicamente por la voluntad de su ejército y por la suya.} {Allí, en el único asentamiento que quedaba de los nekomatas, la vida era dura. Durante el día, la arena quemaba la piel y durante la noche, el frío calaba hasta los huesos. El agua era escasa, la comida difícil de conseguir y la tierra nunca generosa. Sin embargo, habían aprendido a resistir.} {Zarek era el pilar de esa resistencia. Bajo su mando, las expediciones de caza rara vez regresaban con las manos vacías, y las cosechas, aunque humildes, bastaban para mantener al pueblo con vida. Nadie cuestionaba su liderazgo, aunque la mayoría lo temía tanto como lo respetaba. Frío, autoritario, distante, ya no era visto solo como un príncipe convertido en rey, sino como la encarnación misma de un dios. Jamás había mostrado afecto, ni siquiera hacia sus propios padres. Para muchos, en él no existía un corazón capaz de sentir.} {Esa madrugada, sus hombres volvieron tras un extenso viaje. Habían cumplido con la misión de espiar a posibles enemigos y traer información. Lo que comunicaron solo confirmaba que la antigua profecía estaba por cumplirse. La próxima luna llena sería el inicio del posible fin de los nekomatas.} {Zarek no dudó. Sabía lo que debía hacer. Había llegado la hora de buscar a su prometida, la mujer destinada a convertirse en reina y traer la salvación. Ella habitaba en el mundo de los humanos, ignorante del peso que cargaba sobre sus hombros ahora mismo. Para ella, él era un desconocido. Pero Zarek la sentía. Podía percibirla en el aire, como un instinto que lo guiaba sin error. Un fuerte instinto.} —Pronto estarás en casa, sucia sangre mestiza. Tu destino ya está escrito. {Zarek estaba decidido. Encontraría a la mujer que le había sido prometida, aunque tuviera que desafiar a los dioses mismos o entregar sus siete vidas en el intento.}
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    Hoy en ALBUMES CON EL TIO JERO

    DEAD CAN DANCE - "Within the Realm of a Dying sun" (1987)

    Género: Ambient, Gótico/ World Music

    "Una de las joyas de la música ambiental de los años 80. Una obra oscura Pero a la vez bellísima, que combina elementos de música tribal, música medieval, folk, Pero todo aderezado con un aire gótico extremadamente solemne y a la vez lúgubre. A lo que nos compete en esta plataforma, si usted gusta de rolear ambientes épicos, o que requieran una carga dramática potente para sus escenas, este delicioso álbum es para usted colega Rolero o Rolera."

    10 Jeros de 10

    https://youtu.be/nOrEU9MVFXw?si=ZIi8GKGvlJemHl0m
    Hoy en ALBUMES CON EL TIO JERO 😎💀 DEAD CAN DANCE - "Within the Realm of a Dying sun" (1987) Género: Ambient, Gótico/ World Music "Una de las joyas de la música ambiental de los años 80. Una obra oscura Pero a la vez bellísima, que combina elementos de música tribal, música medieval, folk, Pero todo aderezado con un aire gótico extremadamente solemne y a la vez lúgubre. A lo que nos compete en esta plataforma, si usted gusta de rolear ambientes épicos, o que requieran una carga dramática potente para sus escenas, este delicioso álbum es para usted colega Rolero o Rolera." 10 Jeros de 10 💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀 https://youtu.be/nOrEU9MVFXw?si=ZIi8GKGvlJemHl0m
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  • {La espada giraba conmigo en un arco perfecto, y con un corte preciso desgarré la bolsa de tierra colgada frente a mí, dejando que la arena se desparramara como si fuera sangre.}

    —¿No se supone que deberías practicar conmigo?

    {Pregunté, sin disimular la ironía, mientras me preparaba para un nuevo movimiento.}

    {A pocos metros, la silueta oscura de mi “compañero” reposaba con despreocupación. El espíritu de caballo, con aquel hocico afilado que parecía el pico de un ave, no mostraba el más mínimo interés por mis esfuerzos. En cambio, se deleitaba con las manzanas que había conseguido para él, como si fueran un pago justo por los favores de su magia oscura. Una manzana se alzó lentamente en el aire, rodeada de un resplandor violeta, y flotó hasta su pico.}

    —Yo solo soy un espíritu que vaga entre mundos, devorando los sueños cálidos para transformarlos en pesadillas. No soy un ser cuya voluntad pueda ser arrastrada por tu ridícula nigromancia.

    {Respondió con esa voz metálica y demoníaca que solía irritarme.
    Apreté el mango de mi espada con fuerza, girándome hacia él con una sonrisa fingida para ocultar mí orgullo herido.}

    —Pero eres un obsequio, ¿no? Como dicen los humanos: mi mascota. Así que, ven aquí ahora mismo.

    {Mi voz sonó firme, aunque por dentro me ardía la frustración de tener que recordarle a quién pertenecía su servidumbre.
    El espíritu resopló, molesto por la interrupción de su festín. Sus pezuñas retumbaron en la tierra mientras avanzaba hacia mí.}

    —Te llevará años de entrenamiento, pequeña neko.

    {Rugió, clavando sus ojos vacíos en los míos.}

    —Tu padre se decepcionaría al ver que la sangre humana de tu madre corre más fuerte en ti que la de los nekomatas. Ni siquiera puedes controlar tus poderes. Apenas salen cuando estás asustada o furiosa. Y aun así, fallan.

    {Su magia invisible me envolvió de pronto. Sentí cómo mi cola se elevaba contra mi voluntad, tirada hacia arriba con un gesto cruel.
    Solté un chillido mientras intentaba bajarla con ambas manos.}

    —Mírate. Ni siquiera has terminado de crecer.

    {Tomé mi cola entre las manos, protegiéndola, y mis ojos lo observaron con furia.}

    —Eres el peor protector y servidor que mi padre me dejó.

    {Refunfuñé, intentando mantener la compostura. Ese espíritu era arrogante, hostil, y más cruel de lo que recordaba… y aun así, era el único que debía llamarse mi guardián.}

    {La espada giraba conmigo en un arco perfecto, y con un corte preciso desgarré la bolsa de tierra colgada frente a mí, dejando que la arena se desparramara como si fuera sangre.} —¿No se supone que deberías practicar conmigo? {Pregunté, sin disimular la ironía, mientras me preparaba para un nuevo movimiento.} {A pocos metros, la silueta oscura de mi “compañero” reposaba con despreocupación. El espíritu de caballo, con aquel hocico afilado que parecía el pico de un ave, no mostraba el más mínimo interés por mis esfuerzos. En cambio, se deleitaba con las manzanas que había conseguido para él, como si fueran un pago justo por los favores de su magia oscura. Una manzana se alzó lentamente en el aire, rodeada de un resplandor violeta, y flotó hasta su pico.} —Yo solo soy un espíritu que vaga entre mundos, devorando los sueños cálidos para transformarlos en pesadillas. No soy un ser cuya voluntad pueda ser arrastrada por tu ridícula nigromancia. {Respondió con esa voz metálica y demoníaca que solía irritarme. Apreté el mango de mi espada con fuerza, girándome hacia él con una sonrisa fingida para ocultar mí orgullo herido.} —Pero eres un obsequio, ¿no? Como dicen los humanos: mi mascota. Así que, ven aquí ahora mismo. {Mi voz sonó firme, aunque por dentro me ardía la frustración de tener que recordarle a quién pertenecía su servidumbre. El espíritu resopló, molesto por la interrupción de su festín. Sus pezuñas retumbaron en la tierra mientras avanzaba hacia mí.} —Te llevará años de entrenamiento, pequeña neko. {Rugió, clavando sus ojos vacíos en los míos.} —Tu padre se decepcionaría al ver que la sangre humana de tu madre corre más fuerte en ti que la de los nekomatas. Ni siquiera puedes controlar tus poderes. Apenas salen cuando estás asustada o furiosa. Y aun así, fallan. {Su magia invisible me envolvió de pronto. Sentí cómo mi cola se elevaba contra mi voluntad, tirada hacia arriba con un gesto cruel. Solté un chillido mientras intentaba bajarla con ambas manos.} —Mírate. Ni siquiera has terminado de crecer. {Tomé mi cola entre las manos, protegiéndola, y mis ojos lo observaron con furia.} —Eres el peor protector y servidor que mi padre me dejó. {Refunfuñé, intentando mantener la compostura. Ese espíritu era arrogante, hostil, y más cruel de lo que recordaba… y aun así, era el único que debía llamarse mi guardián.}
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